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Girando en un espiral de problemas. por ASimpleWriter

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Notas del capitulo:

Antes de la gran fiesta que destapará muchas revelaciones, Asher y Chris se enfrentan. Y al final de la velada, Travis y Asher se acercarán aún más.

Liam Laurie.

12 de Mayo de 2018.

Liam Laurie lo recordaba por ser el fatídico día en el que no sólo perdió contra un Omega, sino también, como el día en el que un insignificante grano de nieve se había desprendido de la cima de un monte, para gradualmente tomar volumen, armar una avalancha por donde pasara, y no detenerse.

     Sus mejillas coloridas de un violento color granate que iban desde la altura de su quijada hasta sus pómulos; el sudor que resbalaba de su nuca y que humedecía parcialmente su camiseta naranja; sus abdominales en el área de su torso que mostraba cada vez que arremetía contra un golpe... No había reparado en ese espectáculo hasta tan sólo unos minutos después, encerrado entre las paredes de un cubículo en los sanitarios del mismo estadio en el que había disputado el primer lugar en la Competencia Nacional Escolar, en tanto lidiaba con una erección.

     No había sido hasta hace unos momentos que lo había despreciado con la mirada en la ceremonia de premiación, desde su posición de segundo lugar en la plataforma, mientras Asher Avery sonreía de oreja a oreja alzando su trofeo.

     Tenía entonces catorce años. Y si bien, sabía que no le daba mucha importancia a su vida sexual, estaba consciente de que sólo era cuestión de tiempo para que despertara; pero jamás creyó que sería de esa manera: en un sórdido lavabo, e imaginando a su vencedor.

     Cuando retornó a su vida cotidiana, en el pent-house del edificio más emblemático de la Ciudad Trinity, determinó que ese suceso sólo había sido un desliz, que no volvería a suceder. Pero a la mañana siguiente, al alba, se encontró de nuevo con esa monstruosa situación. Y lo peor, en el espacio de varios días, ese episodio se fue volviendo un hábito.

     Se sentía primitivo; era como convivir con dos seres en un mismo cuerpo: por un lado, se encontraba el ser racional; y por el otro, el ser con ansias de satisfacer sus instintos lujuriosos. No le agradaba la expectativa de depender, y sucumbir tan fácilmente a ese lado suyo. Tenía cosas más importantes que hacer: como entrenar para el próximo campeonato. 

     Pero se vio obligado a tomar medidas más extremas cuando el rostro, y el cuerpo de Asher Avery, se fueron desvaneciendo de su memoria. Con su única mano libre, tuvo que buscarlo en las redes sociales. Lo encontró: tenía muchas fotografías... No demoró en venirse.

     Al pasar el tiempo, su familia había adivinado lo que ocurría: su madre, Jocelyn Brown-Laurie, ya había comenzado a sospechar, desde que un día se había precipitado a cerrar la puerta de su habitación cuando entró sin tocar; su padre, el empresario Erick Laurie, había ido hilvanando una idea debido al tiempo que tardaba en ducharse; hasta su estúpido hermano mayor, Louis, se dio cuenta cuando un día había entrado a la cocina con una expresión entre el nerviosismo y la culpabilidad, como si hubiera perpetrado un crimen y pretendiera actuar con normalidad.

     — ¡Se masturbó otra vez! —lo había señalado entre carcajadas.

     Hasta su único amigo en el mundo, Adam Earls, se había enterado con más detalles de su situación –sin embargo, él mismo se lo había dicho–. Era el hijo de uno de los socios de su padre, y era a quien le confiaba todas sus confidencias cuando ya no podía lidiar con ellos; como que sabía que era únicamente gay.

     Pasaron dos años desde entonces, cuando volvió a ver a Asher Avery.

     Había crecido unos centímetros, y su cabello cobre lucía más corto.

     Quedó aterido.

     —Ya aparta tu vista de él —Oyó a Adam. —. Pareces un acosador.

     Se hallaban en la hora del receso, con sendas bandejas con el almuerzo ubicados en el húmedo césped del campus, bajo la sombra de un árbol. A unos metros, en la galería sostenida por una hilera de columnas, Asher Avery sonreía, alternando su atención de quienes hablaban en su grupo.

     —Es que no puedo creer que no me haya reconocido —escupió con amargura—. Lo hubieras visto pedirme que fuéramos parejas...

     —Ah, sí: fue ahí cuando te reíste sobre su cara.

     —Tuve un acceso de risa —objetó—. Los tengo cuando me pongo nervioso; no puedo controlarlo. Tuviste que oír cómo me lo proponía.

     —Me lo puedo imaginar —dijo, haciendo una pausa para dar un sorbo a su jugo. —. Debió de sentirse como si tu estrella porno favorita te propusiera ser su pareja.

     Liam le lanzó una mirada flamígera.

     —En todo caso, si me ocurre algo...

     —Sí —asintió con dejo monótono—: me mandarás un mensaje para que te llame, y así tú podrás salir huyendo —Negó con la cabeza mientras entornaba los ojos. —. Te sugeriría que le solicitaras ser tu Apoyo, pero no lo haré por tres motivos: el primero, porque sé que por alguna u otra forma, acabarías espantándolo; el segundo, porque terminarías fastidiándolo con tu pervertida personalidad —Liam contrajo su rostro ante eso—; y por último, porque he oído que Neal Neeson va detrás de él.

     — ¿Quién es ése?

     —Es el hijo único de Frederick Neeson, el dueño de la mitad de Manhattan.

     —Bien. —Se encogió de hombros—. Por mí se puede quedar con él. —espetó.

     — ¿Por qué presiento que esto no terminará bien?

     Liam no oyó lo último; alarmado, tuvo que apartar la mirada cuando Asher le incrustó la suya. Por él, pensaba, podía quedárselo cualquiera.

 

Capítulo 5.

 

Lo había logrado. Asher, había logrado enviarle un audio a Liam. Por fin se había desembarazado de la tarea más compleja, bochornosa y angustiante que había asumido en su vida.

     Se sentía como el obrador de una buena causa. Pero no iba a durar mucho.

     Al llegar a la escuela, y tras despedirse de Henry, el primer rostro que registró en la galería de los casilleros fue el de Liam. Francamente, esperaba que se acercara a darle las gracias y le propusiera dar un borrón a su primer encuentro para comenzar con buen pie. No obstante, sólo recibió una mueca agria.

     Lo miró consternado. ¿Qué se traía?

     Liam hizo amago de dirigirse hacia él, pero al echar un vistazo a un lado, cambió de opinión, al mismo tiempo en que Asher discernía otros pasos que se acercaban a él.     Cuando se volvió, vio a Chris Campbell.

     «Un clavo saca a otro clavo», pensó.

     Inspiró hondamente para prepararse a lo que viniera.

     —Asher —lo saludó; algo en su sonrisa le dio mala espina. —, ¿tu grupo de renegados aún no llega? —Se plantó a su lado.

