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Error de renta por Midori Yaoi Grey

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Notas del capitulo:

Temática: Navideña.

-         Se aproxima tu fecha favorita.

-        Si…

-        ¿Sabes lo que significa?

-        Si…

-        ¿Ya has creado tu nuevo monólogo del por qué sigues sin llevar a “alguien” a presentar a tu familia?

-        Hmn…

-        Eso es un no.

-        Mas bien es un: se me acabaron las ideas – suspiro frustrado - ¿no pueden solo conformarse en que tenga salud?

-        Si sigues ingiriendo más de esto – levanta mi vaso de licor que está a medio acabar – ya ni podrás decir eso.

-        No soy adicto. Únicamente bebo un poco regular para estas fechas… - le quito el vaso para vaciar en mi boca el contenido – temo que este año será el que defina el inicio de la pesadilla.

-        ¿Por qué lo dices?

-        Mi padre se casó a mí ya edad. Y eso sin duda ejercerá presión. Sobre todo de que debo seguir o superar sus pasos. 

-        Tu madre es menor que él por dos años, ¿no?

-        Sí, pero, ¿eso que tiene que ver?

-        Nada. Una razón para recordar lo bella que es.

-        ¿Qué? – sacudo la cabeza incrédulo – Claude, espero borres a mi madre de tu perversa mente o me veré con la necesidad de hacerlo por cuenta propia.

-        No me molestaría ser tu padrastro.

A veces me parece increíble que sea amigo de este sarcástico y con un sentido del humor tan espantoso.

-        Y para que veas que podría ser uno muy bueno – lo amenazo con la mirada para que pare, no me encuentro con la paciencia necesaria para tolerar sus tonterías – te daré la solución a tus problemas. O al menos este año.

De su bolsillo saca su celular para buscar quien sabe qué hasta dar con lo que al parecer pretende mostrarme.

-        Esto – coloca el aparato en la mesa acercándomelo para que lea el contenido.

-        ¿Estás de broma?

-        Hoy no.

-        No puedo creer que esto sea algún tipo de negocio.

-        ¿En qué año crees que estás viviendo? Actualízate y piensa que es una buena salida temporal.

-        Para un problema desesperado…

-        Una solución desesperada – terminó lo que no quería admitir – pero si quieres soportar otro año de preguntas incómodas y diálogos filosóficos extensos… - le doy un manotazo para que suelte su propio móvil que tenía la intención de guardarlo.

-        ¿Cómo funciona?, ¿hay un catálogo para escoger o cómo?

-        Algo así. Para iniciar vamos a colocar el rango de edad que estás buscando que en este caso sería…

-        Entre los 26 y 28 años.

-        Sabia decisión. Tus padres se sentirán conmovidos si logramos conseguir alguien de exactamente con 26 para que crean que es el destino en que la historia se repita.

-        Tan de luego ellos que creen en esas cosas – y no lo decía con sarcasmo, es real que creen en eso.

-        Averigüemos.

Lleno los datos con las opciones a las preguntas que va formulando en la dichosa aplicación de “Renta tu pareja ideal” con el fin de buscar una persona que se adecue al gusto y preferencias de uno.

Una vez llenado, el programa inicia su búsqueda en su catálogo de las personas que puedan no solo ser “compatibles” con el rentador, sino que esté disponible para la fecha solicitada, que, en mi caso, conforma la noche del 24 a la madrugada del 25 de diciembre. Toda una misión.

-        ¿Crees que no haya muchas personas que se presten para estos servicios? – pregunto al notar que los resultados se limitaron en una cantidad de cinco personas.

-        O puede que fuiste exigente con tus respuestas o también por ser una fecha muy solicitada y que solo queden estas personas.

-        Si, tal vez fue por la fecha – digo evadiendo su mala intención hacia el primer comentario.

Si voy a pagar por un servicio - aunque no sea de mi agrado - que al menos el convivio sea lo más ameno posible.

-        ¿Qué tal esta chica? – señala a la primera opción.

-        No he tenido… buenas experiencias con las rubias.

Todas han tenido algo en común: locas.

-        Quizás solo coincidencias.

-        Si, también lo creo… pero no me quiero arriesgar. Espera, ¿varía la tarifa con más especificaciones? Tomar de la mano, mostrar cariños, un beso en la mejilla… hay toda una lista enorme.

-        Claramente, ¿qué creías? Se están rentando, pero según lo que quieras, en este caso, aparentar para hacerlo más real, va más allá que una simple compañía.

-        Es todo un negocio – digo sorprendido.

-        Si, y una vez que elijas a la persona con lo que requieres, aclaremos, no en todas de la lista se prestan para lo mismo y por esa razón las que se “arriesgan más”, su tarifa es mayor que el resto.

-        En ese caso…

-        Me imagino que lo más que querrás para crear una apariencia es: tomar de la mano, conductas cariñosas, abrazos. Oh, mira, ¿qué tal si añadimos un contacto más íntimo como besos? Aunque eso sea caro.

-        Ni hablar, no pienso pagar excesos; lo que necesito para ese momento y ya.

-        Para que veas el gran amigo que soy, esta “renta” será mi regalo navideño. Así que yo escojo las opciones, tu limítate a escoger a la persona.

