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Futatsu ni hitotsu! (¡Es uno o es otro!) por Marbius

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6.- Ramen sabor a celos.

 

Katsuki había estado de un humor terrible por el resto de su semana.

De poco había servido que sus amigos estuvieran conscientes de que aquellos brotes de malhumor fueran parte de su personalidad y del contrato social que habían firmado al convertirse en cercanos a su persona, porque al final sólo Kirishima fue capaz de tolerar su presencia por más de 5 minutos.

—Colega, no era necesario que hicieras llorar a Kaminari.

—Se lo merecía. Por idiota.

—Vale, que es un poquitín idiota y todo, pero...

—Bah. Da igual.

Katsuki se había retraído más y más dentro de su persona, gruñendo aquí y contestando mal allá. Incluso durante clase el resto de sus compañeros de curso tuvieron a buen recaudo mantenerse alejados de su persona, porque conforme transcurrían los días, sus niveles de estrés ascendían hasta niveles de estratósfera.

Al final incluso Kirishima se apartó para darle su espacio y dejar que el fin de semana se encargara del resto, pero resultó no ser necesario.

El viernes, poco antes de finalizada la hora del almuerzo (que Katsuki había pasado a solas sentado en las ramas más altas un árbol para no ser una molestia entre su grupo de amigos; al menos tenía la decencia de no ser un incordio voluntario) y al regresar al aula, se topó con que Ashido y Kirishima charlaban de algo que no tardó en despertar su interés.

—... del salón de al lado. Era bastante llamativo con su cabello de dos colores, y sus ojos igual.

—No estoy seguro de recordarlo.

—¡Pues deberías! La mitad de las chicas de nuestro año estaban enamoradas de él, y con justa razón. Era una especie de príncipe de hielo.

—¿Y cómo dices que se llamaba?

—Shouto Todoroki.

Desde su asiento, Katsuki frunció el ceño y prestó atención a aquella charla. ¿No había mencionado Izuku como de pasada que su novio se llamaba Shouto? Porque igual podía ser una casualidad, o no serla, que con un nombre como ese... Y que para mal, Ashido se lo confirmó como tal con su siguiente oración.

—Ochako me lo contó ayer, y apenas podía creerlo. Si esas chicas se enteraran de la verdadera razón por la que Todoroki jamás les dio una oportunidad...

—¿Y estás segura que no es sólo un rumor? Porque, uhm, Deku no me dio esa impresión cuando lo conocimos.

—No hay duda —afirmó Ashido—. La misma Ochako me lo confirmó.

Golpeando su escritorio con el puño cerrado, Katsuki se giró en su dirección y con gesto asesino enseñó los dientes en señal de agresión.

—¡¿Qué tanto estás diciendo, Ashido?!

La chica ni se inmutó, sino que puso los ojos en blanco. Luego de 3 años de estar en el mismo grupo, sabía que Katsuki era mucho ladrar y poco morder.

—Oh, vamos. Que seguro estás al tanto de los gustos de Deku. Era tu mejor amigo hasta la secundaria, ¿o no? Y según Ochako, él siempre ha sido honesto respecto a sus preferencias.

—Eso explicaría las historias de acoso que circulan alrededor de él —dijo Kirishima con gesto distraído, pero Katsuki tuvo una reacción más visceral.

—¡¿Qué?!

—Bueno, son sólo rumores... —Dijo Kirishima—. Es un lío llevar a cabo un registro de quiénes fueron con quién en qué nivel escolar, pero creo haber escuchado alguna vez que Shigaraki y su pandilla se la tenían jurado a alguien de tu misma secundaria. Asumí que era Deku porque... Erm, con un apodo como ese...

—Es una estúpida confusión con el kanji de su nombre —gruñó Katsuki, y después volvió a su posición inicial, dándole la espalda tanto a Kirishima como a Ashido.

La hora del almuerzo no tardó en acabarse, y con ello reanudaron sus clases.

