Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El secreto del pueblo. por PlaybooksmadKILLMEplis

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por leer y disculpen alguna mala ortografía.

Un vacío recorre en mí. El crudo frio impregnado en mi ropa. La lluvia haciéndose oír, todo eso, me fastidiaba demasiado. Al salir del bosque, entramos al auto, con los periodistas encima de nosotros, y fuimos al hospital con el doctor para que me viera la cicatriz, que me reviso, le dio unas recetas a mis padres que compraron en el camino para luego decir que solo era un pequeño resfrío por lo sucedido. Fue rápido, ni hubo tiempo de decir hola al verlo. Llegamos a nuestra casa, ahí estaban ellos, algunos, seguían ahí, esperando como buitres a la carne viva moribunda. Entramos como pudimos, con empujones, insultos saliendo de la olorosa boca de mi padre tras tomarse unos buenos tragos al parecer. Su aspecto demacrado; pálido, arrugando su frente, boca seca, ojos rojos he hinchados, no paso buena noche al parecer. Yo no pase buena mañana. Los oía murmurar abajo, pasearse, reírse, era como un festival para ellos torturarme con preguntas que temo responder, lo de Alexia, ¿Cómo supieron? ¿Quién les dijo todo eso? Estaba agotado, vacío, no podía sentir nada más que cansancio y fastidio, y la vibración de mi celular con mensajes de Adrián.

Adrián: ¿Los periodistas están en tu casa? Ellos rodean la mía.

                                  Andrés: Si, siguen afuera.

Adrián: Que mal. A Paulo le pasa lo mismo, ¿Qué hacemos? No sé qué hacer, mis padres están preocupados.

                                              Andrés: Yo no sé.

No sabía, ¿Por qué me lo preguntaba a mí? Estoy en su misma situación, no sé qué hacer ante este altercado de estos tipos. No podíamos ir a la escuela con ellos siguiéndonos, sería ridículo, sería un espectáculo del circo, esto solo me daban ganas de irme, de huir de nuevo.

-Inhala, exhala, mira, escucha, siente, hay calma donde hubo rabia… inhala, exhala…

-¿Cariño?-Entro mi madre de golpe, se me olvido poner pestillo a la puerta, no que ver a nadie.- ¿Te está dando un ataque de ansiedad?

-Más o menos. A Adrián y a Paulo les está pasando lo mismo.

-Lo sé. Vinieron los detectives del caso de Daniel, para poder hacer una especie de tregua. Hablaran los periodistas, para que los entreviste a los tres aquí.

Esto es ridículo. Salí de mi cala, poniéndome las pantuflas y mirando hacia el oscuro cielo para mirarla de nuevo, ya vestida y algo arreglada y bien abrigada, parecía cansada, todos estaban cansados, de mí, claro.

-¿Vendrán Paulo y Adrián? ¿Quieres eso?

-Sí, sus familiares ya aceptaron. Todos esperaran aquí, y los detectives le guiaran como responder para no decir mucho ni decir poco y que los periodistas no se enojen. Así que espera a que lleguen y… bueno, ahí veremos qué pasa.

-¿No tengo opción?

-No, cariño. Tienes que pensar que estos tipos seguirán. Podrían seguirte hasta la escuela, ¿quieres que todos tus compañeros te vean siendo seguidos por unos periodistas?

-Claro que no quiero…

-Entonces harás esto. Sera algo complicado no decir mucho, pero solo has caso lo que te digan los detectives, ¿estamos?

-Estoy cansado. Tengo frio, mi cuerpo está caliente, me duele la frente, los ojos y la nariz, y ¿quieres que hable con esos tipos? No quiero hacerlo…

-Ay, Andrés…

-Lo harás.

Entro de golpe mi padre poniendo la cortina y darme la cara de al parecer molestia.

-Papá… pero no quiero…

-Pues lo harás.-Alzo su mano como callándome, que molesto se pone.-Esos tipos no te dejaran. Los tres son la sensación, y esos malditos saben que esto es la oportunidad de su vida para subir de cargo o salir en noticias afuera del pueblo. Son sanguijuelas, así que no te dejaran irte tranquillo. Así que siéntate, espera a los otros dos, y harás todo lo que te digan los detectives. No quiero más quejas. Vamos Amelia.

-Ah…

Se la llevo de un brazo, fue casi que me viera como una peste, yo era la peste, yo soy un virus que ellos crearon y no pueden deshacerse, con sus mentiras, con sus secretos, me crearon y ahora no saben cómo deshacerse de mí.

Los chicos llegaron a los minutos entrando a mi habitación, en verdad no quería tenerlos aquí por ningún motivo, este era una situación extraño de verdad. Adrián estaba pálido, ojeroso, Paulo tenía su inhalador danzando entre sus dedos como anoche, era la misma escena de la chañaba del guardabosque, solo que en mi casa.

-Hola chicos.

Entraron los detectives de anoche a mi habitación, el único lugar donde esos tipos de abajo no nos podían ver, la mujer alta, pelirroja, con nariz pequeña y labrios gruesos con dientes chuecos, y el tipo alto, delgado, casi calvo con su chicle infernal.

-Me llama Imelda Gutiérrez y él es Ernesto Montailla, somos los detectives del caso Daniel Cansino y su familia. Venimos para decirles que dirán y que no, para que estos tipos lo dejen tranquilos. ¿Entienden? Bien…

-Es sencillo, lo diremos rápido,-El tipo interrumpió a la mujer abruptamente, creo todos nos dimos cuenta que fue casi a propósito al ver a la mujer suspirar y masajearse la cien para mirarnos como pobres diablos.- son jóvenes así que lo entenderán rápido, bien rápido, ¿sí? La cosa es esta, le preguntaran como lo encontraron, dirán en el bosque en la zona prohibida, sin detalles de cómo, solo que lo encontraron, no hablaran de la cadena, ni de la marca en su hombro…

-Luego preguntaran que sintieron,-Creo se volvió un patético juego de quien interrumpe más a quien.- ahí pueden explayarse más, pero sin detalles de cómo lo vieron, ya que si dicen que se sintieron mal, le preguntaran entonces si el físico del niño estaba tan mal…

-Así que ojo con eso. Bien… ¿Qué más…?

-No pueden interrogarlos, o sea que no pueden preguntarles donde estaban antes, ni porque estaban ahí, solo nosotros, también no pueden preguntarle por otros casos… y… creo que eso es todo. Vamos.

-Tienen que ser rápido…

-Ya entendimos.

Dije fastidiado del tipo con su chicle entre sus dientes que no me dejo tranquilo en su discurso. Bajamos todos lentamente, habían en total cuatro periodistas sentados en comedor, con sus libretas en la mesa, y celulares con la grabadora, y un  fotógrafo por periodista tras de ellos, tres mujeres y un hombre, se presentaron por nombre y por el canal en que trabajan.

-Mi nombre es Florencia Villareal y soy del noticiero ‘’Prime Noticia’’ del canal diecinueve.

-Soy Matías Invendi, y soy de ‘’Oye Visión’’ de la tarde canal nueve.

-Un gusto, soy Fernanda Zarate de Nacional ‘’Mar’’ del canal siete.

-Y yo soy Josefina Puga, de  ‘’Creativo’’ del canal seis.

-Un gusto a todos, trataran de no interrogar muchos, si los chicos no quieren responder, no lo harán, si hacen alguna pregunta que no deben hacerlo, nosotros responderemos por ello, y eso, empiecen.

Empezó un manoseo para ponernos uno cables, y una cosa enorme en nuestras espaldas. Sentir esa cosa helada y enorme me daba ganas de llorar de impotencia al no querer hacerlo, esa caja era mi sinónimo de injusticia ante mis deseos de no ser entrevistado, no quería ser interrogado, no quería hablar con nadie, quiero estar solo con este vacío, con estos recuerdos que me vienen de golpe estando despierto.

-De acuerdo. Empezaremos en el orden en que nos presentamos, ¿sí? Cada uno tendrá su espacio para responder.

¿Espacio para responder? ¿Enserio creen que nosotros queremos tener un espacio en su maldito canal de televisión solo para que nos dejen tranquilos?

-Adrián, ¿cierto?

Pregunto la chica toda maquillada, Florencia, no le quedaba el nombre, no tenía anda natural en ella.

-Sí.

-Bien, Adrián, supimos que fue usted quien tuvo al pequeño Daniel Cansino en brazos, ¿Cómo fue que lo hallaron?

-Eh… bueno… em… lo encontramos en el bosque, en la zona prohibida.

-¿Cuál zona?

-En la C.

-¿Y a que fueron…?

-Ah… fuimos a pasear, queríamos ir al lago, pero ya era de noche, entonces fuimos a esa zona a jugar a escondernos, y ahí… en el campo de maíz lo encontramos.

-¿Quién lo encontró primero?

-Yo…

-¿Y cómo lo vio? ¿El simplemente se le presento frente suyo así como si nada?

Interrumpió abruptamente el chico, quien empezó ahora el, supongo. El pobre de Adrián estaba mi derecha, todo tieso mirando fijamente a quien sé que le hablase.

-Emm, no, este… bueno, lo vi pasar de largo, supe que era el, y luego él se paró frente de mí, y siguió corriendo.

-Ya veo. ¿Le tenía miedo?

-No, ¿Por qué me tendría miedo?

-Dímelo usted, huyo de usted por algo, ¿o no?

-No huyo de mí…

-¿Entonces de quien…?

-¿Por qué cree que huyo de mi…?

Si siguen así, Adrián terminara llorando, justo lo que ellos quieren.

-De acuerdo, siguiente pregunta a uno de los otros dos, y terminamos.

Las palabra de la detective fueron agua helada para los perros sedientos de carne humano, ellos no vinieron a entrevistar, vinieron a destruirnos.

-Paulo, bien, díganos su versión, lo que paso desde su punto de vista.

Empezó la chica Fernando, era la más normal, creo, ni tan arreglada, ni tan desordenada, parecía la más tranquila, por el momento.

-Este bien… yo me perdí cuando Andrés y Adrián encontraron a Daniel, no estaba ahí, no pude ver los que les paso a ellos, llegue justo cuando ya lo tenían.

Me sorprendió verlo tan seguro al hablar, estaba mi izquierda, con una tranquilidad que no supe de donde le salió, pero aun así, no dejo su inhalador que se le aferro, haciendo ver sus nudillos rojizos.

-¿Es cierto que tenía una esposa en su tobillo derecho?

-Si… Y muchas marcas de cigarrillos y una marca de una flor en su hombro izquierdo…

-Oye, oye, oye, ya cállate. Se acabaron las preguntas para él.

No sé qué le paso a Paulo, no sé si fueron los nervios, dudo de ellos, lo dudo al verlo sonreír como si hubiese conseguido algo bueno. Mi mirada creo que penetraba su cuerpo al girar y verme para borrar esa diminuta sonrisa de segundos, no entendía nada, creo que él tampoco al verme.

-Bien, Andrés, ¿tiene algo que decir…?

Quite de inmediato mi mirada sobre Paulo y mire a los cuatro tipos al frente, solo faltaba una, la última, Josefina, que me miraba desde el rincón, sonriendo, esto no me daba buena espina.

-No, todo lo dijo Adrián.

-¿Pero cómo lo sacaron de ahí? ¿Cómo hicieron para que el chico se fuera con ustedes? ¿Quién los llevo a la policía?

-Nos llevó el guardabosque, y simplemente tomamos al niño y ya está.

-Está bien…

-Creo que ya es todo. No tienen que responder más de lo que ya respondieron, ahora pueden retirarse.

-Una cosa más.

La tierna chica escondida en el rincón, sonriendo tal parecida a una lagartija, me miró fijamente, saco su celular y un lápiz de este, volvió a mirarme, entrecerrando los ojos, generando un desagrado en mí por completo.

-Supe por una fuente externa, sobre otros casos en que estas involucrado, uno de ellos es de Alexia Walsh, o mejor dicho de Valeria, así era su nombre real, era su sicóloga, y quisiera saber, que ocurrió en el bosque en el risco…

-Esto no era parte del traro, les pido por favor que se retiren.

-Pues yo vine específicamente por este caso, y por el segundo, que en verdad es muy curioso. Si hago un reporte del caso, podrían obtener más pista.

-¿De qué está hablando?

Eso misma pregunta me hice al oír al calvo ese.

-El caso de Octavio Pierce, el niño que fue violado por otros dos niños hace diez años, mientras que el miraba todo, y se olvidó por completo de esto,-Me miro tan profundo con su sonrisa, como si disfrutara de esto.- ¿sigues en tratamiento?-Me piñizcó el brazo izquierdo.- ¿Has recordado algo?-Me estaba quedando sin aire.- ¿Por qué dejaste caer a su sicóloga?-Quiero golpearla.- ¿Fue por el caso de Pierce?

-Mamá.

-Lárguense de mi casa.

Mamá gritaba como loca diciéndole que se fueran, tomándola del brazo izquierdo a la chica que parecía sorprendida por la reacción violenta de mi mamá. Quería que se fueran, no sabía, (aunque quería saber) sobre cómo consiguió la información, pero en cierto punto, me sentía agotado, no quería nada, no quería estar con alguien en este momento, la soledad era lo único que anhelaba en estos momentos.

Mis padres esperaron a que fueran a buscar a los chicos que se quedaron unos minutos a tomar algo caliente antes de salir contra el frio otoño que faltaba poco para que se acabase. Al llegar esas personas, al irse, llegaron esos otros dos detectives mientras los otros dos también se quedaron porque querían hablar conmigo.

-¿Qué es esto? ¿Una acorralada? ¿Qué les pasa?

-Solo queremos hablar con su hijo en la estación de policía. Él fue quien soltó a Valeria Walsh, quien murió por la caída, tenemos que interrogarlo.

-¿Y porque no lo hicieron antes?

-Porque no hubo nadie quien retirara su cuerpo y quisiera seguir el caso, ahora llego un amigo suyo, que vino de la ciudad para encontrarla y supo lo ocurrido, quiere saber porque usted la soltó.

El detective Ramírez era el único que hablaba, era mejor así, porque no quería que me respondiera el otro que parecía querer enterrarme en el suelo.

-¿O sea que estoy demandado?

-Eres el sospechoso principal. Ahora vamos.

Pero el otro tipo, Fuentes, hablo igual, su voz la detesto de verdad.

-Llevaremos un abogado.

-No, no quiero, mamá. Yo no hice nada malo, vamos.

-Luego de que termine con él, mándelo a nosotros.

Se acercó la detective Gutiérrez.

-Nuestro hijo no es un maldito juguete.

-Lo sabemos, señora, pero tenemos que hacerle una pregunta. Permiso.

Me llevaron a la estación con mis padres atrás en su auto. Tenía frio con mi cuerpo caliente, me dolía la frente, no estaba de humor para cooperar al cien por ciento, pero lo hice para que me dejaran tranquilo, quería estar encerrado en mi habitación, y dormir, solo dormir.

-Bien, empecemos. –Ya había entrado a la misma sala que anoche, solo sin tanta iluminación, bastaba con la de la ventana, me mire en el ese supuesto espejo, me veía acabado oyendo al detective Ramírez.-Quien te demanda, quien quiere seguir el caso de la señorita Walsh era un amigo suyo, Bastian Gonzales, vino a verla, y le informaron en el departamento sobre su muerte, así que, tenemos al único sospechoso, tu.

