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No hay dos sin tres por Aranel Poli

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Cuando bajó a la cocina después de un revitalizante baño, sus ojos parecían no poder con la imagen que se presentaba frente a ellos.

-Buenos días- saludó Afrodita desde la estufa mientras preparaba panqueques. Mu por su parte, tenía cara de pocos amigos mientras mascaba un poco de tocino frito.

-¿Qué hacen?

-Aioria salió, Dita decidió hacer panqueques y hamburguesas y yo… me muero de resaca- se quejó el pelilila.

-Prepara tus cosas, quiero irme de aquí- agregó sentándose frente a su amigo, quien lo miró confundido.

-No, eso significa volver a casa y enfrentar a Saga- dijo Mu con un puchero. Afrodita se acercó con un plato repleto de hamburguesas y panqueques sentándose juntos a sus nuevos amigos -He estado pensando en que debería estar nervioso, no yo, yo no he hecho nada y él es alguien a quien desconozco. Estoy aquí sentado con ustedes cuando no los conocía si quiera y encima de eso debo organizar mis cosas- soltó con cierta tristeza mientras Shura torcía el gesto y Afrodita lo miraba con pesar.

-¿Qué quieres hacer?

-Se escuchará mal, pero quiero hacerle daño, quiero que sea él quien empiece una nueva vida porque yo se la arrebaté. Quiero que se sienta peor que yo.

-Así que hablas de dolor máximo ¿Verdad?- sonrió el español con cierta perversidad mientras Afrodita asentía de acuerdo con ambos.

-¡Hay que pegarle en las bolas!- soltó haciendo un puño con bastante felicidad recibiendo dos rostros extrañados.

-Es una buena idea, Dita, me gusta cómo funcionar tu cerebro, pero creo que pensamos en algo más grande que eso- aclaró Shura haciendo que el peliturquesa asintiera, parecía que la maldad no circulaba en su sistema.

-¿Saben qué? En realidad, no importa porque es un experto en eso y yo no- soltó Mu alzándose de brazos derrotado.

-Eso no es cierto, lo sabes.

-No estás solo en esto- sonrió Afrodita tomando la mano del pelilila.

-Exacto, cuando pones al esposo, al abogado y al trasero juntos tienes una máquina asesina- sonrió Shura señalándose y a los otros dos.

-¿Tú crees?

-Sí, sé cómo los imbéciles hacen las cosas y tú sabes cómo Saga hace las cosas y Afrodita…- Shura se detuvo mirando al sueco, quien esperaba gusto lo que diría de él -Ya sabremos qué es lo que sabe Dita.

-¿Qué dices?- preguntó Mu confundido mientras el azabache lo miraba orgulloso de sí mismo.

-Lo que digo es que si quieres encargarte de él, hagámoslo. Lo tenemos rodeado- dijo Shura mientras Afrodita asentía y hacía un círculo con su dedo índice.

-Rodeado.

-Si ponemos nuestros cerebros juntos podemos ser tan malos como él- Mu torció el gesto pensándolo mientras Afrodita y Shura se miraban con una sonrisa.

-Me apunto- sonrió Mu convencido.

-¡Sí!- gritaron sus amigos, quienes se levantaron para abrazar al pelilila mostrándole su apoyo.

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Mu se levantó más feliz de lo normal, quizá porque ese día comenzaría a hacer de la vida de Saga una pesadilla.

Sonrió mientras le preparaba su jugo verde, aunque con un aditamento extra que había comprado cuando regresaba de Creta.

Pastillas de estrógenos.

Sonrió aún más cuando las molió y las vació en el batido y movía toda la mezcla con una cuchara, se sentía igual a una bruja.

-Buenos días- saludó el peliazul llegando hasta su esposo y besando su mejilla.

-Hola amor, ten- sonrió Mu extendiéndole el vaso de batido. Saga lo tomó dándole un gran trago ante la feliz mirada del pelilila.

-Sabe diferente ¿Le pusiste algo?

-Kiwi- soltó sin más y sin borrar su extraña sonrisa.

-Sabe bien, sigue haciéndolo- oh, claro que lo haré, idiota.

Mientras Saga revisaba un par de cosas en su portátil y bebía su batido, Mu subió a su habitación para ir hasta el baño y tomar el cepillo de dientes del peliazul llevándolo hasta el excusado y pasándolo por todo el interior mientras tarareaba feliz.

Lo dejó en su lugar y tomó el champú vaciándole crema para depilar que también había conseguido en la farmacia.

Quizá eran cosas sencillas y hasta infantiles, pero Saga vivía de su imagen y eso es lo que estaba por destruir.

-Imbécil- sonrió Mu dejando todo en su lugar y volviendo a la cocina para seguir con su farsa de esposo trofeo.

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Esa misma noche Shura había citado a Saga en un lujoso restaurante inventándole que quería que se reconciliaran ya que lo extrañaba demasiado.

