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Futatsu ni hitotsu! (¡Es uno o es otro!) por Marbius

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10.- Golden Week III.

 

El relato que Izuku le proveyó a Katsuki de su vida amorosa después de él no tuvo ni una pizca de apasionamiento.

—En U.A. nunca fueron un secreto mis preferencias. Erm, de alguna manera los rumores que Shigaraki empezó en el último año de secundaria me siguieron hasta la preparatoria, y al final decidí que no tenía sentido negar quién era. —Izuku plantó los talones en la arena, y enderezó la espalda—. Shindou fue de los primeros en preguntarme al respecto, y también en decir que era valiente de mi parte mostrarme tal cual era. Fue halagador, y también ingenuo de mi parte creerle así sin más, ¿no crees? Porque al final resultó que sólo quería acercarse al único chico gay que tenía a su disposición para experimentar, y después de confirmar que no era lo suyo, simplemente botarme.

—Bastardo —siseó Katsuki, que con cada palabra había ido apretando los puños hasta casi hacer vidrio con la arena que tenía entre los dedos.

—Fue un poco bastardo, sí, pero me sirvió para darme cuenta que no podía ser tan confiado con cualquiera que me tratara bien.

«A diferencia de mí que te trataba pésimo», pensó Katsuki con remordimiento.

—¿Entonces Todoroki fue el premio de consolación luego de ese rompimiento?

—¿Qué? ¡No! —Dijo Izuku, esbozando una media sonrisa—. La verdad es que... Después estuvo Shinsou.

—¿Y ese quién es?

—Ah, un novio que tuve durante segundo año —dijo Izuku, lanzándole a Katsuki de reojo una mirada antes de proseguir—. Era un compañero del aula de al lado, pero nos conocimos durante el festival deportivo cuando nos tocó trabajar en el mismo equipo de carreras. Perdimos, pero no nos importó. Después me pidió salir juntos, y aunque en un principio pensé en rechazarlo porque no me sentía listo para convertirme en la burla de nadie una segunda vez, uhm...

—¿Qué, también resultó un bastardo?

—Todo lo contrario. Tuvimos un buen noviazgo, sólo que funcionábamos mejor como amigos que como pareja. De hecho, todavía nos mantenemos en comunicación, porque él ahora tiene novio en otra escuela y yo tengo a Shouto. Al menos pudimos quedar como amigos y el pasado en el pasado.

—¿Y cómo entra Todoroki en todo esto?

—Ah, Shouto me invitó a salir después de que todo eso con Shinsou fracasara. Salimos al cine y a cenar un par de veces antes de que intentara de pronto besarme, y tuve una especie de crisis porque en ningún momento me pasó por la cabeza que él me viera, ya sabes, como prospecto para novio. Uhm... —Izuku soltó sus piernas, y se reacomodó en posición de loto, jugueteando con sus dedos sobre el regazo—. Luego de eso salimos en otras citas, y para el verano decidimos ir en serio.

Katsuki se tiró del lóbulo de la oreja. —¿Así nada más?

—Justo así —confirmó Izuku—. Sé que suena de lo más soso y para nada romántico, pero... Uhm, ¿seguro que quieres escuchar el resto?

—Continúa.

—Ok. Me invitó a ir a Tokyo con él porque su hermano Natsuo tenía un juego de demostración y le regaló pases dobles. Así que fuimos al partido en la mañana, y en la tarde me llevó a Disneyland. Al parecer le pidió su ayuda a Ochako para tratar de ser detallista conmigo, porque subimos a todos los juegos que podían interesarme, y justo durante el show de fuegos artificiales me volvió a besar y me preguntó si podíamos ir en serio y público con lo nuestro.

—Y le dijiste que sí —enunció Katsuki no como pregunta, sino como una afirmación que le pesó en la base del estómago.

—Exacto. —Jalándose la cutícula de uno de sus dedos y más concentrado en eso que en la historia que contaba, Izuku prosiguió—. Pensamos volver este año para celebrar nuestro aniversario ahí, pero claro, nada es seguro todavía. Shouto tiene que participar en un par de eliminatorias y los cazatalentos están detrás de él, así que...

—Vale.

Sin planearlo de esa manera, Izuku calló, y lo mismo hizo Katsuki, que de pronto no se sintió de ánimos para forzar el diálogo, y al cabo de unos minutos se puso en pie y se excusó.

