Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Otoko geisha por Rebeca-chan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Danna: o amante. Un danna era generalmente un hombre adinerado, algunas veces casado, que tenía recursos para financiar los costes del entrenamiento tradicional de la geisha y otros gastos considerables

Mizuage: La puja por la virginidad de una geisha comenzaba cuando la okasan, cuya palabra japonesa vendría a ser traducida como “madre”, ponía de manifiesto públicamente que la joven maiko que tenía bajo su cargo había logrado alcanzar la madurez. Generalmente estas jóvenes muchachas rondaban los quince o dieciséis años de edad. Dada su juventud y su inexperiencia sexual, su propio mizuage se convertía en un símbolo muy valioso para los adinerados hombres que solían visitar frecuentemente la okiya. La virginidad de la maiko era entregada al mejor postor. Cuanto más popular y famosa fuera más dinero se ofrecía y su danna le aseguraría un futuro prometedor como geisha.

Arboles de sakura: La sakura o cerezo en flor japonés es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa. También se nombra sakura a tres especies de plantas del género Prunus

Cuello rojo: A la edad de 20 o 21 años o básicamente cuando la chica esté preparada, la maiko se convierte en geisha a través de una ceremonia llamada erikae, literalmente, «cambio de cuello». Esta ceremonia justamente consiste en cambiar el cuello del kimono, de ahí el nombre. De rojo a blanco.

Guerra de Manchuria: La invasión japonesa de Manchuria por el Ejército de Kwantung del Imperio del Japón, comenzó el 19 de septiembre de 1931, inmediatamente después del Incidente de Mukden. La ocupación japonesa de Manchuria duró hasta el término de la Segunda Guerra Mundial y daría lugar a la fundación del estado títere de Manchukuo

Naruto hizo su entrada como Maiko en un pequeño banquete de unos inversionistas japoneses. Hombres simpáticos que quisieron gastar un poco de su fortuna en Geikos. Hinata llegó junto a Naruko, saludando a todo el mundo, realizando una reverencia en señal de respeto, sentándose junto a los clientes y sirviendo sake de una manera delicada y jocosa. Llegaron un par de Geishas y maikos adicionales, quienes veían a Naruto como un extraterrestre, preguntándose quien era la nueva en la ciudad.

-Creo que debería mostrarnos un par de piezas de bailes ¿no?-dijo una de ellas.

-Espero que hayas preparado algo Naruko-secundó la otra.

Por supuesto Naruko no había preparado nada especial y de hecho su entrenamiento fue rápido, en mucho menos tiempo de lo esperado en una Maiko, por lo que su danza no era la mejor, aún. Pero era un chico testarudo, quien no sabe lo que es rendirse y aceptó el desafío impuesto por sus mayores. Se puso de pie, Hinata tomó el shamisen que había en el salón, se dieron unas señales, Naruto sacó sus abanicos del obi y se posicionó al centro de la sala. Cerró sus ojos, esperando el comiendo de la melodía, concentrándose, respirando calmadamente, tomando conciencia de todo su cuerpo, de sus manos, dedos, pies y cuello. Las notas empezaron a sonar, delicado rasgueo de shamisen. El rubio empezó a mover los abanicos, deslizándose delicadamente, mientras sus pies se movían casi flotando por el piso. Su cuerpo hacia figuras describiendo una complicada danza de Gion. No fue perfecto, hubo errores, pero la actitud del chico, las poses, su cuerpo, sus ojos azules, encandilaron a todo el mundo en el cuarto. Los clientes quedaron fascinados por aquel espectáculo, se peleaban para ver con quien se sentaba Naruko.  Hinata sonreía orgullosa, mientras las demás fruncían el gesto de una manera agria. Después de aquel día Naruko se hizo un nombre dentro de la comunidad de la flor y el sauce. Fue catalogada como la Maiko más simpática de su generación y envidiada por muchas tanto en Gion como en Pontocho, otro distrito de Geishas.

Los clientes empezaron a llamarla, los dibujantes de los carteles empezaron a usar su imagen etérea, resaltando el azul de sus ojos para anunciar los bailes de primavera o publicidades varias. La okiya de madre empezó a crecer y las ganancias también lo hicieron. Naruto fue seleccionado para bailar en el festival de primavera, como bailarín central dentro de la presentación en el teatro—Naruto esta es una ocasión especial, por lo que debes ensayar día y noche—le decía madre orgullosa y Hinata lo alentaba y animaba. Los ensayos fueron duros por la mañana y los banquetes siguieron por las noches. No había descanso y apenas tenía tiempo para sí, pero estaba feliz. Feliz de poder cumplir su sueño.

