Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The True Murderous Intent (Edited) por urumelii

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tora cayó al piso por el golpe, había sido bastante duro. Le estaba dando una paliza y no podía defenderse apropiadamente, ellos eran mucho mayores que él y mucho más fuertes. Trató de levantarse pero no pudo, las piernas le dolían horrores, sintió otro golpe aproximarse y logró rodar por el suelo para esquivar el pie que se avecinaba hacia su hombro. Alcanzó a escuchar las risas de sus contrincantes que lo dejaron en paz por un momento.


—Lo único que este chiquillo tiene es que es rápido —dijo uno de ellos antes de que salieran de la sala de entrenamientos.


Se quedó en piso respirando agitadamente, más que asustado se sentía molesto. Llevaba dos meses en ese lugar y no lograba acostumbrarse, sobre todas las cosas extrañaba a su hermanito; la angustia de no saber donde se encontraba, si estaba bien, si le había pasado algo. Sacudió la cabeza sacando esos pensamientos de su cabeza, de nada le servía llenarse de pensamientos negativos, así nunca saldría de ahí para buscar a su hermano.


Debía reconocer que no era fácil para un niño recibir palizas como aquella todo el tiempo, bajo el pretexto de estar entrenando. Eso le había dicho Yoshiki, su ahora jefe, para pagar la deuda de sus padres trabajaría para él; incluso se la pasaba diciendo que debería de agradecer su bondad por ofrecerle un techo y un entrenamiento, sus músculos opinaban otra cosa. 


—¿Estás bien? —Una voz familiar se acercó a él, había permanecido boca abajo en el suelo tratando de acompasar su respiración—. Esta vez no fueron tan duros —dijo como consuelo y lo ayudó a sentarse.


Tora suspiró echando la cabeza hacia atrás—. Me van a matar —contestó un poco asustado.


El otro negó rápidamente—. Yo llevo dos años aquí y nunca han intentado matarme, nos están entrenando, es obvio que deben de ser duros —le puso la mano sobre el hombro a manera de consuelo.


—No sé que haría sin ti Reita, eres mi único amigo aquí —le sonrió—. Aunque no entiendo porque no te has rebelado  o  tratado de escapar —frunció el ceño y tomó agua de la botella que el pequeño niño le ofrecía.


El mencionado volvió a negar—. A diferencia de ti Shinji, —sonrió al escuchar que lo llamaba por su verdadero nombre, desde que había llegado al lugar se lo habían cambiado. Le había pedido a Reita que lo llamara por su nombre para no olvidar que tenía que salir de ahí algún día y buscar a Yutaka—. Yo no tengo nada fuera de estas paredes. No tengo hermanos que me esperen, ni siquiera una familia. Mis padres me abandonaron apenas nací en las calles, lo único cercano que tuve a una familia eran los señores que nos obligaban a mi y a unos cuantos mas a robar en las calles, ni siquiera nos trataban bien, nos pegaban cada que podían y no nos daban a veces de comer —explicó un poco incomodo—. Fue el señor Yoshiki el que me rescató de esa horrible vida, me salvó la vida una noche que dos policías me perseguían por haberle robado el bolso a una señora. Casi me atropella un carro, pues crucé la calle sin fijarme, él me quitó del camino. Incluso habló con la policía, me acogió en su casa y además me entrena para ser mas fuerte. Jamás escaparía —dijo sonriendo.


Tora torció la boca, si lo explicaban así, el tal Yoshiki era un santo. Sin embargo él no podía olvidar el hecho de que había sido el mismo hombre quien había asesinado a sus padres y lo había separado de su hermano menor; tenía que escapar sí o sí.


