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Girando en un espiral de problemas. por ASimpleWriter

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Notas del capitulo:

Asher y Liam, en ciernes de su nueva relación, se tropiezan con inesperados problemas: de parte de Liam, con un tornillo suelto que aflige su autoestima; y de parte de Asher, con la creciente preocupación a la espera de un golpe de su ex novio, Neal, tras su trágica ruptura. Y quizás su sospecha se vea concretada cuando Neal le tiende una trampa que hace que la vida de Asher vaya cuesta abajo.

Capítulo 14.

Los días se sucedieron bajo la inalterable vigilia de Asher a la espera de lo que suponía un angustiante e inminente golpe de parte de Neal tras su inesperada reacción en la ruptura. Su tensión se reflejaba en sus músculos faciales, el ocasional ceño fruncido, y los ojos a la expectativa de alguna contrariedad.

     Desde ese suceso, y desde que la noticia de que él ahora salía con Liam llegó a saberlo todo el colegio, Asher había esperado que Neal elaborara un pretexto que contestara a su súbito rompimiento en el que él y Liam salieran mal parados frente a todos, y Neal como la víctima; sin embargo, su temor fue en vano: Neal respondió que había sido una decisión mutua en el que quedaron en buenos términos.

     Eso no hizo sino intensificar la aprensión de Asher.

     En cambio, sí recibió un revés, que si bien lo había considerado como una posibilidad remota, de donde menos se lo esperaba: de Max Mayer. Cuando la novedad llegó hasta sus oídos, los reprendió a él y a Liam empleando un argumento más que sólido y que él presumía elemental y de conocimiento general: jamás salir con un compañero del mismo campo, ya que eso traería repercusiones en el rendimiento de la cancha.

     A pesar de eso, posterior a la amonestación, no los conminó a romper su relación.

     En cuanto al entrenamiento para la cada vez cercana Competición Eliminatoria, Peter había aligerado significativamente la carga de la preparación al estudiar con diligencia a cada uno de los adversarios a los que se enfrentarían.

     Aun en un domingo por la tarde en su alcoba, y ante la ausencia de cualquier peligro, sus ojos se mantenían fijados en un punto de las palabras formadas en el juego de mesa «Scrabble».

     Liam, quien estaba al otro extremo del suelo, y presto a que Asher empleara su turno, intuyó el cauce que tomaban sus pensamientos.

     —Ya deja de preocuparte por Neal —Oyó Asher, saliendo de su concentración. —. Te dije que debías haberme dejado estar contigo cuando rompieras con él.

     Asher abrió sus labios para disentir; mas, sabía que sería inútil negar el hecho evidente de que sus pensamientos giraban en torno a Neal.

     —No hubiera cambiado nada el que estuvieras allí; es más, hasta podrías haberlo empeorado —especuló—. Traté de ser persuasivo con él, pero supongo que no todas las personas se toman bien las rupturas.

     Y a su serie de preocupaciones se había unido –para agravar aún más su paz mental– la contingencia de que tras la ruptura el acuerdo que él y Neal habían establecido de dejar atrás las amenazas contra Travis, Colin y Henry quedaran en el olvido, lo que implicaba que aún seguían en riesgo.

     Una vez más ante las reflexiones silenciosas de Asher, Liam se exasperó.

     — ¿Sabes? Desde mucho antes que comenzara a advertir que mis gestos estaban siendo correspondidos presentí que las cosas entre ustedes no iban bien; solías estar prendido de él —articuló con desdén—. ¿Qué sucedió? ¿Descubriste su verdadera personalidad tras esa fachada de ciudadano ejemplar? ¿O fue por la marca que encontraste en una ocasión en su nuca?

     Asher le sostuvo la mirada, hesitando entre si debía revelarle la auténtica razón, o  mentir para proteger cualquier fragmento que pudiera dar cabida al secreto de Neal, que pese a las calamidades a las que lo había sometido, se sentía comprometido de ocultar su verdadera condición.

     —Yo... —Titubeó, enfatizando el ceño.

     —No te atrevas a mentirme —advirtió Liam señalándolo acusatoriamente—; tenemos nuestra cláusula de decírnoslo todo.

     —Oh, no me salgas con eso.

     —Y ahora estamos saliendo —adujo—, así que debes decirme la verdad.

     Asher torció su gesto, renuente.

     —Me ayudas si ignoras el motivo por el que dejó de gustarme; sí sucedió algo entre nosotros, pero prometí no contárselo a nadie.

     Liam parpadeó visiblemente disgustado, pero al cabo, asintió con reacio. Asher, aliviado de ver cesar su cometido, se centró en formar alguna palabra con sus fichas.    Colocó de manera horizontal tres fichas para crear la expresión «LOVE».

     Liam, aún enfurruñado, eliminó las dos últimas letras que Asher había conformado  para sustituirlo por el término «LOST».

     Se cruzó de brazos ante la azorada mirada de Asher.

     —No puedes pensar en tu ex novio cuando estás conmigo. —rezongó.

