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Dead or Alive: Most Wanted por carina_mew12

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Notas del fanfic:

Totos los personajes usados en esta obra pertenecen a One Piece de Eiichiro Oda. Este fanfic no tiene otro propósito mas que entretener 

De Fan para Fans

Notas del capitulo:

hola a todos!! sé que tardé literalmente años, pero al fin está aquí la secuela de esta historia. Les comento que este fic es una secuela directa de Dead or Alive, así que antes de leerla, les sugiero leer la primera parte o se me van a perder xD

ojalá la disfruten owo

1. El Cirquero

Quería odiar a ese bastardo. Odiarlo por las atrocidades que cometió y todas esas palabras hirientes que seguramente dijo, pero no podía, al menos no en su totalidad. Esos dos meses navegando no sirvieron para olvidar su último encuentro con el llamado cazador de piratas Roronoa Zoro y la manera tan egoísta en que casi le arrebata a Ace. Y su ira incrementó cuando supo su pasado con el pecoso, o mejor dicho la parte que se animó a contarle; si bien Ace no le habló en su totalidad sobre ese peliverde, lo demás podía adivinarse por la manera tan lastimosa en que se refería a él. Era un verdadero fastidio odiar y admirar a un tipo así al mismo tiempo.

Porque sí, Law le tenía cierta devoción al cazador de piratas.

No por su reputación ni por su fuerza, tampoco por su habilidad como espadachín; más bien era porque, como primer y único amante de Ace, le había enseñado cosas maravillosas. Odiaba pensar que ese maldito había sido el primero en tocar el exquisito cuerpo del que ya consideraba su amante, pero al mismo tiempo le tenía respeto por haber estado con él cuando no tenía a nadie más… y también por enseñarle cómo chuparla de una manera increíble.

Ni siquiera recordaba cómo empezaron a juguetear mientras vigilaban, pero ahora el pecoso yacía de rodillas frente a él, chupándosela con una destreza envidiable. Su lengua se sentía cálida, más de lo normal en alguien, quizá a consecuencia de su fruta del diablo, y sumado a la forma en que recorría su polla y la fuerza con la cual la succionaba, literalmente sentía que se estaba derritiendo en su boca. Además, esos gemidos ahogados de su amante eran tan eróticos que le erizaban cada vello de su piel; se habría corrido a los pocos minutos de no ser porque intentaba distraer su mente para aguantar un poco más.

Sus pensamientos divagaban en la brisa salada golpeando su rostro, los intensos rayos del sol escociendo su ya de por sí morena piel, el intenso azul del cielo que se extendía sobre ellos, los recuerdos de esa travesía con Ace que había comenzado hace poco más de medio año. No podría haberse imaginado que la llegada de Puños de Fuego al coliseo aquel día cambiaría su vida por completo; gracias a él estaba fuera de aquel infierno y podía disfrutar de las cosas tan sencillas como los sonidos del mar o la buena mamada que le estaban dando…

- Joder…- sin proponérselo, Law había recordado la situación en la que estaba.   Con su espalda pegada a la pared más cercana, mantenía a Ace de cuclillas entre sus piernas, chupándosela como si la vida se le fuese en ello; no podía con la imagen del pecoso con el rostro completamente acalorado mientras se masturbaba a la misma velocidad con que tragaba su polla, si no hacía algo iba a correrse mucho antes de lo que le gustaría- Espera Ace-ya, espera…- tomando gentilmente sus oscuros cabellos con su diestra, el joven médico apartó al pecoso de su entrepierna y le obligó a levantar la mirada. Aun con ese aspecto infantil, su rostro reflejaba un líbido que era imposible ignorar- Ven aquí- con su otra mano lo ayudó a ponerse de pie e invertir los lugares, esta vez dejando a Ace empotrado contra la pared mientras él lo presionaba con su cuerpo y se inclinaba a besar y morder su cuello, dispuesto a dejar marcas que fueran claras huellas de su paso sobre esa piel.

Ambos tenían las braguetas abiertas y los genitales al aire, por lo que sólo bastó ese acercamiento de cuerpos para que éstos se frotaran con descaro el uno contra el otro, incitándolos a soltar sus pecaminosos gemidos que ya parecían hacer eco en aquella pequeña embarcación. Porque sí, cada rincón de ese barco había sido testigo de cada beso y cada caricia que se habían dedicado innumerables veces. Sus gestos, sus jadeos y todas las posiciones que habían practicado; toda su historia estaba tatuada en ese barco que se mecía ligeramente con el golpeteo de las olas, siendo el testigo silencioso de esa relación que habían comenzado casi accidentalmente.