 —Niños —una mujer rubia, de ojos azules se asomó por la puerta. Sonreía ligeramente como siempre que lo hacía, Tora pensaba que no era capaz de sonreír más; siempre parecía triste a pesar de ser muy amable con todos—. ¿No van a comer? —Les preguntó acercándose, vestía un kimono de color azul para resaltar sus ojos, era extraño verla vestida de esa forma tomando en cuenta que la mujer era extranjera. Ambos niños se levantaron enseguida haciendo una pronunciada reverencia, la mujer negó riendo ligeramente—. ¿Cuántas veces les tengo que decir que no hagan eso? No soy su jefa, ni nada parecido —les acarició a ambos las mejillas. 


—Lo siento señora Sara —se disculpó Reita. 


La mujer giró los ojos y puso las manos en la cintura, haciendo una mueca—. No me digas así, siento que soy una anciana. Vamos, Kouyou nos espera en el comedor —les dio plamaditas en la espalda para hacerlos caminar. Reita salió disparado, pero Tora se quedó atrás con la cabeza agachada—. ¿Qué pasa Shinji? —Sara seguía llamándolo por su nombre, sentía que esa mujer de alguna forma también era prisionera, igual que él, por eso trataba de hacer mejor su entrenamiento, su estadía. Sara se agachó y le levantó la carita por la barbilla. 


 —Ya no quiero estar —sollozó finalmente, sabía que solo podría desahogarse con ella. 


Sara suspiró—. Ojalá pudiera decirte algo que te haga sentir mejor. Ya sé que no quieres estar aquí, pero si trabajas muy duro, podrás encontrar a tu hermano. Tienes que aferrarte a esa posibilidad y si ganas la confianza de Yoshiki te será más fácil —le sonrió débilmente. 


El pequeño ladeó la cabeza—. ¿Cómo puede estar casada con él? —Frunció el ceño.


Soltó una carcajada irónica—. Te voy a contar un secreto, ¿lo puedes guardar? Debes de ser sigiloso y callado como un tigre —Shinji asintió enérgicamente—. De acuerdo, primero vamos a comer y te lo contaré más tarde. 


Le tendió la mano y el pequeño la tomó sintiéndose seguro. 


 


-x-


 


Tora estaba sentado en una silla en el jardín, tenía la cabeza hacia atrás y los brazos colgados, mantenía los ojos cerrados al recordar muchas cosas de su pasado. Por muchos años había trazado un plan meticulosamente junto a la fallecida esposa de Yoshiki, un plan que aunque estaba funcionando, le estaba costando su hermano. Se decía una y otra vez que buscaría a yutaka una vez que eliminara a Yoshiki, realmente lo creía, mientras ese hombre estuviera vivo, nadie podría ser libre. 


Guren era la oportunidad perfecta y que Shiroyama estuviera participando en este, había caído como anillo al dedo, aunque al principio había pensado que este no se presentaría. Pensó que sería relativamente fácil acercarse a ese chico, decirle la verdad y ponerlo de su lado, sin embargo las cosas que al principio creyó que resultarían fáciles, de pronto no lo eran tanto.


—Pareces perturbado —le dijo la voz de Reita. Abrió los ojos sin moverse, su amigo rubio lo miraba con la ceja alzada—. No me digas que le tienes miedo a tu próxima pelea —se burló. 


Tora sonrió acomodándose para poder hablar mejor—. Nada que ver. Solo estaba tratando de recordar los viejos tiempos —suspiró. Era una frase que decía muy seguido, un teatrito montado a la perfección desde que tenía doce. 


—Tomando en cuenta que recuerdas poco, no sé por qué te encanta forzarte de más —Reita se sentó frente a él. 


—A veces pienso que podría recordar algo —dijo irónicamente—. Quisiera acordarme de cuando vivimos en la calle, de cómo Yoshiki nos rescató, los primeros entrenamientos, incluso de la mamá de Uruha —le restó importancia al asunto. Por primera vez en mucho tiempo se dio cuenta que Reita parecía incomodo con la plática—. Quisiera no vivir de lo que tu me cuentas —dijo presionando un poco. No creía que Reita fuera malo, pero estaba cegado por la falsa amabilidad que Yoshiki le había brindado, estaba seguro que odiaba la forma en la que los trataba y sobretodo lo que le hacía a Uruha. No quería pensar que en algún momento tendría que pelear contra él, quería que el rubio despertara y por fin aceptara el monstruo que era su jefe. 