     Las comisuras de Asher se alzaron en una sonrisa divertida.

     —Lo siento, lo olvidé, fue mi culpa.

     Se acercó hasta él arrastrando sus cuatros extremidades en el suelo, quedando su rostro a centímetros del de Liam, que curvaba sus labios hacia arriba.

     —No trates de disculparte con chantaje emocional... —decía, cuando Asher asió con firmeza los laterales de su rostro con sendas manos, y le plantó un beso en los labios.

     Liam desistió sin dar más batalla, derritiéndose ante su cercanía. 

     De seguida, Asher bajó sus labios hasta el cuello de Liam para desperdigar breves besos en él. Al llegar a la nuez de su garganta, se enfocó en esa área relamiéndolo, girando su lengua como un punto concéntrico.

     De pronto, su ardo trabajo se vio interrumpido al removerse los ligamentos de la garganta de Liam al soltar un gemido prolongado. Asher alzó su mirada para escrutar sus facciones. Alarmado, alternó su vista bajándolo hasta la entrepierna de Liam: una mancha oscura se extendía con lentitud a un costado de sus jeans.

     «No de nuevo... », se lamentó al advertir que había perdido su oportunidad.

     Pese a que hizo un raudo esfuerzo por no mostrar su inconformidad, Liam notó en su matiz la decepción y exclamó con tono afligido.

     No era la primera vez que ocurría.

     Desde que ambos comenzaran a salir, y dado sus antecedentes –Liam con su historial de fijación con Asher, y Asher, que preliminarmente había estado en su celo– la tensión sexual en el aire había sido una sensación latente y progresiva que se habría podido cortar con un cuchillo.

     No obstante, cuando los dos intentaban concretar sus deseos, Liam eyaculaba antes de poder dar el gran paso. Asher no deseaba presionarlo más que lo que percibía que Liam se sentía, pero estaba sexualmente frustrado. ¿Cómo es que lograba llegar al éxtasis con tan escaso estímulo? Ocasionalmente, profesaba celos hacia su propia persona cuando evocaba que Liam podía durar más tiempo con él en fotografías que con él mismo en persona.

     Lo que desconocía, era que no era la única persona que pasaba por lo mismo.

     Al día siguiente en el instituto, al término de la primera ronda de clase y la llegada del receso, su ensimismamiento seguía la misma senda de su conjunto de temores que lo atenazaban ante la presencia de Neal en el colegio.

     Estaba al aire libre en el campus, en compañía de Liam y Adam, cuando la luz solar se vio bruscamente apartada por una sombra proyectada sobre su rostro.

     — ¿Sabes algo sobre la precocidad? —preguntó Colin.

     Asher pestañeó varias veces para recobrar el sentido. A su lado, Liam se incorporó de golpe con las líneas de expresión marcadas y los labios desmesuradamente separados, indignado. Asher captó que debía preguntarse si le había informado a Colin sobre el problema con su duración.

     Agitó en sentido negativo su cabeza y se volvió a Colin para aclarar el asunto.

     — ¿A qué te refieres?

     —Es por Isaac —Su cariz estaba más cohibido de lo normal. Se colocó de cuclillas para acomodarse mientras Asher le dirigía una mirada para constatar a Liam que no había dicho nada acerca de su situación. —. Lo hemos estado intentando y... —Asher alzó sus cejas, admirado por el avance. —, y... él se viene antes de que podamos hacer más. —concluyó.

     Asher frunció el ceño, sin saber cómo orientar su circunstancia cuando él mismo no sabía qué hacer con la suya, y barruntando que cualquier juicio que emitiera en lo concerniente Liam podría darse por aludido.

     Adam adelantó más su figura para dejarse ver por encima de Liam.

     — ¿Es la primera vez que ustedes lo están por hacer? —le inquirió a Colin, quien asintió. —. No creo que sea un problema de precocidad; yo también estuve en esa misma situación cuando empecé a salir con Alice. Cuando llegaba la hora de hacerlo me asaltaban dudas como: « ¿Le gustará mi cuerpo?» o « ¿Y si no lo hago bien?». Esas preguntas minaban mi autoestima, y poco después descubrí que es lo que me afectaba como una especie de mecanismo de defensa para no realizar el acto sexual en sí. La única solución es que lo hables con tu pareja.

     Colin afirmó repetidamente la cabeza, en tanto Asher, agradecido por la pertinente intervención de Adam, asimilaba el mismo dato del que no había perdido detalle dentro de sí, cuestionándose si debía aplicar su empírico consejo.

     En ese momento, Travis arribó portando consigo una ladina sonrisa.

     — ¿Ya saben de qué se disfrazarán para esta noche en el baile de Halloween?

     —Yo conseguí un disfraz de Martin McFly de Volver al Futuro. —le respondió Asher con dejo orgulloso.

     — ¿Y tú, Colin? —le indagó Travis.

     —Aún no sé si vendré: tengo turno esta noche.