 Ninguna geisha le dirigía la palabra, por lo que el ambiente de los ensayos era gélido, frío y desalentador. Pero Naruto tenía picardía, encanto, carisma y no se dejaba amedrentar por aquellas arpías. Él tenía un sueño y lo estaba viviendo. El momento había llegado, el rubio salió al escenario a representar una obra de teatro. El sería la delicada Geisha que se enamoraba de un samurái, donde lloraba bajo un árbol de cerezo y lloraba sangre por aquel amor perdido. Vestía un exuberante Kimono negro, lleno de detalles de cerezos en flor que terminaban coronando con un obi rojo, incandescente para cualquiera. Al momento de girar y abrir sus hermosos ojos hacia el público, lo vio. Allí estaba su amado, allí estaba Sasuke, quien años atrás lo había ayudado y le había dado un propósito para seguir viviendo, para seguir luchando a pesar de que todo estaba en su contra. Se quedó helado por unos segundos, pero pronto sintió como su cálido corazón empezaba a latir con fuerza, como en sus venas empezaba a recorren la magia del amor. Sonrió para sus adentró y siguió con su acto.

Bailo hermoso, como nunca antes lo había hecho y todo fue por amor. Dicen que solo las Geiko que experimentan el amor, pueden bailar de manera sublime, que pueden mostrar todo aquellos sentimientos prohibidos para ellas en otros tiempos. Después de la presentación fue hacia  el público, buscando aquella cara conocida, buscando aquellos ojos profundos, pero no los encontró. Él se había ido otra vez, se había apartado de su vida otra vez cual hoja otoñal llevada por la brisa, lejos de su tronco.  Aunque no duró mucho, días después se encontraron en un banquete. Pensó en hablarle, en servirle sake pero Hinata ya había tomado su lugar, ella era la Geisha principal que Sasuke había contratado, no Naruto. El tan solo estaba aprendiendo, estaba observando a su hermana mayor. Naruto con los ojos tristes, se fue a sentar al lado del otro cliente que había en el salón, sirviéndole y sonriéndole como corresponde. Un hombre con el cabello blanco y dientes afilados, con la mirada seria y el sarcasmo a flor de piel. Pero su corazón estaba con el pelinegro, no podía evitar que su mirada se dirigiera a donde estaba él.  Intercambiaron pequeñas sonrisas, pequeñas miradas furtivas. Sasuke le devolvía los gestos con un ademan amable y Naruto intentaba por todo los medios captar la atención de su amado.

-Suigetsu-san ¿Le gustó mi pequeña hermana Naruko?-preguntó Hinata.

-Es encantadora- se le notaba molesto, pero una chispa de curiosidad se reflejaba en la mirada violeta.

-Hinata es una de las mejores Geishas del lugar, no puedes dudar de su juicio-dijo Sasuke, observando al menudo cuerpo de Naruto, quien estaba sentado al otro extremo del salón. El rubio sonrió ante aquellas palabras, haciendo una pequeña reverencia.

-No soy digna, Sasuke-san-era la primera vez que pronunciaba ese nombre. Sanaba exquisito. Y así siguió la velada, hasta que se tuvieron que retirar ya que tenían otro compromiso. Naruto lo lamentaba pero sentía en su corazón que esta no era la última vez que se verían.

**

-Suigetsu se llevó una buena impresión de ti. A él no le convencían las Geisha, pero quedó bastante fascinado por ti Naruko-dijo madre después de aquel banquete. Y Naruto suspiró desilusionado, ya que él no quería entretener al peliblanco, él quería estar con Sasuke. Pero él no tenía el derecho de decidir con que cliente podía o no estar, estaba atado a las reglas de las Okiya…Además Sasuke… ¿Se acordará de aquel niño mugriento que conoció en aquel puente? ¿Y qué le compró un helado de vainilla? ¿Recordaba aquel pañuelo que le dio con tanto amor? Por lo menos le quedaba el consuelo de  que si Suigetsu llamaba, Sasuke estaría allí con él. Podía verlo, grabar en su memoria aquella sonrisa perfecta, aquellos ojos profundos, aquel cabello sedoso, aquel cuerpo enfundado en un traje perfectamente echo.

Los banquetes siguieron y Suigetsu (como había predicho) siguió solicitando la compañía de Naruto y Sasuke siguió solicitando la de Hinata. Allí se enteró de cosas de sus vidas. Sasuke era dueño de una fábrica de electrónica junto a Suigetsu. Los dos eran los líderes y la sede quedaba en Kyoto. Los dos eran amigos de infancia, habían peleado en la guerra de Manchuria juntos y se tenían un gran respeto mutuo.

-Ten, te traje un regalo. No es mucho, pero me gustaría que lo tuvieras-Suigetsu le entregó una caja que contenía un peine de marfil. Un adorno sencillo pero que combinaba perfectamente con los ojos zafiro del rubio. Sonrió forzadamente mientras se lo colocaba en su intrincado peinado.

-Gracias señor Suigetsu, no tenía por qué molestarse-le dedicó una sonrisa sensual, como había aprendido a hacer mirando a las demás Geisha.  De este incidente se enteró madre y esta alentó a que Naruko se dedicara exclusivamente a Suigetsu.