Reita se alzó de hombros—. Tampoco vale la pena recordar, no extraño las palizas —trató de sonreír perdido en sus propios pensamientos—. En cuanto a la señora Sara, no entiendo por qué querrías acordarte de ella. Ni siquiera convivimos con ella o algo parecido; te recuerdo que estaba enferma —se dio golpecitos en la cabeza—. Ya sabes, estaba loca —dijo en voz baja. 


Miró con profundidad a Reita sin decir nada, quería darle a entender que sabía que estaba mintiendo. Tampoco entendía por qué, era como si su amigo quisiera protegerlo de recordar su relación con la esposa de Yoshiki, pero no lograba entender por qué. Reita no sabía la verdad, probablemente de saberla haría lo mismo que con todos los asuntos de Yoshiki, le creería a su jefe y no se molestaría en indagar mas. Entonces, ¿qué tenía de malo que ellos hayan pasado mucho tiempo con la mujer cuando eran niños? 


—No te quiebres la cabeza, Tora —dijo Reita levántandose, le dio una palmada en el brazo—. Yoshiki nos rescató, nos dio un hogar y nos entrenó. Debemos estar siempre agradecidos, no buscando pretextos. Tal vez no lo recuerdes, pero eso no cambia que lo hizo —le guiñó el ojo y desapareció. 


Tora negó volviendo a recargarse en la silla, algún día iban a tener que hablar de eso. 


-x-


Reita  entró a la mansión apretando los puños, odiaba tener que mentirle a Tora. Lo consideraba su mejor amigo y casi su hermano, pero no quería que recordara. Después del accidente que había sufrido del que había despertado sin un recuerdo, Yoshiki le había ordenado que no le contara nada acerca de su pasado. Podía entender por qué no quería que recordara a su familia, si Tora lo recordara propiamente trataría de matar a su jefe y eso lo ponía en peligro. No podía entender por qué no quería que se hablara de su esposa, era como si Yoshiki quisiera enterrar el recuerdo de Sara para todo el mundo. El maldito cuento de que estaba loca. 


Caminó directamente al comedor, queriendo dejar esos pensamientos detrás, tenía demasiado trabajo como para estarse preocupando por Tora, aunque su trabajo tuviera que ver con él. El comedor fue su primera opción para encontrar, irónicamente al hermano de su amigo. Debía evitar que el tal Kai asistiera a la pelea con Shiroyama, el chico reconocería la velocidad de un Amano de inmediato y eso le ocasionaría muchas problemas. 


No se equivocó, encontró a Kai en una posición comprometedora. Estaba con junto con el peleador llamado Ruki, ambos estaban solos en la habitación, el castaño oscuro sentado sobre las piernas del mercenario rubio. Reita se quedó estático en la puerta al ver los movimientos de Kai, a pesar de que los dos estaban aún vestidos la escena era demasiado comprometedora. 


—¿Sabías que espiar es de mala educación? —Dijo el mercenario, no podía ver su cara pues este se encontraba dándole la espalda. Kai alzó la vista, como estaba sobre Ruki podía ver a la perfección la puerta donde se encontraba parado, sonrió cínicamente. 


—No es espiar si es una sala común —dijo Reita cruzando los brazos. 


Ruki movió los brazos haciendo un gesto que no alcanzó a ver, Kai por su parte se mordió el labio haciendo un gesto demasiado sexy para el gusto de Reita. 


—Tiene razón —dijo Kai besando el cuello del mercenario sin quitarle la vista de encima a Reita. 