     —Oh, vamos —replicó—. Éste será tu primer baile con Isaac, y todos sabemos lo que pasa después o durante los bailes.

     Las mejillas de Colin se ruborizaron por la implicación.

     — ¿Y tú vendrás vestido de Biff —acentúo Travis dirigiéndose a Liam—, para hacer juego con el disfraz de Asher?

     Liam permaneció en un enigmático silencio un momento antes de responder.

     —Mi madre encargó el disfraz de último minuto; ignoro lo que sea.

     Asher lo contempló algo atolondrado por su indolencia.

     Tal y como Travis le expresó a Colin, para él del mismo modo sería el primer baile en el que iría con Liam, y el hecho de que éste hubiera ejercido un vago esfuerzo por buscar un disfraz y le hubiera dispensado tan insignificante importancia al evento, le afectó más de lo que esperaba.

     — ¿Adam? —La voz de Travis lo trajo de vuelta de su aturdimiento.

     —Yo vendré de James Bond; sólo con traje. —Se encogió de hombros.

     —Bien, creo que mi disfraz será el centro de atención de esta noche —Se jactó, captando el interés de todos. —: vendré de Joffrey Baratheon, de Juegos de Tronos.

     Asher no pudo refrenar soltar una risa a causa de la similitud de los personajes.        

     Tras que Adam se llevara de momento a Liam a dejar las bandejas del almuerzo en el refectorio, y Colin volvía con Isaac, Travis le sostuvo la vista a Asher desde su lugar.

     Asher, sin poder contener más la tensión, esbozó una sonrisa.

     —Sí conseguí un vestido victoriano para tu fiesta de cumpleaños.

     Travis asintió, bastante conforme.

     —Recuerda: nos veremos luego de esta —Señaló al entorno— fiesta para ir a mi casa a vestirnos al hito de la moda.

     Asher convino con un leve movimiento de cabeza.

     Puesto que era el único en la ciudad que sabía que Travis gustaba de disfrazarse con atuendos femeninos y acudir a clubes nocturnos de la misma índole, fue ineludible que escapara de la fiesta de cumpleaños que con mucha pompa consumaría en un club, y que daba precisamente ese día. Por consiguiente, por más que le amargase, debía guardar el acontecimiento nocturno del conocimiento de Liam.

     Con la llegada del anochecer, las nubes arremolinándose sobre el horizonte donde el sol se recortaba, y con una ligera brisa seca y calurosa otoñal, Asher emergió de la casa de Rita al pórtico usando unos vaqueros, una camisa azul sobre un chaleco jean que a la vez llevaba bajo un chaleco inflado rojizo; y encima de su cabeza, portaba una gorra de matiz iridiscentes.

     Aún persistía en él el desconsuelo que había provocado el ínfimo interés de Liam hacía el evento nocturno; por eso, cuando se volvió sin mucho ánimo para vislumbrar el disfraz que llevaba Liam, dio un involuntario respingo mientras un ardor acudía a sus mejillas.

     Su disfraz consistía en el animal silvestre con el que había soñado una noche: un conejo de tamaño enorme, al que no le cupieron dudas de que se trataba de una elección pretenciosa.

     —Tú... —balbuceó, pugnando por mantener la compostura. —. Jamás volveré a contarte lo que sueño. —le advirtió apuntándolo con el dedo.

     Liam se desembarazó de la parte superior del disfraz para dejar ver su rostro.

     —Pensé que podríamos intentarlo con este disfraz ya que es muy de tu gusto.

     — ¿Ahora? —Liam asintió como si fuera demasiado evidente. —. La fiesta comenzará en breve. Además, necesitaríamos más tiempo... —Al ver que Liam contraía sus facciones al sentirse señalado por su efímera duración, Asher se apresuró a esclarecerse. —. Lo que quería decir es que intentarlo nos llevaría tiempo. No es que seas precoz; en absoluto: creo que te sucede lo mismo que Adam.

     Liam chistó.

     — ¿De verdad te tomaste en serio lo que él dijo? Adam no sabe nada.

     Acto seguido, volvió a esconder su rostro sobre el disfraz, y se viró para ponerse en  marcha hacia la preparatoria. Asher dio unos pequeños saltos por haber abordado el tema, pero al final lo alcanzó dando grandes zancadas.

     —Su testimonio es fehaciente, Liam. Dime, ¿te sientes presionado? ¿O... acaso soy yo?

     Liam se giró bruscamente a él, cortándole el paso.

     — ¡No, no eres tú! Es sólo que... —Realizó movimientos nerviosos con su mano. —. Tú ya no eres virgen; yo sí, y no sé si lo haré bien, mejor o peor que... Neal. Y, el tú de persona en muy diferente al tú de las fotografías. Eres más real.

     Asher no puso cómo interpretar lo dicho.

     — ¿Lo último lo dices en un buen o mal sentido? —inquirió dubitativo.

     —En el buen sentido; cuando estoy contigo no puedo evitar venirme rápido porque se siente demasiado real.

