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Futatsu ni hitotsu! (¡Es uno o es otro!) por Marbius

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11.- Los que saben y lo que saben.

 

Resultó que Katsuki e Izuku se quedaron charlando desde sus respectivos balcones hasta la salida del sol y después todavía un rato más, cuando en sus respectivas casas empezó a bullir el movimiento de otras personas despiertas. Izuku fue el primero en retirarse, si acaso porque su grupo tenía contemplado alistarse, desayunar y partir en la brevedad posible porque Todoroki tenía que estar de vuelta en Musutafu antes de mediodía, así que tras agradecerle a Katsuki su compañía (cuando en realidad había sido a la inversa), se retiró con una sonrisa y ojos casados al interior.

Todavía aturdido por las horas que habían pasado juntos (aunque separados por casi dos metros de caída libre entre casas) y la gran variedad de temas que habían abordado (de todo, menos su infancia, su no-relación de antes y ellos mismos como las personas que eran antes de los últimos 3 años), volvió a su habitación, y tras considerar si se dejaba caer de cara en la cama o seguía con su día, optó por lo segundo al tomar una revigorizante ducha matutina con agua helada y después bajaba a preparar el desayuno.

Por una vez, él no fue el primero en estar de pie. Kirishima y Ashido se le habían adelantado, y a juzgar por los ingredientes en la mesa y el sartén en la estufa, sus intenciones eran preparar un tradicional desayuno japonés de arroz, pescado y sopa miso para todos. Énfasis en intenciones, puesto que se habían distraído a la mitad de buscar parte de los ingredientes faltantes en el refrigerador y se besaban como el par de adolescentes que eran contra la barra de la alacena.

—Suban a uno de sus cuartos y busquen privacidad, idiotas —les reprochó Katsuki sin verdadero rencor en la voz. Él lo único que quería era un té para comenzar su mañana, y con ese par estorbando en la cocina iba a tener problemas para conseguirlo.

—Uhm, ¡Bakugou, buenos días! —Intentó Kirishima saludarlo con naturalidad, pero la mancha púrpura que tenía en el cuello no hablaba bien por él.

—Te escuchas ronco esta mañana —dijo Ashido, que con mucho menos apuro que su ¿novio?, ¿amigo con derechos? (Katsuki lo descifraría más tarde, cuando le importara) lo examinó con ojos críticos—. No estarás enfermándote, ¿o sí? Anoche dormiste bastante rato sobre la arena.

—Nah, como si fuera a enfermarme por algo tan tonto —dijo Katsuki, aunque él mismo captó el tono rasposo de su voz. Obviamente por pasarse la madrugada entera hablando con Izuku, pero antes muerto que admitirlo en voz alta frente a sus amigos que para nada conocían la discreción, y que además buscarían entrometerse en sus asuntos como si les incumbieran.

—Ok, pero no dudes en avisarnos si por alguna razón te sientes mal —se sumó Kirishima, y Katsuki le puso los ojos en blanco.

—Que estoy bien, caray. Si realmente les preocupo, entonces guarden esos shows de tortolitos acaramelados para después o muévanse para yo cocinar como es debido.

—¿Nos ayudarías? ¡Oh, muchas gracias! —Exclamó Ashido, que se apresuró a sacar los ingredientes faltantes y a servir mejor de ayudante de Katsuki que de cocinera principal.

De esa manera consiguieron tener una decente pila de comida caliente para cuando a cuentagotas el resto de sus amigos fueron bajando en mayor o menor estado de adormilamiento. Salvo por Katsuki, el resto todavía iba en pijama y sólo se habían lavado la cara y los dientes.

—No entiendo cómo consigues estar tan fresco por las mañanas —se quejó Kaminari, más dormido que despierto alrededor de la mesa y con aspecto de estar pagando cara su desvelada.

A Katsuki no le pasó por alto que a la luz de un nuevo día, ni él ni Jirou demostraban la misma cercanía que la noche anterior. De hecho, era lo opuesto a Kirishima y Ashido, que esa mañana apenas podían dejar de tocarse y pegaron sus asientos durante el desayuno, porque Jirou buscó sentarse entre Yaoyorozu y Tokoyami, mientras que Kaminari lo hizo al lado de Kirishima y Sero. Katsuki no conseguía descifrar si sólo era él quien se percataba del cambio de atmósfera o los demás eran demasiado corteses para entrometerse donde no se les llamaba, pero ver el retroceso ocurrido entre ese par le frustró, y de paso arruinó a medias su comida.

