Sus brazos, atados con las esposas al cabezal de la cama, forcejeaban, tratando de desamarrarse. Mi querido enemigo… Temblando. ¿De miedo? ¿De ira? ¿Qué más daba? Lo tenía frente a mis ojos, completamente desnudo, y mi corazón no paraba de latir de excitación y de emoción.
- ¡Basta L! ¡Para ya! ¡Esto no tiene ninguna gracia! ¡Suéltame! ¡Desata las esposas!
- No pretendo que esto tenga gracia, Light. Veo que te cuesta entender la situación, ¿no es así? Tranquilo, prometo no hacerte daño.
- ¿Qué? ¡¿De qué estás hablando?! ¡Deja ya de bromear!
- Te vuelvo a repetir que no bromeo. Esa insistencia tuya me resulta ya un poco molesta.
Tomé el rostro de Light entre mis dedos y besé por tercera vez sus labios. El suave sabor de su resistencia hacia que me volviera cada vez más loco. Mi antigua personalidad había desaparecido completamente y mi querida bestia interior ya había aflorado por completo, viendo la luz de la superficie. El lobo hambriento que devora a su presa. Dejé de besarle y empecé a lamerle dulcemente el cuello. Le mordisqueaba y le lamía el cuello, el lóbulo de la orejas. Lentamente fui recorriendo también su torso, mientras oía latir con fuerza su despedazado corazón.
- ¡Para! ¡L! ¡Para ya! ¡Deja de hacer eso! ¡Te digo que pares!
- Ya te he dicho que no puedo.
Haciéndole caso omiso a mi querido amante desarmado (y desalmado) yo continuaba con mi jueguecito. Los gritos y protestas de Light no me detendrían. Sin perder más tiempo, bajé hasta llegar a la entrepierna.
- ¡¿Qu.. Qué estás haciendo?! ¡L, para! ¡Ah!
Un pequeño gemido escapó de la sensual boca de Light. Yo sonreí complacido y empecé a lamer la punta de su miembro, desatando así una cadena de pequeños orgasmos que Light contenía como podía. Me importaba poco que alguien escuchara la voz de Light Yagami, me importaban poco sus quejas, yo sólo quería saciar mi sed de vicio y perversión. El ritmo de mi boca lamiendo su miembro aumentaba y por lo tantos, sus gemidos también. Mi cuerpo empezaba a reaccionar a la excitación de tal imagen y de tales movimientos, así que cambié mi táctica de saciación. Dejé la felación de lado y me dispuse a penetrarle.
- ¡Ahh! ¡L! ¡L! ¡AHHH! ¡Para, para! ¡Me duele! ¡Ahhh! ¡Basta! ¡Déjame! ¡Déjame, te digo! ¡Me duele! ¡Me duele! ¡Ahh, L, para! ¡Nooo! ¡Ahhh! ¡Para, para! ¡Me duele!¡Me duele! ¡Ahh! ¡Déjame!
- ¡Calla de una vez! ¡Estate quietecito y ya verás como no te duele nada!
- ¡L! ¡Maldita sea! ¡Deja de meterme eso! ¡Me estás perforando entero!
- ¡Cállate! Deja de quejarte. Si no paras de gritar y decir que te duele, aun te haré más daño. Relájate y disfruta. ¿O es que no estás suficientemente excitado?
Light me miró con sorpresa y acto seguido se puso colorado como un tomate. Su miembro se endureció y yo volví a reír con satisfacción.
- Bien, veo que con eso no tienes problema… Así que, tranquilízate y deja que yo haga el trabajo.
- Pe…pero… Yo… ¡AHH!
Me cansé de escuchar esos estúpidos balbuceos y decidí actuar por mi cuenta. Creo que le hice daño de verdad, pero no importa. Mis caderas se movían como locas mientras Light gritaba y gritaba, también como un loco. Al final acabé derritiéndome dentro de él, pero aún tenía fuerzas para un último goce, así que hice callar a Light metiéndole mi pene en la boca.
- ¡Qu…Mmmm! Empecé a moverme de nuevo, para que Light lamiera bien.
-Mmmm… mmm…
- ¿Qué? ¿Piensas que no es justo que sólo yo disfrute? Esta bien. Volví, entonces, a lamer el aparato de Light, haciéndole gemir más y más hasta el éxtasis. Mi mente estaba en blanco. La fiera volvía exhausta a mi interior.