     En lo respectivo a Neal, Asher tuvo la intención de cerciorarle que su experiencia con él ahora resultaba ser retazos lejanos y difusos cuya sensación de placer habían abandonado por completo su cuerpo y, en cualquier caso, la ejecución de dicho acto había sido en gran parte llevado por su celo, un deseo que meramente involucró a su cuerpo y no su absoluta integridad psíquica. Empero, temía que si lo decía pudiera dar alguna pista sobre la condición de Neal.

     Ambos reanudaron la marcha.

     —Bueno, por supuesto que nuestro caso será diferente con lo que tuve con Neal; pero te aseguro que será mucho mejor sin importar las inconveniencias que tengamos. Y ante lo último, es por eso que te dije que requeriríamos de más tiempo, porque tendremos que intentarlo muchas veces.

     — ¿Qué dices de esta noche, después de la fiesta?

     —Oh —exclamó, adoptando una expresión apenada. —. Esta noche Travis hará su fiesta de cumpleaños y me ha invitado, por lo que ya me he comprometido con él.

     —Maldición —farfulló—. ¿Qué harán?

     —Estaremos en su casa —contestó rápidamente; ya había ensayado la respuesta.  —. Será una velada íntima, sólo con sus más allegados —Liam asintió, haciendo rebotar las orejas que colgaban de los lados. —. Pero podemos hacerlo mañana, luego de entrenar en las canchas. ¿Qué dices?

     Liam alzó el pulgar justo antes de pasar por la entrada del colegio.

     El salón de ceremonias estaba decorado con figuras de personajes icónicos terroríficos y rezumaba sólo de dos únicos colores: el naranja y el negro. Habían cestos de calabazas esparcidos por todas partes repletos de dulces, y de las vigas del techo pendían lunas menguantes y murciélagos. Las estudiantes de la preparatoria Coubertin para señoritas nuevamente habían sido invitadas.

     Las facciones se dividían en dos partes: habían los que vestían disfraces, y otros que solamente habían concurrido con traje formal.

     El disfraz de Travis resultaba ser el que más atraía la atención: portaba unos pantalones pardos ajustados, un jubón dorado con diseños florales de matiz más oscura y con mangas holgadas debajo de un pedazo de tela que cruzaba diagonalmente de su hombro hasta su cintura. Sobre la cabeza, traía la corona con astas de venado.

     Colin se había decantado finalmente por acudir, y él junto con Isaac llegaron vestidos de los Hombres de Negro, mientras que Dylan y Henry vestían los cascos robóticos de los integrantes de Daft Punk.

     A Asher le llegó la noticia de que si bien la fiesta había sido organizada por Owen, éste no se había presenciado; en cambio, Neal sí, quien estaba ataviado con un ceremonioso atuendo palaciego y con una corona sobre su cabeza.

     Las pupilas de Asher se cruzaron con los suyos impensadamente, alcanzando a advertir que sus ojos ya habían estado clavados en él antes de que los notara. Los ojos celestes de Neal eran semejantes a dos cubos de hielos.

     Asher apartó su vista, zozobrado.

     —Debimos venir con disfraces a juego. —le reconvino a Liam mientras se servía ponche de una de las fuentes; antes de llevárselo a los labios, lo olisqueó para detectar si Travis lo había vuelto a alterar.

     — ¿Hubieras venido con un disfraz de conejito? —replicó Liam.

     — ¿Y tú del Doc? —repuso Asher—. Aunque también pudiste venir de Biff; él te hubiera quedado mejor. Y todo esto porque quisiste mantener en secreto tu disfraz.

     —Creí que te gustaría.

     Asher parpadeó sin cesar, sonrojado.

     —Me gusta. —articuló con embarazo. Al oír el inicio de una nueva canción, depositó el vaso sobre la larga mesa. —. Bailemos. —Meneó la cabeza hacia el centro del salón.

     Al principio Liam se mostró reticente alegando que no se sabía los pasos del baile, pero Asher logró convencerlo, orientándolo hacia el centro del recinto y llevando la batuta del baile.

Colin Coleman.

Colin exhalaba e inhalaba con parsimonia al haber impedido lo que podría haber sido la segunda pelea en el que Isaac se metiera.

     Contra todo pronóstico, Chris Campbell se había arrimado hasta él para solicitarle una pequeña audiencia frente a Isaac, y frente a todos los infortunios a los que lo había impuesto. Isaac, al tanto de su trato para con él, se encolerizó ante la demostración de sus ínfulas; sin embargo, por alguna razón, Colin terció en favor de   Chris y accedió a ir con él al exterior del campus lejos del alboroto.

     La noche era húmeda, los grillos cantaban, y en los alrededores estaba iluminado por la luz de la luna y los faroles en las orillas de los caminos de teselas.

     Las pupilas claras de Colin oscilaban de un lugar a otro, esperando a lo que Chris tuviera que decirle.

     Aún conservaba dentro de sí un pellizco de culpabilidad con respecto al golpe que le había propinado en el campamento, y casi podía vaticinar que la charla que quería emprender Chris versaba en eso, puesto que su tabique nasal había quedado ligeramente torcido.

