Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ferra en la universidad por Kaiku_kun

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

¿Por dónde debería empezar? Cuesta establecer un punto concreto en el que decir «aquí, aquí fue cuando todo empezó a irse lenta y atascadamente por el desagüe» (creo que me he inventado una palabra ahí). Lo normal sería cuando conocí a esta misteriosa persona que me gusta, ¿a que sí? Pues no. Yo ya estaba jodido de antes.


Quizás el mejor momento es aquél que ocurrió al cabo de nueve meses felicísimos (sin ironías, juro sobre la Biblia Satánica de mi madre si hace falta) de empezar a salir con Carla. Acabábamos de empezar la universidad, aunque escogimos carreras distintas. Ella sí había entrado en Historia y, aunque eso había creado tensiones, tenían un origen bastante distinto.


Nos estábamos besando. Nada especial, rollo romántico de pareja en mi casa vacía con un poco de música pop de fondo. Mis contrastadas banderas de artistas Funk a lo anime de los 90 nos observaban tumbarnos en la cama para estar más cómodos.


Sabía que a Carla le encantaba que le lanzaran mordisquitos al cuello, así que eso hice. Me parecía divertido juguetear para soltarle unas risillas nerviosas. Me encantaba ser travieso si era lo que Carla quería, y yo me lo pasaba bien, porque extendía mi momento romántico a mi antojo.


Carla se dejó hacer un rato hasta que pasó una mano por debajo de mi camiseta. Yo dejé que se diera el placer. No me decía nada que lo hiciera, pero sabía que a ella le gustaba mi cuerpo, aunque no fuera la octava maravilla del mundo, y acariciarlo le hacía sentir cercana a mí.


Me tumbé de lado por comodidad, para descansar mi cabeza mientras los besos tiernos seguían apareciendo uno tras otro.


Y entonces sucedió. Carla metió una mano por debajo de mis pantalones. Mi peor temor.


—¿Pero qué…? —susurró.


A mí se me pasaron todas las ganas de romance de golpe. Había temido ese momento desde que, durante el verano, Carla empezó a ponerse bikinis sólo para mí. Pero, a sus ojos, mi rostro era indiferente. Me senté de nuevo, con las piernas cruzadas. Ella se incorporó.


—No estás duro. Ni siquiera mojado. —A pesar de que no era la primera vez que alguien me decía semejante frase, sí era la primera en la que estaba obligado a dar una explicación—. ¡Dios mío, eres gay! ¡Me has mentido!


«Ojalá, eso lo haría más fácil», pensé, poniendo mala cara por los chillidos.


—No soy gay, soy bisexual. Te lo dije cuando nos conocimos en las clases de repaso —le recordé.


—¡¡No te creo!! —gritó, levantándose y ordenándose la ropa. Me olvidé comentarlo: Carla exageraba todo a una velocidad alarmante—. ¡¡Me has mentido sólo para presumir de novia y que tus padres se callaran!! ¡¡Me has usado!!


—Bueno, técnicamente no lo he hecho, ¿no lo has visto? —No fue mi frase más acertada, lo reconozco. Ella gruñó como un toro a punto de embestir—. Pero si me dejas explicarte…


—¡¡Explica entonces todo ese anime y esos manga llenos de chicos!! ¡¿Por qué ellos sí y yo no?!


—¡Pero si también hay chicas, leímos juntos un manga en el que sólo había mujeres! —protesté.


—¡¡PUES DIME QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO!!


«Por fin», pensé. No sólo porque iba a escuchar, sino porque la ocasión era perfecta. Aunque una novia hecha una furia no era la mejor disposición para aceptar una nueva realidad.


—Soy asexual —solté. Y suspiré. Dioses, me sentí libre por primera vez en años—. No me atraen los cuerpos de las otras personas.


Carla se quedó tan atónita como cuando yo descubrí que tal concepto existía. Estuve a punto de decir en voz alta que quizás significaba que no era «bisexual», porque de sexo nada, pero no se me ocurría un mejor término.


—Me dijiste que te masturbas a veces. —Vaya mala pata que se acordara de una confesión mutua en ese maldito momento.