-        Vas a gastar en vano, te lo digo. No haré nada innecesario con la chica.

-        Uno nunca sabe, y sería una lástima no aprovechar la oferta que tu amigo te regala – dice observando el celular - ¿qué me dices de esta chica? – me muestra la foto y sin poder evitarlo, sentí una fuerte punzada a causa de la belleza de la joven – Leo que comparten cosas en común. Es linda a pesar de tener el cabello corto y, oh, tiene la edad que buscamos: veintiséis – suelta un silbido – se mira sin duda alguien educada; esta es la que buscamos.

-        ¿Y el costo?

-        Olvídate de eso. Ya te lo dije. Yo pago.

-        Entonces debo decir, ¿gracias? – digo con un ligero sarcasmo. Y la verdad es que realmente si debo de agradecerle; ha logrado salvarme este año.

-        Estamos por cerrar el trato y…

-        ¿Qué sucede? – me acerco para mirar lo que le ha causado impacto - ¿te ha gustado? – refiriéndome a la foto de la persona que salió como “sugerencia” y por ser del top de los más solicitados y recomendados – Así que Alois, ¿vas a rentar también? – pregunto en forma de burla sugerente.

-        Creo que para esa noche necesitarás apoyo moral y por supuesto no puedo llegar sin compañía. La atención se desviaría hacia mí.

-        Que sacrificado… ¿ya terminaste con lo mío?

-        Ah, sí, regreso a ello.

Su celular suena interrumpiendo el trámite por segunda ocasión.

-        Dame unos minutos y estoy allá - cuelga y regresa su atención a mí –. Mi padre quiere que conozca a unos trajeados “importantes” – dice con fastidio.

-        Acostúmbrate, esa será tu vida cuando te ceda la empresa. No puedes ser un príncipe para siempre.

-        Sería todo un sueño hecho realidad. Me encargo de terminar la cita con… creo que pulsé el botón de Rentar cuando estaba en la llamada, se debió mover – se quedó pensativo – en fin, tu cita se llama Ciel y se reunirán justo en el parque frente a la casa de tus padres en punto de las ocho – se levanta - ¿Quieres venir? Te vas a divertir.

-        Suena tentador, pero no, no gracias. Quiero tomar otro – muestro el vaso vacío – antes de llegar a mi casa.

-        Lo bueno que este lugar queda a minutos de tu casa. Maneja con cuidado, no quiero que al levantarme lo primero que lea en las noticias sea tu nombre.

-        Fastidia a otro con tu modo protector.

-        No puedo, eres como un hijo para mí – emprende su huida evitando que pudiera tan siquiera lanzarle algo.

Dejo caer el cuerpo en el respaldo de la butaca de una forma que con la acción siento un peso menos con el que lidiar.

Al menos solo este año…

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

24 de diciembre…

Cuando en una llamada le dije a mis padres que hoy llevaría compañía, estos se alegraron mucho a pesar de su falso intento de no demostrarlo.

Lamentaré – la verdad es que no – que tengan que pasar por una decepción para el siguiente año. La ventaja es que podré decir que la relación no funcionó, que terminamos un poco antes de esas fechas navideñas y que por ello no me encuentro en mi mejor momento.

Si. Es una salida algo cruel al engañarlos de esa forma, pero ellos me orillaron y orillarán a hacerlo.

Por ahora me encuentro caminando ya al punto de encuentro. Nos tomaremos un rato aquí en el parque en acordar una historia convincente y sobre todo que estemos en sintonía, sobre el cómo nos “conocimos”, cómo nos “enamoramos”; datos esenciales del otro que pudiesen ser pregunta de examen.

Al ser la primera persona que llevo, no sé qué tan… efusivos pudieran llegar a ser. Y no sé si de verdad se tragarían el teatro… Digamos que son demasiados receptivos a leer el ambiente, o al menos cuando les conviene. A veces hacen o dicen las cosas a propósito…

Busco con la mirada a aquella persona que vi en la foto, hasta que doy con la forma y color de su cabello dando la espalda hacia donde estoy, sentada en una banca.

Debo de admitir que tiene un bonito y delicado cuello…

-        Hola, tú debes de ser…

Cuando llego frente a la persona, me sorprendo al encontrar a una hermosa criatura que gracias a la luz de los faros del parque, le iluminan como si todo brillara.

Sin embargo… mi asombro se acabó al darme cuenta que lo que Claude rentó no fue un ella, sino un él…

¿Es una broma?

-        Sí. Soy Ciel. Tú debes ser Sebastian – se levanta para extenderme la mano -. Un gusto.

-        El… gusto es… mío… - respondo sin salir de mi sorpresa y le correspondo el gesto para no verme grosero.

Su piel es suave…

No. No. No. No es momento para fijarnos en tonterías. Esto es un malentendido.

-        ¿No soy lo que esperabas? – me pregunta con cierto toque de juego.

-        No… bueno si… pero… - él suelta un pequeño bufido divertido.

-        ¿Te parece si lo hablamos? – me pregunta haciendo movimiento con la mano que yo aún sigo sosteniendo…

Esto es vergonzoso…

-        Ah, perdona – lo suelto despacio.

