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Flufftober por Girlyfairly

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21. Reconciliación


Matt no tiene ni idea de lo que sucede, pero debe ser algo grave porque su playstation ha sido tomada como rehén en una de las gavetas del mueble de la sala y está encerrada bajo llave. Desde ayer ha notado un poco extraño a Mello, está como esquivo y hoy incluso no le dio su besito de buenos días. Cualquier duda que tuviera se esfuma cuando entra a la habitación y ve que está separada en la mitad por todos los almohadones que existen en la casa.


Matt suspira, no sabe que mierda hizo esta vez, sale de ahí y se dirige a la puerta que está al lado contrario: el baño.


—Cariño ¿estás ahí? —Toca un par de veces, pegando la oreja a la puerta. Es obvio que hay alguien adentro, escucha pasos— Créeme que sería más fácil si me dijeras lo que hice.


No sabe si sus palabras mejoraron o empeoraron las cosas, pero debe dar un paso hacia atrás cuando la puerta se abre de repente.


—¡Ese es el problema! ¡Siempre tengo que decirte todo! —Mello lo golpea con el hombro al pasar a su lado y se dirige a la habitación.


El pelirrojo vuelve a suspirar, necesita toda la paciencia del mundo para cruzar el umbral y enfrentarse a su destino. Encuentra al rubio sentado en la cama con los brazos cruzados y una cara que haría retroceder a cualquiera. Al menos ya tiene una pista, su novio acaba de decirle que siempre debe decirle todo y conociéndolo supone que se hizo algo y no lo notó.


Se acerca despacio, como si el otro fuera un animal salvaje, luego se sienta cerca de él mientras lo analiza de pies a cabeza, buscando algo diferente.


—Aquel es tu lado. —Habla Mello, señalándole la otra parte de la cama.


Matt asiente y se mueve, su intención es arreglar las cosas, no sumar más problemas.


—Lo siento... —murmura, viéndolo de frente.— Sé que te molesta que sea un poco despistado a veces, pero créeme que no lo hago con la intención de hacerte sentir mal —con mucha cautela estira un brazo, buscando posar la mano sobre el muslo del otro—. No quiero que pasemos otro día así, Mello.


El rubio no voltea a verlo, por unos minutos su enojo sigue a tope hasta que su orgullo comienza a resquebrajarse.


—¡Mira! —Se toma un mechón de cabello, mostrándoselo a su novio como si ahí estuviera la respuesta.


El cerebro de Matt está a todo lo que da, preguntándose qué se hizo porque él lo ve igual. Decide no agregar nada, espera que el otro le diga algo, teme que si dice algo intentando adivinar lo mande al carajo o peor lo mande a dormir al sofá sin almohadones.


—¡Me lo alisé! —Dice Mello al final, aún indignado.


El pelirrojo se acerca un poco, creyendo que así notará el cambio. No puede decirle que se ve igual porque eso sería igual o peor que criticar su sentido de la moda, aunque halagarlo con que le quedó estupendo tampoco es una opción porque Mello rápidamente percibiría que le está mintiendo.


—Tú sabes que yo siempre te veo perfecto. —Se decide a responder, acercándose cada vez un poco más.


—¡Nadie ha dicho lo contrario! —Espeta apartándole la mano—. ¡Te merecías que no te hablara en todo el día y tal vez mañana también!


—Tienes razón... —Matt gatea por la cama, acercándose a él hasta rodearlo con los brazos— Castígame, pero de otra forma. —Comienza a darle besos detrás de la oreja y a jalarlo, cayendo ambos acostados.


—Ni creas que... —Mello no es capaz de terminar la frase cuando empieza a reír, su novio conoce sus puntos débiles— No, no...


—¿Ya me perdonaste un poquito? —Baja un poco, trazando una línea con la lengua por el cuello, sabiendo que eso le encanta.


—Qui-Quizá... —Lo sujeta de la cabeza, obligándolo a seguir bajando. Matt sonríe de lado.


—Sabes que te amo, ¿verdad? —Levanta la cabeza, viéndolo a los ojos mientras con dos dedos le acaricia un mechón de cabello. La verdad es que está más suave.


—Entonces ¿por qué no te das cuenta cuando me hago algo?


—Porque soy despistado, pero sabes que tienes mis huevos en tus manos. —Se desliza hacia arriba, esta vez besándole la punta de la nariz.


—¿Y se supone que eso debería ser romántico? —Mello sonríe de lado a la vez que le rodea el cuello con los brazos.


El rubio abre un poco las piernas, permitiéndole que se acomode entre ellas. Ya estuvieron enojados mucho tiempo, es hora de pasar a una de las cosas que mejor saben hacer cada vez que discuten, una larga y demostrativa reconciliación debajo de las sábanas.


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