Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Futatsu ni hitotsu! (¡Es uno o es otro!) por Marbius

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

15.- Confrontación de egos.

 

Katsuki acompañó a Izuku a casa. O mejor sería decir, Izuku le insistió a Todoroki que no necesitaba de su compañía más allá de la estación del tren, y en cambio le pidió a Katsuki tomar con él la ruta larga que los llevaría al cruce de caminos donde les tocaría despedirse.

Después de la fiesta de cumpleaños, donde comieron, bebieron, cortaron el pastel y disfrutaron de un karaoke improvisado que además quedó aderezado con los fuegos artificiales que Katsuki había comprado como sorpresa, los dos volvían a casa mucho más tarde de lo que era prudente en una noche de escuela. El reloj de Katsuki casi marcaba las 11, y en casa seguro que le esperaría una reprimenda a pesar de haber llamado antes para informar que llegaría tarde, pero ni ese panorama lo hizo acelerar el paso cuando la noche les ofrecía un alivio al calor del verano e Izuku se mantenía a su lado, brazo con brazo.

—Hoy por fin cumplí 18 y no me siento nada diferente al yo de ayer —dijo Izuku, rompiendo el silencio entre los dos.

Con las manos en los bolsillos y el corazón latiéndole más cerca de la garganta que del pecho, Katsuki soltó un gruñido que pretendía ser de entendimiento, y que Izuku interpretó correctamente.

—Sin embargo —prosiguió éste—, sí me siento diferente al yo de otros años. Especialmente al yo de 15 años que estaba enamorado de ti y lo toleraba todo de ti por amor.

Katsuki se paró en seco, y lo mismo hizo Izuku, que le miró con ojos húmedos.

—Ese cuaderno que me has dado...

—Tienes que leer la última página —dijo Katsuki con voz ronca—. Ya estoy escribiendo la segunda parte. Hay muchas cosas de las que tengo que disculparme todavía...

—¿Sí? —Izuku exhaló—. Apuesto a que en ningún número de tu lista encontraré la única disculpa que me importa.

—¿De qué-...?

—Me rompiste el corazón, Kacchan —dijo Izuku, la voz baja y agarrotada—. Aunque supongo que no hay disculpa que valga porque eso era un asunto de dos y yo también me lo busqué. No podía esperar a que mis sentimientos por ti fueran recíprocos cuando a diario me pegaban palizas, supongo...

—Lo eran —dijo Katsuki en apenas un aliento—. Lo siguen siendo. Es sólo que...

Izuku denegó con la cabeza y se apartó cuando Katsuki extendió un brazo queriendo tocarlo.

—Te perdono. Aquí y ahora. De corazón. Te perdono, Kacchan. Veo la persona que eres ahora y en quién te has convertido por simple terquedad, y te perdono no porque sea lo correcto o porque tu autopenitencia haya terminado, sino porque en mí, aquí —dijo Izuku al llevarse el puño derecho al pecho— no hay ni una gota de rencor.

—Entonces el cuaderno...

—Lo conservaré —se apresuró Izuku a afirmar—. Te ha tomado lo suyo llenarlo, ¿uh? Eso no significa que no tiene valor. Sólo incrementa la fe que tenía en ti de que algún día te convertirías en la persona que estaba destinada a ser.

Katsuki rió con amargura. —Lo dices como en verdad lo creyeras.

—Así era.

—Lo dudo. ¿Quién piensa en eso de su atormentador cuando sufre de acoso constante, uh?

—Tú siempre —dijo Izuku al mirarlo a los ojos— fuiste antes que nada mi mejor amigo. El resto ocupaba un segundo puesto.

Katsuki se pasó la mano por el rostro con frustración. —Tienes que estar de broma. Eres... —«Demasiado bueno; demasiado perfecto en este mundo tan cruel al que yo contribuyo de manera negativa»—. Un completo idiota.

—¿Sí? Puede ser. Nunca me has llamado algo más que idiota. ¿No hay algún número de disculpa en tu cuaderno por eso?

—Debe estar en las primeras páginas —masculló Katsuki, y pese a todo, Izuku le sonrió.

—Todavía sigue siendo mi cumpleaños.

—¿Y qué? Apenas queda una hora. Menos que eso en realidad.

—Es suficiente —dijo Izuku—, y lo que quiero pedir no es demasiado.

—Ya te regalé algo. Dos cosas de hecho. No seas ambicioso.

—Está bien. —Pero al intentar dar un paso más, Katsuki lo retuvo con la mano en el hombro.

—No, ¿de qué se trata?

—¿Podemos dejar todo en el pasado y volver a ser amigos?

—Esas son otras dos cosas.

