Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mas alla de la niebla por shankrai

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Empezamos con la historia de la segunda protagonista.

Este es un poco mas oscuro que el anterior

 

-------10 años antes del suceso del libro-------

///// En algún lugar de Yarks nación orco//////

 

En una pequeña aldea se encontraba una mujer orco tendiendo tranquilamente la ropa en un tendedero al aire libre mientras tarareaba una canción.

 

Su tono de piel era verde, algo muy común entre su raza, con un cabello largo y castaño suelto.

Sus ojos eran verdes oscuro y de su boca sobresalen dos grandes colmillos inferiores que se curvaban ligeramente hacia arriba.

 

La mujer observó la aldea en la que se encontraba. 

Muchos orcos, rojos y verdes, se reunían en una plaza. Era día de mercado.

Veía como algunos formaban grupos y conversaban entre ellos, a otros simplemente comprando los productos que necesitaban y unos últimos que hacían todo a la vez. 

Se notaba la calidez en el ambiente y el sonido de un lugar bastante concurrido.

 

La mujer sonrió ampliamente viendo a los niños jugar, y dirigió su mirada a su pequeña cabaña con cariño.

 

Continuó con su tarea cuando el ambiente cambió en un momento.

 

Fue algo ligeramente sutil. Empezando con el ruido del mercado disminuyendo hasta quedar en un murmullo. 

 

Notando esto miró nuevamente a su alrededor para darse cuenta de que todos los habitantes de la aldea se habían quedado quietos mirando a un punto fijo en el cielo. Algunos murmuraban entre ellos, mientras que otros simplemente contemplaban algo en silencio.

 

Ella miró hacia donde estaban viendo y sus ojos se llenaron de sorpresa al ver un haz de luz, más allá de las montañas que surgía de entre la tierra y llegaba hasta el cielo. 

El haz comenzó siendo de color claro, pero se fue transformando en un violeta intenso con el paso de los segundos. 

 

Cuando la luz finalmente se disipó hubo un enorme silencio en la aldea. Ni siquiera los pájaros se atrevían a cantar.

La mujer orco intuía lo peor, como si fuera la calma antes de la tormenta.

 

Y la tormenta llegó.

 

Los orcos con piel rojiza empezaron a temblar incontrolablemente y se sujetaron la cabeza gritando de dolor.

 

Algunos gritaban por ayuda, llorando y rogando arrodillados incapaces de retirar la mano de su cabeza.

Como si eso les diera un poco de consuelo.

Otros se retorcían en el suelo gritando de agonía mientras los verdes intentaban ayudarles como podían.

 

Era un espectáculo aterrador.

 

Hasta que en algún momento.

 

 Se detuvo.

 

El silencio volvió, dejando a todos en suspenso.

 

El vendedor de frutas fue el primero, un orco rojo que conocía casi toda su vida, se levantó del suelo.

Ya no se sujetaba la cabeza, su semblante era sombrio y sus ojos, antes marrones oscuros, tomaron un color amarillo. 

 

Gruñó, empezando a atacar a un orco verde que hasta hace poco le había estado ayudando.

Y no fue el único, varios orcos rojos se levantaron del suelo y comenzaron a atacar a todos los que se encontraban en medio. Sin distinción, incluso llegando a atacarse entre ellos mismos.

 

La ojiverde no podía creer lo que estaba viendo, hace tan solo un momento, todos estaban sonriendo y disfrutando del día. Y ahora parecía que se había desatado el armagedón.

 

Los Orcos empezaron a atacarse entre sí con furia, amigos, hermanos, padres, no importaba quien fuera.

 

La mujer esquivó a uno rojo que venía a por ella y se adentra rápidamente en la cabaña.

 No entendía qué estaba sucediendo.

Pero no se quedaría a averiguarlo.

Fue rápidamente a su habitación y empacó un par de cosas.

Se dirigió a la pequeña cuna que había al lado de su cama y tomó rápido pero con delicadeza a su bebe de tan solo unos meses.

Observó por la ventana si la puerta trasera estaba despejada y salió por ella.