—Tanaka escribió diciendo que estará aquí a eso de mediodía —dijo Yaoyorozu tras revisar su teléfono y compartir con el resto aquella noticia.

—Justo a tiempo para un último chapuzón y trabajar en mi bronceado —celebró Sero, quien terminó primer su desayuno y se apresuró a llevar sus platos sucios al fregadero y lavarlos.

Todavía con sus platos medio llenos de comida, Katsuki se hizo el remolón mientras sopesaba sus opciones de ahí al mediodía. Todavía era temprano, y seguro que un chapuzón le ayudaría a mantenerse despierto luego de haber pasado la noche en vela, pero por alguna razón no conseguía que la idea le pareciera 100% atractiva. No como ayer, cuando la posibilidad de encontrarse con Izuku en la playa era alta.

E igual que si lo hubiera invocado con el pensamiento (aunque no a sus acompañantes), Izuku y el resto de sus amigos se presentaron a su puerta para despedirse como era debido. Con frases de “fue un gusto conocerlos, habría que organizar otra reunión como ésta” y “deberíamos de intentar salir todos juntos cuando estemos de vuelta en Musutafu”, hubo un intercambio masivo de números entre ambos grupos, e Iida prometió formar un grupo en Line para que todos ellos pudieran compartir las fotografías y experiencias de sus últimos días juntos.

A Katsuki le daba lo mismo si volvían a encontrarse de aquella manera todos juntos, pero claro, bastó ver la expresión de felicidad absoluta en el rostro de Izuku para que él tuviera claro que quería ser parte de ese grupo y no opusiera resistencia alguna a pertenecer junto con el resto.

Luego de despedirlos y por su propia cuenta empezar con los preparativos para su retorno, Katsuki fue el primero en bajar su equipaje luego de cerciorarse de no dejar nada atrás y también su habitación justo tan prístina como cuando habían arribado, y se sentó en el sofá a revisar sin parar en su teléfono cuándo era que Iida se decidía de una vez por todas a formar el condenado grupo.

Buscando distraerse con un juego en el que echaba un par de partidas cuando tenía tiempo, Katsuki actuó enfurruñado durante el resto de sus horas en la residencia Yaoyorozu, y sólo consiguió sacarse de encima su mal humor cuando Kirishima le prometió sentarse a su lado y velar por su descanso.

—Tienes ojeras —le dijo sin preámbulos—, y también aspecto de necesitar una buena siesta. ¿Seguro que dormiste bien anoche?

—Si tienes algo que decir sólo escúpelo —gruñó Katsuki, ahogando un bostezo que salió a medias apenas enunció su última palabra.

—Bakugou es peor que un bebé con sueño —se sumó Sero a las burlas—. Harías bien en dormir una siesta y darnos un respiro.

—Tal vez haga eso —gruñó Katsuki, que se acomodó mejor en el sofá y cerró los ojos con la intención de proporcionarse unos minutos de paz.

Pero entre fingir y contar hasta 100, Katsuki no tardó en quedarse dormido, y después fue Jirou la que se atrevió a rozarle el brazo para despertarle.

—Tanaka-san ya está aquí por nosotros —dijo Jirou en voz baja, la única que Katsuki se creía capaz de tolerar cuando todavía el sueño se le pegaba al cuerpo como una manta húmeda—. Vamos.

Obediente y en silencio, Katsuki no tardó en subir su equipaje, y con la cabeza en el hombro de Kirishima (aunque antes muerto que admitir que estaba cómodo) no volvió a quedarse dormido por el resto del viaje.

Y una vez en casa, lo continuó por el resto del día.

 

Iida fue fiel a su compromiso de conformar el grupo de Line con todos sus números de contacto, y aunque Katsuki en un inicio arrugó la nariz con disgusto al pasar una docena de mensajes de saludos y presentaciones entre sus miembros, pronto obtuvo lo que buscaba cuando Uraraka mencionó que lo mejor sería compartir las fotografías tomadas durante el viaje y así tener recuerdo de esos días juntos.

