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EL AMOR EN TIEMPOS DE COVID por juda

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-A las 9 de la noche?

-9!? de nuevo estás en triaje? Deben haber aumentado los casos por covid con el invierno. El hospital no tiene en cuenta de que casi mueres hace un par de años? porqué sigues en ese sector tan peligroso?

Era las 7 de la tarde y un paciente de Ivan acababa de salir del consultorio cuando entró la notificación y cerró con llave para que nadie lo interrumpiera.

Ahora leía ese mensaje y tenía una mano apretando la boca, intentaba tragar pero se le dificultaba por el nudo que tenía en la garganta: su chiquito hermoso aun se preocupaba por él! Recordó cuando Fran le contó que desafiaba al mundo por querer irrumpir en el hospital y verlo. Se le llenaron de lágrimas los ojos. Cuando su compañero le contó eso no se sorprendió... así era Tomas! así amaba Tomás! su chiquito no se limitaba, no se autocensuraba, amaba a puertas abiertas con las venas listas para regalar vida.

-No estoy en el triaje.

-Ah. ok. Perdón. A las 9 estaré en el hospital.

-No quiero que nos encontremos en mi trabajo. Quiero que sea un encuentro para saber de ti. Me gustaría verte en un lugar tranquilo.

El siguiente mensaje tardó en llegar, pero Ivan no se desesperó... ya tenía el número de Tomás! Mientras el chiquillo se debatía en aceptar o no, lo había agendado y estaba por llamarlo cuando entró otro mensaje.

-En un bar?

-No, dime donde puedo pasar a buscarte.

***

Tomás tiritaba en una esquina de la ciudad, estaba a unas 5 manzanas del hospital y no temblaba por el frío gélido que le tenía los labios casi azules, sino por los nervios que cargaba.

Cuando faltaban 5 minutos para las 9 apareció un vehículo, se estacionó a su lado y Tomás se sobresaltó un poco, la ventanilla bajó y le vio el semblante duro de su médico, el ceño fruncido, retrocedió un paso, creyó que le regañaría por algo como solía hacer hacía un par de años atrás.

-Sube!!!

Tomás abrió la puerta y entró al vehículo caliente, suspiró cuando dejó de congelarse y miró hacia atrás.

-Y tu novio?

-Te dije que quería conversar tranquilo.

-No puedes conversar con él presente? -cuestionó inseguro.

Tomás sostuvo la manilla de la puerta e Ivan clavó los ojos en esa mano.

-Ivan... ¿no me meteré en líos?

-No, Tomás. Nadie te dirá nada.

-¿Y porqué lejos de tu trabajo, a esta hora y en secreto?

Ivan lo miró a los ojos.

-¿Temes que te haga algo? -preguntó confundido y Tomás rió.

-No, Ivan!!! temo que tu novio malinterprete algo y me busque para matarme.

-Nadie te dirá nada! -sentenció y arrugó el entrecejo -¿Por qué estás tan desabrigado?? pensé que como ya no eras adolescente ahora te cuidarías un poco más! y mucho más después de todo lo que pasó! con esa pequeña campera de jean no sé que crees que lograrás cubrir. Te enfermarás Tomás! -vociferó, y Tomás arrugó la naricita y abrió la portezuela del auto!

Decir que Ivan casi pierde la mitad de los órganos internos cuando se tiró hacia él y el cinturón de seguridad se le metió en el cuerpo... es una nimiedad.

Pero logró agarrar a su niño hermoso por la punta de la campera, le dio un tirón fuerte y cuando Tomás volvió a caer sentado dentro del vehículo, Ivan le sujetó las piernas, las hizo entrar y cerró el vehículo.

Acto seguido puso el motor en marcha y arrancó.

-No te lo dije para que te fueras, con que me dijeras que la próxima vez ibas a salir abrigado bastaba.

-Bájame Ivan -gimió e Ivan desvió la mirada de la calle para mirarle el pucherito que hacía y volvió a concentrarse en conducir.

-Ya te irás. Solo quiero hablar contigo, por favor -rogó.

Tomás cruzó los brazos sobre su pecho y arrugó la naricita. Por dios! Ivan se iba a morir de un coma diabético si el niño seguía comportándose así!

Tragó duro para concentrarse y en silencio manejó por alrededor de 15 minutos, el camino se hizo solitario y Tomás miró alrededor.