—¿Sí o no, Kacchan?

—¿Ya eras así de pesado cuando crío? —Gruñó éste, pero no había molestia en su tono de voz, sino una leve burla. Izuku hizo un puchero.

—Ya no soy un crío. Tengo 18.

—Gran cosa, igual que yo.

—Entonces... —Izuku le miró con un gesto que cualquier podría confundir de coquetería, pero no Katsuki. Porque aquella era la mirada patentada de Izuku que éste utilizaba para salirse con la suya cuando los dos se metían en problemas. Como cuando Katsuki lanzó demasiado alto su balón de futbol y rompió la ventana de una anciana. Entonces Izuku asumió el cargo, y con ojos tan tiernos que recordaban a los de una oveja, los salvó a ambos de las sendas regañadas de sus vidas y que llamaran a sus padres.

Katsuki se había creído inmune a esa mirada, pero resultó ser que no.

—¿Entonces qué? —Inquirió con la boca seca.

—¿Amigos?

—Tú y yo... —«No puedo ser tu amigo, idiota. No después de todo lo que hemos pasado juntos... Ahora que sé a qué sabe cada centímetro de tu cuerpo y...», pero Katsuki cortó de tajo la voz de su consciencia—. Amigos. Vale.

—Genial. Y por cierto...

—¿Uh?

—Gracias por tu regalo. El otro regalo. No tenía esa camiseta.

Katsuki puso los ojos en blanco. —Ya, como sea. Qué bien que te gustó.

Y retomando el ritmo de sus pisadas, continuaron caminando de vuelta a casa.

 

Katsuki se pasó el resto de la semana disfrutando de la relativa calma que traía consigo volver a ser amigo de Izuku. Por su cuenta, éste le había escrito el jueves de madrugada, apenas unas horas después de que se hubieran separado en el cruce de caminos para informarle que había terminado de leer el cuaderno y que no recordaba ni la mitad de las cosas que estaban escritas ahí. Que Katsuki debía ser menos duro consigo mismo.

 

KB: Y tú deberías de irte a la cama y dormir.

KB: Son las jodidas 4 de la mañana, ¡duerme o mañana no podrás mantenerte despierto en clase!

 

Por su cuenta tampoco había podido Katsuki dormir mucho después de aquellos mensajes, así que se presentó a clases con ojeras y bostezos que repartió a lo largo del día.

—Sólo un poco más, un día más y seremos libres, ¿eh, colega? —Le chanceó Kirishima a la menor oportunidad, pero Katsuki se guardó de mencionar que le importaban poco o nada las vacaciones que se avecinaban.

Para mal que Katsuki seguía sin tener en claro qué planes iba a seguir después de la graduación, así que su tutor había llamado a casa y pedido una cita con ambos padres para hablar al respecto. A Katsuki no podía sentarle peor la idea de que llegara el viernes, porque tendría que lidiar con su profesor y sus padres en la misma sala acribillándolo con preguntas para las cuales no tenía respuesta.

¿Qué quería hacer? ¿A qué quería dedicarse? ¿Cuáles eran sus habilidades? ¿Cómo se visualizaba en los próximos 5 años? Aquellas eran las preguntas más usuales, y en su momento, Katsuki había dado respuestas dispares para las cuales no existía una carrera o profesión que le interesara. Sin tener claro siquiera qué iba a hacer frente a esas 6 semanas de vacaciones de verano que tenía por delante, Katsuki no se imaginaba lo que le deparaban los próximos años de su vida, ni quería intentarlo ya que estaba... De momento, el limbo le bastaba y muchas gracias.

Distraído porque sus pensamientos iban y venían entre Izuku, la fiesta de ayer, Izuku de vuelta, su futuro, y una vez más Izuku y cómo lo estaría pasando después de haberse desvelado la noche anterior, Katsuki vislumbró a través de la ventana una figura con la que se había familiarizado en el último mes y que no encajaba para nada en la entrada de Aldera.

Por debajo de la mesa, Katsuki le escribió a Izuku.

 

KB: ¿Qué hace tu novio afuera de la escuela?

IM: ¿A qué te refieres?

KB: A que está aquí, en Aldera, y no me imagino a quién más que a mí pudo haber venido a visitar.

IM: Shouto dijo que se iría temprano a casa porque tenía jaqueca. Seguro lo estás confundiendo con alguien más.

 

«Seguro, porque idiotas con el cabello de dos tonalidades diferentes los hay por doquier en Musutafu», pensó Katsuki, que se guardó el móvil y toleró la última hora de clase con creciente irritación. Rechinando los dientes de impaciencia, Katsuki fue el primero en ponerse de pie apenas sonó la alarma, pero no hizo más mientras sus compañeros guardaban sus objetos personales y se disponían a salir.