Por su cuenta no había tomado Katsuki gran cosa de fotografías. Apenas unas cuantas del mar y las olas, de la arena y unas conchas, además de la comida que había preparado y una de la vista desde su balcón, eso porque sus padres le insistieron en enviar reportes de cómo se lo estaba pasando en la playa y una fotografía era mejor que una parrafada de texto. Por el resto se había conformado con estar presente y tratar de recordar el entorno que le rodeaba antes que tratar de hacer lo mismo con la diminuta cámara de su móvil, pero menos mal que el resto no compartía su apatía con él porque entonces estaría jodido.

En su lugar, Katsuki dejó que su móvil vibrara sin parar a lo largo de la tarde mientras se centraba en los ejercicios de Cálculo que su profesor les había dejado en abundancia apenas volver de la Golden Week, y sólo una vez que los terminó todos y se cercioró de no tener más tarea, se puso en pie para cerrar la puerta de su habitación y ponerle el pestillo.

Sin admitirlo en voz alta ni para sí mismo, Katsuki tenía la fuerte sensación de estar a punto de hacer algo prohibido, casi obsceno, cuando la realidad no podía ser una más diferente. Porque en serio, ¿qué había de pecaminoso en examinar las fotografías de sus vacaciones? Sin embargo, el corazón le latía fuerte en el pecho, y la sangre fluía con prisa por sus venas y le ensordecía en los oídos igual que un río. Tras limpiarse la mano con la tela de su pantalón, Katsuki abrió directo su galería de imágenes recibidas, y con un ágil dedo índice descartó todas aquellas que no atraían su atención.

Las chicas en el agua jugando con el balón.

Un concurso de castillos de arena en el que reía que el campeón había sido Kaminari.

Una instantánea de todos ellos en la mesa antes de cenar.

La fogata en su esplendor, y ahí, en la esquina... Izuku y Todoroki abrazados.

Katsuki amplió la imagen con dedos torpes, y procuró dejar a Todoroki fuera de encuadre para sólo tener a Izuku, pero el resultado era torpe, porque en un inicio podía parecer una persona solitaria, la mano que aparecía misteriosamente en su cintura lo arruinaba todo.

«Justo como Todoroki lo arruina también», pensó Katsuki, que continuó revisando sin parar las cientos de fotografías que ahora tenía en su poder y que sólo en un número muy reducido eran por completo de su agrado. El objeto de su interés no era otro que Izuku, y al parecer la única razón por la que podía tener una dotación de imágenes decentes de él en el agua (esa debía de ser del día previo a su llegada y cuando se quemó bajo el sol), en su habitación (tenía que ser así, porque Katsuki no reconocía el entorno) o adormilado sobre la arena era porque Uraraka o Todoroki se las habían tomado. Katsuki prefería pensar que había sido la primera, pero no tardó en quedar desmentida su teoría cuando una de las fotografías resultó ser de Izuku dormido sobre una cama, y a juzgar por el ángulo, la persona que lo acompañaba no tenía reparos en hacerle compañía.

—Ugh —expresó Katsuki su malestar, pero no dejó de pasar una a una las fotografías hasta llegar a la última. Sólo entonces hizo su selección, y para su agrado, se quedó con una buena colección de Izuku que guardó en una carpeta privada en lo más recóndito de los archivos de su móvil.

En un capricho del que se arrepintió casi al instante, Katsuki utilizó una de esas imágenes como fondo de pantalla, y el resultado fue satisfactorio cuando Izuku le miró desde su móvil con una amplia sonrisa y a todas luces sonriendo a la cámara. Así, Katsuki podía fantasear que era él quien había tomado, a él a quien Izuku le sonreía, y que ellos dos...

«Para esta tontería de una vez; mejor ahora que después cuando duela más», le advirtió su consciencia a Katsuki, y éste torció el gesto al acariciar con el pulgar la pantalla, justo en el punto en que las pecas de Izuku eran más notorias.

La fantasía era agradable, pero no estaba exenta de sinsabores. Porque por mucho que a Katsuki le gustara fingir que esas fotos eran suyas, y que el objeto de su adoración sólo tenía ojos para él, no por ello se volvería realidad. De hecho, Katsuki tenía que asumir la inevitabilidad de sus sentimientos tanto como la futilidad de los mismos ante su panorama actual e historial. Porque Izuku tenía novio, y no era él, por mucho que a Katsuki le pesara en el alma.

