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Futatsu ni hitotsu! (¡Es uno o es otro!) por Marbius

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14.- Feliz cumpleaños, Izuku.

 

Quiso el destino que la situación no se prestara a las circunstancias. O dicho más fácil: Que el cumpleaños de Izuku fuera la semana anterior a salir de vacaciones de verano.

De pequeños, Katsuki había envidiado un poco la fecha del cumpleaños de Izuku. Ok, no un poco, sino mucho, porque a su consideración, ¿qué podía ser más genial que eso? Izuku tenía frente a él las vacaciones de verano para celebrar con cualquier tipo de fiesta extravagante que cruzara su mente y el tiempo para ello. Katsuki en cambio tenía un tonto cumpleaños de abril, cuando apenas habían vuelto a clases y los profesores no tenían compasión a la hora de dejar pilas y más pilas de deberes. Pero claro, en julio la tía Inko apenas tenía dinero o espacio para ver cumplidos esos planes, y más veces que no el festejo quedaba reducido a un pastel y a Katsuki como único invitado. Un amplio contraste también con lo que los padres de Katsuki podían ofrecer, porque sin importar lo inconveniente de su mes de cumpleaños, si Katsuki pedía una fiesta ostentosa, lo conseguía.

Para el caso que fuera, este año Izuku quería celebrarse como era debido. Su argumento era “es mi último cumpleaños de preparatoria, y el primero en el que tengo a un grupo grande de amigos para invitar, así que...” y Katsuki le había concedido la razón. Él no era de fiestas y raras veces asistía a festejos grandes a menos que se tratara de uno del que pudiera escabullirse lo antes posible, pero ese año, por Izuku, pretendía hacer una excepción en toda regla.

—De hecho no fue idea mía, sino de Shouto —explicó Izuku el viernes previo, luego de que los dos se reunieran en un punto medio entre sus escuelas para ir a la zona comercial de Musutafu y comprar lo necesario para los preparativos. Luego de intercambiar por mensaje la novedad de su fiesta, Izuku le había pedido a Katsuki compañía para ir a las tiendas, y éste había aceptado a la primera—. A mí me habría bastado con lo mismo de años anteriores.

—¿Y eso era...?

—Ah, un pastel y que me cantaran feliz cumpleaños en una sala de karaoke para 4, pero Ochako también me convenció de que valdría la pena hacer algo un poco más elaborado sin importar que se trate de un día entre semana.

—Es una lástima que no haya caído en viernes, porque entonces tendrías frente a ti las vacaciones de verano a tu disposición —dijo Katsuki, pero Izuku no pareció compartir su idea.

—Ya, pero entonces Shouto no estaría conmigo.

—¿Uh?

—Ese mismo viernes se marcha con el equipo de béisbol regional a un campamento de verano en Hokkaido para entrenarse por 3 semanas. Apenas si tendrá tiempo disponible para cuando vuelva.

—Supongo que lo echarás de menos —masculló Katsuki para sí, e Izuku asintió.

—Así será. Y... ¿Puedes creer que lo que más me preocupa de todo eso es que Shouto no estará para ayudarme con la tarea de inglés?

—¿Todavía sigues siendo malo en esa asignatura?

—No malo, sólo no excelente. Ese es el fuerte de Shouto así como el mío son las matemáticas, por lo que nos ayudamos mutuamente. —Izuku suspiró con desgana, pero su desánimo fue uno de corta duración cuando su atención se desvió hacia los aparadores de una tienda cercana—. Oh, mira. Eso quedaría genial para la fiesta.

—Si tú lo dices...

En realidad, la fiesta no sería en casa de Izuku, sino con los Todoroki. El novio de Izuku había sido tan generoso como para ofrecer su casa, y quizá porque el apelativo de fiesta le quedaba grande a los planes que pretendían realizar. Más que un festejo ruidoso con exceso de personas, Izuku le confió que sólo serían sus amigos y los de él en una de las habitaciones privada de los Todoroki, comiendo de un restaurante de sushi cercano y jugando un par de juegos de mesa. Quizá con música o una película, pero nada demasiado llamativo.

—Shouto me propuso que viajáramos a su casa de la playa apenas volviera él de su campamento de verano, pero la verdad es que no quiero volver a quemarme la espalda como la última vez. Y además, así no podría asegurar que todos estuvieran presentes —le confió Izuku mientras recorrían los pasillos de una tienda de decoraciones y elegían con cuidado lo que querían comprar para el festejo.

