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97. Pareja del Millón de Dólares (11) por dayanstyle

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EDawn despertó en la oscuridad y con fuerte brazo alrededor de su cintura. Le tomó un segundo recordar dónde estaba, qué había pasado y cómo había llegado allí. Seguía creyendo, firmemente, que había sido golpeado hasta el punto de ver cosas. Una vez más, dos hombres habían aparecido de la nada, sólo que esta vez, no había estado el doctor con el otro tipo.

Hong Seok le había presentado a los dos. Kris y Tao. Kris había asustado muchísimo EDawn –por no hablar de la forma en que había aparecido por arte de magia-. Peor aún, Tao lo había agarrado y luego, poof, habían terminado en una mansión.

Sí, definitivamente había imaginado cosas. Tal vez esa estatuilla que Ken Leung había arrojado a su cabeza, realmente había conectado en lugar de fallar. Eso explicaría todas las cosas extrañas que habían ocurrido, esta noche.

Pero no explicaría el cómo estaba en una cama extraña, Hong Seok acostado junto a él. Odiaba cuando estaba confundido, y todo lo que le había sucedido desde que Ken Leung lo atacó, en casa de la señora Lim Kim, lo desconcertó.

Trató de alejarse de Hong Seok, sólo para notar que el hombre no estaba dormido. El tipo estaba allí, con los ojos abiertos, mirándolo.

—Eso es espeluznante—dijo, mientras se alejaba de Hong Seok y se arrastraba fuera de la cama. Estaba mortificado, cuando se dio cuenta de que seguía usando la bata de examen de la oficina del doctor. Sintió una brisa fresca, rozar su trasero desnudo.

El médico le había hecho un examen completo, una de las razones por las que nunca  quiso volver a ver a ese médico. Había sido embarazoso.

—¿Qué? ¿Mirarte? —Hong Seok se incorporó. El cabello revuelto, el pecho desnudo. Su corazón retumbó, ante lo bien que se veía Hong Seok. No había duda de que su pelo estaba por todo el lugar de dormir, y que probablemente tenía baba seca, en los lados de la boca.

¿Cómo podía Hong Seok verse tan bien, después de dormir?

¿Hong Seok había dormido?

—¿A dónde vas? —preguntó Hong Seok mientras él retrocedía. Apretó las manos contra sus sienes. No podía pensar. Todo era tan confuso, que su cerebro se sentía demasiado lleno.

—Hey, hey, nada de eso—Hong Seok se deslizo de la cama y le apartó las manos. —Dime lo que está mal, amor.

Miró hacia la puerta del dormitorio. Desesperadamente quería alejarse. Necesitaba espacio para pensar, para resolver las cosas. —Yo... no puedo pensar.

Hong Seok le tomó a los lados del rostro, con las manos, levantando su cabeza hasta que se quedó mirando a los ojos del hombre. —Respira, amor. Dime lo que está pasando, en esa hermosa cabecita tuya.

—¿T-tu piensas que soy hermoso? —No, no necesitaba perder su tren de pensamiento.

No es que tuviera un tren de pensamiento.

—Creo que eres simplemente magnífico, —dijo Hong Seok mientras sonreía. —Ahora dime lo que está mal.

 

—Todo—juntó las manos en un gesto preocupado. —Siento que tengo algodón, rellenando mi cabeza.

Hong Seok lo condujo de vuelta a la cama. Lo siguió, aunque en realidad no deseaba ir.

Quería respuestas. También, aire fresco.

Una vez que se instalaron bajo la sábana, Hong Seok coloco la espalda de EDawn, contra su pecho, envolviéndolo con los brazos. —¿Qué te confunde, amor?

—¿Acaso, esos hombres, realmente hicieron puf delante de mí? —Comenzaría con lo más desconcertante y a partir de ahí, continuarían.

—Lo hicieron.

Oh Dios. Ésa no había sido la respuesta que EDawn esperaba que Hong Seok le diera.

—¿Cómo?

—No estoy seguro, de que estés listo, para la respuesta, —dijo Hong Seok. —Todavía estas

sacudido, después de lo de anoche.

—Puedo manejarlo, —mintió. —Sólo dímelo directamente.

—Tao, es realmente, el que puede hacer puf dentro y fuera de sitios, —dijo Hong Seok.

—Aunque, lo llamamos brillar, o teletransportarse.

Está bien, tal vez no podía manejar la situación. Intentó pensar en lo que Hong Seok le decía, pero no podía. Era imposible. Cosas como esa, sucedían sólo en las películas y los libros.

—¿Algo más?          