—Creo que me apetece un chapuzón de agua helada —dijo al sacarse la camiseta, y sin esperar una respuesta, se alejó a grandes zancadas hasta la orilla del mar.

Sin él, los chicos habían adoptado a Iida y Todoroki como dos más del grupo, y un poco más alejados de la orilla de lo que era prudente, se habían enfrascado en un complicado juego de pelota en el que todos parecían estar al borde de la tensión y sin ánimo de perder, así que con desgana se acercó Katsuki a las chicas, que más tranquilas hacían competencias de nada o flotaban a la deriva en el agua.

Uraraka pertenecía a ese último grupo, e impulsándose con los pies consiguió posicionarse cerca de Katsuki.

—Te vi.

—Me estás viendo ahora. ¿Y qué con eso?

—No, antes —dijo la chica, levantándose las gafas de sol hasta el cabello y mirándolo con atención—. No eres nada sutil.

—Cállate.

Con una exhalación que era mitad fastidio y mitad resignación, Uraraka dijo justo lo que pasaba por su mente en esos instantes.

—Me confundes.

—No es mi problema.

—¿Ah no? Yo diría que sí, porque buscas a Deku sin parar y a la menor oportunidad posible, pero nunca dejas claro tus intenciones. Sea amistad o sea algo más —dijo la chica, moviendo las piernas para dar giros en su dona inflable—, harías mejor en recordar que Deku tiene novio, y que guardar distancia es tu mejor opción.

—¿Porque lo dices tú?

—No, porque es lo más decente —dijo la chica, que le dedicó una mirada un tanto enigmática—. ¿No te cansas de jugar con él?

—Yo no estoy jugando con Izuku.

—Me podrías haber confundido con esa escena que protagonizabas con él en la arena. De no ser porque a él lo conozco bastante bien y de ti puedo hacerme una idea bastante cercana gracias a sus relatos...

—¿Qué? Ya dilo de una vez.

Uraraka volvió a bajarse las gafas y se encogió de hombros. —Aléjate de él. Si sabes lo que te conviene, no te meterás entre él y Shouto.

—Mejor toma tu consejo y aplícalo para tu vida; no te metas entre Izuku y yo.

—Mmm, me lo pensaré si prometes hacer lo mismo —fueron las palabras finales de Uraraka, que se dejó llevar por el agua y no volvió a importunarlo con sus observaciones.

Katsuki se mantuvo en el agua un rato más. Ya que Ashido también quería jugar en el agua, no tardaron en fusionarse los dos grupos de chicos y chicas en uno más o menos homogéneo en el que se turnaban para no dejar caer el balón en la corriente. Llevando un conteo informal, fue Sero el que sugirió una penitencia simple como comprar una ronda de refrescos para quien perdiera el mayor número de veces, y ese dudoso honor lo tuvo primero Jirou por no tener ninguna coordinación en el agua o en los deportes, pero que le fue arrebatada cuando Kaminari le superó en una obvia muestra de torpeza que pretendía ser caballerosidad de su parte.

A media tarde todos hicieron una pausa para almorzar, y nuevamente los dos grupos se fusionaron bajo la sombra de los Yaoyorozu por tratarse de la más grande a su disposición. Con las bebidas que Kaminari había pagado, comieron, bebieron y se adormilaron al calor de la tarde mientras se untaban más bloqueador solar y se disponían a descansar un poco antes de proseguir con sus juegos.

—Deberíamos hacer una fogata, ¿no les parece? —Sugirió Kirishima, y su propuesta fue bien recibida por todos.

—Oh, pero tendría que ser hoy. Todos nos marchamos mañana —dijo Yaoyorozu, llevándose la mano al mentón y murmurando para sí los elementos necesarios para llevarla a cabo.

—En casa tenemos leña suficiente y también la base perfecta para montarlo todo —ofreció Todoroki.

—En ese caso deberíamos preparar algo de comida al aire libre, ¿no les parece? —Se emocionó Uraraka, que entrecerró los ojos y comenzó a paladear un imaginario menú.

—Sólo se me ocurren malvaviscos y salchichas asadas —rió Sero, y Katsuki chasqueó la lengua.

—Podríamos preparar brochetas de carne y verduras —dijo con hosquedad, recibiendo la atención de los ahí presentes—. No es tan difícil.