Y ese día no sería la excepción. Mientras frotaba ambos miembros con el sólo movimiento de sus caderas, sus manos bajaban discretamente las prendas del pecoso; le haría el amor apenas se deshiciera de sus molestos pantalones cortos.

- L-Law…- amaba escuchar su nombre mezclado entre los suspiros del menor, tanto que su miembro punzaba, ansioso por sentirle por completo- Law ahh… deten-detente…- de pronto Ace se aferró a su espalda con mucha fuerza, ¿Acaso estaba por correrse? Ni siquiera habían empezado con lo más divertido- Ahh… detente… conejos… ¡Conejos!

- ¿Conejos?- no recordaba que su palabra de seguridad fuera esa pero aun así el joven médico se detuvo y se separó un poco para buscar en la mirada de Ace alguna explicación. El otro parecía estar concentrado en algo a sus espaldas, por lo que rápidamente giró la vista, y como él, fue invadido por la sorpresa.

No muy lejos de ellos comenzaban a levantarse enormes olas que se aproximaban con una rapidez casi sobrenatural, amenazando con hundir su embarcación. No eran olas que hubieran visto antes; además de haber aparecido de la nada y sin indicio alguno de que se acercara una tormenta, entre sus aguas se dibujaban extraños patrones de conejo que parecían bailar de manera amenazante.

- ¡Room! ¡Tact!- a pesar de las circunstancias, el cirujano de la muerte logró mantener la cabeza fría y actuar con objetividad. Elevó el barco con ayuda de la habilidad que la ope ope no mi le otorgaba a la vez que se acomodaba los pantalones con su otra mano. Si hubiera tardado medio segundo más en reaccionar quizá no habría logrado evadir aquellas furiosas y adorables olas.

Pero todavía no estaban a salvo.

Unos extraños y pesados objetos cayeron sobre la proa como proyectiles, haciendo tambalear el barco con tanta fuerza que les hizo perder el equilibrio; si ninguno de los dos terminó en el suelo fue porque lograron sostenerse de la pared donde hace unos momentos estaban engarzados en su intensa expresión de amor. Tras ese primer ataque, esas cosas se pusieron de pie, mostrando que en realidad eran criaturas vivas.

- ¿Qué demonios son esas cosas?- Ace, quien terminaba de subirse los pantalones también, no podía creer que unas criaturas así pudieran existir. Físicamente eran como conejos, sólo que su altura era de más de dos metros y con sus ojos inyectados en sangre no lucían precisamente adorables. Sin mencionar que en lugar de un suave pelaje y una borla de peludita a manera de cola, estaban cubiertos de escamas azules y su cola era más bien parecida a la de un pez. De su cuello también salían unas especies de aletas que se asomaban por encima de una argolla verde- ¿Sí son… conejos?

- Son lapahns marinos- esos animales grandes y musculosos eran de temer, y ahora estaban rodeados de ellos. Era un grupo de reducido de cuatro pero eran suficientes para causarles problemas. Con ayuda de su room, Law hizo aparecer su nodachi entre sus manos y adoptó la postura de ataque, un corte limpio era lo mejor para deshacerse de ellos

- ¡Espera Law!- antes de poder desenfundar su espada, la mano del pecoso sostuvo la suya, impidiendo cualquier otro movimiento- Algo les sucede- afirmó al ver que, a pesar de su mirada furiosa, sus pupilas estaban dilatadas y sus largas orejas se curvaban hacia abajo- Creo que están asustados

- Por supuesto que lo están- afiló la mirada hacia aquellas criaturas, quienes a pesar de temblar ligeramente, no retrocedían- Saben que se metieron con la persona equivocada

- ¡No me refiero a eso! ¡Ellos…!- sus palabras quedaron en el aire cuando se percató de algo abrumador;  a sus espaldas una enorme embarcación les eclipsó la luz del sol por completo; de no ser por la bandera en la parte más alta de aquel barco, hubiera jurado que era una isla

- Los encontré~- junto a la bandera, en el mástil más alto del barco, un hombre más bien robusto apareció. Por la enorme sonrisa que portaba se podía deducir que no tramaba nada bueno. En una de sus manos llevaba un parlante que había usado para hacerse escuchar desde esa altura, y con la otra sostenía un látigo grueso con el que golpeó la superficie donde se encontraba de pie en señal dominante- Es un placer conocerlos, caballeros- su tono era burlón, como el de alguien que sabía que no perdería- No creí que fueran tan escurridizos, se han ganado sus recompensas a pulso

- ¿Quién es ese?