Katsuki fingió prestar atención durante la sesión de literatura moderna que tuvieron a continuación, pero fue inútil. Su mente se dirigía sin parar a las palabras de Kirishima, y de paso, a lo cerca que había estado de que éste desenmascarara su pasado. Después de la secundaria, Katsuki había hecho un esfuerzo consciente por cambiar sus viejos hábitos de matón, y sin pretenderlo en realidad, ocultado de paso aquel pasado como mano derecha en la pandilla de Shigaraki. Suponía él que no era tan descabellado asumir que su persona (siempre impaciencia, más veces que no malhumorada y también boquifloja) podía ser un buen prototipo de acosador escolar, pero la cosa es que nunca había hecho algo como eso frente a sus nuevos amigos, y Katsuki a ratos se sentía vivir una doble existencia, donde por un lado le era imposible dejar el pasado atrás y a la vez intentaba con todas sus fuerzas mantener en pie esa reinvención de su persona a flote.

Incapaz de poner atención durante clase, Katsuki se dedicó las siguientes horas repasando la conversación que Ashido había tenido con Kirishima, en especial la parte del tal Shouto Todoroki que había resultado ser el novio de Izuku.

Katsuki no reconocía el nombre porque al parecer no habían coincidido jamás en la misma escuela a lo largo de su trayectoria escolar, pero el apellido Todoroki era arena de otro costal. Después de todo, ¿quién en Musutafu no estaba al tanto de los Todoroki? El patriarca, Enji Todoroki era un beisbolista retirado de las grandes ligas, incluso había participado un buen número de temporadas en los Estados Unidos, sólo para volver a Japón como el dueño de su propio equipo. Consigo tenía esposa, y varios hijos que al parecer habían seguido sus pasos con el deporte, aunque ni por todo su dinero podría jamás Katsuki reconocer cuántos eran, sus nombres, o siquiera sus rostros. A él le había importado un pimiento el beisbol, más concentrado en el kendo durante sus años de secundaria, pero ahora lamentaba no haber prestado atención a sus alrededores porque se encontraba en desventaja.

Si ese mismo Shouto Todoroki resultaba ser hijo directo de Enji Todoroki, Katsuki podía apostar a que la relación entre él e Izuku no era bien aceptada. Los Todoroki eran una familia que se enorgullecía de su apellido, y hasta donde estaba enterado, al menos uno de los hijos mayores había contraído matrimonio. Creía recordar que era una hija, y Katsuki sólo estaba enterado porque su madre se había encargado del vestido de novia al ser un diseño suyo.

Impaciente por terminar con sus clases del día y dedicarse la tarde entera a hacer labor de investigación, Katsuki saltó de su asiento cuando la última campanada del día anuncio el final de la jornada, y guardando sus pertenencias sin mucho cuidado en su mochila, se apresuró a salir del aula. Katsuki creía haber conseguido eludir a sus amigos, pero como siempre Kirishima había estado atento a sus cambios de humor y lo detuvo en el pasillo sin importarle la brusquedad con la que se sacudió su mano del hombro.

—Colega, ¿pero a dónde vas?

—A casa.

—¿Estás de broma? Hoy es día de ramen con la Bakusquad. No lo habrás olvidado, ¿o sí? Porque eso lastima mis sentimientos —dijo Kirishima como si de sus planes estuviera enterado Katsuki.

Vale, que quizá sí había escuchado éste de Sero que se reunirían a la salida para comer ramen de una tienda nueva que estaba causando furor en el distrito comercial, pero Katsuki no le había dedicado un segundo pensamiento. En lo que a él le incumbía, podía ser un ramen bueno y barato e importarle menor que un naruto.

—Me da igual. Me voy —amagó Katsuki marcharse, pero las siguientes palabras de Kirishima lo hicieron frenar en seco su huida.

—Aw, es una lástima. Pensé que sería una buena oportunidad para que tú e Izuku volvieran a verse y-...

—¿Pero de qué diantres hablas? —Se giró Katsuki de lleno para confrontarlo, y Kirishima resistió la tentación de retroceder un par de pasos cuando su amigo invadió su espacio personal con un aura asesina.

—Uh... Pues que Mina está de lo más feliz por haberse encontrado con Uraraka después de todos estos años, así que la invitó a comer ramen y a traer consigo a Deku. Los demás asumimos que no te importaría.

—Y no lo hace.

—¿Entonces cuál es el problema? Ustedes dos parecían tener mucho de qué hablar el día de tu cumpleaños, así que creímos que salir a comer ramen todos juntos sería una oportunidad perfecta para matar dos pájaros de un solo tiro: Mina tiene oportunidad de ponerse al día con Uraraka y tú haces lo mismo con Deku.