—Contamos contigo, Bakugou —dijo Iida haciendo una profunda reverencia, y Katsuki se vio tentado de dar marcha atrás y retirar su oferta de ayuda, pero eso era algo que haría el Katsuki del pasado cuando las cosas no se daban como él quería. El Katsuki de la actualidad en cambio asintió una vez, y demostró su compromiso prometiendo escribir una lista con los ingredientes necesarios para su preparación.

Una buena porción de la siguiente hora se les escapó pormenorizando el evento que quedó categorizado como Lunada por Ashido (siempre romántica en sus fantasías, aunque por definición su reunión tenía ánimo de ser más bien un pretexto de comer al exterior y montar una fogata, no tanto contemplar la luna), y de algún modo Katsuki resultó encargado de ir a comprar junto con Izuku los ingredientes faltantes. De hecho, era Izuku a solas quien tenía que hacerlo, pero Katsuki declaró que prefería ser él quien hiciera la elección de las mejores verduras, así que se dictaminó que fueran juntos.

—Vale, en ese caso, nos vemos todos aquí a las 6 —dijo Iida con formalidad cuando ambos grupos se dispersaron a sus respectivas casas para lavarse y descansar un rato antes de empezar con los preparativos de la Lunada.

—Envíame un mensaje cuando quieras salir por las cosas —dijo Izuku al despedirse, y Katsuki asintió una vez, porque la vista de sus dedos entrelazados a los de Todoroki le cerró la garganta.

—Nos divertiremos tanto esta noche —dijo Kirishima echándole el brazo a Katsuki por encima de los hombros, y por una vez éste no opuso resistencia a sus exageradas muestras de camaradería—. ¿Qué pasa?

—Nada.

—¿Te quemaste al sol?

—Ni que fuera el idiota de Izuku.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué?

—Te noto... irritable.

—¿Pero cuándo no? —Se inmiscuyó Sero, aparejándose a ellos mientras con ayuda de Kaminari traía consigo la hielera ya vacía.

Katsuki respondió a sus provocaciones con su usual malhumor, pero apenas se alejaron aquel par de idiotas y Kirishima volvió a la carga.

—Si quieres hablar...

—Que estoy bien, carajo.

—Si tú dices —lo dejó ir su amigo—, pero mi oferta sigue en pie.

Frustrado por su aparente incapacidad para disimular sus estados de ánimo, Katsuki subió antes que nadie a darse una ducha, y con ropa limpia y el cabello todavía húmedo, se comunicó con Izuku.

 

KB: Podemos ir a hacer las compras a la hora que quieras, pero cuanto antes mejor.

IM: Estoy listo en 10 minutos. ¿Y tú?

KB: Te espero afuera de la casa.

 

Si bien el acuerdo para las comidas era que todos pagarían su parte y así habían contribuido a la causa, Yaoyorozu llevó a Katsuki aparte y le dio varios billetes de denominación mayor con los que le pidió comprar la mejor carne a su disposición.

—Y más refrescos, uhm, y helado con chispas de chocolate, y unas bolsas de papas fritas. Lo que sea que haga falta en realidad. —La chica exhaló—. ¿Crees que podríamos encontrar lo necesario para cocinar s’mores? Los comí una vez en un viaje a los Estados Unidos y-...

—Compraré todo, tranquilízate —le cortó Katsuki el rollo, más deseoso de reunirse con Izuku que de lidiar con la ansiosa anfitriona de la casa—. Y si algo falta, puedes escribirlo al chat.

—Sí, tienes razón.

Katsuki salió a esperar a Izuku, y éste apareció puntual.

—¿Conoces las tiendas en las cercanías?

—No.

—Ok, yo seré tu guía.

Katsuki aprovechó aquella apertura para preguntar: —¿Ya habías venido antes aquí? Porque pareces desenvolverte bien por la zona.

—Ah sí, Shouto ya me había invitado antes a la casa de su familia, pero nunca por tantos días, ni con amigos. De hecho fue idea de Ochako de venir todos juntos. Ella está intentando hacer que Iida se le declare, así que...

—¿A la Cara Redonda le gusta el Cuatro Ojos?

Izuku reprochó su elección de apodos con un chasquido de su lengua, pero asintió. —Hacen buena pareja, y los sentimientos son mutuos, pero Iida puede ser excesivamente tímido frente a ella y arruinarse cada oportunidad.

