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EL AMOR EN TIEMPOS DE COVID por juda

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Llegó a su departamento, se encerró en su cuarto y le mandó audio a su amigo:

"es la puta hostia, no te imaginas lo cogible que está. Me quiero pegar tres tiros, es el hijo de puta más dulce que existe. Comimos ramen y me invitó a ver alguna serie como si fuésemos novios"

"nosotros también vemos series y no somos novios" contestó Raul y Tomás hizo una video llamada.

En la pantalla apareció la carita del rubito con el ceño arrugado.

-Pero nosotros somos amigos, con él es distinto! -contestó suspirando y Raul arrugó ahora la naricita también.

-Es más dulce que yo?

-Raul no te pongas celoso, no vale que seas mi amigo y me celes como mi pinche novio

-NO TE ESTOY CELANDO.

-Entonces déjame hablar! Te estaba comentando que es el hombre más dulce de la historia del mundo mundial y de todos los ciclos de tiempo. -arrimó el celular a su boca y susurró, empañando la pantalla del aparato -creo que estoy: e na mo ra do.

-Tomas, es obvio que estás enamorado, te enamoras cada media hora de todo el chongo que cruza por la puerta de tu casa.

-No es lo mismo, Raul. Creo que éste hombre es el indicado. Me casaré con él.

Y los dos se quedaron mirando.

Durante 20 segundos Raul no movió ni un músculo y Tomás creyó que la imagen se había congelado.

-RAUL? -gritó

-Estoy aquí perejil, para qué gritas?

-Pensé que internet no andaba bien.

-No! estaba pensando en lo que dijiste, no soy como el grupo pedorro que te gusta que hace siempre la misma broma de quedarse como momias cada vez que comienzan un live.

-TE PROHÍBO QUE HABLES MAL DE MIS BEBÉS!

Tae admiraba a un grupo surcoreano y no hacía otra cosa que hablar de ellos.

-Estás enamorado de esos 7?

-DE TODOS, en especial de uno que tiene carita de conejito.

-VES? Te enamoras todos los días, muchas veces por día... MUCHAS, TOMÁS! Creo que lo mejor será que no te acerques más a ese hombre. Lo puedes meter en líos por una calentura. Ve y métesela a Exequiel para que se te pase.

-Sigues diciendo lo mismo!! no lo meteré en líos!! nadie tiene por qué enterarse de lo que sucede entre él y yo. Y de todas maneras cuando nos casemos ya seré mayor de edad! Tú hablas de mi relación con él porque estás celoso.

-NO TIENES NINGUNA RELACIÓN CON ESE SEÑOR! SOLO COMISTE RAMEN CON ÉL Y YA TE IMAGINAS CASA Y TRES GATOS.

-NO! CASA Y UN PERRO DE NOMBRE YEONTAN.

-ESTÁS LOCO!

-NO ESTOY LOCO, TU ESTÁS CELOSO! ERES MI AMIGO, DEBERÍAS ALEGRARTE DE QUE HAYA ENCONTRADO EL AMOR!

-QUE AMOR?? -preguntó con voz finita elevando las cejas -TOMÁS, ESTÁS OBSESIONADO! Deja a ese hombre, en paz. Puedes meterte en líos. Si tu madre se entera no te castigará a ti, creerá que él te está corrompiendo y hasta podría denunciarlo. Te estás metiendo con un hombre grande de tu mismo edificio. Y hasta yo creo que se podría estar aprovechando! No tienes cara de ser mayor. Tal vez es un maldito pervertido y te puede violar en cualquier rincón del subsuelo.

Tomás se encogió sobre si mismo, intentando mantener el buen humor pero Raul parecía ser el malo de la historia y no lo quería ver contento.

-Por mi que me viole -dijo despacito haciendo un puchero.

-Tomás! estoy hablando en serio. Puedes tener problemas.

Raul tenía razón. Podía meterse en problemas... pero su amigo no entendería nunca lo que ese hombre le despertaba en las tripas. Cuando lo veía sentía que se había tragado un alien y que el bicho le abriría el pecho para salir corriendo.

Si, era de los que se enamoraban varias veces al día... pero nunca con alien incluido y esa era una señal de que tal vez ese médico era el elegido... verdad?

Tomás profundizó el puchero y Raul suavizó la mirada.

-No te pongas mal.

-No me pongo mal.

-Entiendes lo que te digo?

-Chi.

-Tengo razón?

Tomás elevó un hombro en señal de que no estaba seguro.

-Tomás, tengo razón?

-chi.

Se produjo un silencio hondo, los dos se miraban y Tomás arrugaba la naricita.

-Creo que es mi alma gemela, Raul.

-No, Tomás. Yo soy tu alma gemela. Él es un médico que te dobla en edad. Déjalo ir.

-Ok. -susurró elevando los labios en pucherito.

-Estás bien?

-Nu.

-Te busco y nos tomamos chocolatada mientras vemos la serie?

-Güeno.

-Dale, estaré en dos horas en tu casa.

-Güeno.

 ***

 Otro días más de mierda

La gente estaba asustada, el virus aun no ingresaba al país pero todo aquel que estornudaba o tosía era un potencial peligro entre los adultos.

Entre los adolescentes no importaba, los adolescentes se creían a prueba de todo... aunque ese "todo" fuera un virus que diezmaba poblaciones.

Se sacó la bata y la puso en la mochila, tocaba llegar al departamento y lavarla con agua tibia. El cubrebocas también sería lavado (lo peor aun no empezaba y ya escaseaban los artículos descartables).