—¿Es que no piensas inflar globos o colgar una pancarta de felicitaciones? —Preguntó Katsuki cuando luego de media hora de revisar anaqueles Izuku apenas llevaba unas cuantas cosas.

Con apuro, Izuku dijo: —Uhm, mi presupuesto es limitado.

—¿Qué, ese novio tuyo no cooperó para las decoraciones?

—No se trata de eso —se apresuró Izuku a defender a su novio—. Es sólo que Shouto ya fue lo suficientemente amable como para disponer una habitación en su casa para nosotros, y planea pagar la comida. Lo menos que puedo hacer es encargarme del resto.

—Es tu cumpleaños —dijo Katsuki al ponerle una mano en la cabeza y agitarle con brusquedad el cabello—. Por una vez, deberías de poder gastar lo que quisieras en decoraciones.

Izuku torció el gesto pero no se apartó. —En un mundo ideal, sí. Pero mi presupuesto es limitado, así que sólo una bolsa de serpentinas, y ah... Puede que otra de esas cosas que hacen ruido.

A la salida, Izuku había gastado menos de 1000¥, y la bolsa que llevaba cargando era tan ligera que daba pena.

—¿Seguro que no querías comprar fuegos artificiales? —Presionó Katsuki el asunto. De pequeños eran los preferidos de Izuku, y así había continuado hasta la secundaría. Él se negaba a creer que sus gustos hubieran cambiado tan drásticamente, pero éste apretó los labios y asintió.

—Sí, uhm, de todos modos no quisiera ser una molestia con casa de los Todoroki. No me gustaría que pasara cualquier accidente con el fuego y Fuyumi se enojara.

—¿Fuyumi?

—Ah, es la hermana mayor de Shouto. Fue ella la de la idea de celebrar mi cumpleaños en su casa.

—Deduzco que le agradas.

—Eso espero. Porque ella me agrada mucho a mí. La familia de Shouto ha sido muy amable conmigo y yo sólo quiero corresponderles.

—Ya...

Con un rato más para matar ahora que las compras estaban hechas, Katsuki invitó a Izuku a pasar por una cafetería que en su opinión era mucho mejor a la que el resto de sus amigos preferían acudir. Ahí la especialidad eran los tés, con tradicionales postres japoneses, y mesas al ras del piso como a la usanza antigua.

—No imaginé que fueras asiduo a sitios como éste —comentó Izuku cuando los guiaron al fondo del local, y Katsuki se encogió de hombros.

—Nunca había tenido oportunidad de traer a nadie aquí, so...

—¿A nadie?

—Eso dije.

—Mmm...

Katsuki aguantó hasta que hicieron sus pedidos y la mesera se retiró, pero ni un segundo más.

—¿Qué era ese ‘mmm’ de antes? —Katsuki apoyó su codo sobre la mesa—. Explícate.

Las orejas de Izuku enrojecieron, pero éste no dio más muestras de nerviosismo que un leve traspié al inicio de su oración.

—B-Bueno... Que supuse que a estas alturas habrías tenido numerosos oportunidades de salir en citas y... conocerías toda clase de sitios designados para parejas.

—No todos somos tú y Todoroki.

—O Kirishima y Ashido —dijo Izuku tras recuperarse del comentario de Katsuki—. Olvídalo. Fue tonto de mi parte dar por sentado nada.

Katsuki guardó silencio hasta que la mesera volvió con sus órdenes, y sólo entonces reveló lo que discurría por su mente.

—A diferencia de ti —dijo en voz baja—, yo no he vuelto a, uhm, salir con nadie desde...

—¿Absolutamente nadie?

Con la vista clavada en las piezas de wagashi que había pedido, Katsuki así lo confirmó. —Eso dije. Nadie.

El silencio de Izuku le resultó ominoso, pero al levantar la vista esperando encontrar burla en sus facciones, descubrió que éste permanecía congelado en su sitio y moviendo los labios en un soliloquio que por una vez era para sí mismo.

—Sólo di lo que estás pensando y termina con eso.

—Yo... Tenía curiosidad por la clase de compañía que traerías a un sitio de estos. A una cita —clarificó Izuku, pasándose la punta de la lengua por el reseco labio inferior—. Si se trataría de una chica o... Nosotros nunca llegamos a aclarar nada de eso.