Katsuki frunció el ceño. —Ugh...

—No lo quieres ver, ¿es eso?

—¡Que no!

Kirishima resopló, todavía sin perder su actitud divertida de siempre. —En serio que no te entiendo, Bakugou. La semana pasada faltaste a más clases que en todos tus años de preparatoria para ir a U.A y encontrarte con él, y ahora eres incapaz de ir a un puesto de ramen porque al parecer lo estás evitando-...

—¡Yo no lo estoy evitando! —Replicó Katsuki de lo más acalorado; sólo después comprendiendo que había caído en la trampa que Kirishima le tendió.

—¿Ah no? En ese caso... —Se amigo sonrió abiertamente, enseñando aquellos dientes suyos tan particulares por lo puntiagudos—. No se diga más. Vamos, los demás ya nos esperan.

A regañadientes, Katsuki siguió a Kirishima de vuelta a su salón, donde Ashido, Sero y Kaminari ya aguardaban por ellos.

—Genial ver que te nos uniste —dijo Sero, después de Kirishima, el que menos caso hacía a sus cambios de humor, y Katsuki le chasqueó la lengua.

—Lo que sea.

—Puedes fingir todo lo que quieras —dijo Ashido al colgarse de su brazo libre—, pero es obvio que quieres venir con nosotros y verla.

—¿Uh?

—A Ochako.

—¿Pero de qué hablas?

—Un pajarito me contó que los vio hace un par de días caminando juntos por la calle. Casi abrazados, justo como tú y yo.

Katsuki se la quitó de encima retirando su brazo. —Patrañas.

—¿Negarás que eran ustedes dos?

—... no.

—Cierro mi caso.

—Si serás...

—Basta ustedes dos —intervino Kirishima, porque era bien sabido que Ashido no tenía reparos en fastidiar a Katsuki hasta que la paciencia de éste explotaba en diminutas partículas y no había nada más por hacer—. ¿Y qué si Bakugou salió con Uraraka? Es una buena chica. Excelente elección diría yo.

—¡No estoy saliendo con ella! —Refutó Katsuki, buscando separarse pero sin éxito cuando Sero tomó el relevo de Ashido y le echó el brazo sobre los hombros con camaradería.

—¿Y por qué no? Es linda —dijo Sero—. No mi tipo, pero si está dispuesta a pasar el rato contigo y tolerar tus arranques explosivos mi consejo es que no la dejes ir.

—Idiota —le codeó Katsuki en las costillas, y Sero se apartó con una risotada—. ¿A quién podría gustarle... —Katsuki se mordió la lengua para no decir ‘una chica’ y se decantó por la versión más segura— ... una cara redonda como esa?

—No imaginé que las caras redondas no fueran de tu tipo —se sumó Kaminari a la conversación, sólo para poner a Katsuki en un aprieto—. Aunque ahora que lo pienso, no sé bien qué tipo de chicas son las que te gustan.

—Vamos, no molesten a Bakugou —intervino Kirishima, desviando la atención conforme en grupo se acercaban a la reja de salida y después con exagerada alegría señalaba a las dos personas que ya esperaban ahí por ellos.

Katsuki no esperaba ver a Deku (o a Uraraka, ya que estaba) tan pronto desde la última vez. Un repentino impulso de rezagarse de sus amigos y huir a la menor oportunidad le atacó de pronto, pero bastó un vistazo a Izuku para percatarse que no era el único. Con las manos en las correas de su llamativa mochila color amarillo, Izuku miraba al suelo y escondía parte de su rostro con el cuello de su camisa y el cabello.

—Espero no hayan tenido que esperarnos demasiado —dijo Ashido al alcanzarlos primero, y Uraraka se apresuró a tranquilizarla al respecto.

—Qué va. Los viernes la última clase es sesión de estudio, así que casi siempre podemos marcharnos antes. Bueno, no casi siempre, pero ese depende de Deku.

—Shhh, Ochako —se mostró Izuku contrariado, y su amiga le favoreció no adentrándose más en el tema.

—¿Nos vamos? —Preguntó Uraraka, balanceándose en la punta de sus pies—. Tengo tanta hambre que podría comerme media docena de tazones de ramen.

