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Girando en un espiral de problemas. por ASimpleWriter

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Notas del capitulo:

Asher se encuentra en la compleja posición de responder qué es más problemático: ¿el amor, o el primer celo?

Capítulo 7.

La sonrisa de Asher se ampliaba cada vez más y más en la penumbra de su alcoba, yaciendo inerte sobre su cama mientras los primeros rayos del sol caían sobre la Ciudad Trinity. No estaba completamente consciente de su reacción, ni de lo que en su entrepierna acontecía.

     Sin resistirse, se dejaba llevar por el placer de un sueño en el que constituían él y Neal en su propia habitación, envueltos en una palpable tensión sexual. Neal, con una sonrisa, zanjó ese ambiente despojándose de su vestimenta, bajo el atento escrutinio de Asher, que lo miraba con la boca y los ojos abiertos.

     El sueño era retazos que no seguían una línea temporal ni lógica. De repente, Asher encontraba a Neal recostado, y sin ropa, sobre el escritorio del salón de Química. Por la mirada que le sostenía Neal, sabía que era hora de cumplir su parte.

     Con dedos nerviosos y ansiosos, se aflojó la corbata, se deshizo del chaleco, y se desabotonó la camisa. Sus pantalones, zapatos y calcetines desaparecieron. Cuando llegó a un costado del escritorio sólo con bóxer, la moral lo asaltó: ¿acaso lo que estaban por hacer no era apropiado? ¿Y si alguien los atrapaba? ¿Ese era el lugar más adecuado para perder su virginidad?

     La expresión incitadora de Neal lo convenció de que ese torrente de inquisiciones eran sólo nimiedades.

     Se postraba a horcajadas sobre la pelvis de Neal, cuando una aguda punzada en su ingle lo despertó.

     En un breve vistazo, vislumbró su cuarto cobrando luminosidad, y oyó el canto de los pájaros. Estaba amaneciendo. Se incorporó de su cama, y despojó el cobertor que lo cubría de la cintura para abajo: una mancha oscura y viscosa reposaba en su bóxer.

     Había tenido un sueño húmedo.

     Lanzó un suspiro y se volvió a echar sobre la cama, frustrado.

     Ya había pasado un buen tiempo desde la última vez que había tenido ese lapso en que una abrumante necesidad por satisfacer sus instintos lujuriosos lo arremetía. En su vida cotidiana apenas tenía tiempo para eso y, sus necesidades, siguiendo ese modo de pensamiento, desaparecía. Pero cuando ya acumulaba demasiado tiempo, explotaba; y no le quedaba de otra que someterse a ese periodo que generalmente solía durar una semana.

     Resignado, se reincorporó para comenzar su día.

     Durante su trayectoria al colegio se encontró con Henry, y procuró resolver todas las dudas que éste tenía con respecto a la proyección de coger el teléfono de Kim.  Henry se encontraba menos tenso, y hasta hacía bromas sobre su plan.

     Al llegar al vestíbulo, ambos se despidieron.

     Cuando Asher se volteaba para seguir por su parte, hacia la galería de los casilleros, divisó a Colin y a Travis a un par de metros. Colin sostenía la puerta de su casillero mientras acomodaba sus cosas parpadeando sin cesar, y Travis, apoyado sobre el casillero contiguo y con el ceño acentuado, realizaba ademanes enérgicos con sus manos.

     Era como si estuvieran discutiendo. Esa conjetura lo crispó. ¿Acaso Colin habría descubierto su coacción con Chris y Travis trataba de convencerlo de lo contrario?    Habían pasado días desde la última vez que había confrontado a Chris, y éste, en las ocasiones en que se cruzaba con Colin, hacía como si no percibiera su presencia. 

     Los días de paz habían llegado a su fin.

     Se insufló de valentía para afrontar a lo que sea que se encontrara.

     Emprendió la marcha al mismo instante en el que Travis se incorporaba en un amago por partir.

     —Repítelo cuando te encuentren inconsciente. —le espetó a Colin antes de marcharse, sin reparar en su aparición.

     Asher se clavó en el sitio. Sin dudas no habían discutido sobre Chris.

     — ¿Qué es lo que acabo de presenciar hace un momento? —le inquirió a Colin cuando por fin se hubo acercado.

     Colin, al volverse, lo contempló de arriba abajo con expresión asombrada.

     —Traes tu uniforme escolar.

     —Oh, sí. Mi tía me lo dio ayer. —Seguidamente, arqueó sus cejas esperando la respuesta a su pregunta.

     Colin lanzó un suspiro.

     —Travis me reprendió porque dice que consumo muchos supresores. Cree que debería acostarme con alguien para... —Hizo una pausa, cohibido—, mi celo.

     — ¿Y tú te negaste? — Ante su titubeo, Asher presumió que así era. —. ¿Cuántas pastillas tomas al día en tu celo?

     Colin tardó en contestar. Hasta que en voz queda articuló:

     —Cinco...

     — ¡¿Cinco?! —exclamó Asher escandalizado.