—Vamos, Bakugou —le apresuró Kaminari al pasar a su lado. Esa tarde tenían una sesión especial con la banda.

—Te alcanzo en unos minutos —masculló Katsuki, que se asomó unos segundos por la ventana antes de decidir que no era su problema.

Seguro no era nada. Una casualidad. ¿Y qué más daba si Shouto Todoroki continuaba recargado contra la reja de Aldera? Seguro que no era a él a quien esperaba o el motivo de su visita. Probablemente no al menos...

Con ese autoengaño que muchas veces le había servido para excusar lo peor de su conducta, Katsuki se dirigió al aula de música, sólo para descubrir que todos sus amigos lo esperaban ahí. Y no sólo los de la banda, sino también el hatajo de idiotas de su clase.

Yaoyorozu en especial quería hablar con él y avanzó en su dirección apenas lo vio entrar.

—Ah, ahí estás, Bakugou —se dirigió a él apenas lo vio—. Todoroki te está buscando.

—¿A mí? —Katsuki dejó caer su mochila en una de las sillas libres—. No tengo ningún asunto con él.

—No seas así —le riñó Sero con buen humor—. Ya quisiera yo que Todoroki viniera a buscarme a mí a la escuela. Sería una especie de sueño hecho realidad.

—¿Desde cuándo eres gay? —Se burló Kaminari de él, pero Sero no se lo tomó a mal.

—Desde que Todoroki ha roto todos los récords de preparatoria en la región con sus lanzamientos y bateos. No me importaría tomarle de la mano y decirle a todos que soy su chico si a cambio le diera asientos de primera para asistir a sus partidos.

—Gay por un tonto juego de béisbol —comentó Jirou, poniendo los ojos en blanco.

—¡No es un tonto juego de béisbol! —Se defendió Sero—. Además no lo entenderías a menos de que lo vieras jugar. Todoroki puede batear tanto con derecha como izquierda, lo mismo lanzar, y ahí es donde radica su genialidad. ¡Genios como él sólo nacen una vez cada millón de años o algo así!

—Ya, basta —intervino Ashido, pues siempre que hablaban de deportes era Sero el que se emocionaba hasta casi resultar un incordio—. Todoroki te busca, Bakugou, y te habrías enterado si alguna vez revisaras el grupo de Line en el que estamos todos.

Katsuki se palpó el bolsillo hasta dar con su móvil, y con una mueca descubrió que ese chat superaba los 10,000 mensajes.

—Ugh, ¿pero qué tanto escriben aquí si nos vemos a diario en clases? —Gruñó Katsuki al abrir el chat. Sin molestarse en revisar desde el inicio, leyó los últimos mensajes, donde en efecto, Todoroki preguntaba por él y el resto de sus amigos hacían memoria de la última vez que lo habían visto.

Yaoyorozu había sido la última en escribir, y su mensaje sólo clarificaba que Katsuki estaba en la sala de música y que lo mandarían a la entrada de la escuela.

—No pienso bajar —se negó Katsuki en redondo, molesto de verse envuelto en aquel circo que en su opinión no le incumbía a pesar de ser el personaje principal del enredo—. Yo no tengo nada en común y mucho menos de qué hablar con ese idiota bicolor.

—¿Idiota bicolor? —Repitió Kaminari—. Buena esa.

—Cállate —dijo Katsuki al cruzarse de brazos, irritado por todos los pares de ojos que se habían clavado en él.

—Todoroki parece tener un asunto serio que hablar contigo, Bakugou —dijo Yaoyorozu, que intentó fungir como mediadora, pero Katsuki no estaba de humor.

—No me importa. No hay nada que ese idiota pueda decirme y que yo quiera escuchar. Lo que sea que quiera hablar conmigo no me interesa en lo más absoluto. Por mí, puede irse por donde vino.

—Woah, alguien está a la defensiva —dijo Sero.

—Más bien parece que te levantaste del lado equivocado de la cama esta mañana —se sumó Kaminari a las burlas.

—¿No te has peleado con Todoroki, o sí, Bakugou? —Preguntó Kirishima, y éste le dedicó una mirada de enojo reconcentrado.

—¡No!

—Vale, no es necesario gritar —intervino Jirou, pero sólo contribuyó a que Katsuki se mostrara más hosco y se cerrara sobre sí mismo.

—Probablemente a Todoroki no le gusta lo que hay entre se novio y el amigo de la infancia de éste —dijo Tokoyami, que hasta entonces se había mantenido sentado en un rincón y con su guitarra en el regazo mientras ajustaba las cuerdas.