- Como si fuéramos a quedarnos para averiguarlo- ese hombre fue bastante obvio al mencionar sus recompensas, sin duda era un cazador. Al desconocer qué tipo de ataques podía usar en su contra, lo único que Law podía hacer era usar sus habilidades para alejarse lo más pronto posible, pero con los laphans marinos ayudándole no sería sencillo.

- ¡Tráiganlos al barco con vida!- tras la orden de aquel misterioso sujeto, los laphans marinos soltaron un gruñido al aire antes de iniciar su asalto contra ellos.

Si ya con sus enormes y musculosos cuerpos suponían una amenaza, su fuerza lo era todavía más. Aquellos conejos marinos daban zarpazos precisos y a gran velocidad, pero lo que realmente sorprendía era que pudieran hacerle frente a Puños de Fuego; si bien Ace no estaba usando al cien por ciento sus habilidades para evitar incendiar el barco por accidente, como usuario logia no deberían poder alcanzarlo, sin embargo no sólo estaban acorralándolo, sus golpes también daban justo en el blanco.

- Imposible, ¿Acaso esas cosas…?- uno de los laphans saltó hacia arriba y dio unas vueltas en el aire para impulsar su ataque. Juntó ambas patas que usaba como piernas y dejó caer todo su peso en él. Lo único que Law pudo hacer fue cubrirse con su espada pero no fue suficiente, la fuerza de esas criaturas era tan absurda que terminó siendo empujado fuera del barco junto con el laphan, hundiéndose irremediablemente en el mar y ocasionando que su habilidad se desactivara, por lo que el barco cayó de vuelta al océano.

El agua estaba agitada no sólo por las olas que los laphans marinos provocaban, también por la estrepitosa caída de su barco en ella. Mientras se hundía a causa de su fruta del diablo, Law pudo abrir ligeramente los ojos, notando una silueta que parecía acercarse a él. ¿Era Ace? Sí, en definitiva era el pecoso, pues era el único lo suficientemente estúpido para arrojarse al mar sabiendo que se hundiría al ser un usuario. Law estaba por completo paralizado, pero en su mente le ordenaba a su cuerpo moverse para alcanzar a Ace, quien a pesar de sus limitantes bajo el agua, logró estirar un brazo hacia él, intentando alcanzarlo. Sin embargo, alguien más llegó a donde puños de fuego.

Uno de los laphans embistió al pecoso, arrastrándolo fuera de su alcance con tanta rapidez que pronto le perdió de vista. En un acto reflejo, el cirujano de la muerte quiso gritar su nombre pero eso sólo provocó que dejara escapar el poco aire que quedaba en sus pulmones. Por si fuera poco, otra de esas criaturas comenzó a arrastrarle en las profundidades sin posibilidad siquiera de hacer algo. Antes de perder la consciencia, el joven médico pudo ver que el grupo de laphans marinos era más grande de lo que creyó, había decenas de ellos escondidos bajo el mar, y con ellos varias especies diferentes de animales marinos que nadaban en una sola dirección… la entrada submarina de ese monumental barco.

*****************************

- ¡¿En dónde está?!- con voz amenazante y una mirada capaz de asesinar a cualquiera, Zoro encaró al otro cazador, dispuesto a rebanarle si no obtenía las respuestas que quería- ¡¿En dónde está Ace?!

- ¡¡No lo sé,  lo juro!!- el verdugo prácticamente se arrodilló frente a él en busca de algo de indulgencia. Su temor a perder la vida parecía genuino- ¡¡Estaba inmovilizado!! ¡¡La trampa era de kairouseki puro, por sí solo él no podría escapar!!- y de pronto sus desesperadas palabras le dieron la respuesta por sí solas; si puños de fuego no podía moverse, alguien más debió ayudarlo- ¡¡Fue ese bastardo!!