     Era de conocimiento general que el consumo excesivo de supresores podía ser nocivo para la salud. Lo aconsejable era tomar dos pastillas al día de lo que durase el celo. En esos términos, Travis sí tenía razones para mostrarse preocupado.

     —Pero llevo tomándolos de esa forma desde hace cuatro años y hasta ahora nunca me ha sucedido nada.

     Asher le lanzó una mirada recelosa. Se encaminó hasta su casillero para depositar sus bolsos, y al cerrarla, le echo un vistazo a su reloj de muñeca.

     —Aún nos quedan diez minutos para que comiencen las clases. Diez minutos para hablar sobre tu caso. —le espetó a Colin.

     Con un meneo de cabeza, le indicó que lo siguiera.

     —Por cierto, ¿no has visto a Neal?

     —Creo que aún no ha llegado.

     Caminaron hasta el área del campus, donde el bullicio y el ajetreo era más patente. Se dirigieron hasta un roble que quedaba cerca de la cafetería, pero que estaba más apartado de los demás, el lugar perfecto para que Colin se sintiera seguro ante la charla que estaba a punto de abordar.

     —Corrígeme si no le atino —Le advirtió a primeras—. Siguiendo tu idiosincrasia, creo que el hecho de que te rehúses a tener relaciones con alguien más se debe a dos posibles razones: sientes inseguridad hacia tu cuerpo, o, sientes inseguridad, o mejor dicho, aversión, con tener contacto con un Alfa.

     —No, no es eso. Es... —Colin reprimió las comisuras de su labios en un esfuerzo por encontrar las palabras. —. Creo que es la intimidad. No sé si me agradaría estar con alguien a solas... y sin ropa, en una habitación.

     — ¿No te sientes a gusto con tu cuerpo?

     —No. Lo que quiero decir es que... Nunca he dejado que nadie me viera desnudo antes y, nunca he estado tan cerca de alguien. Pienso que tener relaciones es un acto muy íntimo... No creo que esté preparado para abrirme.

     Asher ya gestaba una idea hacia el cauce donde se dirigía el conflicto de Colin, pero sólo para asegurarse:

     — ¿Qué hay de tu familia? —Formuló con tacto—. Me dijiste que no tenías padres.

     —Mi madre murió en el parto, y mi padre me dejó con mi abuela, paterna. No lo volví a ver. —Se encogió de hombros.

     De esa manera, Colin dejaba reflejar que nunca había mantenido una charla sobre sexualidad. Eso explicaba la manera escrupulosa con la que reaccionaba ante esos temas, seguramente llevado por los prejuicios que algunas personas sentían por el mismo. Sólo era cuestión de que Colin se abasteciera de más información.

     —Colin, el sexo es natural —le aseveró—. En cuanto a la intimidad, probablemente la persona con quien estés en esa habitación también tenga sus reparos pero finge seguridad para hacerte sentir bien a ti. Y, creo que a lo que se refería Travis es a que encuentres un Apoyo, y deberías.

     Colin abrió sus ojos con desmesura, sobresaltado.

     —Ya sabes cómo se supone que funciona un Apoyo: sólo tienen relaciones cuando tengas tu celo sin afectar en la relación que tengan. Es sólo físico, y a lo que tú temes es una relación que abarque todo, tanto mental como físicamente. Creo que para que te abras más a tu sexualidad deberías comenzar contigo mismo; cuando estés preparado, avanzarás a buscar un Apoyo sólo para algo físico, y luego de eso, sólo basta con una relación por completo. Avanza según tu ritmo. A ti correspondería empezar por ti mismo, ya sabes, satisfacerte con un juguete sexual o con los recursos que estén a tu alcance... —De súbito tuvo que interrumpirse, dado que la campana de reloj comenzó a teñir.

     — ¿Cómo es que sabes acerca de esto? —le cuestionó de repente Colin.

     —Ah, mis padres me hablaron de este tema en concreto hace tiempo —dijo, haciendo un gesto desdeñoso. —. Malinterpretaron el que no saliera con nadie porque me sentía inseguro conmigo, pero es sólo que no tenía tiempo; estaba entrenando.

     Colin estaba absorto, procesando la información recogida de Asher. Asher, al ver que no hacía amago de reaccionar,  se empezó a impacientar ante la vista de los demás que se apresuraban a dirigirse a sus aulas antes de que cerraran las puertas.

     —Así que hazlo —Volvió a emprender—. Te sentirás bien, te lo puedo garantizar. —dijo con cariz lasciva.

     Colin esbozó una sonrisa tímida.

     —Vamos —le apremió Asher—. Las clases ya deben estar por comenzar.

     Ambos se alzaron sacudiéndose el polvo y el césped de sus prendas.

     Cuando llegaron al pasillo para recoger sus útiles de sus casilleros, colisionaron con Neal que llegaba desde la entrada con el cabello despeinado, cargando sus dos bolsos con sendas manos, y con la respiración agitada.

     Antes de poder presumir que su semblante se debía a que había demorado en llegar, Asher recordaba el sueño que había tenido esa misma mañana.