     —No. ¿Y los tuyos?

     —Los he mandado a pasear. ¿Sabes? Todos en la preparatoria tenemos una reputación: tú conmigo, por ejemplo —Iba a protestar con respecto a ese punto, pero Chris prosiguió. —. Colin también tiene el suyo, ¿pero qué sucedería si se añadiera a la lista que trabaja en un club nocturno?

     Su predisposición para afrontar a Chris, flaqueó. No había esperado escuchar eso tras ese ridículo preludio.

     — ¿De qué hablas?

     —No te hagas el desentendido; tomé fotografías. Ayer por la noche lo vi sirviendo tragos a los comensales.

     Por la mente de Asher surgía un torrente de interrogantes: ¿cómo había conseguido saber que Colin trabajaba en un club? ¿Lo habría seguido? Sacudió su cabeza; sabía que no debía dar la impresión de amedrentarse; debía responder rápido.

     —Te recuerdo que aún sé tu secreto. —le evocó.

     —De modo que nos hallamos en igualdad de condiciones. —zanjó Chris.

     Ambos guardaron silencio por un momento.

     —Sigues viniendo con el mismo traje —Le dio un vistazo a su figura—. Mi propuesta sigue en pie.

     —Y supongo que bajo las mismas condiciones. Ahora que ves que tu reputación está en decadencia, quieres resucitarla diciendo que nos hemos acostado.

     El semblante de Chris demudó; había descubierto su As bajo la manga.

     —No sé si esto logre aplacar el... —Vaciló—, odio que tengas contra Colin pero, él no trabaja en ese club porque quiera; debe pagar cuentas. No a todos nos toca el privilegio de tener a alguien quien nos mantenga; tú más que nadie debe saberlo: ha cursado contigo a través de becas, y en verdad se esfuerza. Desconozco si lo odias sólo porque es un Omega o porque es personal, pero el hecho de que tengas que molestar a alguien indica que algo en tu vida va mal, y creo que ambos coincidimos en que se debe a tu condición. Tú ahora pendes de un hilo; podrías acabar siendo lo que tanto odias; y si tu secreto sale a la luz por mí, terminarás siendo tratado por los demás como a Colin... o nosotros. —agregó para concluir.

     Sin más, se volvió sin esperar respuesta.

     Con la población estudiantil llegando, era alarmante que los vieran juntos en los pasillos.

     Sin dudas, el actual problema lo tenía trastornado. Chris y él se estaban apuntando con dos pistolas, y en la plena agonía de esperar a saber quién sería el primero en jalar el gatillo, en el medio, se hallaba Colin.

     Abría su casillero cuando, el centro de sus pensamientos, hizo acto de aparición.

     Se saludaron con un leve gesto de asentimiento.

     Cuando Colin abrió la puerta de su casillero, se paralizó con un cariz de confusión.  Asher se inquietó al verlo; se acercó donde él para poder ver el casillero: no contenía nada.

     — ¿Qué crees que haya pasado? —le preguntó Colin.

     —No lo sé —alcanzó a formular, dubitativo—. Quizás, lo que tenía planeado no resultó y decidió mejor no traer nada. O tal vez no le dio tiempo para abrir tu casillero.

     Colin asintió ante sus posibles conjeturas, pero algo en su semblante reflejaba un ápice de decepción. Asher sintió un estremecimiento al pensar que Colin pudiera estar gestando sentimientos amorosos hacia su «admirador secreto», sin saber que se trataba en realidad de Chris, su enemigo.

     Puso en tela de juicio si confesarle la verdad o no; Chris era en definitiva peligroso, y Colin podía resultar gravemente afectado.  A la vez, no quería que se molestara con él y que su relación se fragmentara; si bien, había intentado hacer un buen gesto, no podía excusarse sobre la base de eso. Decidió esperar.

     Mientras su mente bullía, su mirada se cruzó con el de Neal: se encontraba en el umbral de la puerta de su salón con unos compañeros, mirándole. Le sonrió.

     Neal era como el farol de luz alzado sobre un montículo que se atisbaba desde una embarcación agitada por las turbulentas aguas y el torrencial temporal de una noche lóbrega. Era su consuelo tras su acuciante problema con Chris y Liam; y a la sazón, pensando en Liam, especuló que el servicio de Apoyo que le brindaba –porque eso era–, no pudiera afectar su relación si es que ambos estaban en el mismo canal.

     La primera asignatura que tenía en el último día de la semana era con Hamilton, de Literatura.

     —La primera tarea que tendrán para este semestre será hacer un ensayo de la obra de Platón: «Republica» —Hubo un quejido general. —. Si bien sé que es más filosófico, la filosofía implica ejercer del pensamiento crítico; y en la literatura, aunque se aplica más el pensamiento abstracto, como lectores, nosotros empleamos el pensamiento crítico; son dos lados de una misma rama: una dicotomía —esclareció—. Ahora bien, no quiero que hagan un resumen: usen esos dos recursos que acabo de explicar. Deberán entregarlo para la semana entrante. Pueden hacerlo individual, o con un compañero.

     Asher ladeó su cabeza con entusiasmo hacia Colin. A través de señas, le indicó que fueran pareja para el ensayo, cuando Neal se volvió de su asiento.

     — ¿Qué dices si lo hacemos juntos? —le prepuso.

     —Claro. —accedió inmediatamente.

     Neal amplió su sonrisa. Estuvo a punto de agregar algo, pero uno de sus compañeros de adelante le dirigió la palabra, por lo que tuvo que volver a virarse.

     Asher sostuvo su sonrisa a la nada: había abandonado a Colin por Neal sin darse cuenta. Se volvió hacia él.

     —Lo siento. Ni siquiera sé cómo sucedió... —se excusó con algo de gracia.

     —No importa —Le brindó una sonrisa—. De todos modos hago mejor los trabajos solo.

     Asher le lanzó una simulada mirada dura que no tardó en fundir en una sonrisa.  Neal volvió a voltearse hacia ellos.

     —Habrá una fiesta esta noche. ¿Lo han oído?

     —No. —negó, sacudiendo la cabeza a la par de Colin.

     —Lo hará Lucas, nuestro compañero. Sus padres no estarán en su casa; vive en la Avenida Secundaria. ¿Ustedes irán?

     Asher le echó un fugaz vistazo a Colin.

     —Iremos —cedió, provocando que Colin abriera sus ojos de par en par. —. Creo que queda cerca de donde vivo, así que no habrá problema.

     —Será a las ocho. Nos veremos allí. —ultimó, para darle una significativa mirada a Asher antes de volverse.

     — ¿Iremos? —repitió Colin.

     —Oh, vamos. No pasará nada malo: la mayoría de los otros idiotas —Se refería a quienes lo molestaban. — viven en el otro lado de la ciudad; seguramente no les atraerá la idea de acudir a una fiesta de nuestro lado. Estarás a salvo entre nuestra prole.