—Estás temblando—Hong Seok lo abrazó más fuerte. —Creo que todo lo demás, puede esperar.

—No—dijo, sacudiendo la cabeza. —Dímelo todo, de una vez. —Podía arrancar el vendaje, en vez de pelarlo lentamente. De esa manera, podría enloquecer sobre todo al mismo tiempo.

—Me encanta lo valiente, que estás tratando de ser—dijo Hong Seok. —Pero no es necesario. Podemos tomar esto tan lentamente, como quieras.

—No lo quiero lento—dijo con una voz más firme. Se giró para mirar a Hong Seok, una vez más asombrado por lo guapo que era el hombre. Sintió como si estuviera cayendo en esos ojos oscuros, mientras colocaba sus manos en el duro y bien tonificado pecho de Hong Seok.

Los párpados de Hong Seok se cerraron, durante un segundo, antes de abrirse. —¿Estás seguro?

—Sí—Esa palabra, había sonado sin aliento, mientras pasaba sus manos sobre el pecho de Hong Seok. Le gustaba cómo se sentía –cálido, fuerte, y los pelos le hacían cosquillas en las manos-. El hombre también llevaba un collar. Tenía una doble vuelta, alrededor del cuello y una cruz de madera colgaba de una de las delgadas cuerdas. Tocó la cruz y luego volvió a tocar el pecho de Hong Seok.

—Soy un vampiro.

—Cambié de opinión. Quiero ir lentamente—Trató de moverse para liberarse, pero Hong Seok no lo dejó ir. Aunque había visto los colmillos del hombre y había sido testigo de los ojos brillantes, mientras se encontraba en la casa de la señora Lim Kim, la declaración de Hong Seok era demasiado para que pudiera asimilarla.

—Estás loco. Eso es lo que eres. Un hombre muy agradable, sexy incluso, pero jodidamente loco.

—¿Quieres que te lo demuestre? —Hong Seok le acarició el cuello, sus labios presionando contra su piel. Un escalofrío se apoderó de él. Se sentía como si estuviera en caída libre, mientras las manos de Hong Seok agarraban su trasero. Acercándolo aún más, lo que hizo que sintiera la dureza del hombre.

—¿Cómo?—Apenas podía pensar, con Hong Seok besando su cuello, con sus manos apretándole la espalda, y su espesor presionándole en el estómago.

Inhaló bruscamente, cuando Hong Seok lo volteó sobre su espalda. El hombre se posó sobre él, con los ojos clavados en su rostro. —¿Vas a dejar que te enseñe?

—Sí —dijo, sin tener que pensar en la respuesta.

Alcanzando detrás de él, Hong Seok desató la bata y luego se la quitó. La arrojó al suelo y luego lo miró, con ojos hambrientos.

Instintivamente, se cubrió la ingle. Nunca antes había estado completamente desnudo, frente a un hombre. Ni siquiera durante su examen, había descubierto todo.

Hong Seok se quitó el bóxer y la ropa interior, que se unió a su bata. Apartó los ojos, demasiado tímido para mirar la parte más íntima del cuerpo de un hombre.

Se dio la vuelta, cuando Hong Seok maldijo. No estaba seguro, de por qué el hombre parecía irritado. —¿Qué pasa?

—Te demostraré que soy un vampiro, pero primero, tenemos que cuidar de algo.         

Saliendo de la  cama, Hong Seok  cogió  los pantalones que yacían  en el  suelo. Sacó  unajeringa. EDawn saltó de la cama, olvidando su desnudez. —¿Q-qué piensas hacer con eso?

—No son drogas, —dijo Hong Seok. —Es un método anticonceptivo. Se rascó la cabeza. —No entiendo.

Dejando a un lado sus pantalones, Hong Seok se sentó en la cama. —Esto va a ser difícil de creer, pero puedo dejarte embarazado.

Miró fijamente al loco hombre, por un latido del corazón y luego se echó a reír. Desde que conoció a Hong Seok, su vida no había sido más que nada extraña, pero lo que le acababa de decir, era la guinda del pastel. —Definitivamente, eres un hombre muy loco.

—Estoy hablando en serio—dijo Hong Seok, poniendo la jeringuilla en la mesilla de noche y se puso de pie. Los ojos de EDawn cayeron sobre la polla del hombre. Todavía estaba erguida, y tuvo dificultades para apartar la mirada. —Tenemos que hablar, de tener una familia y de que quedes embarazado.

Corrió hasta la puerta del dormitorio, pero Hong Seok cerró su mano contra la madera, antes de que pudiera abrirla. —No voy a hacerte daño, amor. Sólo quiero lo mejor para ti.