     No era el panorama más conveniente que ver dada su actual situación.

     Neal lo saludó primero con un fugaz beso, y luego a Colin con un movimiento de cabeza.

     El señor Hank de Algebra sostenía la puerta a mitad de cerrarla cuando los abordó.

     —Llegan dos minutos tarde. —les remarcó, dejándolos aun así pasar.

     Cuando finalizaron de asentarse en sus sitios, Neal se volvió hacia Asher para brindarle una sonrisa torcida por lo cerca que estuvieron de quedar fuera. Asher le devolvió la sonrisa, pero cuando Neal se dio la vuelta, sus gestos se paralizaron.

     Una marca oscura, de matiz púrpura, se podía ver cerca de la nuca de Neal, que sobresalía del cuello de su camisa. 

     Asher no quería hacerse una noción errónea al respecto del origen de esa marca; sin embargo, al tener en cuenta el hecho de que Neal se había retrasado en llegar sólo apuntaba a una cosa, y era a lo que más temía considerar: ¿había estado con alguien más?

     Sacudió su cabeza. «Neal no es de esos», se convenció.

     Pero durante el resto de la clase, cada que tenía oportunidad, le echaba una mirada a la marca. Una mirada prolongada y constante. Albergaba la ridícula esperanza de que por ensalmo Neal se ladeara, y le ofreciera una explicación al respecto que desestimara la contingencia de una infidelidad.

     Supo que había llegado muy lejos cuando Colin, al advertir su inusual conducta, siguió con los ojos la trayectoria de los suyos, y también reparó en la marca cerca de la nuca de Neal.

     Con gestos y miradas significativas, Colin le preguntó si él había sido el responsable de esa obra. Asher negó con la cabeza. Ambos le lanzaron una última ojeada a la misteriosa marca.

     Al abordarse el receso, Asher y Colin se dirigieron hacia el refectorio para el almuerzo. Se acercaron al bufé donde cogieron sus respectivas bandejas en una pila a un costado.

     — ¿Crees que haya estado con alguien más? —le cuestionó Colin.

     Con toda probabilidad, y con el tiempo sobrado que habían tenido en clases, Colin habría barruntado todos los escenarios posibles que explicaran el origen de la marca. Ambos habían prestado más atención a la mancha que a las clases. Pero en lo que   Colin despertaba su curiosidad, para Asher lo atosigaba.

     —No lo sé. Es la primera vez que veo uno y, no creo que Neal sea de esas personas. Es decir, no llevamos ni una semana saliendo y ya me está engañando. Esperaba que a lo mínimo esperara un mes —dijo en tono jocoso, provocando que Colin lo mirara extrañado. —. Estaba bromeando, Colin. Le preguntaré al respecto cuando lo vuelva a ver.

     Cuando estuvieron listos, se pusieron en marcha a su habitual lugar en el campus.

     — ¿No crees que sería algo obvio? —formuló Colin.

     — ¿Qué quieres decir?

     —Si Neal estuviera siéndote infiel, y tú se lo preguntaras, él naturalmente lo negaría. Pero si investigaras cautelosamente por tu cuenta, tal vez consigas la verdadera respuesta.

     Asher frunció el ceño, sopesándolo. Lo que le señalaba Colin tenía sentido; sin embargo, no le agradaba la perspectiva de elaborar una pesquisa para vigilar a Neal. No era para nada de su gusto.

     —No lo sé... —soltó, dubitativo. De pronto, sintió una punzada repentina sobre sus sienes. —. ¡Rayos! —exclamó con un gesto de dolor, deteniéndose.

     Colin se acercó hasta él.

     — ¿Estás bien?

     —Sí, creo que fue una jaqueca —especuló, cuando consideró entonces que también podría deberse a la acumulación de la que estaba padeciendo. No obstante, no podía decirle eso a Colin. —. Sí, creo que fue eso —Sonrió—. Eso me pasa por pensar mucho. Vamos, ya estoy mejor.

     Se situaron con sendas bandejas en una zona de césped bajo la sombra de un árbol. Travis llegó en ese preciso momento para hacerse sitio a un lado de Colin.  Asher los contempló con suma atención, dada la pequeña querella que habían tenido.

     —No estoy molesto contigo. —le esclareció Travis a Colin.

     Colin distendió sus facciones, pero al desviar su vista, algo lo volvió a tensar. Asher se volvió hacia aquello que miraba. A unos metros, Henry venía en compañía de Dylan, llevando sus bandejas.

     —Es Henry. —dijo, para volver la vista en Colin y Travis.

     Colin le lanzó una mirada flamígera a Travis. Travis alzó sus manos en un gesto defensivo.

     —No le pedí a Henry que trajera a alguien para presentártelo. Aunque hubiera sido una buena idea.

     —Oh, no —Terció Asher—. Yo le pedí a Henry que lo trajera. Quien lo acompaña se llama Dylan, lo conocí en el estadio de natación como hace una semana.

     —Luce bien. —determinó Travis, escrutándolo desde lejos.

