Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El secreto del pueblo. por PlaybooksmadKILLMEplis

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por leer y disculpen alguna mala ortografía.

El petricor fue el que me despertó, mis fosas nasales reaccionaron primero que mis oídos ante la lluvia que chocaba contra el suelo seco, ese olor, era imposible de oler desde mi cama, adentro de mi casa, era imposible oírlo tan cerca la lluvia, como si estuviese debajo de ella, en tal caso tan raro tuve que abrir los ojos creyendo que había una enorme lluvia, y si ese era el caso pues entonces no iría a la escuela, sería una maravilla. Hice un leve movimiento de ponerme de lado izquierdo para ver la ventana que tenía ahí, donde ayer sentí el flash y me di cuenta de que era acosado seriamente. El día de ayer, fue una completa rareza, la muerte del guardabosques, del que estará en boca de todos, será algo que durara una semana hasta que sepa que le paso por los diarios, luego de eso pasara como si nada hubiese pasado, aparte de eso el regalo, y el hecho de que no pude verle el rostro, quiero saber que quiere, quien es, solo eso, no hare ningún escándalo, no es necesario, si no ha hecho nada todavía, es mejor mantener las aguas tranquilas. Con gusto, de a poco abrí mis ojos pensando en la dicha de escuchar a mi madre decir; ‘’no irán a la escuela, quédense’’ mis hermanos y yo adoramos la lluvia por eso, es tan beneficiosa, pero me pareció raro que llegase el invierno tan rápido, de por si el invierno es en junio oficialmente, pero llega antes a finales de abril, y en mayo que es un ir y venir de días nublados lo cual hacen creer que el otoño es invierno, de todas formas, no estaría mal que lloviese antes, mejor y así proceso lo que vi ayer. Con ligera molestia entre mis ojos los abrí, arrugue la nariz por el olor que era más fuerte al paso que mis parpados subían, subían y subían hasta que no quisieron cerrarse para dejar que mis ojos asimilaran la fotografía que tenía ante mí, una fotografía a tamaño real, completamente mía frente el lago viéndome de perfil, mi vestimenta, mi rostro, mi cabello, todo yo estaba ahí, mojado por la lluvia, donde se ubicaba en un suelo pavimentado, mi cama, estaba en mi habitación intacta, todo lo estaba excepto donde debería estar mi ventana y mi buro debajo de ella separado por la lluvia, y en su reemplazo es solo la fotografía donde la lluvia estaba tanto adentro como afuera de ella. Mi cabello estaba mojado, mi ropa, las piedras y el lago se escuchaba crepitar, la fotografía tenia vida, y con mi imagen viva, se movió y me miro, he hizo algo que jamás haría, sonreír, sonreír como si estuviese feliz por algo, ¿pero de qué? ¿Qué motivo hacia que yo sonriera con tantas ganas mirándome?  Me levante a preguntarle, el aire estaba helado y el suelo congelado, cuando llegue, me mire por unos segundos, ahora entiendo porque me piden que sonreía, parezco un ser muerto viviente.

-¿Por qué sonríes?            

-¿Por qué tu no?

-No hay motivos.

-Yo si tengo.

-Dime el motivo.

-Te lo mostrare.

Me señalo sobre mi hombro izquierdo y gire. Sobre mi cama, con frazadas rojas que no eran mías, arriba, colgado en el aire, estaba el señor Jorge, desnudo con la cara descubierta, su cabello blanco, rostro redondo pálido y seco, labios morados, ojos grises, y hacia su lado izquierdo había una hilera de cuerdas doradas, todas vacías, pero con un nudo de horca.

-¿Qué…? ¿Por eso sonríes?-No podía darme vuelta, no podía, mi cuerpo estaba inmóvil a pesar de que mi mente le ordenaba moverse.

-No… no miraste bien, mira, mira más allá de ellos. Acércate.

El susurro de lo último fue más bien un zumbido que paso rápidamente detrás de mí nuca, pude sentir los labios, mis labios. Y como si mi cuerpo se mandase solo, le siguió las instrucciones, las mías, no quería, sentía que cada paso quedaba se me salía el aire, exhalaba, pero no inhalaba cuando pase al lado del cadáver del señor Jorge que se movía de lado a lado y me toco el hombro, gemí del asco, asco, asco, quería gritar, despertarme de esta pesadilla.

-No puedes, no puedes despertarte, jamás lo harás, ni aunque estés despierto.

Su pie, el pie del señor Jorge aun lo sentía en mi hombro derecho, solo quería irme de ahí, pellizcarme, pegarme, darme un balazo para poder lograrlo, sentía que era eterno.

-No lo es, ya estás ahí, ahora puedes verlo.

¿Qué? ¿Qué cosa? No hay nada aquí, solo era oscuridad completa, nada había nada…

-No… no…

Humo, ¿Por qué había humo? Las pisadas se hicieron presentes, y del humo atravesó el ser indeseable. Estaba con la misma ropa, capucha negra, mascara negra, similar a la de esgrima, guantes, pantalones anchos negros, su cámara pequeña, la cual tomo y me saco foto que apareció detrás de él, y como la foto anterior, comenzó a ganar volumen con el humo, que cuando estuvo en tamaño normal, mi yo salió de ahí caminando y sonriendo apenas salió del marco. El aire, de la nada comenzó aparecer alrededor mío como si inflara un globo dentro de mí, dándome oportunidad de respirar rápidamente, mi estómago dolía de tanto aguante que me lo agarre para calmarlo.

-¿Ves? ¿Ves porque estoy feliz?

-No entiendo.

Seguía casi ahogado, como si tuviese un impedimento para respirar aun teniendo la certeza que había aire, lo había.

-No tienes porque, ni tu ni nadie.

-Es un acosador, quizás él sea el…

-¿Asesino? No, no, no, no, no, no, no, no, no, no.-Parecía que esos; ‘’ no’’ se  lo decía a el primero, como si estuviese hablándose a él, convenciéndose, y luego a mí, como esos abuelos que le dicen que no con ternura a sus nietos de que no toque tal cosas.-No…. ¿Quién dice que no seas tú?

-Porque no lo es.

-¿Quién lo dice?

-Yo.

-¿Yo?

-No… yo… nosotros. Somos nosotros, yo, somos lo mismo.

-No, no.-Se acercó, mi yo con una sonrisa nunca antes vista, una torcida sonrisa.-Yo… soy lo que tu aun no eres, y que despertara… apenas lo pienses. Suerte.

Me empujo de golpe al terminar;  el suerte en un gruñido que surgió un temor en mi corazón.

Mi rostro estaba sudoroso, mi cabello pegado a mi frente y mi corazón latía deprisa con mi cuerpo que con ligeros espasmos comencé a mover para disminuirlos. Nunca, en toda mi vida que me acuerdo, he tenido una pesadilla, nunca, ni si quiera sueños, es poco usual.

-¡Andrés, ya es hora!

Se me había olvidado el ingreso a clases.

-Uy, no.

-¿Andrés? ¿Qué paso?

Cuando mi madre me pregunto eso me acorde de inmediato del acuerdo con mi padre, si no lo ponía en práctica ahora, el estaría el resto de la semana hablándome de lo mismo. Así que agarre mi pantalón de pijama, abrí la puerta y a vi a mi madre ojerosa y despeinada.

-Yo me hago el desayuno.

-¿Qué?-Vi el rostro sorprendido al decirle eso de golpe.-No tendrás tiempo, eres lento.

-Lo hare yo, y me iré solo.

-¡Claro que no!  ¿Qué te pasa? Con lo que ocurrió ayer…

-No me pasara nada. Mamá, por favor, déjame ir solo.

-¿Y si vas con Claudio?

-Él va con sus padres, no quiero ser mal tercio.

-Pero…

-No es tan lejos.

-Ve con tus hermanos por ultimo.

-¿Qué?-De la nada salió Dante de su habitación ya con uniforme y mochila en mano.-No, Ignacio consiguió su licencia de conducir y el acuerdo que tuvimos el año pasado fue que nos recogería solo a los chicos, sin hermanos pequeños.

-Dante, tu hermano solo es un año menor que tú, la diferencia no es grande.

-Pero…

-Pero nada, tú y Lorenzo irán con Andrés juntos, con lo que paso ayer, no dejare a ninguno que vaya solo a ninguna parte, ni al supermercado, así que no alegues más. Me iré a dormir, y tú arréglate de inmediato, no hagas retrasar a tus hermanos que ya están listos, y… espérame.-La vi irse rápidamente a su habitación y llego contando unos billetes.-Toma este dinero para el almuerzo, y colación. Ahora arréglate, rápido.

No pensé que mi madre aceptaría tan rápido, me hubiese gustado que hubiese insistido más, pero el resultado hubiese sido lo mismo al final. Me arregle en minutos, jamás antes hecho, y el desayuno estaba listo cuando baje, solo para ellos dos.

-Nunca te hago desayuno, siempre somos Dante y yo, lo siento, Andrés. Te hare algo rápido.

-No, no, comprare algo en el camino.

-¿No iras con nosotros?

-No, me iré yo primero, camino muy lento. Aparte no me gustaría irme todo apretado con ustedes. Adiós.

-Andrés.

Gire lentamente, preparándome mentalmente ante lo posible que me podría decir.

-¿Qué, Dante?

-Gracias por no ser un estorbo hoy.

Vete a la mierda.

-Está bien.

-¿Qué dijiste?

Lorenzo tenía los codos apoyado en el mueble de la cocina comiéndose su pan con huevo revuelto y el ceño fruncido, como si en realidad no me entendió, lo que en realidad pasa, es que quiere fastidiarme temprano en la mañana. Esto es agotador cuando empieza así.

-Está bien.

-No te entiendo, modula.

Si modulo, solo que tú no escuchas, o me pones atención de verdad, Lorenzo, maldito imbécil.