     —Pero ni siquiera —decía, haciendo garabatos intangibles con el extremo opuesto de su lapicera sobre su hoja. —  conocemos a Lucas.

     —Colin —Apostó una mano sobre su hombro—,  podemos colarnos a la fiesta. ¿Qué dices? ¿No tienes que trabajar hoy?

     —No: trabajo los fines de semana, es cuando más clientes hay.

     —Bien, asunto arreglado. —exclamó.

     Una parte suya, descansaba con alivio. Se le había ocurrido que quizás Chris planeara hacer algo esa misma noche en el club de Colin, como acudir con el contingente de sus amigos. Mientras que estuviera cerca a Colin, podría protegerlo.

     Cuando el receso de abordó, Asher les comentó a Henry y a Travis sobre la fiesta.   Henry propuso eufórico que podrían ir en el auto de su padre, pero al instante recordó que esa misma tarde debía acompañar a una de sus hermanas en calidad de chaperón al centro comercial en la zona comercial para una cita. Aprovechando la oportunidad, Travis le indicó que como vivía en el vecindario acaudalado al otro lado del puente, pasara por él para ir a la fiesta luego de la cita.

     En cuanto a Asher y Colin, decidieron que irían en autobús.

     Al finalizar las clases, se dirigió hacia las canchas de tenis. No se había topado con   Liam en el camino, así que supuso que ya debía encontrarse en alguna cancha. Entre la empalizada de alambre, en lontananza, lo avistó ya ataviado con su uniforme deportivo a un lado de Max, que se hallaba situado en una banca bajo la sombra de una sombrilla.

     Raudo, les hizo un ademán para indicarles que se iría a vestir en los vestidores.

     —Bien —Abrió el telón Max al regresar preparado. —, en esta jornada jugarán un partido sin sets entre los dos. Deberán jugar como normalmente lo hacen; yo me ocuparé de hacer algunas observaciones.

     Liam y él asintieron para ubicarse a ambos extremos de la cancha. Liam sería el primero en sacar: se colocó detrás de la línea de saque, y tras dar un par de rebotes a la bola, se posicionó en perfil,  y lanzó la pelota al aire para luego arremeter contra él lanzándolo en un golpe violento.   

     Asher, con la raqueta en ristre, respondió con un drive; Liam lo devolvió con el mismo efecto.  Esta vez, Asher arrojó la bola con una dejada, a lo que Liam se precipitó a extender su mano libre, anticipando la trayectoria de la bola mientras que con su otra mano se preparaba a golpear.

     — ¡Mal! —vociferó Max, deteniendo el juego. La pelota siguió su camino a un lado de Liam. —. No anticipes el recorrido de la bola; no extiendas tu mano libre: empuña ambos manos en la raqueta, y centra el equilibrio sobre tus piernas, así no tardarás en responder cuando la bola vuelva. Con la práctica lograrás controlar los golpes haciéndolo de esa manera.

     Liam pestañó apresuradamente, con el ceño fruncido, y con la boca abierta. Al parecer, nadie le había reñido de esa manera antes. Asher tuvo que contener una risa.

     Volvieron a reanudar el juego.

     Era el turno de sacar de Asher.

     Se situó detrás de la línea, flexionó sus rodillas en perfil, y lanzó la bola para, con un impulso, despedir la pelota. Liam fue tras él, pero nuevamente Max volvió a intervenir.

     — ¡No, no saltes! —Se dirigía a Asher. —. Tardarás en responder cuando te vuelvas a posicionar. El salto puede impulsar la fuerza del golpe, pero el margen de que no alcances a devolver la bola eficazmente es mayor. No es un estilo convencional; trata de imitar el saque de Liam.

     — ¡Está bien! —respondió con una sonrisa; sin embargo, por dentro se sentía fatal.

     Volvió a ubicarse detrás de la línea, haciendo un gran esfuerzo por controlar sus piernas. Rebotó la pelota sobre la superficie de cemento en perfil, y tras lanzarlo, lo lanzó manteniendo sus pies sobre la tierra; la bola rebasó la red con un efecto liftado.

     Tras una exhaustiva serie de reformas en el entrenamiento, Asher y Liam se encaminaron con los músculos palpitándoles alrededor de sus huesos, y sin resuello, a por sus botellas de agua a un lado de Max.

     — ¿Por qué nos hizo jugar más tiempo que los demás? —le cuestionó Liam.

     La mayoría de los coach y sus compañeros ya se habían ido.

     —Para que comiencen a acoplarse a la jugada del otro —dilucidó, exhalando humo de su cigarrillo. —, y ya tengo todo lo necesario para disponer en la semana entrante en Dobles. También veré el progreso de la tarea que les encomendé. —les advirtió con una singular sonrisa.

     Asher tragó con dificultad.

     Max se puso en pie, se deshizo del cigarro en un tacho de basura, y se alejó.    Cuando estuvo a una distancia que en la que no pudiera oírlos, Liam se viró abruptamente hacia Asher.

     —Necesito más audios. —le espetó.

     Asher lo miró pasmado. ¿Era eso lo que había querido decirle en los pasillos?

     —Te mandé uno anoche.

     —Dura menos de un minuto... —Titubeó, mirando a los lados. —. No creas que eso basta.

     —En verdad me esforcé por hacer ese minuto... —replicó.

     —Mira, ¿tú crees que me gusta masturbarme pensando en ti?

     « ¿Sí?», se respondió en la mente; mas, algo en el semblante de Liam decía que esa no era la respuesta que debía decir. Ante su vacilación, Liam acentuó sus líneas de expresión emitiendo un suspiro exasperante.

     —No lo sé. Es... una pregunta muy ambigua —confesó—. Bien, si quieres que te sea sincero, no creo que hayas probado todo para solucionar tu problema. Necesito verte intentándolo —reveló, siguiendo la senda que pretendía. —. Esta noche habrá una fiesta, ¿por qué no vas? Así podremos matar dos pájaros de un tiro: podremos conocernos más como el señor Max nos ordenó, y veré que tú pruebas conseguir un Apoyo. Y si veo que no tienes suerte —adicionó ante el mal talante de Liam—, continuaré enviándote audios, esta vez más largos.

     Liam permaneció en silencio, tanteando su sugerencia.

     — ¿Qué dices?

     —Está bien. —cedió con resquemor.

     —Okey. Te mandaré la dirección.

     Se inclinó para tomar su bolso a un costado de la banca. Se encauzaba hasta los vestidores cuando advirtió que Liam no le seguía.

     — ¿No vendrás a ducharte? —le inquirió, señalando con su dedo a los vestidores.

     Liam le dedicó una mirada de apatía, como si se hubiera mofado de él. Al cabo comprendió, de manera escalofriante, que no podía verlo desnudo en las duchas a menos que deseara acabar en la misma circunstancia que el día anterior.   