—Quizá deberíamos echarles la mano durante la Lunada de hoy.

—No sería mala idea.

Llegando al supermercado, lo ideal habría sido separarse con la lista y terminar en la mitad del tiempo, pero ninguno de los dos lo propuso. En su lugar Katsuki insistió en cargar él con la canasta de la compra, y pedir de Izuku ayuda para elegir las verduras más frescas y la carne más apetitosa.

—También un jugo de naranja para marinar un poco la carne, y una botella de salsa inglesa —pidió de los estantes, e Izuku agregó además de eso también una botella de picante.

—En casa no tenemos —explicó con simpleza—, y sé que tú querrás.

—Uhm, no debías molestarte, pero... Gracias.

Porque a ambos sus respectivos amigos les habían hecho peticiones particulares de botanas y bebidas, recorrieron los pasillos buscando en los anaqueles hasta dar con todo, y el resultado fue que terminaron con las manos llenas y más tarde de lo que tenían contemplado en un inicio.

—Bah, no puedo creer que cada uno tengo un sabor favorito de patatas fritas —se quedó Katsuki al pasar más de 5 bolsas y después pagar por ellas.

—El problema será llevar cargando todo —comentó Izuku, y Katsuki no asimiló bien sus palabras hasta que estuvieron afuera de la tienda y observó la manera desequilibrada con la que éste intentaba cargar la mayor parte de las bolsas con su mano izquierda.

—¿Qué-...? —Empezó Katsuki a formular su pregunta, hasta que sus ojos se volvieron a posar en la mano repleta de cicatrices de Izuku.

Con una honda exhalación que dejaba bien en claro su pesar, Izuku se explicó. —Mira, si te cuento esto no es para que sientas lástima por mí ni nada por el estilo. Mi mano derecha está jodida, ¿ok? Y no utilizo la palabra ‘jodida’ en balde porque mi reumatólogo todavía no puede creer el milagro médico que es el que todavía conserve mi movilidad al 90% de su capacidad.

—Pero... ¿Cómo?

Izuku bajó la vista y se observó el dorso de la mano. —Shigaraki.

—Ese bastardo.

—Ya, pero fue y no fue él, como bien sabes. Hizo que uno de sus compinches me sujetara y que fuera otro al que me aplastara la mano con su bota.  Fue incluso más doloroso de lo que suena... Y la razón por la cual me decidí de una vez por todas a aplicar en U.A. en lugar de buscar una plaza en Aldera.

—Izuku, yo... —Con un nudo en la garganta porque al fin obtenía la información que buscaba, Katsuki se quedó sin palabras de consuelo porque no podía otorgarlas cuando era él mismo quien las necesitaba.

—No fue tu culpa. No del todo al menos —murmuró Izuku—, y en todo caso no podría dejar que la asumieras. Fueron Shigaraki y su pandilla los que me destrozaron la mano como regalo de despedida ese último día de clases, y... es todo. Tuve que pasar con una cirugía reconstructiva, y fisioterapia para recuperar la movilidad, pero todo eso por fortuna ya quedó en el pasado y yo estoy mejor. Estas cicatrices —dijo alzando la mano y mostrando las líneas gruesas y ostentosas que corrían por el dorso y la palma por igual— son sólo un recordatorio de algo que ya no vale la pena ni mencionar.

—No podría decir lo mismo de estar en tu lugar.

—Ya, seguro que en mi lugar tú habrías luchado hasta el final, pero ambos sabemos que ese no era mi caso. Shigaraki nunca supo dónde poner un alto a sus ‘bromas’ —enfatizó con comillas en el aire—, y tengo la mejor prueba de ello en la piel.

—¿Nunca lo denunciaste por lo que te hizo?

Izuku se encogió de hombros con desgana. —Mamá había querido hacerlo, pero en su momento no me pareció prudente. Todavía eras amigo de Shigaraki, y-...

—Nunca fuimos amigos —se apresuró Katsuki a corregir—. Yo sólo... Yo... Era un idiota. Sigo siendo un idiota, pero no del mismo tipo. Lamento haberme hecho parte de su pandilla durante secundaria.

—Mmm, seguro —murmuró Izuku para sí; su tono un tanto escéptico—. Como sea, mamá se vio abrumada por las deudas del hospital y el tutor de Shigaraki ofreció pagarlas con bastante generosidad. Además prometió que no volvería a molestarme si no presentábamos cargos y... Vi mi oportunidad y la tomé.