-¡Que está bien!

Odio gritar, es agotador, enserio lo detesto.

-Así si, modula, Andrés, modula. Es tu primer día de clases, y ya estas flojeando, Dios, espero que no flojees con las tareas también, o le darás problema a nuestra madre, ella no puede acompañarte en tus tareas,

Ya no me acompaña en mis tareas desde el año ante pasado. Pero como le gusta molestarme, lo tiene que recordar.

-Sí, claro, adiós.

-¿Qué?

-¡Adiós!

-Uy, el niño se molestó.

Me gustaría poder golpear a Dante, pero sé que recibiré el golpe primero a pesar quien soy yo quien quiere golpearlo.

Me puse bien la mochila en mi hombro mi mochila y comencé a caminar afuera del vecindario. En realidad la escuela es algo lejos pero trataría de caminar rápido.

Rapidez, una definición que no está en mis cualidades, no existe tal cosa en mí. Como lento, leo lento, reacciono lento, hablo lento, camino lento, es un metabolismo físico distinto a los demás, aun así siento que todo lo que hago es lento. Como mi caminar afuera del vecindario done no hay más casas, mirar los arboles del bosque, quería meterme, el bosque es tan grande que rodea una ciudad entera, a la cual llegue  a la zona de comercios, donde hay tiendas pescados, panes, restaurantes, comida rápida, ropa, maquillaje, todo como un pueblo pequeño se ve. Todos se conocen aquí, casi todos, porque yo no, no me da la gana, apenas se los apellidos de mis compañeros y sabré quienes son los que viven aquí. A pesar de eso todos son casi una comunidad que se reúnen en la gran iglesia en la colina, mis padres y hermanos van de vez en cuando, y Claudio y sus padres todos los domingos, yo también iría, pero solo para verla, es hermosa, la luz reflejada en esos vidrios amarillentos, da un toque nostálgico y cálido a la iglesia, es irónico porque el Padre de la iglesia es totalmente lo contrario. Un escalofrió recorrió mi columna vertebral de solo recordarlo. Es alguien inquietante.

-¡Sí que caminas rápido hermanito!

Paso de largo un auto común y corriente azulado manejado por el amigo de Dante, quien fue quien me grito con su cabeza afuera como si perro fuese, y por mi falta de fortuna escuche las risas de los demás, no me sorprendería que Lorenzo también se haya reído. Lorenzo y Dante, mis hermanos, ambos insoportables, ambos queridos, ambos impulsivos, a mi parecer. Son unidos porque tienen casi la misma edad, solo se llevan un año de diferencia, el mayor es Lorenzo nació en abril, que tuvo que repetir un año en la básica porque cuando nos mudamos aquí, a Lorenzo le afecto el cambio y repitió, luego viene Dante, en septiembre, y ambos quedaron juntos en el mismo salón y escuela, son casi inseparables hasta que les toca  futbol ya que a Lorenzo no le gusta ese deporte, es lo único donde ambos no coinciden, pero aparte de eso, pareciera que fueran gemelos, excepto por el físico, lo único igual son los ojos azules, y en los demás es una rotunda diferencia, Dante robusto, Lorenzo esbelto, Dante cara redonda, Lorenzo alargada, Dante es intimidante y Lorenzo no, es casi raro ver todas esas diferencias y aun así ver lo unidos que son. Es la gran separación que tenemos, es una línea ancha, donde hay un barro de por medio, no importa cuanto lo intente, siempre me voy a hundir antes de llegar a ellos. Cuando era niño lo aprendí rápido, si ambos jugaban, yo no podía meterme, si ambos estaban con nuestra madre, no podía meterme, si ambos estaban con nuestro padre, yo no podía meterme, si ambos están juntos en una habitación, yo no puedo llegar y meterme, es la regla primordial entre nosotros tres; yo no debo hacerle sentir mi presencia si ellos me lo dan a entender, lo cual la demostración sería una ignorancia total ante mí.

-Voy a comprar esto.

Entre a un minimarket que se ubicaba al lado de la farmacia y frente a un restaurante de comida rápida que tenía un gran pavimento para estacionarse, ahí van todos los jóvenes, es tipo retro y en las noches se llena de gente.

-Ya salió en los diarios la muerte del guardabosque. Mire.

Una señora gordita y rojiza con lentes de aumento que dejaría a todos ciegos le señalaba un diario con la portada: ‘’Guardabosques colgado’’.

-Lo sé, señora Murt, yo mismo lo puse ahí.

-Ah cierto. Pero no entiendo… dicen que no lo mataron, pero si lo colgaron.

-Ay no sé, la gente cada vez está más loca. Ten chico, aquí está tu cambio.

-Gracias señor.

-¿Y porque lo habrán matado? Quizás tenía secretos sucios. Yo siempre intuí eso, nunca me dio buena espina ese tipo.

-Señora Murt, usted misma me dijo ayer que le dio pena por la muerte del pobre diablo que le enseño el bosque a su hijo.

-Pues no significa que sea buena persona. Las cosas cambian cuando las personas mueren.

¿Sera? ¿Cambian la perspectiva que tenían de una persona al morir? ¿Los secretos será la causante de eso? ¿O el hecho de que en verdad nunca existió tal empatía? Las personas son hipócritas a un nivel imaginable incluso después de la muerte de una persona, revelan secretos que seguramente el difunto no quería que se revelasen, hablan de cosas que nunca le dijeron en la cara, estando algunos en el funeral, algunos llegan atreverse a decir que conocían a esa persona como la palma de su mano. Odio esa frase porque no existe nadie que sea cien por ciento honesto. Cada persona, cada ser, individuo tiene lo suyo, escondido en alguna parte de su cerebro, independiente de que algunas madres o padres dicen esa frase, nunca llegan a conocer en verdad a sus hijos, ni a los amigos, padres, hermanos, nadie, esos secretos que solo la persona posee y que recelosamente se lo guarda, eso es la salvación a nuestra privacidad, a nuestra manera de ser, de defendernos cuando alguien  ataca diciendo  cosas negativas de la otra persona, y esa persona sabe que no es así porque se conoce mejor a sí misma. Y las que no, esas me dan pena, esas que hasta en la adultez nunca saben lo que quieren, ni mucho menos amarse, creo que cuando una persona llega a esa nivel de amor propio y conocimiento pleno es cuando uno puede disfrutar de la vida plenamente.

-¡Casi llegas tarde! –Como un resorte se levantó de golpe del peldaño de la gran escalera Claudio, que pulcramente portaba el uniforme.-Te he esperado durante una hora aquí afuera. Tienes suerte que el día está fresco, o si no me hubiese enojado de verdad contigo.

Nadie te pidió que me esperaras.

-Está bien, entremos.

Suspire cansado de tanto caminar y de subir los escalones de cemento hacia la escuela. Odio las escaleras,  tengo un trauma desde que me caí de trasero en la casa, fue horrible, desde ahí que no puedo subir a las escaleras sin afirmarme del pasamano, es horrible la sensación que tengo de que me voy a ir de frente o hacia atrás.

-¿Por qué llegaste solo? Tus hermanos entraron hace rato, ¿y tu madre?

-Desde hoy me voy y vengo solo.

-¿Qué? ¿Estas castigado por lo de ayer?

-Sí y no. Estoy castigado, no te puedo ir a ver, ni tu a mí durante esta y  la próxima semana, y no, porque es una condición que impuso mi padre para no ser tan dependiente de mi madre.

-Oh… pero me hubieras dicho, yo te hubiese recogido con mis padres.

¿Y aguantar los griteríos de tus padres sobre sus problemas personales? No gracias.

-No, me hace bien caminar. Enserio.

-Oye.-Me toco el hombro suavemente con sus dedos delgados, apenas lo hubiese sentido si no me hubiese hablado.-Quiero pedirte disculpas por dejarte solo ayer. Fue tu primera fiesta y al final te deje solo como un imbécil.

-No, está bien, no es tu culpa que me haya puesto tan…

-¿Efusivo?

-¿Ese sería la definición?

-Pues… el chico que te dio los tragos dijo que parecías esos cachorros que piden comida en la calle, así que… ¿sí?

-Oh… bien. Entonces efusivo.

-¿Qué ibas a decir?

-Inexperto.

-Eh… si también esa definición esta buena.

-¿Qué hacen ahí? Entren ya.

-Uy, me asusto.

-Vamos.

Siempre le asusta todo a Claudio, incluso el director Martin que parece un oso de peluche y su voz es casi a de una abuelita consintiendo a su nieto.

-¿Cómo les fue en las vacaciones?

Me hubiese gustado que no preguntara, no quería hablar con él.

-Bien, fui a Italia.

-Ah, igual que los chicos, Emilia y David dijeron que estuvieron ahí en grupos con sus padres. ¿Te encontraste con ellos?

-No.

Miente.

-Estuvimos en otra parte.

Miente.

-Casi en el campo, de hecho.

¿Por qué sigue mintiendo? Cuando miente tiene la manía de poner su pulgar debajo del índice y con la uña rozarla como si estuviese rascándose, lo hace desde niño y lo descubrí cuando mintió para protegerme a mi contra mis hermanos una vez que sin querer le rompí el CD a Dante y lo ocultamos en una maceta sin tierra, le pusimos tierra y fingimos que estábamos plantando un limosnero, una mentira que creció unos centímetros y está en el patio trasero de Claudio.

-Oh que dicha conocer otros países, es hermoso. ¿Y tú, Andrés? ¿Qué hiciste?

¿Qué le importa?

-Nada, no salimos.