-Yo no quise soltarla a propósito.

-Eso no lo podemos saber. Tenemos a un testigo que dijo que te vio soltarla, el guardabosques…

-Él me dijo que la soltara. Me gritaba que lo hiciera, porque ella me rasguñaba las muñecas, me gritaba que la soltara.

-¿Por qué?

-Decía que ellos se le llevarían para violarla de nuevo, que si seguía viva los expondría. Ya les dije todo…

-¿A quiénes?

Me interrumpió fríamente ese detective que supuestamente era el amigable, pues resulta que era al revés aquí.

-No sé. Ya les dije, que ella me había dicho que unos tipos tenían amenazado a su padre, sobre matar a su mamá y secuestrarla si no hacía que me olvidara de Octavio, yo no sé nada más que eso.

No podía decirle que recordaba ciertas cosas, no podía ya que no sabía con certeza que tan reales eran, no sabía quiénes eran, solo que el tipo que hablaba por teléfono, ese hombre borroso era el mismo que estaba en el lugar de los incendios con los chicos, era su voz, era él.

-No tiene sentido.- Musito Fuentes sentándose frente de mí, parecía el más suave ahora, parecía el más compresivo, este lugar era como un lugar alternativo y yo no me había dado cuenta.-Investigamos, el señor Axe Walsh falleció en un accidente automovilístico, su señora se suicidó y su hija quedo con unos familiares que fallecieron cuando tenía diecisiete años.

-No sé, solo digo lo que ella me conto, no si es verdad o no. Yo no quería soltarla, pero la presión que me hacia ese tipo, los gritos de ella, me asustaron y lo hice, fue sin querer.

-Lo lamento mucho, pero de igual forma se podría considerar homicidio involuntario.

-¿Qué…? Pero…

Antes de que pudiera alegar, defenderme, apareció un tipo como la edad de mi padre, unos cuarenta y tantos, casi canoso, cara de corazón con su cabello dividido en el centro, labios finos, dientes muy finos y enormes como caballo, y nariz alargada, tenía un buen vestir, con su traje, pero sin corbata y un maletín de cuero negro.

-Disculpen.-Y tenía voz aguda rasposa, era como un caballo andante.-Tengo que hablar con mi cliente.

-El no cito un abogado.

Refuto el detective Ramírez mirándolo desde abajo, a mi sorpresivo abogado que seguía sonriéndolo y mirándolo, casi como si fuera estúpido.

-Él es menor de edad, así que sus padres me llamaron. Déjenme a solas con él por favor.

-Volveremos en un rato más.

Le confirmo al abogado que sonrió y asintió varias veces mientras le hacía un gesto con mano con desinterés.

-Sí, ya salgan.-Al irse los dos, él se sento frente de mí, seguía sonriendo, era como le hubiesen cocido la boca y no supiese nada más que hacer eso.-Vaya, vaya… eres igual de estúpido y orgulloso que tu padre.

¿Cómo se atreve? Ni lo conozco.

-¿Disculpe?

-Debiste pedir un abogado de inmediato, no siempre llamar a un abogado es significado de culpa.

-Yo… no tengo nada que ocultar.

-Entonces debiste llamarme para terminar más rápido esto. Empieza desde que se conocieron, hasta esa noche, cuéntame todo, con lujo de detalles, que se dijeron en sus reuniones, que gestos tenia ella, si viste algo raro en ella, dímelo todo, y no te preocupes por los detectives, no pueden entrar hasta cierta hora, ya hable con su capitán.

Le conté todo, desde que la conoci, hasta esa noche, lo que paso en el acantilado, todo, estaba cansa de contar lo misma una y otra vez, estaba muy cansado, lo que paso en el bosque me tenía un clavo clavado en mi frente, enterrándose más por el martillo de los recuerdos, quería poder estar solo, quería estar tranquilo con este vacío.

-Ya hablaron suficiente, ¿Qué tienen que decir?

Entro de golpe ambos detectives justo cuando ya le había contado todo a este abogado que ni nombre tenia, sentado al lado mío.

-Que no fue el, sino un trágico accidente que ella misma causo.-Relato como si nada, como si con eso me sacaría del ojo del huracán.- La empujaron al darle ese golpe en la cabeza, con ese golpe ella cae, y en la desesperación de anda saber uno de que tenía miedo, le suplica a mi cliente que la suelte, el guardabosque ve que la tipa le está haciendo daño a mi cliente, quien intentó matar más de diez veces, que su objetivo era matarlo, ella lo tenía todo planeado, entonces, entre la desesperación, mi cliente la suelta, fue… defensa propia en realidad.

-Nadie le creerá eso…

Se rio Fuentes mirándonos tales hormigas a puntas de ser aplastadas.

-Solo si no cuento la historia detrás de todo esto. –Se alejó de la mesa, alejándose, y recargándose en la silla, doblando sus piernas, poniendo ambas manos entrelazadas sobre ellas, y una sonrisa que consideraría soberbia.-Ella era hija del sicólogo de mi cliente cuando niño, y ella dio a entender que gracias a su padre y a otros hombres, el ya no puede recordar el trágico suceso, por lo tanto, viene una cierta negligencia por parte de la fiscalía.

-No entiendo.

Comporta el mismo poco entendimiento de lo que él dijo con el detective Ramírez, que le observaba de manera rara, con enormes ojos y boca entreabierta.

-Fácil, detective, ustedes dicen que investigaron todo, absolutamente todo, pues resulta que yo también, antes de venir acá, sus padres me habían contado ya este suceso, y me dijeron que me prepara por si alguien quisiera demandar a su hijo, entonces entre averiguaciones, resulto que el padre de Valeria Walsh, jamás fue encontrado en el supuesto accidente, no estaba su cuerpo…

-Claro que no, fue un accidente contra un camión, el camión paso sobre él, era claro que no habría cuerpo con lo molido que estaba…

Callo al abogado Ramírez, el otro observaba todo desde un rincón, parecía un partido de pin pon.

-Pero es que ni molido pudo haber estado, no había cuerpo. Solo el del camionero, pero no del conductor del auto, por lo tanto resulta que quizás si sea cierto lo de la sicóloga, por lo tanto ustedes no investigaron bien respecto la muerte de Axe Walsh, y por lo tanto, los detectives del caso de Octavio tampoco lo hicieron bien, ya que ni pudieron vincular la misteriosa muerte del sicólogo de mi cliente con la violación  de Pierce. Una negligencia tremenda, ¿no cree? ¿Cómo cree que reaccionaria la prensa? Un caso como Pierce, era un caso tan jugoso, tan morboso, tan llamativo en ese tiempo, salimos incluso en la ciudad, fue noticia casi nacional, y ahora imagínense,-Abrió ambas manos, sonriendo, casi parecía el maestro de ceremonia de un circo.-  una mujer muerta, que intento matar al único que vio a los violadores de Pierce, será una bomba, y será puesto en duda sus capacidades para poder manejar estos casos, que todo se vincula con el caso Pierce, a través de Andrés Fernández. El único quien vio a los violadores de Octavio Pierce, que estuvo en riesgo su vida por esa sicóloga, que en verdad no lo era, ¿y me están diciendo que mi cliente es el culpable? ¿Enserio no ven que todo es tan sospechoso? ¿O solo se están haciendo los ciegos? ¿Eh?

-Nos vamos. Los detectives del caso Cansino quieren hablar con ustedes.

Salieron ellos y entraron los otros dos rápidamente, como la tómbola.

-Genial, ¿ahora te metes en asesinatos de niños? ¿Qué viste?

Me susurro de lado ya nada feliz al parecer, con su nariz arrugada, y una mueca de lado, parecía estar oliendo algo mal, pero solo estaba yo y esos dos.

-¿Qué? Yo… nada, ya les conté todo a ellos.

-Ahora dímelo…

-No será necesario, solo tenemos una duda, que queremos que respondas, Fernández, ¿Por qué se rio cuando vio las cadenas en el suelo?

-¿Qué?

No logre entender bien la pregunta de la detective, que ambos estaban parados frente de mí.

-Su compañero, Paulo Andraire, dijo que lo escucho reírse.

¿Paulo dijo eso? ¿Con que intención? Tenía que salir de aquí.

-Exacto, lo escucho, no lo vio.

-Había mucho viento, quizás oyó mal.

Coopere de inmediato, pensando que esto era una estupidez, pero veía el punto, es raro que alguien se riese en ese proceso momento crucial donde seguía la cadena que tiraba de Daniel, solo que no sabía cómo explicarle que fue por nervios, fue por… risa, para mí ya esto era un chiste mi vida.

-¿Ve? ¿Eso era todo? ¿Era necesario preguntar eso aquí?

-Pueden retirarse.

Los detectives parecían molestos, ¿Por qué ellos? Me llevaron hasta aquí para interrogarme de nuevo cuando tengo un ligero fiebre de mierda.

-No me presente, ¿cierto?

Ya estábamos en su auto blanco. Confié en el por el simple hecho de que mis padres lo contactaron, debe ser un amigo suyo, tal vez.

-No lo hizo.

-En ese caso; hola, me llamo Mauro Alba, fui tu abogado cuando niño. No te acuerdas de mí.

Susurro luego de mirarme para mirar la húmeda carretera.

-No…

-Es raro, verte y que ni si quieras me hayas dado un abrazo y ni me reconozcas, es raro en verdad, pero si lo que dijo la sicóloga es cierto, quizás recuerdes. Vamos.

No entendí a lo que dijo hasta que llegar a mi casa con mis padres que abrazaron a Mauro, se saludaron como viejos amigos, se rieron, se preguntaron cosas mientras yo los miraba desde la escalera.

-¿Y qué paso con el caso? ¿Andrés no está en problemas?

-Sigues igual de dramática, Amelia, pero no, está bien, por ahora, así que me quedare por un tiempo, cuando saquen a Andrés de sospechoso y si la persona que quiere que el caso de Walsh siga desista…

-Pero, ¿Qué pasa si sigue?

-Iremos a tribunales, tendrán que ir testigos…

-¿Y si encuentran culpable a Andrés?

-Amelia,-La sostuvo solo unos segundos de sus hombros, para moverla un poco mientras sonreía y la dejaba alzando las manos al aire y dejándolas descansar luego.- no lo harán, la única culpable está muerta, pero si llegase el caso, cosa que encuentro difícil teniéndome a mí, Andrés iría a la cárcel juvenil de la capital.

-Es horrible…

-Lo sé, pero no pasara nada eso, ya tranquila. Se me había olvidado lo dramática y sensibles que eras, y lo poco servicial también.

-¿Qué quieres tomar?

-Era broma. Ya me tengo que ir. Tuve un viaje larguísimo.

-Lo siento…

-Ya no importa. Son mis amigos, aparte necesitaba un cambio de ambiente.

-¿Y vino Rafaela contigo? ¿Cómo está?

-No sé. Me engaño con su compañero de trabajo y se casó con ella hace un año, creo. Pero yo estoy bien.

Se creó un silencio que lo único que se escucho fue el toso de mi tía que miraba todo con una sonrisita.

-Oh…-Hablo mi madre, creo que se dio cuenta que metió la pata.- yo… es que ella y yo no hemos hablado hace tiempo…

-Eso pasa cuando ella tuvo la culpa de que nuestra relación se fuera al caño y no quiera aceptarlo ante nadie, ni ante ti, aunque me conformo con el karma.

-¿Karma?

Pregunto mi papá al mismo tiempo que yo mentalmente.

-Me entere por un amigo en común que el tipo es adicto al sexo, o sea que se coge a cualquiera que tenga un orificio, así que le ha sido infiel muchísimas veces, solo que no lo quiere dejar porque supuestamente lo ama, entre nosotros sabemos que es su orgullo quien manda su vida. Pero bueno, ya estoy cansado. Iré a un motel y quizás venga mañana, quizás no, ya saben cómo soy Adiós, adiós Andrés, salúdenme a los otros chicos, si es que ellos se acuerdan y no tuvieron un trauma en el camino, adiós.

Papá fue a dejarlo a la puerta luego de que dijera lo último casi como un chiste.

-Es…

-Tiene un humor algo peculiar, -Creo que papá no quiso que yo pensara mal de él, solo que no soy muy partidario del humor negro, pero es humor, ¿cierto?- lo sabemos. Ve arriba a descansar.

Asentí atontado de todo esto tras su respuesta. Fue ráfagas de acontecimientos uno tras otro golpeándome con truenos mi cuerpo cansado, estoy agotado, me siento vacío, quiero solo dormir…

AT: Respóndeme Andrés, ¿Qué paso? ¿Por qué no has venido?

Tenía una explosión en mi celular con sus mensajes, bombardeándome desde su trinchera, explotando toda mi zona de conforto donde tenía mi bandera de paz ya quemada hace meses.

                             Andrés: Déjame tranquilo, por favor. Quiero estar solo estos días. Por favor.

AT: Esta bien, pero, ¿Qué paso con el correo que me preguntabas anoche?

-Mierda.

               Andrés: Hablemos otro día. No me mandes más mensajes, ni me llames, voy hacer algo con el celular.

Comencé a borrar todos los mensajes que teníamos él y yo, ya que me acorde de la horrorosa foto que me enviaron anoche. Se me había olvidado por completo, mi mente tenía diversos nudos sin cesar que se desenredaban a cada hora para tener un poco de clemencia ante esta guerra que se creaba dentro de mí. Cuando ya lo tenía todo listo, baje rápidamente, cayendo en el camino a la mitad de la escalera congelando por un segundo mi corazón, y de inmediato fui recogido por mamá.

-¡Andrés!

-Estoy bien. – Le conteste con dificultad al levantarme y bajar el ultimo escalaron.-Tenemos que llamar a esos detectives de nuevo, los del niño, me acorde recién que anoche me enviaron esto.

-¿Qué…?

Papá tomo el celular y de inmediato se lo dio a mamá con gesto de asco, arrugando su frente, su boca haciendo una mueca y expandiendo sus ojos que no se comparaba con las ganas de vomitar de mi madre que ella si boto mi celular en el suelo apenas lo vio.

-¡¿Quién te envió eso?!

-No sé, -Negué mientras recogía el celular que se apagó apenas se calló.- por eso quería hablar con los detectives, no sé quién o quienes fueron.

-Qué horror, llamare de inmediato.

-Y llama a Mauro  por si acaso, -Susurro mamá a papá que ya se había puesto con contacto con la policía.- ¿Por qué te lo enviarían?

-Quizás se equivocaron.

-Eso espero, ¿Por qué no te acordaste apenas te levantaste en la mañana?

-Iba a decirles cuando llegara de clases, lo siento.

-No te preocupes, la policía averiguara quien fue el enfermo que te envió eso, ahora ve arriba, descansa algo, te ves más mal de lo normal.

¿Gracias? Solo sabía que no podía descansar del todo. Todos mis nervios alerta a cualquier cosa me ponía de malas. Tenía miedo de que los detectives vieran mis mensajes borrados, pero también borre el número de AT, borre todo de él, tenía miedo de que sospecharan de porque lo hice, también tenía miedo de que supieran que tengo un acosador, y que AT haga algo estúpido, estaba completamente acorralado.