Nos sentamos en la banca. No sabía por dónde comenzar a explicar.

-        Mira, yo… no quiero que lo tomes a mal, pero esperaba encontrar a alguien diferente – me observa raro ante mis palabras.

-        ¿Cómo alguien diferente? Si por algo, al ver mi foto, quien era yo, me escogiste.

-        Y tienes razón, solo que… no sabía que eras… hombre…

-        Ah. Claro – suspira exhausto -. Un error común – dice de lo más natural, dejándome claro que es posible que ya ha pasado por estas confusiones -. Supongo que no especificaste el sexo que buscabas y mucho menos, antes de dar “rentar”, leíste que ahí lo decía; solo te fuiste por la apariencia y te saltaste el resto de los detalles.

Voy a matar a Claude…  

-        Para serte honesto… fue un amigo que me ayudó con la aplicación. Estuve ajeno a lo que me has comentado. Básicamente él concretó la renta, pero a juzgar por el momento cuando él lo aceptó, si… solo nos fuimos por tu foto y le picó por “error” sin antes haber leído lo que me has comentado.

-        Entiendo. Entonces – saca su celular de su chaqueta en búsqueda de algo - ¿también fue un error el que teníamos que intercambiar cariños como el tomarse de las manos, abrazos y besos? – me muestra la pantalla de las especificaciones mencionadas donde el de besos, fueron en concreto tres áreas: mejilla, mano y… boca…

Este bastardo invirtió en algo que no voy a utilizar… Ni aunque hubiese sido mujer…

-        Probablemente eso sí lo hizo con esas intenciones, pero yo le dije estrictamente que no, ya que solo quería tapar un problema; por ello tus servicios.

-        El detalle es que tú necesitas a una mujer.

-        Sí… de verdad lamento la situación. Yo… - hago una pausa al escuchar una llamada entrante venir de mi celular – Disculpa.

-        Adelante.

Maldigo internamente al ver el título en la pantalla de la persona a quien pertenece el número… mi madre…

-        ¿Qué sucede? – es lo primero que pregunto al aceptar la llamada.

-        Hijo, te llamo para preguntarte si siempre vendrás.

-        Como cada año.

Tengo la sospecha que este diálogo es realmente con otra intención.

-        ¿Al igual con quien estás saliendo? – aun en el auricular, escuché claramente su ilusión…

Si supiera…

-        Mamá, sobre eso…

-        No te pude decir esto cuando nos lo contaste – interrumpe mi corte de ilusión – estaba entre sorprendida como feliz obviamente. No es que me preocupase que no tuvieras a alguien en tu vida, sino que no te dieras la dicha sentir ese bonito sentimiento como es el amor. Temía que tal vez no…

-        ¿Fuera humano? – pregunto mirando de reojo a la que se supone que iba a hacer ese papel para mantener una calma anual.

-        ¿Qué cosas dices? – le escucho reír – Sabes a que me refiero.

-        Sí, lo sé. No te preocupes, si lo soy. Soy lo que un humano debe ser o sentir.

Aunque mi “cita”, mientras estoy en el teléfono, está usando el suyo, sé que es inevitable no colocar atención. Una leve sonrisa me lo confirmó.

Y una muy bonita…

-        ¿Entonces si es real? – me sorprendo de su pregunta.

-        ¿Por qué lo dudas?

-        Tu padre y yo pensamos que lo habías dicho para que dejáramos de insistir, que llegaría el día y nos dirías que rompieron, que tuvo que irse de viaje de improviso, situación familiar. Algo por el estilo.

Sabía que no podía dudar de que dudaran de mí.

Bastó este argumento para hacerme tomar una decisión.

-        Te diría que me ofende la falta de confianza, pero hasta cierto punto puedo entenderlo – vuelve a reír – pero no, no era ni es mentira. Estoy yendo a su casa para llevarle. Tal vez en hora y media llegaremos.

-        ¿De verdad?

-        Muy verdad.

Por el auricular escucho como ella le cuenta a mi papá que bien puede estar cerca. También capté la misma emoción en la voz de él.

-        Perfecto. Aquí les esperamos.

No me dio tiempo de responderle al ser cortado en llamada.

-        ¿Tendré comida gratis? – me pregunta con una sonrisa maliciosa y yo no pude evitar caer, por unos segundos, en su innegable encanto a pesar de ser hombre.

Me rio en derrota y con alivio. Al menos la cita tiene sentido del humor, lo cual hará que no sea asfixiante la situación.

-        Y una muy buena – respondo -. Queda ajustar los detalles de la historia.

-        Espera, ¿no tendrás problemas si me ven a mí y no una mujer?

-        No realmente. Mis padres son muy abiertos a ello. Creo que les preocupaba más que no mostrara sentimientos humanos. Si esperaba a una mujer, era, bueno…

-        Que al menos fuera de tus gustos – aclara por mí.

-        Sí… tu… ¿no tienes problema con…?

-        Por hoy no.

-        ¿Por hoy?

-        Realmente necesitaba este ingreso, por lo que, por la urgencia, decidí abrir toda oportunidad. Sobre todo que estas fechas la tarifa sube más, y lo que tu amigo pidió como extras por ti – me mira con mofa – realmente me benefició más de lo que necesitaba. Así que, era una por otra.