-Ah cierto, tus hermanos me contaron, verdad, verdad.-Se golpeó la cabeza calva con su puño derecho mientras reía como un payaso, es un payaso.-No sé dónde tengo la cabeza.-Nunca sabe, por eso permitió que unos niños rayaran el mural del patio de atrás y no se dio cuenta hasta a final de año.-Bueno, espero que este año sea unos de sus mejores años, chicos, ahora tienen que ir al gimnasio, les tengo un anuncio, pero falta algunos, esperare unos minutos y si no vienen comenzaremos el primer día de clases, vayan, vayan.

-Adiós, director.

-Adiós chicos.

-Di adiós, Andrés.- ¿Me estaba tomando el pelo? Lo mire de reojo y vi como Claudio retrocedió de inmediato su rostro contra el mío.-Lo siento.

¿Qué mierda?

Llegamos rápido al gimnasio repleto de niños nuevos con padres nuevos, uy no, no, llantos de niños, son como las alarma que hay que poner y levantarse rápido para apagarla y no escucharla más.

-Ahí están los chicos, ¿vienes?

-No, me sentare por haya.

-Está bien.

Fui hacia la tribuna de madera y me senté en la primera fila al lado de unos padres que consolaban a su hija que creía que la iban a abandonar en un orfanato, ¿Qué películas le ponen a esa niña?

-¡Atención, atención, chicos, por favor!

Toco el micrófono y un chillido salió de ahí causando el silencio inevitable en la audiencia.

-Lo siento, no era mi intención, pero prosigamos. Bien, me presento para los nuevos aquí,  me llamo Martin Ponce, soy el director, y les doy la gran bienvenida a la escuela Mar clara, espero que este año sea un año con muchas esperanzas para algunos, de risas, y alegrías. También será un año de despedida para el último año.-El curso de Dante y Lorenzo gritaron como lobos alzando sus manos, no había necesidad, todos saben que se van, no es la gran cosa.-Y la bienvenida a nuevos alumnos. Y como hemos recibido una agradable cantidad de novatos, les presentaremos como es debido a los profesores.

Dio la presentación, uno por uno, he índico quienes serían los profesores jefes de cada curso.

-El curso tercero medio A, es el profesor de arte, Guillermo Olivera y tercero medio B, la profesora de lenguaje, Antonieta Roldan. A los del último… pues ya saben quiénes son. Así que con esto… ah, no, no, no, esperen, esperen, falto una cosa muy importante. Para los que no saben, o ya saben por los diarios, ayer en la tarde encontraron muerto al guardabosque del pueblo, que paz descanse, y  dado las circunstancias, el bosque queda estrictamente prohibido hasta que saquen las cintas, nadie puede entrar, así que eso, suerte en su primer día de clase.

El consejo final fue una bomba que estalló de reclamos por los más antiguos. A mí me decepciono un poco ya que quería adentrarme más, pero no se podía hacer nada. Aparte no sabría si al entrar ahí me recordaría lo que vi ayer.

-Nos tocó con la Aniquiladora de huesos, no puede ser.

‘’Aniquiladora de huesos’’, así llamaban a la profesora Antonieta, la más estricta de todos, menos amigable, distante, y la que mejor me cae.

-No es para tanto, solo no hay que hablar durante su clase, hacer sus tareas a tiempo, no querer hacerse amigo de ella y estamos a salvo.

-Se te olvido algo.

-¿Qué?

-No respirar cerca de ella.

Se rio de su chiste y yo solo negué mientras seguíamos a la masa que se formó en el pasillo como ovejas de rebaño yendo al matadero.

-Siéntense todos. Diré la lista, y alzaran la mano y luego haremos un repaso del año pasado, ¿entendieron?

-Si maestra.

Dijimos al unísono como buenos ángeles que no éramos. Al terminar la clase ella nos dijo que haríamos tareas con puntos terminadas en clases, y tareas terminadas en clases ya que no quería dejárnoslo para la casa, fue casi un alivio para muchos y estresante a la vez, terminar una tarea de Antonieta Roldan en una clase era como arman un edificio de treinta pisos en cuatro días.

-La odio. Tareas como las que hace ellas son estresantes, apuesto que empezara mañana.

Estábamos en el receso en el patio sentado en una banca mirando a los otros jugando futbol en césped.

-¿Qué hay de malo que sea mañana?

-Pues que no, la idea es que durante la semana solo sea repasos para asimilar que volvimos al infierno.

-No es tan malo que sea mañana…

-Oigan chicos-Corriendo vino Bernardo, el chico del otro curso, el chismoso, el que sabe todo sin necesidad de contarle nada.-Carlos dijo que sabía del caso del guardabosques.

-¿Enserio?

-Sí, es hijo de un policía, y los nos dirá al terminar las clases en los baños. ¿Vienes, Claudio?

-Claro que si…-Mientras comía mi sándwich sentí su mirada, no me metas por favor, yo no he dicho que quiera saber.- ¿Él puede…?

-Me tengo que ir temprano, no puedo.

-Bien, está hecho, te veremos ahí después.

-Claro. -Bernardo se fue corriendo con otro grupo, a contar lo mismo.- ¿Enserio tienes que irte primero?

-No. Solo lo dije para que no me metieras en algo que no dije que me metieras.

-Eres difícil, ¿sabías?

-Yo diría sencillo.

No sé qué fue lo chistoso pero se rio como si lo que dije no fuese real. El día transcurrió con las clases que nos tocaría un martes normal, lo cual seria, Lenguaje con nuestra profesora jefe, inglés, matemáticas, arte, y por ultimo religión, con ni nada más, ni nada menos con el Padre de la iglesia. Hasta yo me sorprendí cuando entro por la puerta, él nunca ha hecho clases a nadie, en cada año viene un profesor de religión distinto y siempre se van después, es como una maldición al que ocupe el puesto.

Entro como un vampiro flotando, alto, delgado, cara alargada como navaja y pálido como un muerto, labios finos, rostro arrugado, ojos afilados como gatos, cabello pulcramente peinado hacia atrás, y nariz respingada, este tipo tenía un aura intimidante con solo verlo, incluso con su sotana, lo cual debería generar un efecto adverso.

-Bien, me presento para los que no me conocen. Me llamo Osvaldo, el Padre Osvaldo, no cura, no Osvaldo, Padre Osvaldo, grábenselo. Durante este año, que será solo este año que daré clases ya que nadie ha sido asignado a este valioso puesto de profesor, seré yo su profesor de religión, hablaremos de Dios y Jesús, leeremos la biblia y tal vez, solo tal vez hagamos un acto de bondad al final de año.

-¿Cómo qué?

-Levante la mano, señor Miguel Ángel Quiroga.

-Lo siento.

-No se preocupe, solo no vuelva a repetir el error. Y lo que haremos lo veremos a final de año, por ahora solo preocúpense por hacer bien sus tareas. Ahora bien, comencemos con un rezo para el alma del señor Jorge, recemos para que su alma descanse en paz. Levántense.

Todos se levantaron juntando sus manos, cerrando sus ojos, y escucharon la oración, casi fúnebre voz del Padre. Al terminar, su mirada choco con la mía, el único par de ojos que no se levantó.

-No se levantó.

-No me apetecía.

-¿Apetecer? Estamos hablando de un alma, no de comida.

-Lo sé, pero no me apetecía rezar por él.

-¿Y por eso le faltó el respeto sentándose?

-¿Y qué hago si no quiero rezar?

-Levantarse y orar por alguien más por lo menos, ¿o es que hay que hacerlo por usted? Tenga iniciativa propia por favor. Espero no verlo sentado de nuevo o me veré obligado en ponerle una notación negativa.

No dije nada, notaba el ambiente tenso y no quería empeorarlo con mis comentarios negativos, así que preferí tragar mis amargas palabras y continuar como si nada paso.

La clase solo fue otra clase de resúmenes y de preguntas de que hicimos que la mayoría respondía el ‘’grupo’’ de chicos, David, Emilia, Isabela, Miguel Ángel y Fernando, a veces pienso que solo ellos vienen a clases.

-¡Permiso!-Claudio tuvo un leve sobresalto al escuchar el grito del directo entrando, lo cual hizo que su lápiz chocara en mi rostro y no parara de pedir disculpas mientras bajaba a buscarlo.-Lo siento por entrar así, pero es que ya tenemos el papel con sus horarios y aparte les traje las llaves de sus casilleros.

Vociferaron como locos de solo escuchar lo último, yo también me alegre de escucharlo pero no grite, solo asentí de manera positiva, es menos estresante.

-Bueno… eso es la mitad de buena noticia. Resulta que algunos les tocara arriba, el muy arriba.-Las quejas se hicieron presente de inmediato.-Cálmense, cálmense, quizás tengan suerte y el otro curso les toque, aquí está la caja con las llaves y papeles.

-¿Cómo sabemos si nos tocó ese piso?

-Pues señorita Isabela Ríos, por cierto, espero que gane como presidenta.-Se rieron los dos casi como cómplice he hizo que muchos gritaran de apoyo, que cursi.-si pasan del cuarenta, pues no tienen suerte. Bien, saque, saquen.

Claudio y yo fuimos los primeros ya que nos sentamos adelante al lado de la puerta.

-Me toco el veinte, que suerte, está por aquí, ¿y el tuyo?

-La suerte no es mi amigo y lo sabes.-Le señale la llave donde en la parte ovalada decía el numero cuarenta y cinco.

-Oh, qué mal.

Solo me encogí de hombros.

-Bien, ya que lo tienen todo, les diré que vayan a revisar los casilleros ahora, por si alguno no pueda abrirlo o tenga algo sucio y así informarlo a los auxiliares de aseo, así que eso, adiós.