Eso sobreentendido como su sexualidad, que en su momento había sido simple exploración incluso si juntos habían llegado hasta el final con el sexo sin importarles mucho que desmedido interés por el otro pudiera catalogarse como simple curiosidad.

—Te traje aquí, ¿no? —Fue la simple respuesta de Katsuki, que se llenó la boca con uno de los dulces y no dijo nada más al respecto.

Era lo que era, y que Izuku lo interpretara como le viniera en gana. Katsuki no estaba de ánimos para hablar de lo obvio, y si Izuku no era capaz de leer entre líneas, entonces era porque se habían distanciado tanto que no valía la pena que fuera la primera persona frente a la que se confesaba.

Pero... Izuku comprendió, y con los ojos sospechosamente húmedos se llevó a la boca el daifuku que había pedido y se lo introdujo todo de un bocado para no arruinarlo todo con diálogo insulso.

Para nada se trató de una cita entre ellos dos. Más bien, una salida entre amigos para hacer compras y con una parada en una cafetería para recargar energía y después caminar juntos a casa antes de despedirse en la misma intersección de siempre.

No una cita.

«Claro que no, porque una cita habría implicado intencionalidad, y deseo de que lo fuera, pero sobre todo... que no fuera unilateral», pensó Katsuki durante las últimas calles hasta su casa, arrastrando los pies, porque sólo podía hablar de sus sentimientos y no esperar nada de los de Izuku.

Al menos no si por sanidad mental pretendía mantener su corazón en una pieza.

 

Katsuki descubrió por casualidad una pieza de información que resultó ser crucial para él cuando Ashido miró por encima de su hombro qué tanta atención le absorbía el móvil en aquella hora libre que tenían entre japonés moderno e inglés y le cuestionó por qué estaba investigando de fuegos artificiales.

—Pensé en comprar unas cuantas bolsas para el cumpleaños de Izuku —dijo Katsuki, que más o menos tenía elegidos unos cuantos modelos variados y también había revisado online en varias tiendas de decoraciones para complementar aquellas que éste por su cuenta había elegido y que eran similares a las de Izuku.

—Suena genial —dijo Ashido—, ¿pero ya consideraste si será factible hacerlo en el jardín de los Todoroki? Quizá no cuentan con el espacio.

—Pf, eso quisieras —gruñó Katsuki. No en balde eran los Todoroki. Seguro que vivían en una mansión con un enorme lote a su disposición o algo por el estilo, y el espacio libre sería el menor de sus problemas.

—Mmm, puede que tengas razón. En todo caso, lo consultaré con Ochako para que ella dé su visto bueno.

—¿Y qué más da Uraraka? El cumpleaños es de Izuku, ¿por qué no se lo preguntas directamente a él?

Ashido le miró como si a Katsuki le hubiera crecido una segunda cabeza. —Duh, porque es la fiesta sorpresa de Izuku, ¿cómo podría arruinarla así? ¿Te imaginas? ‘Hey, Deku, ¿te parece bien que llevemos fuegos artificiales a tu fiesta de cumpleaños sorpresa?’, y entonces los planes de dos semanas quedarían arruinados.

—¿Cómo va a ser sorpresa si hace apenas ayer acompañé a Izuku a comprar las decoraciones? —Refutó Katsuki, y Ashido se mostró contrariada.

—¿Lo dices en serio?

—¿Acaso tengo cara de estar bromeando?

—Oh, en ese caso... Bueno, al menos eso es el entendido que todos tenemos: Es una fiesta sorpresa y Deku no sabe nada. Haríamos bien en no comentarlo con los demás, ¿no crees? Eso arruinaría el ambiente.

—Supongo...

A la menor oportunidad que Katsuki tuvo, se comunicó con Izuku para aclarar aquella confusión, y la respuesta de éste lo hizo poner los ojos en blanco por lo rebuscado que era.

 

IM: Ah, sí. De hecho olvidé mencionártelo. Se supone que es una fiesta sorpresa, pero Shouto es realmente malo para esconder cosas de este tipo. Y Ochako e Iida no son los mejores para disimular.

KB: ¿Entonces por qué hiciste que te acompañara a comprar decoraciones? ¿Es que alguno de ellos no se va a encargar de eso?