- ¿Quién?- sostuvo las espadas con más firmeza, preparándose para un ataque. Sabía que cuando alguien estaba bajo amenaza de muerte era capaz de hacer cualquier cosa, incluso mentir- ¡Responde!

- ¡El Cirujano de la Muerte, Trafalgar Law! Eres un cazador también, debes haber escuchado de él

- ¿El Cirujano de la Muerte? ¿El que escapó del coliseo en Sabaody?- entre su confusión, Zoro se relajó un poco y bajó sus espadas, dándole oportunidad a Shuraiya a ponerse de pie- ¿Por qué Ace se aliaría con alguien como él?

- Oh, no creo que sólo sea una alianza- al ver su gesto de confusión, el otro cazador sonrió pícaro- Los he estado siguiendo desde hace un tiempo. Como escaparon del mismo coliseo también creí que estaban colaborando por un bien común, pero si hubieras sido testigo de lo mismo que han visto mis ojos…- Shuraiya parecía haberse dado cuenta de algo puesto que el temor pareció abandonarlo de pronto y en cambio sonrió de una manera tan extraña que le causó escalofríos- ¿Eso que hace puños de fuego se lo has enseñado tú? Joder, que hasta a mí me dieron ganas de…

- ¿Sabes dónde están?- le interrumpió antes que terminara su nauseabunda frase. No permitiría que la imagen de Ace fuera profanada por las sucias palabras de ese sujeto

- No realmente, pero tengo mis métodos para rastrearlos. Si aceptas mis términos, creo que podríamos llegar a un acuerdo…

--End Flash Back--

- ¡¡Joder!! ¡¡Joder!!- el sólo recordar aquel día le hacía hervir la sangre. Zoro estaba seguro que Shuraiya mentía para provocarle, no había manera de que Ace olvidara la relación que habían forjado desde niños por un imbécil con bisturí- No te saldrás con la tuya, maldito- entre toda la ira que le albergaba, el cazador de piratas terminó golpeando la pared donde estaba exhibido el afiche del Cirujano de la Muerte, y no conforme con eso lo arrancó, desgarrándolo en diagonal.

Por lo que había averiguado del cirujano de la muerte, era ese tipo de persona en la que nunca se fijaría Ace; serio, arrogante y embustero… si era cierto lo que Shuraiya aseguraba haber visto sin duda estaba fingiendo; ese tipo debía estar usando al pecoso para algún siniestro plan. Era su deber encontrarle y advertirle que ese sujeto era de la peor calaña… debía recuperar el cariño de Ace, así todo volvería a ser como antes.

Sin embargo, llevaba meses sin encontrar una sola pista de ellos. Comenzaba a sospechar que la información que obtuvo del verdugo era para despistarlo y alejarlo del pecoso para poder capturarlo sin obstáculo alguno y cobrar su recompensa… era eso o se había perdido. No, en definitiva ese maldito verdugo le había dado mal la información porque no había manera que él, un experimentado cazador, se perdiera en una ruta que había recorrido decenas de veces. Introdujo su mano dentro de su haramaki y de éste extrajo un papel, donde el verdugo había escrito el camino que tomaría Ace… quizá había leído o malinterpretado algo. Mientras analizaba aquella información, un aire helado le erizó la piel, lo cual era imposible, ¡Estaban a más de 30 grados hace unos segundos!

Sólo bastó girar un poco para comprender de dónde venía aquella repentina ventisca invernal; un hombre exageradamente alto acababa de salir de un local cercano, bostezando sin vergüenza mientras parecía esperar a alguien. Kuzan, también conocido como Aokiji, era uno de los cazadores más reconocidos y respetados a pesar que había consumido una fruta del diablo, cualquier usuario que se volviera su objetivo estaba destinado a perder contra él. Zoro frunció el ceño; si Kuzan andaba deambulando por ahí era porque estaba buscando a alguien en específico, y a esas alturas casi todos los cazadores rastreaban a los usuarios fugitivos por las exorbitantes recompensas.

- Tsk. Te dije que esperaras- de aquel local salió alguien que parecía acompañar al faisán azul. En cuanto lo vio, la sorpresa quedó plasmada en el rostro del peliverde al ver que también era un usuario… uno que no debía estar ahí.