 

Henry Evans y Travis Tasse.

 

Henry había llegado al vecindario acaudalado, Big Edén, para estacionarse con el Sedán pardo de su padre frente a una casa de dos niveles que, aunque era similar a la envidiable arquitectura de las demás casas colindantes, era más modesta. La noche estaba agradable: las estrellas brillaban en el firmamento, y alrededor de la luna lo rodeaba un halo de arcoíris.

     Travis emergió de la puerta de la casa luciendo unas gafas de sol, un saco rojo de seda, y unos pantalones de cuero apretados. Subió al auto en la parte del copiloto con una sonrisa ladina mientras Henry volvía a encender el motor.

     —Travis, ella es mi hermana Matilde. —le presentó, señalando con su mano libre hacia la parte trasera.

     Matilde tenía un rostro pueril con forma de corazón, los ojos redondos ámbares como Henry, y el cabello dorado que le llegaba hasta la altura de su clavícula. Travis quedó embelesado con lo que, en la penumbra de la parte trasera, divisaba.

     Matilde le ofreció la mano para estrecharla.

     —Henry, no me dijiste que tuvieras una hermana tan linda. —dijo, adoptando galantería en sus modales.

     —Eso es de familia. —comentó Matilde en tanto se separaban.

     —No lo dudo —Se volvió a reincorporar. El auto ya se había puesto en movimiento.    — ¿Y, cómo les fue en su cita? ¿A qué fase llegaste, Matilde?

     —A la primera, y no terminó por agradarme: se la pasó todo el día mirando a Henry. Creo que estaba nervioso, y esa no es una buena señal.

     — ¿Cómo? —Travis se volvió repentinamente hacia Henry, quien tenía la vista fija en la carretera. —. ¿Estuviste todo el tiempo con ellos? ¿Ni siquiera les diste espacio?

     —Me senté en otra mesa cuando pararon a beber un batido.

     Travis resopló, volteándose hacia Matilde.

     —Entonces, ¿no lo besaste o le pusiste tu mano en su muslo?

     —Oh, no. Eso sólo debo hacerlo cuando sea mayor; y debo permanecer virgen hasta mi matrimonio... —Se detuvo, adquiriendo un semblante pensativo igual que hacía Henry.  —. Lo cual es curioso, porque Henry perdió su virginidad con una de sus novias.

     Travis permaneció en silencio, procesando la valiosa aportación de Matilde.   Cuando llegó a una conclusión, sonrió con malicia.

     — ¿Son de una religión muy estricta, cierto? —les inquirió a ambos.

     Matilde y Henry asintieron, el último un poco cohibido.

     —Fruta prohibida —murmuró con la vista en Henry—. Entonces ¿Henry sólo ha tenido novias? —le sonsacó nuevamente a Matilde.

     —Oh, sí. Él es completamente heterosexual. Ahora no sale con nadie, pero todas mis amigas siempre quieren venir a mi casa para verlo a él.

     —Bueno, no puedes decir que algo no te gusta si no lo has probado.

     Travis ya había recogido toda la información necesaria para cuando finalmente atravesaron el puente y llegaron a casa de Henry a dejar a Matilde. Ahora que ambos se quedarían solos, debía aprovechar su oportunidad.

     — ¿Es ahí donde vive Asher? —Apuntó a la casa que estaba enfrente—. Él dijo que vivían cerca.

     —Sí —Henry alzó la cabeza para echar un vistazo a donde señalaba Travis; con la oscuridad, se le dificultaba encontrar la abertura para las llaves, ya que había acompañado a Matilde hasta la puerta. —. Está oscuro —divisó—. Ya debe haber ido a la fiesta —especuló, torciendo la comisura de su labio—. Antes de que volvamos a ponernos en marcha ¿quieres pasar a beber algo, o ir al lavabo?

     —No, pero a lo mejor tardemos en llegar con los demás.

     — ¿Por qué? —Inclinó su cabeza—. Oh, ¿debes ir al baño?

     —Por esto. —Acto seguido, Travis puso su mano sobre el muslo de Henry.

     Ambos tenían su mirada fijada en el mismo lugar bajo el remanso de la noche.

 

Asher Avery.

 

Asher y Colin habían arribado a la fiesta llegando en autobús. Se encontraban varados en la acera, a un lado de la casa donde la música retumbaba, y algunas personas platicaban en el patio frontal. Estaba repleto de algarabía, y Asher no hallaba el momento de entrar, pero habían decidido que primero esperarían a que Henry y Travis llegaran.

     Volvió su vista a Colin; se veía pálido y nervioso.

     —Vamos —Le propinó un suave golpe en el hombro—, no te preocupes. Sólo recuerda lo que te advertí: si te ofrecen un vaso con bebida, y observas que los cubos de hielos no flotan, no lo bebas. Y si dudas acerca de la bebida, haz que quien te lo haya dado lo beba; si no bebe, échaselo encima. Fuera de eso, no debes preocuparte.

     — ¿Cómo sabes eso? —le cuestionó Colin, escéptico.

     —Mi mamá me daba una lección de eso cuando iba a una fiesta... —Hizo una mueca—. Eso, y lo de los condones.

     Recordaba esas vergonzosas lecciones, cuando un auto que reconoció se estacionó frente a ellos. Henry y Travis bajaron de él. En el momento en que Henry y Asher se saludaron estrechándose las manos, sintieron la carga eléctrica turbar sus dedos.

    —Dios —exclamó Henry, hilarante, en cuanto se apartaron—, algún día de estos nos electrocutáremos.

     —Vaya —lanzó Travis, admirando el bullicio que surgía de la casa. —. Quizás ahora sí encuentre diversión. —soltó, dirigiéndole una severa mirada a Henry.

     Cogió a Colin por los hombros, y lo impelió a entrar a la casa junto a él. Asher, que había atestiguado la expresión y la indirecta que le había dedicado a Henry, se volvió a mirarlo con matiz expectante. Henry suspiró hondamente.

      —Se me insinuó de camino aquí.

     — ¿Y tú lo rechazaste? —No tardó en conjeturar, dada su entrada. Por la mirada de Henry, constató que así había sido. —. No te preocupes, ya no te molestará más. Te echó el ojo desde el primer momento en que te vio.

     Ambos intercambiaron sonrisas.

     —Vamos —le apremió Henry—, deben estar esperándonos.

     Los dos se encauzaron a pasar por el jardín frontal para entrar al interior. La música se escuchaba con mayor nitidez y escándalo. Asher vio a más personas de las que  podía contar: la casa contaba con el vestíbulo que daba a una escalera para el segundo piso, seguramente hacia las habitaciones. En la cocina, había una mesa junto con vasos descartables y bebidas.

     Entonces, distinguió a algunos rostros de quienes solían molestar a Colin.