Todos se giraron en su dirección, Katsuki incluido, que abrió y cerró la boca repetidas veces sin conseguir que ningún sonido saliera.

—¿Pero qué... carajos? —Articuló Kirishima por todos los ahí presentes, y Tokoyami se encogió de hombros.

—Es obvio. Midoriya lo ha hecho evidente, y Bakugou... Bueno...

—¡Yo qué, cabeza de pájaro! —Estalló Katsuki, furioso por tener que estar en el centro del huracán por segunda vez en un tiempo tan corto de tiempo.

Jirou suspiró. —Si vamos a hablar abiertamente de esto...

—¡Nadie tiene nada que hablar al respecto! —Refunfuñó Katsuki, posando su mirada en cada uno de los presentes—. No es asunto suyo y... y...

—Colega —se acercó Kirishima a pasarle un brazo por los hombros y detener los temblores que sólo entonces fue Katsuki consciente de tener—. Está bien. Estamos contigo. Nadie pensará diferente de ti por esto.

—Mierda.

—Vocabulario —le amonestó Yaoyorozu, que por lo demás se mantuvo igual de serena que el resto—. Deberías de darnos un poco más de crédito, Bakugou.

—Sí, puede que te resistas a considerarnos tus amigos o a llamarnos como tal —se sumó Ashido—, pero lo somos. Y... Si no decíamos algo era porque...

—Queríamos esperar a que tú fueras el primero en hacerlo —terció Jirou, en lo que parecía ser una conversación que las chicas habían tenido de antemano por su cuenta y que estaba cristalizando uno de los peores temores de Katsuki.

—Eres gay, ¿o no? —Preguntó Kaminari, que sin mucho tacto preguntó con curiosidad y sin una traza de reproche en su voz.

Katsuki apretó los labios, y su cuerpo se tensó en una reacción natural de pelear o huir para la cual todavía no tenía una respuesta. A su lado, Kirishima intensificó la fuerza de su agarre, impidiéndole la segunda opción, aunque sin saberlo también la primera. Incluso si no era necesario llegar a esos extremos, Katsuki comprendió en el aquí y el ahora que Kirishima estaba de su lado, y a su manera, le estaba brindando todo su apoyo en casi de necesitarlo.

—¡Denki! —Le regañó Jirou, y éste junto las palmas de las manos frente a él y se disculpó por su insensibilidad de abordar un tema tan delicado como ese.

—Pero lo eres, ¿correcto? —Presionó Sero—. Porque si no, entonces en verdad somos el hatajo de idiotas que nos has llamado siempre por pensar lo que no es.

—Chicos... —Dijo Yaoyorozu con una exhalación—. No presionen a Bakugou. Él nos dirá cuando considere necesario si es que-...

—Lo soy —dijo Katsuki de pronto, su voz firme y reverberante en la habitación, cortando cualquier otro sonido salvo el de sus respiraciones—. Gay. Quiero decir. Soy gay.

Todos guardaron un silencio reverencial; nadie quería ser el primero en romperlo, pero alguien tenía que hacerlo. Y ese fue Kirishima con su habitual buen humor que contrastaba tanto con el que era característico de Katsuki.

—Genial, colega —dijo con afecto, pegando su cabeza a la de Katsuki y haciendo un gesto felino al refregarse contra él unos segundos—. Así cuando salgamos todos juntos te buscaremos chicos guapos en lugar de chicas lindas, ¿verdad? —Confirmó con el resto de sus amigos, que en mayor o menor medida afirmaron sus palabras con asentimientos y ‘sí, dalo por sentado’ a media voz.

—Dudo que Katsuki tenga interés en cualquier chico guapo —dijo Tokoyami, dando en el clavo por segunda vez en los últimos minutos—, o que no guarde relación con Todoroki esperando por él afuera de la escuela.

—Joder... —Exhaló Katsuki, quitándose de encima el brazo de Kirishima—. ¿Tanto les preocupa qué haga ese idiota bicolor en la escuela? Vale, iré a ver qué quiere —dijo con mucha más fachada de la que era saludable para una situación como esa.

Katsuki ya había salido del aula de música y estaba reconsiderando si no sería mejor esconderse en alguno de los armarios de limpieza hasta que todo pasara y de una vez por todas lo dejaran en paz, cuando la puerta volvió a abrirse y salió Yaoyorozu, que apenas verlo corrió hasta él y se le emparejó al lado mientras los dos bajaban las escaleras.

—No te irás a pelear con Todoroki, ¿o sí, Bakugou?

—Nah. Eso no depende de mí.

—Bakugou... —Yaoyorozu se expresó en un tono doliente, en su totalidad plagado de nervios—. Por favor no te pelees en terrenos escolares. Podrían suspenderte, o peor, expulsarte por algo como eso.