La clase termino con un sermón de la biblia que apenas puse atención y todos fueron a ver sus casilleros. El piso de arriba es el menos deseado por muchos, ahí en invierno llega toda la humedad lo cual hace que las puertas se atoren o tenga un mal olor, y también por el hecho de que no hay nadie, es un pasillo de solo casilleros, es algo solitario, pero a mí en parte no me molesta eso, pero si las escaleras, hay que subir muchas y no paraba de temblar mis piernas cuando subíamos a otra pensando todo el tiempo que me iba a caer de espalda o de frente. Lo único incómodo del tema de los casilleros fue darme cuenta que me toco compartir con la mitad del grupo; David, Emilia, Isabela y Miguel Ángel, los cuatro corriendo en las escaleras riendo, con los chicos arriba de las chicas para ver quien llegaba primero.

-¡Vamos, Emilia, mi amor, tu puedes princesa!

-¡Vamos, Isa, te comprare una agenda si ganamos!

Los demás solo se reían y negaban al verlos subir, a mí me ponía incómodo, ya que al parecer solo seremos los cinco ahí arriba y yo jamás les he hablado. Y para mí eso es como un compromiso social, que tengo que hablar con ellos, saludarlos o no sé qué, es incómodo de verdad. Llegamos y el mío estaba al lado de la ventana.

-¡Ganamos amor!

-No, que injusto.

-Pesas… mucho… demasiado.

-¿Me estás diciendo gordo?

Empezaron hacer lo que hacían siempre que era reírse, gritar, empujarse, bromear y yo ahí viendo la condición en que estaba el casillero.

-Genial.-Susurre.

Le llegara toda la humedad, y cuando fui a introducir la llave y abrirla no funcionaba, estaba atorada.

-Yo te ayudo.-No te pedí ayuda.-Esta muy atorado.

-¡Tú puedes, David!-Miguel estaba eufórico gritando teniendo a Isabela en su espalda tratando de ‘’derribarlo’’-Todos juntos chicos, apoyemos a David.

Y como un mono caricaturesco hablo Miguel Ángel mientras las chicas reían y coreaban; ‘’tu puedes David’’ y este se reía. Así que lo hice bien simple, tome mi mochila, guarde la llave y me fui. No estaba de ánimo.

Fui hacia abajo para ir a la sala de los auxiliares de aseo y darles la información. Llegue, les dije y me dijeron que ahí verían, y todo arreglado.

No sé si mi actitud fue de amargado o qué, pero no le pedí ayuda y mucho menos que jugaran con mi casillero, tienen el suyo, no se metan con lo de los demás para jugar.

Camine solo en la vereda mirando el bosque, tenían cintas, debieron demorarse horas solo para rodear el bosque con cinta amarilla. El motivo de eso era bien claro, ahí adentro estaba la cabaña del guardabosques y seguramente ahí murió, si alguien entraba ya era sospechoso.

Escuche desde atrás el sonido de un auto, era un auto rojo, casi de lujo, lo conducía David, y los demás estaban atrás y Emilia a su lado.

-Entra, te vamos a dejar.

-No gracias.-Dios, no, no quiero.-Estoy bien.

-Vamos, vivimos en el mismo vecindario, David nos dejara a los dos, vamos.

Emilia parecía un cachorrito mirándome desde la ventana sonriéndome, ¿Qué parte de no, no entendieron? No podía negarme más si seguían, no quería ser una molestia o que me fastidiaran más lo que ya están haciendo, así que asentí y me subí atrás junto los otros tres que se reían de un video que les mostraba Fernando. Estaba inmerso en la ventanilla, mirando el bosque, pero aun sentía la mirada de Emilia que se dio vuelta al momento en que me subí y no paro de mirarme.

-¿Qué pasa?

-Nada. Es que nunca hemos estado tan cerca como ahora.

-Emilia, no lo hostigues.

-No lo hostigo, David. Es cierto, años juntos y nunca hemos hablado mucho. ¿Qué te gusta? ¿Qué haces? ¿Te digo lo que hago yo? Así para que no te incomodes.

-Ya lo estás haciendo, querida.

-Cállate, Migue.

-Miguel Ángel, di mi nombre completo. Me pusieron así por un gran artista, y como tal se debe nombrar por completo.

-Sí, sí, sí, sigue viendo el video. Como te iba diciendo, Andrés. Te hablare para que no te incomodes, ¿Qué podría decirte? Ah sí…

Me empezó hablar de maquillaje, maquillaje, ¿Qué mierda se yo de eso? Fue una tortura mirar sus gruesos labios en su morena piel. Morena, cabello lacio y casi rubio, trasero y pechos grandes, como todo chico desea, es hermosa, pero lo sería más si aprendiera a cerrar su boca.

-Y James Charles lo han acusado de acoso sexual por heterosexuales, no les creo.

-¿Qué tiene que ver un tipo con la mierda que estabas hablando antes?

-Escúchame bien, Fernando, no me hables en ese tono, y si no pusiste atención, no es mi problema.

-Ay pobrecita…

-Oye, Andrés.-Con su voz gruesa y firme, David hablo mirándome desde el retrovisor con su mirada miel intensa, siempre me fue rara su mirada, a pesar de su amigable rostro.-Escuchamos por ahí… que tú y tus hermanos vieron el cuerpo del señor Jorge, ¿es cierto? ¿Lo viste?-Ahora entendía porque me pidieron entrar a su auto, pero como no quise hacer drama solo asentí.- ¿Y porque los llevaron a interrogatorio? Carlos dijo que los había visto cuando fue a ver a su padre en su turno.

-Eh… pues porque cuando nos preguntaron porque estábamos ahí pues les dije que fuimos para ir a verlo, ya que ayer lo vi y creí que se me había quedado algo, pero no, y eso es todo.

-Ah…

-¿Y cómo se siente haber visto a un cadáver?

-No seas morboso Migue.

-Ay, perdón.

-¿Y porque a Fernando no le dices algo por tu nombre?

-Pues querida, porque mi nombre en tus labios suena vulgar.

-¡AH! ¿Escuchaste eso David? Dile algo, vamos.

-Ya basta, no sean niños.

-Dile algo.

Emilia no paraba de zarandear el hombro de David como niña de cinco años y decirle que le dijera a algo a Miguel Ángel que se reía con una risa desagradablemente escandalosa, que justo le llegaba a mi pobre oído que aguanto el ruido la mitad del camino que termino cuando me toco bajar, de hecho era el primero así que fue un alivio para mí, al igual una sorpresa ver a Emilia bajar también cuando su casa estas más lejos que la mía en el vecindario,

-¿Qué haces, Emilia?                         

David no parecía nada feliz con el acto de ella, y yo no entendía, pero como seguían ahí, no sabía si despedirme o no.

-¿Qué no ves? ¿O eres estúpido? Me bajo.

-Dios, no puedes molestarte por cosas pequeñas, madura.

-Seré inmadura cuando se me dé la gana. Y tú no vuelvas a reírte de mí,-Señalo Emilia a un Miguel Ángel que no paraba de reírse pero más para adentro, como aguantándose las ganas.- sabes que no te conviene, ahora váyanse.

-Eres imposible, adiós.

-Adiós, niña.

-Adiós, amiga.

-Adiós, y trata de no cortarte las venas, por favor.

Emilia golpeo la puerta del auto con su mochila donde Fernando le grito eso ultimo mientras se iba riéndose con los otros dos menos Isabela que no paraba de regañarlos, se dieron la vuelta y se fueron.

-Idiotas. Lamento que hayas visto eso.

No me importa. Saque mis llaves y cuando estuvo a punto de entrar sentí que tiraban de mi mochila.

-¿Puedes ir a dejarme? No me gusta caminar sola.

-¿Eh?-¿Qué mierda? No.-Este… ¿enserio?

-Sé que es extraño.-Lo es.-Pero enserio no me gusta estar sola.

¿Y eso a mí qué?

-Son recién las seis, aún está claro el día.

-Si…. Tienes razón, lo siento, fui muy atrevida, lo siento.

Mierda, ¿Por qué estas personas hacen sentir mal a los demás como si fuera responsabilidad de otros de que verdad se haya puesto triste?

-Está bien, te acompaño.

-¡Gracias!

Se abalanzo sobre mí como para abrazarme pero la esquive moviéndome hacia la derecha y con mis brazos cruzados en el pecho.

-No me gustan los abrazos.

-Perdón, perdón, me pase, lo siento, mi error. Gracias.

Fue como ver un desfile de mascara ante mí, arrepentida, apenada, asustada, y risueña, debería ser actriz con tantos gesto practicados en mano, yo apenas puedo sonreír.

La acompañe en todo el trayecto hasta su casa, y ella pues solo me hablaba de más cosas y más, y más, y más, enserio no se agota.

-Entonces le dije a mi hermana que era mi playera, pero no, que la suya también tenía ese monito, pero el mío tenía una estrella, la suya un corazón, incluso le mostré una foto donde sale ella con esa playera, pero no, igual me la tomo, y cuando se fue, fui a su habitación para buscarla yo misma y ¿adivina? La muy maldita si la tenía, solo que quería ocupar la mía porque claramente es más linda y ajustada, pero no entiendo porque no solo me lo pidió, se lo hubiese prestado con gusto, pero en vez de hacerlo como una persona normal, lo hizo a la mala, ay enserio no la entiendo, estoy agotada con eso ¿tú qué opinas?

La mire de reojo y vi lo verdaderamente agotada que estaba, no sabía si era por la caminata rápida que hacía o en verdad estaba agotada por lo de su hermana.

-Pues-Mire hacia al frente y vi su gran casa que en verdad la mayoría de las veces las fiestas ocurren ahí.- ¿Es menor o mayor?

-¿Quién?

¿Enserio?

-Tu hermana, ¿no estabas hablando de eso?

-Ah… -Sus ojos se abrieron en demasía y sentí que me miraba por primera vez.- si, pues, menor, dos años.

-Bien, pues seguramente ella debe tenerte miedo o debe pensar que no se lo prestaras porque no consideras que le quedaría bien o que se yo.

-Ah… ¿crees eso?

-No sé, dime tú lo que crees.