-Me estaba volviendo loco sin ti, fui un idiota- eres un pendejo, pensó Shura mientras sonreía.

-No, yo reaccioné de manera exagerada.

-No, no amor- sonrió Saga alcanzando la mano del azabache.

-Sí, lo hice, amor, saber que soy berrinchudo- Saga negó -Es que ibas a conocer a mi papá y me quedé preocupado por él. Recordé su divorcio.

Saga asintió, pero en ese momento recibió una llamada.

-Lo siento, discúlpame un momento.

-Claro, amor- el peliazul se levantó y enseguida Shura aprovechó sacando dos sobres de su pantalón y vaciando el polvo en el vodka del mayor así como en su agua.

-Lo siento ¿En qué estábamos?- dijo en cuanto volvió.

-En el divorcio de mi papá.

-Es cierto, estás preocupado por eso- Saga tomó su trago y le dio un gran sorbo, terminándoselo.

-Sí, tendrá que darle a ese tipo la mitad de su dinero, de todo lo que tiene y ese horrible hombre no hará nada- explicaba mientras Saga lo miraba y tomaba su agua bebiéndosela -Él se queda en casa todo el día y mi papá es el que ha trabajado toda su vida para que de un día para otro lo pierda. No es justo.

-No puede dar lo que no tiene.

-¿Dices que debe esconder su dinero?

-No esconder, perder- explicó el peliazul con la voz un poco más baja y media sonrisa.

-No entiendo.

-¿Por qué no mejor se lo digo en persona?- Shura frunció el ceño, pero en segundos sonrió continuando con la farsa.

-¿Harías eso?

-Claro- sonrió Saga tan coquetamente que a Shura le dieron ganas de rodar los ojos ¿Cómo pudo caer ante ese idiota? Aunque casi se rio cuando el rostro del mayor se descompuso en una de dolor y sus manos se fueron enseguida a su vientre.

-¿Qué sucede, cielo?

-Yo… amm- Saga trataba de hablar, pero el terrible cólico que cruzaba su estómago no lo dejaba y sólo lo hacía sentir esa penosa necesidad de vaciarse -Deberíamos irnos ahora.

-¿En serio? Ni siquiera pedimos, amor- decía fingiendo confusión.

-Por favor- pidió el mayor comenzando a sudar y sacando su cartera rápidamente dejando un par de billetes. Shura se levantó y enseguida hizo una mueca asqueada en cuanto le llegó un terrible olor.

-¿Qué es eso?

-Vámonos- soltó Saga tomando su espalda y empujándolo a la salida mientras él sonreía por dentro con una cara siniestra.

-¿Estás bien?

-Algo no está bien- dijo deteniéndose y tomándose el vientre -Deberías irte, te llamo después.

-¿Quieres que te espere?

-No, no, gracias, amor- soltó dándose la vuelta para poder correr hasta el baño, pero por desgracia no alcanzó a llegar.

Justo cuando estaba por abrir la puerta del baño se cagó en los pantalones.

-¡Demonios!- gritó agitado y sudando mientras se bajaba todo y se sentaba en el excusado continuando con aquello que quería expulsarse de su ser.

No sabía de dónde salía todo eso y el dolor era terrible, pero no era momento de pensar en ello y mucho menos cuando terminó y vio el desastre de su ropa. Por suerte… o no, un tipo entró al baño.

-Hola, ¿Puedes ayudarme? Necesito que me compres unos pantalones.

-Las cosas se pusieron bravas ahí ¿Eh?

-Sí, mi talla es 34 y me da igual como sea- soltó tomando su cartera y sacando un par de billetes dejándolos por debajo de la puerta -Me gusta el azul o el negro- el hombre se acercó tomando el dinero para contarlo y sonriendo, guardándolo en la bolsa de su pantalón saliendo del lugar. Saga suspiró y no escuchó respuesta -¿Aún estás ahí? ¿Hola?

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Llegó a su casa con un par de shorts algo cortos, dejando a Mu extrañado, quien se encontraba en su sofá con una manta y leyendo un libro.

-¿Qué te pasó?- preguntó fingiendo sorpresa e incredulidad de ver a su esposo algo sudoroso, despeinado y vistiendo unos shorts cortos de color amarillo neón.

-Tuve un accidente fecal y necesitaba unos pantalones, pero la única persona que no intentó robarme fue un niño- decía mientras se recargaba en la puerta y respiraba con cierto pesar acariciando su vientre.

-Lo siento, dijiste ¿Accidente fecal? ¿Te hiciste en los pantalones?

-Sí, Mu, exactamente así. Me cagué en los pantalones y creo que va a repetirse, así que iré al baño por enésima vez- dijo en un susurro y agarrándose el trasero, corriendo escaleras arriba dejando a Mu con una enorme sonrisa en el rostro para enseguida comenzar a carcajearse amortiguando el ruido con una almohada.


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