Llegaron a los minutos, también el abogado, todos me rodearon creando una marea de interrogatorios haciendo que me naciera ganas de vomitar verdades en sus caras. Quería descansar, estaba cooperando más que antes, ¿qué más quieren? No lo sabía, solo que cuando se fueron con mi celular en sus manos, mi corazón apretujado le costó dormir después que el sol se ocultase. Mi mente desfalleció tras todo este caos, sumergiéndose en un remolino de tormentos recuerdos, que ya ni sé que son recuerdos ¿Tengo que decirles a los detectives, a mis padres, sobre que unos hombres mataron al sicólogo y yo vi todo? Solo sé que no me acuerdo como llegamos, hay huecos en donde me sumergió, y me hundo más y más, ahogándome en la incertidumbre cuyo camino es la demencia, no sé qué me pasa, no sé qué está pasando, no sé cuándo llegara las paz. Justo cuando creí que llegaría, tuve días normales la semana pasada, días donde la monotonía y las vanidades volvían a mí con gran dicha, la nostalgia yacía muy lejos esos días, volverían los momentos sosos y tranquilos que tanto añoraba, con diferentes personas, diferente monotonía, pero volverían, y todo se acabó, esa esperanza duro menos que un suspiro en su segundo de vida, todo se acabó al ver ese niño, todo se acabó con aquel suspiro al verlo. Debí irme, debí hacerle caso al viento torrencial que me guiaba a casa, debí hacerle caso a las señales de la naturaleza, y yo ciego no vi las pistas de la inestabilidad del bosque, todo el ambiente me lo gritaba: huye, huye, y no lo hice, ahora pago por ello. Esa noche fue… extraña… fue como si, cada suspiro que daba no significara nada, sentí que nada de aquí me ataba a la Tierra, tenía un vacío, solo podía sentir eso, solo podía sentir esas vagas ganas de salir y dejar que un auto me atropellase, o saltar por edificio, o simplemente ahogarme en el agua de la tina, así dejaría de vivir, ya que nada me ataba, nadie me necesitaba. Mi corazón latía con normalidad, mi sangre fluía en orden con ligera frialdad, pero era mi cuerpo endurecido que flotaba a la incertidumbre y a la pena nacida de la nada. Llore, llore toda la noche, quizás llore por rabia, quizás llore por nostalgia, quizás llore por la poca esperanza, quizás llore porque sabía que nadie me oiría, llore porque sabía que a nadie le importaba.

-Cariño, lleva esta bufanda, es mi favorita, así que no la pierdas.

Ya era otro día, ya estaba todo arreglado, cuando salí y me encontré con mamá poniéndome de inmediato la bufanda color mostaza.

-¿Y la azul y la roja no lo eran?

-Bien, todas son mis favoritas. Ahora ve, tu padre te espera abajo.

Por favor, no, no quiero empezar el día con dramas.

-¿Por qué?

-Te iras con él, y con tus hermanos. Tememos que estén los periodistas en la escuela.

-Pero hicimos la entrevista ayer…

-Lo sé, pero ellos son así, podrían estar hablando con sus compañeros para molestarles y así interrogarlos solos, anda saber una. Ya baja.

No tenía opción a negar, mordí mi mejilla interior mientras piñizcaba mi brazo izquierdo incomodo a estar con el abajo, hasta sentir de nuevo el perfume ligero de mi madre atrás mío, antes de abrir la puerta y que se me lanzara el frio.

-Sé que estas incomodo, por lo anoche… pero el ya cambio.

-Recayó…

Le hice frente, ese rostro que tenía ese gesto de súplica, ¿suplicarme qué? ¿Qué escuche las excusas que no valen?

-No…

Ya empezó.

-Mamá.

-Por favor. -Me callo rápidamente, acercándose de poquito a poquito, con su mano derecha alzada hasta llegar a mi hombro con la mochila colgada.- Dale una oportunidad, hace años que ustedes no hablan con normalidad…

-¿Por qué crees tú? lo que me hizo lo sigo teniendo en mi memoria, eso sí que no se me ha olvidado jamás.

-Lo siento…

-No fue tu culpa, pero no me pidas que le hable como si nada.

-Es que han pasado años, Andrés, ¿hasta cuándo…?

-¿Tú le hablarías a tu padre luego de que te golpeara solo por gritar? Solo tenía ocho años, mamá, ocho.

El silencio nació y creció hasta volverse una pared invisible entre nosotros dos, logrando que divisara ligeras gotas de perlas a punto de salir de sus finos ojos, no quería ver eso, no quería verla llorar, así que me di la vuelta y salí para subir al auto con ellos tres riéndose como si nada. Me dolió dejarla así, es que no se consolar, ni que me consuelen, solo se herir, solo se destruir y ahora recién me di cuenta de eso.

-Parece que hoy dirán cuándo serán los otros dos partidos antes de las vacaciones de invierno, espero que no sea esta semana, imaginase, estudiar para los exámenes y también entrenar para el futbol, no me va a dar cabeza.

Tampoco te da boca para tener el enorme pan en su boca siendo masticada vulgarmente.

-Nunca te da cabeza, ¿de qué hablas?

-No seas malo, Lorenzo, si soy inteligente, estoy casi a tu nivel.

-¿A mi nivel? ¿Qué nivel? ¿El adolescente con mucha testosterona, o el del gorila irracional?

-¿Irracional? Los gorilas no son racionales.

-Ahí lo tienes, imbécil.

-Oye…

-Ya paren.

Todos se reían, todos seguían sus vidas, yo seguía estancado en la mía en este auto, todos avanzaban, presionaban sus motores, giraban de la palanca, presionaban el acelerador, y todo marchaba, yo en cambio, mi cuerpo paralizado que no sabía conducir, haciendo que mi auto quedara atrás en el pavimento vacío con el silbido del viento acariciándome por la ventana abierta, de la cual se asomaba otro auto por el costado chocando y aventándome al cielo para luego estrellarse contra el suelo.

-¡Andrés!

-¿Qué?

El zamarreo verbal de mi padre me despertó de ese… ¿sueño? Imaginación, algo sangrienta, pero por alguna razón me agrado verme morir. Mis hermanos no estaban, los dos seguíamos adentro frente a la escuela, con diversos chicos, entrando, esperando afuera, padres con sus hijos hablando, Claudio pasando de largo sin mirarme.

-Ya llegamos, te vengo hablando hace minutos. Tus hermanos ya bajaron.

-Ya… no me di cuenta.

Apresurado le respondí mientras me sacaba el cinturón de seguridad. 

-Pero mejor así, tengo que hablar contigo.

¿Tienes o quieres? Suspire dejando el cinturón de lado, y alejaba su mano de mi muñeca que a sujeto antes de que pudiera salir del auto.

-¿De qué?

-Este… vamos más adelante. Nos están mirando algunos…

-No, quedémonos, ¿Qué quieres?

Sabía que si nos íbamos, me iba dar el discursito, tedioso he innecesario, así que preferí estar aquí para sintiera que tenía irse rápido para poder entrar a la escuela.

-¿Por qué me hablas asa?

-¿Y cómo quieres que te hable?

Me tenía arto, solo quiero entrar.

-¿Disculpa?

-¿De qué?

-¿Qué te…? –Respiro, miro hacia el frente y luego me miro de nuevo.- Andrés… -Suspiro, haciendo un gesto con la boca como sacando algo de adentro cuando solo se estaba sacando sus lamentos falsos lleno de veneno.- quiero disculparme, ya lo hice con tus hermanos ayer en la tarde y como no bajabas no pudimos hablar…

-Pudiste subir…

-Oye, por favor, ya… ha pasado años, creo que es tiempo de…

-No, recaíste, no pienso hablarte.

-Fue un trago…

-Y hoy pueden ser dos y mañana tres, no me interesa, recaíste, lo que debes hacer ahora es ir a esa cosa de doble AA.

Creo que le estoy molestando, se removía, una y otra vez, sabía que quería responderme con la misma agresividad que yo, pero como es el adulto, no puede caer tan bajo como discutir con un adolescente.

-Se… que he hecho mal, pero créeme que no volverá a pasar, solo tome… un vaso…

-¿Ahora la botella se considera como vaso?

-Ya es suficiente, soy tu padre….

Y ahí estaba, se estaba demorando mucho.

-Y yo tu hijo, aun así me golpeaste.

Lo mire fijamente, con temor, a que lo volviera hacer, me alejaba de sus manos, no de él.

-Yo… Andrés…

-Te disculpas por haber tomado un trago, bien simple, pero aun sigues sin disculparte por esa noche y han pasado ¿nueve años? No sé, creo que nueve, y con esto te demoraste un día, ¿Cuál es la diferencia? Ah, cierto, yo estoy mal y tú no, por eso el golpe.

-No es cuestión de quien sepa más o no, Andrés. Me arrepiento de lo que hice, me rehabilite por ti…

-Te rehabilitaste porque mamá te demando y te abandono, tenías que mejorarte para que no siguiera con la demanda y volviera contigo, no fue por mí, nunca has hecho algo por mí, nunca te…

-¡¿Por qué me reclamas esto ahora?!

-¡¿Y cuándo querías que lo hiciera?! ¡¿En tu funeral como en las estúpidas películas?!

No me gusta gritar, en absoluto, pero la rabia se había rebelado contra mí, tomando por los cuernos mi grito y mi cuerpo entero que se tensaba.

-¡Me estoy cansando de tu insolencia…!

-¡Se llama adolescencia, no insolencia, si fuera insolente te diría viejo patético alcohólico…!

-¡¿Qué clase de insulto es ese?! -¡Se rio en mi cara, se estaba burlando de mí!- ¡¿Patético?! ¡¿Y tú que…?!

-¡Ah, cierto, no tengo amigos como Lorenzo, no tengo pareja, no hago actividades como Dante, cierto, yo soy el patético! ¡Por eso no te importa lo haga, porque sabes que no tengo nada interesante!…

-¡¿Y ahora de que estas hablando?!...

-¡Que tú quieres tener una buena relación de padre e hijo! ¡¿Cómo mierda vamos a tener una buena relación si te importa una mierda lo que haga?!...

-¡Es que no haces nada…!

-¡¿Te escuchaste?! ¡Apuesto que ni si quieras intentas averiguar lo que me gusta…!

-¡¿Cómo hacerlo si no me hablas?! ¡No seas hipócrita!

-¡Ah, ya cállate, me tienes arto!

Trate de salir, para poder respirar, para poder calmarme, pero oigo su voz y todo vuelve atrás.

-¡Y tú con tus malditos dramas también!

-¡¿Mis malditos dramas?! –Lo enfrente, tenía miedo, temblaba por dentro, era una mescla de rabia y miedo que querían salir a flote a través de gritos y llantos.- ¡No tendría ningún maldito drama si no me hubiesen mentido en mi cara durante diez años! ¡Es su culpa, no mía, es suya, suya!

-¡Te protegimos…!

-¡Con mentiras y más mentiras, que bonita forma de proteger a su hijo!

-¡Prefiero mentir antes de perder a…!

-¡¿Qué ocurre aquí?!

El golpeteo y el grito del director Ponce nos despertó de la frenética discusión en que nos envolvimos como en un bucle, no podíamos parar, no podíamos para discutir, de gritar, estábamos envueltos en nuestra rabia. Papá bajo la ventana con su respiración agitada, y yo trataba de calmarme para no ponerme a llorad de frente de muchos personas que seguramente nos oyó.

-Salgan, por favor.

-Lo siento director…

-No, aquí no. Vengan.

Fue lo más vergonzoso que me ha pasado en toda mi vida. Subir la escalera con temblores de rabia, esa sensación de querer golpear a todos que me miraban, era una cosa que quería vomitar en ese momento con mis mejillas ardientes, fue muy vergonzoso haber discutido frente todos, no pensé que explotaría, no frente a la escuela.

-Siéntense…

Ya estaba dentro de la oficina del director, pequeña, con dos estantes de libros a cada lado, repleta de trofeos, fotos de estudiantes, carpetas, y atrás, arriba, el presidente mi país, el lugar era muy café por los muebles de madera, así que por lo tanto se veía más pequeña.

-Oiga, no es necesario, solo discutimos…

-Frente a toda la escuela. Los oímos, yo los oí desde la puerta, y eso es decir mucho. Y como director, no puedo pasar por alto estas actitudes de apoderados con mis alumnos.

-¿A qué quiere llegar?

-Que por lo que oí, no tienen buena relación, así que podrían ir al sicólogo de…

-No.

-No.

Ambos respondimos, y ambos nos miramos, ¿Cuál es su problema con los sicólogos? Ninguno, en cambio yo, yo no lo quiero, él lo necesita.

-Ah, ni si quiere me han dejado terminar….

-No queremos, bueno, yo no lo necesito….

Si claro, no lo necesita, yo sí, claro, yo soy el loco.

-Yo tampoco….

-Cómo iba diciendo, solo fue una discusión de padre e hijo, lo normal…

-¿Encuentra normal esa discusión…?

-Oiga, seamos honestos, la relación que tenga con mi hijo es de mi incumbencia, y también sabemos entre nos, que a comparación con algunos padres con sus hijos, nosotros somos normales, así que no se meta en nuestras vidas, y mejor haga su trabajo. Vámonos.

-Oiga…

-¿Por qué no va a ver a esos estudiantes que se fueron en la entrada de la escuela? ¿O es que le parece más interesante la conversación que tendré ahora con mi hijo?

Papá lo habrá mirado quizás como unos cuatro segundos para luego largarnos de esa oficina.

-Ve a dejar tus cosas. Después….

-No quiero volver a tocar el tema, por favor.

Le confeso mi deseo, quería ir al grano, sabía que él lo volvería intentar, y no estaba de ánimos para estas discusiones.

-Andrés, ya basta, algún día tenemos que hablar, quiero pedirte las disculpas de buena manera…

-Ya, ya, por favor, estoy cansado, adiós.

No quería hablar más con él, me aleje apenas salimos a la entrada, dándole la espalda. Quería que todo terminara ya,  como las miradas, los susurros, las sonrisitas de lado, me ponían de mala de verdad estas personas de esta escuela.

-Nos miran como bichos raros. Creo que no debimos venir, fue muy precipitado, chicos, no debimos venir.

Adrián parecía tan decaído tras decir lo que sentía. Estábamos todos sentados en las gradas de gimnasio como muchos, refugiándose del frio.

-¿De qué hablas, Adrián? No se pueden esconder, aparte no seas tan dramático…

Agito la mano Horacio como espantando algo, mientras revolvía su cabello.

-¿Dramático…?

-Sí, pareces que te vas a desmayar en cualquier momento. Suspiras a cada rato, nos tienes artos a todos…

-Pero…me afecto lo de Daniel.

Afirmo más decaído que antes. No creo que Horacio ayude con sus comentarios tan animosos.

-Ya supéralo. Somos seres humanos podemos superar estas cosas. Aparte a ti no te hicieron nada…

-Pero fue como si lo hicieran. Al ver el estado del niño, me destruyo por completo, debieron verlo.

-Lo vimos en las noticias, y ya.

-Son tan malos…

-¿Ese es tu mejor insulto?

-Insulto, no los insulto. Es la verdad, estoy afectado por esto, y a ustedes les importa una mierda.

-Ya cállate.