-Yo pensaba que le gustaba molestarme.

-Si-La mire y en verdad quizás era eso.-Suena más sencillo.

-Ja. Qué bien es hablar contigo. Por lo menos no me interrumpes. Gracias por acompañarme, eres un grande enserio. Muchas gracias, y como recompensa, estas invitado tú, Claudio y tus hermanos a la fiesta que hare este fin de mes como celebración de vuelta a clases del primer mes.

-¿Y la fiesta del domingo que fue?

-Solo fue una fiesta. Bien adiós.

Solo una fiesta ¿eh?

Entre a mi casa con rapidez para ir a dibujar o escribir algo para distraerme de todo lo ocurrido, estaba tan enfocado en eso que cuando escuche la discusión de mis hermanos contra nuestra madre y me nombraron sentí un peso en mi cabeza, ¿Qué hice ahora?

-Ven aquí, Andrés.

Gire mis ojos mientras caminaba hacia la mesa donde había una caja pequeña de madera con dos celulares.

-Nuestra madre se volvió loca.-Dante me miraba como si yo fuera hacerla cambiar de parecer, seré su niño mimado, pero eso no significa que pueda manejarla a mi antojo, aunque quisiera.-No quiere que ocupemos nuestro celulares aquí.

-No me faltes el respeto Dante, no estoy loca. Y si no quiero que ocupen sus celulares es una obligación, así que deja de quejarte no cambiare de idea, así que Andrés, pásame el celular.-Puso en reversa su mano mostrando su dorso y sin queja alguna se lo di.- ¿Ven? No hizo tanto drama.

-El solo tiene un amigo, no tiene vida social, por favor, dámelo.

-No, ya basta Lorenzo, basta los dos. Y ahora tú,-Por alguna extraña razón me señalo, con sus ceño fruncido dejando ver sus cejas más gruesas de lo que ya eran, entonando sus arrugas de cada lado de sus ojos.- ¿Dónde estabas? ¿Por qué llegaste recién?

-Este… fui a dejar a Emilia Santini a su casa.

-¿Qué? ¿Por qué tú?

¿Yo que se Dante?

-Ella me lo pidió. Iré arriba.

Con más prisa de lo normal subí a mi habitación antes de que me llamasen de nuevo para algo tan banal como lo que ocurrió antes.

Libido cuerpo del chico,

Líneas marcadas en su cuerpo,

 Sus lunares en su espalda,

Es un desfile del circo erótico entre su nuca y al final de su trasero,

Es este niño el que miro al que lo quiero chueco,

Retorciéndose como un pájaro herido,

Contra este animal retorcido.

Eso y más no paraba de escribir o tratar de dibujar desnudos que jamás me han sido fáciles. Me está volviendo loco de placer en hacer esto y no tocarme, así que al terminar puse el pestillo y e hice lo que hago para darme un motivo de sonreír; masturbarme.

Inicie en esto cuando tenía catorce, el año ante pasado cuando me di cuenta que no me atraía ninguna chica, y de los chicos que me atraían eran chicos con aspecto rudos. Había uno guapo, era del último año, blanco como un fantasma, cabello negro rapado, ojos casi negros, rostro de niño bonito pero un toque de maldad, brazos marcados, abdomen marcado por el basquetbol. A veces iba al gimnasio fingiendo que era un lugar para leer cuando en verdad iba solo para ver cómo se secaba su rostro sudoroso con su playera dejando ver su hermoso cuerpo expuesto ante un pre adolescente hormonal que llego a su casa a darse su primera masturbación imaginando a ese chico rudo que lo cogía y lo ahorcaba, y así me di cuenta que era gay y que me gustaba el BDSM, un mundo no tan bien visto por muchos. Fue difícil ver lo que realmente me gustaba hasta que vi un video de un tipo ahorcando al chico que se cogía, o le tapaba la boca, o le agarraba las muñecas para que no se moviera, todo eso me dio atender que me gustaba la asfixia erótica, era algo con me imaginaba de vez en cuando que me lo hacían a mí.

Termine de ver el video con un orgasmo que me hizo sonreír unos segundos, aún tenía el pre semen entre mis dedos que estaban adentro de mi ano que palpitaba. La primera vez que introduce mis dedos fue raro pero tan satisfactoria, y me sentí bien conmigo mismo por primera vez en la vida, luego pensé que había perdido mi virginidad solo con mis dedos, y no me sentí mal por eso, ya que no me es importante eso, solo pensé que me afectaría más, pero solo fue placer puro.

-Andrés, abre.

¿Qué mierda quiere Dante a esta hora de la noche? Abrí la ventana, me lave las manos con un alcohol gel como tres veces, me eche una crema con un olor fuerte, y los papeles los puse al fondo del basurero y puse los papeles donde escribía y no me gustaba encima, me calme un poco, y le abrí al idiota de mi hermano que se me abalanzo como gorila.

-¿Así que te lo tenías escondido?-Mi corazón comenzó a latir frenéticamente pensando que me había descubierto por el olor.-Así que coqueteando con Emilia Santini.

Oh mierda, y yo pensando lo peor y este idiota solo pensando en vagina, que asco.

Me lo saque de encima y fui a donde mi buro para guardar unas hojas mientras Dante sin mi permiso se lanzó contra mi cama dramáticamente.

-No sé qué hacer sin mi celular. También tomo mi Tablet, y el computador, así que aprovecha, porque ahora se lo está quitando a Lorenzo y vendrá por ti.

-Me da igual-Puedo aguantar meses sin masturbarme, será aburrido, pero no me importa.-Sal de mi cama.-No podía decirle que ahí me masturbe, seria perturbador decir eso a un hermano.- ¿Dante? ¿Ya saliste de mi cama?

Y otra vez se abalanzo contra mí, sentí todo su peso en mi espalda lo cual causo que casi me dejara sin aire. Odio cuando se pone así.

-Ya basta, sale.-Me tiro a la cama y grito como el gorila que es y trato de hacerme ‘’cosquillas’’ que más bien eran manoseos para mí, no me gusta que me toquen sin mi permiso, es irritante.-Ya basta Dante, sale, déjame… oye eso dolió,-El muy maldito me mordió mi cuello-¡mamá!, ¡mamá! ¡Dante no me deja tranquilo!

-No seas acusador, nos estamos divirtiendo, ven aquí.

-¡No! ¡Mamá!-Lo tanto que detesto gritar y este imbécil me obliga a llamar a nuestra a madre a gritos.

-¡Se mi amigo, Andrés!

-¡No!

-¿No quieres jugar con tu amiguito?

‘’ ¿No quieres jugar con tu amiguito? ¿No quieres jugar con tu amiguito? ¿No quieres jugar con tu amiguito? ¿No quieres jugar con tu amiguito?’’ Una y otra vez su frase se repitió en mi cerebro llevándome a un tipo de túnel que me mostro algo que no supe si era un sueño…. O un recuerdo. Fue un lapso, de uno, dos, tres, cuatro segundos quizás, de solo escuchar, la misma pregunta proviniendo de la voz de un niño, y un niño respondiéndole; ‘’Por favor no me toques’’ proviniendo ambas voces de un pasillo que se me hizo familiar. ¿Qué mierda?

-¡Andrés!

Me falto el aire, se me puso la piel de gallina y por un impulso que vino de no sé dónde empuje a Dante contra la pared, al lado de la ventana y retumbo con un sonido desagradable.

-¡¿Qué pasa aquí?!

Mire a Dante, su mirada estaba creo que aterrada, yo también estoy aterrado, de no saber que mierda fue lo que escuche y… ¿recordé? ¿Imagine? ¿Qué era la imagen?

-¿Estas bien, Dante? Andrés, ¿Qué fue eso?

Nuestra madre tenía a un Dante entre sus brazos que no me paraba de mirar.

-Yo… solo… no quería que me tocara…

-Dios… Andrés… eso fue….-Dante se separó de nuestra madre y se acercó tomando mis hombros.-Asombro, fue increíble. Mamá,-La miro sonriendo, lo cual nuestra madre no le correspondió, yo tampoco lo hubiese hecho.-el solo me empujo con un golpe, nunca pensé que tuvieras esa fuerza, hombre. ¿Quién lo diría?

Note cierta falsedad en sus palabras supuestamente de alegría y asombro, había asombro creo, pero felicidad de que lo empujara, no tanto, quizás mintió porque no quiso sentirse mal, su ego es muy grande como para permitir que alguien como yo lo empujase. Y eso me hizo sentir mal, iba a pedirle disculpas, pero cuando tome su brazo su mirada asustadiza me perturbo, no le quise empujar a propósito, ¿Por qué se pone así?

-Lo siento.-Mi mano alzada solo toco su hombro como despedida y él se fue. Mire a mi madre que tenía en la mano mi computador y solo suspire.-Llévatelo.

-No te  estoy pidiendo permiso. Por cierto, tu padre no llegara hoy, tuvo un ligero problema con algo de su programa y se encerró en esa Universidad, por si quieres ir a verlo.-No, de hecho no.-Ten,-Trajino su bolsillo trasero de su pantalón.-aquí hay más dinero para tu colación en la semana y almuerzo, que duermas bien.

Dormir bien, eso es algo nunca lo he entendido, ¿Cuál es la definición exacta de eso? ¿Genera una sensación de alegría dormir bien?

Me acerque a la ventana para ver si el tipo estaba ahí, no había nada, ni nadie, solo el pasto, autos de los vecinos, perros ladrando, y nada ante mi casa.

 

-¿No quieres jugar con tu amiguito? Ven, ven a jugar.

Dulce voz de niño se escuchó en todo el pasillo lleno de casilleros con el numero cuarenta y cinco, era mi casillero, en todas parte, pero no había ningún niño, solo su risa, que se hacía más y más gruesa al doblar cada esquina de más casillero, doblaba y la risa seguía, se sentía más densa y más tétrica, hasta llegar a un punto en donde su risa no era risa humana, ni adulta, era una risa que haría un animal si pudiese reír similar a un humano.