 Mientras escapaba podía ver la masacre que se estaba formando, cuerpos de orcos, verdes y rojos yacían sin vida sobre el terreno, apartó la vista aferrándose a su bebe con fuerza y siguiendo adelante.

 

Avanzó solo un par de pasos y volvió la vista atrás. Contempló la pelea de lejos y se dio cuenta que sea lo que sea que había ocurrido, solo le afectaba a los orcos rojos. Pues ella y el resto de orcos verdes estaban bien y solo se estaban defendiendo. 

 

Con temor miró a su bebe, unos pequeños ojos verdes iguales a los de ella les devolvieron la mirada. Una pequeña cara regordeta con sus pequeñísimos colmillos asomando extendió uno de sus diminutos brazos rojizos intentando alcanzar el pulgar de su madre. Al cogerlo se reía como si hubiera conseguido el mayor de los premios.

La mujer sonrió con ternura, al parecer no le había afectado a ella.

Un grito a su espalda la sorprendió y rompió el momento.

Un orco rojo se acercaba a ella corriendo con un hacha, la mujer apenas y pudo esquivarlo, pero no pudo evitar que le cortara el abdomen. Le dió una patada al rojo por la espalda que hizo que perdiera el equilibrio y corrió lo más rápido que pudo con su hija hacia las afueras de la aldea.

 

Al llegar vio como varios orcos verdes también corrían intentando escapar y algunos ya habían formado pequeños grupos de huida.

 Ella se unió a uno de estos ocultando a su bebe con unas mantas, no podía dejar que vieran su color de piel.

-no te preocupes Alexis, todo saldrá bien- le dijo terminando de cubrirla bien y se encaminó con el grupo en busca de un nuevo hogar.

 

 

////// ???????????//////////

///// Lugar ?????////////

 

Una figura oscura se encontraba sentada mientras otra se apresuraba a pasos acelerados. Era tarde en la noche y no había luna que iluminara el lugar.

 

-señor traigo noticias- dijo el que acababa de llegar, arrodillándose.

 

-adelante- incitó el que se encontraba sentado con una voz imponente.

 

-se trata de la aldea orco, ha sido devastada, un pequeño grupo consiguió escapar, pero algunos se quedaron atrás-

El hombre de voz imponente se quedó pensativo.

-ha comenzado- dijo pasándose la mano por su cabeza castaña- dile a Beltran que acelere los experimentos con el libro- dijo- necesitamos un portador ya!- continuó.

-qué hacemos con los orcos rojos rezagados?- preguntó

-todo orco rojo es un peligro y han de ser eliminados, convoca al consejo de reyes, vamos a organizar una cacería - dijo

-el resto de reyes no lo aprobarán - dijo el hombre arrodillado

-tu deber es hacer que lo aprueben- dijo el que estaba sentado con un tono amenazante

 

El hombre que estaba arrodillado asintió y con un -sí mi señor- se marchó rápidamente.

 

-Asi que finalmente has caído-dijo el hombre de voz imponente que se levantó de su asiento y se dirigió hacia la ventana, mirando la ciudad humana sin ninguna luz que la ilumine más que las farolas en las calles.

 

//// Días después del suceso del libro///

/// Yarks nación orco///

///// Natit pueblo portuario de Yarks/////

 

-Rata inmunda largo de aquí-pateó un humano regordete a una niña semiorco haciéndola caer al suelo y que se llenara completamente de lodo. Su piel era de color verde con unos ojos del mismo color y un cabello castaño ahora tambien cubierto de lodo- no te quiero ver cerca de mi tienda- gruño el hombre

 

-señor por favor-rogó la niña levantándose como podía del suelo- mi madre está muy enferma y necesito comida para darle-suplicó tratando de agarrar por la camisa al hombre barbudo que le doblaba la altura y seguramente la fuerza.

 

-cuantas veces te lo tengo que repetir! -grito propinándole un puñetazo a la pobre niña, el golpe fue tan fuerte que la tiró al suelo otra vez ensuciándose aun mas de lodo. 

 

El semiorco aulló de dolor. Pero nadie venía en su ayuda. Entre el dolor solo pudo pensar “ ¿por qué?”. Su aspecto era claramente malnutrido y sucio, no había comido nada en días y su madre tampoco, lo que empeoraba su condición.