-Necesitas buena clientela, ya que las demás tontas están dispuestas a todo para hacerte caer- fumaba su larga pipa.

-¿Y Sasuke-san?-preguntó capcioso.

-¿Qué hay con él?-

-Podría yo…-

-No te preocupes por esos detalles. Ya Hinata sabe qué hacer, además ella es la Geisha de Sasuke, no lo olvides- Y no pudo hacerlo. Intentaba por todos los medios pensar un plan para hablar con Sauske y hacerle ver que aquella Maiko llamada Naruko, era en realidad un chico llamado Naruto y era el mismo mocoso que ayudó años atrás. Pero madre tenía razón. Las demás Geisha estaba todo el tiempo pisándole los talones, esperando la mínima oportunidad para verlo caer. Le quitaban los clientes, no lo dejaban participar en eventos importantes, intentaban sabotear cualquier banquete en el que el rubio se encontrase. Debía aprovechar cada oportunidad para sobresalir en aquel mundo y Suigetsu era una muy importante.

**

-¿Y el mizuage? De seguro que nadie pujaría por ti, perra-se burlaban por los pasillos, mientras iban a su siguiente compromiso. Naruto se puso pálido, no había pensado en aquello, en el mizuage, en la venta de la virginidad. ¿Cómo iba a vender la suya sin que descubrieran que era hombre? ¿Cómo si quiera iba a tener un Danna o un patrón sin que este se enterara de que es hombre?

-No puedes, es así de simple-sentenció madre. ¿Iba a ser virgen por siempre? ¿Pero que van a pensar las demás? Estaba en un aprieto, no podía hacerlo pero si no lo había les haría saber a las demás Geishas que algo malo había con él.

-Pero madre…-

-No podemos arriesgarnos así Naruto. Que hablen todo lo que quieran-intentaba quitarle importancia al asunto, pero ella sabía que no vender el mizuage de Naruto iba a significar pérdidas astronómicas. No le quedó de otra que soportar las burlas y el incesante acoso de las demás—estamos en una era moderna, el Mizuage debe abolirse—defendía Hinata a su pequeña hermana. Años después se aboliría aquella práctica para siempre, quedando tan solo en el recuerdo de las Geishas más ancianas.  

**

Cierto día, cierto banquete por fin se le presentó la oportunidad que estaba esperando. Suigetsu no apareció, en su lugar fue Sasuke a recibirlo. Había sido invitado a la casa de un inversionista de la empresa, cuyo patrimonio se encontraba en las afueras de Kyoto. Una parcela enorme, llena de árboles de sakura y platas exóticas que decoraban el lugar y llenaban de fragancias el ambiente.  Al verle esperándolo, su corazón saltó en su pecho sin rumbo. Las mejillas del rubio se sonrojaron al igual que su cuello rojo, símbolo de su estatus como maiko. Gracias al cielo que llevaba maquillaje para tapar aquel rubor.

-Sasuke-san-

-Suigetsu lamenta no poder asistir, se encuentra indispuesto-

-Es una lástima-caminaron juntos, por el pequeño camino que conducía a la mansión. Observaron la vegetación abundante que rodeaba el camino. Árboles frondosos se mecían al viento, pájaros cantaban con vigor, flores color lila adornaban y envolvían a todos con sus pequeños pétalos que revoloteaban al son de su caminar.

-Estas muy bonita este día Naruko-

-Gracias, usted también-se tapó los labios con la manga de su obi. Pareciendo inocente, como una niña que hubiera hecho algo malo.

-Hace tiempo que quiero decirte algo- empezó diciendo el pelinegro. Los ojos zafiro e iluminaron ante aquella frase, ilusionado- te agradezco enormemente que acompañes a Suigetsu. La verdad es que a él no le gustaban las Geisha, pero conociéndote a ti cambió de parecer-

-Porque usted lo respeta, yo lo admiro más-

- Yo le debo mucho. Los dos peleamos en Manchuria. El me protegió, el me ayudó y  me salvó de un destino horrible- hablaba con total humildad- por lo que le debo la vida. Y que él te  tenga… bueno, a él le gustas-

-Agradezco sus palabras Sasuke-san-estaba un poco desilusionado, ya que solo hablaron del peliblanco. Pensó que le iba a decir que recordaba aquel niño en el puente, aquel helado, aquel pañuelo que guardaba receloso en una caja, en su cómoda. Pero parecía que solo él se había enamorado, que solo el guardaba en su memoria aquel hermoso día cuando lo conoció.  El resto de la velada siguió tranquilamente. La gente lo miraba como si fuera una atracción, ya que la mayoría venía de otras provincias y no tenían el privilegio de pasar una velada con una Maiko. Se sacaron fotos, le preguntaron cosas, se rieron y divirtieron. Pero el corazón del rubio estaba con Sasuke. A donde iba este le seguía con la mirada, observando aquel ser divino, aquel hombre tranquilo, clamado, serio que tanto amaba.

**


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).