IM: Esa era tarea de Fuyumi, y le pedí hacerlo yo porque ella está ocupada.

IM: No es gran cosa.

IM: Pero te pido de favor que no lo comentes con nadie más. Se supone que debo poner mi mejor cara de asombro y aparentar sorpresa cuando abra la puerta y me reciban con los serpentinas (¿lo entiendes ahora? Por eso las compré, a los demás se les habría olvidado hacerlo) y todo eso.

KB: Vale.

KB: Pero llevaré fuegos artificiales.

IM: No deberías molestarte.

KB: No me molesta. Y sé lo mucho que te gustan. O te gustaban.

KB: Si no quieres sólo dilo y ya.

IM: ¡No! ¡Me encantarían!

KB: Ok. Entonces ayúdame a escoger.

 

Y de esa manera pasó Katsuki el resto de su hora libre intercambiando mensajes con Izuku acerca de la fiesta sorpresa que no era tal.

 

Previo al cumpleaños de Izuku, Katsuki se preparó con un regalo que por su cuenta envolvió poniendo el mayor cuidado posible en los pliegues del papel y la presentación del moño. Apenas un detalle para entregar, pero que hizo acompañar de lo que esperaba fuera un segundo regalo mucho más significativo, aunque puede que también un poco más difícil de procesar. Y es que luego de largas tardes de reflexión y soledad en la privacidad de su habitación, Katsuki había conseguido llenar las 100 hojas con disculpas pendientes para Izuku, numerándolas para cerciorarse de que realmente fueran las 200 páginas, y agregando una pequeña nota en donde prometía un segundo, quizá hasta un tercer cuaderno mientras a su memoria seguían acudiendo recuerdos de su vergonzoso pasado.

Con esos dos objetos dentro de la protección de su mochila, Katsuki se sumó aquel miércoles a sus amigos en una corta travesía hacia la parte sur de Musutafu, donde les había sido indicado el domicilio de la familia Todoroki y una hora aproximada de llegada.

El plan para la ocasión era simple: Todos debían presentarse en la residencia Todoroki a más tardar a las 4:15, porque por su cuenta Izuku lo haría a las 4:30 con el pretexto de acudir a hacer una tarea en equipo con su novio.

En perspectiva, era una excusa boba y Katsuki no creía que Uraraka (había sido ella quien lo planeara todo de esa manera) tuviera habilidades para llevar a cabo fiestas sorpresas que realmente lo fueran, pero era lo que tenían a su disposición y de todos modos Izuku sería tan amable como para fingir que sí había funcionado. Allá ellos y su idiotez por aparentar lo que no era.

Con las manos en los bolsillos y gesto hosco, Katsuki siguió a sus amigos por un corto viaje en tren para acortar distancias, y luego por varias calles hasta que dieron con la correcta.

La casa de los Todoroki era y no era tal como Katsuki lo había imaginado. Porque para empezar, era un lote grande en el que se podía apreciar la opulencia, pero la construcción no era nada moderna, sino todo lo contrario, al estilo japonés más tradicional al que todos hubieran estado expuesto desde muchos años atrás.

Quien salió a recibirlos fue una chica en sus 20s que les dio la bienvenida como amigos de Izuku y Shouto, y que se presentó como la hermana mayor de éste último, Fuyumi.

—Por favor pasen, he dispuesto la sala del té para que ustedes estén a sus anchas —los guió al interior de la casa, que también siguiendo la arquitectura tradicional japonesa tenía un amplio jardín interno rodeado del resto de las dependencias.

A Katsuki no le pasaron por alto los pisos de madera, las tejas de los techos, el ikebana decorando cada habitación, así como también el aroma de tatamis frescos y los interminables Shouji de blancura impecable que había que cruzar sin parar para llegar a cualquier lugar. En lo que parecía una especie de laberinto, Fuyumi los llevó a la ya mencionada sala de té, que estaba decorada en su totalidad con las piezas que Izuku había comprado días atrás.

—Por favor siéntanse cómodos —dijo Fuyumi—. Les traeré té y galletas para hacer más rápida la espera.

Con casi media hora de antelación frente a ellos, sus amigos agradecieron que la puerta corrediza del shouji estuviera cerrada al exterior y el aire acondicionado encendido porque a esas alturas del año el calor ya se dejaba sentir y con ganas.

