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Girando en un espiral de problemas. por ASimpleWriter

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Notas del capitulo:

En los días de campamento, la presión de los deberes que conlleva estar en una relación con Neal parecen estar a punto de colmar el vaso de paciencia de Asher, provocando que se cuestione seriamente si podrá seguir resistiendo. Entre tanto, una excursión con Travis quizás despeje su mente del problema en lo relativo con Neal, para darle paso a otro nuevo problema. Y Liam, da la impresión por primera vez de constituir una ayuda para Asher. 

Estoy orgullosa de declarar que en este capítulo habrá setso :D

Capítulo 11.

El campamento Roca Alta quedaba situado en las inmediaciones de las templadas Cordilleras Fronterizas, rodeado de espesos bosques y cerca de un lago perfecto para la práctica de disciplinas náuticas. Se trataba de un viejo edificio de cinco plantas, cuya monótona e insulsa estructura no distaba de otros institutos; y en los alrededores se dispersaban diversos campos para diferentes actividades atléticas.

     Del círculo social de Asher, sólo Travis y Colin se apuntaron para asistir al evento que se concretarían en los dos últimos días de la semana. Pese a que también podían acudir los estudiantes pertenecientes a los años superiores en calidad de orientadores, y Henry se había mostrado entusiasta con volver a concurrir para acompañarlos, sus padres se lo impidieron augurando el cauce adonde se dirigían las calificaciones de sus asignaturas. Dylan, por su parte, había decidido no acudir para no poder horas laborales.

     Durante el resto de la trayectoria al campamento en autobús, Asher no creyó que pudiese sentirse más frustrado: el hecho de que su tentativa por hacer recular a Neal hubiera resultado en vano, junto con el permanente recordatorio de su ingenuidad –o idiotez– por hacer oídos sordos a los reparos que habían expuesto Colin y Liam de su prematura relación, al descubrir que Neal –con quien había compartido asiento– también poseía nociones de español, lo atosigaban.

     Neal era una caja de sorpresas que cada vez que se abría, suscitaba que Asher evocara las veces en que había caído cándidamente en sus mentiras.

     Al llegar al campamento, Asher fue asignado a compartir la habitación con Travis; mientras que Colin tendría su cuarto para sí solo según el reglamento.

     Al cabo de concluir la distribución de cuartos, y dar un breve vistazo al edificio, los estudiantes de la Preparatoria Coubertin junto con los de la Preparatoria de España, salieron al exterior sobre un diminuto jardín en la recepción mientras los profesores, entrenadores y orientadores organizaban a la concentración.

     Asher se encontraba entre Travis y Colin en medio del agitado gentío.

     —Creía que por campamento se referían a que pasaríamos la noche en tiendas o en cabañas —comentó Travis, que hacía una visera con sus manos para atenuar la luz solar. —; no en un edificio de alojamiento.

     —Henry me dijo que esto fue un internado —agregó Asher—. También mencionó que no muy lejos pasaba la vía ciclística de nuestro instituto.

     Travis dibujó una sonrisa maliciosa ante la mención de Henry.

     —Es una lástima que sus padres no lo hayan dejado venir. Será lindo —Se señaló el rostro—, pero no listo. —Apuntó su cabeza.

     Asher le sonrió con resignación cuando una voz atronadora se sobrepuso por encima del bullicio.

     —Bien —Oyó provenir de la parte delantera, pero no sabía a quién adjudicar la voz debido a que se le dificultaba ver por encima de los demás. —, para conocer mejor nuestro entorno nos dividiremos en dos grupos para circular en diferentes atajos.

     Seguidamente, alguien joven que pertenecía al grupo de los orientadores se acercó hasta donde estaban para fraccionar con un ademán la congregación en dos. Asher se percató de que Colin había quedado en la otra división, lo que implicaba que tendrían que separarse; pero lo que lo trastocó aún más, fue reparar en que Chris Campbell, que no se hallaba muy lejos, estaría con la sección de Colin.

     Desde que Chris le hubiera cedido sus supuestos comprobantes de condición, no habían vuelto a cruzarse en ninguna otra ocasión; sin embargo, durante ese intervalo Colin había dejado de recibir presentes.

     Pese a que su coacción había zanjado, aún temía que Chris reservase alguna tentativa contra Colin.

     Neal, que se había quedado en la sección contraria de Asher, se acercó hasta él.

     —No te preocupes —le susurró—; te haré el favor de quedarme cerca de Colin para que Chris no le aceche.

     Asher se volvió hacia Neal con una expresión desconcertada al haber adivinado sus pensamientos, que luego fundió en una cara larga al barruntar lo que pretendía.

     —No lo hagas —le advirtió con una superficial sonrisa— si luego me cobrarás el favor.

     Neal le dedicó una sonrisa mordaz antes de volver a su sección, que comenzaba a dirigirse hacia uno de los senderos de los bosques lindantes, y acercarse a Colin.

     Asher inspiró hondamente anhelando reunir la paciencia necesaria para tolerar a las eventualidades venideras que lo relacionaban con Neal.

     El estrecho sendero por el que transcurrían él y Travis estaba rodeado de diversos arbustos y enormes árboles que refrescaban la zona con las sombras que arrancaban la luminosidad del sol. Se escuchaban el incesante canto de los pájaros, la ruptura de las ramas y hojas en el suelo, y la fricción de los zapatos con el césped en el paisaje amarillento que ofrecía el bosque dada la temporada otoñal.

     — ¿Sabes en lo que se convertirá nuestras habitaciones en estas dos noches? —inquirió Travis mientras hacía a un lado la rama de un pequeño arbusto. Antes de que Asher pudiera contestar, Travis lo interrumpió. —. Será un auténtico motel —soltó efusivo—; nuestros padres no están, los profesores apenas nos vigilarán; es el momento propicio para hacerlo. ¿Tú y Neal lo intentarán?

     Asher entornó los ojos.

     —Ya te dije que quedamos en hacerlo en nuestro primer aniversario.

     —Cierto. ¿Y la segunda vez lo harán también en su segundo aniversario? —preguntó retóricamente, provocando que Asher ladeara la cabeza con desgana. —. En lo que respecta a mí, practicaré la segunda actividad didáctica de esta incursión, que está después de aprender español: anatomía española. Y les pediré ayuda a algunos españoles, así que si ves una corbata en la manilla de nuestro cuarto no interrumpas nuestra lección.

     —Te agradezco por haberme ahorrado el interrumpir su lección —dijo Asher adoptando un tono irónico—. Pasaré la noche con Colin, así que descuida.