Retrocedió. Hong Seok fue sacado de un manicomio. El hombre creía seriamente, que podría dejarlo embarazado. La verdad, estaba en los ojos oscuros de Hong Seok. —Estás loco.

—Deja de decir eso—dijo Hong Seok. —No estoy loco. Es la verdad. Puedes preguntar a cualquiera en esta casa, y te dirán que los hombres pueden quedar embarazados. Algunos de ellos han tenido hijos. —Hong Seok exhaló un largo suspiro. —Tengo tres padres.

 

Tres. ¿El hombre acaba de decir tres? Se trasladó a la cama y se sentó. Apretó las manos en su regazo, mientras miraba al suelo. —Me gustas, Hong Seok. Realmente lo hago, y no quiero perderte, pero lo que me dices no es posible.

Hong Seok se sentó a su lado. —Por favor, confía en mí en esto, EDawn. Es cierto, y tenemos que hablar acerca de los bebés.

Se levantó de un salto. —No estoy listo para ningún bebé, si eso es posible.

—Entonces, tengo mi respuesta, —dijo Hong Seok. Cogió la jeringa y la sostuvo, para que la viera. —Esto impedirá que puedas quedar embarazado durante cinco años.

Un estallido de risa se le escapó. Esto era demasiado... el hombre realmente pensaba... oh infierno. No estaba seguro de qué creer. —Quiero confiar en ti, Hong Seok. De verdad que sí.

—Entonces, confía en mí—Hong Seok se levantó y le tomó la mandíbula. —Nunca te mentiré, ni haré nada que te haga daño. Eres mi pareja, amor, lo más preciado en el mundo, para mí.

Sus párpados se cerraron, cuando absorbió el toque de Hong Seok, sus palabras y su mera presencia. No tenía a nadie más a quien pudiera recurrir, y Hong Seok no había escatimado esfuerzos, para ayudarlo. ¿Y si el hombre decía la verdad? ¿Y si –y ese era un gran si– podría quedar embarazado? ¿Estaba listo para eso? La respuesta se formó en su cabeza, antes de que el pensamiento terminara.

No estaba listo para los bebés.

Su mirada parpadeó hacia la jeringa. Lo que Hong Seok estaba pidiendo que hiciera, tomó  mucha confianza por parte de EDawn. No sabía qué podía estar en esa jeringa, pero... no lo sabía.

Tomando una profunda respiración, asintió. Realmente tenía un guisante en lugar de cerebro. —De acuerdo, dame la inyección.

Hong Seok se dirigió al baño y volvió con una botella de alcohol y una bola de algodón. —El doctor dijo, que te la colocara en la nalga izquierda.

Realmente, realmente odiaba las agujas.

—Sólo dóblate sobre la cama y te la pondré.

Pensó que sólo un médico debía hacer eso, pero como no quería volver a ver al doctor Jaejoong, Hong Seok era su única opción.

Se inclinó y luego miró, por encima del hombro. —Hazlo rápido.

Se dio la vuelta. No quería ver venir la aguja. Se mordió el labio inferior y luego tembló, cuando la aguja perforó su piel. —¡Eso arde!

—No te muevas, —le dijo Hong Seok. —Está bien, ya he terminado.

Se frotó el trasero. —Esto no era exactamente lo que tenía en mente, cuando te desnudaste.

Colocando la jeringa, en la mesita de noche, Hong Seok arqueó una ceja. —Dime lo que tienes en mente, guapo.

Hong Seok lo guió de regreso a la cama, se posó sobre él, y sonrió tan pecaminosamente, que sintió como si se estuviera derritiendo.

 

—¿Qué es fornicación? —preguntó, intentando desesperadamente pensar en algo que decir, mientras la incomodidad que sentía se profundizaba. Había intentado buscarlo en Internet, pero todavía no estaba seguro después de leer la definición, y había estado demasiado avergonzado por todas las cosas que su tío le había dicho, para preguntarle a Abe.

—Permanece quieto, y te lo mostraré. —dijo Hong Seok, en un tono firme pero suave. Frunció el ceño, cuando el hombre bajó por la cama. ¿A dónde iba y qué planeaba? –¡Oh

Dios! —Se resistió, cuando Hong Seok chupó la cabeza de su polla. —¡H-Hong Seok!

Hong Seok le sostuvo las caderas, mientras su boca se hundía más y más por la erección de EDawn. Su cerebro se deslizó hacia un lado del cráneo, mientras gritaba, con tanto placer agarrándolo, que casi se desmayó.