     Los tres se pusieron de pie una vez que Henry se acercó con Dylan. Procedieron entonces a las presentaciones, estrechando sus manos. En un momento, Asher se había vuelto desinteresadamente para echar un vistazo a lontananza, cuando avistó a Neal saliendo de la abertura del comedero, cargando consigo una bandeja. Como tenía sus manos ocupadas, saludaba a quienes pasaban con meneos de cabeza.

     Asher quiso cubrirse el rostro con sus manos. ¿Ya cuántas personas se habrían fijado en la marca? ¿Lo habrían adjudicado a él como el perpetrador de la obra? Neal se pavoneaba como si no estuviera al tanto de lo que llevaba en su cuello.

     Por primera vez, deseó pasar desapercibido ante Neal.

     Tuvo que esbozar una sonrisa forzada cuando finalmente se acercó.

      —Ey. —lo saludó entre dientes.

      — ¿Te molesta si almuerzo con ustedes?

     Asher abrió la boca en apunto de contestar, pero Travis intervino.

     —Para nada, hazte un sitio —le invitó. Neal le agradeció con una sonrisa mientras se inclinaba, sin reparar en cómo Asher se resignaba. Travis se volvió hacia Dylan. —.  Él es Neal, está saliendo con Asher.

     Durante el resto del receso charlaron plácidamente. Neal llevaba la batuta con su carismática personalidad, Travis, en cuanto tenía oportunidad, intentaba sonsacarle información a Dylan, quien prefería mantenerse al margen siguiendo las aportaciones de los demás. Asher, en ocasiones intercambiaba miradas tácitas con Colin.

     Pero todo se trastocó cuando, de manera paulatina, cada uno fue reparando en la marca del cuello de Neal. Dylan permaneció impávido; Travis alzó las cejas con una sonrisa de lado a lado para luego incrustar sus ojos en Asher; Henry, al principio, acentuó su entrecejo y entrecerró los ojos para poder visualizar mejor lo que tenía Neal en el cuello; cuando obtuvo una imagen más nítida, se paralizó.

     La campana comenzó a teñir para finalizar el receso.

     Todos se levantaron para encaminarse en primer lugar a la cafetería para dejar las bandejas, y luego dirigirse a sus salones.

     Asher, con un gesto, le indicó a Neal para que se rezagaran del resto del grupo.

     — ¿No has notado que Colin ha mirado varias veces a Dylan? —preguntó Neal con una sonrisa despreocupada.

     —No, no lo he visto... —No había notado nada raro en Colin. De todos modos, se deshizo de plantearse esa incógnita para emprender el verdadero asunto. —. Neal,  ¿qué es esa marca que llevas en tu cuello?

     Neal se frenó en seco, adquiriendo una expresión de estupor.

     Se llevó la mano hacia la nuca, cubriendo con su palma la mancha.

     —Sí, ése mismo. —le indicó Asher.

     —Ah —Neal volvió a sonreír—. Ayer Owen y yo jugamos un partido de tenis en mi casa. En un momento me distraje y él me lanzó la pelota —Rio, mientras Asher intentaba escenificar la situación en su mente.  —. Si quieres puedes preguntárselo a  Owen, él puede corroborártelo. —le aseveró con tono solemne.

     —No, está bien —Negó con la cabeza—. Te creo. —le aseguró.

     Sin embargo, la desazón lo persiguió durante el resto de la jornada escolar. Por su experiencia, a él jamás le había sucedido algo semejante. La mayoría de las pelotas iban del abdomen para abajo; él había sido golpeado otras veces en los muslos y en el vientre. Hasta en una ocasión él, sin querer, había lanzado la bola en la entrepierna de un compañero.

     Estaba sumido en esos pensamientos cuando arribó a la cancha donde Liam y Max lo esperaban.

     —Bien —La voz de Max lo despabiló. —. Hoy jugarán Dobles contra dos estudiantes de segundo año. Quiero verlos jugar en serio; no me hagan perder el tiempo —les advirtió con una sonrisa irónica. —. Vayan a calentar.

     Asher y Liam emprendieron a trotar en el entorno de las canchas. Esta vez Liam no dejaba rezagado a Asher, quien lo seguía a su ritmo. Cuando ambos describieron una curva, Asher divisó a Neal elongar en su cancha detrás de la empalizada de alambres.

     Neal agitó su mano para saludarlo. Asher, lo saludó con un breve asentimiento.

     Liam, quien había atestiguado el frío saludo, enarcó una ceja.

     — ¿El amor duró tan poco? —le soltó a Asher.

     Asher sonrió de medio lado, sin hacer atisbo de contestar; lo que menos deseaba ahora era lidiar con las chanzas de Liam.

     — ¿Acaso te tengo que recordar el trato que hicimos ayer de contárnoslo todo? —insistió.

     Asher suspiró resignado por esa maniobra.

     —Hoy en clases me fijé en una marca que Neal tenía en su nuca. Tenía el aspecto de..., ya sabes —Liam inclinó la cabeza, inquisitivo. —. Las marcas que se dejan cuando succionas con la boca la piel de alguien —le lanzó hastiado—. Se lo hice notar y él me dio una versión poco convincente y... No lo sé, quizás esté siendo algo paranoico.