     Tras ese acuerdo, ambos se sumieron en silencio mientras avanzaban por el sendero. De manera repentina, Travis se detuvo en una orilla de la fila con los ojos desmesuradamente abiertos. Al verlo, Asher salió de la hilera para acudir con él.

     — ¿Qué sucede?

     —Tengo una idea —Le clavó los ojos con un especial brillo en ellos—. ¿Recuerdas los dos sujetos que estaban en el estadio de atletismo para ver a Colin?

     —No creo que hayan ido para ver a Colin. —volvió a objetar Asher.

     —Eso no lo sabremos de no preguntárselos. Ahora que Colin está lejos de nosotros podemos buscarlos. Owen es nuestro orientador —Señaló con su índice hacia un punto más avanzado de donde se encontraban. Asher se viró para ver la figura de Owen dando indicaciones a sus compañeros. —; él es nuestro presidente de la clase; debe conocer a todo el mundo; podemos preguntarle si los conoce.

     — ¡No! —Asher negó con la cabeza—. Colin y yo acabamos de reanudar nuestra amistad; le prometí que no haría nada sin consultarle antes.

     —Pues nos lo agradecerá cuando tenga un Alfa detrás de su espalda, y no le estará dando precisamente masajes. En todo caso, dile que tú te opusiste y que yo te arrastré conmigo.

     Y sin más, pasó sobre Asher para encaminarse en dirección a Owen.

     Asher se quedó clavado en su sitio, procesando las implicaciones que devendrían de la estratagema de Travis. Si bien, reconocía que las intenciones que impulsaban a    Travis a actuar –para ayudar a Colin a sobrellevar su celo y disminuir el consumo de los supresores– eran buenas, no podía dejar de pensar en que él había hecho lo mismo una vez con Chris, y que todo había resultado en un embrollo.

     Como no quería causar más estragos en su reestablecida amistad con Colin, fue tras Travis.

     En cuanto se acercó a él, discernió que Owen tenía su atención fijada en su teléfono, como si estuviera buscando algo.

     —Aquí está. —soltó para extenderle el aparato a Travis.

     Asher, después de saludar a Owen con un movimiento de cabeza, se aproximó hasta Travis para ver por encima de su hombro que la pantalla reflejaba una serie de perfiles con fotografías y nombres. Era el perfil estudiantil del instituto. Los rostros que aparecían tenían un conjunto de rasgos en común: tenían el cabello color cobrizo y la piel pálida, como habían logrado divisar el uno de los chicos en el estadio de atletismo.

     En ese momento, las pupilas de Asher y Travis se enfocaron simultáneamente en uno de los perfiles.

     — ¡Es él! —indicaron al unísono.

     Asher, al darse cuenta que había corroborado la identificación de Travis y de esa manera inducido su cometido, quiso darse un golpe en la frente.

     —Steve Fletcher. —leyó Travis.

     Steve tenía un rostro rectangular con mejillas hundidas. Sus ojos eran bastantes claros, aunque con párpados caídos. Tenía cejas que casi se difuminaban con la claridad de su piel, y unos labios gruesos de un fuerte carmesí. Asistía al último año y ocupaba una posición de primera base en béisbol.

     —Steve Fletcher... —murmuró Owen con matiz meditabunda.

     Asher y Travis alzaron su vista a él.

     —Creo que es uno de los orientadores.

     Owen volvió su visión hacia un costado; cuando logró encontrar lo que buscaba, levantó su mano para señalar a alguien en concreto.

     —Sí, él es Steve.

     —Bien, ya lo tenemos —lanzó Travis de manera resuelta para devolverle su celular—. Gracias, Owen. —Acomodó la tira de su bolso en su hombro, y marchó hacia donde Owen les había referido.

     Antes de marcharse también, Asher se despidió de Owen, pero al intercambiar miradas con él, algo en su expresión le dio la certeza de que estaba al corriente en lo que respectaba a su relación con Neal. El que las dos primeras personas que le habían dispensado una cálida bienvenida al colegio resultaran ser los artífices de su situación actual no le resultó un pensamiento muy halagüeño.

     Si bien, no podría decir con precisión qué papel desempañaba Owen o si estaba de acuerdo con la manera en que Neal procedía, sabía que mantener una charla en lo relativo con él sería vacuo. De esa manera, decidió dejar el asunto de lado.

     Al alcanzar a Travis, se acercaron cada vez más hacia la figura que constituía Steve. Llevaba una indumentaria diferente al resto de los demás como orientador; su altura era apabullante, pero no superaba a la estatura de Henry.

     — ¿Necesitan algo? —les preguntó al verlos, realizando un movimiento de mano hacia su mochila.

     —Oh, sí —emprendió Travis—. Verás, ambos tenemos un amigo en común, un amigo con el que tienes un particular interés y al que le urge encontrar un Apoyo: es Colin Coleman. Creo que lo conoces, y nos preguntábamos si deseabas ser su Apoyo.

     Steve quedó paralizado por unos segundos en tanto procesaba las palabras.

     —Creo que ha habido un malentendido —dijo al cabo, ruborizándose. —. Yo sólo acompañaba a un compañero, amigo —se corrigió—, al estadio de atletismo para ver a su amigo —les señaló—; es a él a quien le gusta —Desvió su vista hacia un lado tratando de buscar algo o alguien. —. Yo vine con Isaac, lo traeré con ustedes.

     Dicho eso, partió a su búsqueda.

     Asher y Travis intercambiaron miradas de confusión.

     — ¿No dijiste que Steve había sido quien señaló a Colin? —le inquirió Asher a Travis.

     —Él lo señaló —aseveró Travis—. Quizás lo confundimos con su amigo que estaba sentado a su lado.

     Al volver la vista hacia donde había ido Steve, divisaron que un chico de cabello oscuro con bucles, de rostro anguloso, aunque transmitía un cierto aire de fiereza, de cejas rectas y con algunas figuras grabadas en la parte de su cuello se avecinaba a ellos con una sonrisa de oreja a oreja.

     —Steve ya me lo dijo... —profirió con voz grave al llegar y casi sin resuello; tenía un particular acento en el que enfatizaba cada palabra. —. No puedo creer que esto se esté volviendo real —dijo, llevándose las manos a la cabeza—. Colin me ha gustado desde la primera vez que lo vi en ese club nocturno; lo veo cada vez que puedo en sus entrenamientos; hasta le he tomado algunas fotos porque no tiene cuentas sociales...

     Asher había demudado enteramente su rostro al escuchar que Isaac había mencionado conocer a Colin en un club nocturno. Albergaba la tentación de pedirle que volviera a repetir lo que había articulado para saber si había oído bien; pero en caso de que resultara ser así, ratificaría en frente de Travis que Colin trabajaba en un club.