La malvada lengua del hombre, le hacía cosas, le hacía sentir como si estuviera en llamas, le hacía gritar el nombre del hombre una y otra vez. —No puedo... oh infiernos... por favor, nunca... —Y el resto de sus palabras, se convirtieron en balbuceos.

Su cuerpo zumbaba, mientras se retorcía, una acumulación que empezaba en su espina dorsal y se movía alrededor de su polla. Sus manos golpearon los hombros de Hong Seok, mientras gritaba, semen saliendo en ráfagas en la garganta de Hong Seok.

Colapsando, se esforzó por respirar, mientras Hong Seok se arrastraba de regreso a la cama, besándolo tan totalmente que envolvió sus brazos alrededor de Hong Seok y se aferró por su vida.

 

Cuando Hong Seok se apartó, vio rojo en los ojos del hombre. Jadeó, mientras trataba de alejar al hombre.

—No te asustes —le dijo Hong Seok. —Mis ojos son de este color porque te quiero tanto.

—¿C-cómo?

—¿Que quiero? —Hong Seok le alcanzó entre las piernas y trazó, con la punta de su dedo, alrededor de su agujero. — Quiero poner mi polla aquí, amor.

Su pulso se aceleró. Sabía qué era el sexo, cómo se hacía entre hombres. Abe le había mostrado vídeos sobre hombres teniendo relaciones sexuales, cuando había ido a su mejor amigo, con preguntas. Abe le había explicado la mecánica de cómo funcionaban las cosas, y aunque el pensamiento del gran tamaño de Hong Seok entrando en él lo asustaba, la perspectiva también lo excitaba. Extendió las piernas, mordiéndose el labio inferior.

Los ojos de Hong Seok, se entrecerraron. —¿Eso es un sí?

Asintió. Hong Seok se levantó. ¿Adónde iba el hombre? Se giró de lado, listo para preguntar, cuando Hong Seok contestó a sus pensamientos. —Necesitamos lubricante. Voy a ver si hay alguno, en el baño.

Se ruborizó, sabiendo muy bien para qué era el lubricante.

Hong Seok volvió, con la botella en la mano. —Supongo que cuando tantos hombres viven bajo un mismo techo, hay una gran demanda de esta cosa.

No tenía ni idea de lo que eso significaba, pero se movió, cuando Hong Seok regresó a la cama.

—No huyas de mí, cariño. —Hong Seok lo agarró y lo acercó más. Sus ojos vagaron sobre el pecho firme del hombre, el estómago duro y la V sexy en su torso. Sus ojos bajaron al parche de pelo oscuro, por encima de la gran polla de Hong Seok, y luego a la cabeza rojiza que lloraba pre-semen.

Hong Seok bajó la cabeza, mordisqueándole la mandíbula. —No parezcas tan asustado, cariño. Prometo no morder... fuerte.

—Eso no es lo que me da miedo, —admitió. No podía dejar de mirar la polla de Hong Seok.

—Es tan... grande.

—Deja de acariciar mi ego, —sonrió Hong Seok. —Puede que me acostumbre.

Dudaba de que el hombre necesitara que su ego fuera acariciado. Probablemente, lo había sido más veces de lo que Hong Seok podía contar. Era un hombre impresionante, con ojos hermosos y aspecto oscuro. No había manera de que hubiera pasado por la vida, sin cosechar muchos cumplidos.

Cuando Hong Seok abrió el lubricante, observó al hombre mojarse los dedos. Se tensó, mientras Hong Seok bajaba la mano, hasta que desapareció bajo de él. —Relájate, amor.

Dando un largo suspiro, asintió. Los dedos de Hong Seok rodearon su agujero y luego presionaron ligeramente. Sus labios se tocaron, y luego Hong Seok lo besó con tanta pasión, que pronto se olvidó de esos dedos.

Hasta que se deslizaron dentro de él.

 

Hong Seok lo besó con más fuerza, más profundamente, mientras sus dedos se hundían hasta el fondo. Se aferró al hombre, gimoteando en la boca de Hong Seok, cuando la plenitud lo alcanzó.

No podía creer que estuviera a punto de tener sexo. Siempre se había preguntado cómo se sentiría, pero por la forma en que se sentían los dedos de Hong Seok, no estaba tan seguro de querer averiguarlo.

Hong Seok trabajó sus dedos dentro y fuera de su culo, mientras continuaba besándolo.

Jadeó cuando el hombre, le mordió el labio inferior.

—Lo siento, —dijo Hong Seok, mientras se retiraba. —Me dejé llevar.

Hong Seok apartó la mano, agarró el lubricante y extendió el gel sobre su polla. El corazón de EDawn se aceleró. ¿Hong Seok planea poner eso dónde? Oh Dios. ¿En qué se había metido?