     —Presumo que sabrás que no lo estoy llevando bien últimamente, ¿no? —interrogó Chris con una nota de retórica al que Colin respondió con un movimiento de cabeza. —. Todos me miran diferente desde que saben que soy un Omega; hasta se han ofrecido a ayudarme a guardar los barcos cuando antes podía hacerlo yo solo, como si necesitara ayuda. Todo esto ha sido una basura.

     Colin, absteniéndose a escuchar, asintió, sin saber qué es lo que esperaba Chris de él.

     Los contratiempos a los que sometían a Chris ya los había pasado él mismo, y empatizaba con su situación, pero sus sentimientos eran ambivalentes. Quizás lo único que buscaba Chris era poder descargarse con alguien.

     —Ya no tengo amigos y mis compañeros de remos no saben cómo tratarme. ¿Tú cómo pudiste sobrellevarlo? —le inquirió.

     Colin lo miró sobresaltado por la pregunta, pero buscó la respuesta en su mente.

     — ¿Tus padres te apoyan? —le sondeó, a lo que Chris afirmó. —. ¿Cuántos amigos te quedaron?

     —Sólo los gemelos, aunque son unos idiotas. —añadió.

     — ¿Tu rendimiento sigue siendo el mismo? —Chris confirmó, consternado por la retahíla de preguntas. Colin se encogió de hombros, como si la respuesta fuera sencilla de inferir. —. Tienes todo lo que necesitas para seguir adelante: tienes padres que te apoyan, amigos que en realidad te aprecien por lo que eres, y sigues siendo bueno en lo que te gusta hacer, porque no es una cuestión de condición. En cuanto a los amigos, ¿preferirías estar rodeado con las mismas personas que antes estaban contigo pero que al voltearte te muestren otra cara?

     Chris frunció el entrecejo, asimilando lo dicho.

     —Mis padres me apoyan, pero los dos son Alfas, y mi medio hermano mayor también lo es. No tengo conocidos Omegas porque siempre los rehuí; no estoy preparado para mi celo. El motivo por el que continué dándote presentes es porque creí que así tú, cuando te lo dijera, me perdonarías y... no lo sé. No sé dónde apoyarme.

     Colin abrió inmensamente sus ojos. Lo que Chris quería decir es que buscaba en él un apoyo en todo su proceso, pero ¿podía hacerlo? ¿Podía perdonar y ayudar a la persona que había moldeado su vida en su beneficio y por el placer de aplacar su temor de resultar también un Omega?

     Ciertamente, la exposición de las emociones que Chris revelaba requería de mucho valor después del historial que los enlazaba, y una muestra de su fragilidad. El mismo azar se estaba encargando de hacérselo pagar y, asimismo, él le había fracturado su nariz, y tal vez el desvío quedara para siempre en su rostro.

     —Yo te puedo ayudar si quieres.

     — ¿Lo dices en serio? —soltó Chris con seriedad y al mismo tiempo con pasmo.

 

     Colin agitó su cabeza.

Asher Avery.

Mucho antes de que la fiesta tocara a su fin, Asher y Liam se encaminaron por el camino de teselas en dirección a la salida, donde Travis los esperaba a una esquina del umbral de verjas oscuras. Eran los primeros en irse.

     Antes de traspasar la salida, Liam se detuvo frente a Asher.

     — ¿La pasaste bien? —Su voz era alterado por el disfraz.

     —Ver tus pasos de baile fue lo mejor de la noche, Liam —Se mofó, provocando que Liam se virara para hacer amago de marcharse. Asher lo refrenó cogiéndole del antebrazo. —. Sólo bromeaba; sí la pase bien. Y disculpa que deba irme tan temprano   —Al decir esto, desvió su campo de visión a Travis, quien le hizo un ademán impaciente. —. Pero supongo que te lo recompensaré mañana. Ahora deshazte de la cabeza de conejo para despedirnos.

     Liam hizo caso de su indicación, y al hacerlo, Asher advirtió una sonrisa vergonzosa en él, factiblemente por haber mencionado lo que les esperaba al día siguiente.

     Ambos acercaron sus rostros, pero antes de que sus labios se rozaran, se oyó un tumulto inmediato a ellos. Al volverse al unísono para ver qué los había interrumpido, contemplaron a Henry de rodillas sobre el suelo, y con sus hombros sacudiéndose de la risa que era contenida bajo el casco robótico. Era la décima vez que se daba de bruces en la noche.

     Mientras Asher rodeaba a Liam para ayudar a auparlo, Dylan, sin el casco puesto, llegó detrás de Henry también para auxiliarlo. Al posar su mano sobre el hombro de Henry, Asher se sobresaltó ruidosamente por una fuerte descarga eléctrica.

     — ¡Auch! —profirió, estudiando su mano. —. Esta vez ha sido fuerte.

     —Debe ser por el casco —Se señaló Henry, reincorporándose. —. ¿Estás bien?