 

Había conseguido milagrosamente trabajo en el puerto levantando cajas demasiado pesadas para una niña de 10 años, intentando conseguir dinero para las medicinas de su madre. No pagaban mucho y trabajaba sin parar desde la mañana hasta la noche, pero al menos era un trabajo. 

Fue entonces que recordó.

-tengo dinero- dijo rebuscando en sus desgastados bolsillos algunas monedas de plata que consiguió en su trabajo. 

 

El hombre que ya iba en camino de cerrar la puerta se detuvo de repente. Observó las monedas que le enseñaba la niña, y una sonrisa siniestra se formó en su cara mientras dijo cambiando su tono de voz- vaya vaya entonces sea usted bienvenida, aquí sin duda encontrará lo que necesita, pase adelante- dijo todavía sonriendo con una sonrisa que no inspiraba nada de confianza.

La niña con ilusión e ingenuidad le hizo caso y se adentra en la tienda indicando lo que necesitaba, el hombre fue a buscarlo y se lo trajo envuelto en una bolsa de papel.

La semiorca con emoción recogió la bolsa, le entregó todo el dinero que tenía y corriendo fue a la casa donde vivía con su madre. 

Al salir de la tienda, no pudo evitar percatarse de unos viejos decretos reales que tienen unas pintadas encima de algún gamberro.

 

Uno de ellos mostraba el dibujo de un orco rojo encadenado en una jaula mientras un guardia humano con bigote le hacía una seña de pulgar arriba al lector. 

 

Debajo del dibujo ponía "fin de la gran cacería, la erradicación de los orcos del sur ha acabado. Descansen tranquilos ciudadanos, el mal ha sido expulsado."

 

La niña sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

 

Leyó otro decreto que representaba a una figura fea y deformada como un monstruo y debajo del dibujo ponia una explicacion algo extensa del mismo

 "aviso, estad atentos a cualquier avistamiento de orcos rojos en la zona, cualquier información será gratamente recompensada.

Recordad que esta variación genética que provoca que su tono de piel sea rojizo viene ligado a un comportamiento extremadamente agresivo e impredecible. 

Además de que muchas masacres fueron ocasionadas por los orcos rojos, no os dejéis engañar, son criaturas del mal ni siquiera sus descendientes están libres de pecado"

 

El pánico comenzó a apoderarse de ella y sujetando fuertemente su bolsa corrió por las calles hasta llegar a las afueras del pueblo.

 

Al llegar a la entrada de la propiedad ya estaba anocheciendo. Distraída que andaba no reparó en la figura que salía del territorio y se chocó con ella. 

Se trataba de un elfo de pelo grisáceo y unos ojos azules, que vestía elegantemente. El elfo le dedicó una mirada de asco al principio, pero luego parece que se dio cuenta de algo y le dio una sonrisa cínica. A la semiorca no le gusto la sonrisa de aquel sujeto, le había visto un par de veces discutiendo con su madre, y cada vez que se iba ella se ponía triste. Viendo que salía de su casa le causó cierto desazón.

Asi que solo se disculpó y corrió a su casa.

 

El terreno que tenían era amplio, con un gran patio para hacer un huerto, un pequeño gallinero y una pequeña cabaña donde vivir.

 

El problema venía de que la tierra hacía 1 mes que dejó de dar frutos y por alguna extraña razón las gallinas no solo no ponían huevos, sino que se morían a la semana de comprarlas. 

 

Y luego estaba la enfermedad de su madre. El médico le decía que era sobreesfuerzo, pero que se pusiera tan mal en tan poco tiempo…

Le aterraba que fuera algo peor.

 

Llegó a una pequeña cabaña de madera a las afueras del pueblo. Por fuera se veía agrietada y sucia con claras señales de abandono.

 

 Abrió la angosta puerta dejando un chirrido al pasar. Por dentro la casa estaba deplorable, las grietas eran mucho más visibles, la madera se veía vieja y quebradiza. La casa solo poseía lo indispensable para sobrevivir, una estufa para cocinar, una habitación, un baño y una mesa con dos sillas.