—Esto apesta —gruñó Katsuki al tantear con su dedo el botón de apagar la pantalla, sólo deteniéndose en el último momento para mordisquearse el labio inferior y paladear esos últimos segundos de fantasía.

Por lo que había podido ser y no era debido a la idiotez de la que acusaba a todo mundo y en realidad era él quien padecía en dosis exacerbadas.

Con el pecho oprimido y los ojos secos por falta de parpadear, Katsuki todavía se demoró largos minutos antes de cambiar de vuelta su fondo de pantalla y fingir que ahí no había ocurrido nada.

Quería creer que así sería lo mejor. Pero no.

 

Las clases se reanudaron sin mayor dilación, y pronto encontró Katsuki fastidiosos los constantes recordatorios de sus profesores respecto a sus notas, sus horas de estudio, y tener siempre en claro la universidad a la que querían ingresar.

Katsuki ya había hecho una bola de papel con la solicitud formal que tenía que hacer declarando sus 3 primeras opciones, e ignorado la fecha límite en la que tenía que entregarlo de vuelta con la firma de sus padres dando su aprobación, pero lo cierto es que los profesores ignorarían su descarada falta de seriedad en ese asunto, si acaso porque era uno de los mejores estudiantes en Aldera, y cualquiera que fuera su decisión final (eso si primero conseguía tomar una) sería la correcta.

De antemano había escuchado Katsuki de la pereza del tercer año. Un término acuñado entre sus senpais para justificar cómo en tercer año al menos una docena de alumnos en cada generación descubría de pronto que no tenía claro su futuro y mucho menos lo que iba a hacer de la graduación. Katsuki no creía jamás llegar a convertirse en uno de sus casos, ¡pero sorpresa mamá y papá!, lo era, y no podía estar más indiferente a lo que le deparaba el destino.

De poco ayudó que el clima de ese mayo se tornara caluroso en demasía mucho antes de lo esperado. En las aulas se respiraba un aire soporífero que no contribuía a mejorar el estado indiferente de Katsuki, y que al contrario, sólo empeoró sus accesos de mal humor y retraimiento, porque cuando creía no poder tolerar ni un minuto más sin estallar como coctel molotov, antes se alejaba de aquellos a los que apreciaba que obligarlos a tolerarle por más tiempo del necesario.

En ese ciclo de frustración y apatía para el cual no tenía una táctica de evasión, Katsuki se perdió de algunas de las salidas que sus amigos organizaron después de clases y en alternados fines de semana con los nuevos compañeros de U.A. que ahora parecían pertenecer a su mismo grupo de amistades. No siempre iban todos, y no era fuera de lo usual que alguno tuviera que retirarse temprano para cumplir con otros compromisos, pero Katsuki fue realmente el único que nunca asistió a ninguno de esos encuentros y su ausencia fue tópico de interés cuando sin intenciones de señalarlo como tal, Kaminari le recriminó nunca tener tiempo para ellos.

—Sólo digo que no hemos salido juntos desde que volvimos de la playa, y hace al menos 4 semanas de eso —se quejó con apasionamiento, Katsuki y el resto de sus compañeros de aula y de banda reunidos bajo la sombra de un árbol que les proveía refugio durante la hora del almuerzo.

—Es cierto —dijo Ashido, sentada entre las piernas de Kirishima y con los brazos de éste ceñidos alrededor de sus hombros—. Apenas si te hemos visto fuera de la escuela, Bakugou.

Después del viaje, esos dos habían admitido de una vez por todas sus sentimientos mutuos y habían comenzado su relación de novios, a diferencia de Jirou y Kaminari, que por su cuenta habían decidido primero salir en citas antes de formalizar un noviazgo.

—Bah, he estado ocupado —se excusó Katsuki, pero Jirou lo desmintió.

—Pues no ha sido con la banda. A duras penas vienes a un ensayo por semana.

—Eso es porque tengo mejores cosas que hacer —gruñó Katsuki, y su tono de voz que él pretendía fuera de molestia y ganarse así que lo dejaran en paz no funcionó cuando Tokoyami preguntó:

—¿Cuáles?

—Cosas.

—Eres terrible para mentir —le dijo Kirishima, apoyando el mentón en el hombro de Ashido—. ¿Por qué no sólo admites que no quieres salir con nosotros y ya está?

—¡Porque eso no es cierto! —Estalló Katsuki, apuñalando el arroz de su bentou con los palillos.