     —Sí... —musitó Asher en tanto sacudía su mano para deshacerse del hormigueo.

     Travis se aproximó hasta ellos con una mueca.

     —Ya vámonos —los apremió. Al ver a Asher y a Henry, su semblante se conturbó como si de repente recordara algo. —. Asher, decidí invitar a Henry con nosotros.

     Asher lo miró alertado, concibiendo sin esfuerzo que la esporádica decisión de Travis significaba que Henry supiera de la esencia que él ocultaba, y que sería el meollo de su evento festivo. Sin embargo, para ocultar su inquietud, asintió.

     Al llegar al estacionamiento, Liam se encaminó hacia el auto de Adam quien lo llevaría hasta su casa junto con Alice; Dylan esperaría hasta la llegada de su padre, mientras que Asher y Henry siguieron a Travis hasta el auto de su madre.

     Cuando Asher encontró un momento para departir un momento a solas con Travis, le inquirió en un susurro:

     — ¿Estás seguro de llevar con nosotros a Henry?

     —No creo que haya problema —le dijo con una sonrisa curiosa—. Por algún motivo él transmite la misma energía que tú; es confiable. Además, es Henry.

     Asher movió su cabeza en sentido afirmativo junto con una sonrisa nerviosa, conocedor del por qué Henry transmitía su misma energía, ya que eran destinados.

     Ambos no habían estipulado nada acerca de ese detalle, si lo dirían en cuanto saliera a colación o a sus respectivas parejas sentimentales; Asher no sabía si debía mencionárselo a Liam, pero en el caso de que éste abordara la cuestión, no pensaba ocultárselo.

     Antes de ir hasta la casa de Travis, tuvieron que hacer una rápida parada hasta la casa de Asher para recoger el vestido victoriano que había conseguido; lo depositó en la maletera por instancia de Travis.

     Una vez que arribaron al vecindario Big Edén, y subieron las escaleras hasta la recámara de Travis para cambiarse los atuendos, Henry fue el único que quedó esperando sobre la cama sus extraños comportamiento, sin saber por qué no era necesario que él se cambiara.

     Cuando Asher y Travis salieron del sanitario, Henry parpadeó, conmocionado.

     Travis portaba una peluca rubia tomada, en el que caían bucles sobre sobre la parte delantera de su cabeza, y en el que llevaba una refulgente tiara en forma de una cúpula roja. El maquillaje en su rostro apenas era llamativo; más bien modesto. Su vestido argento era acampanado con pliegues y gemas sintéticos adheridos, dejando la zona de su pecho a la vista.

     Asher, por su parte, se percató que entre su vestido y el de Travis, estribaba una enorme diferencia: él había escogido erróneamente, y sin darse cuenta, un vestido que más parecía para fines íntimos. Llevaba una peluca cobre con un flequillo sobre su frente, liso, y que llegaba hasta la altura de sus hombros. El vestido rosa tenía un corsé y un enorme escote rellanado con aire en su busto. En su cuello llevaba una banda rosa, y tenía sus manos enguantadas. 

     —Oh. —exclamó quedamente Henry. Travis y Asher se quedaron esperando a su deliberación. —. ¿Irán disfrazados de mujeres?

     —Será una fiesta Drag, Henry —Aclaró Travis como si fuera obvio. —. ¿Te incomoda?

     —No, bueno... —Ladeó su cabeza—. A mis padres sin dudas no les agradan, pero yo respeto los gustos de los demás —decía, sin poder quitar la vista de Asher, quien le había causado más impresión. —. No sabía que a ti te gustara eso, Asher.

     —No me disgusta —contestó, acomodando su escote. —. Pero es el cumpleaños de Travis, así que iré de acuerdo al tópico de la ocasión.

     —Espera —Henry volvió su vista a Travis—, ¿es tu cumpleaños? Pensé que sólo era una fiesta.

     Travis soltó una carcajada.

     Henry comenzó a dar signos de perturbación.

     — ¿Yo no debo ir también como mujer? ¿No seré el único que irá así? —Se señaló—. No quiero sonar descortés pero, ¿y si alguien me reconoce? Mis padres me matarían.

     —Ya cálmate, el anonimato es la regla fundamental en nuestro círculo. ¿No crees que por eso nos maquillamos de manera extravagante? Y en todo caso, tú te cubrirás con tu casco de Daft Punk. Y no, no importa si vas así; eres mi invitado.

     Aclarado el torrente de interrogantes de Henry, Travis se volvió para realizar los últimos toques de su porte. Asher alzó sus dos pulgares para aplacar a Henry, quien le respondió con una sonrisa más despreocupada y encendida.

     En la penumbra del conticinio, con la mayoría recogidos ya en sus casas, llegaron hasta un club de arquitectura victoriana, sin dudas ligado a la temática de la fiesta. Al salir, identificaron la algarabía y la música que traspasaba los muros. Travis iba a la cabecilla con una sonrisa de oreja a oreja encaminándose hasta la entrada, mientras que Henry y Asher le seguían.