¿Qué demonios hacía Smoker fuera del coliseo de Sabaody siendo él un simple guardia?

****************************

“¡Vete Law! ¡Toma a Lami y vete!”

Aquellas palabras retumbaron en sus oídos con tal fuerza que comenzó a dolerle la cabeza; de alguna manera sabía que estaba teniendo una especie de recuerdo. La voz de ese hombre le sonaba tan cálida y familiar, pero no podía ver de quién se trataba o lo que ocurría a su alrededor pues estaba sumergido en lo más profundo de las penumbras, era como si su subconsciente estuviera protegiéndolo de algo. Junto a aquella voz escuchaba el eco de gritos y pisadas, madera quemándose y golpes enérgicos que le erizaban la piel.

¿Qué era? ¿Por qué no podía recordarlo con claridad?

Aunque no podía verlo, sabía que comenzó a correr de aquella amenaza invisible, sujetando la mano de alguien mientras intentaban alejarse del peligro. Sus pasos eran pesados, algo parecía acumularse alrededor de sus pies y retenerlo en el suelo, haciendo que su escape fuera más complicado de lo que debería. Pronto la respiración comenzó a fallarle también; cada inhalación era más dolorosa que la anterior, era como si miles de agujas se enterraran en sus pulmones a la vez.

“¡Más rápido Lami! ¡¡Tenemos que irnos ahora!!”

Incluso el clima parecía estar en su contra pues las fuertes ventiscas los empujaban hacia atrás y reducía su visibilidad; no tenían idea hacia dónde se dirigían pero sabían que tenían que irse.

 “¡¡Corre más rápido, nos van a alcanzar!!”

“¡¡No puedo hermano, estoy cansada!!”

El llevar de la mano a la pequeña sólo retrasaba más su huida y las llamas estaban cada vez más cerca, tanto que se escuchaba el crujir de las antorchas siendo consumidas por las implacables llamas y las voces iracundas de las personas que clamaban por sus vidas. De pronto sintió esa pequeña mano soltar la suya y un ruido sordo se escuchó a sus espaldas. Law se detuvo y se giró para descubrir lo que ya era evidente, ella acababa de tropezar y sollozaba desconsolada en el piso pues parecía que no podía levantarse. Se quedó paralizado, no sabía si regresar por ella o seguir su camino; si volvía seguramente ninguno de los dos podría escapar…

“¡¡HERMANO!!”

- ¡¡Lami!!- su grito hizo eco en las paredes de la habitación junto con el tintineante sonido de las cadenas. Law tardó unos segundos en comprender que lo que recién escuchó e incluso vio era producto de un sueño, o mejor dicho residuos de su memoria perdida que por desgracia no eran suficientes para conocer su origen.

Ya no era un niño, esa pequeña llamada Lami no estaba a su lado y lo peor era que ahora caía en cuenta que acababa de ser capturado de forma humillante por un grupo de conejos marinos. Había pasado tantos años encerrado en coliseos que podía reconocer su olor a podredumbre y los gritos desesperados característicos de aquellos sitios. Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la tenue luz que iluminaba el lugar proporcionada por algunas lámparas en el techo, pero en cuanto lo hizo su primer instinto le obligó a analizar su alrededor.

De hecho estaba en un sitio particular. No había rejas o barrotes, sólo era un cuarto lo suficientemente amplio para albergar varios prisioneros; contó un total de quince, incluyéndose. Todos ellos sollozaban, se quejaban y retorcían en el reducido espacio donde podían moverse; sus brazos estaban levantados por encima de su cabeza y sujetos a la pared con un par de pesadas cadenas que eran lo suficientemente largas para permitirles sentarse en el suelo pero al mismo tiempo les obligaban a mantener los brazos al aire, haciendo la posición agotadora. El suelo y las paredes parecían ser de concreto normal pues no desprendían esa “energía” tan característica del kairouseki, pero las esposas alrededor de sus muñecas eran suficientes para hacerle sentir débil e impedir que usara los poderes de la fruta ope ope, pues éstas sí estaban fabricadas de la piedra del mar.