—Cuando el cuerpo me lo pide, pero…


—Y lees mangas románticos entre dos hombres.


—Sí, yaoi, me encanta, y el yuri también, ya lo sabes.


—Pero tienen sexo.


—No me dice nada.


—¡Anda ya, joder! ¡¿Para qué nadie leería eso si no fuera por el sexo?!


—¡Yo lo leo por la trama! —De acuerdo, esa era la frase menos creíble que pude haber soltado, pero me estaba enervando, ¡no tenía la culpa de aquello!


—¡Y una mierda! ¡Me estás mintiendo!


—¿Entonces qué? ¿Quieres que me desnude, nos pongamos un par de videos porno de cada orientación sexual que se te ocurra y te demuestre que ni con grúa mi polla se levanta? Porque si así me crees, pues adelante, hago el sacrificio.


—Oh, sí, muy bonito, ahora hazte la víctima, ¡lo que me faltaba!


Carla lo tuvo muy claro. Tomó sus cosas y, dando un melenazo con su pelo ondulado, se fue de mi casa dando un soberano portazo, que inmediatamente fue respondido por los gritos mi vecina de arriba, una anciana que padecía dolores y gastaba un mal humor de cuidado.


—En fin —dije.


No me planteé detenerla. No solía ser capaz de mantener una discusión durante largo tiempo. Acabaría callando y dejarme gritar por no saber qué decir sin repetirme. ¿Cómo lo hacían los de las telenovelas de mi abuela para gritarse durante medio capítulo?


No puedo decir que la llegara a entender en ese momento. O nunca. No entenderé qué es que alguien, mi novia en este caso, se sienta despechado porque no me atrae físicamente. Tampoco entenderé qué es que te atraiga alguien físicamente, mejor dicho. Y desde ese momento hasta el presente, bueno, he aprendido un par de cosas sobre mi pequeño problema.


Dije hace un rato que Carla es estupenda, pero aquí estoy, dejando ver su lado menos comprensivo. Yo no pude hacer más que entender su enfado, en ese momento. Carla había tenido mucha paciencia conmigo. Le había dicho que tendríamos que esperar para el sexo, en un vano intento de conseguir una reacción por parte de mi cuerpo. Ella me dijo que lo que necesitara, porque me quería, era buena persona, y ella también quería sentirse segura después de una mala ruptura. Pero mientras ella recuperaba la confianza estando conmigo y gustándonos, mi cuerpo no había seguido el mismo camino.


Y es que, para empezar, no había tenido una relación seria antes porque como el amiguito no se levantaba, no creía que valiera la pena empezar nada con alguno de mis excompañeros del instituto. Se pasaban la vida hablando de sexo y notas, y sexo, y fiestas, y sexo, y marihuana y más sexo. Sólo en ese momento de repasos para el examen preuniversitario había bajado mi guardia y Carla había entrado con su amabilidad y delicadeza en mi vida. Y nos gustamos.


Por desgracia, Carla tenía su cara negativa y tendía mucho a los celos y los arranques de ira cuando creía que la mentían. Lo dicho, esas malas experiencias.


Así que ahí estaba, solo en casa, sentado en la cama, un Ferra sin comprender, que por fin había liberado su peor miedo por primera vez con alguien, y que había acabado con ese alguien saliendo por la puerta de su casa.


Me sentí igual que cuando descubrí el término «asexual»: como un alien. Así fue como el idiota de mi clase, tres años atrás, nombró a todos los asexuales cuando la profesora de educación sexual les definió. Acabó castigado, pero yo aprendí una dura lección: no contar a nadie lo que era.


A pesar de ello, había sido capaz de abrirme a Carla. Había ensayado mi definición, porque sabía que algo así podía pasar, pero no había ensayado toda una conversación.


—Tendría que decirle algo, a alguien —me dije, poco convencido. Pero dudaba que nadie me comprendiera.


En lugar de eso, me tumbé boca abajo y me dormí, intentando que mi creciente ansiedad se despejara antes de que quedara descontrolada.

Notas finales:

¿Qué tal os ha parecido? A ver si encontráis rasgos autobiográficos :3 insisto, personajes originales ficticios excepto por el carácter de Ferra.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).