     —No quiero sonar pedante pero —le aclaró a Henry—, ¿qué hacen ellos aquí?
     —Les atrae estas fiestas, ya sabes: para ligar con chicas de esta parte de la ciudad o porque se sienten con más libertad. —Se encogió de hombros.

     Asher torció el gesto; sólo esperaba no encontrarse con Chris.

     Examinando el lugar, sus ojos divisaron la silueta de Neal: estaba con Owen y un grupo de chicos charlando a una esquina de las escaleras. Neal también logró vislumbrarlo, saludándolo con un asentimiento y ampliando su sonrisa.

     Admiraba esa belleza cuando, al volverse desinteresadamente hacia otro lugar, se topó con Liam en el área de la cocina. Estaba junto con Adam, a un costado de las personas que bailaban en el salón. Su sonrisa se le cayó en pedazos al recordar su deber.

     —Debo ir a hablar con alguien. —le avisó a Henry.

     Se acercó hasta donde Liam.

      —Llegas tarde —le espetó—. Llegamos a las ocho como dijiste y aún no había nadie.

     —Lo siento. Vine en autobús, y los autobuses demoran más. De todos modos, eso quiere decir que tuviste más tiempo para buscar un Apoyo. ¿Ya escogiste uno?

     Los labios de Liam titubearon sin saber cómo responder.

     —Tú... —Debió retenerse de reprenderlo. —. Mira, no ayuda si te quedas quieto en una esquina. Debes acercarte a alguien y hablarle; hazlo con la persona que te atraiga. Es fácil. ¿Por qué... —Captó su mirada un vaso de plástico parcialmente lleno de cerveza en una mesa cercana. Lo cogió. —... no bebes un poco? Así te relajarás.

     Liam asió el vaso que le extendía, receloso.

     —Por cierto, ellos —señaló a Henry, Colin y a Travis cerca de la mesa de bebidas, sirviéndose en sus respectivos vasos. — son mis amigos. Henry y yo vivimos cerca; Colin, es mi compañero de clases, y Travis se junta con nosotros en los recesos.

     — ¿Y por qué me los presentas?

     —Porque se supone que debemos conocernos mejor —esclareció—. Yo ya conozco a Adam.

     —Su único amigo en el mundo. —añadió Adam, que seguía atento la conversación.

     «Me doy una noción del por qué», adujó para sí mismo sonriendo.

     Al desviar su panorama nuevamente hacia sus amigos, vio a Henry señalarle con gestos que fueran a bailar.   

     —Bien, nos volveremos a ver más tarde. —les indicó para retornar con los demás.

     El resto de la velada, él y Henry se dedicaron a bailar. Al principio, se desconcertó cuando propuso invitar a unas chicas y Henry, muy ufano, dijo que las chicas irían por ellos cuando los vieran moverse. Travis, en un momento, se escabulló; y Colin, prefirió permanecer al margen alegando que no era bueno bailando.

     Cuando la canción acabó, Henry y Asher se acercaron a la mesa para hidratarse.    Tragando sedientamente, vio por encima del vaso que Henry apuntaba con su índice a un grupo que comenzaba a ordenarse de forma circular a un lado. Debían de estar por iniciar un juego.        

     — ¿Qué te parece si nos unimos? —sugirió.

     —Por mí no hay problema —decía, cuando atisbó que Neal también le hacía señas desde el otro extremo para que se unieran al juego. La invitación entonces le pareció más tentadora. —. Colin, ¿vienes?

     Colin negó con la cabeza. De ese modo, sólo serían él y Henry, pero cuando se hizo con un lugar en el círculo, se percató de que Henry no estaba por ninguna parte; en cambio, sí divisó a Neal a su lado. ¿Dónde se habría metido Henry?

     —Jugaremos a verdad o reto con shots. —Oyó a alguien decir.

     La partida se sucedió cuando Asher cesó de buscar con la mirada a Henry. Debía de haber visto a un conocido, dedujo. Tras una ronda de divertidos desafíos, en los que Neal no paró de echarle miradas furtivas, el quinto, le tocó a un chico cercano a Asher.

     —Te desafío... —decía una de las chicas, mientras se tomaba el trabajo de barruntar a la vez. —, a besar al Omega, chico —precisó—, que tengas más cerca  de ti.

     El chico, con una sonrisa de ebriedad, no vio a Asher que estaba a unos centímetros de él, y con todas las miradas fijadas en ellos tácitamente. Asher se sobresaltó al seguir con sus ojos la trayectoria de su compañero buscando en la sala a un Omega, cuando se ampliaron al ver a Colin en una esquina.

     Colin, que lo había visto, vaticinó lo que se avendría. Sus ojos se dilataron de miedo.

     Pero cuando el chico hizo amago de ir tras Colin, que salió huyendo de la escena, Asher se interpuso y lo besó ante la atónita reacción de Neal.

     El círculo los vitoreó por el desafío cumplido. Al separarse, el chico le brindó una sonrisa de agradecimiento a Asher mientras la jugada se reanudaba.

     Estaba asombrado por la rapidez en que había actuado para ayudar a Colin a escapar. Le devolvió la sonrisa al bribón; sabía que estaba ebrio hasta el tuétano. No obstante, su sonrisa se atenuó cuando asimiló con mayor conciencia lo que acababa de hacer: había besado a otro chico frente a las narices del que le gustaba. 

     Se volvió a mirar raudo la reacción de Neal: le esbozaba una sonrisa, como si el beso no le hubiera afectado; mas, en su interior albergaba la convicción de que sí había sido así, que sólo estaba fingiendo.

     Sintió como la curva  que hasta entonces él y Neal habían trazado, se desvió bruscamente. De alguna forma anhelaba que, intuitivamente, Neal hubiera reparado el motivo por el que se había lanzado a besarlo –para ayudar a Colin–, sin malinterpretarlo con otra razón.

     Sus manos sudaban de tanto cavilar.

     —Iré a buscar a Colin. —le dijo, bosquejando una sonrisa nerviosa.

     —Claro. —Asintió Neal.

     No estaba para soportar otro desafío más que lo comprometiera.

     Se propuso encontrar a Henry de pasada. Los buscó en el vestíbulo, en la cocina, y en la sala de estar, en vano. Cuando fue a indagar en el jardín delantero, obtuvo el mismo resultado; consecuentemente, debía volver a pasar por el vestíbulo, pero se detuvo en la mesa de bebidas al reconocer a unos compañeros, gemelos, que también iban al colegio para inquirirles sobre el paradero de Colin y el de Henry.

     Ambos eran altos y de constitución atlética. Tenían el cabello castaño claro y los ojos marrones bajo una espesura de cejas sin depilar. Llevaban ataviados una indumentaria refinada, aunque desaliñada.

     —A ese chico de ojos claros, no... —Aludía uno de ellos a Colin. —. En cuanto a    Henry, ha ido a parar a las feroces garras de Kim.

     —Lo hemos visto subir a las habitaciones con ella. —agregó al otro, el más serio.