—Suerte con eso. Kirishima es el que tiene el récord con 8 tazones —dijo Kaminari con jovialidad—. De ahí que nos prohibieran la entrada en ese local y Ashido tuviera que buscar otro sitio para comer sin problemas o restricciones.

Caminando por la calle con dirección al restaurante, el grupo se dividió en duplas para no estorbar en la calle. Como era de esperarse, Kirishima y Ashido formaron una casi al frente, y detrás quedó Uraraka con Izuku porque las dos chicas no podían dejar de hablar entre sí. Katsuki quedó en un sándwich apretado entre Kaminari y Sero, pero esos dos no tardaron en charlar de un programa de televisión que los dos seguían, por lo que se rezagó con el pretexto de anudarse las agujetas. Siguiendo a sus amigos como la retaguardia, Katsuki se guardó las manos en los bolsillos del pantalón, y a medias maldijo su suerte.

Vale, que ir a comer ramen con Izuku (y también con el resto de sus amigos) era una agradable sorpresa. O lo sería del todo si toparse a la salida de la escuela no hubiera sido el evento incómodo en el que no intercambiaron palabra alguna y evitaron mirarse. Katsuki suponía que era porque tenían mucho tiempo sin verse y un par de encuentros aislados no iban a borrar el trabajo de casi 3 años en un par de semanas, pero tenía una fuerte corazonada de que no era todo. Izuku había mencionado tener un novio, y la confirmación había llegado de manera indirecta a través de Ashido, y dicho sea de paso era lo que más mantenía a Katsuki con la sensación de estar caminando de puntas sobre una cama de cáscaras de huevo.

Con la vista en el suelo y distraído en sus reflexiones, Katsuki se vio forzado a salir de su propio mundo cuando un par de pies se unieron a los suyos en su lado de la calle, y al alzar la vista para confrontar a la persona que rompía su soledad se topó con Izuku, sonriendo con apuro.

—Las chicas no paran de hablar entre sí, y pues... me aburrí —dijo con sencillez, para luego ignorar la hosquedad que en esos momentos tenía residencia en las facciones de Katsuki y preguntar—: ¿Te sorprendió verme?

—Puedes apostar que sí.

—Lo siento. Ochako me pidió de último momento acompañarla, y la oferta de ramen era demasiado tentadora. No me importaría comer uno con doble de carne de cerdo.

—¿Qué, tu novio no te invita lo suficiente a comer?

Katsuki había lanzado aquella provocación como un vago intento de fastidiar a Izuku, quizá porque los viejos malos hábitos nunca mueren del todo, pero éste reaccionó con un encogimiento de hombros.

—Puedes apostar que no —le regresó la frase tal como Katsuki la había utilizado—. Shouto no es del tipo de persona que encontrarías en una tienda de ramen. Él prefiere el soba helado, y su restaurante favorito no es del tipo al que yo iría.

—¿Por qué?

—Primeramente... los precios. Se salen del rango de mi mesada —dijo Izuku con ligereza, pero era obvio que le molestaba el tema y lo cambió—. Como sea, Shouto y yo apenas salimos en citas. Él siempre está ocupado.

—¿Entonces te descuida?

—No. —Izuku le dedicó una mirada de reojo—. Es bastante atento conmigo, de hecho, pero sigue siendo una persona ocupada.

—¿Qué tanto hace tu novio?

—Es capitán en el equipo de beisbol —dijo Izuku, y en la cabeza de Katsuki sonó una campana; «bingo, es uno de los hijos de Todoroki», confirmó éste para sí—. Además es el tesorero del comité escolar.

—¿Es por eso que no tuviste una excusa para no venir?

—Si tanto te molesta que me les uniera puedes decirlo abiertamente —dijo Izuku, el tono de voz ligero, pero el agarre sobre las correas de su mochila tan tenso que sus nudillos estaban blancos.

—Nah —dijo Katsuki—. Es... Me alegra que estés aquí.

—¿Lo dices en serio?

Con las mejillas ardiendo porque ser honesto consigo mismo y sus sentimientos nunca había sido el fuerte de Katsuki, éste hizo un esfuerzo supremo.

—Sabes bien que sí.

Izuku suspiró. —Contigo, Kacchan... Ya nada es seguro para mí.