-Ivan... a donde vamos?

-A un lugar tranquilo.

-Estamos en medio de la  nada -jadeó cuando vio que las casas desaparecían y solo bosque se alzaba ante ellos -no te irás a vengar porque te contagié el covid... verdad? -preguntó mitad en serio y mitad en broma, ya se le habían pasado las ganas de bajarse del auto. Si intentaba escapar en ese momento quedaría atrapado en pleno bosque.

-Hace unos meses compre una casa para poder refugiarme cuando la vida se me hiciera demasiado difícil de soportar.

Tomás giró el rostro hacia él y lo miró con los ojitos llenos de pánico.

-Qué significa eso? "cuando la vida te resultara demasiado difícil de soportar"? -susurró e Ivan sonrió.

-Sonó patético. Lo siento. No quise decir que me iba a suicidar o algo por el estilo. Lo que pasa es que a veces necesito soledad y uno no siempre la tiene en plena ciudad. Aquí, por ejemplo, no hay señal y los celulares no andan.

Tomás sacó el suyo y verificó. No había señal!

-Ivan no podíamos hablar en un lugar donde yo pudiese escapar por si te da por vengarte?

-Repites lo mismo y creo que no lo estás diciendo en broma. En serio crees que yo podría tener algo en tu contra por lo que pasó?

-Casi te mueres!!! -jadeó.

- Tomás, el 80 % de la población se contagió.

-Si, pero tu te contagiaste porque yo no te advertí que me sentía mal y me seguía escapando hasta tu casa para... - Tomás se detuvo en seco e intentó no mirarlo.

Ivan sonrió.

-Para...? -preguntó observándolo de reojo, instándolo a seguir -para qué?

-Para darte de comer! -terminó mirando hacia la ventanilla. Ya veía como el camino se bifurcaba, Ivan continuó hacia la derecha y pudo ver la casa. Era amplia, de un solo piso, con grandes ventanales.

-No entiendo a la gente que se va a vivir tan lejos, en medio de la nada. No tienes miedo de que te espanten?

-Me espanten?

-Si! que te aparezca la llorona o la mujer de blanco!

Ivan largó una carcajada y luego se puso serio, inhaló aire fuerte porque sentía el pecho lleno de mariposas y el corazón bombeándole fuerte... cuanto había extrañado a ese niño! por dios! cuanta falta le había hecho!!

Entraron, Tomás elevó el rostro y olfateó el aire.

-A qué huele?

Ivan largó otra risotada cuando lo vio en esa posición.

-No sé! dímelo tu... a qué huele?

Tomás sonrió entendiendo porqué estaban ahí.

-Huele a sopa de pollo.

-Te dije que tenía que devolverte una de las tantas sopas. Ve a lavarte las manos, dejé todo listo. Comeremos en 10 minutos.

Tomás obedeció siguiendo las instrucciones sobre el lugar donde estaba el baño y luego se dirigió al comedor, lo había visto al entrar.

No sabía si tenía que ayudar a Ivan a llevar los platos a la mesa o no. Estaba nervioso, le temblaba cada músculo del puto cuerpo. Era difícil tener que enfrentar al amor más grande de su vida y ver cómo había seguido su camino como si ese amor no hubiese existido. Era difícil para Tomás estar a su lado y no correr para acurrucarse en su pecho.

El médico llegó con los platos, todo sonrisa. Tomás se quedó un poco bobo mirando las arruguitas en sus ojos, había intentado encontrar esa característica en los hombres que lograron acercarse a él en ese tiempo, pero nadie más las tenía, nadie más era lo que fue Ivan.

Cenaron en silencio, Ivan mirando de reojo la boquita de Tomás que se elevaba en pucheritos cuando masticaba el pollo. Sonriendo como estúpido. Intentado que no se le escaparan las manos para tocarlo.

-Cuéntame del profesorado. -quiso saber Ivan cuando veía a Tomás tomar refresco y hacer ruiditos de satisfacción. Necesitaba concentrarse en otra cosa que no fuera la boca de su niño hermoso.

-Oh! Estoy en segundo año! rendí libre varias materias correlativas a tercero así que estoy bastante adelantado -le dijo elevando el tronco y sacando pecho, orgulloso de si mismo!

Ivan sonrió.

-Estudio la carrera de literatura y estoy haciendo las prácticas en...