El brusco decir de Marco fue un completo desagrado, un completo desagrado toda la actitud de los chicos que al parecer no notaron el desánimo de Adrián al mirarlos y seguir jugueteando con la hoja húmeda que logro entrar con el viento, cuyo sonido desapareció al ser aplastado varias veces con la húmeda madera por ligeras gotas que caían por los huecos del techo.

Adrián y Paulo parecían algo ausentes, parecían no querer hablar con alguna persona, huían cuando alguien se acercaba, incluso hasta Horacio fue ignorado con todos sus insultos por Paulo que se limitó a mirarlo y dejarlo en silencio con su simple mirada marrón pequeña como dos canicas en su gran rostro. Fue un día muy angustioso para nosotros, ya que sabíamos que si alguien se acercaba no era para preguntarnos algo sobre el estudio, huíamos de todos, incluso de los profesores, y del director que también se nos acercó afuera de la escuela.

-¡No se vayan! Venga, tengo que hablarles sobre algo.

-Director…

Intente zafarme pero no valió la pena.

-Vengan.

De nuevo entre a esa oficina pequeña con los otros dos que ninguno se sento.

-Siéntense…

-Disculpe, pero ¿Qué quiere?

Le hable claro y fuerte para que nos dijera de una vez por toda qué era lo que quería.

-Bueno, todos los profesores supimos lo ocurrido, también vimos que salieron en televisión ayer, y creemos que quizás requieran de un sicólogo, y que sepan que cuentan con nuestra ayuda a toda su disposición.

-Gracias. Por mi parte yo no quiero.

Aclara rápido, seguido por Paulo.

-Yo tampoco.

-Y yo… bueno, quizás si…

-No, Adrián tampoco, él está bien, nosotros estamos bien, se nos pasara, de verdad que sí.

No entendí porque Paulo respondió por Adrián, no tenía sentido, creí que Adrián no le afectaría, pero su mirada fue todo menos agradable al mirarlo.

-Bien, pero si desean, aquí estamos.

Asentimos. Me extraño la actitud de Paulo al responder por Adrián.

-No vuelvas a responder por mí, yo puedo…

Al estar ya lejos de la oficina, casi cerca del pasillo de mi casillero Adrián paro para hablar con Paulo que de inmediato se todo su bolsillo del pantalón que tenía un bulto, parecido a un inhalador.

-Lo siento, lo hice porque… creí que no era necesario, es algo exagerado.

-Pero yo respondo por mí, Paulo, no soy imbécil, y si necesito ayuda del sicólogo de la escuela, lo pediré, y ya.

-Lo siento…

Lo dejo con la palabra en la boca al largarse sin despedirse al igual que yo. Fue extraña su actitud pero poco me importo al ver el auto de papá afuera con mis hermanos adentro mientras con sus amigos afuera hablándoles por la ventana. No quería ir con ellos, en verdad no me apetecía, pero sabía que si no lo hacía le dirían a mi madre y se preocuparía.

-Hola.

-Hola.

-Hola.

Así fueran las cortas respuestas como la mía, esta va ser incómodo. Los chicos no me hablaban, mi padre no me hablaba, entonces ¿pude irme sin sí quiere decirles? Fui un idiota por no haberlo intentado.

-Y los partidos serán esta semana, el domingo nosotros, y el baloncesto el viernes.

-¿Y volibol, ajedrez…?

-Ah sí, esos también, el… sábado, y los exámenes empiezan en su cumpleaños,-Confirmo Dante al señalarme.- que lindo regalo tendrás en tu día, un lindo examen con doble nota.

Se rio en mi cara, se parece tanto a papá, Lorenzo es peor porque casi es una réplica con su nariz, las cejas, y los ojos, ambos son iguales, ambos son iguales de imbéciles y distantes conmigo como papá.

-¿Y las vacaciones…?

Interrumpió papá en la burla de mi hermano, mi salvador, ojala lo hubiese hecho hace diez años.

-Serán el ocho de julio hasta el veintiuno, pero ahí les dirán en sus reuniones de padres, creo.

-Espero, porque saben la mala memoria que tengo.

-Mira, ahí está Bernardo y los cerditos.

Papá justo había parado en luz roja al lado del grupo en que nos juntábamos Claudio y yo antes, Felipe, Matías, Bernardo, Samuel, Carlos, todos estaban ahí riéndose, comiendo algo de fritura, los cele tanto, yo quería eso, yo quería normalidad, yo quería estar tranquilo caminando en la calle y volver a casa con mamá preparando la once, ver televisión, esperar a Claudio, dormir tranquilo, quería…

-¿Vas a llorar?

-¿Eh? No.

No me había dado cuenta que estaba a punto de llorar hasta que Lorenzo me hablo directamente. Estaba muy sensible, más de lo normal, es solo que quise por unos momentos pertenecer ese grupo de Bernardo que se reían en grupo y doblaban la esquina tranquilos en sus vidas, enserio quería eso.

-¡¿Andrés?!

Salí de golpe y entre de golpe a mi casa, pasando de largo a mi tía y subiendo a mi habitación con las enormes ganas de romper todo. Fue la mentira que me arrebato todo, fueron ellos los que están abajo lo que lo hicieron y los odio, los odio, por su culpa toda normalidad ya parece un sueño, por su culpa no puedo dormir, por su culpa mi vida cambio a mal en peor, veo cosas que no hay, escucho voces que no están, recuerdo a Octavio con el único sentimiento de culpa por haber olvidado algo tan grave, ¡pero si ellos hubiesen seguido llevándome a un sicólogo, a cualquiera, nada de esto pasaría! ¡Es su culpa, suya! ¡Estoy cansado!

-¡¿Andrés?! ¡Cariño! ¡Ábrame, por favor! ¡¿Qué paso?! ¡¿Te dijeron algo hoy en la escuela?!

-¡Andrés, ya para romper tus cosas, y abre la puerta!

Recién ahí me di cuenta del caos que cause, tenía el colchón arriba contra la puerta, pedazos de madera rota de mi cama, las sabanas esparcidas, mi ropa afuera del armario, el vidrio que tiene roto, mis lápices de dibujos botados afuera del buro, hojas rotas, mi silla patas arriba en un rincón, ¿Cuándo hice esto? Tuve que recuperar el aire que no supe que lo había perdido, no estaba respirando, mi corazón dolía a cada latido, me dolía tanto el pecho que pensé que alguien estaba sobre mí, pero solo era el aire que no entraba a mi cuerpo.

-Inhala… exhala…

No podía, mis lágrimas salían como lava quemando mi rostro endurecido como hielo, mis manos temblorosas que se acobijaron en mi estómago, mi grito silencioso, me dolía el cuerpo endurecido, el llanto sin ruido era el más doloroso.

-Andrés, por favor…

-Déjalo solo, quizás quiera dormir un poco, vamos.

Tenía tanta rabia contra ellos, contra todos, tenía rabia contra mí por meterme en estas situaciones y no acordarme. Maldición, tengo que recordar, me golpeó la cabeza, estúpido cerebro, nunca he tenido buena memoria con cosas básicas, pero con esto me desesperaba, cada grito ahogado era una súplica a que recordara, cada golpe a mi cabeza era un castigo más, ya no me soportaba, ya no soportaba a nadie. En la noche le dije a mi madre lo que hice, ella solo me respondió que dormiría en la habitación de visitas mientras ella arreglaba la cama, y mi habitación entera en realidad. Cuando tome algunas ropas encontré el collar que se le cayó a ese extraño chico, Dalia, era lindo ese nombre, también me sonaba, no sabía de donde, y eso que el nombre no es muy común, no sabía porque me lo quede, debería de botarlo, quizás mañana lo haga, ya no importaba.

No dormí. Fue como una reacción automática al despertarme, ponerme en blanco uniforme, con la típica corbata azul, y el logo de la escuela en ella en la punta como un pequeño diamante color dorado brillante, mi mochila verde oscuro, mi chaqueta azul de la escuela que apenas llegaba me la sacaba para ponerme un poleron, las zapatillas, ordenar los cuadernos, irme y llegar al minimarket que apenas entre me desperté de mi acciones automáticas al escuchar la campanita de la puerta.

-Buenas.

-Buenas, joven,

-Oh disculpa. –Se atrevió decir disculpas falsamente la señor Murt, sé que era falso, su sonrisa lo decía, tapando mi caminar solo porque ella quería pasar.- Debería de agrandar este local.

-Señora Murt…

Todos los días, de toda la semana era lo mismo, llegaba en la mañana al minimarket esta vieja se ponía frente de mí, sabiendo que si hay mucho más espacio, y el señor de la tienda quejándose de ella, creo que es de esa clase de persona que no puede vivir sin joder a alguien porque están aburridas y así tener un tema de conversación en sus casas donde son ignoradas por lo mismo.

-Permiso, quiero pagar.

Pase de largo y al ponerme en el mostrador entro alguien más que se puso al lado mío de inmediato.

-Un pall man azul, caja dura, por favor, y un…

Sentí su mirada, reconocí esa voz, era la señora de la estación de policía con ropa informal, una chaqueta café, su cabello suelto y lacio, y esos ojos que me miraban fijamente.

-Hola.

-Adiós, disculpe.

No compre nada, deje todas las cosas en el mostrador y salí rápidamente no antes de que ella gritara mi nombre al salir tras de mí.

-Por favor, necesito hablar contigo.

-Mis padres me dijeron todo. Y no creo que yo sirva…

La encare frente a frente con el vapor saliendo de nuestras bocas, saludándonos el frio a través de nuestro cuerpo.

-Solo… quiero saber si recuerda algo. Han pasado diez años…

-Pero lo mío no tiene nada que ver con su hija, lo siento, señora. No veo el porque me necesita.

-Te lo puedo explicar ahora…

-No… bueno, -Quería saber, solo quería saciar mi curiosidad, quería saber si soy de utilidad o no, quería saber más, estúpidamente, quería saber más.- tengo clases y si mis hermanos no me ven quizás le digan a mis padres, espéreme en el Queso Derretido, ahí al frente, salgo a las cinco.

-Bien, te esperare.

Asentí cansado de estos dramas que mis padres me metían, porque sé si ellos me hubiesen seguido llevando a un sicólogo, si me hubiesen hablado de esta señora, quizás todo sería más tranquilo aunque lo tranquilo no combina con el vacío que tengo, lo cual es un contraste que no entiendo. El vacío es algo que se expande de a poco, no me hunde, no me eleva, no me empuja, me congela en donde estoy, me hace sentir nada más que rabia, miedo, enojo, pena, aquellos sentimientos que no me dejan tranquilo al aumentarse con el tiempo, ya no siento que tengo algo importante que hacer, los estudios, ahora aquí en clase no me genera nada, ni aburrimiento, ni cansancio, simplemente tomo anotaciones de lo que dice la profesora de historia sobre los roles del Estado y su estructura, veía su boca de perla moverse en su pecoso rostro, todo era tan vacío, todo era tan pasajero y tan solitario, no sentía ganas ni de preguntar por calabaza, sentía que no me necesitaba, seguramente me quiere porque le doy comida, al AT, le ahorraría problemas si ya no le hablo, a mis padres, siento que a ellos les sería un enorme alivio si me fuera, a y mis hermanos, no sé, no creo que sea importante para ellos, no sé si sea importante…

-¡Oye! ¡Ustedes tres se despiertan o se largan! Me están asustando con sus caras de mimos.

Estábamos en el último recreo más largo después de almorzar antes de entrar a clases de física, cuando Horacio chasqueo los dedos frente de nosotros tres, Adrián, Paulo y yo sentados en el pasto cubierto por nuestras chaquetas, mirando a los de futbol con sus porristas entrenando.

-No hagas eso, es desagradable.

-¿Qué? ¿Esto?

Siguió chasqueando los dedos tras la queja de Paulo sobre su cara que solo hizo que se levantara, y se fuera dejando a un Horacio sin sonrisa que tenía anteriormente.

-¿Qué le pasa? ¿Qué les pasa? ¿Siguen afectados por eso?

-Ya, Horacio, solo déjanos.

-Lo dices por ti, Adrián. Iré a ver a Paulo.

-Déjalo solo…

-Yo hago lo que quiero.

Soltó del agarre de Adrián que suspiro ante su infantil comportamiento. En verdad es insoportable. Marco y Cayetano se habían ido a otra parte con otros chicos, mientras nosotros nos quedamos aquí en el patio, quedando solo Adrián y yo.

-En verdad él no nos entiende…

-Yo no estoy afectado por el niño.

Dije honestamente, y es que es verdad, solo estoy cansado, muy cansado, muy vacío, no siento nada más que esos sentimientos negativos.

-¿No te afecto?

-Ya… -Tenía que decir algo rápido, no quería que me viera raro al decir eso.- digo si, si me afecto, pero…

-Ya has visto ese tipo de cosas, ¿cierto?

-Eh… pues…

-¿Quién es Octavio Pierce? ¿Qué paso…?

-No quiero hablarte de eso. Estoy cansado. Solo quiero dormir.

-Sí, ha sido un día largo.

El silencio nos invadió, se instaló y no se fue hasta a final de clase donde salí del solitario pasillo en que estaba para ver a una Emilia mirando para todos lados con su celular en mano meneando su espesa melena, tenía que pasar al lado de ella aunque no lo quería, suspire esperando a que no me saludara y seguir hacia adelante a Queso Derretido, pero sin querer ella giro bruscamente chocando contra mi hombro izquierdo.

-Lo siento.

-Está bien.

Seguí de largo, por suerte no me dijo nada, y no creo que me hubiese dicho algo al mirarla de perfil su rojizo rostro húmedo.

-Oye…

Ay no.

-¿Si?

Respondí girando y viéndola detalladamente, era hermosa, inteligente, amigable, ¿Por qué no me gustan las mujeres? Nunca entendí eso.

-Yo… nunca te agradecí cuando me acostaste en la cama, Isabela me conto que tú fuiste, gracias.

-De nada.

Al acto de decir eso, gire rápidamente, pero claro, en una conversación normal, entre dos personas ‘’sociales’’ se tiene que seguir conversando, hasta despedirse y toda esa cursilería de protocolo social.

-Espera.

-¿Si?

-¿Cómo estás?

-¿Cómo estoy?

-Si, por lo de Daniel Cansino, tu situación la sicóloga loca, debe ser…

-Estoy bien, gracias, adiós.

No quería hablar con ella, no me interesaba, no quería hablar con nadie a excepción de esa señora que ya estaba sentada en uno de los sillones frente a la ventana, por lo cual la vi de inmediato como jugueteaba con la taza blanca pequeña que tenía en sus manos sobre la mesa amarilla gruesa de madera brillante.

-Hola.

-¡Hola! Pensé que no vendrías.

Efusivamente se levantó y tomo mi mano agitándola de arriba, abajo, es incómodo saludarse de verdad, ¿es necesario de verdad saludarse?

-Bueno, aquí estoy, la escucho.

Le confirme que la oiría por completo al sentarme frente de ella, luego de que un camarero trajera un té y un pastel pequeño de chocolate que no probé en todo lo que resto de la conversación.

-Gracias por venir. Yo… en realidad te seguí. –Alce mis cejas sorprendido por su honesta confesión, no pensé que fuera tan directa.- Yo nunca voy a ese minimarket teniendo uno cerca de mi casa, pero… al salir del hospital donde trabajo y verte en la otra vereda no pude… espero que no te asustes.