Sin comprender a qué o a cuánto aludía Izuku, Katsuki prefirió guardar silencio y su acompañante igual, descubriendo de paso que no tenían que llenar cada minuto de su mutua presencia con charla insulsa. Era casi como en los viejos tiempos, cuando luego de un agotador día de clases en el que Katsuki tenía que representar el papel de matón e Izuku el de su inocente víctima, los dos se reunían en su habitación y se dedicaban a ser y estar sin falsas expectativas.

Incontables habían sido las tardes en las que ellos dos se habían dedicado a hacer su tarea en agradable silencio sólo roto por el rasgar de un lápiz o el cambio de una hoja; seguido sólo por la relajante música de la radio, a veces con ellos sentados en el piso, espaldas recargadas contra la base de la cama, y el ocasional tap-tap-tap de sus pies al marcar el ritmo de la canción.

Habían sido tiempos complicados entre ellos dos. Una etapa en la que Izuku entendía y a la vez no las acciones de Katsuki, porque no requería ser un genio comprender que su deseo de encajar con el grupo más popular y a la vez más temido de la secundaria era imperativo, pero a la vez incapaz de procesar por qué si el precio era sacudir los cimientos de su amistad Katsuki se mostraba tan rápido para ensañarse con él.

Los argumentos de Katsuki eran simples al respecto: “Porque eres un perdedor”, y que se mantenía como una frase reciclada que Izuku había escuchado por primera vez cuando se interpuso entre él y Mineta durante una pelea en la primaria. Desde entonces la ira reprimida y el acoso se habían dirigido con más saña a su persona que a cualquier otra, y ambos lo sabían.

Seguido pensaba Katsuki que era la buena voluntad de Izuku y su corazón intrínsecamente bueno lo que lo colocaba por encima de la persona común y lo hacía especial a sus ojos, pero eran esas mismas cualidades puestas al servicio de gente que no lo merecía como Minoru Mineta las que a la vez despertaban en él un instinto de agresión imposible de contener. No todo mundo no merecía la bondad de Izuku, y que éste la prodigara como sólo la misma naturaleza de esos sentimientos le obligaban era lo que más frustraba a Katsuki.

Mineta jamás había sido digno merecedor de la amistad o la ayuda que Izuku le había brindado sin restricciones a lo largo de los años que todos ellos se habían conocido, y creer que había sido sustituido por esa sabandija pervertida era lo que más había lastimado a Katsuki.

Si Izuku prefería a Mineta por encima de él, entonces Katsuki tenía que hacerlo pagar por su error. O al menos eso era lo que había creído a rajatabla por largos años.

—¿Todo bien? —Ajeno a la oscuridad de sus recuerdos y pensamientos, Izuku rompió el silencio que él y Katsuki mantenían para cerciorarse que el crujir de sus dientes no era un asunto de preocupación.

Igual que si saliera de un encantamiento, Katsuki exhaló con pesadez y asintió. —Creo que ahora sí.

Y si sus palabras tenían o no sentido para Izuku, éste no lo manifestó, sino que las tomó por ciertas y no volvió a dirigirle la palabra hasta llegar a la tienda de ramen.

 

Las promesas de Ashido para haber dado con un ramen exquisito y que les encantaría a todos no fueron erradas en lo absoluto. El restaurante era apenas una grieta entre negocios que se dedicaban a otros rubros, y el anciano tras la barra no inspiraba demasiada confianza con su delantal sucio, pero al servir sus platos en la apretada mesita doble en la que se habían conseguido sentar todos, demostró por qué el lugar estaba abarrotado y el chico de las entregas a domicilio entraba y salía del lugar atendiendo pedidos.

Katsuki pidió para sí la variedad más picante del menú, y la nariz le empezó a correr con el primer bocado.

—¿Qué tal, eh? —Le chanceó Mina, atendiendo su propio tazón.

—Podría estar más picante —mintió Katsuki, cuando en realidad sentía la lengua igual que si se la hubiera refregado con un chile habanero.

En la mesa, el resto de sus amigos también parecían de lo más contentos con su elección y el platillo que había arribado. Izuku en especial, que contempló con arrobo las gruesas lonchas de puerco sobre su ramen, y tras unos segundos de silenciosa admiración, sacó su móvil y le tomó una fotografía.

—¿Para Instagram? —Preguntó Sero con interés, sacando su propio móvil porque era siempre el primero en atender sus redes sociales y hacer nuevos amigos.