El mercenario bufó, le dio una nalgada a Kai que no pasó inadvertido ante los ojos de Reita, ambos se levantaron sonriendo ligeramente—. Sólo era un ejercicio de calentamiento —alzó los brazos—. Alguien tiene que coger por aquí —se burló mirando a Reita—. Te veo allá —le dijo a Kai quien asintió.  El mercenario salió del comedor, seguramente iría a otro lado antes de la pelea por lo que no había tenido proclamen dejar al otro ahí, fuera lo que fuera no le interesaba. 


Kai se dispuso a salir de igual forma, pero Reita trató de detenerlo tomándolo por el brazo. Sin embargo, el otro fue lo bastante rápido para esquivar el movimiento, ni siquiera había cambiado su expresión. Kai metió las manos en los bolsillos de su pantalón mirando fijamente a la puerta del comedor, sonrió sin mirar al otro. 


—¿Es contra las reglas estar lo que estaba haciendo? —Preguntó burlón—. ¿Me vas a castigar por estar casi cogiendo en el comedor? —lo miró retadoramente. 


 Reita no iba a aceptar que sintió una punzada de excitación en su estomago, la cual no tardaría en desplazarse a una zona mas baja de su cuerpo. No quería aceptar que ese chico se le hacía atractivo, verlo de esa forma con el mercenario le había causado tremenda curiosidad. Era como si el chico le llamara la atención por mucho más que solo ser un Amano, no importó cuanto se lo repitió en esos segundos, no pudo evitar sonreír. 


—¿Debería? —Le contestó  también sin moverse, no le iba a dar el gusto de hacerle saber que estaba disfrutando de ese intercambio. 


 Kai soltó una carcajada—. Podrías intentarlo, solo que lo dudo. Soy más de lo que puedes controlar —se movió de forma sigilosa, más rápido de lo que se había dado cuenta, jugaba con el cuello de la camisa de Reita. 


—¿Y se supone que tu noviecito puede controlarte? —Reita lo tomó las muñecas y lo quitó de su cuello. 


 Kai se separó sin quitar la sonrisa—. No es mi novio, y no estoy seguro que pueda controlarme —se encaminó a la salida volviendo a ignorar al otro—. Sólo que tiene más valor que tú para intentarlo —iba a abrir la puerta pero Reita logró azotarlo contra esta, recargando su cuerpo completamente con él. 


La mejilla del menor de los Amano estaba contra la superficie fría, sus brazos inmovilizados por el rubio. Kai analizó la situación, no le tomaría nada de esfuerzo zafarse de ese agarre, Reita no estaba ejerciendo tanta fuerza, lo cual presumía era a propósito. Quiso moverse cuando sintió la cadera del rubio rozar contra su trasero, robándole un suspiro. 


—¿Me estás retando? —Reita le mordió el lóbulo de la oreja. 


—Claro que sí —respondió Kai sonriendo. 


 


-x-


 


Ruki entró en los vestidores de la arena, había una pequeña sala de espera donde los peleadores podían prepararse antes de cada pelea. Había dejado atrás a Kai esperando poder hablar con Aoi antes de la pelea con Tora, le había informado todo lo que el empleado de Yoshiki le había dicho, había entrenado pensando en eso, no debería haber problema.


El pelinegro se encontraba en una de las bancas recostado boca arriba, respiraba profundamente para concentrarse antes de una pelea. Ruki se sentó a su lado sin darle mucha importancia lo que estaba a punto de pasar. 


—¿Estás listo? —Le preguntó. 


Aoi se levantó—. Debo admitir que estoy un poco ansioso, no me preocupa alejarme de las orillas, me preocupa que me puedan matar por accidente —hizo una mueca. 


Ruki asintió—. Pan comido —trató de restarle importancia, no pudo evitar sonreír cuando Aoi lo miró como si quisiera matarlo—. Esa es la menor de tus preocupaciones. 


—¿A qué te refieres? —Preguntó sin entender. 