—No puedo esperar a que sean vacaciones de verano y librarnos del uniforme —dijo Sero al sentarse en el piso y abanicarse el cuello.

—Sí, es una lástima que Izuku no cumpliera años la semana entrante —dijo Ashido—. Podríamos haber ido al parque acuático.

—Todavía podríamos —dijo Kaminari—. Eso o a la playa.

—Da igual en dónde mientras sea un sitio refrigerado —dijo Jirou, recostada en el tatami con su cabeza en el muslo de Kaminari.

—Quizá podríamos proponer algo y armar un plan para entonces. Eso si todos pasamos nuestros exámenes y no tenemos que repetir curso de verano —dijo Kirishima, y no fue el único que apoyó aquella moción.

Ni 5 minutos después la puerta corrediza se abrió de vuelta y esta vez entraron Uraraka e Iida, trayendo consigo bolsas de regalos y las mejillas arreboladas por el calor que se sentía afuera.

—Todoroki dice que están todavía en el tren pero que calcula que estarán aquí en 10 minutos, así que todos en sus posiciones —pidió Iida tras revisar su móvil, tomando el control de la situación.

Ahí donde las chicas le daban los últimos toques a las decoraciones, los chicos distribuían los platos y acomodaban el sushi que había llegado incluso antes que ellos sobre la mesa. Todo estaba quedando en su punto, salvo que Fuyumi seguía sin volver con las bebidas.

—Seguro que Fuyumi no puede sola con los vasos y las jarras de té helado —dijo Uraraka de pronto en voz alta, y Katsuki y Tokoyami se ofrecieron para ir a la cocina a ayudarle.

Después de todo, eran los que mejor recordaban el camino en aquella casa laberíntica, y con ello en mente se dirigieron en su búsqueda.

En un silencio que era en lo absoluto incómodo, Katsuki captó el momento preciso en que Tokoyami se congeló en su sitio cuando al entrar a la cocina encontraron a Fuyumi en compañía de una segunda persona. A juzgar por el rojo quemado de su cabello (que era idéntico al de la mitad de la cabeza de Shouto) era uno más de los hijos de Enji Todoroki. Por descontado que no era el hijo de cabello blanco que ya estaba en las grandes ligas, así que debía ser ese otro que tuvo una corta participación en unas cuantas temporadas antes de retirarse abruptamente del deporte por una lesión. O algo así había leído Katsuki en internet cuando se informaba de la familia.

Sin una manera de negar su estirpe, ese hermano de Todoroki también calló de pronto al ver a Tokoyami, y sus ojos perdieron ese toque ligeramente aburrido que les caracterizaba para tornarse cautelosos.

—¿Dabi? —Lo llamó Tokoyami, y Fuyumi se dio media vuelta con brusquedad; tanta que dejó caer un vaso que sostenía en su mano y que se hizo añicos en el suelo.

—Ah, mierda —dijo el tal Dabi con un suspiro, pero no hizo nada para moverse.

—Uh, nadie se mueva. Yo me encargo —dijo Fuyumi al agacharse a recoger los fragmentos de cristal mientras el resto se calibraba entre sí.

Por descontado que Tokoyami conocía a Dabi y viceversa, pero no parecía que entre ellos dos la relación fuera amigable. Al menos a eso conclusión llegó Katsuki, que no pasó por alto la intensidad en la mirada de ambos y la creciente tensión que no tardó en alcanzarlos a él y a Fuyumi.

—¿Ustedes se conocen de algún sitio en particular? —Preguntó Fuyumi una vez que recogió los cristales del piso y los desechó en el cesto de basura.

—Tenemos un amigo en común —respondió Dabi, pero claramente no era esa toda la verdad—. Da igual. ¿Eres amigo de Shouto?

—No exactamente —respondió Tokoyami—. Estoy aquí por el cumpleaños de Midoriya.

—Ya veo... En ese caso, yo me retiro.

—Pero Touya —se quejó Fuyumi, revelando el verdadero nombre de su hermano—, prometiste ayudarme a llevar todo esto a la sala de té.

—Nosotros lo haremos —dijo Katsuki, que ignorando las protestas de Fuyumi por no dejar que las visitas se encargaran de esa labor, cargó con dos jarras de té y dejó a Tokoyami la tarea de llevar los vasos restantes.