—Te vendiste.

Izuku le sostuvo la mirada. —Es una manera de verlo. Puede que tú lo entiendas así; para mí fue comprar la libertad al precio del rescate de un rey. Y puede que haya pasado los siguientes 6 meses de mi vida lidiando con el dolor constante de mi mano fea y que jamás vuelva a ser lo que era, pero... No puedo decir que lamente cómo terminaron las cosas para mí. Con ese dinero pagué también la matrícula en U.A., y aunque a ratos pienso que el precio fue alto, no puedo decir que me arrepienta...

—¿T-Tan malo fue?

Izuku se mordió el labio inferior, y su expresión se oscureció. —Tú conoces bien la respuesta, Kacchan.

Fue el uso de aquel apodo el que más hizo doler a Katsuki, porque hoy en día era eso, Katsuki. Kacchan quedaba reservado en el repertorio de Izuku para recuerdos de la infancia, recuentos de días pasados, que por desgracia en su mayoría no eran del corte feliz con el que él quisiera rememorar sus primeros 15 años de vida.

—No traigamos a colación un tema tan deprimente —dijo Izuku de pronto, borrando de su rostro cualquier señal de contrariedad y forzando una sonrisa que no terminaba de alcanzar del todo sus ojos tristes—. Tus amigos y los míos deben ya estarse preguntando por qué tardamos tantos con la comida.

Katsuki asintió, incapaz de verbalizar, y sin mediar oferta alguna con Izuku, tomó la mitad de sus bolsas de compra y las cargó él.

Quizá no había estado ahí para impedir la terrible tragedia que era ahora su mano (y Katsuki quería creer que a pesar de su cobardía de por aquel entonces, él jamás habría permitido algo como eso), pero ahora que lo sabía no podía ignorarlo, y quería ayudar, quería hacer más fácil la vida para Izuku de la misma manera en la que quería venganza...

—Ojalá la comida no tarde demasiado —dijo Izuku a su lado, que buscando cómo cambiar la atmósfera pesada entre ellos dos, volvía a ser su relajado yo que ignoraba los años de sufrimiento a los que Katsuki le había sometido.

—Deku... —Dijo Katsuki de pronto, cuando ya la silueta de las dos casas en las que se hospedaban se veían en la cercanía, e igual que Kacchan ese apodo trastocó a Izuku y lo hizo ponerse a la defensiva.

—No.

—¿No qué?

—No quiero hablar de eso. No frente a mis amigos o mi novio. Yo ya cambié de capítulo en mi vida, y harías bien en hacer lo propio —dijo con firmeza, dando ese tema por zanjado y apresurando el paso—. Vamos —dijo después con un tono mucho más alegre, pero también más corto de aliento—. Los demás seguro que ya nos esperan impacientes.

Por la hora, los dos grupos ya se habían reunido en la casa de los Todoroki, y mientras que los chicos montaban todo para la fogata en el patio trasero, las chicas estaban en la cocina impacientes para ayudar a Katsuki a descargar las compras y empezar con los preparativos de la comida.

Por lógica, Katsuki también habría de haber salido a ayudar a encender el fuego, pero luego de que en primer año casi ocasionara un incendio masivo al utilizar gasolina para encender una hojarasca que había limpiado del patio escolar, sus amigos tenían un acuerdo implícito entre ellos de jamás dejar a su alcance cerillos o cualquier producto inflamable. La imposición todavía continuaba en vigencia, y de todos modos afuera no parecían necesitar de su ayuda porque fue justo Todoroki el que con habilidad encendió el fuego y consiguió altas llamaradas en la pila de maderos que habían apilado para durar toda la noche.

Con un ánimo indescifrable para quienes le rodeaban, Katsuki distribuyó las tareas más simples entre las chicas, reservando para sí la preparación de la carne.

Yaoyorozu le sirvió de ayuda para encontrar los utensilios en aquella cocina que no conocía, y antes de media hora ya tenían todo listo para sacarlo a la mesa que Iida había montado en el jardín y que serviría para su propósito de una cena al aire libre.

Para entonces el cielo se había oscurecido en su totalidad, y el firmamento estaba tachonado de numerosas estrellas como nunca se podía ver en la ciudad.