—Ya, desventajas de no tener los beneficios de los Shigaraki a mi lado, ¿uh? —Gruñó Katsuki, y luego contrajo el rostro en una mueca por lo estúpido de su comentario.

—Hablo en serio —insistió Yaoyorozu, que comenzó a jadear por el esfuerzo de seguirle el paso a través de un pasillo—. Shouto es también mi amigo, y sería sumamente desagradable que pelearan por...

—¿Qué, por Izuku? —Rellenó Katsuki el espacio en su conversación, frenando de golpe y recibiendo de lleno a la chica cuando se estrelló contra su espalda—. ¿Es eso lo que te parece desagradable?

—Entonces lo admites...

—¡Yo no estoy admitiendo nada! —Volvió a estallar Katsuki—. Soy yo el que intenta llevar una vida normal y Todoroki el que pide hablar a las afueras de la escuela como un maldito matón con una vendetta que nadie entiende salvo él.

—Eso no es lo que Shouto intenta hac-...

—¿Qué te hace pensar que estás tan enterada de los asuntos de ese idiota bicolor? —La interrumpió Katsuki al girarse y enfrentar a Yaoyorozu.

Como siempre que era consciente de ello, Katsuki encontró fastidioso que Yaoyorozu fuera diferente a las chicas en materia de estatura. A lo largo de todo el primer año de preparatoria, ella había sido la más alta de su grupo de amigos, sólo superada por Sero porque éste estaba más cerca del 1.8m que nadie. Y Katsuki lo había aguantado con poco agrado. Sólo hasta segundo año consiguió emparejársele, y apenas el otoño anterior había conseguido superarla en estatura. Y no por mucho. Katsuki sólo tenía que hacer un pequeño ajuste en su cuello para mirarla directo a los ojos en condiciones de iguales, algo que con Ashido o Jirou no era necesario en lo absoluto.

Yaoyorozu no le rehuyó la mirada, sino que se la sostuvo.

—¿A ti te gusta Izuku, Bakugou?

—Eso no es asunto tuyo.

—Si no te atreves a negarlo...

—¿Qué esto, la primaria? Y mis sentimientos por Izuku o la falta de los mismos no es asunto de nadie, ¡absolutamente nadie!

—¿Entonces por qué no-...?

—¿Podrían guardar silencio? —Les interrumpió una voz, que resultó ser la de su profesor Aizawa saliendo del aula más cercana, con ojos entrecerrados analizando la situación y rictus de molestia—. A menos que prefieran detención.

—Profesor —se acobardó Yaoyorozu, siempre la buena chica que preferiría agachar la cabeza antes que desafiar cualquier autoridad.

Pero no Katsuki. —No es nada.

—No me parece nada, Bakugou.

Con un resoplido, Katsuki se mantuvo firme. —Sólo conversábamos.

—¿Sí? —Aizawa-sensei exhaló con pesadez—. Pues vayan y conversen afuera. Donde no tenga que oírlos o enterarme de sus asuntos.

Obedeciendo su orden implícita para librarse de la reprimenda que con toda seguridad tenía que implementar sobre ellos como profesor, Yaoyorozu tiró de la muñeca de Katsuki y bajaron otro piso del edificio antes de resumir su conversación de antes.

—¿Y bien? —Inquirió Yaoyorozu, apretando la muñeca de Katsuki con más fuerza de la que éste podía darle crédito a la chica cuando su apariencia era tan femenina—. ¿Te gusta o no Izuku?

—¿Qué es para ti, por qué te interesa tanto?

—Porque Shouto es mi amigo, y... Él tiene sus reservas.

—Me importa un carajo si ese idiota bicolor se siente amenazado por mí.

—No es por ti. Sino por Izuku. Él tiene claro que a ti te gusta, pero...

—¿Qué, inseguro de que sea mutuo?

—Bakugou...

—Da igual —se zafó éste con un tirón—. Hablaré con él y aclararé este estúpido malentendido de una vez por todas.

—Si piensas pelearte...

—Como si Todoroki no pudiera defenderse —replicó Katsuki. «O lanzar el primer golpe», suplió su mente, al tanto de que si lo que acababa de contarle Yaoyorozu era verdad, entonces...

Sin hacer caso de la expresión contrariada de su compañera, Katsuki salió del edificio y con las manos en el bolsillo se acercó a la verja, donde Todoroki revisaba su móvil y aguardaba paciente como una estatua de sal esperando sin que pareciera importarle el tiempo que le costara.

Katsuki se detuvo frente a Todoroki a un escaso metro de distancia, y esperó a que éste reparara en su presencia alzando el rostro y entrecerrando esos extraños ojos suyos de colores sobre él.

