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La Apuesta por SelPattz

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La noche avanzaba y Tony se encontraba más que satisfecho, unos instantes antes estaba bailando y metiéndose mano con un ardiente pelinegro, el hombre lucía muy confiado cuando le ofreció ir a un “lugar más privado” y su decepción fue evidente cuando el castaño se negó antes de darle su número y retirarse con gracia y coquetería. Tony se acercó a la barra y ordenó una nueva copa de Martini, le daba un largo sorbo cuando un silbido llamó su atención.

-Hola guapo ¿Por qué tan solito?- Tony volteó en su eje, observó al hombre que le hablaba.

Sus ojos viajaron lentamente por la anatomía del sujeto, era alto, de cabellos rubios y ojos azules, quijada mostraba los inicios de una barba desarreglada, vestía jeans rasgados, botas pesadas, camiseta negra y una chaqueta de cuero color vino, su cuello y manos mostraban trazos de tinta que se escondían bajo sus prendas. Tenía todas las vibras de un chico malo rompe corazones y Tony no pudo hacer más que sonreír antes de contestarle.

-¿Me hablas a mí?- cuestionó señalándose de manera exagerada

-¿Acaso ves otra belleza de piel canela por aquí?- preguntó el rubio con sonrisa predadora

-¿Eso te ha funcionado antes?- cuestionó Tony con una ceja alzada antes de reir por lo bajo

-No lo sé… ¿funcionó?

-Tendrás que esforzarte más… guapo- susurró el genio guiñándole coqueto

Romeo te habla bonito y Yankee tiene a Yamilet
Yo te hago travesuras, mami hasta el amanecer
Tengo lo que hace falta para hacerte enloquecer
Por eso te pregunto si quieres ser mi mujer

Dos días pasaron cuando el rubio le texteó, Tony se había asombrado por la confidencia de Peter cuando le invitó a salir, pero admitía que era esa misma confidencia y altanería lo que le llamaba la atención, eso y el misterio…

Él nunca le daba la mínima pista de cuál era su ocupación haciendo que el moreno diera vuelta a mil teorías en su cabeza intentando adivinar como era que tenía el suficiente ingreso para tener aquel auto, las ropas y joyería tan exclusiva pero al mismo tiempo ser tan querido y reconocido en aquellos puestos de la calle donde le llevaba a cenar o los clubes de dudosa reputación en los que bailaban.

-“Hoy a las 7, te llevaré a un grandioso lugar”.

Tony sonrió al ver el mensaje, se mordió los labios, dudoso mientras hacía cálculos mentales. Era hora de llamar a Pep y pedirle consejo porque… ¿Sería muy descarado de su parte aceptar aquella invitación aun cuando vería a Stephen a las diez?

¿Con quién te vas? Tengo la curiosidad
Dime si soy yo, dame la oportunidad
Yo seré un loquito pero puedo amarte
Dime mamacita, porque quiero llevarte

Tony suspiraba en su asiento de aquel auto clásico mientras los labios del rubio recorrían su mentón hasta perderse en la suave curva de su cuello.

-Mmmm… Peter…

-Eres una preciosidad Tony- murmuró mientras su mano derecha se colaba por la torneada pierna hasta llegar a su entrepierna donde una tímida erección comenzaba a hacerse presente- Vamos a mi apartamento…

El moreno no contestó, en cambio unió sus labios con los del más alto en un beso con el que parecían quererse devorar, dejó que aquellas manos vagaran por su cuerpo disfrutando de las sensaciones que el contrabandista (porque después de lo que había visto esta tarde, estaba seguro que era eso a lo que se dedicaba) le estaba provocando

-No…- susurró alejándose apenas unos centímetros

-Vamos pequeño…- Peter Quill era muy simpático, sabía bien como conquistar pero Tony conocía bien su acto, era consciente que en cuanto lograra meterse en sus pantalones se acabaría el número del príncipe azul y simplemente desaparecería

-Sí lo quieres, será a mi modo…- murmuró maniobrando para sentarse a horcajadas en el regazo del rubio. Peter sonrió y sus ojos brillaron lujuriosos mientras sus manos se paseaban por el redondo trasero del moreno

Sus labios volvieron a encontrarse con violencia mientras las manos del genio paseaban por el firme torso del otro buscando deshacerse de las estorbosas prendas, sus alientos se mezclaron hasta convertirse en uno solo y el ambiente en el vehículo se caldeó empañando los vidrios.

-Vas a conocer las estrellas, precioso- gruñó el ojiazul contra sus labios

-Eso está por verse señor…- contestó Tony con una sonrisa pícara mientras sus manos jugueteaban con la hebilla de su cinturón

Tony suspiró cuando la lengua ajena recorrió su cuello, y sonrió dejándose llevar y desconectando su mente, decidido a seguir los consejos de su mejor amiga… Se portaría mal, ya había sido suficiente de jugar al gato y al ratón con dos prospectos, ellos querían divertirse con él y nada más, así que les daría lo que buscaban, pero sería a su manera.


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