—Cada quien debe preparar su brocheta —llamó Katsuki a todos para ponerse manos a la obra—. No esperen que también haga eso por ustedes.

—Aw, pero Bakugou —exageró Kaminari su puchero, pero Katsuki le plantó un codazo en las costillas y eso terminó con su show.

Por el rabillo del ojo notó Katsuki que al acercarse Izuku y Todoroki a la mesa de los ingredientes, éste último se mostró confundido y torpe para armar su propia brocheta.

—Es fácil, Shouto —le explicó Izuku con infinita paciencia—. Escoges los ingredientes que quieres comer y los ensartas en ese orden en la brocheta. Pero debes cuidar de alternar carne y vegetales para darle buen sabor, o de lo contrario los jugos no se expandirán como deben.

Rechinando los dientes por cómo algo tan simple como preparar su comida se había convertido en una labor de pareja para ellos dos, Katsuki terminó de armar un par de brochetas para sí y se alejó con zancadas a colocarlas cerca del fuego y que se cocinaran.

—Realmente un platillo innovador —intentó Iida establecer comunicación con él cerca del fuego, y Katsuki gruñó una respuesta que no significaba nada en concreto—. Y la adición del jugo, debo decir que me parece excelsa. El sabor del marinado realzará la carne, y lo mismo puedo decir de la combinación de verduras.

—¿Cierto, eh? —Se sumó Kirishima a su conversación con exagerada cordialidad, y se interpuso entre ambos como amortiguador—. Bakugou es el chef de nuestro grupo, aunque no es el único lugar que ocupa. Es lo que cabe esperar del mayor de todos.

—Oh, ¿entonces ya cumpliste los 18 años? —Preguntó Iida, y Katsuki asintió una vez.

—El mes pasado. Izuku y la C-... Y Uraraka estuvieron ahí —dijo sin un tono particular en su voz.

—Creo que escuché algo al respecto...

—¿Sí? Genial. Oye, vigila mis brochetas —le encargó Katsuki a Kirishima, y arrastrando los pies en la arena se encaminó de vuelta a la casa con intenciones de buscar algo ahí adentro con lo que ocupar las manos, si no es que la cabeza.

Resultó que la cocina estaba atestada de trastes sucios que habían utilizado durante la preparación de la cena y que las chicas habían dejado para después cuando se les sumara la vajilla, pero Katsuki decidió ahí mismo que era justo lo que necesitaba para eludir la escena que se desarrollaba en el patio trasero de la casa familiar de los Todoroki. Porque claro, en uno de los últimos puestos de su lista, se encontraba contemplar a Izuku y a su ridículo novio con su igualmente ridículo trabajo de teñido hacerse carantoñas y actuar como si el amor fuera una emoción especialmente diseñada para ellos dos.

Daban asco. O al menos a esa conclusión contundente llegó Katsuki con jabón hasta los codos y la esponja estrujada entre sus dedos mientras tallaba una olla con tanta fuerza que daba la impresión de querer pulirla hasta poder ver su rostro reflejado en el fondo.

Suponía Katsuki que era de esperarse, porque novios al fin y al cabo, Izuku y Todoroki daban la impresión de ser una pareja bien avenida, aunque... No le había pasado por alto que no al estilo de otras parejas que conocía. Claro que Katsuki no tenía mucho de dónde comparar. Por un lado estaban esas parejas que en Aldera le provocaban irritación por interponerse en su camino cuando en los pasillos o en las escaleras se detenían a hacerse arrumacos sin importarles que sus demostraciones públicas de afecto eran sólo lindas para los involucrados, no para los pobres que tenían que presenciarlo. Y por el otro lado Katsuki tenía en su grupo de amigo dos parejas en formación que todavía no terminaban de concretarse pero que eran sus puntos de comparación. Con Kaminari y Jirou era difícil describir lo que ese par era, pues algunas veces actuaban como amigos aunque más veces que no era evidente que morían de ganas por ser algo más y no conseguían dar ese paso crucial para ver su fantasía hecha realidad. Katsuki prefería la no-pareja conformada por Kirishima y Ashido, que para términos prácticos estaban juntos, aunque les faltaba verbalizarlo y por lo tanto tenían a separarse a esquinas opuestas cuando alguien les preguntaba si eran novio y novia.