-Abre los casilleros, Andrés, ábrelos, y sabrás quien soy.

-¿Eres el acosador?

-Sí, abre los casilleros, ábrelos.

Su voz se hizo más suave, volviéndose niño. Yo no quería abrir, pero mi cuerpo no reacciono a mi mente y solo actuó por sí solo. Tome el primero, fotografías de mí, otro, mas fotografías de mí, otro, fotografías, otro, fotografías, otro y otro, y otro y solo había fotografía de mi haciendo las cosas que he hecho hoy en día, cuando fui a comprar, fui a la escuela, en el receso, cuando subí al auto, incluso dentro del auto de los chicos, todo y cada cosa que hice estaba en esas fotografías.

-No quiero abrir más.

Mi cuerpo seguía haciendo lo que quería, se mandaba solo.

-Ya no quiero.

-Grita.-La voz del niño lo pude escuchar desde mi espalda.-Grita.

-No.

-Grita Andrés, grita por ayuda.

-No.

-Grita… grita y sabrás quien soy.

-Grita, Andrés y pide ayuda, sálvame.

-¿Qué?

Ambas voces, hombre y niño, los dos hablándome al mismo tiempo mientras en mi mano que apareció la llave apenas toque el primer casillero seguía introduciéndose en los candados abriendo uno por uno.

-¡Andrés, por favor, sálvame, grita, Andrés!

-Grita, si me quieres ver, y te diré quien soy.

-No… basta, estoy cansado.

Las fotografías comenzaron  agrandarse, más y más, dejándome el paso imposible de pasar. Y cuando ya iba en un número incontable comenzaron a salir fotos del señor Jorge, cuando estaba colgado en el árbol, desnudo, con su rostro duro y los ojos abiertos.

-Ya basta, por favor.

-¡GRITA ENTONCES, MALDICION!

De una de las fotos del señor Jorge salió  gritándome, su rostro pegado al plástico con sus ojos sin vida, y su cuerpo desnudo lanzándose contra mí.

-¡No, por favor, NO!

-¿Andrés? ¿Andrés? Cariño, soy mamá, cariño, abre los ojos, por favor.

Sus manos cálidas fueron como oxígeno y un calmante para mi agitado corazón que latía, latía, latía, latía, latía, y latía con una rapidez imaginable. Mi cuerpo entero estaba dando espasmo como si fuera a saltar de la cama, mi frente sudorosa y mis ojos con la sensación de haber llorado.

-¿Cariño?

Quise llorar, pero vi a mis hermanos en el marco de la puerta, mi madre con sus ojos saltones, no quería preocuparlos, así que solo me senté.

-Lo siento.

Quería llorar, pero tenía que controlarme, fue solo una pesadilla, ya va a pasar.

-Andrés, dios, nos asustaste. No parabas de gritar.

Fue Lorenzo el único que hablo después de unos dos minutos de haber hablado yo.

-Solo… fue un mal sueño, nada más. Eso es todo, ya pasó.

-¿Es por… el señor Jorge? ¿Cariño?

-No. Solo tuve un sueño en donde… corría y no quería seguir corriendo, solo eso.

-Pero decías cosas raras como; te quiero salvar, y déjame en paz, ¿había alguien en tu sueño?

Odio al Lorenzo curioso.

-No, no, enserio, estoy bien, quiero dormir, por favor váyanse.

-Está bien, nos iremos, pero… solo… si pasa algo, dime.

-Sí, mamá.

Todos se fueron, mire la hora del reloj, las cuatro cuarenta y cinco, irónico en verdad, desde ahora odiare ese número.

No dormí lo que resto de la noche, mi madre me fue a ver cuándo salí de la ducha y cuando vio que estaba bien por lo visto, solo se fue y me dijo que me fuera bien y me dio mi celular. Baje y no quise desayunar con los chicos y solo me fui a la misma tienda de ayer.

-Mire, aquí dice que le dio un infarto al tipo, y que lo arrastraron desde su casa hacia el lugar donde lo colgaron. Uy, que extraño es todo esto, pero no dice todo, mi hijo Bernardito me conto que un compañero suyo que es hijo de un policía conto que hay evidencia que hubo más personas en su casa, como dos, creo.

-Señora, Murt, si va a leer los diarios, mínimo que los pague.

-Oiga, vengo de dejar a mi hijo, estoy muy cansada, y ¿me trata así?

-Oh, está bien, ten chico, tu vuelto.

-Gracias. ¿Me puede dar ese diario?

-Claro, por lo menos alguien lo va a comprar.

La señora Murt movió su rostro negando mientras se iba, dejando a su paso pelusas de gatos.

-Maldición, esa señora me deja siempre pelos de gato.

Tome el diario, pague y me fui mientras leía el artículo que decía ciertas cosas que no me daban la respuesta que quería. Quería saber si tenían sospechosos, al parecer no todavía.

Llegue a clases y Claudio estaba con un grupo viendo un celular, me senté y cuando prendí mi celular vi una gran cantidad de llamadas y mensajes por parte de él, mierda, quizás por eso no me espero afuera.

-Claudio.-No me miro cuando me acerque, los demás si, lo cual lo volvió innecesariamente incomodo.-Oye, quiero hablar contigo, por favor.

-¿Qué?

-No seas así-Susurre, no me gusta cuando se pone sensible, que vergüenza.-Vamos, ya, ven.

Lo lleve donde nos sentamos, donde no estaba su mochila, que exagerado.

-Estas molesto.

-Claro que no, ¿para que estaría molesto que tu amigo no responde sus mensajes o llamadas? Seguramente hablabas con tu amiguito extranjero, ¿Cómo está?-No lo sé, solo aparece los fines de semana.

-No te respondí porque mi mama me quito el celular y el computador, a mí y a mis hermanos, fue de sorpresa, lo lamento. No seas exagerado.

-No lo soy. Es solo que no me tienes confianza, como al no decirme que fuiste ayer a la estación de policías con tus hermanos porque fuiste tú quien vio su cadáver. ¿Por qué no me dijiste eso?

¿Y porque no me dices quien te gusta? Pero no creo que sea momento para recriminar.

-Porque no es necesario, no fue nada, enserio

-¿A si?

-Sí.

-¿No fue nada? Viste a un cadáver, al señor Jorge, todos conocen al guardabosque, todos. Y tú solo… lo dejaste pasar.

-No es la gran cosa, él no es nada mío, solo lo vimos, llamamos a la policía y eso es todo.

-¿Y porque fuiste con los detectives? Si solo estaban de paso, no debieron llevarlos a la estación de policía.

Dio en el clavo. Maldición. Lo tuve que contarle todo, excepto lo del acosador y eso.

-¿Y qué era lo que perdiste?

-Era una caja que me regalo ese amigo, lo tengo en la casa, solo que no me di cuenta.

-Vaya, que fuerte, ¿estás bien?

-¿Ahora me lo preguntas?

-Lo siento, soy mal amigo.

Que no se ponga cursi, por favor.

-Prometo ser mejor amigo desde ahora en adelante, el mejor, enserio lo siento.

Y se puso cursi. Solo espero que no continúe.

-¡Pereyra!

Y por suerte, el profesor de química le gusta molestar a mi pobre amigo que se cayó de la silla asustado.

-Dios, profesor.

-Lo siento, lo siento.

No se notó en su risa mientras ayudaba a Claudio a pararse.

El día transcurrió normal, excepto que mi casillero no funciono justo el día donde entregaron los libros complementarios, mierda, que suerte, los tendré que llevar ya que las mesas no tienen un espacio para dejar los cuadernos o esas cosas.

-Puedes dejarlo en mi casillero, Andrés.

Isabela me sonreía mientras abría el suyo que ya estaba cubierto de pegatina y lleno de sus libros y agendas.

-¿Y dónde está el espacio Isabela? Está lleno de agendas.

-No seas así, Miguel Ángel. ¿No quieres?

Me miro con sus ojos cafés opacados por sus pelirrojas pestañas intensas como su cabello anaranjado.

-Solo lo haces porque quieres que Andrés vote por ti el viernes.

-Cállate, Miguel Ángel, no lo hago por eso, enserio, Andrés.

En su mirada note cierta sinceridad, pero en todo caso me negué y me fui con todos mis libros en mi torturada mochila.

Me pasaron tres autos que me ofrecieron llevar, mis hermanos, casi burlándose se ofrecieron llevarme, los padres de Claudio que ya estaban discutiendo, y los chicos, a todos les negué, solo quería estar solo, no hay nada de malo en eso.

Llegue a casa cansado, y vi a mis hermanos cambiándose y alistándose para tomar el té con nuestros padres. Nuestro padre había llegado mientras estábamos en clases, tenía ojeras pero aun así le ponía atención a Lorenzo sobre lo que paso con sus amigos.

-Ahora los chicos se dieron cuenta que en verdad Miguel no tenía por qué enojarse conmigo. El solo se enojó y yo ni dije nada.

-¿Ves? Solo tenías que dejar que el actuara solo y los demás se darían cuenta.

-Pero me siento algo mal por él, siento que en parte lo aleje del grupo.

-No, no, no lo hagas, el solo se alejó.

Siguieron hablando, solo que logre ver por unos segundos que mi padre me miraba de vez en cuando, estoy seguro que mi madre le fue con el cuento. Y fue así cuando el vino a mi habitación y me empezó a decir si estaba bien o no y yo solo quería que se fuera.

Me acerque a la ventana para ver si estaba ahí, y nada, quizás en verdad solo aparecerá los fines de semana.