Consciente de que se estaba metiendo donde no se le llamaba pero curioso como pocas veces en la vida, Katsuki le preguntó a Tokoyami qué había sido eso de antes en la cocina.

—¿Puedo confiar en ti? —Inquirió Tokoyami, y ante el asentimiento de Katsuki, desembuchó todo—. Ese amigo en común que mencionó es... Hawks.

—Ah.

—Y no es su amigo, sino una especie de... ¿Novio? ¿Amante? No lo sé. Una vez entré a su oficina sin llamar antes a la puerta y los sorprendí besándose.

—Vaya...

—Sólo sé que Dabi es un alias, pero no que su verdadero nombre tuviera algo que ver con los Todoroki.

—¿Y por qué tanto secretismo? —Gruñó Katsuki—. Hoy en día no es tan importante ser gay. Da igual si se trata de un famoso o el hijo de un famoso, como en este caso.

—Es más que eso —reveló Tokoyami en voz baja—. En serio, ¿puedo contarte esto y no lo divulgarás a nadie más?

—¡Qué sí, caray!

—Vale. —Parándose en seco, Tokoyami por poco provocó que Katsuki fuera a estamparse contra su espalda, pero ni siquiera entonces su gesto resultó dramático o fuera de la atmósfera que manejaban. En una voz baja que casi era un susurro, le confirmó a su amigo cuán importante era que supieran guardar silencio—. Dabi solía trabajar para Shigaraki.

—Estás de broma. Shigaraki tiene esbirros, pero no son empleados.

—No ese Shigaraki —enfatizó Tokoyami—. Al parecer Dabi se juntó con el grupo equivocado de personas y cuando quiso distanciarse le lesionaron un hombro. Su carrera en el béisbol terminó así sin más, y el asunto acabó debajo de la alfombra como todo lo que tiene que ver con los Shigaraki.

—Mierda...

—No estoy seguro si fue Hawks el que contactó a Dabi o viceversa, pero es obvio que se reúnen para intercambiar información. Bueno, entre otras cosas...

—¿Entonces Hawks va en serio en contra de Shigaraki?

—Muy en serio. No sé si tiene en su contra alguna especie de vendetta o sólo pretende jugar al héroe tras su computadora, pero una cosa sí tengo claro, y es que no descansará hasta conseguir incriminarlo por alguno de sus múltiples crímenes.

Katsuki chasqueó la lengua. —Suerte con eso.

—Lo dices como si no lo creyeras capaz de conseguirlo.

—Ni idea —dijo Katsuki—. No lo conozco. Ni a él ni a Shigaraki, pero sí a Tomura y... Es listo. Escurridizo como una serpiente. Y jamás deja huellas que pueden guiarlo hasta él, y debe ser porque aprendió del mejor...

—Hawks lo conseguirá, ya verás —afirmó Tokoyami.

A su regreso a la sala de té, Ashido les recriminó su tardanza, porque justo un minuto atrás Uraraka había recibido un mensaje avisando que estaban a un par de calles de distancia y todos debían tomar sus lugares.

Katsuki se contentó con quedar hasta atrás y en una de las esquinas, dispuesto a pasar desapercibido, aunque su plan no funcionó del todo cuando Uraraka le entregó una serpentina y órdenes precisas de lanzarla apenas se abriera la puerta y todos gritaran “¡Sorpresa!” a Izuku.

—No lo arruines —le advirtió con sequedad, para luego ignorarlo.

—Bah, ya quisieras...

Pero como suele suceder en casos como ese, Katsuki se las ingenió para hacer justo aquello que no debía.

Aconteció que apagaron las luces y guardaron silencio total hasta que el ruido de pisadas en el pasillo les alertó de la llegada de Todoroki e Izuku. Todos aguardaron expectantes y listos para saltar cuando una mano sujetó el shouji, y al abrirse se sincronizaron para gritar y lanzar las serpentinas. Katsuki incluido. Que por falta de práctica y exceso de fuerza vio casi en cámara lenta cómo la serpentina que sujetaba en su mano abandonó sus dedos e hizo una curva parabólica perfecta para ir a terminar de estamparse en el rostro de Izuku. En concreto, sobre su ojo izquierdo.

—¡Ouch! —Se lamentó Izuku, y por el ruido y la falta de luz nadie atinó a reconocer qué había ocurrido.