—¿Entonces sí quieres salir con nosotros? —Se valió Yaoyorozu para aplaudir para sí con emoción—. En ese caso...

—¡Eso no es lo que yo dije! —Refutó Katsuki sus palabras de antes, pero no hubo caso. Sus amigos estaban demasiado habituados a su manera brusca de esconder sus verdaderas emociones y lo ignoraron.

—Ríndete de una vez —le chanceó Sero, lanzando en su dirección un trozo de rábano de su comida que Katsuki esquivó con facilidad.

—Sea lo que sea que hagas en tu tiempo libre, no puede ser más importante que pasar tiempo con tus amigos —dijo Kirishima como si con eso finiquitara el asunto.

—Tal vez estoy estudiando y mis calificaciones son más importantes que todos ustedes.

—Pf, que como si fuera el caso —dijo Ashido—. Estás a décimas de ser el primero de la clase. E incluso si fuera cierto, puro estudio y cero diversión te arruinarán el cerebro, así que ven con nosotros esta tarde a comer pastelillos y té.

—Ugh —despreció Katsuki la idea—. Qué bobada.

—No, de hecho vale la pena —dijo Tokoyami, y Katsuki arqueó una ceja con curiosidad, porque de entre todos sus amigos, era de él quien menos esperaba aquella clase de opinión respecto a una salida de lo más cursi—. Es comida de calidad, y también venden sándwiches y bocadillos.

—Hay un segundo piso espectacular desde el que se respira paz —dijo Yaoyorozu con expresión soñadora—, y según un blog de estilo que sigo, es el sitio de moda para las parejas enamoradas.

—Mayor razón para no ir y tener que soportarlos a ustedes —gruñó Katsuki, dirigiéndoles miradas de hastío a sus dos grupos de amigo a los que les calzaba la descripción. A Katsuki le daba lo mismo si para términos prácticos Kaminari y Jirou insistieran sólo ser amigos, porque ese par de idiotas aprovechaban cualquier oportunidad para actuar como novios al tomarse de las manos y darse de comer mutuamente de sus respectivas cajas de bentou.

—Aw, ¿Bakugou-chan odia no ir en pareja con alguien más? —Bromeó Sero a sus costillas—. No te preocupes, yo seré tu cita de hoy y nos aprovecharemos de la oferta de 2x1 en tés frutales.

—¡Yo no dije que iría con ustedes!

—Pero tampoco te has negado en redondo, así que... —Siempre la voz de la razón, Kirishima tuvo la última palabra al respecto, y porque a veces era más fácil dejarse llevar con la corriente que luchar contra ella, Katsuki acabó por acceder a unírseles.

—Vale, iré. ¡Pero no será una cita con Sero!

—Eres malo, Bakugou-chan, ¡muy malo!

Y entre risas (de la mayoría) y gruñidos (de Katsuki) la no-cita quedó concertada para después de la hora de la salida.

 

El café del que tanto hablaron mientras se dirigían a la zona comercial de Musutafu resultó ser justo lo que Katsuki había imaginado: Un local decorado con buen gusto y un menú decente que atraía a un número considerable de clientela, pero que por desgracia exudaba un aire de romance e intimidad que atraía sobre todo a parejas o personas que pretendían llegar a serlo.

La planta baja estaba repleta de mesitas dobles y con al menos la mitad de los espacios ocupados, así que subieron directamente a la planta alta, donde disponían del espacio en su totalidad bajo un entramado de buganvilias que proporcionaban sombra y privacidad.

El mesero que los atendió se apresuró a acondicionar el espacio, uniendo varias mesas de 4 hasta formar una larga y después entregándoles los menús junto con la recomendación del día por un pastel de coco y té de anís y manzanilla que le iba a juego.

No fue sorpresa para nadie que los asientos fueran ocupados primero por las parejas en su grupo de amigos y por último los solteros. Katsuki quedó en una orilla y poco le importó.

—Oh, ahí están —dijo Yaoyorozu de pronto al ponerse en pie y mover el brazo para atraer la atención de sus nuevos amigos de U.A.—. Por aquí, chicos.

Katsuki se afanó en la lectura de su menú mientras Uraraka, Iida, Todoroki e Izuku saludaban a todos y después se sentaban en los asientos vacíos, y tuvo que hacer un esfuerzo supremo por no retirar su silla cuando justo Todoroki quedó a su lado.