Tuve otra pesadilla, con lo mismo, solo que no grite, y no había voz de niño, ni voz de hombre, solo me vi, durante horas en una fotografía donde estaba abajo del cuerpo del señor Jorge, mirándome fijamente, sentado, ambos mirándonos como si fuera un espejo, escuchando el sonido de las hojas chocándose entre ellas y danzando con el viento.

Y todo el proceso volvió, mi madre pasando por casualidad por fuera, decimándome buen día, y yéndose. Viendo las cintas amarillas aun alrededor del bosque, llegando a la escuela con Claudio afuera esperándome.

-¿Estás preparado?

-¿Para qué?

-Nos toca ahora educación física.

-Oh…

-Sí, oh.

-No traje la ropa de educación física.

-Sabes que eso no importa. Es el profesor Márquez del que estamos hablando, te hará sufrir no importa lo que vistas.

Y todo fue predicho. Al profesor no le importó que no llevase el bolso con el traje de educación física, de hecho la mayoría no lo llevo, he igual trotamos, y jugamos al volibol y futbol.

-¡Vamos, Pereyra, ya va tiempo de que aprendas atrapar un balón!

Claudio parecía el arco en vez del arquero cuando nos puso jugar futbol, no podía atrapar ningún balón y el pobre se hizo ovillo.

-Fernández, te toca.

Me puse ahí y de inmediato falle. De hecho ni me esforcé, solo ponía mi mano por donde iba a pasar el balón y eso.

-¡Vamos, Fernández!

¿Por qué grita? Está al lado mío, no había necesidad de gritar en verdad. Lo mire fastidiado, no dormí bien, no alcance a comprar a donde la tienda porque iba atrasado así que no comeré nada de colación ya que el kiosco de aquí se convierte en una jauría de leones para ver quien llega primero al comprador, así que no iba a comprar, y estaba el hecho de estaba frustrado por mi acosador de no saber quién es, ni cerca, nada, ni tanta cerca como ese balón que me golpeo el rostro y me dejo inconsciente.

El dolor físico, es algo que solo lo he sentido después de hacer educación física y seria. Pero nunca había sentido un dolor parecido a una caricia, una mano suave tocando mi rostro, que suave era. Quería saber quién me tocaba con tanta delicadeza pero al abrirlos escuche la puerta cerrarse, y luego abrirse por la enfermera que miraba unos papeles.

-¿Quién salió?

-¿Quién? Ah.-Miro hacia atrás y solo se encogió de hombros.-No vi, lo siento. Pero bien, a lo que importa, señor….-Miro los papeles como si fuese un hospital de verdad, solo dígame alumno y ya.-Fernández, tienes un hematomas en tu ojo izquierdo, se pasara el dolor en unos días y recomiendo que te pongas hielo, ya llamamos a tu madre para que te venga a retirar ya que no es seguro que sigas aquí,  puedes tener dolores de cabeza o algo por el estilo, así que te iras, ¿bien?

-Sí.

-Bien, espera aquí a tu madre.

Llego en un dos por tres, de hecho estaba feliz de tenerme en el auto, tanto que me compro dulces, hielo para mi ojo y dimos un pequeño paseo antes de llegar a nuestra casa donde afuera estaba estacionado un auto plomo completamente desconocido.

-Quédate aquí.

La vi acercarse y cuando lo hizo, los detectives de la otra vez salieron dentro del auto, me miro he hizo un gesto como diciendo que me acercara.

-Hola.

-Hola, Andrés, la otra vez no nos presentamos formalmente. Somos los detectives Ramírez y el detective Fuentes, venimos aquí para preguntarte unas cosas.

-Vayamos adentro por favor.

Mi madre al decir miro hacia al frente, los vecinos de al frente, una cortina de arriba se corrió. Ellos… son raros.

Entramos y nos sentamos alrededor de la mesa. Ambos detectives tenia aspectos, distintos, uno más intimidante que el otro, de hecho el detective Fuentes me pareció atractivo, tenía un toque rudo con sus ojos verdes y cejas gruesas y barbilla marcada.

-Bien, solo venimos por dos cosas, esto es lo primero-Saco de su chaqueta un vaso rojo, era el mío que deje botado en el bosque.- ¿Es tuyo?

-Sí, lo lleve conmigo, tenía un tequila… frambuesa creo.

Ambos se miraron y asintieron.

-Cierto, ¿podemos tomar tu saliva?

-¿Qué? Mi hijo le está diciendo que es su trago.

-Es solo para afirmarlo, señora, puede que encontremos otro vaso del mismo material que implique lo del señor Jorge, y con su ADN podemos descartarlo.

-Está bien, mamá.

Sacaron un cotonete y me lo pasaron por adentro de la mejilla y lo pusieron en tubo.

-Ahora lo otro. Tal vez ya sepan por los amigables diarios, pero encontramos huellas de zapatos ajenas a la del señor Jorge dentro de su casa, donde fue sacado y puesto como fue puesto en el árbol. Y quisiéramos saber…

-¿Si los zapatos de mi hijo coinciden? ¿Es enserio? Mi hijo ya dijo todo lo que tenía que decir el lunes, no tiene por qué ser sospechoso.

-Señora, por favor, entiende, no estamos diciendo que su hijo sea sospechoso, es solo para descartarlo de sospechoso.

-El señor Jorge no tenía familiar alguno,-Interrumpió de la nada a su compañero Ramírez, mientras señalaba de forma despectiva a mi madre, no iba a terminar bien.-era un hombre ermitaño, así que encontrar eso para nosotros fue fundamental, así que espero que no estorbe en nuestra investigación, señora.

El detective Fuentes tenía rasgos fuertes al hablar con ese tono tan autoritario que me erizó los vellos de todo mi cuerpo. Me gusto como hablo.

-Oiga…

-Señora, disculpe a mi compañero, es alguien impulsivo, pero solo es algo que pedimos en buenos términos, no tenemos una orden porque no hay pruebas contra su hijo, o sospechas, pero con esto, podemos descartarlo por completo.

-O tenerlo como sospechoso.

-Mejor cállese, y váyanse de mi casa.

Y mi madre se levantó de golpe al mismo tiempo que los otros dos, mirándose unos segundos, mi madre no iba a ceder, así que suspire cansado, no quería pararme, no había de otro, me pare y la mire para decirle;

-Mamá, no, pueden ir arriba, mis zapatillas están en mi closet.

Dije mirándolos, y solo me miro el detective Ramírez asintiendo mientras que el otro parecía tener una especie de guerra de mirada contra mi madre.

-Andrés.

Mi madre me miro como si eso me fuera a cambiar de parecer, solo quería que se fueran ya.

-No tengo nada que ver en lo que le paso al señor Jorge, no tengo que ocultar nada, deja que revisen.

-¿Nos permite?

Mi madre solo asintió y subió con ellos mientras yo fui al patio. El patio de nuestra casa, como la de cada casa está restringida por una cerca metálica ya que como estamos ubicados en un campo, cerca del bosque, el terreno de nuestra casa puede ser infinita, he incluso sin las rejas pueden haber problemas con otros vecinos cuando quieran hacer asados y llegan familia ocupar el espacio del otro. Por eso los patios están dividido y tienen una puerta si alguien quiere salir por el patio trasero he ir directo al bosque. En el nuestro hay diversas plantas, flores, y alimentos como pimentones que cuida mis padres, hay una mesa de cristal y un árbol, me apoye en él, y mire arriba, hacia la ventana de mi hermano Lorenzo, luego mire hacia atrás, la hermosa vista del bosque, el día estaba despejado, y con un sol comprensivo, y cuando baje mi rostro sentí que mi corazón iba a salir, era el, con la misma vestimenta, la misma cámara, la tomo y me saco una fotografía, este era el momento, este era el momento para seguirlo y sacarle esa mascara que me desesperaba. Me acerque a la puerta y con desesperación no pude abrir de inmediato y eso que solo era un pestillo, me desesperaba ver como se iba, pero cuando logre abrirlo…

-Andrés, ven, los detectives ya se van.-Mire como se iba tranquilamente.- ¿Andrés?-Seguía caminando, se dio la vuelta y alzo la mano agitándola, como burlándose- Andrés, ¿Dónde estás?

Suspire, no había de otra. Entre y me despedí de los detectives que me pedían disculpas por el mal rato y yo solo quería encerrarme.

La pesadilla de la noche no fue tan larga y tan fuerte. Solo era el atrás de la cerca, sacándome fotos y yo solo dejándome mientras veía al señor Jorge colgado de nuestro árbol y un niño atrás de sus piernas que no lograba ver su rostro ya que los pies del cadáver lo tapaban.

El viernes, era el mejor día ya que salíamos a la una, y solo nos tocaba, arte, biología he ingles que se dividía, y concejo de curso, donde votamos por Isabela como representante del curso y luego todos los cursos fueron a votar al gimnasio para él y la presidenta estudiantil, salieron los de siempre, Isabela y Matías, Matías se iba este año así que dijeron le darían menos responsabilidades, luego de eso el auxiliar me dijo que este lunes verían el problema de mi casillero que seguía sin abrirse.

-Oye, me iré contigo hoy, mis padres fueron al campo de los rosales a conseguir más flores.

Asentí y nos fuimos caminando a casa, fue más tranquilo, y de hecho Claudio consiguió mantener mi cabeza distraída.

-Lo de escalar va si o si, dice que será el fin de mes, no quiero ir.

-¿Irán a escalar a la montaña Santus?

-Si, por lo menos será aquí.

La montaña Santus, está ubicada casi al final del bosque entero, no tan lejos del risco.

-Oye, mira.

Señalo a una patrulla, dos, tres, cuatro, estaban ahí estacionadas mientras los policías sacaban las cintas amarillas.

-Maldición, papá estará feliz de ver que podemos ir a la montaña.

-Sí, que mal.