-        Lo mataré, no te preocupes.

-        Descuida, como dije antes, me benefició. En realidad, lo agradezco.

Este chico, si accedió llegar a tanto, realmente necesitaba el dinero.

-        Entonces será un extra gratis – me mira confundido -. No haremos uso de ellos. De verdad que con la compañía es más que suficiente.

-        ¿Estás seguro? ¿No con eso se haría más creíble?

-        Claro, pero no es algo que quería hacer, no quiero hacer sentir incómodo a la persona.

-        Si te sirve de algo, uno coloca a lo que está dispuesto hacer. Los besos son de lo más alto – niego con la cabeza.

-        No será necesario. Podré oponerme a ellos si quisiesen una demostración. Saben que no soy alguien abierto a exponerme en ambientes así.

-        ¿Y qué me dices de la forma cariñosa de hablarnos, la cercanía en abrazos?

-        Considero que la forma del habla seas tú, no es necesario hablarnos tan… melosamente; no es mi estilo. Sobre los abrazos, creo a lo mucho será solo la cercanía y tal vez rodearte los hombros.

-        Vaya. Será el trabajo mejor pagado y sin hacer mucho mérito.

-        Un regalo navideño.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Pasamos alrededor de una hora creando toda nuestra historia, conociendo datos que juzgamos como necesarios saber del otro.

Sí, supongo que podrá funcionar.

-        ¿Nervioso? – me pregunta mi compañía mientras caminos ya escasos metros.

-        No. Estoy bien – aunque si me siento algo inquieto…

-        Si. Se nota – me dice con cierto toque de malicia -. ¿En serio nunca has presentado a alguien a tu familia como tu pareja?

-        Nunca. Siempre pensé que la persona a quien yo trajera, era porque se convertiría en algo más… serio. Ese era mi deseo, pero la insistencia anual de mis padres ya era muy sofocante.

-        ¿Por qué nunca les dijiste? Tal vez lo hubieran entendido.

-        Tal vez, solo que no soy muy bueno para esas cosas… por lo que esto fue la mejor forma de solución temporal.

-        Haré mi mejor papel. Por esa generosa cantidad, pondré más empeño en la credibilidad.

Sonrío divertido ante la curiosa energía y todo gracias a Claude que algo bueno salió de esto y fue poder ayudar a Ciel ante su necesidad.

-        Es aquí – paramos frente a la puerta principal.

-        Ya decía que no te veías alguien modesto.

-        No sé si ofenderme o halagarme.

-        Un poco de ambas. ¿Entramos? Honestamente, muero de hambre – me rio por la forma sincera que tiene de decir lo que piensa y siente.

Al menos su compañía será buena. Desde que intercambiamos diálogo, no me he aburrido de él.

-        Siendo así. Entremos.

Con la llave que aún conservo – insistencia de mi madre – entramos a la casa y esta se encuentra con una música de fondo instrumental suave sin dejar de ser navideña.

-        ¿Me permites tu abrigo? – le invito en voz baja, todavía no quiero que me escuchen.

-        ¿Sebastian?

Maldigo internamente el buen oído de mi padre que al parecer se encuentra en la sala.

-        Sí. Es un momento vamos. Estamos dejando los abrigos. 

Escucho que él llama a mi madre que podría deducir que se encuentra en la cocina. Le encanta ser perfeccionista.

Una vez guardado las cosas, me quedo de pie sin poder moverme o hablar.

Sí… creo que estoy nervioso. Confío en que no reaccionarán negativamente, pero ya no sé si podré estar seguro… ah… esto fue mala idea, debí aceptar que se decepcionaran otro año.

-        ¿Quieres que entre primero y me presente? – me pregunta en voz muy baja.

-        No. Está bien así.

Cuando estoy por dar el primer paso, su mano sobre mi muñeca me detiene.

-        Espera.

En cámara lenta, lo veo acercarse demasiado a mi ascendiendo sus manos hacia mi cuello. Su rostro tan sereno, permitieron hacer latir el corazón que casi creo que el sonido pudo haberse escuchado.

-        Ahora sí – palmea mi hombro dejándome comprender que había arreglado mi camisa -. Aunque sea tu familia, debes de verte bien – finaliza regalándome una pequeña sonrisa.

-        Te agradezco.

El acontecimiento anterior opacó los nervios. Ya no los sentía. Sin embargo, en su lugar tomó cierto toque de inquietud.

Inhalo aire profundamente porque estoy seguro de que me abstendré en hacer algo tan mecánico cuando tenga que explicar la situación.

-        ¡Sebastian, hijo! – mi madre es la primera en acercarse apenas salgo a dar la cara.

Me extiendo los brazos para atraparme entre ellos y que por supuesto también correspondo solo que con neutralidad a comparación de ella que pareciese que el tiempo en que no nos hemos visto fuese de años.

-        Que guapo estás – me elogia con un brillo en sus ojos de orgullo -. No hay duda que hice un gran trabajo.

-        Yo también hice mi trabajo – se anexa mi padre para darme un abrazo de “hombres”, pero sin dejar de ser familiar.