     Asher alzó sus cejas y las comisuras de sus labios en una sonrisa taimada. Henry lo había plantado para ir con su ligue de la noche.

     —Sólo espera a que Chris se entere. —comentó escéptico al otro.

     —No hará nada —le aseveró—. No lo ha hecho antes cuando le dijimos que la vimos con otros, y no lo hará ahora.

     Le llamó la atención oír la mención de Chris en el intercambio de comentarios.

     — ¿Chris? ¿Hablan de Chris Campbell?

     —El mismo —le ratificaron—. Él es su novio, bueno, su pareja oficial. Toda la escuela sabe que Kim ha estado detrás de Henry desde hace un año, y donde ella pone un ojo, pone la bala.

     Asher se quedó absorto ante aquel detalle. Sabía por Henry que se hallaba soltero, pero no esperaba que fuera de los que no les importara en lo más mínimo involucrarse con personas en una relación. Mientras atacaba cabos, reparaba en que Chris estaba siendo engañado, y de la conexión que los acercaba a través de Henry: tenía por amigos a las personas que más fastidiaban a Chris: a Colin, a quien por una infundada razón odiaba, y a Henry, a quien –aunque le afligía admitirlo– tenía fundamentos para su animosidad.

     Estaba atormentándose con esos discurrimientos, cuando percibió la voz de Liam.

     Al alzar su visión, no lo vio cerca.

     Se dejó guiar hacia el origen: lo encontró en la sala de estar, encima de una pequeña plataforma frente a un televisor conectado a unos parlantes en un karaoke improvisado, y Liam, con el micrófono en mano y moviéndose en toscos movimientos, cantaba «She’s Super Freak».

     Todo el mundo estaba grabándole.

     Asher se acercó hasta a Adam a un costado, que miraba plácido a su amigo.

     — ¿No quieres que intervenga?  —le sugirió, sin apartar la vista de Liam.

     —No. Está haciendo la danza del apareamiento para atraer a alguien, déjalo.

     Asher le sonrió por la ocurrencia; sin embargo, volvió a reiterar la propuesta.

     — ¿Estás seguro?

     —Sí, el infeliz me debe mucho.

     —Creo que el intento ha fallado... —Aguardó un momento a lo que estaba a punto de decir. —. Tendré que seguir enviándole audios.

     Adam le recorrió la mirada de arriba abajo mientras sostenía su vaso.

     —No te compadezco, yo tuve que soportarlo por dos años.

     Iba a replicar, pero al final, cambió de opinión.

     —Eres un buen amigo.

     Como aún le quedaba buscar a Colin, y el único lugar que quedaba por indagar era el patio trasero, se fue tras él. Los árboles apostados estaban decorados con luces navideñas, y había un gran cúmulo de vasos de plásticos tirados en el césped.

     Atisbó a Travis reclinado en uno de los árboles charlando con una chica. Estaba impresionado; había pensado que sólo le iban los chicos. 

     Se proponía buscar a Colin, pero una mano sobre su hombro lo interrumpió.

     Era Neal.

     —Ey. —lo saludó levantando levemente el mentón, y olvidando temporalmente la tarea de buscar a Colin.

     Desde que vio a Neal, su mente sólo bullía gestando la creciente necesidad de explicarle sobre el beso. No obstante, en vez de proceder a esclarecérselo, dijo con voz trémula:

     —Estaba buscando a Colin y a Henry.

     —Ah, vi a Colin entrar al sanitario hace un momento —Apuntó con su pulgar hacia el interior de la casa. —. Y a Henry lo vi con una chica... demasiado próximos. —dijo con tono de confidencialidad.

     Eso no hizo sino suponer otro golpe para Asher. Aún no había terminado de procesar la situación que rodeaba a Henry, y la aportación de Neal no hacía más que corroborar lo que los gemelos le habían dicho. Dos partes de él se contrariaban: el primero, le incomodaba el hecho de que su amigo fuera el tercero en discordia en una relación –por más que ésta fuera el de Chris–; y el segundo, le decía que las relaciones de Henry no le incumbían.

     — ¿Y? —Neal lo sacó de sus pensamientos. — ¿Te estás divirtiendo?

     —Oh, sí —Se despabiló—. Es la primera fiesta a la que acudo desde que me mudé, y aún me sorprende ver que la policía no haya arribado —bromeó, dando un fugaz vistazo hacia derredor. Volvió a incrustar su vista en Neal. —. Por cierto, sobre la persona a la que besé —abordó—, lo hice para que no lo hiciera con Colin. Ya sabes, vi cómo lo miró.

     Hasta hacía segundos no lo había advertido, pero los músculos faciales de Neal se aflojaron ante la aclaración. 

     —Oh, sí —exclamó con una sonrisa—. Presentía que había una razón detrás de eso.

     Asher asintió aliviado por la facilidad con la que lo Neal le había creído.

     —Si el desafío me hubiera tocado a mí, te hubiera tenido que besar —Hizo una pausa—. ¿Me hubieras dejado hacerlo?

     Asher ahora acunaba la certidumbre que el resto de la relación entre Neal y él radicaba totalmente en lo siguiente que respondiera. El corazón comenzó a palpitarle enérgicamente.

      —Claro, debemos cumplir el desafío.

     Se dio cuenta de que Neal le sostenía la mirada, una grave. El resto, ajeno a ellos, se oscureció, y Asher se perdió en el fuerte color carmesí de sus labios, en las peculiares comisuras de sus ojos que le conferían cierto aspecto asiático.  

     Como un objeto metálico atraído por un imán, atolondrado, colocó sus manos sobre los hombros de Neal, y lo atrajo hacia sí para besarlo. El beso fue correspondido.  

     En el momento en el que menos interrupción necesitaba, distinguió acercándose el sonido de las sirenas. A través de sus parpados cerrados, unas luces azules y rojas aparecieron. 

     Neal y Asher se separaron abruptamente ante al alboroto que estaba desarrollándose: todos corrían despavoridos de un lugar a otro, dirigiéndose generalmente hacia la acera donde estaban estacionados los autos. « ¡Rayos!», maldijo por dentro.

     De improvisto, recordó a Colin, a Henry y a Travis; debía buscarlos.

     En un acuerdo tácito, Neal y él salieron del patio trasero para encaminarse hacia la acera. En el camino, trató de encontrar a los demás, pero sólo logró atisbar a Adam cargando con un brazo en el hombro a Liam.

     Sin pensarlo, se separó de Neal para acudir en ayuda de Adam. Tomó del brazo libre y oscilante de Liam para pasarlo sobre su hombro y así arrastrarlo hasta detenerse frente a un auto Couplé oscuro con vidrios polarizados.

     Adam abrió la puerta trasera para dejar a Liam. Liam, ofuscado, alzó la mirada para mirar a Asher con una expresión suplicante, cuando le arrojó sus residuos estomacales sobre su mejor camisa.