     — ¿Paranoico por negarte a ver la verdad?

     Asher entornó los ojos, sacudiendo su cabeza, cuando Liam ralentizó sus pasos para abrir sus brazos con una sonrisa cínica.

     — ¿Qué esperas para separarte de él?

     —Que no puedo romper con él si no sé si me pone los cuernos, Liam.

     —O tal vez sí lo haga, y con más personas de las que crees, y lo siga haciendo  mientras tú vacilas.

     — ¿Sabes...? —Asher hizo un esfuerzo por contener sus aspavientos. —. Ya cumplí parte de mi trato. Ahora olvídalo o empeorará la jaqueca que tengo. Ya estoy demasiado estresado. —le advirtió.

     Liam negó con la cabeza lentamente para volver a retomar el ritmo del trote.

     —Tú... —Asher titubeaba—. ¿No has visto a Neal con alguien más?

     —No. Pero Adam vive en el mismo vecindario que él.

     — ¡Genial! Pregúntale si lo ha visto en una situación dudosa —le pidió, suscitando que Liam lo mirara con escepticismo. —. Hazlo como un pago por el increíble servicio que te dispenso.

     —Bien, lo haré. —cedió a regañadientes.

     Cuando finalizaron de calentar, se presentaron antes sus adversarios: se llamaban Lucas y Alex. Este sería el segundo año consecutivo en el que competirían para Dobles; el año anterior, habían llegado hasta la segunda fase.

     Asher esperaba que el estrés no ofuscara su pericia. Debía demostrarle a Max lo que él y Liam habían progresado. Además, no había mejor manera que desquitarse y sacarse toda la tensión de encima que un juego de tenis.

     La marcha del juego comenzó con parsimonia, yendo en ventaja los estudiantes más adelantados. Gradualmente, Asher comenzó a tomar las riendas de manera activa con dejadas y fintas. Su agudeza visual aumentó, logrando que pudiera gestar observaciones más cuidadosas que los podría poner en ventaja. Liam no reculó; empezó a efectuar golpes definitivos y violentos.

     Pese a sus esfuerzos, Lucas y Alex ganaron el juego.

     —Estuvieron bien —los congratuló Max cuando se hubieron acercado para beber de sus botellas. —. Eso ha sido mucho progreso. Estuvieron a punto de ganarles a unos de segundo año. En especial tú —Apuntó a Asher—; no sé qué es lo que hayas hecho, pero has venido con otro ánimo. Procura venir así para mañana...

     Liam soltó una risa con la boca llena de agua. Algunas gotas escaparon de sus labios.

     Sin duda, al igual que él, Liam también había llegado a la conclusión de que el estrés lo había incentivado, y el mérito se lo debía a nada más y nada menos que a Neal.

     Asher lo miró hoscamente.

     El dolor en sus sienes seguían atenazándolo para cuando llegó a la casa de Rita.

     La incertidumbre que sentía por la versión de la causa de la marca que Neal le había proporcionado, junto con la acumulación por la que atravesaba, no eran una buena combinación.

     Su día aún no había terminado: se suponía que dentro de un par de horas Henry llegaría con el teléfono de Kim, y más tarde, debía encontrarse con Liam para el entrenamiento nocturno que habían establecido tener de ahora en adelante.

     En la tarde, mientras esperaba impacientemente a Henry, recibió un mensaje de Neal: el contenido versaba sobre el trabajo de álgebra que habían convenido hacer en pareja.

     Asher no se atrevía a contestarle.

     De repente, la puerta del pórtico se abrió y se cerró con brusquedad. Asher quedó atónito ante la entrada de Henry; reparó en el vaivén acelerado de su respiración, y las gotas de sudor que se deslizaban de su frente hasta su mandíbula.

     Se incorporó de un salto de su asiento para acercarse hasta él.

     — ¿Lo traes?

     Henry se volvió y asintió. Condujo su mano hasta el bolsillo delantero de su pantalón, y extrajo un celular de la proporción de su mano con una funda violeta. Era de la marca Samsung, un último modelo.

     Ambos fueron a tomar asiento en la sala. Asher acercó su asiento hasta Henry para tener un mejor panorama de la pantalla.

     —Espero que no tengamos que introducir una contraseña para ingresar.

     —No, no tiene. —le aseguró Henry.

     Pulsó la pantalla dos veces para prenderlo. En el fondo de pantalla había una foto de Kim; tenía una decena de aplicaciones, la mayoría, de redes sociales.

     —Iré a la galería de fotos.

     Tras indagar un poco, Henry alcanzó a encontrar la aplicación: contenía una amplia gama de fotografías de Kim. No fue hasta que deslizó su pulgar hasta el final cuando halló una carpeta con su nombre adjunto; pero no había sólo uno, sino más.

     Los dos intercambiaron una mirada de estupefacción.