-        Sí, pero él se parece a mí; es “yo” en versión masculina por lo que merezco más crédito. Ah, y anexa el parto y…

-        Sí, sí. Tienes razón – mi padre la abraza de los hombros dejando un casto beso en su cabello al ser más alto que ella.

-        Como siempre – sonríe victoriosa - ¡ah! ¿Dónde está, Sebastian? – observa con energía buscando a alguien detrás mío - ¿no venía contigo?

-        Sí, aquí es… - giro a mis espaldas para buscar a quien presentaría, pero este no estaba -. Un momento.

Regreso por el pasillo de la entrada y me alivia hallarlo.

-        ¿Qué haces aquí? Pensé que caminabas conmigo – hablo en voz casi susurrada.

-        Esperaba que me anunciaras una vez que les dijeras. Digo, por si sí, o por si no. Si era lo segundo, evitaba que vieran mi rostro.

-        Todo estará bien, sino, cuenta con que yo intervendré. Vamos.

No pensé mi acción hasta los dos segundos después, solo actué con naturalidad: tomé uno de los extras que Claude contrató siendo el tomarse de la mano.

-        Mamá, papá – los llamo al tenerlos en frente, pero a cierta distancia ocultando a Ciel detrás de mí sin soltarlo -. En esta Navidad deseo presentarles a alguien importante para mí – los ojos de mi madre brillaban de alegría – mi pareja, se llama Ciel.

Me muevo para dejar a la vista a la persona nombrada – sin dejar el agarre – y observo la inevitable cara de sorpresa de ambos, mas no sabría deducir de qué tipo: buena o mala…

-        Ciel, ellos sin mis padres.

-        Es un verdadero gusto conocerlos.

-        Es…

-        Sí… Ciel es un chico – respondo con seguridad.

Ambos intercambian miradas que dejan por entendido que solo ellos saben el mensaje.

Pensaba que todo apuntaba a un caos, hasta que mi madre suavizó sus facciones mostrando en su rostro un gesto de cariño y… ¿alivio?

-        Ciel, – se acerca – que precioso nombre tienes. Me da mucho gusto conocer a la persona que tiene cautivado a mi único hijo – suelto a Ciel para permitirle ser abrazado por ella y realmente no sé si fue su actuación o de verdad se sorprendió, aunque intentó no verse así. Pero yo lo noté – Y no lo culpo, eres muy lindo – le sonríe maravillada.

-        Mamá, no es necesario que digas esas cosas…

-        Sebastian tiene razón. – ahora mi padre se acerca – Creo que lo correcto y acertado es decir: nos da gusto conocer a la persona que tiene el corazón, alma y cuerpo de nuestro hijo – también lo abraza, pero como lo hizo conmigo.

-        No puede ser… No digan esas cosas apenas siendo la primera vez que se conocen… - los reprendo sin mentir que esto me ha avergonzado, aunque no he sido el único, Ciel está totalmente rojo de la cara.

Una linda imagen para ser un hombre…

-        Pero no mentimos, ¿cuál es el crimen? – dice juguetona mi madre – Queremos que sepas Ciel, que de verdad nos da gusto conocerte. Nos hubiera encantado que Sebastian nos contara de ti desde antes – externa con una voz y expresión cálida, un encanto que mi invitado no fue ajeno y más si le sostienen las manos con esa misma intensidad.

No quito el mérito, mi madre es hermosa tanto físicamente y como persona.

-        No era el momento – agrego -. Pensé que sería un detalle para ustedes hacerlo hoy.

Si… pero un detalle obligado…

-        No quitaré crédito a ello. Me agrada la idea de que seamos más y en familia – esto dicho por ella me hizo sentir una punzada de culpa. Sé lo importante que es y lo que vale la familia y más si ella intentó hacer que tuviera hermanos. Incluso yo fui un milagro -. Si estamos todos, vamos a cenar. Me esforcé para tener todo un festín.

Se lleva a Ciel de la mano como si no lo conociera de apenas unos minutos.

-        Tu madre de verdad está contenta – me dice mi padre con quien he quedado solo viendo.

-        ¿Por qué lo dices?

-        No es secreto que es alguien alegre y que reboza de una confianza natural, pero, no es así de expresiva con personas aún ajenas. Menos si apenas han sido presentados. Y de lo que le conozco, tiene un don de saber en juzgar a las personas.

-        Eso quiere decir que no les molesta que sea un él y no un ella.

-        Mentiría si te digo que no nos sorprendió, pero más que cualquier cosa, hemos querido tu felicidad; eso era y es suficiente. Con quien decidas, si te hace sentir dicha y felicidad, todo está bien. Nada está mal. Nos alivia saber que no estarás solo. No lo hubiésemos pensando tanto si no supiéramos que eres alguien… solitario – lo miro incrédulo -. Sí, lo eres.

-        ¿Claude no cuenta?

-        ¿Crees que Claude sea alguien que se quede soltero toda su vida?

Buen punto…

De los dos, él ha tenido una lista para nada corta de relaciones, tanto conocidas, como pocas y las que seguramente él sabe nada más.

-        Por tu silencio me das la razón.