—Bakugou —dijo Todoroki, y su siguiente oración le puso a éste al tanto de hacia dónde se dirigiría—. ¿O debo llamarte Kacchan?

—Si me has llamado aquí para hablar de tus inseguridades-...

—Vine a pedirte que te alejes de Izuku —dijo Todoroki sin importarla la impertinencia—. Es todo.

—No.

—¿Disculpa?

—¿Tienes algo más que decir? Porque francamente esto es una pérdida total de mi tiempo qu-... —Amagó Katsuki retirarse, pero Todoroki despegó su pared del muro en el que estaba apoyado y mostró de una vez por todas la postura amenazante de la que su cuerpo era capaz.

Vale, que Katsuki no era ciego. En la playa había visto el cuerpo de Todoroki, más alto que él y con músculos definidos gracias al béisbol y sus entrenamientos, pero confiaba de sus propias habilidades. No en balde Katsuki había estado en el equipo de kendo, y sus habilidades para pelear eran legendarias desde siempre incluso si tenía casi 3 años sin protagonizar una confrontación de puños.

—Deja a Izuku en paz —repitió Todoroki su petición—. Mantente alejado de él. Eso si sabes lo que te conviene.

—¿Qué, y tú lo sabes mejor que yo? —Lanzó Katsuki de vuelta su bravata, y su cuerpo se tensó por inercia preparado para pelear.

Con la adrenalina bombeando fuerte en su sistema, los sentidos de Katsuki se alertaron al máximo para recibir un primer golpe que jamás llegó. Al parecer, Todoroki creía poder establecer su dominancia con palabras, sin entender que un asunto como ése sólo podía resolverse con puños, sangre y sudor.

—Soy su novio, claro que sé lo que le conviene.

—Vaya, posesivo. ¿Es eso lo que Izuku vio en ti y lo enamoró? —Ironizó Katsuki con fingida dulzura, y Todoroki le miró con odio—. Izuku no es ningún niño pequeño. Si él quiere que me aleje, lo haré, pero no recibo órdenes de su ridículo novio con un igualmente ridículo trabajo de teñido.

—¡Es natural! —Rebatió Todoroki con acaloramiento. «¡Bingo!», pensó Katsuki por haber dado en un punto débil sin siquiera intentarlo. Suerte de primerizos—. Da lo mismo. Eres una terrible persona, e Izuku no debería tener nada que ver contigo.

—Ya, pero esa sigue siendo una decisión para él. No tuya.

Todoroki dio un paso al frente, y con su índice golpeó a Katsuki en el pecho. —¿Crees que estoy ciego? ¿Que soy yo el que no puede ver cómo lo miras?

—¿Y? —Se enfrentó Katsuki a él sin retroceder un centímetro—. ¿Tan inseguro te sientes de lo que soy yo en la vida de Izuku? —Una pausa y luego un comentario burlón—. ¿Lo celas así de todos sus amigos? ¿Eres así de inseguro cuando Izuku habla con Iida? ¿O acaso te molesta que ahora tiene más amigos que antes y no te necesita igual?

Todoroki inhaló profundo, y la frialdad en sus ojos contrastó de manera diferente en sus pupilas. De un lado, su ojo turquesa centelleó como hielo, mientras que el otro de un tono grisáceo se aceró al rojo vivo.

—Actúas como si lo que le hiciste a Izuku no tuviera peso alguno en tu existencia o la de él —dijo Todoroki—. Vuelves a su vida como si nada, y pretendes hacer borrón y cuenta nueva como si... como si...

—Eso no es asunto tuyo —dijo Katsuki, sintiéndolo de veras—. Es entre Izuku y yo.

—Él me lo contó todo.

—Ah, esa frase de nuevo —dijo Katsuki, poniendo los ojos en blanco—. ¿Por qué Uraraka y tú no forman un club de apoyo? Porque lamento informarles que Izuku no se les unirá.

—No, para él todo está superado. Así de grande es su corazón y habilidad para perdonar, o quizá sólo es que jamás perdió las esperanzas de tenerte, de que tú lo tuvieras a él.

A Katsuki se le secó la garganta. —Tú no sabes nada.

—Sé lo suficiente.

—Bravo, pero no estuviste ahí, no sabes ni una mierda —se le encaró Katsuki, empujando a Todoroki por el hombro y haciendo que retrocediera medio paso—. ¿A ti qué más te da lo que nos une a Izuku y a mí? No te incumbe en lo más mínimo.

—Lo hace cuando vuelves a su vida y no tienes otro objetivo más que volver a arruinársela.