     Al volver a encajar su vista a la pantalla, a Asher le llamó la atención cierto archivo con el nombre de Chris. Cogió el móvil de las manos de Henry y tocó el pequeño icono.

     Al instante hizo una mueca de repulsión.

     —Tómalo. —Le volvió a tender el aparato a Henry.

     Había divisado, en alta resolución, el cuerpo desnudo de Chris Campbell. Saltaba a la vista que durante una charla fogosa se habría dejado arrastrar por la pasión y le mandó esas fotografías.

     Mientras él cavilaba ese hecho, Henry se había volcado a revisar las demás carpetas. Las fotos que contenían eran de la misma dinámica que los de Henry: fotos capturados furtivamente, tanto dentro como fuera del colegio. Tenía como una docena.

     El hecho de que Kim contuviera fotografías similares a los de Henry en su celular sólo podía apuntar a algo: no era la primea vez que chantajeaba a alguien.

     — ¿Qué tal si chequeo sus mensajes? —formuló Henry; seguramente había llegado a la misma conjetura que él.

     —Buena idea.

     Henry se adentró a su WhatsApp, especialmente hacia las conversaciones con chicos. La mayoría le respondían con frialdad y no pasaban del primer párrafo; no era hasta que llegaban hasta el principio de éstas que descubrían que Kim les había amenazado de las misma manera que lo había hecho con Henry; algunos habían accedido a la primera, mientras que una ínfima parte de los que se negaron corrieron la misma suerte que él.

     Asher, conducido por la curiosidad, quiso husmear su charla con Chris.

     Se llevó una enorme sorpresa cuando advirtió que Chris le respondía con el mismo laconismo que los demás. Deslizó su dedo hacia arriba, hasta que leyó un mensaje en el que Chris le reclamaba a Kim que la habían visto con alguien más. Asher recordó entonces la breve charla que había tenido con los gemelos en la fiesta, en la que uno de ellos había mencionado que Chris dejaba pasar las infidelidades de Kim.

     Más abajo, Kim le respondía con evasivas. Chris dejó de responder por unos días, hasta que Kim le amenazó con divulgar sus fotos al desnudo si no seguían con la relación.

     Según habían estructurado, lo primero que debían hacer cuando tuvieran en sus manos el móvil, era eliminar las fotos de Henry, y luego deshacerse del teléfono.

     Pero ese descubrimiento no hacía sino alterar todo.

     — ¿Ahora qué haremos? —soltó. Henry apagó el celular para depositarlo a un lado de la mesa. —. No podemos entregarlo a la policía sin tener que dar nuestro testimonio; tú saldrías afectado...

     —Podemos seguir con lo que planeamos —sugirió Henry—; sólo que ahora eliminaremos todas las fotos. Luego yo mismo me desharé del celular...

     —No —Lo detuvo sacudiendo la cabeza—. ¿Qué nos garantiza que no vuelva a hacer lo mismo? Debemos frenarla pero sin salir afectados... —Se sumió en un silencio mientras pensaba en una alternativa. De súbito, se incorporó. —. Sé una forma, pero deberemos ser muy meticulosos.

     La idea de Asher consistía en tomar foto capturas de las conversaciones y los archivos de Kim, para posteriormente publicarlos en todas sus redes sociales.

      Henry dio visto bueno a su ocurrencia.

      Emprendieron a desactivar la ubicación en las publicaciones para no dejarse en evidencia; tomaron foto capturas de muchas de las charlas pero, en un momento,   Asher comenzó a vacilar en cuanto a si debían publicar todas las charlas. Con toda seguridad se armaría un revuelo luego de lo que estaban por hacer, y si Henry salía entre las fotos, de un modo u otro los demás se enterarían; y, en el caso de que lo omitiera, Kim quizás señalaría el por qué él no estaba entre los chantajes, a lo que llevaría a aducir que fue Henry quien había robado su celular.

     Decidió excluir algunos mensajes para que perdiera la pista; entre ellos, los de Chris.

     Cuando concluyeron, apagaron velozmente el teléfono y le sacaron la batería.

     — ¿Y ahora qué? —le preguntó Henry.

     —Debemos deshacernos de la evidencia.

     Se le ocurrió que una buena manera de hacerlo era destrozar el celular.

     Sacó algunos instrumentos de la caja de herramientas de Rita: un martillo y una llave inglesa.

     Salieron al patio para colocar el aparato sobre la mesa de plástico.

     Ambos contemplaban con la misma expresión de angustia el artefacto. Les dolía la tarea de tener que desmembrar un teléfono de tan buena calidad.

     — ¿Es realmente necesario?

     —Sí, si no queremos ir a la cárcel —añadió Asher. Sostenía la llave inglesa. —. Tú  haz los honores, te lo mereces.

     Henry sonrío titubeante, pero al cabo lanzó el primer golpe con el martillo sobre la pantalla, haciéndolo trizas. Asher siguió con la llave, provocado que algunos trozos se desperdigaran sobre la mesa. Fueron intercalando golpes hasta el que celular quedó totalmente inservible.

