Me desperté pesadamente, sin saber muy bien porqué. Hasta que escuche el ruido a mi espalda de alguien dando vueltas en un futon. Ya sé que es lo que me ha despertado… otra vez.
Me levanto con cuidado y en silencio, observando la espalda de Ren arrebujado bajo sus mantas, en una de sus noches de insomnio, y me deslizo bajo ellas para abrazarle por la cintura. Noto como se pone tenso un instante y me preparo para mentir como un bellaco.
-¿Horo, que haces?
-Oh, perdona Ren- Digo intentado contener el amodorramiento de mi voz. -¿Te he despertado? Es que no podía dormir.
-No soy tu peluche particular, baka.- Se queja tan gruñón como siempre. Sé que con eso intenta ocultar su vergüenza. Vergüenza por hacerme mentir.
-Oh, venga Ren. Somos novios, no hay nada raro en dormir juntos…-Razono como si intentara convencerle, aun sabiendo que estaba convencido desde que me metí en su cama. Me pego más a su cuerpo, beso su nuca y paso una de mis piernas por encima de su cadera, rodeándolo. -… No voy a hacer nada malo… Se bueno conmigo y déjame dormir así.
-Humpf- Refunfuña dando terminada esta conversación de pantomima y dejándome estar así.
Nunca me ha gustado mentir, pero desde que estoy con Ren lo hago muchísimo. Miento para estar con él y ayudarlo sin que su estúpido orgullo se resienta. Hago parecer que soy yo el que le pido los favores, y montamos un teatro de diálogos que esconden mucho más. Miento muchísimo y él hace como que se creé mis tontas mentiras. Hablamos con palabras falsas que solo nosotros dos sabemos traducir.
“¿Horo, qué haces?”
“Me he despertado al oírte dar vueltas en la cama. Sé que no podías dormir por alguna pesadilla o mal recuerdo, así que me he venido contigo para no dejarte solo esta noche”
“No hace falta. No te preocupes por mi o mis fantasmas. Vete y duérmete. Siempre tienes que estar haciendo esto por mí, siempre pendiente… No te dejo ni descansar.”
“Lo hago porqué te quiero. Ahora simplemente cierra los ojos y duerme… Yo estoy aquí”
“… Gomen”
Tengo sueño y dentro de poco caeré como un tronco. Pero Ren aun no se duerme, porqué aunque está muy quieto su respiración no es profunda y relajada. Así que paso mi mano derecha por su vientre, haciendo círculos con mis dedos por la piel cercana a su ombligo. Mi pierna ahora se enreda entre las suyas y las acaricia lentamente. Sé que esto le relaja mucho.
-Mmmm… ¿no te ibas a dormir?
-Todavía no me viene el sueño. Y tocarte me relaja…
-Baka.
“No tienes que hacer todo eso. Ya me dormiré, solo abrázame que ya me dormiré”
“No dormiré hasta que tú también lo hagas. Me gusta tocar tu piel… Déjate hacer y no pienses tanto”
“Arigatou… Me gustan tus manos…”
Mi madre me habló una vez de las mentiras blancas. ‘Las mentiras blancas son como copos de nieve; limpias, pequeñas y suaves. Caen sobre nosotros y se derriten sin llegar a calar en nuestro interior. Las vemos pero no las evitamos, porque nos hacen sentir mejor. Son las únicas mentiras que valen la pena contar’
Ella las utilizaba con mi padre, haciendo creer que era él quien gobernaba la casa, aunque se hacía en realidad lo que ella quería. Los dos lo sabían. Esto es algo parecido. No puedo acercarme a Ren para curarle las heridas de frente. Como un animal asustado su primer instinto sería rechazarme y lamérselas él solo. Doy vueltas para llegar a su lado, con las vendas detrás de mi espalda. Con una doble intención muy clara y oculta.
Odio mentir… Pero cuando se trata de Ren no me importa en absoluto. Y diré mentiras blancas una detrás de otra, hasta que ya no hagan falta.
Acaricio con mi mejilla el cuello de mi novio mientras sigo con mis mimos. Ya se va durmiendo… Hablo pegado a su oreja.
-Se está muy bien así. ¿Por qué no compartimos futon todas las noches?
-No… me despertarías con tus patadas. Te mueves demasiado.
-No me muevo tanto- Me quejo abrazándolo más y dejando mi frente en la curvatura de su hombro. –Venga… di que sí, Ren.
-Pesado… ¡Agh! De acuerdo- Suspira, enlazando sus dedos con los de mi mano izquierda, que reposa en su cintura.
Yo sonrió y le beso el hombro.
-Oyasumi, Loro-Loro.
-Oyasumi, tiburón.
“Déjame dormir contigo siempre. Eres un cabezota. Y te gusta tanto como a mí.”
“No… Si tengo pesadillas estando contigo te despertaré. Mejor que durmamos por separados”“
No dejaré que tengas pesadillas, tonto. Nunca las tienes cuando estoy contigo, ¿no lo habías notado?“
"Tienes razón, pesado, pero… Ahh, de acuerdo”
“Por fin, cabezota…”
“Te quiero”
“Lo sé”
Sí… dentro de un tiempo las mentiras blancas no serán necesarias. Pero mientras tanto… las seguiré utilizando.
Owari.