Iida se apresuró a presionar el interruptor, y para entonces Izuku ya tenía una mano sobre el ojo y aspecto de estar a punto de llorar.

—¿Qué ocurrió? —Preguntó Jirou, que como la mayoría, no había atinado a comprender lo sucedido.

—Algo me golpeó en el ojo y... No es nada —dijo Izuku al retirar la mano, pero su expresión compungida delataba lo contrario. Su ojo izquierdo se veía irritado, y también húmedo en exceso—. Al menos puede ver. Algo es algo.

—Tal vez deberías examinártelo con calma —sugirió Yaoyorozu, pero Izuku denegó con la cabeza.

—No, seguro que pasa rápido, ¿ven? —Dijo forzando un par de parpadeos que sólo contribuyeron a que del ojo izquierdo le corrieran unas cuantas lágrimas.

Katsuki se sintió fatal. En primera porque se había jurado jamás volver a lastimar a nadie, y en segunda, porque se trataba de Izuku, la víctima habitual de sus maltratos. ¿Cuál era la maldita probabilidad de eso? Y lo que era peor, que el muy idiota ni siquiera se hubiera molestado por ello le frustraba horrores. Katsuki podía lidiar con el enojo, pero no con alguien tan amable que se disculpaba por arruinar su propia fiesta de cumpleaños sorpresa por algo que estaba enteramente fuera de su responsabilidad.

—Bastará con lavarme la cara y se me pasará... —Decía Izuku al grupo que se había congregado a su alrededor, Katsuki incluido, pero era evidente que iba a requerir más que eso.

El tiro de Katsuki había tenido tan mal tino que le dio en el párpado, que justo en esos instantes se le estaba hinchando al triple de su tamaño habitual.

—Ven. Necesitas hielo para tu ojo. Ya —dijo Katsuki, tomando el liderazgo al halar de Izuku por la muñeca y sacarlo al pasillo.

Abrumado porque era malo para recibir atención incluso si la merecía, Izuku le siguió un par de pasos atrás antes de preguntar: —¿Cómo sabes dónde se encuentra la cocina?

—Fui yo el que trajo las bebidas —dijo Katsuki, que agradeció mentalmente que Fuyumi siguiera ahí.

—Hey, Izuku. ¡Feliz cumpleaños y-...! Espera, ¿qué te ha pasado en el ojo?

—No es nad-...

—¡Claro que sí! Un golpe. Hielo —dijo Katsuki, veloz para poner remedio al daño que había ocasionado.

—Uhm, pueden abrir el congelador —indicó Fuyumi, pues desde el fregadero y con las manos llenas de jabón, no podía hacerlo por su cuenta.

—Siéntate —ordenó Katsuki, e Izuku le obedeció.

Usando su pañuelo y envolviendo con varias capas un par de cubos de hielo, Katsuki sujetó a Izuku por el hombro y le aplicó la compresa sobre el ojo. Un siseo que era mitad dolor y mitad alivio escapó de los labios de Izuku, que con su único ojo sano levantó la mirada para ver a Katsuki.

—Gracias.

—No. —Una pausa—. Fue mi culpa.

—Kacchan...

—Fui yo el que lanzó esa estúpida serpentina y... No sé cómo pasó. Se suponía que debía deshacerse en el aire, y en su lugar-...

—Kacchan —dijo Izuku con firmeza, sujetándole del brazo—. Está bien.

—Por supuesto que no. Tu ojo-...

—Está un poco hinchado, pero es todo —insistió Izuku—. Apenas si me duele.

Katsuki torció la boca.

—Seguro.

—Al 100%.

—¿No lo dices sólo para tranquilizarme?

—No.

—Uhm, quizá yo podría echarle un vistazo —sugirió Fuyumi, que se limpió las manos en una toalla antes de acercarse y examinar a Izuku—. Bueno, al menos puedo decir que el daño no es permanente. Estará hinchado por el resto del día y puede que mañana, pero cederá. El hielo es en verdad un excelente remedio.

—Uf, menos mal —murmuró Izuku, que se volvió a colocar el pañuelo con hielo sobre el ojo. ¿Ves, Katsuki? Te dije que no era nada.