Alrededor de la mesa, las conversaciones no tardaron en formarse aquí y allá en grupos de 2 y 3 personas. A Katsuki no le importó quedar excluido mientras leí por quinta vez la selección de tés a su disposición, y así habría seguido de no ser porque Iida se dirigió hacia él y expresó cuánto gusto le daba haberlo vuelto a ver.

—Es bueno que todos hayamos podido reunirnos de vuelta igual que como hicimos durante la Golden Week —afirmó con seriedad, y Katsuki asintió una vez para no ser grosero.

—Mmm, ¿no habías estado aquí? Oh, bueno. Yo había pensado que sí. Es casi como si no importara si estás o no con nosotros —dijo Uraraka con aparente tono de indiferencia, y el silencio que se hizo en ese lado de la mesa fue ominoso.

—¡Ochako! —Le recriminó Izuku en voz baja, y la chica enrojeció pero no dio marcha atrás.

—Pues lo siento, pero yo no había notado su falta —masculló al abrir su menú y esconder el rostro detrás.

—Lo siento tanto —se disculpó Izuku con Katsuki en lugar de su amiga, inclinándose sobre la mesa para mover los labios en una casi silente frase que pretendía no atraer más la atención sobre el asunto.

El que Izuku lo hubiera hecho evadiendo la figura de Todoroki fue lo único que le importó a Katsuki, que con un gesto vago de su mano le hizo entender que no tenía importancia.

La situación quedó salvada cuando volvió su mesero a tomar sus órdenes, y todos recitaron por turnos sus peticiones. Katsuki eligió para sí una rebanada de pastel de triple chocolate que proclamaba tener trazas de picante y prometía ser un deleite para aquellas personas que tuvieran predilección por esa clase de sabores, además de una taza de té de hierbabuena y moras.

Sin intenciones de escuchar pero a la vez incapaz de eludir sus palabras, Katsuki se enteró que Izuku y Todoroki compartirían una simple rebanada de pay de limón y cubierto de cerezas porque éste último tenía que marcharse en breve a un entrenamiento y no podía faltar.

—Es una lástima que el equipo de béisbol no tenga nunca días libres, ¿eh, Todoroki? —Dijo Sero al enterarse del predicamento de éste, y Todoroki se lamentó porque su única molestia era tener que dejar a Izuku a solas.

—No estará a solas —dijo Uraraka—. Nos tendrá a nosotros, sus mejores amigos para hacerle compañía. —Y como no queriendo la cosa, estiró la pierna con brusquedad y pateó a Katsuki por debajo de la mesa—. Ops, lo siento.

—Ochako... Para con eso, por favor —se disgustó Izuku una segunda vez por su comportamiento, y Katsuki exhaló con pesadez.

—Déjala.

—¿Qué ocurre? —Preguntó Todoroki, ajeno a las tensiones que reinaban en ese lado de la mesa, y justo iba a abrir Uraraka la boca cuando Katsuki intervino.

—Nada. Ha sido un accidente sin importancia.

Uraraka infló las mejillas con frustración, pero no tardó en dejar a un lado el hacha de la guerra cuando el mesero volvió trayendo sus órdenes y repartiéndolas sin confusiones entre los comensales.

De reojo observó Katsuki a Izuku y Todoroki dar cuenta de su postre, aunque no le pasó por alto que la porción era el doble a la suya para compensar, y de paso que no eran la única pareja (o pareja en ciernes) que así lo había hecho. Hasta Uraraka e Iida compartían una rebanada doble de pastel red velvet, y de pronto encontró Katsuki su solitaria rebanada de lo más patética, porque eso lo agrupaba en el grupo de los solteros empedernidos, ya fuera porque no podían o no querían tener una pareja.

Claro que en su grupo de amigos sólo quedaban Sero, Tokoyami y él, y los dos primeros no eran precisamente indiferentes a las chicas y viceversa. Sero había tenido una novia ya desde entrar a Aldera, con la que rompió para salir una chica los siguientes años. Sólo a finales de segundo curso habían roto amigablemente, y porque ambos tenían intenciones de prepararse para las dificultades que ese último año de la preparatoria les deparaba. Con Tokoyami era un poco más complicado el asunto, puesto que éste nunca había ocultado su devoción por la mejor amiga de su hermana, y la diferencia de edad (de apenas 1 año y 8 meses) hacía que él prefiriera a terminar la escuela antes de atreverse a dar un paso, porque por lo que Katsuki había escuchado, sus sentimientos eran correspondidos y aquel par sólo esperaba el momento idóneo para formalizar lo suyo.