-No, por lo menos es honesta, -Es mejor la honestidad cruda que la mentira destructora.- pero no entiendo que quiere decirme.

-Sí, cierto, yo… solo quiero saber si estas empezando acordarte de algunas cosas.

-Este… si, algunas pero… no sé si son reales o no.

Honestamente le dije, es cierto, por alguna razón, ella me transmitía confianza, era como si con ella si podía decirle todo, quizás sea el hecho de que me recuerda a mamá, o por el simple hecho de ser madre, ser madre, por alguna otra razón, se logra tener más empatía que con un padre, en mi caso, claro.

-Que bien, eso es un avance, quizás con el tiempo resuelvan el caso del pequeño Octavio y así podrán hacerlo de mi hija.

-Sigo sin entender en que afecta el caso de su hija con el de Octavio.

-Todo, todo está conectado. Cuando ocurrió lo de Octavio, Diana, así se llama, -Sonrió ampliamente, su nombre, el nombre su hija la hizo sonreír, fue ese nombre que la hizo dejar de hacerlo a los segundos.- Diana Bellerose, ella al principio parecía muy afectada. Con el pasar de los meses iba a ver a la maestra Margarita, y cuando ya había pasado un año, ella comenzó a comportarse  rara, el caso seguía y seguía, tú seguías yendo al sicólogo, y Octavio y sus padres desaparecieron justo cuando ella comenzó a comportarse rara, casi a final de ese año.

-¿Rara cómo?

-Estaba demasiado callada, ella le gustaba mucho hablar y siempre me hablaba cuando llegaba donde la maestra del jardín, pero dejo de hacerlo, dejo de ir a verla, incluso tuvo un choque de autos muy extraño, dijo que ella conducía rápido, y que un tipo choco a su costado, pero ella no sabía manejar, le pregunte quien conducía el auto de su padre y se puso toda nerviosa y se encerró, no salió en un buen tiempo, y ese día, -Dejo de hablar, tomo algo de su al parecer te, lo miro, lo revolvió, y volvió a mirarme.- el… veintiséis de noviembre de dos mil once ella, salió y jamás volvió, dijeron unas personas que la metieron en una camioneta blanca, como furgoneta y eso es todo, desde ese entonces han pasado nueve años, pero…en dos mil doce, unos desgraciados, porque son unos desgraciados me enviaron una foto, de ella toda… cambiada, pero sé que es ella, mira.- Se sacó el celular de su chaqueta y me lo paso con la foto de una mujer algo maquillada, vestida vulgarmente, vestido morado brillante hasta arriba de los muslos, podía verle su tanga negra, labios rojos, uñas largas, parecía prostituta. -Y mírala a ella, es ella, ¿ves?- Me mostro luego una foto que saco de su billetera, de su hija sonriendo con una taza en su mano, era ella, eran idénticas a excepción del maquillaje, rubia, ojos cafés miel, nariz pequeña y labios gruesos, esa sonrisa, era su misma boca, sus mismos ojos, era ella, que horror ver que ambas eran la misma persona.

-Lo siento…

-No es tu culpa, esos tipos… seguramente creyeron que era chistoso, y luego le mostré esto a la policía y…y siguen pasando años, dicen que la foto fue enviado por un teléfono desechable antiguo así que no pudieron localizar en donde exactamente fue sacada la foto pero si el lugar, en la isla Puerto Rico, solo eso saben pero… no hacen mucho pero creo, que si se resuelve el caso de Octavio podrán hacerlo.

-Disculpe, sigo sin entender que tiene que ver la desaparición de ella con el caso de Octavio, no logro…

-Yo entre a su habitación, tenía notas del comportamiento extraño de la maestra, había tachado muchos niños que posiblemente eran sospechosos de la violación, y escribió algo de que quien lo hizo no era del jardín.

-¿No?

-No.

-¿Por qué pensó eso? ¿Cómo entraría unos niños que no eran del jardín? No había por donde, creo.

-Escribió que por el patio trasero, que quizás esperaron entre los árboles, y entraron, y que no eligieron a Octavio porque sí.

-¿Eligieron? ¿Por qué elegirían a Octavio?

-Envidia. Octavio Pierce era un niño adinerado, era hijo del dueño de tres grandes pesqueras aquí en el pueblo y su madre era dueña de dos pastelerías, uno aquí y el otro en la capital.

-O sea que… que era rico y por eso lo eligieron, pero fueron niños…

-Exacto, ella creía que fueron niños pobres, niños que quizás vivían en el vecindario de ‘’Buena vida’’, ahí es donde vivían y viven la gran mayoría de gente pobre, desempleada, o gente mala, cosas así, entonces escribió que pensaba que esos niños le tenían odio, por eso, por ser rico y vivir feliz cuando ellos no.

-Pero ¿Cómo una simple mujer creo toda esta supuesta teoría? Ella sola, no entiendo. Aparte está el hecho de que quizás esos niños no hayan conocido a Octavio, si eran de dos mundos distintos…

-No lo sé, eso es lo que mi esposo y yo nos hemos preguntado, es como si ella hubiese hecho el trabajo de la policía, era ridículo pensar que ella lo resolvería sola, pero así parece en sus libretas que entregue a la policía.

-Quizás solo fueron teorías…

-No lo creo, creo que ella supo que algo más había, algo más grande, y no sé qué es, por eso espero que algún día recuerdes, yo que creo que alguien sospechaba de ella, y por eso… la secuestraron.

-Ya veo, pero si es así, ¿quién la traiciono? Si usted dice que no salía, ¿con quién más hablaba?

-Con nadie, su celular se había roto con el accidente, y sé que esa persona que tomo el auto y lo choco tiene que ver, pero no hay nada, lo único que no entregue a la policía es esto, -Revolviendo en su carteta saco una hoja azul pasándola rápidamente.- siempre lo llevo conmigo porque aparte de que no tiene sentido, también me da una sensación de esperanza, ya que ella lo tenía guardado en su cofre que tenia de niña, y en ese cofre ella… decía que guardaba cosas que le daban esperanzas, cosas valiosas, cosas que uno encontraría insignificante pero para ella al parecer no.

-¿Una hoja de revista?

En verdad que no tenía sentido, parecía esas revistas de los años ochenta o setenta, con dos niños vestido de ropa interior, sonreían, una niña y un niño, ambos rubios, bonitos, como era antes los modelos, superficiales, la niña tenía ese maquillaje fuerte de delineador verde y pestañas largas, labios brillantes, el peinado liso, el chico ese corte hippie largo y casi hongo, no entendía porque lo tenía, solo que tenía anotado algo arriba en un rincón.

-Tiene anotado algo ahí arriba.

-Sí, es una fecha,-Tomo un rato la hoja que aún seguía en mi mano para ver esos números y soltarla de inmediato para mirarme y confirmar lo siguiente.-  año de hecho, este… es mil novecientos setenta y nueve, no sé porque lo habrá anotado, lo busque, pero no sale nada que haya pasado aquí, y como es solo una hoja, no sé cómo se llama la revista.

-¿No había revistas en el pueblo?

-Sí, pero no de ese tipo, lo busque y solo salieron esas revistas de ‘’Ama de casas; y  como ser buena esposa’’, y ‘’Mujeres libres, condones y preservativos’’, en esos tiempo no tenían tacto, eran buenos tiempos.

-Qué raro.

-Tenla, tengo otra, son los mismos niños, siempre me pregunto que habrá visto en esas hojas, y como las consiguió, es confuso, como también de porque no me conto nada. Soy su madre, jamás me dijo nada, jamás me dio a entender algo, pude ayudarla, quizás si la hubiese ayudado quizás ella estaría aquí…

Deje que soltara esas lagrimas que querían salir desde el momento en que nos vimos, no pude lograr sentir nada más que pena por ella, y más cansancio de ver el sufrimiento en cada persona que veía, todos sufrían, nadie era feliz, estoy cansado de eso. Nos despedimos a la salida, ella quiso acompañarme hasta mi casa pero le dije que estaba bien solo. Al llegar a casa mi madre me pregunto de porque me había demorado y solo le dije que camine lento porque estaba cansado, y que no quería tomar once porque tenía que estudiar para los exámenes. Esta noche, el sueño parecía una opción para mí, mis ojos ardían pero no cerraban, era mi cerebro que no dejaba de recordar cosas innecesarias, quería llorar, y mis ojos no, quería saltar por la ventana, quería saltar de un puente, quería saber que había más allá de la muerte, quería saber si halla no era un fastidio, si halla no había sufrimiento, quería saber si halla mi voz se oía, solo quería saber si halla se podría dormir y ser feliz.

Al otro día, desperté con las mismas reacciones, con mi madre toda desarreglada afuera de la puerta.

-Hola, buenos días cariño, oye, ya estará listo tu habitación hoy en la tarde, para que duermas más tranquilo, y quería preguntarte que quieres comer hoy en la noche, puedo preparar tu plato preferido.

-¿Te despertaste solo para decirme eso? ¿Cuál era el apuro? Pudiste hacerlo en la tarde.

-Pero…es que tengo que hacer mi libro, voy a escribir en la tarde así que…

-Voy a llegar tarde, permiso.

-Uh, bien, adiós, cariño.

Baje sintiéndome la más mierda de las mierda al responderle así, pero recién despertado y me vienen con preguntas que pueden hacerme en la tarde, es estúpido, más al ver al cartero sonriéndome con una carta en la mano apunto de meterla en el buzón y al ver que abrí la puerta se acercó a mí.

-Oh, hola, tiempo sin verte. Mira, una carta, hace años que no se envían carta las personas, es algo romántico encuentro yo, que tenga un buen día.

Era el cartero, el mismo que me dio todos esos regalos en las vacaciones de verano, y era el mismo que me entrego esta carta sencilla, con su puño y letra roja, hace tiempo que no recibo una carta de él, hace tiempo que no sentía ese cosquilleo recorriendo por mi cuerpo por cada letra que leía de la carta:

Querido Andrés:

No sé por dónde empezar, sé que no puedo escribirte, sé que no puedo enviarte nada por el celular, pero me desespera el hecho de que no nos podremos hablar, de no vernos, quiero hacerlo, me desespero, cada vez que te veo en la escuela, en la mañana con tu simple caminar, mirando hacia el suelo todo serio y sombrío, me fascina, me fascina ver ese rostro redondo de espinillas por lamer, todo neutro y ser yo quien te genera otros gestos, verte en la mañana es como una pisca de gota de excitación, pero ahora se ha vuelto un calvario con tu ganas de alejarte de mí. Tu puedes apoyarte en mí, tu puedes confiar en mí, sé que te mentí lo del violador pero te seguiré insistiendo que en que es por tu bien, y cuando lo sepas lo sabrás, me entenderás y todo se aclarara. Ahora solo quiero abrazarte, te veo tan muerto en vida que pienso que en cualquier momento te desmayaras, eso para mí es un gran atractivo, siempre quise tener sexo con alguien dormido pero quiero hacerlo contigo y con tu total aprobación, quiero morderte, lamerte, quiero oírte cerca mío, quiero sentir tus manos contra mis manos, quiero sentir tu frio cuerpo contra el mío que arde por tu ausencia, quiero verte por favor, veámonos mañana, si gana el equipo de baloncestos, quizás se haga la fiesta de Emilia, y podrías decirles a tus padres de que iras cuando iras a verme en la cabaña en realidad, no iré con calabaza para que solo seamos tu y yo, solo hablar, si quieres algo más lo dirás tú, yo solo estoy en tu disposición. Espero tu respuesta al verte allá, Atte. Tu acosador. 

Era una mescla de poesía con perversión y pervertido inestable al mismo tiempo al leerla, pase todo el día leyéndola cuando podía hacerlo, cuando llegue a casa y entre a mi habitación ya ordenada no podía dejar de verla, de releerla, fue un día en donde todo ese vacío se enfocó en esa carta donde me sentí algo útil, ya que era objeto de deseo por este tipo, era algo útil creo, pero más allá de eso no lo era, así que al final, en la noche mirando el blanco techo de mi habitación volví al punto de inicio en donde el cansancio me invadió, sintiendo el silencio como la única compañía que no me importaba tenerla, simplemente estaba y ya.

-Fernández, hola, venga conmigo por favor.

Ya era viernes, salimos a las una, estábamos todos por irnos, a excepción de mí, de Paulo y Adrián que estaban atrás del padre Osvaldo cuya sonrisa acartonada me genera molestia de verdad.

-¿Por qué?

-Quisiera hablar con ustedes.

-Hágalo acá, no hay nadie.

-Que gran idea, pero no quiero incomodar a nadie estando parados aquí, venga.

El sarcasmo se le salía por los poros al responderme, no podía lograr entender lo que quería exactamente hasta llevarnos a una oficina que tiene aparte los profesores de religión como el, una pequeña con luminosidad azulada por la ventana dibujada un ángel con flecha hacia arriba, daba el espacio pequeño un toque de melancolía que este hombre ya tenía.

-Yo los invite  aquí para decirles sobre que tiene mi absoluto apoyo, que si quieren confesarse pueden hacerlo conmigo, pueden rezar o venir simplemente como desahogo…

-¿Nos invitó solo para eso? Pudo decirle en el pasillo….

-Andrés….

-¿Qué?

Mire a Adrián que negó al mirar al cura, sé que parezco más inmaduro de lo que soy, pero esto ya es estúpido para mí.

-Los traje aquí porque pensé que sentirían más cómodos, con la libertad y sin tanta vergüenza de aceptar mi ayuda.

-Por mi parte no  recibirá esa petición, permiso.

-Joven Fernández, yo no le estoy diciendo esto para que crea en el Señor, solo le digo que puede confesarse conmigo, conmigo podrá guardar todo sus secretos, podrá desahogarse, solo le digo eso. Debió ser difícil ver lo que vieron, y lo veo todos los días en sus rostros, tengan en cuenta que la iglesia siempre está en su disposición.

-Gracias, padre…

No podía estar en el mismo espacio que ese hombre, ese que se cree el cuento de que con la fe se podrá mejorar la vida del ser humano, ni puede mejorar mi ánimo y podrá mejorar la vida de los demás, si claro.

-Iremos a la iglesia.

¿Me están jodiendo?

Me zafe del padre Osvaldo para llegar a mi casa, almorzar y saber que mi familia ira a la iglesia a rezar, esto era una broma de la vida.

-¿Por qué?

-Creemos que necesitamos algo de paz, iremos solo unos minutos, ven con nosotros, ¿sí?

-No, no quiero, mamá.

-Pero no puedes quedarte aquí solo, por favor, quédate en el auto si eso prefieres.

-Ya, está bien, iré… pero…

No pude seguir hablando al oír el timbre de la puerta, ¿para qué alegar? Mejor me callo y voy, solo serán unos minutos.

-Yo iré.

Papá se levantó al mismo tiempo que refregaba la mano por el frio ambiente que había en el comedor, teníamos estufa pero en realidad estaba en la sala y calienta ese sector.

-Andrés, ven.

Me levante con tanto animo que pensé saldría el sol al ver mi gran entusiasmo al recibir el amigable orden de mi padre son su sutil tono mandante. Cuando llegue vi que eran los detectives del caso de Daniel con mi celular en mano.

-Hola, ya obtuvimos toda la información, gracias.