—Creo que deberíamos, disminuir la velocidad. —Apretó una mano contra el pecho de Hong Seok y casi babeó. Le encantaba tocarlo. También le gustaba besar al hombre.

Sin embargo, no estaba tan seguro de la parte del sexo. No parecía como si el hombre podría encajar.

—¿De verdad quieres que me detenga? —Los ojos de Hong Seok se habían vuelto aún más rojos. Se quedó atrapado en su belleza.

¿Podía confiar en que no le haría daño? Sabía que podía salir de la habitación, pero... miró la polla que Hong Seok tenía apretada en el puño. Demonios, había confiado en Hong Seok con la inyección. Pero esto era diferente.

—Voy a ir tan lento como quieras, —le dijo—. Te lo prometo, EDawn.

 

Quería ser valiente. Realmente lo quería. Inhalando una profunda respiración, asintió. Hong Seok se acercó, y él sintió la cabeza de la erección del hombre presionar, en contra suyo.

Hong Seok le puso un brazo a cada lado de la cabeza y comenzó a presionar dentro de él.

Cerró los ojos. —No, mírame, amor.

Abrió los ojos, aspiró profundamente, y se centró en Hong Seok, ya que se sentía como si estuviera siendo dividido en dos. Sus dedos se clavaron en los hombros de este.

—Envuelve tus piernas alrededor de mi cintura, pareja. Frunció el ceño. —Todavía no sé lo que significa, esa palabra.

Después de envolver sus piernas alrededor de la cintura de Hong Seok, se movió, tratando de adaptarse a la invasión.

—Significa que eres mío, EDawn, —dijo Hong Seok. —Mío para proteger, para amar, para apreciar y cuidar, durante el resto de tu vida.

Estaba impresionado, por lo que el hombre le estaba diciendo. —¿Me estás conservando?

Hong Seok sonrió. —Las cosas que dices. Eso no aclaró las cosas. —¿Eso es un sí?

—Dios, sí. —Hong Seok gimió, cuando él se calmó. —Joder, bebé... joder. Estás tan apretado, que creo que voy a perder la cabeza.

Meneó la cabeza. —Um, lo siento, pero sólo para que quede claro. Eso era un sí, ¿verdad? —No estaba seguro si Hong Seok había dicho sí, o si había estado hablando sobre el sexo.

Hong Seok tomó su cara, le dio un beso en la mejilla y asintió. —Sí, EDawn. Te estoy conservando.

Sonrió. —Está bien.

Nunca había conocido a nadie como Hong Seok, y no quería que el hombre lo dejara ir. No estaba seguro de una vida con el tipo. Todavía tenía mucho que aprender sobre él, pero vio lo mucho que el hombre se preocupaba por él, por lo que no le importaría pertenecerle.

Cuando Hong Seok empezó a moverse, sus ojos se cruzaron y los dedos de los pies se curvaron. El placer explotó dentro suyo, mientras su... ¿pareja? ¿Podría llamar a Hong Seok, así también? No estaba seguro, pero le gustaba el sonido de eso.

Su pareja le tiró de las piernas, hacia arriba y sobre sus brazos, sus caderas moviéndose tan rápido, que todo lo que podía hacer era sujetarse a la cabecera, mientras su mundo se balanceaba de lado.

El sexo pudo haber sido doloroso, al principio, pero ahora se sentía como si estuviera volando a gran altura, y no quería bajar nunca. Su polla se había endurecido de nuevo, rebotando, mientras Hong Seok lo jodió.

Gritó el nombre del hombre, inseguro de si podía manejar el golpeteo que estaba recibiendo, cuando Hong Seok le presionó sus labios sobre la garganta y luego lo mordió.

Un vampiro. Hong Seok había estado diciendo la verdad.

 

El cuarto entero giró, mientras el hombre le chupaba el cuello. Su polla estalló, otra vez, enviándolo al borde y cayendo por él. Hong Seok soltó un bajo y profundo gruñido, antes de quitar los dientes, echarse hacia atrás y se corriera.

Hong Seok frenó por un segundo, su rostro una máscara cruda de placer, mientras su pene pulsaba en el culo de EDawn. Un minuto después, el hombre se derrumbó, liberándose del cuerpo de este, para luego tirarlo en sus brazos.

EDawn estaba tan agotado que todo lo que podía decir era: —Ung. Hong Seok rió entre dientes. —Exactamente.

Después de que el hombre curvara su cuerpo alrededor de EDawn, tardó unos segundos antes de que este estuviera profundamente dormido.

 

continuara...


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