En cualquier caso, Katsuki consideraba que Izuku y Todoroki no se asemejaban a ninguno de sus amigos, por lo que los gestos, palabras y acciones de estos en términos románticos no aplicaban de la misma manera. Era sólo que Katsuki casi podía olvidar que esos dos eran novios, y entonces pequeños detalles le recordaban que así era, y la frente se le perlaba de sudor frío, la quijada se le trababa, y un fuego que le picaba desde la palma de las manos amenazaba con sacarlo de sus casillas.

Justo como minutos atrás, cuando ese par de idiotas habían convertido algo tan sencillo como preparar brochetas en una actividad para parejas felices.

—Ugh... —Resopló Katsuki, tallando con tanta fuerza un cucharón que era un milagro que no hubiera doblado el asa a la mitad.

—Apuesto a que los dueños de la casa no tendrán inconveniente si no lavas los platos sucios que ya estaban en el fregadero antes de nuestra llegada —dijo Tokoyami, que apareciendo casi desde las sombras, provocó un sobresalto en Katsuki.

—Joder, anuncia mejor tu presencia la próxima vez —le reprochó éste entrecerrando los ojos, siempre molesto de ser sorprendido con la guardia en bajo.

—Yo sólo digo que si no querías ver a Deku y Todoroki actuar como la pareja que son, podrías haber hecho algo más divertido que entrar en la casa a lavar la vajilla sucia —prosiguió Tokoyami, y a la expresión de Katsuki se sumó su ceño fruncido.

—¿Cómo-...?

—Sólo lo suponía, pero justo ahora lo has confirmado.

—Bah —chasqueó Katsuki la lengua, terminando con los últimos del fregadero antes de enjuagar la tarja y dejar la esponja escurriendo en una esquina—. No sabes nada.

—Puede que no, pero tengo ojos, y mis otros sentidos tampoco están nada mal.

—Felicidades, también los pájaros y no por eso dejan de tener un cerebro diminuto —gruñó Katsuki, sacando aquella analogía del trastero de su mente, porque como siempre, el rostro de Tokoyami le recordaba justo el de un cuervo con su nariz afilada y ojos sagaces.

Su amigo no se tomó el comentario a mal. —Tan sólo soy de la opinión que todo esto arruina la atmósfera de las vacaciones. O lo hará si no aprendes a disimular mejor.

—Pues perdone usted por arruinar su perfecta Golden Week, su Majestad. Intentaré por todos mis medios no interferir más entre su excelsa persona y su diversión de sábado por la noche —ironizó Katsuki a la espera de una respuesta que se equiparara en sarcasmo a la suya, pero Tokoyami no era de ese tipo.

Con un suspiro apenas mal contenido, Tokoyami le hizo saber que había entrado a informarle que sus brochetas estaban listas, pero que si no quería comer todavía, se las daría a alguien más.

Sin percatarse de haber caído en un viejo truco de confrontación, Katsuki salió con Tokoyami a recuperar su comida, y con amplios mordiscos que sólo le permitían masticar apenas sin ahogarse y cero charla, Katsuki quedó en medio de Iida, Sero y Kirishima mientras ellos 3 tenían la voz cantante de una conversación que versaba de un manga que iba a finalizar ese mes. Algo de una organización maligna llamada La Liga de los Villanos y un grupo de adolescentes que hacían hasta lo imposible por impedirlo, que con toda honestidad no le interesaba en lo absoluto.

En otras circunstancias, la trama quizá hubiera atraído la atención de Katsuki porque en su opinión no había nada mejor que los héroes en búsqueda de la justicia, pero esa noche él no estaba de humor. A través de las llamas de la hoguera en la que se cocinaba la cena, Katsuki tenía una visión perfecta de Izuku y Todoroki sentados juntos en la arena y compartiendo una brocheta en la que alternaban mordidas sin importarles cuán cliché pudiera resultar eso.

Y lo que era peor, su indecencia llegó a niveles más elevados cuando luego de comer Yaoyorozu propuso preparar s’mores y de nueva cuenta compartieron uno como si fuera lo más natural del mundo.

Con los estómagos llenos y disfrutando del frescor de la noche, fue idea de Ashido al caminar hasta la playa y tenderse bajo el cielo despejado para disfrutar de las estrellas, y su propuesta fue bien recibida, en especial por las parejas.