     En el preciso momento en el que estaba por pasar por el umbral, Asher distinguió un clamor casi imperceptible entre los arbustos, pero algo más que no pudo discernir.    Al volverse sobre sus talones para escrutar su derredor, no encontró rastros de nadie ni nada, sólo las ramas desnudas de los árboles agitándose levemente.

     Frunció el ceño, pero siguió adelante dejando la extraña sensación que lo había embargado.

     La fiesta duró cerca del primer rayo del sol emerger del horizonte. Asher jamás había atestiguado a tantas personas reunidas en un solo lugar, de toda clase, de surtidas edades, y con un humor que no tenía parangón. Se había destornillado toda la noche de la risa hasta el punto que el dolor en su barriga le acalambró el estómago.   Henry fue la segunda persona que atrajo la atención por su disfraz, puesto que todos habían llevado indumentaria victoriana; había pasado de mano en mano entre todos los invitados. Mientras tanto, Travis había visto todo desde su radio de visión postrado en un trono elevado.

     Cuando llegó el momento de partir, Asher no distinguió que el rumor que había distinguido antes de entrar a la fiesta se volvió a reiterar cuando él, Travis y Henry subieron al auto.

     Pero la respuesta a la fugaz incógnita que había gestado en su mente en el instante en el que los oyó, lo recibió ese mismo día cuando algunos reporteros se asomaron al patio frontal de la casa de Rita y el de Henry.

     En un principio no supo de qué se trataba, pero en cuanto vio la casilla de notificaciones en su teléfono, se alarmó: en diversas páginas se publicaron artículos en el que salían él, Travis, y Henry fotografiados la misma noche de la fiesta de cumpleaños de Travis, con sus nombres, y su información personal.

     Hicieron hincapié en su caso, puesto que no sólo era uno de los primeros becados Omegas en ingresar a la Preparatoria Coubertin, sino que también era uno de los discípulos de Max Mayer; la prensa aún no había cesado en sondear por él.

     A Asher no le costó concebir quién debía haber incubado lo que sucedía: se trataba de Neal. No creía que fuera una coincidencia: Owen no había acudido a la fiesta del colegio, y dado que vivía en el mismo vecindario que Travis, debía haberlos visto salir para luego comunicárselo a Neal. Neal debía haber avisado a algún reportero y facilitado su información.

     Y para desbaratar las cosas aún más, durante el fin de semana que siguió, se publicaron reseñas de estudiantes de la preparatoria en el que tachaban que él y Henry presuntamente habían llegado a tener algo. Sólo eran calumnias. Gran parte de ellos provenían de los amigos de Neal que debieron haber hablado con los periodistas cuando iban a entrenar.

     A Asher le preocupaba el pequeño resquicio de que Liam tomara en serio los títulos; pero, en los casos que ambos se hablaron por llamadas –habían cancelado sus prácticas nocturnas, la cita que tenían el sábado, y le había aclarado el motivo por el que había ocultado la fiesta de Travis– Asher no captó ningún cambio operado en el tono de su voz.

     Al inicio de la semana escolar, al pasar por la entrada del instituto, Asher sintió todas las miradas clavadas en él. Sólo pudo limitarse a cerrar los ojos brevemente, y mantener su respiración suavizada. Tenía su pecho calcinado, con un insostenible deseo de encontrarse con Neal para exigir respuestas.

     Pero apenas poner su pie en el suelo de la galería de los casilleros, su nombre, el de Travis, y el de Henry, se escucharon ubicuamente por los altavoces, citándolos a la oficina del rector.

     Asher se situaba sentado en el medio de Henry y de Travis, frente al escritorio del rector Wilson, y del vicerrector Thompson, que era muchos años más joven que el superior, y que se hallaba de a pie con los brazos cruzados y una expresión severa.

     Sobre el escritorio, yacía un periódico con una fotografía del colegio.

     —Con todo respeto —Tomó la palabra Asher—, nuestras actividades fuera del colegio no pueden repercutir con nuestra estadía aquí...

     —Sí pueden hacerlo —objetó Thompson— cuando ponen en juego el prestigio de esta preparatoria. Ya está en boca de todos el escándalo sobre sus... —Hizo una pausa para buscar el término correcto—, sus actividades. La prensa está a las puertas del colegio; quieren saber todos los movimientos internos y ponen en tela de juicio nuestro renombre. Hasta han cuestionado si ha sido una buena idea dejar ingresar a Omegas que no tienen modales; ya ha salido a la luz que hace unas pocas semanas hubo una pelea que involucró al tercero de ustedes... No recuerdo su nombre...

     —Colin. —dijo Asher.

     —El mismo —concedió Thompson—. Y según me consta, se concretó porque los otros dos implicados peleaban por él. A ti —Señaló a Travis— te he encontrado incontables veces en los salones desocupados con otros estudiantes. En cuanto a ti —Se volvió a Henry—, tu madre nos ha llamado para quejarse de tus andanzas y por haber dejado admitir a Omegas sin modales...