Katsuki por su cuenta tenía y a la vez no un historial destacado. Sin que sus amigos lo supieran, Katsuki había sido el primero de todos ellos en experimentar con el sexo, aunque claro, había sido con Deku cuando los dos habían sido todavía un par de críos torpes incapaces de controlarse. Y de noviazgo nada, al menos no explícitamente, aunque Katsuki seguido se lamentaba de su cobardía por esos años, porque hasta cierto punto podía decirse que lo eran... Minus el acoso, los golpes, las burlas y el constante maltrato al que había sometido a Izuku durante la secundaria.

Aquel era un periodo que bien podía considerarse una especie de limbo, pues Katsuki tenía experiencia (de la que no podía presumir por tratarse de alguien con su mismo sexo y considerando el historial que tenía con esa persona) y también otra clase de experiencias... Que para nada tenía ánimos de contarles a sus amigos por miedo a que le retiraran la palabra y lo trataran con asco y desprecio. El mismo asco y desprecio con el que se había ensañado en público con Deku cuando en privado no hacía nada más que besarlo y tratar de saciar sus ansias por él a base de tocarlo y hacerlo suyo sin parar.

En la actualidad, a Katsuki todavía le costaba horrores hacer las paces con su yo de por aquel entonces. Aquel adolescente hormonal y perpetuamente furioso que no había sabido canalizar la intensidad de sus sentimientos por Izuku, y que confundía el amor con el odio o al menos los trataba como emociones intercambiables a su antojo, según las circunstancias y terceros.

Con un nudo en la base del estómago al recordar el innumerable número de ocasiones en las que había sometido a Izuku a vejaciones sólo porque con ello conseguía pertenecer a la pandilla de Shigaraki y ser uno de ellos. Vaya aspiraciones que había tenido de crío, y vaya precio que había pagado, pues bien podría haber sido él quien en esos momentos jugara a alimentar a Izuku con su tenedor mientras éste lo sonreía y declaraba en voz baja ser feliz. Él podría estar en el lugar de Todoroki y...

«¿Pero lo merecerías siquiera?», le acusó la insidiosa voz de su consciencia, haciendo resurgir docenas de memorias del acoso al que había sometido a Izuku sin parar, y cómo éste lo había tolerado porque muy dentro de sí quizá creía que Katsuki cambiaría. Y lo hizo, creía al menos haber conseguido modificar sus conductas y aprendido de sus errores, pero había sido demasiado tarde para él.

Para ellos.

—Uhm... —Poniéndose en pie sin apenas haber probado su pastel, Katsuki se excusó (murmurando “sanitario” cuando Ashido le cuestionó a dónde iba) y bajó las escaleras hasta quedarse en el descansillo.

Los baños estaban apenas a un par de pasos, pero no era ahí donde Katsuki quería refugiarse, sino tan sólo aspirar hondo y tratar de recuperar la calma. El corazón le latía acelerado en el pecho, y las manos le sudaban a chorros. Katsuki se limpió las palmas contra el pantalón, y se recargó contra el muro mientras forzaba a su organismo a no fallarle, a mantener la calma.

Katsuki se demoró sus buenos 10 minutos en la escalera, agradecido de que durante ese tiempo nadie más subió o bajó, y a punto estaba de volver cuando el ruido de pasos lo alertó. Congelado en su sitio, Katsuki contempló a Izuku y Todoroki bajar un par de escalones juntos antes de detenerse y murmurar entre sí una despedida.

Aquel par se había alejado del resto de sus amigos para tener un momento de intimidad, sin considerar por un segundo que Katsuki estaría a un escaso metro de distancia en el siguiente tramo de escaleras y escuchando todo sin que esa fuera su interior.

—Te escribiré apenas salga del entrenamiento —prometió Todoroki, e Izuku hizo un sonido afirmativo—. De nuevo, siento mucho no poder quedarme.

—Está bien, Shouto.

—Te lo compensaré.

—No es necesario. Ya haces bastante.

—¿En serio?