Las mejillas de Izuku se colorearon con un poco de rubor. —También. Pero de hecho eran para mí, uhm, para mi novio.

—¿Tienes novio? —Inquirió Kaminari, siempre el entrometido del grupo, pero su tono no albergaba nada salvo curiosidad.

—Erm, sí —dijo Izuku, escaneando entre los presentes cualquier gesto de desaprobación—. Si eso es un problema con ustedes-...

—Si lo es yo seré el primero en solucionarlo —gruñó Katsuki, y alrededor de la mesa sus amigos intercambiaron una mirada de reconocimiento.

Kirishima fue el primero en romper aquella atmósfera densa. —Qué va. Es genial que tengas novio. ¿Cómo es? ¿Cuál es su nombre?

—Todoroki. Shouto Todoroki —dijo Izuku, llevándose la mano a la cabeza y retorciendo un mechón de su cabello—. Estuvimos juntos en el mismo salón desde primer año y siempre fuimos sólo amigos, pero...

—Shouto se le declaró a Deku el verano pasado —dijo Uraraka, toda sonrisas, pero Katsuki apreció la veloz mirada que lanzó en su dirección y que claramente decía “atrévete a decir algo más”.

—Qué romántico —dijo Ashido, poniendo los codos en la mesa y apoyando el mentón en sus manos entrelazadas—. ¿Podremos conocerlo alguna vez?

—S-Supongo que sí —respondió Izuku—. Él casi siempre está ocupado después de clases con los entrenamientos y el comité escolar, pero si se lo pido...

—Shouto haría cualquier cosa por Deku —afirmó Uraraka, de nuevo dirigiéndose a Katsuki de manera indirecta—. Es el mejor novio que cualquiera pudiera pedir. Después de Izuku, claro está.

—¡Ochako! —Se sonrojó Izuku, que volvió a sus palillos y por poco los dejó caer.

—Es genial —declaró Kirishima—. El amor entre dos hombres es siempre tan... tan... ¡Tan varonil!

—Si lo dices porque hay dos penes involucrados... —Bromeó Sero, y Kaminari escupió un par de fideos cuando la risa le atacó a mitad del bocado que masticaba en esos momentos.

—Qué asqueroso eres —se quejó Katsuki cuando parte de aquella masa a media masticar la cayó en el brazo, e Izuku le extendió una servilleta de papel para que se limpiara—. Gracias.

—Todavía recuerdo que Todoroki era el príncipe inalcanzable con el que todas las chicas de la clase fantaseábamos salir algún día —declaró Ashido con ojos ensoñadores—. De haber sabido que era gay y también una causa perdida, habría puesto mi atención y mi energía en cualquier otro chico en lugar de desperdiciarlas con él.

—Erm, pero Shouto no es gay —murmuró Izuku, y la atención en la mesa volvió a centrarse en él.

—¿Bisexual entonces? —Inquirió Kaminari—. Está bien. Lo mejor de dos mundos. Multiplica tus posibilidades de éxito.

—Eso si no son 0 desde un inicio —le chanceó Sero—. Porque en tu caso seguirían siendo 0.

—Shouto fue muy romántico al declarársele a Deku —contó Uraraka, por tercera vez dejando que sus ojos vagaran entre los presentes y en el último momento clavándose en Katsuki con malicia—. Se presentó a primera hora de la mañana con una rosa y le declaró sus sentimientos frente a la clase. Le pidió tomarse el tiempo que necesitara para pensarlo, y por el resto del día actuó como si nada.

—Aw, qué lindo —dijo Ashido.

—Y a la hora de la salida —prosiguió Uraraka con su relato—, Deku pidió más tiempo para pensárselo con calma, y Shouto no tuvo ningún inconveniente.

—¡Yay!

—Tenía que estar seguro de... de... —Intentó Izuku justificar sus acciones, pero Uraraka se apresuró a contar el resto.

—Para no hacer la historia más larga, Izuku se pasó el siguiente mes haciendo una lista de pros y contras para salir con Shouto, pero al final, lo que le hizo decidirse fue...

Izuku se cubrió el rostro con ambas manos, y por su cuenta reveló el factor decisivo.

—Uhm, Shouto mencionó que su anime favorito al crecer eran Las increíbles aventuras de All Might y que tenía boletos dobles para la última película de la saga. Así que esa fue nuestra primera cita y también nuestro primer beso.