Katsuki gruñó, porque nada era nada y lo que Izuku tenía en el ojo definitivamente no era nada. Pero tampoco quería arruinar el resto de su cumpleaños con su terrible mal humor.

—Te prometo que no me duele —dijo Izuku, que haciendo el camino a la inversa, tiró ahora de Katsuki por su muñeca hasta volver a la sala de té donde sus amigos esperaban preocupados por ellos.

—Lo sentimos tanto —dijeron Sero y Kaminari, seguros de haber sido ellos los que provocaron el accidente.

—No es culpa de nadie —insistió Izuku, que sonrió para todos—. Uhm... ¿Podríamos sólo olvidar ese malentendido y disfrutar de la fiesta?

—Oh, es cierto —dijo Ashido con exaltación—. ¡Es tu cumpleaños!

Y bajo ese llamado, retomaron los festejos.

 

Katsuki no había planeado centrar la atención en él cuando le entregó sus regalos a Izuku.

Puede que por una falsa percepción diera por sentado que el momento de entregar obsequios les requeriría de apenas unos minutos y luego quedaría olvidado, pero claro, no contaba con la perenne alegría de Uraraka y Ashido, que forzaron sobre Izuku el asiento de honor en la cabecera de la mesa, le coronaron con un sombrero de cartón colorido que lo proclamaba el cumpleañero, e hicieron que la entrega de regalos fuera todo un proceso ceremonioso.

Uno a uno fueron entregando los obsequios e Izuku los abrió, siempre sonriente por lo que recibía y agradecido a pesar de las molestias que ocasionaba.

En otra persona, la escena habría resultado falsa e imposible de creer, pero no con Izuku, que en verdad se sonrojaba y tartamudeaba, incrédulo del grupo de amigos que esa tarde se habían congregado para festejar con él de corazón su estancia en el mundo.

Al otro extremo de la mesa, en una esquina, Katsuki fue el último en entregar su regalo, no sin antes luchar contra el tirón fuerte que le dio Uraraka para soltarlos por fin.

—¿Dos regalos, eh? —Elogió Sero, y Katsuki hundió la cabeza.

—Lo que sea. No es gran cosa.

—Lo será porque viene de ti, Kacchan —dijo Izuku, que abrió primero el regalo más pequeño y se topó con una camiseta que en centro tenía una única palabra: Edredón.

—¡Kacchan, lo recordaste! —Exclamó Izuku con emoción, para confusión de todos menos sus amigos más allegados.

—Esperen, no entiendo el chiste —dijo Kirishima, y fue Uraraka la que explicó la historia.

—Pasa que Izuku solía tener una enorme colección de camisetas que en el centro tenían palabras ridículas como smoking, camisa, pantalones...

—Bermudas —suplió Iida.

—Overoles —se sumó Todoroki.

—Seh, una camiseta que pretendía ser cualquier otra prenda menos una camiseta.

—Mamá me hizo utilizarlas sólo para dormir, pero siguen siendo mis favoritas —reveló Izuku, colocándosela encima de la ropa para cerciorarse que la talla fuera correcta—. Gracias, Katsuki.

Con un gruñido, Katsuki las aceptó.

Luego llegó el turno del segundo regalo, al que Izuku le bastó sólo un vistazo, un par de páginas antes de palidecer y que su sonrisa perdiera el brillo de antes. A su alrededor, se hizo un silencio sólo roto por Ashido, que preguntó qué tenía ese cuaderno.

—Uhm... —Izuku alzó la vista, y la posó en Katsuki unos segundos antes de cerrar el cuaderno y desviar su respuesta—. Gracias. Lo leeré después.

Nadie se atrevió a investigar qué significaba todo aquello, y como entonces se abrió el shouji y entró Fuyumi con el pastel de 2 pisos que recién había pasado a la pastelería a recoger, el tema pasó a segundo término hasta quedar olvidado.

Pero no para Katsuki e Izuku. Y como se demostraría después, tampoco para Todoroki.

 

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Notas finales:

Katsuki pide disculpas e Izuku... Bueno, eso lo sabrán en el siguiente capítulo.

Aparece Dabi/Touya y hay menciones de Hawks, así que pueden apostar que no es lo último que se sabrá de él. La trama se dirige hacia el nudo y varias líneas argumentales se unen.

Graxie por leer, nos vemos el miércoles (con comentarios) o el próximo lunes (sin)~!


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