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EL AMOR EN TIEMPOS DE COVID por juda

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-Mientes! -gritó con su media lengua de borracho e Ivan miró en todas direcciones. En cada piso había 4 departamentos y sus vecinos eran gente grande que seguramente saldría a ver qué sucedía afuera.

-Shhhhh, Tomy, deberíamos conversar sobre esto cuando estés sobrio!

Tomas elevó aun más el puchero, le pegó con toda la palma de la mano en el pecho y se fue directo hacia las escaleras.

Ivan abrió grande los ojos cuando lo vio zigzaguear hacia ese lugar y corrió hacia él, lo tomó por los hombros y lo hizo retroceder.

-Te llevaré a tu casa, tomaremos el ascensor.

-NO! -gritó de nuevo empujándolo con más fuerza -SUBÍ POR LAS ESCALERAS Y PUEDO BAJAR POR AHÍ. NO ESTOY BORRACHO!

Dio un paso al frente, se enredó con su otro pie y cayó de bruces, dando la cara contra el piso.

El sonido del golpe de la cabeza de Tomas hizo eco en todo el pasillo e Ivan casi sufre una cadena de infartos.

El pelinegro se tiró sobre el pelirrojo que ahora lloraba tirado en el piso y puso la mano en su espalda y la otra en las piernas para alzarlo cuando escuchó un alarido en las escaleras.

-TOOOOMAAAAAS, TOOOMAAAAAS DONDE ESTÁS?

Una puerta se abrió en el final del corredor y una vieja sacó la cabeza con el ceño fruncido, no dijo nada, pero Ivan sabía que era cuestión de minutos para que los denunciaran a la policía.

-Es el vecino del tercero, se equivocó de piso, ya lo saco de aquí -le dijo casi en una súplica para que la vieja no saliera y les tirara con agua hervida.

Ivan llamó al ascensor y haciendo acopio de toda su valentía, gritó:

-AQUI ESTÁ! -y giró para cerciorarse de que ningún otro departamento abriese la puerta para mirarlos.

Estaba por meter a Tomas en el ascensor pero escuchó las pisadas en las escaleras, el que subía lo hacía corriendo y sus pasos retumbaban en el silencio de los pasillos.

Esperó con Tomas acurrucado en su pecho, el pelirrojo había dejado de llorar.

-Mierda Tomy, te busqué por toda la disco -le gritó apenas llegó e Ivan llevó el dedo índice a la boca.

-Nos denunciarán -le dijo en un susurro y el rubito se hizo pequeño sobre sí mismo hasta acercarse al pelirrojo y tomarlo por los brazos, cruzando uno por su espalda para sostenerlo.

-Lo encontré en mi puerta -le explicó Ivan aspirando fuerte... el otro también hedía a alcohol.

-Perdón, se me escapó, en un rato estaba viendo como cogía con Javier y al siguiente ya no lo encontraba. -le respondió el rubito elevando a su amigo con dificultad, y la información le dejó una sensación desagradable en el pecho al pelinegro. -Me lo llevo, gracias por cuidarlo. Despiertate Tomy, vamos a tu casa!

Tomas era una marioneta que roncaba.

El rubito subió al ascensor e Ivan se sintió inseguro. Lo había visto con Tomas y estaba seguro que ese era el Raul del que su pelirrojo le había hablado... pero Tomas estaba inconsciente y no sabía qué intenciones tenía ese otro muchacho. Antes que las puertas se cerraran Ivan pegó un brinco y casi choca a los muchachos cuando ingresó.

Raul elevó las cejas y lo miró asombrado.

-Me quedaré tranquilo cuando los vea entrar a la casa de Tomas -le explicó, y Raul elevó los hombros en señal de que no le interesaba.

Ivan se quedó hasta que Raul atinó a la cerradura con la llave del pelirrojo y ambos hombres entraron al departamento. Intuía que los dos estaban con el mismo grado de alcohol en sangre.

Regresó por las escaleras, pasándose la mano por la cara. Miró el reloj: 5 de la mañana. Una hora perdida de descanso.

Había descubierto una faceta importante del pelirrojo: parecía ser emocionalmente inestable... y un borracho también!