-¿Lograron averiguar quién fue? Fue por accidente que le enviaron eso, ¿cierto?

-No podemos decir muchos detalles, solo que su hijo no tiene nada que ver. Muchas gracias por su cooperación.

Casi se me salió el corazón cuando me entrego el celular, por un momento pensé que me dirían algo de los mensajes borrados o que se habían metido en mis mensajes, y pude respirar tranquilo al verlos irse.

-Bien, cuando termines iremos a la iglesia.

Y volví aburrirme al oírlo decir eso al sentarnos.

Fuimos a la iglesia todos juntos en los dos autos, el de mi mamá donde estaba yo y mi tía, y el de mi papá donde estaban mis hermanos. Subimos esa colina ya toda café y húmeda. La iglesia parece tan gótica con ese cielo gris empapado de nubes negras, parecía el castillo de Drácula.

-Entren rápido, niños, parece que va a llover.

-Va a llover,- Confirmo Lorenzo al ver el cielo.- vi el clima y parece que ya entramos en invierno.

-Aún falta.

-¿Eso crees?

No me importaba si llegaba o no el invierno, solo quería entrar a la iglesia para ver lo oscuro que se veía. Esa sensación de tristeza de un lugar que no se puede explicar por lo hermosa que es, esta era la ocasión, todo oscuro, iluminado por velas en candelabro en la pared, los vidrios del techo dejando ver el cielo oscuro donde un pequeño rayo morado apareció asustando a los individuos de aquí, fue hermoso, la lluvia que chocaba contra el techo tras el rayo, el sonido de su golpeteo, el olor a tierra húmeda y el calor que nacía de ella, el lugar un completo deleite.

-Sentémonos.

La figura agradable de un hombre crucificado era una dicha ver, por supuesto. Habían pequeñas figuras de santos en las paredes elevadas a los costados, la primera, y la única que reconocí era la virgen María, con esa mirada que supuestamente transmite paz, por lo cual no sentí nada, este lugar solo me generaba más vacío, y confusión al ver la devoción de estas personas, ¿a cuantas no se la habrá muerto alguien querido? ¿A cuántas no le habrán pasado cosas muy malas? Pero siguen aquí adorándolo, amándolo, pidiéndole consuelo como mi familia, pero yo solo me dedique a mirar el techo, hasta oír unas pisadas que venían de un pasillo a la derecha, era un pasillo largo con ventanas al lado derecho también, ahí venían el padre Osvaldo y Adrián que le sonreía y asentía cuando se fue y abrió el paraguas negro, el padre Osvaldo lo vio irse y a mi mirándolo, no se acercó, por suerte, pero si sentí el movimiento de mi padre que miraba fijamente el techo, y sin decir nada se levantó y se fue, nadie más lo noto, y yo aproveche para irme con él, no quería seguir ahí. Entramos corriendo costa abajo hacia el auto como muchos, y mis dos pies izquierdos hicieron un corte circuito y caí de trasero, mi papá rápidamente me levanto y seguimos corriendo hasta entrar casi agotados adentro.

-Lo siento, manche tu asiento…

-No importa, yo creo que pise excremento, estamos iguales. ¿Hueles?

-Sí, pisaste caca.

-Maldición.

Resoplo al chocar su cabeza contra el asiento, el olor era insoportable así que abrí la ventana para que entrara algo de aire tibio.

-Estoy muy cansado.

-Yo también.

-De verdad cansado.

-Yo también.

Susurre mirándolo, su perfil pálido, su nariz alargado, esos ojos azules opacos, mirando hacia el frente un sauce que estaba afuera de la iglesia, casi a la entrada al inicio de la colina, sus hojas danzaban y goteaban cada gota del cielo, parecía triste ese árbol

-Yo sé, que me costara llegar a ti, somos… casi iguales, no físicamente, sino… somos iguales, Andrés, por ende, nuestras personalidades chocan, somos iguales de orgullosos, llevados a nuestra ideas, y si eres impulsivo estúpido, pues eres igual a mi desgraciadamente, solo… te esperare.

Interrumpió el agradable silencio su susurro confesado, el sonido de la lluvia golpeando el auto, el murmullo de las personas bajando y subiendo de la colina, de autos estacionándose, yéndose, el sonido de las hojas con el viento húmedo, parecía el espacio más extraño para hablar de nuevo.

-¿Qué?

-Eso, te esperare, esperare a que pases esta etapa de rebeldía. Te aguante el año pasado con tus quince silenciosos donde tenía que sacarte palabras a tiros, ¿te acuerdas? Te sentabas en la mesa con el celular y no hablabas con nadie, y ni con celular lo haces, pero te esperare, como mi padre lo hizo conmigo.

Mire ese rostro casi acabado, pero por alguna razón se rejuveneció al verme y sonreírme con sus ojos brillosos, parecía cansado, el tenia motivo de estarlo, y yo fui egoísta al no darme cuenta de ello, yo los agoto, si me fuera…

-¡Hola profesor!

Mi padre solo alzo su mano al ver esa chica de la biblioteca, parecía rara al mirarlo fijamente y subir.

-Que rara.

-¿Quién?

-Ella, parecía la exorcista al mirarte y subir al mismo tiempo.

Dije cerrando mis ojos para dormir y no concentrarme en ese olor asqueroso, hasta oír una pequeña risa, hasta volverse en carcajada, lo mire y vi que trataba de contenerse tapándose la boca y tosía cada vez que lo hacía.

-Lo siento, es que no está bien que me ría de un estudiante, lo siento…-Y volvió a reírse. -Si parecía la exorcista, solo que con cara de búho.

Y yo no pude evitar reírme también al imaginarla así, oh que malos, pero es cierto. Luego de ese lapso de risa volvimos al silencio, era mejor así, menos cercanía, menos sufrimiento. Mis hermanos llegaron para subirse pero apenas entraron salieron al oler el auto y se fueron con mamá y mi tía que cada día parece más lapa de ella.

-¿Cómo lo harán ustedes?

Ya todos estábamos en la casa, luego de tomar once, ya abrigados, cambiados, y mi padre terminara de limpiar su auto tras terminar la lluvia en la noche. Estábamos todos en el sillón, viendo televisión, y mi tía interrumpió el tranquilo silencio al preguntarle repentinamente a Dante que seguía viendo la televisión al responderle.

-¿De qué hablas?

-Los de baloncesto no tiene problema jugar con la lluvia porque están en el gimnasio, pero ustedes no…

-Jugaremos igual, no hay problema, y…Oh ganaron.

Respondió Dante al ver su celular, ya eran como las diez y media de la noche cuando se terminó el partido y la lluvia ya había parado.

-Pero no quiero que juegues, te puedes resfriar.

-Claro que no, mamá, una cerveza caliente y…

-¿Cerveza?

-Amelia, no te hagas que los chicos no toman, por favor, aparte tu empezaste a tomar a los treces.

-¿A los trece?

Se despegó la vista papá de la pantalla pequeña al mirar a mamá que pareció incomoda al ser delatada por su prima.

-Ay ya, ahora divulga cuando perdí a la virginidad.

-Fue a los…

-Cállate.

Silenció bruscamente a mi tía que se encogió de hombro, todos se rieron pero yo no, note cierto miedo ese ‘’cállate’’ que le dijo mi madre a mi tía, incluso como la miro después de que mi padre y mis hermanos se rieran, fue como advertencia, no entendía que había de malo decir a qué edad la perdió, total ya todos somos más o menos grandes como para volver atrás y perderla más jóvenes.

-Oigan, ¿puedo ir a la fiesta de Emilia?

-Claro ve con tus hermanos…

-Es que iré con los otros chicos, Dante y Lorenzo estarán con sus amigos y yo estaré con los otros,

-Ah, bien, diviértete.

Tuve que esperar a que mis hermanos se fueran primero, entraran a la casa de Emilia y así no me vieran salir del vecindario hacia el bosque para escribirle que me fuera a buscar en el camino.

Entrar al bosque ya era una maldición, todo lo malo pasaba aquí pero todo lo bueno se encontraba aquí como el, no sé porque, pero unos días sin verlo ya se me hacía más alto, se me hizo mucho tiempo sin verlo. Cuando ya estuvimos cerca, el alzo su mano izquierda, tocando mi mejilla con su guante de cuero apretado, su máscara, como detesto esa mascara.

-Hola.

-Hola…

-No trajiste a calabaza.

-Te escribí que no quería. Solo quiero estar contigo, ¿te molesta?

-No.

-Aun así puedo mostrarte esto, él está loco, deberías saberlo.

No entendía a lo que se refería hasta mostrarme un video de calabaza durmiendo y de la nada salto como loco cayendo al suelo, otro donde estaba tranquilo en la ventana y se cayó solo, como asustado.

-¿Qué le pasa?

-Es normal dice el veterinario, solo sé que está loco.

-Yo no sé, nunca he tenido a un gato.

-Como sea, ¿quieres ir a la cabaña?

-No tengo ganas de tener sexo contigo.

-Oye, oye, es hacer el amor…

-Si claro, no quiero.

-Pues simplemente estemos ahí.

-Bueno.

Caminamos en silencio debajo del cielo estrellado, las pocas hojas de los arboles rozándose y el silbido del viento pasando de largo como aquel vacío dentro de mí. Al llegar, el prendió unas velas con un encendedor y nos quedamos parados ya que todo estaba húmedo.

-Hubiésemos caminado más, mejor. La lluvia paro hace poco.

-¿Quieres caminar entonces?

-Sí, vamos.

Escuchar su voz robótica no me servía de nada para calmar las ansias que tenía sacarle la máscara, quería… tenerlo junto a mí, no teniendo sexo, sino simplemente abrazándonos, pero sentía que eso era demasiado íntimo, aparte jamás pido abrazos, no me gustan que lo hagan y yo quería todo eso, con el quiero lo que no quiero con los demás.

-Estas más callado de lo normal, ¿Qué pasa? ¿Es por el correo anónimo?

-No solo estoy cansado. Aparte ese correo… fue un asco.

-¿Qué paso?

-Alguien envió una foto de Daniel a mi correo, fue horrible, se lo pase a la policía para que vieran quien fue, creo que lo encontraron porque me lo dieron. Pero no es eso lo que me preocupa, de hecho nada me preocupa, simplemente estoy cansado, eso es todo.

-Pero no haces nada, ¿cansado de que estarías?

-Nada…

El no entiende, nadie lo hace.

-Oye, no quise sonar estúpido, es solo que quiero entenderte, pero sé que no quieres que hable de Octavio, y quizás no quieras hablarme del niño.

-No quiero.

-Entonces… cuéntame que sientes.

-Simplemente eso, cansancio.

-¿De qué?

-No sé.

-¿Cansado de vivir?

Paro su caminata haciendo que quedáramos frente a frente al girarme cuando se quedó atrás.

-No…

-¿Entonces?

-Simplemente… estoy cansado de ver todo esto, de vivir esto todo el tiempo.

-O sea; de vivir. Andrés…estás cansado de vivir, ¿es eso?

-No pienses que me voy a suicidar, y si lo hiciera ¿Qué? Sería mejor para todos.

-¡No digas! Te necesito…

-¡¿Para qué?! Maldición, no te soy útil.

-Te necesito porque te amo, sin ti yo no puedo vivir…

-Ya empezaste con tus cursilerías, esta es la peor de todas, es muy cliché, espero a que digas; ‘’eres el amor de mi vida, estamos destinados a estar juntos, y si tú mueres, muero yo’’, a la mierda eso.

-¿Qué te pasa?

-¡Que estoy cansado! Maldita sea, desde que entraste a mi vida todo es un caos, desde que Dante me dijo eso, desde que me mostraste ese foto, todo es un caos, todo mi vida, todo mi entorno, no lo soporto.

-¿No lo soportas? Yo tampoco soporto estar lejos de ti, pero tengo que hacerlo para protegerte.

-¿Qué tiene que ver eso?

-Que hay que sacrificar cosas para poder salvar a otros.

-O sea ¿Qué tengo que sacrificar mi felicidad por la de Octavio?

-Por la tuya.

-¿Y cuánto más tendré que sacrificar para hacerlo?

-No lo sé, hasta que recuerdes y podremos huir juntos.

-¿De qué sirve recordar si quieres huir conmigo?

-No es simplemente huir, es ir con la información que recuerdes a la policía de la capital, en ellos si podemos confiar.

-¿Por qué?

-Solo digo… Andrés… por favor, no pienses más en esas cosas, yo estoy aquí para ti, te apoyare, te escuchare, pero por favor, no pienses en esa posibilidad de morir… por favor.

-¿Estas llorando?-No me respondió.- ¿Estas llorando de verdad? -Seguía sin responder.-Sácate la máscara, cerrare los ojos, lo prometo.

Vi como se la estaba sacando, y cuando estuvo a punto de descubrir su rostro cerré mis ojos al mismo tiempo que alzaba mis manos para tocar su denso cabello y sus ojos llorosos, estaba llorando, por mí, en verdad estaba llorando por mí, llorando por mí.

-No llores por mí, no valgo tanto para eso.

Negó, sentí su rostro más tenso, se estaba aguantando el llanto, sus lágrimas salieron a brote bruto, su cabeza se acobijo en ese huego entre mi cuello y mi hombro izquierdo, parecía un niño. Mi piel descubierta recibía toda la humedad de su pena por mí, de su lastima quizás, no merezco que me lloren, ni él ni nadie, no soy tan importante para eso. Simplemente lo abrace, no sé cómo consolar, no sé cómo decirle que estará todo bien cuando no sé si sea verdad, la esperanza en este anillo que poseo en mi cuerpo, parece más un cuento infantil que un posible sueño, ya que los sueños a veces se hacen realidad, pero los cuentos fantasiosos, son esos, cuentos fantasiosos, son simplemente una historia para satisfacer al lector, y este anillo ya me satisface, pero no me ha dejado, sigue aquí en mi dedo índice, pegadito a mi piel, visible con la mitad de la luz de la luna, ahora es un anillo que me recordara aquella posibilidad de salir de aquí, porque yo no me quedare aquí, me iré, tarde o temprano me iré de este pueblo con… el, no sé . Este chico, sea quien sea me abrazaba tan fuerte que pensé que se me saldría el aire, y no me molestaba, me encanto este abrazo, era envolvente, era como si me protegiera de mí mismo con su calor, sus ligeros suspiros y sus ligeros besos, no sabía si creerle ese cariño, pero era lo único que recibía, y tendría que aceptarlo, no tenía opción.

-Disculpa.

Susurre en su oreja al escuchar el sonido de mi celular. Gire y vi que era mi madre que conteste al mismo tiempo que escuchaba que se ponía la máscara.

-¿Mamá?

-Andrés, ¿Dónde estás?

-¿Por qué? ¿Qué paso?

-Tu hermano Dante se peleó con unos chicos, y uno de tus nuevos amigos también, todos terminaron en la calle golpeándose y volviendo a casa, menos tú, ¿Dónde estás? No fuiste a donde Emilia, ¿cierto? Andrés, me estoy cansando de tus mentiras…

-No mamá, digo… si  te mentí, fui al bosque, quería despejarme.

-¿Y porque no me dijiste?

-Porque creí que me interrogarías del porque y esas cosas, solo quería estar solo aquí.

-Pues ahora estarás solo en tu habitación. Vuelve, ahora.