—No es el caso, y si lo fuera, ya Izuku se habría apartado. ¿O es que no le das crédito suficiente?

—Izuku puede comportarse como un ciego cuando se trata de ti —gruñó Todoroki—. Te atribuye demasiados méritos y cambios. Olvida que ya le rompiste el corazón una vez-...

—¡Cállate!

—... y que por diversión no te importaría volver a hacerlo —finalizó Todoroki con un jadeo, los dos sofocados por el esfuerzo de mantener aquella conversación—. Aléjate de Izuku. Es la primera y última vez que te lo advertiré, y digo esto como su novio, pero también como uno de sus mejores amigos: Él está mejor sin ti. Acéptalo de una vez y guarda tu distancia.

—Eso lo decidirá Izuku en persona.

Todoroki resopló, y dijo entre dientes: —Maldito egoísta.

—Imbécil.

Katsuki se quedó ahí parado mientras Todoroki se volvía a colgar su mochila al hombro y le dedicaba una última mirada de desprecio.

—Intenta algo, cualquier cosa... Y te haré pagar.

Sin replicar a su amenaza, Katsuki aguardó a que Todoroki se alejara calle abajo antes de sacar su móvil y escribirle a la única persona con la que se sentía de ánimos para hablar.

 

KB: Tu jodido novio vino a Aldera y me amenazó.

KB: Tú y yo tenemos que hablar.

KB: Hoy.

KB: Esto no admite demoras.

 

A la espera de que Izuku negara la participación de su novio como había hecho apenas unas horas antes, Katsuki alzó las cejas cuando el siguiente mensaje apareció en su pantalla.

 

IM: Ok.

IM: ¿Lugar y hora?

 

Katsuki propuso una tienda de donas que quedaba en medio de sus dos escuelas y para tiempo lo que él calculaba que le tomaría terminar el ensayo con la banda y llegar ahí.

Izuku estuvo de acuerdo, y así zanjaron esa cita que no era una cita en el sentido estricto de la palabra.

 

—Lo siento tanto, tantísimo —fueron las primeras palabras que Izuku (quien llegó unos minutos antes a la tienda) dijo a Katsuki apenas verlo, y acompañó sus disculpas con un gesto de contrición absoluto al inclinarse frente a sí mismo y agachar la cabeza como si realmente fuera su culpa, como si las acciones de su novio fueran en verdad su responsabilidad y estuvieran dentro de su control.

El Katsuki del pasado se habría regodeado en esa inmerecida disculpa, reclamando a Izuku el ir contando por ahí del pasado que los unía y negando asumir su parte de la responsabilidad que le correspondía, pero... Él ya no era esa persona. El Katsuki Bakugou que en tercero de secundaria había tenido en su mano el corazón de Izuku y lo había dejado caer y después pisoteado para cerciorarse de que estaba roto ya no existía.

Ahora en cambio sintió vergüenza de sus acciones pasadas, del daño que había infligido, del filo de sus palabras, porque no era Izuku el que debía agachar la cabeza e implorar perdón, sino él.

—Hey... —Dijo Katsuki al soltar su mochila sin importarle que acabar en el piso y poner sus manos en los hombros de Izuku hasta obligarlo a enderezarse—. ¿Por qué te disculpas? No fuiste tú... No es necesario... Ha sido Todoroki el que-...

—Porque yo... —Ahogado con un acceso de llanto como los que solía tener de pequeño (y no tan pequeño; Katsuki todavía podía recordarlo en su último año de secundaria con los ojos anegados en llanto cada vez que vaciaba el contenido de su mochila en el estanque de la escuela), Izuku y su cordura parecían perder de un mismo hilo.

—Ven —le guió Katsuki lejos de aquel punto de encuentro donde cualquier persona que pasara pudiera malinterpretar sus interacciones.

Katsuki cargó con su mochila y la de Izuku, y encontró para ambos un parque y una banca solitaria.

—Ten, no llores —le ofreció su pañuelo, e Izuku lo tomó con ambas manos y se cubrió el rostro con él—. Iré por bebidas. Espérame aquí.

De ida, Katsuki había localizado una máquina dispensadora, y eligió dos bebidas que le gustaban a Izuku. Prefería en esos momentos darle la oportunidad de elegir, incluso si cualquiera de los dos sabores era demasiado dulce para él beberse la otra.

A su vuelta, Izuku ya había conseguido tranquilizarse, pero parecía a punto de soltarse llorando si es que Katsuki decía una frase equivocada.

—Y al final no compramos donas —dijo con voz gruesa por el llanto,

—Todavía puedo ir y comprar unas.

—No, quédate —pidió Izuku, extendiendo su mano y agarrando la orilla de la chaqueta del gakuran de Katsuki—. En un momento se me pasa. No es nada.