También notó que llevaban algo alrededor de su cuello, una especie de collar verde igual al que portaban los laphans marinos que los atacaron, y por el peso extra sobre su cuello pudo saber que él también llevaba uno, sin mencionar que respirar ahora parecía más complicado. El otro elemento que llamó su atención fueron las placas de metal que cada prisionero tenía sobre sus cabezas, muy cerca de los grilletes; en cada una estaba grabado un número distinto. Sobre su cabeza, Law tenía el número 28.

- Ace-ya, ¿Estás aquí?- su mirada pasó de un prisionero a otro. Lo más crudo de ver era que todos los prisioneros tenían algún grado de herida; desde rasguños y golpes hasta mutilaciones completas… otros sólo estaban en el suelo, luchando por respirar. También había manchas oscuras de lo que parecía sangre seca en cuerpo, ropa e incluso en el suelo; pero para su fortuna o desgracia, no reconocía a ninguno de ellos como su pecoso- ¿Ace-ya?- la falta de respuesta comenzaba a ponerle nervioso; la sangre fluyó con más rapidez por sus venas y los latidos de su corazón se aceleraron tanto que podía sentirlos sobre sus orejas. Y la sensación de desesperación aumentó al ver unos cuantos lugares “vacíos” no muy lejos de él; en donde debía haber un prisionero sólo colgaban un par de cadenas con trozos desgarrados de carne pudriéndose y manchas por todas partes- ¡¡Ace-ya!! ¡¡Responde cuando te hablo, pecoso idiota!!

- ¡Cierra la puta boca!- alguien entre los prisioneros se atrevió a gritarle; no sabía cuál de todos fue, pero su desesperación era palpable en cada una de sus palabras- ¡Sólo cállate, maldita sea! ¡Ya tenemos suficiente con escuchar a ese maldito de Breed! ¡Teniéndonos aquí como si fuéramos otra de sus mascotas! ¡¡Lo mataré!! ¡¡Los mataré a todos!!

- ¿Breed?- de entre todo lo que dijo el desconocido, lo que resaltó a su oído fue el nombre del que parecía ser su captor. Ese hombre de extravagante ropa y orejas enormes que se presentó ante ellos debía ser el que controlaba a los laphans marinos que los capturaron, y estaba seguro que el collar que llevaban puesto era la clave de todo.

- ¡Laphans!- la voz de ese sujeto llamado Breed resonó por todas partes gracias a las bocinas colocadas estratégicamente en el enorme cuarto. No se había percatado de ellas hasta que se activaron- ¡Laphans, la función principal está por empezar! ¡Lleven al 11, al 18 y al 23 al escenario! ¡Ahora!

Tras la orden, la única puerta del sitio se abrió y por ella entraron conejos tan grandes como un oso; éstos, a diferencia de los que los habían atacado, eran de un mullido pelaje blanco, pero sus garras y colmillos quitaban todo lo adorable que pudieran tener. A su celda entraron tres; mientras dos vigilaban la entrada, otro se acercó para llevarse al prisionero con uno  de los números nombrados sobre su cabeza. Los gritos de desesperación de aquel desgraciado hicieron que los prisioneros se encogieran en sus sitios, presas del miedo; no le quedaba duda alguna que estaba en un coliseo.

Fue cuando los laphans salían de la celda que Law vio pasar otro grupo de conejos gigantes llevando más prisioneros… uno de ellos cargando a Ace sobre sus hombros. Fue sólo un instante, pero logró distinguir que estaba inconsciente y que un considerable camino de sangre bajaba por su rostro.

- ¡¡Ace-ya!!- sin pensarlo dos veces, Law se levantó como pudo del suelo y trató de correr hacia la salida sin éxito; las cadenas se tensaron apenas alcanzaron su límite y tiraron con fuerza de sus brazos hasta hacer crujir sus huesos, pero no le importó el dolor que eso pudiera causarle pues estaba resuelto en alcanzar al pecoso a como diera lugar- ¡¡Ace-ya, despierta!! ¡¡Ace-ya!!

- ¡¡Trafalgar!! ¡¡Quieto!!- apenas escuchó la orden su cuerpo actuó por sí solo. Con cada una de sus venas resaltando entre su piel debido a la fuerza que estaba usando para resistirse, terminó regresando a su lugar- ¡Así, Trafalgar, más abajo! ¡Inclínate!- tanto sus manos como sus rodillas terminaron apoyados en el sucio suelo de aquella celda junto con su frente, haciendo una reverencia a alguien que no estaba ahí- ¡Petotototo! ¡Justo así sucio humano! ¡Te quedarás así hasta que sea tu turno de salir al escenario!- tras esas últimas palabras el audio se cortó, dejando el pitido de las bocinas mancillando los tímpanos de los prisioneros.