 

-mama?- pregunto la niña con voz temerosa, mientras se adentraba en la casa

-Alexis? eres tú?- una voz débil se escuchó en la habitación.

La niña fue corriendo a esta y encontró a su madre postrada en cama, como hace unos meses atrás. 

 

Su estado…. completamente deteriorado. 

 

Un extraño virus se apoderó de ella hace solo unos meses y ningún médico había encontrado cura.

 

Para hacerlo aún peor, todos la evitan por miedo a contagiarse, perdió sus relaciones más cercanas y amigos por culpa de ello. Eso y porque tenía como hija a una semiorco rojo.

 

La razón de porque no la delataron, es un misterio del que la mujer está agradecida cada dia de su vida.

 

-mi niña- dijo con cariño y la cara de la niña se iluminó. La mujer le limpió la cara con un trapo, accidentalmente retirando el verdor de su piel, y dejando ver un tono más rojizo. 

 

Había trabajado mucho en crear esa pintura especial, pero cada vez duraba menos y ahora su hija dependía solo de pociones que le hacen mucho daño a su metabolismo para protegerse.

 

-mama, mama! Lo conseguí, compre comida, te pondrás bien, cocinaré ese caldo que siempre me hacías cuando estaba enferma, no te preocupes, tu estarás bien- decía atropelladamente la niña con sus ojos verdes acuosos intentando ser fuerte. 

 

Intentando sonreír, mientras acercaba la pálida mano de su madre, tiempo atrás de un verde intenso, a su cara- yo cuidare de ti mama, no dejaré que te pase nada malo, estarás bien-dijo sollozando.

-Alexis, sabes que no me queda mucho tiempo-dijo y una fuerte tos se apoderó de ella, la niña le acercó un vaso de agua, su madre lo tomó y bebió de su contenido- de hecho no creo que pase de esta noche- continuó la mujer mientras se le aguaban los ojos

 

-mamá no digas eso- dijo en llanto la niña-si te vas me quedare sola, mama, por favor, compre comida, te la preparare enseguida, tu espera! - dijo mientras se levantaba bruscamente y fue directo a la bolsa de papel. Se dispuso a abrirla para sacar la comida pero un olor nauseabundo la hizo cerrarla de golpe.

Toda la comida que había comprado estaba podrida.

-No puede ser… no puede ser no- dijo la niña mientras comenzaba a caer en la desesperación, una pequeña chispa de ira corrió por sus ojos y no fue hasta que escuchó a su madre llamarla que despertó.

 

-mamá- recordó y fue rápidamente a su lado, la tomo de la mano y podía sentir como lentamente se le escapaba la vida, sus latidos eran cada vez más débiles y su respiración costosa- mamá -dijo con una voz angustiosa, y más lágrimas corriendo por sus ojos. Su madre la miró.

 

-Alexis, escúchame bien- la llamó- Es un mundo cruel allí afuera, y no muchas personas entenderán lo que eres-dijo acariciando su mejilla- tendrás que endurecerte para sobrevivir, ser mas astuta, no dejarte engañar fácilmente- dijo levantándose lentamente para sentarse, y verla mejor. 

 

Cuando lo hizo un nudo se le formó en la garganta y pequeñas lágrimas empezaron a caer- mi niña- el llanto le impedía hablar apropiadamente- por muy duro que sea, por muy sola que te sientas, ten fe de que encontraras a alguien que te quiera por como eres, amigos que te acompañarán en tu viaje, el mundo es increíblemente grande y maravilloso- dijo dándole un abrazo con sus esqueléticos brazos y un cariñoso beso en la frente. 

 

Una fuerte tos, peor que la anterior, la atacó nuevamente obligándola a volver a la cama, casi no podía respirar.

 

La niña se bloqueó por un segundo, no sabia que hacer, así que lo único que se le ocurrió fue acariciar su mano suavemente, y darle su mayor sonrisa al decirle — te amo, mama- 

La madre al ver a su hija sonrió débilmente y le dijo- yo también…cariño- dijo con dificultad mientras lentamente su latido se hacia cada vez más lento, dulcemente le dijo -gracias… por llegar a mi vida- y con eso su latido cesó.

 

Dejándola completamente sola.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).