-Mierda.

Gire y lo vi con su máscara y todo arreglado acercándose a mí, tomando mi cara con sus dos manos, ‘’mirándome’’ creo, fijamente.

-Vuelve a casa, pero vuelve con la seguridad de que cuentas conmigo en todo lo que quieras, si quieres simplemente llorar hazlo conmigo, si solo quieres quejarte hazlo conmigo, pero por favor no pienses en una posibilidad de una vida sin ti, por favor.

Asentí sin prometerle nada, son mis emociones que a veces me controlan, me cuesta luchar contra ellos, me cuesta luchar contra mí.

Llegue a mi casa con la luz del faro prendida, había un silencio total con la luces prendida en mi casa. Al entrar vi a mi padre curando las heridas de Dante, ojo morado, y un labio roto, Lorenzo estaba quejándose, mi tía no estaba y vi a mi madre en el comedor hablando por celular, cuando me vio simplemente me dio la espalda.

-Son imbéciles, ellos empezaron…

-Lorenzo, ya basta. No has parado de quejarte, y echarles la culpa a los otros desde que llegaste.

-Pero es que fue su culpa…

-Ah, ¿Y Dante que hizo? Correspondió la violencia.

-¿Y que querías que hiciéramos?

-No me respondas en ese tono.

-Te respondo como se me da la regalada gana.

Gruño Lorenzo al levantarse seguido por Dante ya curado por papá, se escuchó el golpe de su puerta, y una cosa ser golpeada, perfecto, ya se enojó.

-Buenas noticias.

Se acercó sonriendo mamá apagando su celular al mismo tiempo.

-¿Buenas?

Pregunte extrañado al oír algo positivo.

-Sí, el chico que te quería demandar por la loca esa, ya desistió, dijo que en realidad quizás tenías razón.

-¿Enserio? ¿Tan rápido? Ni si quiera ha hablado con Andrés como para creer eso.

Le respondió papá al guardar las cosas en el botiquín de auxilio

-No me importa, ahora estoy más tranquila, que buena noticia. Aun así no quita el hecho de que quizás pueda volver a demandar.

-¿Puede hacerlo?

-Desgraciadamente sí, pero no creo, eres inocente, sé que no lo harías apropósito, pero si mentirme.

-Lo siento…

-Ten más confianza, ahora ve a arriba a dormir un poco. ¡AH! casi se me olvida…

Se mordió el pulgar, arrugando su frente, se parecía a esas chicas escolares que hacían algo malo y no sabían cómo decirles a sus padres, ¿Qué hizo?

-¿Qué pasa?

-Claudio… él está aquí.

-¿Aquí? ¿Dónde?

-En la habitación de invitados, es que se embriago mucho y vino aquí diciendo que sus padres lo ven así lo castigaran, y empezó a decir algo de que le debías dos ahora, no paraba de decir eso mientras lo acostaba, el pobre ni podía pararse, solo será por esta noche.

-Ya… está bien, adiós.

Me fue incomodo saber que Claudio estaba durmiendo en la misma casa que yo como si nada, cuando antes él dormía conmigo debajo de mi cama en un colchón que traíamos, y no dormíamos porque veíamos el techo, hablando sobre sus padres y sobre los míos, ahora ambos estábamos en distintas situaciones que…

-Muévete.

El muy loco entro, como si nada a mi habitación diciéndome muévete cuando en realidad se acostó en el suelo con una manta y cojín, apestaba a alcohol.

-Claudio, Claudio, vete…

Le susurre desde arriba viéndolo como se ponía en posición fetal.

-No quiero dormir solito.

-Eres hijo único, duermes siempre solo.

-No quiero, hoy no… déjame dormir contigo en tu cama.

-Estas en el suelo.

-Ah, con razón te escuchaba lejos…

Y el muy patudo entro a mi cama.

-Oye, oye, oye, no, lárgate… llamare a mi mamá.

-‘’Llamare a mi mamá’’, acusete. Ya duerme, hablas mucho.

-No puede ser… apestas.

-Lo sé, apesto, -Y se extendió como una estrella de mar sobre mi cama, sobre mi.- en todo, apesto en todo, apesto como ser humano, apesto como hijo, odio a mis padres, apesto como amante…

-¿Amante?

-¡Me dijo que la tenía muy delgada y que no la sabia mover bien!

-¿Qué dices? Y por favor, no grites.

-Que la tengo chica, mira…

Se quiso bajar los calzoncillos de los cuales los sujete asqueado.

-¡NO!

-¿Andrés? ¿Qué pasa?

Por suerte solo despertó a mi mamá, a la hora que despertara a uno de mis hermanos, estaba seguro que estaría patitas a la calle.

-Nada, Claudio entro, pero ya dormirá.

-Oh bien, avísame cualquier cosa, si vomita o algo así.

-Sí, mamá.

-¡QUE TENGA BUENAS NOCHES SEÑORA FERNANDEZ!

-Eh, adiós.

-Hagamos esto, duérmete, ¿sí?

-No sé si tenga mucho sueño, quizás no tenga tanto sueño, aparte se dice dormir no…

Y se quedó dormido a la mitad de su lucha contra el sueño. No podía creer que estuviese en la misma cama, solo sé que al otro día él ya se había ido. Seguía despierto, pero le di la espalda para que no lo notara, escuchaba sus quejas al levantarse, a mi madre ofrecerle desayuno que el rechazo amablemente, escuche sus pisadas bajar y salir de la casa, no creo que lo vuelva a ver en un buen tiempo más. Esa misma tarde, después de almuerzo fui a ver a Marco luego de llamarlo y decirme que estaba donde Cayetano, como siempre, solo estaba él y Adrián que se quedó a dormir, lo vi acostado en ese sillón rojo todo gastado, dándome la espalda, subí la escalera y comencé a darle clases a Marco. Se lo que hace para ganar sus notas, y no soy quien para criticarlo, sé que no se ve bien, sé que no está bien, es sucio, es caer bajo, pero, sigo con la esperanza de que podrá hacerlo por sí solo, no me importa tanto el dinero ahora, al ver como Marco evoluciona rápidamente con el estudio, logre ver cierta alegría cuando aprende algo rápido y logra leer fluido un texto complejo en un diario que le llevo, me gusta ver la posibilidad de que quizás él pueda surgir por sí solo, me gusta la sensación de… ser útil. Al bajar, vimos como Adrián miraba la televisión, tenía unos golpes en el rostro, no tanto como Dante, pero se notaba que estuvo en una pelea, principalmente por sus manos.

-Ya despertaste, Cayetano dijo que puedes comer lo que quieras…

-¿Qué tienes que decirme tu? Un recién llegado. Nos conocemos desde niños, claro que puedo hacerlo.

-Solo te decía lo que me dijo Cayetano, no me respondas así.

-Vete a la mierda.

-Vete tú. Te dejo.

Un empujoncito y subió de nuevo Marco luego de la pequeña discusión de ellos dos.

-Ah…

- Hola.

Alzo la mano Adrián, me miraba muy raro en verdad.

-Hola.

-¿Quieres jugar en Inferno? Vamos.

-Ah…

Pensé que había sido una pregunta pero no fue así al irse sin escucharme.

Hacia demasiado frio, aun así para Adrián no parecía afectarle con su polera blanca apretada, parecía como si estuviéramos en invierno, parecía enojado. Cuando entramos a los juegos, cada vez jugaba lo hacía con una agresividad que por un momento pensé que me golpearía de verdad. Creo que quiso descargarse esos golpes y disparos que no dio anoche. Sus nudillos estaban rojizos y cada vez que apretaba algo lograba ver sus huesos.

-¿No quieres vendarte?

-¿Qué?

-Tus nudillos, se ven tus huesos.

-¿Y? ¿Te molesta?

-¿Qué te pasa?

Se fue apenas le pregunte, se fue como huyendo hacia el mar. Lo que menos quería era estar en la húmeda arena, pero no podía dejarlo así, sentía que en cierto punto era en parte mi culpa.

El sonido de las gaviotas, el mar jugando con la arena, hacia adelante y hacia atrás, con ligeras mareas, chocando contra el roquerio, rocas negras que crean pequeños ríos, la arena húmeda y seca, suficientemente fuerte para soportar nuestras penas, esta era la playa Agria, con ese olor a mar que brota cada vez que alguien descansa, ese sonido a paz, que no deja paso a ningún grito, a ningún ruido estúpido que provendría de arriba en el muelle, era solo tranquilidad friolenta que nos acobijaba a los dos, a un chico como yo, sentado con mis rodillas en el pecho y mis brazos al frente descanso mientras jugueteo con la arena, y otro sentado como indio mirando el oleaje intenso que se creó ante nosotros.

-Ya no soporto todo esto.

Suspire cansado de lo que podría venir, ya lo veía venir, un desahogo, y yo tengo que escucharlo, no quiero hacerlo, pero no me quedaba de otra.

-¿Qué esto?

-Ir a la escuela que todos se te acerquen preguntando que vi, como fue, si me dijo algo, si tengo sospecha de alguien, si me habían llamado para declarar, si estoy en la lista de sospechosos, son morbosos. El idiota de anoche no paraba de insinuar que fui yo quien le hice esas cosas, maldito hijo de perra, le hubiese molido más los dientes si tu hermano no hubiese empezado otra pelea, por culpa suya llamaron a la policía.

-A mí nadie me ha preguntado.

-Porque saben que no sacaran nada de ti. Te envidio por tu silencio. Te odio también…

-¿Odiarme?

Eso es nuevo, tanta honestidad me agrada.

-No pareces afectado. Te veo y pareces como siempre, un zombie y ya.

Que molesto.

-¿Y crees que por eso no estoy mal?

-¿Lo estás?

-En realidad no tanto. Solo estoy cansado.

-¿Ves? Estas cansado, ¿cansado? ¿De qué? –Y ahí va de nuevo.- ¿Tienes pesadillas? ¿No puedes dormir? ¿Acaso tienes que seguir trabajando después de clases, porque tus padres creen que no valen nada los estudios? –Logre oír eso, ese corazón roto agrietarse más, creando un tintineo en su voz a punto de romperse.- ¿Acaso tienes que guardar tus deseos, tus sueños porque sabes que jamás podrás obtenerlos? ¿Por eso estás cansado? ¿Eh? Dime, vamos, dime.

-Oye, cálmate.

Me queje al oírlo tan intenso, no había porque ponerse en esa onda.

-No me calmo. ¿Cómo es posible que estés tan bien? Paulo lo veo más delgado cada día, ¡y a ti te veo exactamente igual!

Ese último grito fue más bien un gruñido, escupiéndome, mirándome fijamente, y tirando la arena en distintas direcciones con sus manos que se quejaban y se expresaban solos.

-Está bien, tienes razón. No debería estar cansado.

-No es eso, solo… quiero estar en tu lugar, pareces tan tranquilo, pareces que no te afecto lo de Daniel. Ya no puedo dormir sin recordar su cuerpo, toda la posibilidades de las maldades que le hicieron, no puedo comer sabiendo que antes, cuando él estaba desaparecido, quizás le hacían daño, y yo comía tranquilo, no puedo dormir pensando quien pudo haberle hecho esa atrocidad, no puedo… respirar tranquilo, no puedo entender tanta maldad, no logro…-Empezó a fluir su llanto por sí solo, tenía que desahogarse.- … sacármelo de la cabeza, quiero… estar como tú, quiero superarlo, y ya, creo que soy muy dramático, perdón.

Se secó brutalmente sus lágrimas, sonándose con su polera para luego mirar al frente como niño pequeño regañado. Tenía que ser empático, tenía que explicarle que no es cosa de que no me afecte del todo, quería hacerlo para que me entendiera aunque fuera un poco.

-Yo… te voy a decir algo que no se lo he dicho a nadie, los demás, mi familia y Claudio lo saben porque estuvieron ahí, pero aparte de ellos, nadie más sabe… Octavio Pierce-Decir su nombre es algo, pero decir su nombre y apellido lo hacía más cercano.-… fue un amigo, que yo tenía cuando tenía siete años, íbamos al jardín y…un día yo vi como lo violaban, vi todo, y me quede callado, y hasta el día de hoy no se quienes fueron.

-Pero si los viste…

-No me acuerdo. El choque fue fuerte, y al parecer… hubo terceras personas que hicieron que olvidara, todo es confuso pero… lo que te digo es que te entiendo, y que… aun no puedo sacarme de la cabeza a la sicóloga que solté en el risco, fue un accidente, pero la culpa esta porque yo la solté, y lo de Daniel, si me impacto, de hecho me congele, no supe cómo reaccionar porque Octavio… estaba casi igual, tenía su mirada perdida, opaca… y… solo estoy cansado de no tener una vida normal. Solo eso.

-Yo…

-Solo te pido que no le digas a nadie más. No es algo que se cuenta como un chisme, no es un chisme lo que le paso a Octavio, por favor, no le digas a los chicos, sobre todo a Marco.

-Lo prometo, no diré nada. Lo siento… yo no sabía…

-No importa, solo te lo digo para que sepas que te entiendo, no he dormido en meses, y que… uno nunca olvida pero se acostumbra, se vuelve parte de uno aunque no lo quiera, es inevitable, seguirán las imágenes pero con el tiempo… ya no se sentirá tan vivo, no sé si me explico bien.

-Creo que te entiendo. Pero quiero estar bien ahora…

-Si quieres ve a un sicólogo, o habla con el padre Osvaldo.

-El sicólogo de la escuela es un idiota que se cree superior a los demás, lo he visto burlándose con la mirada de nosotros. No me agrada.

-¿Y el padre Osvaldo?

-Ya lo fui a ver, pero no me atreví a decirle nada, tenía la sensación de que le diría a cualquiera, no sé,

-Solo necesitas desahogarte, quizás al decirle podrás sentirte mejor, puedes incluso decir esos sentimientos tan oscuros, que no me has dicho, ni a nadie, tendrás la certeza de que ese cura no hablara con nadie de esto.

-Se oye bien. Podría intentarlo, ¿y si no funciona?

-Es no es algo que funcione, es algo que te acostumbres, te acostumbraras tener esos recuerdos oscuros en tu vida, con el tiempo quizás se vuelvan más lejanos, o podrías fingir que esto no te paso a ti, sino a otro y así no dolerá tanto. Lo siento. No soy bueno dando consejos.

-Por lo menos lo has intentado. Lo siento por cómo te trate.

-Ya no importa.

El silencio se volvió parte de nuestra conversación. El mar nos invitaba con su vaivén, las gaviotas eran ajenas al sufrimiento humano, volando lejos del cielo grisáceo, parecían tan libres, tan felices, me cortaba la respiración al imaginarme volar, libre de todo, teniendo sinfines de oportunidades de lugares, podría ir donde quisiera, vivir y dormir donde quisiera, respirar el aire más fresco, y acobijado con la frazada de olor fresa, era el anhelo que me dejo en desvelo.

Al otro día, le hice clases a Marco, creo ya faltaba poco para que leyera por sí solo, ahora solo faltaba que entendiera lo que lee, después de eso, los chicos y yo, a la tarde fuimos al partido de mi hermano Dante, por suerte no llovió, mi madre estaba preparada ya con sus paraguas, gorros, y bufandas por si acaso, con toda la cara pintada como mi tía y mi padre, estaban todos emocionados, se notó apenas entraron los jugadores para calentar un poco y todos vociferaron. Nosotros subimos a la grada metálica con todo el frio y la iluminación del foco sobre nosotros, cuando vi desde arriba seis cabezas que reconocí bien, y a una en donde me ignoro por completo, pero estaba bien, total ya le pague una.