     —Oh ¿es enserio? —profirió Asher, provocando que Liam sollozara mientras se recostaba en los asientos.

     Cerró la puerta.

     — ¿Quieres que te lleve? —Se ofreció Adam.

     —No, está bien.

     Se volvió hacia la acera, donde Neal lo esperaba.

     — ¿Te llevo a tu casa?

     Asher bajó la cabeza hacia su camisa. Si accedía, no tardaría mucho en inundar el  auto de Neal de los residuos que Liam le había lanzado; y él se daría cuenta. Imprecó a Liam desde su interior.

     —No, me iré en el auto de Henry. Nos vemos en la escuela.

     — ¡Espera! —Neal lo detuvo, reteniéndolo del antebrazo. —. ¿Estamos saliendo?

     — ¡Sí! —contestó, sorprendiendo a Neal por la firmeza de su respuesta.

     Volvió a mirar hacia la casa: la patrulla ya se había estacionado en la entrada.

     Recordaba el lugar donde se había estacionado Henry. Se despidió de Neal agitando su mano mientras se precipitaba hacia el auto, en tanto en sus venas corría la adrenalina de ser perseguido por la policía, y el de haber formalizado, de manera espontánea, una relación con Neal.

     Afortunadamente, el Sedán pardo de Henry seguía a un lado de la acera. Cuando llegó, Colin y Travis se acomodaban acaloradamente en la parte trasera. Asher se sitúo en el copiloto a un lado de Henry, que se encontraba encendiendo el motor.

     —La policía ha entrado a la casa —dijo Travis con sorna, viéndolo todo desde el cristal trasero. Vio de soslayo a Asher y se volvió con desinterés, pero entonces, volvió a removerse al recordar lo que había oído. —. Asher, ¿es verdad que besaste a Neal?

     —Sí —confirmó Asher con entusiasmo, ignorando la expresión abatida de Henry. —. Creo que ahora estamos saliendo. —añadió.

     Travis hizo un atisbo por agregar algo, pero arrugó la nariz contrayendo su rostro.

     — ¿Qué huele tan mal?

     —Oh —Descendió su mirada hasta su camisa blanca. —, Liam me vomitó encima.

     El resto del transcurso, Travis acribilló a Asher con un arsenal de preguntas impudorosas en lo relativo a él y a Neal. Antes de que Henry atravesara el puente hacia el otro lado de la ciudad para dejar a Travis, éste le señaló que se quedaría en la casa de Asher invitándose él mismo; Asher no pudo hacer más que resignarse, y Henry tuvo que volver a desviarse del camino.

     Luego de dejar a Colin en el conjunto de edificios en el que vivía en los suburbios, se dirigieron hacia el vecindario Little Edén. La noche estaba tranquila, y la temperatura había descendido significativamente.

     Se estacionaron delante de la casa de Henry.

     —Gracias por traernos. —le agradeció Asher a Henry bajando del Sedán.

     —No hay por qué. Estaba de camino a mi casa. —bromeó, simulando modestia.

     Asher sonrió, aunque no con la naturalidad con la que lo hacía; aún no resolvía sus sentimientos con el inesperado hallazgo que había hecho esa misma. Temía que su perspectiva de Henry se hubiera modificado a raíz de eso, lo que afectaba a la vez en su trato para con él.

     En el silencio de ambos, Travis, quien aún no había bajado del auto, asomó su cabeza sobre la ventanilla.

     — ¿Quieres hacer un trío con nosotros? —Se señaló a él y a Asher seguidamente, dirigiéndose a Henry.

     Henry miró instintivamente a Asher, y él, a la vez, miró a Travis. Pasados unos segundos de incómodo silencio bajo el oscuro firmamento del conticinio, Travis sonrió.

     —Es broma —aseguró—: sé cuándo «no», significa «no».  

     Asher sonrió aplacado por la pertinente intervención de Travis.

     Luego de despedirse de Henry, Asher y Travis entraron a la casa de Rita. Como esa noche Rita se encontraba trabajando en el club nocturno, los dos estarían completamente solos. Asher estaba en guardia, alerta a cómo procediera Travis; con él, nunca se sabía cuál sería su siguiente movimiento.

     Su habitación sólo contaba con una cama, y como tenía a un invitado, se lo cedió a Travis. Después de cambiarse de camisa para no infestar la habitación del maloliente aroma del líquido estomacal de Liam, arrastró un colchón extra que Rita tenía en su cuarto para acomodarlo a un lado de la cama.

     Mientras tendía el cobertor, Travis lo observaba por encima de la cama.

     —Por cierto, no he advertido indicios de que el admirador de Colin estuviera en la fiesta. —soltó con un tono de desinterés.

     Asher se alarmó por el inesperado comentario; había pensado que la tentativa de    Travis por desenmascarar al admirador secreto de Colin había remitido.

     — ¿Lo estuviste buscando? —le inquirió nervioso.

     —Pensé que él iría cuando se enterara que Colin estaba ahí; pero no vi a nadie como posible sospechoso —Se encogió de hombros, sin ver cómo Asher suspiraba con la mano en el pecho; le era un desahogo que Chris no hubiera asistido a la fiesta.   

     — ¿Ese chico con quien hablaste en la entrada, era el tal Liam del que siempre hablas? 

     Asher paró en seco de extender la cubierta, alzando la mirada: cierto era que en las ocasiones en la que Liam más lo había sacado de sus casillas, les había referido a los demás sobre su persona, y ya todos se habían formado una opinión de él.

     —Sí.

     —Tienes que admitir que el desgraciado es atractivo —dijo, removiéndose en la cama con una sonrisa. —. Si yo fuera el que estuviera en tu lugar, dejaría que me hiciera pasar por todo ese suplicio. Hasta le hubiera pedido que fuera mi Apoyo...

     —No todo es la apariencia  —objetó Asher solemnemente—. Y Neal es mejor.

     —Oh —bufó—, pero si tú y Neal sólo se conocen desde hace una semana y ya salen.

     —No puedo refutar eso pero, en mi defensa, en la semana que lo llevo conociendo he oído buenas reseñas sobre él en toda la escuela, y he visto que trata bien a todo el mundo; en cambio, Liam, no.

     —Bueno —Se encogió de hombros—, al menos ya tienes a alguien con quien pasarla bien.

     Intercambiaban miradas de camaradería cuando del pequeño bolsillo a la altura del pecho del saco rojo de Travis, al inclinarse para poner una mano sobre el hombro de   Asher, cayó un pintalabios sobre la superficie del colchón.    

     Se quedaron viendo el mismo punto refulgente de diminutos brillos por unos segundos sin emitir palabra alguna.

     La primera idea que se le vino a la mente a Asher, fue que el pintalabios le pertenecía a Travis. Pero sopesándolo con más raciocinio, lo más lógico era que alguna chica en la fiesta se lo hubiera regalado, o que se lo hubiera tendido en el bolsillo sin que él se diera cuenta.