Ruki lo miró seriamente—. Ya hablamos de esto, no creo que sea malo que la chica te guste, pero no dejes que te distraiga —advirtió verdaderamente preocupado.


—No lo hará, de hecho creo que me está ayudando a enfocarme. Tengo que llegar hasta el final no sólo por ella, también por Ayu —aseguró levantándose. 


—Hablo en serio, no involucres demasiados sentimientos —volvió a advertir—. Tampoco mates a Tora, es un buen chico. 


Aoi chasqueó la lengua dándose una palmada en la frente—. Te lo quieres dar —alzó una ceja. 


—¡Aoi! —Se llevó la mano al pecho haciendo un gesto dramático—. Me ofendes —dijo usando un tono exagerado y parpadeando en exceso. Expresión que cambió visiblemente al notar que el pelinegro no se inmutó—, supongo que necesitará quien lo anime después de que le ganes —se excusó.


 —Eres todo un alma caritativa —se burló—. Solo no le provoques celos a Kai, no quiero que se vuelvan a pelear y no verte en una semana. 


Ruki torció la boca—. Nada de involucrar sentimientos —dijo en voz alta para ambos. 


 


-x-


 


Uruha estaba sentado en un palco que estaba reservado para su padre y para sus allegados; estaba en una silla a la izquierda de este. Yoshiki sonreía alegremente mientras esperaban que la pelea diera comienzo, sin embargo él estaba hecho un mar de nervios. Movía la pierna ansiosamente y daba vueltas a la tela de su kimono color rojo. 


Confiaba en que Tora haría lo posible por mantener a Aoi a salvo, pero también tenía que dar una pelea si no quería recibir ningún castigo por parte de su padre. Por otro lado, solo había visto a Aoi pelear en una ocasión, no sabía cuál era su alcance, quería pensar que podría derrotar a Tora, pero este no era un peleador cualquiera. Se sintió estupido de depositar todas sus esperanzas en Shiroyama, qué tal que este no podía cumplirlas. 


Jugaba con sus manos para aliviar un poco el nerviosismo, su labio ya le dolía de tanto morderlo, lo poco que faltaba para que iniciara la pelea parecían horas. Sintió las manos de su padre sobre las suyas y lo miró un poco ansioso. El mayor le devolvió la mirada con una sonrisa, la cual logró aumentar su nerviosismo.


 —Calma Uru —le dijo su padre acariciando su mejilla—, verás que Tora logrará su objetivo —aseguró volviendo a acomodarse en su asiento.


Al castaño casi se le salen los ojos de la impresión, si era precisamente lo que no quería. ¿Qué le pasaría a Tora si no cumplía con su objetivo? Después de todo no sería su culpa, ¿o sí? ¿Qué tan enojado estaría su padre si Tora no mataba a Aoi? Y, ¿si descubría que su intención no era matarlo? Sintió unas terribles nauseas, las cuales incrementaron en el momento en el que el anunciador salió.


En minutos, tanto Tora como Aoi se encontraban en la arena. Ambos vestidos de negro, en realidad era fácil de confundir a ambos, solo que Tora era mucho mas ancho de esplada que Shiroyama, además de que cargaba con un báculo rojo, a diferencia de Aoi quien cargaba la espada. 


Ambos se acercaron al centro para estrechar sus manos y escuchar lo que el referí tenía que decir. 


—Será un combate justo —comenzó—. Shiroyama contra Tora. Ninguna de las dos partes anunció combate a muerte, por lo que la pelea terminara cuando uno de ustedes no pueda seguir luchando o anuncie su renuncia. Que gane el mejor —dijo. A continuación se alejó de la arena dejándolos solos. 


Los dos cambiaron a una posición de ataque, Aoi sacó la katana de inmediato apuntando a Tora. 


—Podemos hacer esto rápido —dijo seriamente.


Tora torció la boca—. No, no podemos —no movió el báculo que tenía en la mano, solo se limitó a mirar a Aoi esperando el ataque. 