-¿Y a ti qué?

-¿Qué de qué?

Una de las porristas del equipo de futbol, al parecer era la capitana, nunca me acuerdo su nombre, Imelda o Ignacia, no sé, empieza con i, solo se eso, ella toda maquillada con sus sombras llamativas se acercó a una Emilia que de por si no estaba muy arreglada, a pesar de que llevamos uniformes, Emilia de igual forma resalta, ya sea por su físico desarrollado, por su personalidad o por su maquillaje, siempre va bien arreglada, siempre va bien peinada, es hermosa, pero hoy… tenía su cabello como desordenado, usaba ropa ancha, y sin maquillaje, se veía igual de hermosa, pero… se notaba apagada y con un genio de los mil demonios al responderle a la otra chica.

-Te ves horrible, parece que en el paraíso del amor hay problemas, ¿Qué no te satisface, David?

La chica se atrevió acercarse  David que miro a otra dirección cuando ella le toco un mechón.

-Déjalo.

-Solo le toque su cabello, ¿o ya te pusiste duro solo por eso? He, cariño.

-Que lo dejes.

Tomo de la muñeca de la chica y la empujo hacia atrás. David toco el hombro de Emilia que ella se alejó.

-Ya basta, Emilia, vámonos mejor.

-Pero yo quiero estar aquí. Quiero ver cuando pierdan.

Fernando parecía niño pequeño, rodeando a Miguel Ángel que sonreía con su idiotez.

-Malditos pájaros de mala güero. Váyanse.

Desafío una de las animadoras.

-No, nos quedaremos, ¿cierto?

Pregunto de nuevo Fernando a David que suspiro al cielo para luego negar rápidamente.

-UGH, bien, Emilia ven.

Todos parecían irse, David tomo de la muñeca de Emilia, pero ella rápidamente se zafo de ella.

-No me trates como niña. Suéltame.

-No te comportes así…

-Ah, ya cállate.

-Oh, la chica buena se está revelando, que escalándolo, ¿ya te encontraste un pene mejor y te aburriste de este imbécil?

Y la otra chica volvió de nuevo a lo mismo.

-¿Y tú noviecito aprendió a parársela?

-¿De que estas hablando?

-¿Qué no sabes? Oh, claro que no, no podrías saberlo, ni aunque cogieran frente tuyo.

-Dímelo.

-No. Averígualo, es más que obvio.

No entendía nada de lo que estaba pasando, absolutamente nada, solo sabía que ese supuesto novio podría ser Dante, pasan casi la mitad del día juntos, parecen novios, pero Dante nunca la ha nombrado en casa, no entiendo nada, tampoco del porque se están acercando más.

-Peleas de perras, esto será divertido. Déjame pasar.

Horacio saco su celular, como muchos lo hicieron, a excepción de los adultos que parecían estar en otro mundo, ¿es enserio? ¿Ninguno se ha dado cuenta que dos chicas están a punto de golpearse? Sé que la gran mayoría no deben interesarse por sus hijos, pero esto es demasiado.

-Estas mintiendo, porque si dirías la verdad lo dirías, así de simple.

-No es tan así siempre. Sé de qué hablo, lo sé muy bien, pero me encanta saber que te están viendo la cara de estúpida y ni te das cuenta…

Y ya paso de todo. La chica le agarro del cabello y Emilia de inmediato le golpeo en la cara tirándola al suelo.

-¡Emilia, basta, nos están mirando! Qué vergüenza.

-¡Cállate, David! ¡Dale, Emilia, pégale! ¡Aquí están las apuestas, denme el dinero!

El idiota de Fernando parecía regocijarse del dolor ajena de estas dos que se les veía la sangre salir, sus mechones de cabello, Isabela solo miraba con grandes ojos tratando de sacar de Emilia de ahí, y David se tapaba la cara mirando hacia otro lado cuando por fin los padres aparecieron junto con algunos profesores. Les costó separarlas, parecían estar pegadas una a la otra.

-¡Ya basta las dos! ¡Basta Ignacia!

-Así se llama…

Susurre al ver como la profesora Roldan sujetaba a la chica.

-¿Ah?

-Nada.

Respondí a la cara de extrañeza de Horacio que seguía grabando para luego pararlo.

-Este video está buenísimo, lo publicare altiro.

-¡EMILIA!

Sin darnos cuenta Emilia se soltó y le dio un golpe seco a la otra chica a la mandíbula, dejándola por completo inconsciente.

-¡SI, gane!

-Cállate, Fernando.

Susurro Miguel Ángel a un chico que miraba todos los billetes que le daban, y a un Claudio como queriendo acercase a ellos dos.

-Maldición, no lo grabe, ¿Quién grabo eso?

Todos negaron, pero los profesores que estaban ahí empezaron a quitar celulares, incluyendo el de Horacio que alego el resto del partido que gano mi hermano.

Algunos celebraban, otros abucheaban cuando salieron, pero la cosa fue que ganaron y eso nadie podía negarlo. Todos estaban en sus mundos al salir, tanto así que cuando salimos al estacionamiento vi a Emilia discutir con un hombre delgado, con un suéter gris, canoso, ambos se enfrentaban cara a cara, el tipo alzaba más las manos, se le notaba las ventas en su cuello, entre ellos dos pude ver a una chica más joven con la cabeza agachada, y a una señora muy bien arreglada, rubia, tapándose la boca y mirando hacia afuera de la ventana del copiloto, no iba a meterme a una discusión, no iba hacerlo, pero ese hombre se le acercaba mucho a Emilia que no retrocedía, sino que se le acercaba como desafiándolo, incluso alzo su cabeza cuando el tipo alzo su mano.

-¡Emilia!

No sé por qué grite. No sé por qué intervine, no era mi problema, pero sabía, que si no lo hacia ese tipo la golpearía.

-Hola.

Y no sé porque, imbécil de mí, me acerque a ellos dos.

-¿Qué quieres?

-Yo… quería saber si estabas bien.

-Lo estoy, gracias por preguntar.

-Entra al auto.

El tipo la tiro del brazo del cual ella se zafo, me miro y me guiño el ojo mientras me daba una sonrisa como lastimera. Los vi irse, al mismo vecindario que yo, nunca había prestado atención a su familia hasta en el día de hoy, y no siento que ella sea parte de esa familia tan oscura, fue extraño.

-Que la pasen bien, no beban demasiado. Estaremos arriba si desean algo.

Mis padres decidieron quedarse en casa, en su habitación al ver que eran demasiados chicos los que irían, prefirieron no arriesgarse a que pasara algo malo con tantos chicos ebrios con chicas adentro, así que espere a que subieran, y subí cuando ya habían pasado varios minutos esperando en la cocina mientras veía como un chico tomaba piscola como si fuera agua, ya llevaba en su tercer vaso, también vi como algunas chicas sacaban de sus mochilas más alcohol ¿se lo tomaran todo de verdad? No me importaba, total estaría encerrado en mi habitación,

-Oye…

-Ya sé, no saldré, no se preocupen.

Les respondí al verlos con sus tragos en la mano.

-No era eso lo que te queríamos decir, puedes estar aquí, he invitar a tus amigos.

-¿Eh? No, no quiero.

-Bueno, por lo menos te invitamos.

Suspire cansado de sus idas y vueltas conmigo, estamos bien un tiempo, luego estamos mal de nuevo, no logro entenderlos, y si lo hago, quizás me vuelva loco por hacerlo.

Yo no tengo, o mejor pensado, no suelo tener presentimientos como lo tuve con ese VHS del ático, cuando lo encontré todo roto, no suelo sentir que algo malo pasara si o si, entonces para mí fue una completa extrañeza, rareza, una cosa que no había sentido cuando llegue a mi puerta, y estaba cerrado, pero sentía que alguien estaba adentro, alguien estaba en mi habitación, escuchaba ruidos, sonidos de ropa moverse, no sabía quién era, ni me interesaba pero no quería asustar a mi familia, ya tenía suficiente problemas como para ahora tener otro acosador, quizás sea el, pero no veo por qué hacer esto, suspire cansado de tantas mierdas, así que entre y me encontré con la sorpresa que era el chico de al frente, Simón, estaba poniéndose mi ropa frente el espejo de mi armario, la tenía puesta, mi sudadera, mi pantalón, mis zapatos, no entendía porque, solo que quería sacar de aquí ahora.

-Sal de aquí.

Cerré la puerta con pestillo y fui directo hacia él, empujándole, y tratando de sacarle mi ropa, pero solo le saque la sudadera y lo deje sin nada abajo, al hacerlo, no pude seguir de inmediato, tenía cicatrices, quemaduras pequeñas, y esa marca, era ver de nuevo a Daniel pero en él, me quede sin aire al ver esa marca sobre su hombro izquierdo, ¿Qué significaba esto? ¿Por qué él lo tenía? ¿Por qué su cuerpo está todo lastimado? Estaba extremadamente delgado, y se notaba que no se había bañado hace tiempo, el olor estaba impregnado en mi ropa, quería sacarlo de aquí, no me quedo de otra que llamar a AT para decirle que su fotógrafo personal estaba en mi habitación con mi ropa.

-¿Qué…?

-¿Hola? Oye, el chico de al frente esta…

No pude decir mucho con su enorme empujón hacia el suelo, agarro mi celular y lo boto hacia fuera. Me impacto su fuerza, sus ojos enormes, sus pupilas estaban dilatadas, estaba enojado al parecer, ¿con que derecho?

-¿Andrés?

-Maldición. Ven.

Me costó tomarlo, no sabía qué hacer, Lorenzo estaba al otro lado de la puerta llamándome, y este tipo peleaba conmigo, lo empujaba y lo empujaba al armario, y cuando por fin pude lograrlo, lo encerré con un pestillo que tenía.

-No te muevas.

Apenas termine de susurrarle fui abrirle a Lorenzo.

-¿Qué pasa? ¿Te caíste?

-Sí, sí, si…

-¿Tanto que se te cayo el celular hacia afuera? Los chicos dijeron ver algo caerse desde arriba desde tu habitación.

-Es que tropecé y se cayó.

-Ten, se rompió, te tendrán que comprar otro.

-Sí, que mal, gracias.

-Ah…

Le cerré la puerta en la cara antes de que dijera cualquier cosa más y viera algo raro en mi armario, pero no hubo ningún  movimiento, eso estuvo bueno hasta abrirlos y ver como temblaba y lloraba, tenía los ojos cerrados, sus brazos en forma de cruz sobre sus piernas pegado a su pecho, estaba todo encorvado, podía ver su columna, sus huesos, no entendí que le había pasado, solo tenía claro una cosa, no podía sacarlo.

-Oye, oye, oye, escúchame, dormirás aquí, pero no hagas ningún  ruido, ¿entendiste?

Asintió apresurado sin abrir los ojos.

-No hare nada, no hacerme daño.

-¿Qué? No te hare nada, cálmate, ven, duerme en mi cama.

En total, no tenía sueño, esta noche no era la excepción. Tome una polera y se la di para guiarlo a mi cama, cuando se acostó me miro, fue como si no entendiera cuando me vio sentarme en la silla frente al buro, frente a la ventana con la iluminación y el bullicio de chicos abajo.

-¿No dormir conmigo?

-¿Quieres que duerma contigo?-Negó rápidamente.--Entonces no lo hare. Anda, duerme, y por favor, no hagas ruido, ¿entendido?-Asintió.-Bien, duerme.

Le di la espalda de inmediato. No sabía que pensar respecto a la marca sobre su hombro, no creo que quisiera decirme, pero era mucha coincidencia, quizás el tipo de la página tenía razón y esto era una especie de mafia, ¿de qué tipo? ¿Prostitución infantil? Este chico debería de tener mi edad más o menos, ¿se habrá escapado o sigue ahí? Mire hacia al frente, preguntándome si los vecinos de esa casa son parte de eso o no, no sabía la respuesta, solo me respondió el miedo al asomarse de la oscuridad un tipo, delgado, logre ver que tenía el cabello canoso largo, debajo de sus hombros como un hippie, era alto, bueno, todos son altos para mí, logre ver desde donde estaba su carne colgando de su huesudo brazo al alzar su mano como saludándome, sonriéndome con quizás cinco o seis dientes, y una mano tomando su muñeca empujándolo hacia la oscuridad, para dejar paso a la señora que cerro la cortina pero se abrió de nuevo por el tipo que se pegó a la ventana bruscamente riéndose, me dio miedo ese impacto que hizo que me hiciera hacia atrás, sentí su presencia, estaba parado atrás de mí, sonriendo hacia al frente, alzando la mano, y un cuchillo en mi cuello, se me corto el aire y todo mi cuerpo reacciono despertándome, era una pesadilla, había dormido, no sé cuándo, en que puto momento, pero el chico seguía en la cama, y el tipo de la ventana estaba sentado mirándome fijamente, se acercó más y más a su ventana, como queriendo salir, pero solo se pegó a ella, y me hizo el gesto de mano de ‘’amor y paz’’, que me pareció muy familiar, de hecho lo había visto ya. Saque la revista que me había dado la señora y mire bien la foto, no sabría decir si se parecía al señor desde esta distancia, pero sí que cuando la puse sobre la ventana, para que el viera, el empezó a golpearse, rompió la ventana con una silla y de ahí salió la señora abrazándolo, quite la foto de inmediato, sintiéndome culpable de lo que hice, la mire de nuevo, pensando quizás que podrían ser ellos, pero ¿Cómo? ¿Por qué le afectaría esto? Mi corazón no podía parar de latir al verlos en esa foto, era como si me gritaran que buscara respuestas, más y más, me incitaban ir al frente, me incitaban buscar respuestas con ellos, ¿podrían ser ellos los chicos de la foto? Esto fue hace años, ellos están viejos, pero… ¿Por qué ese tipo reaccionaria así al ver una simple hoja de revista? Sentí por un momento en que la vida me gritaba que tenía algo para mi destino más que lamentos, no sabía que era, solo que era más grande que yo, y que tenía que calmar estas dudas que carcomían mi cerebro, quizás esto sintió Diana al ver las fotos, quizás ella supo algo, quizás ella sabía que había más grande en este pueblo, un secreto que quiso revelar y su vida fue su precio. Tenía miedo, no iba investigar más allá de lo que tenía en mis manos, quería solo aclarar mis dudas, pero si esas dudas, como creía Diana, tenía que ver con Octavio, quizás, solo quizás podría indagar un poquito más y así no tendría que recordar yo, quizás solo tendría que saber y ya, si es así, podría funcionar, solo esperaba que tuviera algo que ver con Octavio, esperaba  que este último intento de responder mis dudas, de responder que paso, puedan traerme paz, ya que las dudas son las que ahora llenan este vacío que paso de largo en mi cuerpo, Octavio, había vuelto, a través de Diana, a través de la revista, si no tenía conexión, entonces lo dejare, y si es así, si tiene vínculos, entonces, no tengo nada que perder.

 

Notas finales:

Gracias por leer, BYE.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).