L se muerde el pulgar mientras sus enormes ojos se pasean por toda la cocina. No entiende qué salió mal, siguió paso a paso la receta y en ninguna parte decía que la olla debía explotar.
—Ryuzaki... —Watari tan apacible como siempre, carraspea la garganta tras haber entrado a la cocina o lo que queda de ella— ¿No preferirías que yo me haga cargo?
El detective menea la cabeza, no es la primera vez que su mayordomo le ha preguntado eso este día, y la respuesta sigue siendo la misma.
—Tú solo encárgate que los agentes sigan con el trabajo mientras yo cuido de Light-kun. —Responde con su típica voz monótona, cualquiera que lo escuchara no descubriría el sentimiento que guarda en ellas, pero Watari lo conoce y sabe que su pupilo está realmente preocupado por cierto castaño.
—Está bien. —El mayor hace una leve reverencia, acto seguido da media vuelta mientras le informa—. Solo me aseguraré que la alarma contra incendios esté activa.
L ignora el último comentario, más bien ni lo escucha, está concentrado buscando más verduras en el refrigerador. Leyó en internet que algunas sopas calientes son un buen remedio contra el resfriado y él debe preparar la mejor porque es para Light, el sospechoso más quisquilloso que ha conocido.
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Quemó algunas verduras, derritió un par de cucharones y dejó inservibles tres ollas, pero luego de cuatro intentos al fin le salió bien o eso espera. Sirve un poco en un plato y vuelve a la habitación donde dejó a Light con música para dormir, una frazada suave, un difusor con aceite de menta y un osito de peluche.
—¿Está Light-kun despierto? —Deja el plato sobre la mesita de noche.
El aludido entreabre los ojos y asiente.
—¿Cómo te sientes? —Continúa el detective, tomando asiento a un lado de la cama. Son pocas las veces que mantiene una conversación con él sin usar su nombre de por medio.
—Mucho mejor. —La voz le sale ronca, pero intenta sonreír mientras se incorpora despacio. La verdad es que se siente fatal, cree que el exceso de atenciones por parte del detective son porque se siente culpable; cogió el resfriado por haber estado bajo la lluvia hace un par de días cuando salió a la azotea para ir a buscarlo.
—¿Me quedó bien? —Pregunta con los ojos muy abiertos luego que Light se llevará la primera cucharada a la boca.
El castaño asiente, no tiene mucho sabor, pero cree que eso debe ser a causa del resfriado.
—Necesito ir al baño. —Comenta luego de haber comido solo un poco, no tiene mucha hambre.
—¡Claro! —El detective se pone de pie como un resorte, acto seguido le da la espalda y se agacha un poco, llevándose las manos a la espalda.
—¿Qué haces? —Enarca una ceja, cuando cree que Ryuzaki no puede ser más raro siempre logra superarse.
—Te cargaré.
Esa frase hace que el castaño se sonroje, L ha estado todo el día extrañamente servicial, hasta le consiguió un peluche para que no se sintiera solo mientras él se iba a cocinar, ¿pero que quiera cargarlo para ir al baño?
—Uhm no, gracias yo puedo solo. —Corre las cobijas a un lado y busca con la mirada sus pantuflas.
—Mi deber es cuidar a Light-kun.
Está a punto de rechazarlo de nuevo, sin embargo es imposible negarse a esa carita. L puede tener más años y ser el mejor detective del mundo, pero hay ciertas acciones de él que lo enternecen, aunque la mayoría seguramente sólo lo perciben como un sujeto frío.
—Está bien... —Murmura tras un suspiro.
No le sorprende la facilidad con la que Ryuzaki lo carga, ha aprendido que es alguien bastante fuerte a pesar de ser tan delgado.
Una vez que vuelven de esa actividad, L lo coloca con delicadeza en la cama y jala el osito para ponerlo de nuevo a su lado.
—¿Necesitas algo más?
El menor menea la cabeza, en serio se siente apenado con todas esas atenciones.
—¿Está Light-kun seguro? Lo que Light-kun quiera, yo lo haré.
—Solo quédate conmigo. —Necesita que el detective deje de preocuparse.
Creyendo que eso lo hará sentir mejor, L se trepa a la cama como si fuera una rana.
—¿Ahora?
Light lo mira a los ojos, Ryuzaki a veces lo pone nervioso de una manera que no entiende.
—Cuando era pequeño y me enfermaba —le comenta acomodándose en la cama—, mi mamá me daba un beso aquí para que me recuperara más rápido. —Con el dedo pulgar se señala la frente.
Sin dudarlo L se inclina hacia adelante y deposita un beso sobre algunos mechones del flequillo de Light, un beso que le provoca un extraño cosquilleo en sus labios y que hace sonrojar violentamente al otro.
—¿Está Light-kun seguro que esto ayuda? Porque está rojo como un tomate — el castaño abre los ojos y como puede balbucea un «estoy bien»—. Quizá tengas fiebre de nuevo. ¿Necesita Light-kun otro beso? —Como el buen doctor que está intentando ser se inclina para volver a besarlo, no obstante el castaño se esconde bajo las mantas antes que llegue a lograr su cometido.
—¡Solo necesito dormir! —Tiene las mejillas calientes y duda mucho que se trate de fiebre, lo peor es que aún debajo de las mantas puede sentir esos enormes ojos observándolo, lo cual no ayuda— Es en serio Ryuzaki, estoy bien.
El detective se lleva el pulgar a los labios mientras intenta encontrar una explicación a la extraña actitud de su sospechoso. A lo mejor está exagerando y Light solo necesita descansar como dice, así que decide darle un poco de privacidad, se baja de la cama y le deja el osito a un lado para que le haga compañía. Acto seguido sale de la habitación, necesita encontrar a Watari para que le hable todo lo que sepa sobre ese método de curación: las dosis necesarias, las formas correctas y más importante aún en qué partes del cuerpo tienen mejor resultado.