     Lo regular era comentar algo frívolo relacionado con el incidente, pero en vez de hacer eso, cogió el pintalabios, y lo volvió a colocar sobre el bolsillo de Travis.

     Cuando asimiló lo que había hecho, se sintió un idiota.

     — ¿Y ese pintalabios? —alcanzó a decir.

     Travis lo escrutó con detenimiento, incitando a que Asher tuviera la impresión de que se iba a echar sobre él.

     —No eres idiota, Asher —Amusgó sus ojos en un cariz severo—. Me maquillo los labios y voy a discotecas Drags. —zanjó, expectativo a la reacción de Asher.

     Esto no le sorprendió: Travis era la persona más abierta que había conocido, y, honestamente, podía figurarse que aquel escenario viniera de él. Además, Asher no albergaba prejuicios contras las personas Drags.

     —Eso no está mal. —dijo, sacudiendo sus hombros.

     Travis se recostó sobre la cama apoyándose de sendos brazos detrás de su espalda.

     —La primera vez que fui a uno, fue luego de que mi ex me golpeara —Asher aguzó sus oídos; era la primera vez que veía a Travis tan serio. —. Aún vivía en Londres, e íbamos al mismo instituto. Cuando lo vi, quedé rápidamente prendado de él: era atractivo, iba a último año y tenía una mala reputación. Y como el idiota que era, me propuse conseguirlo; no tardamos en salir. Pero él era muy celoso, y yo tenía una reputación desde antes de que saliéramos —le aseveró, lanzándole una mirada. —; pero con él iba en serio, así que no tenía pretexto —Aguardó un momento. —. Pero no fue hasta en su cumpleaños que se enfadó conmigo porque según él me vio coquetear con alguien, entonces me golpeó y... —Se detuvo, frunciendo el ceño—. ¿Sabes? Yo tenía una estancia repleta de mis trofeos de las competencias a los que participé; era el más prometedor en taekwondo en mi país y, de pronto, todos los años de instrucción, todos los movimientos que sabía... no los recordaba. Lo único que podía hacer era procesar una y otra vez lo que acababa de hacerme, y no me di cuenta de cuándo había salido de su apartamento y me había alejado, cuando dos hombres vestidos de mujeres se ofrecieron a llevarme a casa.

     »Cuando llegué, no les conté nada a mis padres. Ellos aún no se habían divorciado y —Negó con la cabeza—, yo no soy del tipo de persona que busca ayuda ni en los momentos más críticos. Y tampoco me hundo por mucho tiempo así que, pasé la siguiente hora llorando como una niñita por mi labio partido, y a la siguiente ya estaba maquinando la mejor manera de vengarme de mi ex.

     «Cuando volví al colegio, me acosté con todas las personas de las que mi ex había sospechado; él aún pensaba que seguíamos juntos, así que imaginarás la sorpresa que se llevó al enterarse de que le estaba poniendo los cuernos. Me buscó furioso a la salida de la escuela, pero no tuvo oportunidad de decir nada porque yo le devolví la paliza que él me dio.

     »El siguiente fin de semana busqué a los dos hombres que me habían ayudado: me maquillé un poco, y volví a la discoteca de la que ellos salían para agradecerles. Me gustó ese mundo; ellos no se toman nada muy en serio, y son divertidos. Desde ese entonces frecuento a esas discotecas. —concluyó.

     Travis había relatado ese suceso con una permanente sonrisa, conmoviendo a Asher. Detrás de esa conducta para nada moderada, pensaba, no se imaginaba que habría esa increíble historia, y de que fuera capaz de incurrir a la seriedad cuando las circunstancias lo precisaran. Travis era de las personas que sólo se procuraban de mirar adelante y no atrás.

     —En conclusión —prosiguió—, creo que, por más que lo evitemos, todos caemos en una relación tóxica una vez en la vida.

     — ¿Es por eso que te inclinas por las relaciones casuales?

     —No, eso es porque soy un helenista que no ha encontrado a nadie que le agrade tener una relación poli amorosa. —comentó irónico.

     Ambos explotaron en carcajadas, cuando entonces, aún entre risas, Asher soltó:

     —El admirador secreto de Colin es Chris Campbell.

     Travis se ahogó con su propia saliva.

     — ¡¿Qué?!
     —Era cuestión de tiempo de que lo descubrieras; eres muy perspicaz: notaste cuando Colin estaba en su celo, y que yo no portaba mis supresores. Y ahora en la fiesta estuviste buscando a su admirador.

     — ¿Pero cómo lo sabes tú...? —Sacudió su cabeza—. ¿Por qué no dijiste nada?

     —Porque yo instigué a Chris: descubrí algo sobre él, y lo amenacé con revelar su secreto si no se redimía con Colin enviándole algunos presentes. Y ahora él sabe... —  Se frenó; iba a agregar que Chris había descubierto el oficio de Colin, pero Travis no debía saberlo. Tenía que ocurrírsele una opción viable. —, él sabe que mi tía trabaja en un club nocturno, y me ha amenazado con decirles a todos en el instituto.

     —Por eso Colin dejó de recibir los regalos. —Infirió rápidamente Travis.

     Ambos guardaron silencio, procesando el caótico contexto.

     — ¿Y qué harás? —le inquirió Travis.   

     —Por ahora, esperar. Tú no debes decirle de esto a Colin o me matará.

     —Naturalmente —Cedió con una sonrisa pese al amilanado estado de Asher. —. ¿Por qué... —Asher alzó la vista, interrumpiendo de flagelarse mentalmente. —, no digo que vi a Chris guardar los regalos en su casillero? Así no se enfadará contigo.

     Asher lo sopesó: era una buena ocurrencia; sin embargo, no le veía el caso dado que Chris había acabado de presentarle regalos a Colin. Si la situación continuaba así, y él y Travis guardaban silencio, quedaría como un caso sin resolver y Colin se olvidaría de ello; no se molestaría con él.      

     —Creo que lo óptimo será espera —sentenció—; pero lo tendremos en cuenta.

     Travis lo miró socarrón.

     — ¿Qué otras cosas sabes?

     Asher le sonrió. «Si supieras...», pensó.

     Al menos, se había deshecho del inconveniente de la pesquisa de Travis.

     El motivo de preocupación que constituía Chris, era constante, por lo que decidió mejor centrar sus pensamientos en el acontecimiento de mayor trascendencia de la noche: su relación con Neal.

Notas finales:

Para los que hayan llegado hasta este capítulo, quiero avisarles que en los primeros dos he dejado en las notas finales una serie de links para que vean cómo es que me he imaginado a cada personaje, así que... Corran a verlos(? Son súper lindos ;).

Otro detalle, como esta historia está completa, decidí también subir nuevo capítulo los miércoles y algún que otro día del fin de semana.

¡Nos leemos!


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