     —Espera... ¿dijiste que Colin trabaja en un club nocturno? —interrogó Travis.

     —Oh, sí —confirmó Isaac—. Pero, no es que yo haya ido al club por mi cuenta, quiero decir, uno de mis compañeros de béisbol acababa de cumplir años y fuimos al club; yo no sabía que iríamos, lo juro.

     Travis le atravesó su vista conmocionada a Asher.

     —Isaac, ¿puedes dejarnos charlar por un segundo? —le solicitó Asher.

     Isaac asintió para distanciarse por unos metros; por la expresión que corrió por su rostro, supo que había hablado de más.

     —Travis, no debes decirle a nadie sobre el oficio de Colin. —le advirtió Asher con tono severo.

     —Espera, ¿tú lo sabías?

     —Mi tía trabaja en el mismo club que él; en una ocasión fui para conocer el lugar y lo descubrí allí. No debes mencionarlo a nadie o creerá que yo te lo dije y volverá a enfadarse conmigo.

     Las comisuras de los labios de Travis comenzaron a alzarse de manera gradual; factiblemente, la idea de que la persona más pudorosa que había conocido trabajara en un entorno de los más lascivos era difícil de digerir.

     — ¿Por qué se siente avergonzado de su trabajo?

     —Ya sabes lo escrupuloso que es.

     Travis soltó una carcajada seca ante la circunstancia paradójica.

     —Está bien, no diré nada pero, Isaac también lo sabe. ¿Qué haremos con él? Si nos lo ha dicho a nosotros, no tardará para que todo el instituto también lo sepa.

     —Bueno —Asher se volvió a mirar a Isaac—, parece que su infatuación por Colin es genuina. Si lo convencemos de que el deseo de Colin es que su oficio no se divulgue, tal vez se vuelva más prudente. Y podríamos... —añadió, pero se detuvo al asimilar lo que estaba por decir. —, podríamos hablar con Colin para que le dé una oportunidad; así estaremos seguros de él.

     Travis convino afirmando con la cabeza y con una sonrisa triunfante.

     A Asher no le cabían dudas de que se trataba de la mejor alternativa al espontáneo inconveniente en el que se encontraban. Se veía capaz de confiar en Travis, pero no sabía nada sobre Isaac; no obstante, tendría que confiar en él si quería proteger a Colin.

     Tras discutir con Isaac, estipularon un plazo de tiempo para concertar un encuentro entre él y Colin; primero, Travis y Asher querían asegurarse de encontrar el momento más adecuado para decírselo y así prepararlo.

     Luego de recorrer el resto del sendero en los bosques, y de un pertinente almuerzo, las respectivas disciplinas de cada preparatoria se reunieron para entrenar con sus homólogos en una actividad interactiva.

     Asher y Liam se condujeron hacia las canchas de tenis para encontrarse con Max, pero en cuanto llegaron, se toparon con la novedad de la presencia de Peter Hill con él.

     —Supongo que les sorprenderán volver a ver a Peter —indujo Max tras escrutar sus expresiones—. Como dije anteriormente, Peter es muy inteligente, y me ayudó a analizar a cada oponente previo a mis juegos. Ahora lo verán más a menudo porque será mi mano derecha; él será la mente teórica que nos orientará en cada jugada, mientras que yo aportaré mi experiencia empírica.

     Asher afirmó con la cabeza llevado por el arrebato de agregar a alguien más en su equipo técnico; y el hecho de que éste fuera la anterior mano derecha de Max Mayer le añadía más peso de furor.

     —Bienvenido a bordo, Peter. —le expresó para darle la bienvenida.

     Liam no tardó en secundarlo pero con más conservación y con un cariz recelosa.

     —Bien —Max unió sus manos—, iremos a buscar a sus adversarios; esta vez entrenarán de manera individual —Apartó su mirada hacia Peter para indicarle con un gesto a que lo siguiera. —. Vamos.

     Cuando ambos quedaron a solas mientras se limitaban a esperar sus regresos, Asher se giró para incrustarle su mirada interrogativa a Liam.

     — ¿Qué te parece Peter? —le sondeó.

     —No lo sé —respondió amusgando sus ojos—; aún no lo conozco.

     —Es extraño escuchar eso de la persona quien tiende a formar prejuicios de otros sin aún conocerlos. —bromeó.

     Liam acentuó su entrecejo; había captado la alusión de que cómo él había realizado eso con Asher cuando comenzaban a conocerse. Al reparar en el titubeo de Liam, Asher sonrió socarronamente cuando discernió, no muy a lo lejos en donde se congregaban los entrenadores para establecer una partida, la voz de Max.

     Al girarse, divisó que el entrenador que estaba a un lado de Max y Peter tenía su vista puesta en su dirección; lo estaba escudriñando a él.

     —No creo que sea conveniente —oyó articular desde su distancia mientras aún le sostenía la mirada—. No, lo siento.

     Al instante, Asher percibió lo que estaba sucediendo: había transcurrido bastante tiempo desde que alguien subestimara su pericia; seguramente el entrenador con el que departía Max no deseaba hacerle perder el tiempo a su discípulo con él. En vez de recibirlo como un agravio, simplemente se abstuvo de tomarlo con gracia o indiferencia.

     —Si me disculpa —De repente, Peter interpuso su voz—, yo sí lo creo conveniente.    Asher posee destreza en la defensa en Dobles; como un juego cotidiano, esa jugada, sin importar la habilidad que tenga un ofensivo, un buen defensivo es la posición más conveniente y sólo de él depende el juego. Concretar un partido con él podría servirle de referencia a su estudiante. —remató.

     El entrenador frunció el ceño, visiblemente enfurecido tras la diatriba.

     —Debería decirle a su ayudante que se abstenga de comentar si no se le pide su opinión. —le espetó a Max.

     —De hecho mi ayudante —Max se cruzó de brazos— no suele hablar mucho; pero, lo hace es por buenas razones —El entrenador estuvo a punto de protestar, pero Max alzó sus manos en un gesto por detenerlo. —. De todos modos, gracias por escucharnos.

     El coach contrajo su mandíbula; mas, se alejó meneando la cabeza con desaprobación.

     Desde su ubicación, Asher atisbó que Max, tras bajar el volumen de su voz, le daba algunas indicaciones a Peter, quien al finalizar lo que le estuviera diciendo, Peter emprendió a dirigirse hacia donde esperaban él y Liam.

     Pretendía agradecerle por defenderle, pero Liam lo intervino.