Katsuki se pegó a la pared, buscando esconderse lo mejor posible. No estaba en sus intenciones escuchar una conversación privada de aquella índole, pero ya era demasiado tarde para hacer su notar su presencia, y no estaba en sus planes incomodar. Con las manos en los bolsillos y la vista clavada en la puntera de sus zapatos, resistió estoico mientras la feliz pareja se despedía y por último compartía un beso. Katsuki apretó la mandíbula, pero incluso entonces racionalizó que no tenía derecho e molestarse. Sus celos no iban acorde al momento y al lugar.

Dispuesto a no hacer de aquello algo más incómodo de lo que ya era, Katsuki aguardó hasta que Todoroki llegó al tramo de las escaleras en las que él se encontraba con intenciones de intercambiar un gesto de reconocimiento que fungiera como despedida y seguir con su vida, pero la sorpresa se la llevó él y mayúscula cuando éste, al encontrarlo, cruzó sus ojos con él y le dedicó una mirada de odio recalcitrante.

Hasta ese punto de su vida, Katsuki no había considerado la posibilidad de que Todoroki estuviera al tanto del pasado en común que él e Izuku compartían, más allá de que habían sido amigos, y en algún punto entre la secundaria y la preparatoria habían dejado de serlo. Uraraka tenía la versión que Izuku le había contado y lo detestaba por ello, lo cual en opinión de Katsuki era justo. Él ya se odiaba por su comportamiento del pasado porque era inexcusable, pero en ningún momento le había pasado por la cabeza que Todoroki pudiera estar al tanto.

Pero claro, Todoroki era el novio de Izuku y antes que eso había sido un amigo cercano, así que tampoco era de asombrarse que éste hubiera compartido con él aquella clase de información.

Y tenía que ser eso. ¿Por qué si no aquel bullir de magma que se adivinaba tras aquellas pupilas dispares y que pasó de 0 a 100 en un microsegundo?

Congelado en su sitio como por un hechizo, Katsuki fue consciente en cámara lenta del paso de Todoroki por aquellos peldaños, su mirada que pretendía petrificarlo (quizá hasta convertirlo en piedra) y el dejo de desprecio al dirigirle un último vistazo por encima de su hombro antes de retirarse. Todo en apenas unos cuantos segundos, que destrozaron la poca tranquilidad de la que había hecho acopio en su ausencia.

—¡Ah, Shouto, espera!

Con esa misma rapidez en que todo se sucedió, Izuku bajó las escaleras de dos en dos detrás de su novio y tuvo un tropiezo al encontrarse con Katsuki todavía quieto entre las sombras.

Todoroki se giró, e Izuku tuvo oportunidad de entregarle una discreta toalla de mano en pálido tono verde menta.

—Uhm, para que pienses en mí —dijo Izuku, que sin importarle la presencia de Katsuki, se alzó de punta para alcanzar a Todoroki y besarlo en la mejilla—. Suerte en el partido.

—Gracias. —E ignorando a Katsuki, se marchó.

Con los labios apretados en una fina línea, Katsuki se guardó cualquier palabra que bullera en su boca, pero Izuku se tomó como tarea personal provocarlo.

—Antes... ¿Nos escuchaste en la escalera?

Katsuki asintió.

—Eso no es nada educado de tu parte.

—Lo siento.

—Ya lo creo que lo sientes.

Katsuki hundió los hombros. —No, de verdad... Ustedes dos son de lo más-...

—Ni una palabra más —le advirtió Izuku, que podía adivinar en el rojo de sus ojos la chispa que estaba por detonar un barril de nitroglicerina—. Guárdatelo.

—No sabes siquiera qué iba a decir. Podía ser algo bueno.

—¿Viniendo de ti? No lo creo.

Y apartándose de él, Izuku comenzó a subir los peldaños.

No invitó a Katsuki a subir con él, y eso propició que éste se demorara el doble en volver a su mesa, donde por una vez, sus amigos no lo habían echado de menos.

Y eso (pese a que le pesara reconocerlo) dolía.

 

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Notas finales:

Y por si creían que Todoroki no se enteraba de nada... Nah. Él sabe todo. Izuku se lo contó, y odia a Katsuki. Sólo es bueno para ocultarlo, hasta ahora...

Nos vemos el jueves (con comentarios) o el próximo martes (sin) para desentrañar esta trama que cada vez se pone más tensa :) Graxie por leer~!


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