     Al final, hicieron un pequeño hoyo en el patio donde lo ocultaron, debajo de la superficie de la cancha de tenis para que no se notara ningún relieve sobresaliente.

     Henry soltó un suspiro hondo de sus labios esbozando una sonrisa.

     —Se sintió bien —confesó—. Ha sido un año y medio en el que estuvo acosándome. Traté muchas veces de bloquearla, pero ella siempre cambiaba de número, y siempre sabía dónde encontrarme en las fiestas. Incluso dejé de ir a algunas para no toparme con ella. Era escalofriante.

     —Bueno, ahora eres libre para ir a todas las fiestas que quieras —Le dio un suave golpe en el hombro—. Y para salir con quien tú quieras. —Le guiñó el ojo, para de manera repentina callar.

     «A Henry le gusta Colin», recordó.

     Ahora que tenía el camino libre, se preguntaba si acaso Henry iría a por Colin.  Daba la casualidad que ese mismo día mantuvo una charla con él sobre tener un Apoyo, ¿y qué mejor opción que Henry? Él una vez se había ofrecido a ser su Apoyo cuando creyó que estaba en su celo, así que podría hacerlo también con Colin.

     Las circunstancias se prestaban para el caso.

     —Tú sí que has avanzado —Henry lo bajó de las nubes. — con Neal. —Con las cejas arqueadas, se palpó a un lado de la nuca, haciendo alusión a la marca de Neal.

      —Oh... Eso...

     Asher se angustió; había logrado sacarse de la cabeza a Neal por un rato, y ahora dudaba en si contárselo a Henry. Ya había recibido malas opiniones de Colin y de Liam, y honestamente no sabía si se encontraba dispuesto a tolerar otra negativa. .

     Henry frunció el ceño, notablemente preocupado ante su cambio de semblante.

     — ¿Qué sucede? Sabes que puedes contarme lo que sea.

     Henry le había confiado sobre su problema, por lo que sería indigno si él no hacía lo mismo.

     —Sí, es justo —convino—. Yo... —Lo miró—. Esa marca no se lo hice yo; él se golpeó con una pelota perdida.

     Henry inclinó la cabeza, desconcertado.

     — ¿Eso es posible?

     —En el tenis todo es posible —bromeó con una risa forzada. Desvió sus ojos hasta el sol, que ya comenzaba a esconderse brindando sus últimos rayos sobre el paisaje. —. Lo lamento pero, ya debo ir a entrenar con Liam en el colegio.

     —Oh, sí. Lo siento. —Se disculpó removiéndose—. Todavía no sé cómo recompensarte por haber hecho todo esto por mí.

     Asher hizo un gesto indiferente.

     —No ha sido nada. Siempre puedes contar conmigo.

     —En especial en actos ilícitos. —bromeó Henry.

     —Son mi especialidad.

     El ayudar a Henry pareció haber mermado en gran medida su jaqueca. No obstante, en contraste, Henry había dado señales de sentirse pesaroso por el problema que estaba por ocasionar a Kim con la divulgación de sus chantajes; Asher no podía estar más en desacuerdo: Kim debía pagar por lo que había hecho, en especial a Henry, que era quien menos debía haber sufrido ese trato.

     Comenzó a cuestionarse si había hecho bien en omitir los mensajes de Chris. Si los hubiera incluido, seguramente se vería envuelto en el escándalo, lo que eso equivaldría a que se la pasaría mal. Él también se merecía pagar por abusar de Colin, pero sentía que esa cuestión ya era harina de otro costal.

     Al llegar al colegio para el entrenamiento, y luego de pasar por el vestíbulo para dar su nombre –su credencial estaba pendiente–, se dirigió a las canchas. Se sobresaltó cuando Liam lo abordó en el camino. Tenía un aspecto lozano y portaba una sonrisa pícara.

     — ¿Has seguido el consejo de Max? ¿Encontraste otra marca en el cuello de Neal?

     Asher entornó los ojos. Lo que menos necesitaba era encontrar otra.

     — ¿Y acaso tú lograste aliviar tu erección hoy después de la práctica?

     Los rasgos faciales de Liam se contrajeron.

     También ese día había sufrido, tras el intercambio de gestos afectivos durante el partido con los de segundo año, una erección.

     —Sólo estaba haciendo lo que Max nos ordenó —Rechistó—. Adam está aquí para responder a tus preguntas. De nada.

     Asher parpadeó, sintiendo una ráfaga de entusiasmo. Podría por fin resolver sus dudas sobre la veracidad de Neal.

     — ¡Genial, gracias! —le profirió para salir trotando hacia las canchas; no podía esperar más.

     Adam se hallaba recostado en la banca de una de las canchas, equilibrándose con los pies sobre la tierra. Su vista estaba fija en la pantalla de su móvil, pero se irguió cuando visualizó a Asher aproximarse.

     —Adam —Lo saludó con el aliento agitado—. Gracias por venir aquí en persona, amigo.

     —No me agradezcas. El idiota de tu pareja me arrastró hasta aquí porque tiene la creencia de que otros no tienen planes que hacer un martes por la noche.