     — ¿Por qué dices que Asher —lo señaló con la raqueta— sí es conveniente? Es un Omega. —añadió, como si fuera un argumento que rebatía a cualquier otro.

     Asher estuvo a punto de discutir con Liam, pero se detuvo al percatarse que lo que en realidad buscaba Liam era analizar a Peter.

     —Es conveniente —volvió a asegurar—. La condición no afecta en las aptitudes.

     — ¿Y cómo explica que los Alfas —Liam se señaló— somos mejores que ellos?   Tenemos mejores aptitudes y eso se debe a nuestra condición.

     —No lo hace —Peter negó con la cabeza. Ante la mirada expectativa de Liam, Peter echó un vistazo al suelo, como si estuviera ordenando sus ideas. —. Leonard Fischer, un teórico alemán, en su libro, desarrolló un particular fenómeno social que repercute en todo lo que nos rodea: en lo laboral, económico, y hasta político. Leonard, habla sobre las habilidades innatas y las que se desarrollan con la práctica; las habilidad innatas pertenece a los Alfas, mientras que los Betas y Omegas deben esforzarse por adquirir una habilidad. En unos de estos segmentos, Leonard exhibió cómo las industrias o empresas se inclinaban a patrocinar a Alfas porque ellos tienen más oportunidades de triunfar.

     »Hablando en el campo del deporte, los patrocinadores tienden a invertir en jugadores de condición Alfa porque ellos creen que tienen una mayor oportunidad de ganar pero, he visto que más atletas de otras condiciones han logrado más cosas que ellos, y no hablo de trofeos o victorias, sino de un punto de inflexión en la historia: uno de esos casos, es Alessio Costa, boxeador italiano del siglo diecinueve, Omega; fue uno de los casos más controvertidos dado que era Omega, pero en toda su carrera ganó más de treinta peleas; y no lo hizo por su fuerza, sino por los puntos estratégicos donde él frecuentaba golpear: el tímpano del oído es uno de ellos. Cualquiera que sea un experto sabe que es uno de los puntos más sensibles de nuestro cuerpo. En la actualidad, los entrenadores de los boxeadores suelen instruir sobre los puntos más sensitivos para ganar. Otro de los casos más contemporáneos, y de los que personalmente me avergüenza presentar, es de la patinadora rusa Irina Smirnova, en la década de los setenta: realizó el primer Backflips de la historia; no sólo una, sino dos veces en la misma ceremonia. ¿Ganó? No. Y más tarde aparecieron más patinadores realizando ese movimiento; pero lo que nadie anunció, fue la cantidad de patinadores que se lesionaron al intentar ese movimiento —Peter inhaló aire para recuperarse—. Lo que quiero decir es que, la condición no importa, sino la ejecución, la estrategia; y es a veces eso mismo lo que incluso llega a superar las aptitudes innatas.

     Asher miró de reojo a Liam, quien tenía sus labios vacilando.

     Antes de poder agregar algo, Max finalmente llegó.

     —Bien, ya les encontré jugadores. Ahora pueden ir a calentar.

     En el trote alrededor de las canchas, Asher le clavó la vista a Liam.

     — ¿Y ahora qué me dices de Peter después de esa apasionada demostración?

     Liam soltó un bufido despectivo.

     — ¿De verdad crees todo lo que ha dicho?

     —Sí; sus argumentos son convincentes.

     —A mí me suena más a un pretexto para excusar porqué los Omegas ganan menos que nosotros.

     El estupor de Asher frenó sus piernas, afectadas por la absurda observación de Liam.

     — ¿Lo dices en serio? —le espetó a Liam, quien también detuvo sus pasos. Liam lo observó por unos segundos, para luego afirmar con una ladina sonrisa. —. ¿Entonces cómo explicas que hace dos años te gané?

     —Eso fue hace dos años; te podría ganar ahora.

     Asher sintió como esa otrora animadversión entre ambos empezaba a resurgir.   

     Recordó que uno de los motivos por el que en un inicio a Liam había llegado a desagradarle, era por su condición de Omega, y cómo de esa manera había llegado a subestimarlo hasta el hartazgo. Hasta entonces, había llegado a pensar que dicha sinergia se había disipado, pero acababa de comprender que se había equivocado.

     La tensión entre ambos floreció.

     Durante las prácticas con sus adversarios, cada vez que Liam ganaba un punto o un set, se volvía hacia Asher –que estaba por su parte al mismo tiempo jugando– para dedicarle una mirada petulante, como si impusiera su superioridad sobre él. Asher emprendió a tomar en serio su rivalidad y marcar más set en menos tiempo; pese a que estaba jugando con otra persona, la verdadera competencia era entre él y Liam.

     La reyerta perduró hasta el último día del campamento.

     Aunque había podido despejar su mente participando en las diversas serie de juegos que se llevaron a cabo entre ambos institutos, y pasando tiempo en compañía de Travis y Colin, la remembranza de su tácita y palpitante rivalidad entre él y Liam acudió a su mente después de echar un vistazo, una vez más, al semblante de Neal entre una atmosfera de camaradería con sus amigos; le daba la impresión de que las condiciones actuales en las que se encontraban apenas había repercutido en Neal.

     Pese a que estaba con Colin y Travis, y podía proceder por su voluntad y sin ataduras, sentía que estaba bajo el constante y rígido escrutinio de Neal y de los demás en su entorno; que debía revestir a tiempo completo su papel de novio feliz.

     Ese sentimiento le afectaba, atribuyéndole a Neal la culpa de privarle de una autentica diversión en lo que se suponía debía ser el campamento.

     Con la llegada del atardecer, mientras corría una suave brisa fresca en un ambiente caluroso, en los alrededores del exterior del edificio de alojamiento comenzaron a iluminarse fogatas. Los estudiantes se dispersaron entre los distintos redondeles.

     Asher deambuló solo –Travis tenía lección de anatomía española, mientras que Colin había preferido quedarse en su cuarto– entre los diferentes círculos intercambiando palabras con sus conocidos.

     En ese recorrido, al divisar a Neal sonriendo con falsedad, su tope de tolerancia llegó a su límite.

     Soltó un bufido despreciativo, pugnando con todas sus fuerzas no cometer alguna idiotez, cuando al apartar su vista, avistó a Liam dirigiéndose hacia él. Por su mente pasó la ocurrencia de entretenerse con Liam para distraerse de Neal y así no perpetrar un error que pudiera condenar a Colin, Travis y Henry.

     Con pasos firmes, fue hacia su encuentro.