La arena estaba completamente en silencio, nadie se atrevía a moverse o hacer algún comentario.


—Será como tu quieras —advirtió Aoi, se lanzó con la espada directo hacia Tora. 


Por un momento, Uruha creyó que lo alcanzaría, pero Tora era muchísimo más rápido; solo le bastó con mover la muñeca para que el báculo desviara la trayectoria de la espada. Pasó una vez, dos hasta cinco. Todo con un pequeño movimiento de su muñeca, se habían movido bastante en la arena y se acercaban a la orilla; para evitar que se acercaran más, Tora saltó sobre Aoi, disimuló atestando un golpe por encima, el cual Ami lo esquivó con rapidez. 


—Eres sorprendentemente rápido —dijo Aoi sonriendo—, veamos como esquivas esto. 


Se agachó colocando la katana de manera similar a como se tomaría un taco de billar, colocó su mano izquierda sobre la punta del filo. Se movió de forma rápida, varias personas del público fueron incapaces de seguir el movimiento del pelinegro. Aoi corrió hacia Tora al mismo tiempo que movió su brazo hacia delante, de la misma forma como si estuviera jugando billar, dio un golpe certero como si fuera la bola blanca. 


Tan rápido como se había movido, Tora lo hizo más rápido, se agachó mientras giraba hacia atrás para colocarse detrás de su enemigo, movió el báculo golpeando a Aoi en las piernas. El golpe lo mandó volando hacia delante debido a la fuerza, para no salir volando el peligro tuvo que enterrar la espada en el suelo para no caer en la orilla. 


 Se levantó usando la espada como apoyo, de esa forma se lanzo de nuevo contra Tora, desclavandola justo cuando se encontraba en el aire. De nuevo, el ataque lo contuvo el báculo. 


—Tienes buena resistencia —dijo Aoi—. No has atacado y eso podría ser tu punto débil —hizo presión sobre el báculo, el material era lo suficientemente fuerte para que la espada no pudiera cortarlo. 


La presión era tan fuerte que el báculo estaba casi rozando el cuello de Tora, no hablaba, estaba concentrado en bloquear el ataque del otro. Se impulsó con fuerza para lograr saltar hacia atrás, colocando los pies sobre la pared detrás de él, se apoyó para saltar de nuevo hacia Aoi. El otro interceptó el ataque, pero antes de que pudiera hacer algo, Tora volvió a mover la muñeca, el báculo rojo se dividió en tres. 


Aoi debió pensar que lo había roto, pues no hizo nada por evitarlo. Uruha sabía que eso era subestimar a Tora, por lo que no pudo evitar contener el aliento en cuanto la cadena que unía las tres partes del báculo se hizo presente, Aoi no alcanzó a reaccionar cuando Tora sonrió y enredó la cadena en el filo de la espada, sólo tuvo que hacer hacia atrás el báculo para arrebatarle el arma de las manos. 


La espada salió volando y el báculo volvió a la normalidad. Sin embargo, Tora no había calculado que la espada caería detrás de Aoi si se acercaba sería el fin. Shiroyama en ese momento no tenía la cabeza para estar pensando en advertencias, tenía que recuperar su espada, se lanzó hacia donde estaba tirada, en un movimiento veloz. Uruha sintió que algo terrible iba a pasar en ese momento, Aoi estaba a una milésima de segundo de pisar la orilla de la arena  


—¡CUIDADO! —Gritó Uruha, su presentimiento había resultado cierto, un gran filo salió desde el piso a la arena. Gracias a que había gritado, Aoi pudo esquivarlo y tomar la espada,  un segundo antes de que una pared de fuego cubriera toda esa orilla.


El castaño sintió la mano de su padre en su hombro, se había equivocado, no había gritado por reflejo, lo había hecho completamente consciente. Había gritado mucho antes de que el filo apareciera, lo había hecho porque sabía que iba a aparecer y quería salvar a Aoi de aquello. Y por supuesto, su padre lo había notado en seguida. Tragó saliva, no tenía excusa para hacer lo que había hecho. Lo había arruinado.