Por más que lo intentó, Law no pudo levantarse. Era como si una fuerza invisible lo obligara a permanecer en esa degradante posición. ¿Qué clase de habilidad estaba usando ese sujeto?

- ¿Ya lo has notado, Médico-san?- le habló una tranquila voz femenina no muy lejos de él, seguramente estaba a su lado- No importa lo que hagas o cuánto te resistas, mientras lleves ese collar, las órdenes de Breed son absolutas- por la posición en la que estaba, el cirujano no alcanzaba a ver más que un par de largas piernas apenas cubiertas por un corto vestido negro parcialmente rasgado- ¿No me reconoces Médico-san? Debo decir que eso me ofende un poco, después que Fuego-san y tú fueron quienes me liberaron de Sabaody

- Tú…- en sus palabras podía distinguirse su asombro; si hablaba de “liberar” seguramente estaba hablando del escape de Sabaody, y entre los usuarios que escaparon había solamente una mujer. ¿Qué probabilidades había de encontrarse con ella en un lugar como ese?

- Es vergonzoso haber terminado aquí después de ser liberada. Aunque no lo creas, este lugar es peor que un coliseo ya que no podemos resistirnos- se escuchó el golpeteo de sus cadenas y sus piernas se flexionaron ligeramente, dejando a la vista del moreno parte de lo que era su ropa interior, a lo cual Law desvió con rapidez su mirada- Espero que Fuego-san sobreviva- las palabras de la mujer lo pusieron en alerta, ¿En verdad ese sitio era más peligroso que un coliseo? No se creía que existiera un lugar peor que el infierno que ya conocía, pero en ese basto océano todo era posible- Breed odia a los humanos más que nada en el mundo, pero también odia a los usuarios a pesar que también es uno. Con los collares que genera gracias a la habilidad de su fruta nos fuerza a obedecer sus órdenes. Quizá lo más desesperante es puede controlar tu cuerpo a voluntad pero no tu mente, por lo que siempre eres consciente de lo que haces… muchos han perdido la cordura a causa de eso, otros más han elegido la muerte…

- Qué habilidad tan molesta- bufó con claro enfado. Si podía controlar todo lo que hacían, quitarse ese collar sería una verdadera hazaña. Mientras intentaba en vano ponerse de pie, miró por instinto hacia la única puerta de ese lugar, preguntándose si el pecoso estaría bien. Con una habilidad como esa podían obligarlo a hacer literalmente lo que sea, y eso le preocupaba- ¿A dónde llevaron a Ace-ya?

- Los únicos por los que Breed tiene cierta atracción son los animales, así que controla a varias criaturas para traer usuarios a su barco. Al igual que con los animales, tiene usuarios tipo zoan como mascotas y los obliga a pelear con usuarios de los otros tipos de fruta

- No es tan diferente a un coliseo

- Lo es- afirmó la mujer- Breed es un cazador conocido como “El Cirquero”. Usa a los usuarios como espectáculo para familias nobles. No hay apuestas o algo parecido ya que son sus mascotas las que siempre ganan, pero si alguien está interesado en alguno de sus esclavos, lo venderá al más alto postor. Los que no son vendidos son forzados a pelear hasta la muerte para obtener su fruta del diablo y entregarla al gobierno mundial para cobrar sus recompensas

- Es un cazador demente, pero eso no lo hace invencible- fue entonces que su atención regresó a aquella mujer; alguien como ella debía ser astuta o no habría escapado del coliseo en primer lugar. Además tenía bastante información, quizá sabía algo que él desconocía, y haría todo lo posible para obtener todo lo que pudiese de ella- Para estar en un lugar así, pareces bastante tranquila “Niña Demonio”, Nico Robin- trató de provocarle

- Vaya, qué manera tan despectiva de nombrarme, Médico-san. Creí que tú mejor que nadie me entenderías

- ¿De qué estás hablando?

Continuará…

Notas finales:

empezamos con todo xD espero que le den una oportunidad a esta historia, y si así lo quieren, nos veremos en otro capítulo!! bye <3

 


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