     Estaba a punto de articular algo, pero Liam lo detuvo llevando un dedo a sus labios y agitando su cabeza para que lo siguiera.

     Al principio Asher se mostró suspicaz; sin embargo decidió ir tras Liam.

     Liam lo llevó hacia uno de los angostos senderos que hacía un día habían recorrido; no obstante, el sendero que tomaron no era el que Asher y Travis habían tomado. Fueron sigilosos con sus pasos, apartando las ramas de los arbustos más pequeños hasta que llegaron hasta una empalizada de alambre. Asher atisbó que más allá se encontraban las canchas de tenis.

     — ¿Por qué me trajiste hasta aquí? —le murmuró a Liam.

     —Resolveremos de una vez por todas quién es el mejor.

     —Pero —Asher volvió su rostro hacia las canchas—, ¿qué hay del conserje? ¿No hay alguien vigilando?

     —No; ya he dado una ronda y no hay nadie; pero sólo para ser precavidos jugaremos un partido de dos sets de tres. Si yo gano, la esencia del argumento de Peter pasará a ser desestimada y yo tendré razón en que los Alfas somos mejores que los Omegas; pero si tú ganas... —Se detuvo.

     — ¿Si yo gano, qué? —Asher le dedicó una mirada maliciosa.

     —Ya sabes lo que quiero decir. —Chistó.

     A pesar de la peligrosa perspectiva de jugar en las canchas cuando no se debía, la ansiedad por conocer quién de los dos era el mejor superaba el riesgo de que los descubrieran y recibieran una reprimenda. Las dos únicos veces que ambos habían jugado Asher le había ganado, y la última partida había sido interrumpida por un entrenador.

     En el espacio de tiempo que había sucedido desde el primer encuentro era relevante, puesto que Liam habría podido mejorar su destreza, y como ambos se encontraban en una casi insoportable incertidumbre por saber quién llevaba la razón, esa cuestión pesaba más que cualquier otro reparo.

     Asher accedió.

     Ambos desanduvieron sus pasos para ir hacia el edificio de alojamiento, ataviarse con sus indumentarias, y coger su equipamiento para luego volver hacia la empalizada de alambre. Debajo de ésta, había una abertura por donde se podía pasar arrastrándose; Asher fue el primero en pasar antes que Liam.

     — ¿Un juego de tres sets? —volvió a corroborar Asher.

     Liam asintió, preparándose en el otro extremo de la cancha.

     La ansiedad y la tensión imperaban en sus facultades; el primer set apenas apreciaron con detenimiento sus mutuos movimientos y jugadas; ambos se lanzaban a contestar o rematar un punto con el mismo ímpetu y vigorosidad.

     Asher logró obtener el primer set.

     El segundo, le correspondió a Liam.

     En el tercer y último set decisivo, la facultad del juego aumentó entre sempiternos deuce y tie briek. La jugada comenzó a afectarles de manera considerada entre sus agitadas respiraciones y sus enardecidas y palpitantes extremidades.

     Asher comenzó a sentir que la oscuridad que se había asentado tras la desaparición del sol que iluminaba todo el campo, junto con la impaciente angustia por conocer el resultado del juego, estaban empezando a perturbar su rendimiento.

     Liam puso el punto final al juego tras lanzar un golpe que Asher no pudo alcanzar.

     Liam había ganado el encuentro.

     Asher soltó un gemido lastimero llevándose las manos a los ojos y colocándose en cuclillas, en tanto Liam retozaba de felicidad.

     — ¡Te gané; yo tenía razón! —le espetó Liam.

     — ¡No! No podía ver nada; la oscuridad afectó mi visión. —refutó Asher.

     —No te excuses.

     Asher se puso de pie.

     —Pues, yo te gané la primera vez, por lo tanto, técnicamente esto es un empate.

     Liam, quien había recuperado la compostura, frunció sus cejas.

     —No. Ni siquiera lo intentes; acordamos que quien ganara en esta partida sería el mejor.

     Asher lo miró por unos segundos con los brazos cruzados.

     —No —Sacudió su raqueta—. Yo te gané en un partido de cinco sets; el que acabamos de jugar sólo fue de tres sets —Sonrió—. Si lo ponemos de este modo, yo te gané en un partido de cinco sets, mientras que tú me ganaste en uno de tres. Yo tengo más crédito.

     Liam adoptó una expresión ofendida, abriendo la boca y enfatizando más su ceño.

     —Sólo estás molesto contigo mismo por tu pésima jugada. Yo gané, y tú sabes que estoy en lo cierto.

     Asher cedió con un movimiento de cabeza, debido a que así lo habían estipulado.  

     Terminar el día no sólo con su límite de paciencia rebasado por Neal, sino que también perdiendo en un enfrentamiento con Liam era la cereza sobre el pastel.

     Además de suponer que la oscuridad de su alrededor había sido un factor determinante para su rendimiento, la idea de que su relación con Neal comenzaba a afectarle de una manera negativa, presionando su mente, lo atenazó. Anteriormente, el estrés había sido un buen componente para la cancha, pero ese tipo de estrés se trataba de uno benigno; mientras que el estrés que Neal le ocasionaba era uno maligno.

     Si ese era el caso, Asher supo que si no hacía algo al respecto, el asunto que tenía con Neal podría alterar su capacidad mental y física como lo estaba haciendo ahora en la próxima Competencia Eliminatoria.

     —Será mejor que volvamos. —Oyó sugerir a Liam.

     Ambos pasaron sus bártulos sobre la abertura de la empalizada de alambre, para seguidamente hacerlo ellos mismos.

     La luz de la luna se filtraba a través de las hojas del bosque, dando cierta orientación a Liam y Asher para poder distinguir el sendero que conducía hacía las cercanías del campamento. La temperatura había descendido significativamente, y sólo se lograba escuchar el canto de los grillos.

     Ante la perspectiva de la ausencia de Neal, del pequeño problema que había metido a Colin con Travis, y la sensación que le transmitía la soledad del bosque, Asher se detuvo para admirar entre las copas de los árboles el firmamento.

     Una apacible serenidad se instaló en él.

     — ¿Qué te ocurre? —Liam, que iba a la delantera, frenó sus pasos.

     —Ah, sólo miraba el cielo. —contestó vagamente.

     Liam le tendió la mirada por unos minutos sin que Asher lo viera. Hizo unos gestos nerviosos con las manos y la cabeza, para luego acercarse hasta Asher, flexionar ligeramente su rodilla, y apuntar su dedo hacia el cielo.

     —Ése —Señaló a una fila de estrellas que iban en vertical, y que al final se bifurcaban en otras dos estrellas. — es la constelación de Escorpio.