-        Ya…

-        Un padre que de verdad ama a sus hijos ante todas las cosas, los acepta y los apoya, claro, siempre y cuando sea en beneficio bueno, no destructor.

Honestamente me encuentro lejos de sentirme aliviado de haber salvado este año de la siempre incomodidad de mis padres a mi soltería. Ese sabor amargo de la culpa ahora me carcome.

Pero ya es tarde… No puedo retroceder.

-        ¿Por qué demoran tanto? – interviene mi madre trayendo a Ciel de los hombros de una forma maternal, y él, en su expresión, puedo arriesgarme a decir que no le incomoda.

Si ya tenía esa espina con mis padres hacia mi, ahora temía por el que se encariñaran con Ciel. Lo que equivale a más cargo de conciencia.

- Teniamos una plática amena entre padre e hijo.

- Prometo que es así - secundo a mi padre ante el escudriño de la persona a quien debemos de temer.

- Les creo. Solo porque Sebastian me lo ha prometido.

- Lo siento - le digo a mi padre al ser yo quien ha salvado el momento.

- ¿Puedo saber el por qué de la desconfianza? No he hecho algo para tal mérito.

- ¿Alguna vez escuchaste decir de él que lo promete?

Mi padre calló para meditar la pregunta. Provocando que sea ahora yo el ofendido.

- Buen punto.

- ¿De verdad? ¿En serio?

La atención toma otro rumbo al escuchar una risa contenida provenir de mi invitado.

- Oh, discúlpenme. No he podido evitar sentir gracia por el ambiente.

- Descuida, es bueno que vayas conociendo la relación que tenemos como familia. Ya formas parte de él, así que está bien que te permitas ser tu e involucrarte.

¿Realmente podré soportar esta farsa? ¿Podré ser tan cruel como para luego arrebatar esa felicidad genuina de mi madre?

- Ah, cierto. Sebastian, ¿Claude vendrá? Recuerdo me comentaste que iba a venir. Por lo general, conociéndolo, ya hubiese estado aquí.

Cierto...

- Sí, eso me había dicho él. Lo llamaré.

- Mientras lo haces, vayamos todos al comededor, ya está todo.

En el camino empiezo a contactar al que me metió en este lío. Creyendo que no respondería por la demora, se hace aparición.

- Perdona - fue lo primero en decirme, lo cual causa mi desconcierto - no es un buen momento...

Su voz suena muy cansada, incluso hastiado.

- ¿Es grave? - me preocupaba que fuese así.

- Pues...

- ¿O el problema tiene un nombre? - le pregunto al percibir una voz en el fondo.

- Desgraciadamente... - le escucho suspirar - ¿Tu igual tuviste un... error... en tu renta?

"¿A quién llamas error?" , fue lo que la persona que está con él respondió a nuestra plática.

- A pesar de eso, noto que me fue mejor. Te tocó alguien difícil - bajo la voz.

- ¿Si lo usaste? - pregunta sorprendido.

- No tuve opción... Alguien ya lo había pagado y... ha cumplido su propósito.

- Cuando me di cuenta del ERROR - esto lo dijo con toda intención por la persona que yace a su lado, teniendo el efecto deseado; escuché perfectamente la queja - pensé, confiando, que buscarías la forma de abortar la misión. Interesante, me equivoqué.

- Y por esa razón, el karma ya hizo lo suyo - me mofé para fastidiarlo -. Puedo asegurarte que ha resultado mejor de lo que creí. E incluso mejor que a tí. Me encuentro ya a punto de cenar con mis padres, los cuatro. Pero por eso te llamaba, pensaba que seríamos seis.

- Temo que... este año me perderé la gran cena que tu mamá siempre hace. Tengo que arreglar este problema que no me deja en paz cuando ya le aclaré lo suficiente como para llegar a su solución.

"Me contrataste. Así que mi deber es cumplir" - fueron sus palabras que por el timbre de voz, voy entendiendo que también fue lo opuesto a lo pensado.

- Ya te dije que no es necesario. Que no pediré reembolso ni nada. Incluso ya me he disculpado. Sí, el error fue mío - que bueno que lo admitió...

- Creo que mejor te permito... terminar de solucionar el problema - le expreso al escuchar como nuevamente entre ellos empezaría una discusión a la cual no quiero pertenecer en oído.

- Sí... escucha... - exhala con pesadez - discúlpame con tu familia, para ser exactos con tu mamá. Solo... por favor no comentes esto. Sé donde vives...

- De acuerdo, no diré nada. Has pagado suficiente con esto - no pude evitar reirme con burla.

- Créelo... hasta yo lo sé. Te contacto después, ah y, expresa mis mejores deseos.

A pesar de que es alguien... peculiar... estima mucho a mi familia. Lo cual es totalmente mutuo.

- Igual para ti, y más ahora... Y, Claude...

- ¿Qué?

- Usa protección. Nos vemos, feliz navidad.

- Hijo de...

Corto la llamada antes de que pudiese terminar su folclórico enunciado.

Sin desearlo, este día me ha dado de los mejores obsequios: un karma para mi amigo.

- Que divertido.

- ¿Qué es divertido?

- Un... acontecimiento en particular con el amigo que se supone que iba a venir.