La excitación alrededor de la mesa subió hasta alcanzar un pico alto en todos ellos menos Katsuki, que se llevó a la boca un bocado de fideos y se cuestionó si sería capaz de deglutirlos a pesar de que de pronto se habían convertido en una masa espesa y que prefería escupir.

Asido era la más interesada en escuchar aquella historia de amor, seguida muy de cerca de Kirishima. Y Uraraka se valió de ello para arrastrar a Izuku y revelar detalles de su relación.

Katsuki se mantuvo con el ceño fruncido, y a ratos temía que incluso a pesar de su amenaza de antes fueran a pensar que él era una especie de homofóbico cuando la realidad no podría estar más alejada, pero... No podía evitarlo. La existencia de Shouto Todoroki, que hasta hace un par de días era un desconocido del que no sabía absolutamente nada, le enfurecía más de lo que recordaba haber experimentado en los últimos años. Además, que el Todoroki de las historias que la Cara Redonda contaba y que el muy idiota de Deku confirmaba fuera tan jodidamente perfecto en todos los aspectos le hacía hervir en deseos de agarrar la mesa y voltearla para demostrar todo su enojo.

La fantasía era perfecta, pero Katsuki era mucho mejor persona que antes, por lo que en casi relativo silencio se dedicó a comer su ramen y aparentar que nada ni nadie podía afectarlo.

El final de la comida coincidió con la llegada de un nutrido grupo de clientes, por lo que Katsuki y sus amigos se apresuraron a pagar y a desalojar la mesa, favoreciendo al menos que de una vez por todas Uraraka se callara con los maravillosos relatos de Todoroki, al que seguramente nominarían como novio del año si es que la mitad de lo que contaba era cierto.

—Deberíamos hacer esto más seguido —dijo Kirishima al salir del local, y todos coincidieron que sí. Katsuki incluido, aunque su confirmación fue un gruñido al que le faltaba belicosidad.

—Gracias por invitarnos —dijo Izuku con una reverencia, y entre Sero y Kaminari lo convencieron de que el sentimiento era mutuo y se alegraban de tenerlos con ellos.

—La semana entrante deberíamos ir todos al acuario —propuso Ashido—. De preferencia el sábado, para así invitar al resto del grupo, y quizá Deku también pueda convencer a su magnífico novio de unírsenos.

Izuku sonrió con timidez. —Supongo que podría ser... Pero primero necesito confirmarlo con Shouto.

—Shouto jamás se negaría a cualquier petición tuya —dijo Uraraka, y por una vez Katsuki clavó la mirada en el piso para ahorrarse el regodeo de su rostro al refregarle cuan perfectos y felices eran él e Izuku como novios—. Apuesto a que aceptará al instante.

—En ese caso... —Dijo Ashido, sacando su móvil y con dedos ágiles creando un grupo en Line al que incluyó a sus amigos presentes, a los faltantes, y también a Izuku y Uraraka para coordinarse mejor con esos planes—. ¿Podrías agregar tú a Todoroki? —Pidió a Izuku, y éste prometió hacerlo en cuanto confirmara con su novio que a éste no le molestaba.

—Vale, entonces si nada cambia hasta ese día, el sábado de la semana entrante en el acuario, ¡yay!

Separando en distintos grupos de 2 ó 3 personas porque cada quien se dirigía a su casa, Katsuki tuvo un ligero sobresalto cuando Izuku se despidió de Uraraka y después se emparejó a su lado.

«Duh. Obvio. Porque vivimos en el mismo barrio», pensó Katsuki, robándole una mirada a Izuku, que en respuesta se llevó una mano a la nuca.

—Espero no te moleste que vayamos en la misma dirección.

—Nah.

—Ok.

Caminando juntos y a paso ligero, lo ideal habría sido entablar conversación y postergar el tiempo de la despedida, pero Katsuki tenía la mente en blanco respecto a cómo hacerlo. En su cerebro la única información que estaba completa y de la que quería a la vez sí y a la vez no indagar era el dichoso Shouto Todoroki del que ahora sabía mucho más de lo que habría preferido en esa vida.

Ajeno a su malestar, Izuku sacó el móvil y contestó un par de mensajes mientras avanzaban en la calle desierta a esas horas.