Katsuki así lo hizo, todavía con las bebidas en ambas manos e inseguro de cómo proceder. De pequeño había sido bueno para consolar a Izuku y hacerle olvidar las causas de su llanto, pero esa había sido una habilidad suya que se atrofió con los años y que ahora apenas recordaba cómo utilizar. Sin embargo, la compasión y la memoria motriz iban de la mano, porque dejando sus bebidas en la banca, Katsuki le echó el brazo sobre los hombros y lo atrajo contra sí.

—¿Por qué carajos lloras? —Preguntó en un tono mucho más sosegado de lo que sus palabras indicaban.

Izuku escondió el rostro en su pecho y balbuceó una respuesta inteligible.

—Otra vez.

—Detesto cuando Shouto y yo peleamos.

—De hecho hemos sido yo y tu novio los que hemos discutido.

—Le he llamado después de tu mensaje y... ¿Sabes lo que me dijo?

—Deléitame con su respuesta.

—¡Que él me había defendido! ¡Que-...! —Izuku se sulfuró, y la tristeza dio paso al enojo—. Que yo debería estar agradecido porque te había puesto en su lugar y no tendríamos más que lidiar contigo. ¿Puedes creerlo?

—Pf, lo creo —exhaló Katsuki—. Aunque está equivocado.

—¿Uh?

—Yo le dejé bien claro que no pensaba apartarme si nadie más que tú me lo pedía.

—Oh.

Katsuki ciñó más su mano sobre el hombro de Izuku, y preguntó, porque no saber corría el riesgo de ser su ruina personal.

—No quieres que me aleje... ¿O sí?

—No. Para nada —confirmó Izuku alzando la vista y mostrando sus ojos rojos y las pestañas húmedas.

Katsuki tuvo un déjà vu de cuando eran críos y sus mayores preocupaciones eran no rasparse las rodillas y tener suerte en las máquinas de gachapon donde depositaban sus mesadas. Aquellos eran tiempos felices, sólo que todavía no lo sabían.

—Cuando... —Katsuki clavó la vista al frente, y en su pecho, el corazón le empezó a latir con rapidez—. Cuando antes dijiste que le habías contado a Todoroki todo lo que ocurrió entre nosotros...

—¿Sí?

—¿Es, pues... todo? —Katsuki suspiró—. Quiero decir...

—Sí, todo —murmuró Izuku y sus ojos volvieron a nublarse con lágrimas—. Entiendo si estás furioso de haber contado eso sin tu autorización, pero...

—No tengo derecho a estarlo —gruñó Katsuki—. Lo hecho, hecho está.

—Kacchan...

—¿Y Uraraka sabe lo mismo?

—Básicamente... sí.

—Eso explica que también me odie.

—Ochako en realidad no te odia. Sólo tiene conflicto por la manera en que me trataste, pero ella misma ha admitido que has cambiado y que tus disculpas valen por algo.

—Ya, pero tu novio no es de la misma idea.

—Uhm, no.

—Es justo —dijo Katsuki con pesadez—. Desde su posición, yo haría lo mismo.

—¿Lo dices en serio?

Incluso con todas las implicaciones que traía consigo el confirmarlo, Katsuki así lo hizo. —Sí. Por supuesto.

Con una mano, Izuku se limpió debajo de los ojos y exhaló antes de separarse de Katsuki.

Por su cuenta, Katsuki le ofreció elegir una de las bebidas, y bebió de la otra con una mueca por el exceso de sabor dulce.

—Odio esto —masculló Izuku al cabo de unos minutos de silencio.

—¿Qué? —Inquirió Katsuki, pensando si era su compañía, estar en el parque a esas horas y con ese calor, o si era la combinación, pero Izuku le sorprendió con su respuesta.

—Pelear con Shouto. Raras veces lo hacemos, pero cuando ocurre... Los dos podemos ser tercos a nuestra manera. Nunca sabemos cuándo detenernos, y a veces temo que sea demasiado tarde.

—Seguro lo solucionan.

—Mmm, ojalá. Pero Shouto sale mañana a su campamento de béisbol y apenas tendré noticias de él durante 3 semanas. Si no arreglamos esto antes de que se vaya...

—Bah, así tendrá tiempo de reflexionar lo que hizo mal. Le está bien servido por bufón —dictaminó Katsuki, que sin planearlo así le dio la idea a Izuku de no ser quien buscara a Todoroki antes de su partida para arreglar los problemas entre ellos, y que a la larga, jugaría a su favor.

Pero eso todavía no lo sabía; es más, ni lo sospechaba.

 

/*/*/*/*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).