     Asher sonrió de medio lado del rostro.

     —Pensé que dirías que era la constelación del perdedor.

     —Quise hacerlo —admitió Liam, reincorporándose. —; pero salta a la vista que ya has sufrido demasiado. Estás taciturno; por lo general sueles hablar hasta por los codos.

     —Pensé que ese era mi mayor atractivo. —dijo, refiriéndose a sus audios.

     Liam blanqueó los ojos antes de apartarlos.

     Al retornar al campamento, con pasos discretos y entre las hojas de los arbustos, repararon en el ambiente más animado, en las miradas furtivas en un implícito mensaje que todos intercambiaban, y la manera que en que se pasaban y bebían las botellas de fogata en fogata.

     No tardaron en llegar a sus oídos el rumor de que habían alterado las bebidas con alcohol. Tan pronto como Asher se separó de Liam para dirigirse a su cuarto y cambiarse de atuendo, pensó que no sería una mala idea digerir un poco de alcohol para amortiguar sus preocupaciones y así caber la posibilidad de concluir la velada relajándose y alejando de sí los pensamientos que atañían a Neal.

     Se unió a una de las fogatas, y consumió un buen trago de jugo natural mezclado con alcohol.

     De manera paulatina, sintió cómo una bruma ofuscaba su visión, y algunos retazos de cosquilleo vibraban en sus extremidades; mas, creyó que se debía a los efectos del alcohol.

     Repentinamente, las personas de las otras fogatas contiguas comenzaron a bullir y a alterarse; el rumor de que estaban consumiendo alcohol había arribado hasta la fogata donde se encontraban los profesores y los entrenadores, y éstos emprendieron a dispersarse para indagar a los estudiantes.

     Todo el mundo se alzó e iniciaron a huir hacia el edificio de hospedaje o hasta las penumbras del bosque. Asher, contagiado por el barullo que estaba formándose, imitó a los demás marchando velozmente hacia el edificio, dado que también corría la contingencia que identificaran en su aliento el olor a alcohol.

     Se apresuró ladeando los arbustos y rebasando las fogatas en su carrera por llegar hasta el edificio. Fue entonces cuando atisbó a Adam surgiendo de la entrada de la residencia dirigiéndose en sentido contrario.

     — ¡Corre, Adam! —le gritó con diversión.

     Los ojos de Adam se abrieron de par en par, pero no por la razón que Asher creía.    Se volvió, y haciendo caso de su indicación, emprendió su marcha nuevamente hacia la entrada. Allí, se tropezó con Liam quien bajaba de la escalinata con una amplia sonrisa; lo tomó del antebrazo y le dijo algo ininteligible para luego arrastrarlo con él hacia el interior.

     Asher estaba subiendo los peldaños, cuando se cruzó con Neal.

     — ¡Asher, estás en tu celo! —le anunció con la respiración excitada.

     Asher detuvo su trote.

     La notificación que Neal le había hecho aclaró la niebla de duda que hasta hacía poco lo había afectado sobremanera: su fatal desempeño en la partida con Liam; Asher había conjeturado que sus facultades habían sido alteradas por su relación con Neal, pero al considerar que la llegada de su celo respondía a su inusitada actuación en la cancha, y en los síntomas –el mareo, su cosquilleo, y la imparcial nube que cubría su vista– que había desarrollado hacía un momento, encajaba con la situación.

     Asher no puso en tela de juicio a Neal.

     Asintió con una sonrisa alegre y volvió a retomar la carrera subiendo los escalones del interior del edificio a su habitación. Neal fue tras él. Se aproximó hasta su cómoda para buscar el frasco que contenía los supresores.

     Cuando lo halló para proceder a tomarlo, advirtió que Neal había cerrado la puerta detrás de sí. Ambos habían quedado solos.

     Al instante, Asher percibió una atmosfera incómoda entre el silencio.

     — ¿Qué? —preguntó, clavándole la vista desde el otro extremo de la cama que los separaba.

     —El primer celo suele ser el más fuerte; las pastillas no lo aplacarán del todo.

     Asher le sostuvo la mirada, esbozando lentamente una sonrisa.

     — ¿Y quieres que lo hagamos para que después todo el colegio sepa que lo hiciste con un Omega? —inquirió, recibiendo por respuesta el trastrocamiento en la expresión de Neal. Asher soltó una risa amarga. —. ¿Sabes? Es fácil adivinar tus verdaderas intenciones; te mueves por la convencionalidad —Apartó su mirada por un segundo—. Darte mi primea vez sería la último que haría; hace un momento llegué a pensar que tú eras el motivo de mi culminación en mi trayectoria de tenis; creí que comenzaría a perder por tu culpa. ¿No te basta con tener una vida fácil? Pareces que te la pasas bien con todo el mundo y tienes una vida arreglada. Yo amo el tenis y no permitiré que tú interfieras.

     — ¿Crees que yo tengo una vida fácil? —Asher reconoció en el semblante de Neal esa misma expresión que había visto en el cubículo de los sanitarios del instituto en el baile; una mirada flamígera y mortífera. —. No la tengo —lanzó casi con veneno—.   Semanalmente voy a la clínica para que me inyecten; tú no te das una idea del dolor que tengo que pasar. Apenas salgo a fiestas o a otra parte sino es para conquistar a alguien; mi padre se casó con mi madre porque la dejó embarazada estando comprometido; ahora le dice a todo el mundo que mi madre era una corredora de bolsa y no su secretaria. Ella lo ama de verdad, y él sólo la mira como si fuera la razón de sus infortunios y a mí... —Hizo una pausa—. A mí me ve como si fuera su bastardo, o como si aún continuara siendo un Omega. Estoy rodeado de personas, pero no tengo amigos, y nunca me acostaré con nadie porque cuando vean mi cuerpo, mis marcas... Nadie se acostaría con algo así.

     Asher guardó silencio.

     —Yo sí me habría acostado contigo, Neal —dijo al cabo—. Si me hubieras dicho que eras en realidad un Omega... Tampoco me hubiera importado tus marcas. Demonios, eras mi novio; sí que lo habría hecho.

     Las facciones de Neal se relajaron; sin embargo, la irritación de Asher crecía ante la nostalgia de los sentimientos que una vez había sentido por él; le urgía salir de la habitación. Rodeó la cama y fue hacia la puerta, pero Neal le obstaculizaba el paso.

     —Hazte a un lado. —soltó con frialdad.

     Neal, quien estaba cabizbajo, alzó su vista.

     — ¿Lo decías en serio, sobre lo de acostarte conmigo?