- Debió de realmente serlo - me dice Ciel - tienes una expresión que no puedes ocultar. Estás sonriendo, pero es una que es con sorna.

- Oh, ¿de verdad? - me toco la mejilla para intentar comprobar el comentario.

- Sí, aquí.

Siento mi cuerpo erizar al sentir el tacto de sus dedos muy cerca de mi boca.

Una sensación que ojalá fuese de incomodidad. No... fue lo opuesto. Fue... reconfortante. Agradable.

- Para desgracia de la humanidad - oculto con éxito la sensación - esa es mi naturaleza.

Sus profundos ojos azules me examinan con atención y sin aun quitar su tacto.

- ¿Qué sucede? - pregunto un poco nervioso.

Sí... su presencia me ha deshabilitado.

- Compartimos eso en común.

- ¿El qué?

La estabilidad es uno de mis fuertes, pero esto, lo que está sucediendo... no estaba preparado aunque para muchos pareciera una nimiedad.

Ciel ha tomado mi mano para colocar mis dedos en su rostro posicionándome en la misma zona donde él se encuentra.

- La mofa es parte de nuestro sistema.

La extraña cercanía que se volvía más próxima en cada segundo, fue interrumpida por aquellos que olvidé por este breve tiempo.

- Oh, el amor juvenil - expresa mi madre con entusiasmo.

- Querida, no digas eso, ¿no ves que los hemos interrumpido sin querer y se encuentran avergonzados?

Ante el rompimiento del ambiente anterior, ambos nos separamos con un evidente sonrojo en nuestros rostros.

Puedo decir que el mío es genuino, de él... no estoy seguro. Tal vez si es bueno actuando de lo tan acostumbrado que debe de estar.

- Claude no podrá venir. Tuvo unos... inconvenientes - decido cortar la atención hacia nosotros -. Pide que lo disculpen, pero manda sus mejores deseos.

- Oh, vaya. Es una pena, espero no sea nada grave.

- Desconozco los detalles, pero confiemos en su capacidad de resolver dificultades.

- Muy cierto. Siendo así, y sin otro percance, vayamos todos a cenar.

. . . . . . . . . . . . . . . . .

Risas, burlas, un cálido ambiente, una buena comida, cierta cercanía que formaba parte del contratp e incluso varios sonrojos más, fueron el resultado de la velada en casa de mis padres a pesar de lo mucho que pensé en que este día llegara y muy quizás hubiera sido un desastre, mas al final resultó bastante bien.

- Lo de tus padres... ¿es cierto? - le pregunto a quien fue mi compañía mientras caminamos por el parque de madrugada antes de que lo lleve a su casa al haber rechazado la invitación de mi madre del quedarse (obviamente), pero que optamos por esto para hablar un poco más - Perdona, es que... si no lo fue... sonó bastante convincente.

Él calló por unos segundos mientras se acomoda entre el abrigo que yo le ofrecí al bajar mucho la temperatura. 

- Es verdad. Me quedé sin mis padres hace ya años. Por ello me dedico a trabajar para solventar mis gastos de estudios.

- ¿Sigues estudiando?

- Tuve que dejar los estudios para poder sobrevivir. El dinero que ellos me dejaron solo solventaban la renta ya que la que era mi casa, me la fue quitada uno de mis parientes. Desconozco el cómo lo logró, claramente con artimañas ilegales, con sus contactos; tiene cierto poder que yo no pude evitar.

- Lamento mucho lo que te sucedió - lo decía en serio, me era increíble el nivel de crueldad humana para no tener el corazón de quitarle a alguien que acaba de perder a sus padres y que aparte lo echara de su propia casa.

- Gracias, aunque ya ha pasado mucho.

- ¿Qué es lo que estudias?

- Derecho - me ofreció una sonrisa maliciosa, por lo que entendí el propósito de justamente haber escogido esa carrera.

- Excelente decisión - lo apoyé de la misma forma -. Conozco a alguien que pudiera ayudar en tu caso sin ningún problema. Mientras te formas como profesional. Y puedo garantizarte el éxito.

- ¿De verdad? - su voz sonó con esperanza - Pero... aun no puedo darme el lujo de poder pagarle a un abogado. Uno bueno que pueda esquivar su poder.

- No te preocupes, estoy seguro que tomará el caso sin necesidad de pago. Digamos que él gusta de apoyar en ciertas situaciones.

- ¿Estás seguro? - me pregunta junto con una expresión escéptica.

- Te doy mi palabra. Y no es por nada, pero es muy bueno.

- ¿Puedo saber quién es esta maravillosa persona?

- Está caminando junto a ti.

La expresión que esperaba: su boca y sus ojos dicen toda su sorpresa.

- ¿No aparento ser un buen abogado?

- La verdad... nunca pasó por mi mente que pudieras ejercerlo. Es que... no tienes esa... apariencia...

- ¿Ni mi padre?

- ¡Espera! ¿Qué? - se detiene colocándose frente a mí para examinarme - ¿Cuál es tu apellido?

Me rio al predecir que esto todavía lo sorprenderá más.

Si estudia leyes, es evidente que conozca el apellido.

- Michaelis - respondo con seguridad.