Se quedó mudo, Ivan se pasó la lengua por la cara interna de la mejilla... su niño hermoso no quería que supiera en los lugares en los que se manejaba.

-Me alegro que te vaya bien. Cómo está tu papá?

-Bien. Mi padre soportó mejor que yo el covid.

-Tuviste recaídas? quedaste con secuelas en los pulmones?

-Nop, todo bien.

-Te vas a controles cada 6 meses? Todos los que tuvieron el virus deben hacerlo.

-No! Solo los que estuvieron con los pulmones seriamente comprometidos. Raul va a controles cada 3 meses. Yo no. Yo no tuve nada de lo que les pasó a ustedes.

-¿Cuando te controlaron por última vez?

Tomás lo pensó.

-Creo que el último control lo recibí del Dr. Francisco, antes de ir al campo.

-NO TE REVISARON DE NUEVO? NO FUISTE A QUE TE CONTROLARAN LA SATURACIÓN DE OXÍGENO NUNCA? -elevó la voz arrugando la frente y Tomás se hizo chiquito en su silla.

-Los hospitales estaban atestados de gente. Tú solías decirme que no fuera -agregó despacito y el hombre le miró la naricita arrugada.

Ivan se levantó, fue a la cocina, trajo un manzana y se la dio.

-Toma, tiene vitaminas -le dijo sonriente y luego desapareció por una habitación que había hacia la derecha. Tomás lo siguió con la mirada mientras olía la fruta y daba la primera mordida.

El hombre llegó con su maletín, lo puso a un lado y sacó el estetoscopio.

Tomás arrugó el entrecejo, curioso, y cuando el hombre se acercó y le puso una mano ancha y caliente en la espalda, él se levantó de un salto y se alejó.

-No Ivan. Iré al hospital mañana mismo si quieres, pero tú no me revisarás.

-Por qué?

Tomás tiró al aire una risita que denotaba que ese médico no entendía nada. Caminó hacia la salida y regresó.

-Ya me pagaste con sopa y fruta, llévame de regreso.

Ivan seguía parado con el estetoscopio en el aire.

-Ven, Tomás, te revisaré!

-No Ivan!

El hombre se acercó y Tomás puso una mano al frente.

-No jugaré al doctor contigo.

-Es que no estoy por jugar, Tomás!! Tendrías que haber tenido controles semestrales, niño!!

-No me importa que te enojes -gritó el muchachito, tomó su campera pequeña de jean, se la puso apurado en la espalda y abrió la puerta. El frío entró de golpe, achicó los ojos. Salió y vio los árboles, la luna llena, la oscuridad.

-TOMÁS ESTÁS LOCO? REGRESA!

Iván lo tomó por el brazo y lo hizo entrar con fuerza.

-Qué te pasa??? Pensé que me conocías!! de que tienes miedo??? de que te toque o haga algo sin tu consentimiento?? TEMES DE MI???

Tomás elevó los ojos y los brazos. Bufando.

-No entiendes nada, llévame a la ciudad, Ivan.

- Tomás, respóndeme, crees que podría hacerte daño?

-Ivan -gritó acercándose e Ivan contuvo el aire: su niño hermoso era ahora un hombre que intimidaba. Esa mirada dura, ese cabello oscuro sobre su carita. -No entiendes. Tu me has dejado atrás. Yo no. Si me pones una mano encima, no podré contenerme.

Ivan tembló cuando percibió su aliento caliente cerca de su rostro.

Dejó caer el estetoscopio.

-Y que pasaría si yo te dijera que nunca te dejé atrás? -preguntó en un susurro.

Tomás hizo otro paso hacia él, mostrando los dientes e Ivan tragó duro.

-Tienes novio, va a odiarme si sabe que toqué algo que es suyo.

-Estoy en pareja pero no le pertenezco -susurró.

-Ivan... no me tientes –advirtió, e Ivan, temblando, le puso una mano en el rostro y se lo acarició.

-Te extrañé tanto mi niño hermoso -jadeó y Tomás se le tiró encima con furia.

Lo atropelló, el cuerpo de Ivan retrocedió hasta dar contra la mesa y Tomás le tomó el rostro con ambas manos y puso sus labios sobre los de él. Lo besó primero de manera brusca hasta que respiró profundo.

-Me hiciste tanta falta! -gimió el niño e Ivan lo abrazó con fuerza metiendo la lengua en su boca.


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