     Asher se extrañó. ¿No eran los viernes y sábados por las noches cuando las personas tenían planes?

     —Liam ya me dio un pequeño preámbulo de tu problema.

     —Oh, sí —Se llevó las manos hacia la cintura. En ese instante Liam se acercaba a ellos. —. Es sobre Neal... —decía cuando se detuvo.

     Cayó en la cuenta de que estaba haciendo justo lo que Colin le había sugerido durante el receso después de clases. Él se había negado en rotundo a seguir ese pensamiento, pero ahora lo estaba concretando. No quería ser como esas personas celosas que espiaban a sus parejas a sus expensas. Pero allí estaba, consultándole a   Adam que vivía en el mismo vecindario de Neal.

     Contrajo sus labios. Si no lo hacía, la curiosidad le carcomería.

     Sacudió su cabeza; era mejor hacerlo.

     — ¿No lo has visto salir o, estar en estrecha cercanía con alguien? —le preguntó.

     —No paso mucho tiempo mirando hacia la ventana; su casa queda enfrente de la mía —aclaró—, pero, todos los fines de semana, los sábados, antes del alba, Neal sale con su madre en su auto y no regresan hasta el mediodía. Es la única conducta extraña que se me ocurre.

     Asher asintió mecánicamente, resignado.

     De modo que había quedado con las manos vacías.

     —Bien, ya veo. —dijo con menos ánimo.

     — ¿Qué, eso es todo? —Liam abrió los brazos con un cariz incrédulo. —. ¿No te separarás de él?

     Asher abrió la boca, horrorizado.

     — ¡Tú...! —Lo apuntó con la raqueta. Trataba de contener los improperios que pugnaban por salir de su boca. —. Pensé que esto te haría feliz; me pasaré todos estos días estresado —Dio una vuelta, bosquejando una sonrisa mordaz. —. ¡Sí, ahora gracias a eso, o a mí, mejoraremos, y quizás hasta ganemos el campeonato para representar al instituto en las regionales!

     Adam, que había estado atendiendo su móvil, soltó un bufido para dirigir su mirada contra la de Liam.

     —Bien, ahora mi novia cree que le estoy siendo infiel porque no la pude ver hoy.

     —Yo no te obligué a venir aquí a punta de pistola. No te traje en el maletero.

     Adam apartó su mirada furibundo hacia Asher.

     —Él tiene una sección de fotografías tuyas en su celular por si no llega a tener conexión y debe masturbarse.

     Asher, quien había sucumbido por un efímero momento al cinismo, volvió a sus cabales ante esa revelación.

     — ¡Eso no es verdad! —le espetó Liam con el rostro sonrojado.

     — ¿Entonces por qué no le das tu celular para que lo vea?

     —No lo haré. ¿Por qué no te callas?

     —Te apuesto a que no puedes ni siquiera chocarle los nudillos sin que te excites.

     Asher había seguido atento a la discusión. De pronto, le resultaba hilarante la manera  en la que se habían enzarzado en la discusión; pero en cierta manera, se puso serio al salir a colación el problema que Liam tenía con sus erecciones involuntarios posterior a los gestos.

     Alzó la raqueta para interceder, captando la atención de ambos.

     —Yo también creo que deberíamos arreglar ese inconveniente —insinuó. Liam ladeó la cabeza, disgustado. —. No puedes tener todos los días una erección después de cada juego. Podemos intentarlo ahora como dijo Adam.  Sólo un choque de nudillos, y más adelante podemos seguir progresando.

     Liam se mostraba reticente, aún sin contestar.

     —Haz como si fuera otra persona —planteó—. Cuando estemos dentro de la cancha figúrame como otra persona, o como algo sin apariencia.

     —Bien, hagámoslo. —soltó Liam con aspereza tras un rato.

    Asher le tendió su puño siniestro. Liam, parpadeando sin cesar y tragando forzosamente, acercó su puño con gran lentitud hasta que apreció la fricción con sus nudillos. Asher le congratuló con una sonrisa, cuando sintió que un líquido húmedo y espeso se deslizaba de sus fosas nasales.

     El rostro de Liam y Adam se alteraron al unísono.

     — ¿Esa es una reacción normal? —inquirió Adam.

     Asher se tapó las aletas de la nariz para detener la hemorragia mientras hacía para atrás su cabeza. Liam fue hasta su bolso para sacar un paño y ofrecérselo.

     — ¿Estás...? —Se frenó súbitamente, bajando con premura su vista hacia su entrepierna. —. ¡Oh, maldición! 

     Asher vio que Liam tenía nuevamente una erección.

     Pero luego algo le asaltó a la mente, alejándolo de su entorno: el sueño húmedo por la mañana, la jaqueca al mediodía, y ahora la hemorragia nasal...

     Eran los indicios previos a su inminente primer celo.  

Notas finales:

Algunos términos usados en el tenis:

Dejadas: Golpe de poca potencia con la finalidad de que caiga lo más cerca de la red.

Finta: Movimiento engañoso para confundir al adversario.

¡Mañana habrá actualización!


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