 


-x-


Aoi se giró para ver de donde había salido el fuego y no se sorprendió al ver el báculo partido nuevamente en tres. 


—No me hagas repetirlo —sonrió Tora uniendo su arma con un solo movimiento de su muñeca.


—¿Cómo carajos? —Preguntó un espectador que estaba junto a Ruki.


El mercenario sonrió de lado al escuchar las respuestas de varias personas del `público, trataban de entender cómo Tora había sido capaz de producir fuego con el báculo y además, lo había controlado. 


—Es física —dijo Ruki finalmente—. Las cadenas del báculo, no parecen relucientes, tienen óxido —explicó con los brazos cruzados—. Al girar el báculo a la velocidad que lo hace, el óxido hace contacto con el aire, causando una reacción similar a cuando dos piedras chocan y generan energía. No creo que un humano cualquiera pueda repetir esa hazaña —dijo más para si mismo, el pelinegro lo había sorprendido de sobremanera. Casi podía obviar el hecho de que Kai no estuviera en la pelea, Tora lo había mantenido hipnotizado con sus movimientos, lo cuales estaba seguro que era poco perceptibles para la mayoría—. La fuerza que necesita para dirigir el fuego es inmensa —entrecerró los ojos poniéndole atención a Aoi, su amigo debía terminar la pelea o tendría grandes posibilidades de perder, ya había recibido ayuda. 


 


Aoi también lo sabía, debía terminar la pelea en menos de tres golpes. Estaba bastante concentrado en seguirle los movimientos a Tora, pero la voz de Uruha se había metido en su cerebro, le había advertido de un peligro y aunque estuviera tratando de terminar la pelea, no podía evitar pensar lo que podría ocurrirle al castaño al cometer semejante equivocación. 


—Aoi, tienes que concentrarte —la voz de Ayu resonó en su cabeza. 


Se sacudió, poniendo atención. Echó un pie hacia atrás, flexionando ligeramente las piernas; colocó la espada nuevamente como si fuese a jugar billar. Con la velocidad que manejaba Tora, tenía que ser preciso en su técnica y tenía que hacerlo rápido. 


—Ya intentaste eso una vez, no vas a poder repetirlo y ganarme —dijo Tora respirando agitadamente. Se notaba cansado, seguro utilizar el fuego era agotador. Los músculos de su brazo palpitaban, había usado mas energía de la que tenía para lograr que Aoi no se volviera acercar a la orilla de la arena y provocar una tragedia. Lo positivo del asunto es que se había disfrazado muy bien con las ganas de que no tomara la espada. Eso y Uruha, quien sin querer se había echado la soga al cuello y había salvado a Tora de descubrirse ante Yoshiki.


Shiroyama volvió a correr hacia él, empujando el brazo hacia delante, sin embargo esta vez el ataque fue bajo por lo que Tora tuvo que saltar para esquivar la estocada.


 


Ruki cerró los ojos, sabiendo que la pelea había terminado—. Cometiste un error, Tora —pronunció calmadamente.


 


Justo cuando este estaba en el aire, Aoi cambió el ataque y torció la muñeca para que la estocada se convirtiera en un ataque vertical. Por mero instinto Tora alcanzó a poner el báculo, pero ya era muy tarde, la espada había alcanzado a penetrar el costado, el báculo meramente había ayudado a que no lo atravesara por el estomago, sin embargo la espada estaba incrustada en su cuerpo. Con una fuerza sobrehumana Aoi movió la espada junto con Tora, lanzándolo directo al piso.


Iba a levantarse para seguir peleando, podía seguir peleando a pesar de la herida. Aoi también podía seguir peleando, ninguno de los dos estaban en el limite ¿realmente tendrían que llegar al limite? Tora trató de levantarse cuando una voz atravesó la arena. 