Incapaz de quedar entre Kaminari o Jirou (que discretamente se habían acurrucado juntos) o de Kirishima y Ashido (que se robaron un beso antes de tenderse sobre la arena), Katsuki también evitó a Uraraka e Iida (eran los más discretos, aunque también se habían tomado de la mano), así que terminó en la esquina del grupo confirmado por Sero y Tokoyami, pero también para su pésima suerte, al lado de Izuku, que no tuvo problema en apoyar su cabeza en el brazo de Todoroki.

Katsuki se forzó a mirar al cielo estrellado, e ignorar cualquier sonido que se asemejara al de succión y que delatara besos. Por desgracia, su pronóstico no tardó en volverse una realidad cuando las chicas tomaron la iniciativa, y tanto Jirou como Ashido fueron por todo con sus amigos. De poco le sirvió tener a Tokoyami y Sero como distracción, porque esos dos de pronto se pusieron a reconocer constelaciones y a llamarlas por su nombre como si tener conocimientos de astronomía fuera de lo más normal del mundo. Katsuki hizo lo posible por prestarles atención, pero algún punto entre “esa estrella de ahí debe ser un planeta, y por la época del año seguro que es...” y “de venir en verano seguro que veríamos alguna lluvia de estrellas” se aburrió, y entrelazando sus manos sobre el estómago cerró los ojos y descansó.

En opinión de Katsuki, sólo habían sido 5 minutos los que pasó así, pero en realidad fueron casi 3 horas en las que el grupo a su alrededor se desbandó.

Fue nada menos que Izuku el que se atrevió a despertarlo, y para entonces Katsuki sentía el cuello rígido y frío en el cuerpo.

—Dormiste bastante, Kacchan —dijo Izuku, sentado de cuclillas en la arena.

—¿Qué horas son?

—Cerca de las 11, pero la mayoría quiere guardar las cosas y entrar a la casa —explicó con voz calmada.

A pesar de que era de noche, Katsuki se valió de la luna, las estrellas y los rescoldos del fuego que habían montado para apreciar que los labios de Izuku estaban ligeramente turgentes, y que con toda certeza era obra de su novio Todoroki. Ugh.

—Genial, ahora tendré problemas para dormirme —gruñó Katsuki al sentarse en la arena, y las siguientes palabras de Izuku lo sorprendieron.

—Oh, podría hacerte compañía, supongo...

—¿Por Line?

—Bueno, más bien pensaba de balcón a balcón. Según mis cálculos, tu habitación es la de la esquina que colinda con la mía, ¿correcto?

—Correcto. ¿Y la tuya? No puede ser realmente la de la esquina...

Katsuki frunció el ceño, pues si bien la memoria no le fallaba, había sido en el balcón contiguo donde había visto por primera vez a Todoroki.

—Ah, sucede que... —Izuku tuvo problemas para expresarse con calma—. Oficialmente esa es mi habitación, pero compartimos. Iida no ve con buenos ojos que hagamos eso, así que Shouto se escabulle a pasar el rato conmigo cuando todos se han ido a dormir.

—¿Y no le molestará que salgas a conversar conmigo de balcón a balcón? —Inquirió Katsuki con dureza, porque si él estuviera en esa situación... Si él fuera Shouto, o si tan sólo Izuku fuera su novio...

—Nah. Está cansado, y cuando está así puede dormir como piedra; ni una granada lo despertaría. En todo caso, era sólo una oferta, por si no puedes dormir... —Dijo Izuku al ponerse en pie y sacudirse la arena que se le había pegado a la ropa—. ¿Nos vamos?

Tendiéndole a Katsuki la mano para ayudar a levantarse, éste apretó con fuerza sus dedos y memorizó el tacto rugoso tanto de su palma como de sus nuevas cicatrices que ahora tenía claro cómo se habían originado. Katsuki se disgustó por no haber estado al tanto de esa historia, pero quería él creer que la vida estaba compuesta de segundas y terceras oportunidades cuando en verdad se quería cambiar, y en honor a esa mano que todavía se extendía hacia él y le brindaba la oportunidad de comenzar de nuevo, Katsuki se prometió tomar cartas en el asunto.

Pronto.

 

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Notas finales:

Por razones muy mías, mis capítulos favoritos son estos de la Golden Week. A escondidas, Katsuki e Izuku empiezan en serio a parchar su relación y hay celos al por mayor :)

Nos vemos el martes (con comentarios) o el próximo domingo (sin), pero de que hay capítulo lo hay.

Graxie por leer~!


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