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No hay dos sin tres por Aranel Poli

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Volvieron a la casa de Aioria, quien se enteró de su regreso al escucharlos discutir desde la entrada. Frunció el ceño levantándose de la silla de paja en la que estaba sentado en la terraza con una excelente brisa del mar.

-¡Esto es una locura! ¡No es normal!

-Pero…- dijo Mu con un puchero mientras que el azabache parecía molesto. Aioria sonrió y los interrumpió.

-Oigan, miren- sonrió señalando a Kaiser -Tráeme una cerveza- dijo haciendo que el caniche gigante se levantara jadeando y fuese hasta la hielera que estaba frente a Aioria abriéndola con el hocico y sacando una botella de cerveza -¿Cómo les fue?- preguntó una vez que abrió su bebida mientras sus invitados lo miraban confundidos. El castaño negó con una sonrisa sacando un par de cervezas más ofreciéndoselas -¿Qué tal, extraño?- saludó sonriéndole al azabache.

-Fue bueno, paseamos por la playa y conocimos a su otro amante. Nos dio su número, fue divertido- respondió Shura con un deje de sarcasmo.

-Es súper sexy- sonrió Mu tumbándose en una de las sillas y dándole un sorbo a su cerveza mientras el español chistaba -¿Estás celoso?

-No es eso, es que yo no tengo esa adoración tuya.

-Pero es bueno que sea sexy, sube nuestro promedio como grupo.

-No somos unos malditos hermanos, Mu- rezongó sentándose junto a Aioria.

-¿Seguro no te molestaste? Es mejor dejarlo salir que guardártelo, borrego- dijo el castaño con media sonrisa mientras Mu negaba y le arrojaba un cojín al rostro.

-Es divertido, ya verás cuando lo conozcas.

-¿Cuándo lo conozca?- preguntó un Aioria confundido mirando al español, quien se alzó de hombros dándole un gran sorbo a su cerveza.

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Esa misma tarde, Afrodita se encontraba en la casa de Aioria conviviendo junto a Mu como si fueran los mejores amigos, incluso tomándose fotos y bebiendo margaritas mientras Shura y Aioria los miraban con una sonrisa extraña.

Shura negó y decidió hablar con Aioria antes de ir y hacerles compañía a sus amigos de amante.

-¿Qué hay por allá?- preguntó señalando con su mentón una parte trasera en un nivel más alto y techada.

-Es la mejor parte de la casa- Shura sonrió -Te encantará, ven- invitó Aioria tomando su mano y llevándolo a esa área. El español sonrió notando que daba justo hacia al mar.

-Sé exactamente lo que haría aquí.

-¿Qué?

-Pondría una mesita de café justo aquí- dijo extendiendo sus manos a la parte central del lugar -Y tomaría mi café cada mañana.

-No se podría, el sol de la mañana es muy intenso y te deslumbraría.

-No, es justo aquí donde la quiero y mirando el mar- continuó Shura provocando una sonrisa en Aioria.

-¿Seguro?

-Sí.

-Lo pensaré- asintió el castaño mientras Shura se sonrojaba un poco.

-Más te vale.

Volvieron junto al par de locos viendo que ambos estaban bailando ya un poco ebrios haciéndolos reír.

-Debo admitir que Mu tenía razón- decía Shura bebiendo una margarita sentado junto a Aioria y mirando el trasero de Afrodita con una sonrisa -Dita le sube al promedio al grupo- en ese momento, el sueco se acercó a Aioria con un cigarrillo en la mano.

-¿Puedo fumar?

-¡Yo también quiero!- gritó Mu llegando detrás de Afrodita y tomándolo por la cintura.

-¿Y tú desde cuando fumas?- preguntó Aioria mirando a su hermano con el ceño fruncido.

-¿Desde que quiero?- sonrió alejándose junto al peliturquesa y encendiendo el cigarrillo.

-Te aseguro que si encontramos más amantes debemos rehabilitarlo- asintió Shura haciendo reír al castaño.

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Era imposible no unirse a Mu y a Afrodita en sus divertidas locuras, por ello, Shura se acercó para poder hablar y conocerse, formando un lazo demasiado bizarro. Y entonces supo todo de ellos.

Mu había estudiado mercadotecnia, pero nunca ejerció. Era el hermano mayor de Aioria, quien era contratista.

Afrodita venía de Suecia y se había instalado en Creta porque era Biólogo marino y poseía un yate para poder estudiar la vida marina.

Y él, bueno, él les había contado que era abogado de medio tiempo y en sus días libres visitaba a su padre o simplemente leía algún manga.

Eran tan diferentes, pero por alguna razón ahora mismo sonreían y parecían amigos que se conocían desde siempre olvidando la verdadera razón de esa reunión, eso quedaba en segundo término.

Por desgracia, parecía que con toda esa camaradería estaba funcionando gracias a toda esa cantidad excesiva de alcohol que estaban ingiriendo.

Ni siquiera supo en qué momento todo terminó o cómo es que terminó en una suave cama con un dolor de cabeza terrible. Se enderezó tratando de abrir los ojos, pero en realidad era doloroso y más por la luz que se colocaba frente a él.

Frunció el ceño llevándose una mano hasta su desordenado cabello para enseguida agachar la mirada y ver sus piernas desnudas, usando simplemente una camisa que no le pertenecía y que parecía estar abrochada por su espalda.

Abrió los ojos desmesuradamente al girarse y ver una muralla de almohadas que lo separaban de Aioria, quien se removió abriendo los ojos lentamente mientras Shura rodaba los ojos negando y dejándose caer en la almohada.

-No te preocupes, no lo hicimos.

-¿No?

-No- sonrió Aioria mirándolo mientras se acomodaba en las almohadas.

-Gracias a Dios.

-Te sacaste la ropa para entrar al mar y nadar desnudo.

-¿En serio?- cuestionó con el terror en el rostro.

-Sí. Empezaron a tomar tequila y todo se fue al demonio a partir de ahí- decía divertido haciendo que el azabache se llevara las manos al rostro completamente avergonzado.

-Bien, déjame entender esto- dijo tomando la sábana para cubrirse medio rostro -Vine desnudo a tu cama, traté de aprovecharme de ti y me pusiste una camisa de fuerza junto a un fuerte de almohadas para protegerte de mí ¿Cierto?

-Sí, algo así- aceptó el castaño sonriéndole.

-Dios mío, toqué fondo- gimoteó Shura cubriéndose de nuevo el rostro.

-No te preocupes por eso, estábamos ebrios y me gusta pensar que soy un buen tipo.

-¿Entonces pusiste las almohadas para resistirte?- soltó el azabache con media sonrisa burlona y mirándolo con picardía.

-Digamos que para controlarme- aceptó Aioria dedicándole una intensa mirada que hizo que Shura se desestabilizara por unos segundos. Lo miró incrédulo, pero sintiéndose bastante halagado y… ¡No! Era el hermano de Mu, no podía hacer eso y menos porque acababa de salir de una mala relación.

-Iré a darme una ducha- dijo levantándose y alejándose de la enorme necesidad de besar a ese apuesto castaño.


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