 


—Basta —fue Uruha quien habló levantándose de su asiento. Por dentro estaba muerto de miedo, pero debía aparentar firmeza y porte, el cual lo caracterizaba como hijo o hija de Yoshiki—, es obvio que no puedes seguir peleando —pronunció mirando fijamente a Tora y sin desviar la mirada ni un segundo hacia Aoi—. El combate no es a muerte —dijo como si estuviera hablando de cualquier cosa.


El arbitro se acercó entonces a la arena—. Joven Tora, ¿puede seguir peleando? —preguntó sabiendo que no era su limite.


Uruha temblaba pero sabía disimularlo muy bien, la única razón por la que se había atrevido a levantarse y dar por terminado el combate era porque de todas formas estaba perdido. El castigo por parte de su padre no podía empeorar después de haberle advertido a Aoi sobre los filos. Ahora estaba defendiendo a Tora, tratando de cubrir su error, pues si bien lo hacía para que esos dos no acabaran matándose, estaba preocupado por el desenlace de aquello, era mas que obvio que Aoi le había sacado ventaja, había demostrado que era mejor y si continuaban así Tora acabaría muerto, tal vez no por el mismo Aoi sino por su padre.


Tora y el castaño se miraron fijamente, el chico del kimono tenía una mirada de suplica; sin embargo detrás de él, Yoshiki veía el espectáculo admirado de todo lo que estaba pasando. El pelinegro sabía perfectamente que podía seguir peleando y si lo hacía tarde o temprano terminarían por delatarse, por eso Uruha había interferido, tenía que evitarle el castigo al castaño. 


Negó, colocó la mano sobre la herida que le había provocado la espada de Aoi—. No, no puedo seguir peleando —dijo sin dejar de ver a Uruha. 


Varios espectadores comenzaron a vitorear a Shiroyama, quien terminó por soltar la espada aliviado. Le alcanzó la mano a Tora para ayudarlo a levantarse, pero este no la aceptó y se levantó por sus propios medios. 


—Eres un increíble peleador —dijo Aoi sin sonreír y en voz muy baja—. Gracias, me olvidé por completo de tu advertencia —le agradeció por lo del fuego.


El otro atinó a asentir—. Fui yo quien lanzó tu espada mas lejos de lo que debía —dijo a modo de disculpa—. Lamentablemente no seré yo quien pague por ese error —su mirada se dirigió al palco de Uruha.


Aoi entendió entonces todo lo que había pasado durante la pelea, la advertencia de Uruha, sino hubiera sido por ese grito, no hubiera alcanzado a moverse y el filo lo hubiera atravesado. Lo había salvado y había sido frente a Yoshiki. Se giró bruscamente hacia el palco pero ya estaba vacío, hizo el amago de irse pero Tora lo alcanzó a sujetar del brazo. 


—No hay nada que puedas hacer por él —le dijo seriamente—. Uruha sabía lo que hacía y entendía las consecuencias y aun así lo hizo, si te apareces sólo se lo harás mas difícil y no podrán explicar nada. Entonces todos nuestros esfuerzos se irán a la basura —dijo como si estuviera pidiéndole un enorme favor.


—¿Estás diciendo que deje que Yoshiki le haga quien sabe que cosas? —Preguntó con un enorme nudo en la garganta. El referí comenzó a hablar en voz alta mientras el público se movilizaba, algunos se acercaban a los para estrechar su mano, el equipo médico no tardaría en llegar por Tora. 


—Estoy diciendo que no eches a perder todo lo que hemos logrado por un impulso —contestó con voz seria.


—No es un impulso, si le pone una mano encima.


—Uruha lo sabrá soportar, confía en mi —suplicó Tora mientras Ruki se acercaba entre todas las personas. 


—¿Cómo podría confiar en ti?


Tora suspiró, estaba bastante tranquilo a pesar de la herida. 


—Deja que te cuente la verdad. 


 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).