Ivan ni en su más rebelde etapa de pos adolescencia había optado por el alcohol.

Se sintió molesto. Molesto consigo y con el pelirrojo.

Llegó a su departamento, se duchó y cuando puso la cabeza en la almohada, cayó rendido por el cansancio.

Soñó que Tomas cogía con un hombre sin rostro.

Ivan se despertó a las 12 del mediodía, tenía varias llamadas perdidas de Tomas y un par de mensajes diciéndole que tenían que hablar

***

Tomas se había despertado cerca de las 10 de la mañana cuando la madre le gritaba que él limpiaría el baño vomitado. Raul dormía a su lado. Tenía el vago recuerdo de haber estado con Ivan pero no sabía si lo había soñado.

Su amigo le confirmó todo.

Le contó que lo había encontrado en medio del pasillo, tirado, y a Ivan junto a él acunándolo como a un niño y que por eso le había contado de que Tomas estuvo cogiendo con otros en la disco.

-QUÉ LE DIJISTE? -chilló Tomás abriendo tanto los ojos que Raul se hizo un poco hacia atrás por si le caían encima los globos oculares.

-Es que no quiero que arruine todo lo que lograste, ya llevabas muchos días evitándolo. Te estaba yendo bien!!! YA NI ME HABLABAS DE ÉL!!! Si no hacía eso, el tipo no iba a dejar de molestarte! tendrías que haberlo visto, estaba muy acaramelado contigo todo inconsciente. Te lo dije! es un pervertido que quiere violarte!

Recuerdan en que etapa del romance quedó Raul?? Pues si no lo recuerdan, las ayudaré: Raul había convencido a Tomas de que ver al médico estaba mal: BAD GUY! y Tomás quería seguir siendo un GOOD BOY, por tal motivo intentó no cruzárselo hasta que en el cuarto día se encontraron en las escaleras y todo volvió a recomenzar... pero Tomás fue inteligente y ya no se lo comentó a Raul! Y ustedes tampoco deberían decir nada para que todo siga fluyendo.

Tomas casi se muere de una embolia cerebral cuando su pequeño amigo le contó súper orgulloso lo que había hecho.

Él se sentía como la mierda por esa Marylu... PERO NO QUERÍA PERDERLO! Él quería seguir comiendo ramen, viendo netflix y subiéndose en las piernas de Iván.

¿Entonces por qué un capítulo anterior se había ido enfurecido? porque así se sentía!!! Era contradictorio, pero todo lo que bullía entre las tripas de Tomas era ambivalente.

Quería ir y golpear al pelinegro para luego lamerle las heridas.

Se metió en el baño con la excusa de limpiar el vómito y le escribió. Le dijo que tenían que conversar. A la media hora Raul le gritó que su madre lo había llamado y que estaba esperándolo con la chancla por no avisar que se iba a quedar a dormir ahí, así que se retiró veloz.

Iban a ser las 12 del mediodía y sus mensajes seguían sin ser vistos.

La última hora de conexión era de las 5 de la madrugada, o Ivan no había despertado o no pensaba mirar el maldito celular.

Se fue a la heladera y encontró la cena que su madre le había dejado el día anterior, abrió el taper y lo olió, el pollo y el arroz olían bien, el estómago le gruñía pero si Ivan  se despertaba tarde para ir al hospital, también estaría hambriento. Había visto solo paquetes de ramen en su refrigerador y supuso que al pelinegro le resultaba fácil hacerlos hervir y comerlos sin más... pero eso no alimentaba! Su madre lo atormentaba todos los días con qué tipos de alimentos debía consumir. Llevó el taper hacia su cuarto, lo escondió dentro de su mochila, luego buscó a su madre en el departamento, le pidió disculpas, la besuqueó un poco y cuando estuvo perdonado le dijo que iría a lo de Raul para dejarle el abrigo que se había olvidado.

***

Ivan se despertó a las 12 del mediodía, tenía varias llamadas perdidas de Tomas y un par de mensajes diciéndole que tenían que hablar.

Lo hizo a un lado sin responder. Había una epidemia diezmando el mundo y él no podía dejarse llevar por la histeria de ese hombre.

Ambos eran adultos, no podían comportarse como adolescentes.