     — ¿Sin modales? —Bufó Travis—. Todos en la preparatoria nos miran como si fuésemos muñecos inflables y se la pasan fastidiándonos. A mí no me molesta —Aseguró—, me las puedo arreglar solo; pero ¿qué hay de Colin, incluso ahora de Chris Campbell que desde que anunció que es un Omega todos se han vuelto en su contra?

     —Y —Se sumó Henry— los medios han tergiversado los hechos...

     —Lo que el señor Thompson trata de decir es —Habló por primera el rector Wilson, quien había permanecido en calidad de observador. — que los modales son imperativos sin importar los auténticos hechos, o la concepción moral y subjetiva de éstos. Nosotros debemos ocuparnos de sentar los modales en ustedes; en un futuro, en el campo en que ustedes se destacan, sus vidas van a estar al alcance de la prensa, del sponsor, y de sus patrocinadores. Ahora mismo este escándalo afectará a los reclutadores universitarios en el caso de que decidan continuar sus estudios, o al comité olímpico o al comité de sus respectivos campos en el momento en el que participen en alguna competición.

     Asher asintió, encontrándole razón a lo esclarecido.

     —Por eso no debe volver a repetirse —Continuó el rector—. La prensa ahora mismo espera que hagamos algo al respecto, lo que haremos con ustedes, por eso, estarán suspendidos durante toda esta semana. Nuestras puertas estarán cerradas para ustedes durante ese periodo de tiempo.

     Los tres se aturdieron, exclamando, incrédulos, en sintonía.

     Asher no podía digerirlo. La Competencia Eliminatoria sería en la siguiente semana, y él debía competir en el segundo día en dos ocasiones para Individuales y Dobles. Sin poder ingresar al colegio no podría entrenar ni acordar los últimos detalles de su juego.

     De repente, tuvo el impulso de confesar quién había desatado el cataclismo. Pero el nudo en su garganta y la invitación del rector para que salieran, se lo impidieron.

     Los tres aún continuaban perplejos cuando surgieron en el desierto pasillo –ya todos estaban en clases–, volviendo en sus mentes a lo que había ocurrido hacía unos cuantos segundos.

     De manera mecánica, Asher se dirigió a su casilla para recoger sus cosas, pero en ese instante atisbó a Liam bajando sigilosamente de las escaleras al segundo piso.

     — ¿No deberías estar en clases? —le inquirió.

     —Quería saber para qué te llamaron a la oficina del rector.

     —Nos suspendieron por toda esta semana por desobedecer las reglas...

     —Pero lo que hicieron está fuera de la jurisdicción del colegio. —rebatió iracundo.

     —Liam, lo hicieron para quedar bien con la prensa. —contestó Asher con voz débil.

     Liam cayó en la cuenta de ello.

     —Estoy convencido de que Neal tuvo que ver algo con esto —agregó Asher más para sí mismo—; él debe habernos visto salir antes que los demás. Estaba seguro de que haría algo.

     — ¿Y por qué no se lo has dicho al rector? —formuló pasmado Liam.

     Asher lo miró con una nueva presión en su regazo.

     —Hubiera sido en balde; él lo hubiera negado —decía al tiempo que lo ponderaba—, y no tengo ninguna prueba. Además... —Se frenó al estar a punto de aludir la verdadera condición de Neal. —. No hubiera funcionado —zanjó—. Liam, sobre los artículos en el que dijeron que Henry y yo tuvimos algo, ¿no los creíste, verdad?

     Asher confiaba en que así era, esperaba una respuesta negativa de parte de Liam, pero su dilatado silencio lo tomó desprevenido.

     —Sé que tú y él son destinados —dijo con un insólito cariz angustiado—: vi la corriente eléctrica que tuvieron la noche del baile —El corazón de Asher se oprimió en tanto Liam guardaba silencio—. ¿A ti no te gusta él? ¿O tú a él?

     El rostro de Asher empalideció mientras negaba con la cabeza.

     —No. —le aseguró con ímpetu.

     —Entonces... —Liam sacudió su cabeza, nervioso. —. ¿Él va a visitarte a tu casa cuando quiera? Ustedes tienen mucho en común. ¿Cómo puedo confiar en que él no hará nada o en que tú no te enamores de él?

     Eso era lo último que Asher necesitaba: razonar sobre una cuestión en el que se disputaba su fidelidad. Si bien Asher comprendía el reconcomio de Liam, él acababa de ser suspendido a las vísperas de la Competencia Eliminatoria; estaba en todos los artículos siendo difamado por personas que siquiera lo conocían, y un creciente pavor se ampliaba en su pecho de que el incidente en el que estaba metido ahora sólo fuera el principio de algo mucho peor que le tendería Neal cuando tuviera otra oportunidad.

     Parpadeando incesantemente, y con la boca abierta, se dio la vuelta.

     —Debo irme, Liam. —dijo sin más.

     Su futuro ahora era incierto y lúgubre.

Notas finales:

¡Hasta este viernes para el último capítulo!


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