—Si no tienes cuidado te vas a tropezar con algo —gruñó Katsuki, e Izuku alzó la vista de su pantalla.

—Oh, tienes razón —dijo Izuku, pero volvió a escribir otro mensaje.

Furioso por su hábito descuidado (entre otras cosas que jamás admitiría en voz alta), Katsuki frenó en seco y extendió el brazo para obligar a Izuku a hacer lo mismo.

—Si tan importante es escribir de vuelta entonces detente antes de que acabes con la cara en el piso —refunfuñó Katsuki.

—Lo siento, Kacchan, tienes razón —replicó Izuku, que con más prisa que antes escribió un poco más antes de exhalar y con calma guardarse el móvil en el bolsillo—. Listo.

Katsuki aguantó un par de metros una vez que reanudaron su caminar, pero la curiosidad pudo más que su orgullo.

—¿Era... ese novio tuyo?

—Sí y no —contestó Izuku—. Mamá también me escribió para preguntarme si me guardaba comida para cuando regresara. Hoy cocinó soba fría.

—Oh, ¿la sigue haciendo tan buena como siempre?

—Yep —respondió Izuku, exagerando la p—. Es la comida favorita de-... Oh.

Katsuki torció la boca. —Sólo dilo.

Izuku le miró de reojo, pero obedeció. —Uhm, a Shouto le encanta la soba fría, así que mamá intenta cocinarla siempre que viene de visita.

Con la pregunta en la punta de la lengua acerca de cuántas veces ocurría eso, Katsuki se guardó las manos hechas puño en los bolsillos de su pantalón.

A su lado, Izuku suspiró. —Crees que eres discreto pero olvidas que te conozco mejor que nadie.

—No me conoces de nada. He cambiado.

—¿Sólo porque detuviste tu acoso? Gran cosa ahora que estamos en escuelas diferentes —dijo Izuku en voz baja, sin rencor, pero tampoco sin amedrentarse—. Por el resto eres casi el mismo. Apenas una versión más alta de tu yo anterior.

—¿Eso piensas?

—Sí. —Una pausa—. Pero es ese casi el que más me intriga. Porque sigues siendo el mismo, pero es impresionante lo mucho que has aprendido a controlarte.

—Mi viejo dice que pronto tendré úlceras de estrés si no encuentro mejores maneras de canalizar mi ira —bromeó Katsuki, pero el chiste no le hizo gracia a ninguno de los dos.

—Harías bien en evitarlas. Y también en, uhm, dejar ir tu ira. Por un tiempo di por sentado que yo era el causante y que lo mejor sería mantenerme alejado, y... Me da miedo preguntarte si es verdad.

—No. Sí. Es decir... Sacas todo de mí. Lo bueno, lo malo. Es mi culpa por no saber lidiar antes con todas esas emociones. Pero estoy intentado hacerlo ahora.

—Ah, ya veo.

Tras una confesión de aquel calibre, Katsuki e Izuku hicieron el resto del camino en silencio, y en la esquina que bifurcaba sus rutas, la despedida fue simple. Un “nos vemos después” de parte de Izuku, que consiguió avanzar un par de metros antes de detenerse con el llamado de Katsuki.

—¡Deku! —Izuku miró por encima de su hombro, y Katsuki no se midió con sus palabras—. Juro que te lo compensaré... Todo lo malo que te hice pasar, yo... ¡Haré que lo bueno se le equipare!

Moviendo su mano con un gesto vago, Izuku volvió a darle la espalda, y no se giró ni una vez más mientras se alejaba hasta que en la siguiente esquina Katsuki lo perdió de vista.

 

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Notas finales:

Hubo gente que se sorprendió por el papel que iba a jugar Shouto en el fic, y no las juzgo, porque me tardé 30k antes de presentarlo. Duh, quería hacer que impresionara a pesar de estar etiquetada la pareja principal. De momento Katsuki siente celos (muchos) pero va a resultar difícil controlarlos una vez que conozca a Todoroki. ¿Ven a qué me refería con que hice un slow burn? Antes que lanzarnos de lleno al meollo del asunto, pienso crear un universo palpable en el que crean de verdad que todo esto ocurre. Ojalá :)
Próximo capítulo el lunes (con comentarios) o el próximo sábado (sin), pero de que hay capítulo lo hay.
Graxie por leer~! :)


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