     Asher aguardó un momento antes de responder.

     —Sí.

     Esperó con paciencia a que Neal se apartara, pero en lugar de hacer eso, se irguió para apoyar su cabeza sobre la puerta, sosteniéndole una seria mirada.

     Asher abrió sus labios para reclamar, pero su voz no salía. Escuchaba la inspiración de Neal, y casi podía imaginarse su calor corporal. Asher le alcanzaba hasta sus ojos; cuando solían besarse, él tendía a levantar su mentón.

     Entonces, apreció nuevamente esa magnetismo que en un principio había sentido por Neal, dispersando todos y cada uno de los eventos execrables que había tramado y en la que lo había involucrado. Sintió como sus labios carmín igualmente semi abiertos lo llamaban. 

     Ambos se acercaron lentamente hacia el otro hasta fundir sus labios. El beso fue efímero, pero se sintieron presa de un repentino arrebato de lujuria por el otro; como si aquel beso confirmara que el sentimiento era recíproco y que se atraían.

     Volvieron a unir sus labios en un beso más precipitado y voraz. Neal rodeó la nuca de Asher con su mano, mientras que Asher llevó los suyos hacia la cintura de Neal para registrar cada parte de su cuerpo. Los dos, en un tácito acuerdo, se movieron hacia la cama donde se recostaron, aún, devorándose el uno al otro.

     Asher envolvió sus piernas hacia sus caderas, sintiendo cómo su entrepierna se avivaba. Pero pronto Neal los deshizo para subir su camiseta, bajar hasta sus pezones y lamerlos de manera lasciva. Asher abrió sus labios, conteniendo un gemido por la vorágine de sensaciones incitantes que se agolpaban en su pecho. Neal bajó hasta su ingle, desabrochó el zíper de su pantalón, apartó su bóxer para dejar a la vista su erecto miembro, y lo engulló ávidamente subiendo y bajando.

     Asher sintió una fuerte descarga eléctrica en su cuerpo; sus pezones comenzaron a cosquillearle y tenía una apremiante necesidad de mover sus caderas. De su boca empezaron a salir gemidos arrastrados por su garganta ante el placer. Era como tocar al cielo.

     Sintió como Neal introducía su mano en sus boxers y palpaba su entrada con los dedos.

     —Estás muy húmedo. —musitó.

     Asher respondió incorporándose, apoyando sus brazos sobre la cama detrás de su espalda, y conduciendo una de sus manos hacia la entrepierna sobresaliente de Neal para acariciarla. Neal soltó un gemido de siseo. Pasó unos minutos masajeando la forma vertical de su miembro cubierto por su pantalón; nunca antes había experimentado aquello, de necesitar algo de manera desesperada. Bajó su zíper y boxers para saltar de manera repentina su falo: era grande, y se ensanchaba más a medida que llegaba a la base. En la uretra, emergía un líquido pre seminal.

     Asher se despojó de su camiseta y de sus pantalones; Neal, observando lo que ejecutaba, comenzó a sacarse sus atuendos; sólo dejándose la camisa.

     —Sácatelo. —le ordenó Asher.

     Neal no realizó ningún movimiento, como si no estuviera seguro de acatar su orden. No obstante, no transcurrió mucho para quitárselo de encima. Asher arrastró su ingle para acercarlo al miembro de Neal mientras aún se sostenía con los brazos sobre la cama; Neal tomó su falo y comenzó a rozar la punta sobre su entrada.

     — ¿Lo hacemos? —inquirió Neal, observando las mejillas encendidas de Asher.

     —Protección... —gimió Asher—. Necesitamos protección. En mi cómoda. —Apuntó sobre ésta con la ínfima noción que aunaba; se trataba del condón que Liam había recogido en el pasillo de la casa de Rita la vez que fue para su cita de estudios.

     Neal se acercó hasta el mueble para buscar en el primer cajón. Cuando lo obtuvo, volvió a acomodarse entre las piernas de Asher; con manos temblorosas y nerviosas, rompió la cobertura e intentó colocárselo en el miembro, pero trepidaba demasiado para hacerlo. Asher cogió el látex y lo acomodó por él.

     Cuando estuvieron listos, Neal situó la punta de su falo sobre la entrada, y dio inicio a introducirlo quedamente. Asher experimentó una sensación similar al desgarro de un tendón en su esfínter. Perseveró el dolor hasta que Neal llegó a meter la totalidad de su miembro en su cavidad, que por la abundante lubricación natural de su celo, no se le dificultó. Neal soltó un gemido de placer, exhalando un prolongado suspiro sobre el hombro de Asher.

     —Es mejor que masturbarse —soltó. Asher no respondió; intentaba contener el dolor palpitante entre sus entrañas. —. ¿Quieres que me mueva?

     —No —farfulló—. Aún no.

     Neal notó su expresión dolorosa; juntó sus labios con los suyos para iniciar un beso profundo y obsceno, entrelazando ambas lenguas sobre el espacio de sus labios.

     Cuando rompieron el beso, Asher contempló la curva descendiente de la cintura de  Neal, que desembocaban con las dos protuberancias de sus glúteos. Distinguió las marcas en su espalda; pero lejos de repelerle, sintió que la excitación crecía, y comenzó a mover sus caderas.

     Ambos entablaron un vaivén lento entre sus entrepiernas, que progresivamente, en la proximidad del éxtasis, subieron la velocidad mientras proferían incontenibles gemidos. Asher sintió que estaba por estallar, convulsionándose, cuando su uretra salpicó semen en todo su torso. Neal no tardó en venirse en el interior de Asher, empujando su cadera en lo más fondo de su entrada y emitiendo un extenso gemido.

     Con sus cuerpos calcinados, cubiertos de sudor y fluidos, se reclinaron rendidos sobre el esponjoso plumón en tanto recuperaban el resuello.

     Asher difícilmente podía recobrar su buen juicio ante lo que había realizado; había mantenido relaciones con Neal, la persona que sometía el futuro de sus amigos y su misma integridad. Su mente no dejaba de repetir el reciente acontecimiento en su cabeza, y su cuerpo parecía incapaz de despojarse de ese placer que Neal le podía brindar.

     —De nuevo estás excitado —Lo oyó. Al volverse hacia donde Neal apuntaba, reparó que su miembro estaba erecto. —-. ¿Quieres volver a hacerlo? Tengo un condón de los que compré en la farmacia.

     Asher se quedó catatónico ante la falta de dominio sobre su cuerpo; no quería volver a hacerlo, no con Neal, pero su organismo discrepaba con él.

     —Sí. —accedió al final.