- No... puede... ser... ¿Acaso conviví con uno de los mejores abogados de toda la historia? ¿Y en navidad? Más aún, ¿que también coquetié con su hijo, aquel que demostró ser un buen heredero al oficio? No puedo creerlo...

Por la forma en que se encuentra, deduzco que está ensimismado, no notando que le he escuchado claramente algo que seguro estaba pensando nada más.

- ¿Coquetear? - pregunto confundido.

- Ah, bueno...

Pasó de la euforia a la vergüenza. Uno genuino. Su sonrojo llegaba hasta las orejas. Una escena que me conmovió extrañamente. 

- ¿No fue actuado?

- Si, lo fue. Bueno... hasta cierto punto... - exhala desanimado - Mira, lo siento. Sé que no debe de agradarte esto, pero... no esperé que resultara así... Agh, olvídalo. Mejor... dejemos esto así y terminemos la renta.

Al ver como me da la espalda, ante su intento de huir. Permito a mi cuerpo accionar por instinto: lo detengo tomando su mano para hacerlo girar de nuevo, hacia mi, para acortar la tensión que en esta noche existió entre los dos sin haberlo deseado o esperado.

Lo envuelvo dentro de mi gabardina, sin perder el tiempo el ´último de los "servicios contratados" por Claude: beso aquellos suaves labios que toda la noche me tentaron, pero que opté por querer ignorar.

Al principio, preso por el shock de mi acción, se quedó estático. Mas no demoraron los segundos para que me fuese correspondido y así ambos movernos en una perfecta sincronía.

- ¿Y si te quedas esta noche? - susurro en sus labios que ansian volver a conectarse.

- No es parte del contrato - me responde también en susurro y con toque de diversión.

- Hagamos uno nuevo. Ya iremos viendo las cláusulas.

- Una propuesta tentadora.

- Prometo que será toda una tentación.

- Acepto.

. . . . . . . . . . . .

- Ciel, mi madre pregunta si prefieres café, té o chocolate caliente.

- El chocolate, por favor. Oye, ¿puedes venir un momento?

Cierro la puerta para entrar al cuarto y caminar hacia la cama donde él se encuentra, boca abajo, tapando su cuerpo sin aun ropa, con las cobijas en este día tan frío.

- ¿Qué sucede? - me siento a su lado aprovechando a dejar un beso en su cabello.

- Escuché en la plática de ayer con tu familia, el nombre de tu amigo, Claude, ¿cierto?

- Sí, ¿por qué?

- Tampoco pude evitar escuchar tu breve plática con él por teléfono, perdona por eso, pero, quiero preguntarte, ¿es este tu amigo?

Ciel me muestra en su celular la foto donde en efecto, ese era Claude, dormido con al parecer desnudo, ya que le cubre las sábanas dejando sus hombros al descubierto. Y la persona que ha tomado la "selfie", es un... ¿chico? rubio.

- Por tu expresión deduzco que sí, lo es.

- ¿Cómo es que...?

- Tu amigo fue seducido por este - señala al rubio - lunático. Su nombre es Alois. Al final, "el error de renta", supo ganar la partida.

Me he quedado sin palabras. Esto es oro puro. No podía creer que este día me siguiera dando obsequios navideños, regalos que me permitirán tener a mi amigo en la palma de mis manos por un largo tiempo.

El tiempo de vengarme llegó, y de las manos de quien ha dejado de ser "renta" para pasar a, quizás, una realidad.

- Puedo darte la foto.

- ¿De verdad? ¿No será problema para tu amigo, quien te confió a ti eso?

- No, no lo tendrá. Él es muy... no le molestará. Confía en mí.

- Siendo así, por favor.

- Pero acambio... - me tira para que mi espalda caiga sobre el colchón con él encima mío dejando cada pierna a mis costados - quiero revivir lo de la madrugada - me acaricia para provocarme.

- Ciel... . pronuncio su nombre entre suspiros. Su atención a cierta parte mía, me estaba provocando - ¿no estás adolorido?

- Descansé lo suficiente.

- ¿Y si primero desayunamos? No es que no quiera, claro que quiero, pero necesitas reponer energías. Una vez que empecemos... hasta agotar la conciencia. Más si mis padres, después de esta comida, saldrán TODO el día, así que, prisa, no tenemos.

- ¿Ya lo habías planeado?

- Desde que desperté.

- Me gusta la idea.

- Entonces... - en un rápido movimiento, lo tomo entre mis brazos para cargarlo con todo y sábanas - no dejemos esperando a mi madre. Te quisiera así, pero... no podemos. Por lo que puedes ponerte mi ropa.

Lo bajo a la altura del clóset.

- Me quedará todo grande...

- Encontrarás algo - lo beso con ansias -. Te esperamos en el comedor.

- Bien.

Antes de salir, me permito mirar la escena: Ciel buscandro entre mi ropa para pasar a su cuerpo.

Una imagen que me es inevitable no alterarme en muchos sentidos.

Cierro para caminar hacia donde están las personas principales del cual este resultado inesperado que he conseguido, sucediera. Sin ellos, probablemente nunca hubiera conocido a Ciel.

Y pensar que esto se debió a un error de renta.


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