Estuvo un largo rato en la cama pensando en su situación y cuando dejó de analizar los pro y contras de ese muchacho, agarró el celular y borró el número del pelirrojo.

Miró el reloj, iba a ser la una de la tarde.

Le dolía el estómago por el hambre, lo último que había metido en él era el sandwich de queso con café la noche anterior en el hospital. Debería entrar nuevamente a su lugar de trabajo en un par de horas más. Se fue al refrigerador, sacó un paquete de ramen y estaba por ponerlo a hervir cuando se decidió por ir a la verdulería por un par de manzanas. Se abrigó y cuando salió se encontró con cierto pelirrojo dormido a un lado de su puerta, tenía un grueso camperón cubriéndolo hasta la nariz y abrazaba su mochila.

El muchacho pareció percibir algo porque abrió apenitas los ojos inflamados y cuando se dio cuenta de que era Ivan quien lo miraba, se apuró a ponerse de pie.

-Qué quieres, Tomas? -preguntó el pelinegro y lo hizo con tanta seriedad que Tomas se sintió intimidado.

Abrazó aun más fuerte su mochila y elevó un poquito los hombros, como queriéndose esconder en si mismo.

-Ya comiste?

-No. Pero no necesito que hagas mi comida. Yo puedo hacerla. -contestó y era durísimo. Tomás se sintió triste, estaba enojado con Ivan y quería seguir estando así! No quería sentirse como se sentía: abatido, perdido.

Luchó un poco con la cremallera de la mochila, temblándole apenitas los dedos, y cuando pudo abrirla, sacó el taper y se lo extendió, sin mirarlo a los ojos.

-Qué es eso?

-Mi mamá me lo hizo para que yo cenara. Pero llegué un poco borracho y no lo comí. No es comida vieja!!! es de anoche y estoy seguro que será mejor que tu ramen y sabrá más rico también -respondió bajito. Ivan recibió el recipiente un tanto confundido. Tomas volvió a hurgar su mochila y sacó un par de manzanas -Come fruta también, eso te mantendrá fuerte y no te enfermarás -susurró, repitiendo lo que su madre siempre le decía. Lo miró e Ivan aun lo miraba con el ceño fruncido así que bajó nuevamente los ojos.

Giró despacito y se fue hacia las escaleras.

-Tomas! -le dijo el hombre desde la puerta de la casa y el pelirrojo volteó. -Gracias.

Tomas sonrió intentado parecer un hombre maduro, pero la sonrisa se le trastocó con un pucherito aniñado, abrazó fuerte su mochila, se dirigió hacia él, se puso en puntas de pie y le besó la boca.

-Perdón por lo de ayer. Perdón porque esta mañana me encontraste borracho. No sé que me pasó, no suelo hacer eso. -jadeó y como vio que Iván no decía nada más, se marchó, bajando de dos en dos los escalones. Haciendo el pucherito más notorio, arrugando la naricita porque en la semiluz de las escaleras nadie lo veía y podía llorar sin que se le burlaran.

Ivan ingresó a su departamento, dejó la comida sobre la mesa, se sentó y se agarró de la cabeza.

FUCK!

Cómo mierda iba a hacer para sacárselo de la cabeza si Tomas se comportaba como un pequeño angelito?

Se pasó la mano por el cabello despeinándolo y se sintió abatido. Tenía ganas de llamarlo, de decirle que comiera con él, que le diera la posibilidad de devolverle ese beso que le había obsequiado hacía unos segundos. Pero había borrado su número y en una hora más tenía que partir al hospital. Era domingo y su turno comenzaba temprano y no sería tan extenuante.

Al día siguiente le tocaba ir con Francisco y una enfermera para vacunar a los niños del colegio San Gabriel y hablarles del coronavirus para que comprendieran la seriedad del asunto.

Estaba seguro que hacia las 5 de la tarde ya podría estar de regreso en su casa y le tocaría averiguar en qué departamento del tercero vivía Tomas. Lo invitaría a merendar.

¿Y si lo atendía su madre? Se pasó de nuevo la mano por la cabeza: lo resolvería sobre la marcha. No le quedaba otra que bajar la guardia, ese hombre lo tenía absolutamente embobado.


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