Se puso la mochila al hombro y emprendió su camino de regreso. El departamento quedaba relativamente cerca, eran unas 15 manzanas que le servían para aflojar las piernas y la tensión.

Miró la hora.

Era la de siempre, en eso se había fijado los últimos 4 días, porque la primera vez que no encontró a su vecino en el ascensor supuso que el muchacho se había retrasado o adelantado pero... 4 días? Fuck. Tal vez él mismo estaba saliendo unos minutos antes o unos minutos después del hospital y es por eso que ya no lo encontraba.

Hoy probaría llegar unos minutos después así que caminó lento y cuando se paró para esperar que los autos pasaran en la avenida... BINGO! LO VIO!

Llegaba riendo con otro que vestía como él: camisa blanca, pantalón gris y chaqueta del mismo color. La camisa con los dos primeros botones sin prender, casi de manera descuidada. Su amigo llevaba exactamente el mismo atuendo! salvo por una corbata roja con líneas azules que el más bajo y rubio la tenía atada en la frente. Charlaban animadamente y se golpeaban el uno al otro. Iván sonrió como estúpido desde el lado contrario de la calle.

El semáforo se puso en rojo y mientras cruzaba, ambos amigos parecieron despedirse y cuando Tomás entró al edificio, Iván corrió como adolescente.

 ***

 Un muchachito de 17 años no esperaba el ascensor por tres pisos, los subía corriendo por las escaleras mientras cantaba el último hit de su grupo coreano favorito.

Ni bien se despidió de Raul se colocó los auriculares, le puso todo el volumen y arremetió con velocidad por las escaleras de emergencia.

En el primer rellano hizo unos pasos de baile poniéndose con las piernas abiertas semi flexionadas, las palmas de las manos a la vista e hizo un movimiento gracioso como si limpiara un vidrio. Dio una risita porque el pasito le salía cada vez mejor e iba a subir el siguiente tramo cuando alguien se prendió a él de la camisa.

Nadie usaba las escaleras. Era un edificio de 6 pisos con gente grande en su mayoría así que usar ese medio también formaba parte de su rutina de aislarse un poco y poder disfrutar de un lugar poco iluminado y solitario para soltar su Tomás bailarín.

Cuando sintió la mano que le sujetaba la camisa, antes de voltear pegó un alarido.

Se llevó las manos a los auriculares, se los arrancó y se alejó unos 4 pasos casi tropezando, cuando por fin giró encontró a Iván con las manos en las rodillas, intentado tomar aire.

-Iván -jadeó.

El hombre tenía el rostro colorado.

-Tomás, estás en muy buen estado físico. Te admiro. Casi me da un infarto por subir la escalera siguiéndote.

Tomas no escuchaba lo que le decía, el corazón le latía a tanta velocidad que intuyó que alguna vena podría reventarle. Hacía 4 días que no lo veía y para no tentarse de ir a su departamento y golpearle la puerta, se había andado viendo con varios "amigos con derecho".

-Por qué las escaleras? -preguntó cuando pudo respirar con normalidad.

-No sé, para hacer un poco de ejercicio -respondió mirándole el rostro, tenía las mejillas rojas por la corrida, más unas ojeras profundas daban la pauta de que el hombre estaba cada día más cansado.

-Ya no te veía en el ascensor... ahora entiendo por qué!!! ya no lo usas!! -dijo más para si mismo. Bajó la cabeza un instante y se acomodó la mochila en el hombro... Tomas lo evitaba?

Tomas adivinó sus pensamientos, lo había dicho con un tono de decepción que le partió su corazoncito de niño enamoradizo en mil pedacitos.

-No!! Llegaba tarde de la oficina y como sabía que no te encontraría, subía por las escaleras. Sólo uso el ascensor cuando sé que te encontraré. -respondió, e Iván levantó el rostro con los ojos luminosos.

Sonrió de nuevo como estúpido, como cuando lo veía jugar con ese amigo de la corbata en la frente.

-Entonces no nos veíamos porque salías tarde de la oficina?

-Exacto.

 -Pues deberíamos intercambiar números de celular. Quería devolverte el favor del otro día.

-Favor?

-Si. Tengo ramen en mi departamento y quería cocinarlo para ti -respondió el hombre tímido, mirándolo a los ojos. -la última vez me dormí apenas pusiste netflix y ni siquiera volví a verte para pedir disculpas. Necesito resarcir mi error.

-No hay error, estabas cansado. Es más, te ves cansado en este momento.

E Iván hizo un paso hacia atrás, pasándose la mano por la cara y acomodándose el cabello: se veía tan mal?

-Si, necesito dormir un poco. Recién salgo del hospital luego de hacer un turno de 10 horas. Pero mañana viernes tengo mi día libre. Podríamos cenar y ver series.

Tomás tragó duro... Iván estaba armando una especie de cita?

¿¿Sería el momento para decirle que había mentido un poquitín en cuanto a su historia??

¿Era el punto en el que confesaba que tenía 17 años y estaba cursando el último año del secundario?

No!

Seguramente las cosas no pasarían de esa cita. Raul era un exagerado. ¿Qué podía suceder de malo si iba con ese hombre a cenar? NADA. ABSOLUTAMENTE NADA. El mundo seguiría girando.

Ivan esperaba la respuesta de su vecino de cabello colorado, reteniendo el aire.

Tomás sonrió e Iván tuvo la inefable angustia de descubrirse profundamente atraído por ese hombre en un momento donde la sociedad y la medicina necesitaban que su mente estuviera 100 por ciento libre de distracciones.

-Mañana a que hora? -preguntó su vecino e Iván soltó el aire.

-A las 21 hs?

-A las 21 estaré en tu casa.


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