     A la mañana siguiente, el cuarto estaba siendo iluminado por la salida del sol cuando Asher despertó repentinamente incorporándose de la cama. Un leve dolor acudió a sus caderas, y sobre todo a la entrada de su ano; pero esa agonía no era comparable a la dolencia moral que estaba llevándose a cabo en su cabeza. « ¿Qué he hecho?», se preguntó con los cabellos revueltos.

     Al ladearse a un lado, discernió a Neal que lo miraba con una sonrisa bobalicona.

     —Buenos días —Agrandó su sonrisa—. Lo hicimos dos veces. —remarcó alzando los dedos de su mano. Se arrimó a una orilla de la cama, y apuntó a los dos preservativos usados que yacían sobre el suelo.

     Asher, sin salir de su aturdimiento, no pudo desplazar su vista de los preservativos, y de los que éstos implicaban.

Dylan Davies y Henry Evans.

Los ojos de Dylan Davies seguían a la representación bamboleante de la alharaca que había visto desde su gestación incipiente, hasta lo que ahora presumía era su apogeo.

     Se encontraban en su turno de descanso un sábado por la mañana en una plazoleta cercana a su lugar de trabajo. Henry Evans, su compañero de clases y amigo, ataviado de indumentaria deportiva, puesto que acababa de finalizar su trote matutino, se movía de un lugar a otro con un cariz meditabundo.

     —Es la primera vez que me gusta un hombre... —decía—. No quiero decir que esté mal; mis padres son muy estrictos al respecto, pero yo no creo que el homosexualismo sea algo malo... Sólo —Hizo una pausa para buscar el término en su cabeza—, que es diferente, es extraño. Cuando me solía gustar una chica sólo se lo decía y terminábamos estando juntos; pero esto es más complicado: Asher sale con Neal, pero a la vez también es mi destinado. ¿Qué debería hacer? No puedo quitárselo a Neal; existen códigos, ¿no? —Dylan asintió—. Pero en verdad me gusta, y siento como la obligación de decírselo, pero si lo hago... pensará que le estoy proponiendo matrimonio o que lo estoy atando de por vida conmigo; quiero decir, no tendría problema con eso —adicionó—, pero... siento que si estamos juntos ahora, siendo jóvenes, entraremos en la rutina y no quiero eso. Mis padres son destinados, se casaron siendo jóvenes y su matrimonio no siempre fue de color de rosas —Henry, con algunas gotas de sudor brillando como perlas en su frente, se detuvo para mirar a Dylan y abrir sus brazos. —. ¿Qué debería hacer?

     —Claramente te enfrentas a una disyuntiva entre el sentimentalismo y el pragmatismo: como destinados, ustedes, tarde o temprano, en una parte de la línea temporal de sus vidas, que están acopladas, se unirán —Henry afirmó con la cabeza—; si optas por escoger la alternativa del sentimentalismo, sólo recibirás un satisfacción temporal que con el tiempo se atenuará al entrar en la rutina; pero si buscas algo de largo plazo, optarás por el pragmatismo; no estarán juntos ahora, pero sí lo harán en un futuro, y no tendrán el problema que temes. 

     Henry lo admiró con un especial fulgor en sus pupilas ante la excelente plasmación de su encrucijada.

     —Eres un genio, Dylan —lo halagó; con todo, volvió a fruncir el ceño y a retomar su recorrido. —. Pero, no estaré realmente complacido hasta que Asher me lo diga. ¿Y si de pronto quiere intentarlo conmigo?

     Esa no era la primera vez que Dylan le brindaba una sesión terapéutica a Henry; habitualmente comenzaban por la misma raíz, y concluían con el mismo colofón de siempre pese a que Dylan le proporcionaba la solución a su dilema: con un Henry aún más confundido.

     Henry se frenó de súbito al advertir que su teléfono vibraba. Lo cogió del bolsillo de su pantalón de algodón, y lo encendió para deslizar sus ojos de un extremo a otro en la pantalla de su celular. Dylan notó que algo lo perturbó, porque el rostro de Henry languideció.

     Henry alzó su vista para acto seguido tenderle su móvil. Dylan leyó el contenido del mensaje –y la causa que lo pasmara– que Henry había recibido: «¡¡¡Neal y Asher lo hicieron en el campamento!!!».

Liam Laurie.

La inquietud se había aferrado sin tregua en Liam Laurie.

     Al alba, sin poder soportarlo más y sin haber podido pegar un ojo durante la noche, había salido a correr por las inmediaciones del campamento para despejar su mente de sus opresivos e insondables pensamientos.

     Desde que Adam le había comunicado que Asher se encontraba en su celo, tras verlo huir al edificio con el resto del campamento, Liam no había podido dejar de pensar en él.

     Sabía que Asher era lo bastante avispado como para saberse abastecido de supresores, pero no podía sacudir de su mente la incógnita de si realmente no lo hubiera hecho, y, lo principal, y que desde hacía días rondaba por su cabeza sin lograr deshacerse de él desde que Travis se lo formulara: ¿Y si realmente le gustaba Asher?

     Tenía fotografías suyas en su teléfono, su voz no le disgustaba, y admitía sólo para sí mismo que su personalidad condescendiente, y su aspecto, le agradaban. Hasta había reparado en que siempre buscaba un pretexto para captar su atención; hacía horas le había propuesto una partido de tenis no por la necesidad de saber quién era el mejor, sino sólo para pasar tiempo con él. Constantemente gustaba en llevarle la contraria porque le reportaba un inconsciente delectación, pero era la idéntica idiosincrasia que los niños pequeños adoptaban para llamar la atención de las niñas que les gustaban, como jalarle el mechón de un cabello o rayarle su dibujo.

     Efectivamente, Liam se sentía como un niño pequeño.

     Las evidencias de sus sentimientos eran patentes, pero le asustaba admitirlo. ¿Cómo se podía procesar el que estuviera enamorado de Asher durante dos años? ¿O es que acaso su acercamiento con él había reforzado lo que en un principio sólo se trataban de unos rescoldos insignificantes de atracción que Travis había azuzado al incrustarle esa interrogante en su cabeza?

     En su interior, maldecía a Travis; rumiaba que toda la culpa de sus ambivalentes sentimientos se debía a él.

     Debatía esto, cuando al tomar un receso, sintió que su teléfono vibraba. Era un mensaje general que a todo el instituto le había llegado: «¡¡¡Neal y Asher lo hicieron en el campamento!!!».

     Liam sólo precisó de ese breve mensaje para aceptar de una vez por todas, que Asher le gustaba.

Notas finales:

¡Mañana habrá capítulo extra!


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