Cuando vi eso, cuando vi a los policías en la vereda, guardando las cintas, hablando sobre la vereda, me acorde de algo, que deje pasar como si nada, ¿Cómo tan estúpido?

-Oye, mis hermanos dijeron que un chico me vio en la vereda, ¿Quién era?

-No sé, nunca lo había visto, se veía… raro.

Creo que lo sorprendí con la pregunta porque paro de repente cuando me miro y siguió caminando respondiéndome con su rostro arrugado, como si pregunta que le hice hace poco fuera algo raro.

-¿Raro?

-Sí, era como no supiera como hablar o algo así.

-¿Y físicamente? ¿Cómo estaba vestido?

-¿Por qué me preguntas eso? No lo sé, no me fije, estaba preocupado por ti. Solo que… pues… era pálido, tipo casi muerto… su cabello era muy graso, como si nunca  se bañara, de color negro, este… no sé, su rostro era muy común en verdad.

-Mmm.

-¿Por qué preguntas?

-Es que… no se quien fue que me dejo ahí, solo quería saber para agradecerle.

-Ya veo, pues lo siento, no me acuerdo mucho del chico. Aparte se fue apenas nos dijo eso, fue como si lo hubiese ensayado.

Asentí y seguimos caminado mientras miraba como seguían sacando la cinta dejando libre al bosque.

Almorcé y me acerque a mis hermanos que estaban en el despacho de nuestro padre viendo libros, Lorenzo estaba leyendo concentradamente uno, y Dante, pues parecía que recién se daba cuenta de su existencia.

-Oigan, ¿ustedes se acuerdan del chico que les dijo que me vio en la vereda?

-No mucho.

Apenas me miro Lorenzo, quizás ni me escucho.

-Yo sí, era perturbador.

Dante me miro como si lo hubiese salvado de una tortura cuando le pregunte y dejo el libro de inmediato hacia un lado.

-¿Por qué?

-Parecía muerto. Sus labios no tenían color, y su cabello graso me dio asco, olía a… orina, no sé, el chico me dio mucho asco cuando se acercó.

-¿Y cómo vestía?

-No me acuerdo mucho…mmm, creo que… con sudadera… azul, si, era azul o celeste, algo así, ¿Por qué?

-¿Celeste?

-O azul, era una mescla rara.

-Ah… ya. Gracias.

-¿Algo más?

Me dio algo de risa, risa, pero no sonreí, al ver a Dante desesperado por hablar. No lo entendía, ya que estoy acostumbrado a no salir y menos hablar con muchas personas, pero sentí algo pena ya que fue mi culpa perderme, aunque yo no les pedí que me fueran a buscar.

-No… ¿quieren ir a comer donde ‘’Que derretido’’? Me sobro algo de dinero que me dio nuestra mamá para la colación y el almuerzo.

-¡OH, sí! Eres el mejor. Mamá.

-Acabas de desatar una bestia.

Suspiro Lorenzo al escuchar el rogar de Dante hacia nuestra madre para pedir permiso de salida. Fue concedida, con la condición de ir con ella. Así     que ella nos fue a dejar a esa comida rápida frente del minimarket y la farmacia, ya estaba algo llena a las cinco.

Nos sentamos en la mesa cinco y pedimos pizza mediana y hamburguesas y disfrutamos de esos momentos tan pequeños donde todo fue risas, por parte de ellos, y habladuría, por parte de Dante. Luego nuestro padre se coló al rato de saber dónde estábamos, el pedio una hamburguesa y nosotros tres un café cuando ya eran casi las siete, habían pasado ya una hora ahí, fue agradable esa reunión. Los escuchaba, los miraba, no importaba lo distante que yo sea, aun así… los quiero. Oh vaya sí que cuesta expresar esas palabras.

-Iré al baño.

-No te demores, o Dante hará un hoyo haya afuera.

-No seas así, Lorenzo.

-Es cierto, mamá, parece un perro enjaulado el pobre, y eso que solo quiere ver una película.

Me fui mientras ellos dos seguían ahí en la caja esperando para pagar unas hamburguesas que pedimos para llevar y comerlas más tarde.

El baño de este lugar es… repugnante, de hecho me sorprende que no lo cierren, pero eso ya no es cosa mía. Los baños están muy escondidos, con una luz tétrica, casi bizarra,  que daba cierto toque verdoso el pasillo que siempre estaba húmedo, entre al baño, y los cubículos con algunas puertas rotas, lavábamos sucios y los urinario casi siempre húmedos por… bueno… con lo que se moja ahí. Me acerque y cuando termine y cerré la cremallera, sentí algo atrás de mí. Fue una respiración, asquerosa, era… excremento. Me di la vuelta lentamente, y la descripción de Dante quedaba muy corta con lo que estaba viendo. Un tipo con la cabeza agachada, cabello negro lacio y claramente sucio, cabeza alargada, blanca, sus labios blancos, entre abiertos dejando la clara vista de sus dientes sucios pero rectos, ojos oscuros, como si no tuviese vida, opacos por completo, piel seca, nariz alargada y ancha, su vestir era lo que me decía Dante, sudadera azul claro, estaba totalmente sucio.

-Esto…-Casi vomite al oler el tufo que salió de ahí.-Te lo deja el, decir… que te cuides.-Parecía que le costaba decir las palabras, y la vez como si no las entendiera.

Cuando se estaba dando vuelta vi que caminaba como si quisiera gatear, temblaba y note que no llevaba nada abajo, no sé qué fue lo que me dio, pero me acerque y cuando toque su hombro, gimió como de dolor.

-Yo no hacer nada malo, yo no hacer nada malo, nada malo…

-No, no, no te voy hacer nada, solo… ¿tú me encontraste? ¿En la vereda?

-Si… yo encontrarte… yo… verte… pero yo… ser mandado… a verte…

Lo último no pude entender el significado, pero eso bastaba para lo que quería hacer que era entregarle mi abrigo a él como agradecimiento.

-Toma, gracias.

Se lo di y me fui a donde mi madre que me pregunto de inmediato por mi abrigo.

-Se me cayó en el urinario y pues…

-Uy, que asco, si mejor, déjalo, vamos. Corre.

Me metí al auto, con cierto…Algo…. ¿pena? Ese chico no se veía bien. durante todo el trayecto estuve indeciso si decirles a mis padres o no sobre el chico que parecía que en cualquier momento se iba a romper, pero pensaba que quizás él era mi acosador y solo fingió ser así para dar pena y no interrogarlo, de solo pensar lo último fue como… oscuro, no podría creer que alguien llegase a esos extremos de fingir tal vulnerabilidad, pero si me siguió, y consiguió mi dirección solo para mandarme regalos que curiosamente daban en el clavo en mis gustos, pues significaba que no era una persona normal.

Llegamos a casa, cada uno se comió apenas las ultimas hamburguesas.

-No sean glotones, ya ni pueden ni levantarse con la gran panza que tienen, si no quieren comer más, déjenlas de lado.

-Nunca…-Señalo con el dedo índice Dante a nuestra madre.-Digas que hay que dejar de lado tal sabrosura.

Nuestros padres solo se rieron mientras subían a dormir y al terminar tal sabrosura nos fuimos cada uno a nuestras habitaciones. Al entrar…pues primero mi habitación estaba ordenada, cuando en verdad debería estar casi desordenada por el hecho de que así la deje, segundo, mi ventana estaba abierta, tercero, habían regalos, tres cajas rojas, y en la de al medio una nota con letras rojas; ‘’¿Cómo estás? No te vi usando el aniño el martes, úsalo, por favor, lo mande hacer solo para ti. Aparte de eso, solo decirte que cada vez te ves hermoso, verte todos los días son como una droga para este pobre enfermo de amor por ti, te amo, Andrés Fernández. Espero que te guste este adelanto, mi amor, Atte. Tu acosador. ’’

-Mierda…

Había unas fotos, de mí saliendo de casa, entrando a la escuela, en mi habitación, esa fue rara. Estaba sacada desde arriba claramente, pero ¿Dónde se puso? Mire hacia la ventana, no había nadie abajo, y mire la casa de al frente, no había nada. Ni árbol para subir y ver desde ahí a mi habitación, lo único directo es esa ventana, la misma donde corrió la cortina cuando llegaron los detectives. No puede ser, ¿o sí? Sería lo lógico si al ver la perspectiva de la foto.

Abrí los regalos y eran pinturas, de las cuales no sé si son creadas por él. Son pinturas de paisajes, flores, cielos, arboles, estrellas, casi todo de los mismo, mas libretas y lápices para dibujar, cada caja contenía una foto de mi haciendo algo afuera, incluso ahora saliendo del ‘’Queso derretido’’ con mi madre. Mi madre, mi familia, eso me desconcertó un poco de ver, más bien me asusto.

Que me acosara a mí ya era mucho, pero a familia, esa era ruin.

Esta noche no tuve pesadillas, al contrario, creo que la cena que tuvimos me alivio la mente, me hizo olvidar por una hora y minutos lo que había ocurrido con el señor Jorge y el tema del acosador. Pero ahora. Tenía otra cosa, el chico sucio del baño, ¿Quién era? ¿Tenía algo que ver con el acosador? ¿Es el acosador? ¿Tendré que ponerme el anillo me regalo? ¿Hasta que limite llegaría este acosador? Solo quiero saber quién es, y su interés en mí. Con solo pensar en eso, es como si el acosador fuera normal y yo no, nadie en su sano juicio le daría curiosidad por la persona que lo están acosando, al contrario, lo odiarían por invadir su privacidad sin derecho alguno, se asustarían de solo saber que son observado, y estarían preocupados de que afecte al ambiente en general o que sea alguien violento. En mi caso, yo solo quiero saber de porque un tipo tan común y corriente tiene un acosador tan raro como este.

 

Notas finales:

Gracias por leer, BYE.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).