-Light-kun, debemos terminar por donde lo dejamos - dice sensualmente su sensei abriéndole lentamente la camisa. El castaño se encontraba una vez más en el suelo de la oficina, viendo aterrorizado como su profesor cerraba los ojos y se acercaba a besarlo.
- Me interesas Light-kun-
Despertó súbitamente, era la sexta vez en esa noche. Se levantó de la cama y fue a verse al espejo del baño. Esa pesadilla no lo había dejado dormir. Las palabras de su sensei lo habían shockeado suficiente para que no pudiera sacárselas de la cabeza y ahora tenía unas enormes ojeras, aunque no eran comparables con las del pelinegro, le daban un aspecto abatido.
Suspiró. No lograría nada pensando en eso. Lo mejor sería que se diera una buena ducha de agua fría. Y así lo hizo.
Se quitó el reloj de mano y lo dejó sobre una mesita. Lo mismo hizo con su ropa y se metió a la ducha. Ese sería un largo día…
La alarma del reloj sonó insistentemente separándolo de su reciente tranquilidad. Tomó su reloj y se vistió como siempre, para así salir de su casa.
Caminó a paso lento, tenía muchas cosas en la cabeza, una de ellas y menos importante era el somnífero que le había dado el profesor de Ed. Física, cosa que eventualmente lo conducía a su conducta en clase, la llamada a la oficina y el extraño comportamiento de su profesor.
Volvió a suspirar. Tenía que arreglar las cosas con su sensei, podía ser que se hubiese formado una rara impresión de él. Aunque este encontrara normal salir corriendo si vivía una experiencia así.
Se encontraba a menos de dos calles para llegar a la universidad y no le apetecía llegar temprano. Se quedó parado frente al semáforo viendo como este se cambiaba a rojo. Vio como la gente cruzaba la calle con descaro. Si había algo que Yagami Light odiara era a la gente que no cumplía las normas. Aquellos que osaban desafiar la justicia eran solo repugnantes seres humanos que debían ser eliminados.
- ¡Devuelve mi bolso!-
Un grito femenino lo sacó de sus pensamientos. Una chica corría desesperadamente tras un joven que tenía un bolso en la mano y la mitad de la cara tapada. La chica venía desde el frente de la calle donde el estaba parado y su rostro desesperado era notable.
La luz había cambiado a verde pero empezaba a parpadear. Esto fue lo que aprovecho el ladrón para perder a su víctima. Aunque no esperaba que ella aún lo siguiera.
El castaño abrió los ojos, si seguía corriendo sería atropellada. Corrió hasta alcanzar a la chica y la tomó fuertemente impulsándola hacia atrás, mientras un auto pasaba fugazmente alzando el cabello de ambos jóvenes.
- Arigatou…- susurró la chica aún en los brazos del castaño
- ¿Estás bien?- le preguntó este con una dulce sonrisa (hipócrita ¬¬, realmente la hubiera cacheteado por correr en la luz roja)
- m…- asintió con la cabeza- pero mi bolso…- susurró.
- Este- dijo levantando su brazo derecho y mostrándole el bolso en la mano-
- ¿Pero cómo...?- le interrogó la rubia.
La campana de la universidad sonó indicando que el tiempo se había acabado. El castaño le dedicó una última mirada y se fue a su universidad, dejando a una sonrojada chica que lo veía atentamente.
El castaño corrió hacia su salón, no por nada era uno de los mejores atletas del país. Abrió la puerta. Aún no había llegado el profesor.
- Light-san tienes unas horribles ojeras- dijo Takada, quien se sentaba al lado del castaño.
Él la miró con odio - no preguntes- se limitó a decir y sentó en su banco.
-Ohayo~ - Saludo el L-sensei que ahora ingresaba al salón. Se sentó como solía hacerlo, con ambas piernas sobre la silla, y dirigió su mirada al castaño quien lo miraba fijamente. – Light-kun, tienes unas ojeras como si te hubieses despertado seis veces en la noche por una pesadilla-
El castaño le lanzó una mirada fulminante. Además de lo que le había hecho el día anterior ahora se dignaba a hablarle muy confiadamente. Distrajo su atención a la ventana. Tenía otras cosas que pensar…
"Espero que al menos mi padre haya atrapado al ladrón de la mañana” Recordaba haberlo noqueado con un golpe seco en el cuello y colocado un rastreador en la ropa, para luego haber tomado el bolso e ido donde la chica. Poco tiempo después le había dado la señal a su padre para que fuera a buscarlo. Pudo haber sido algo incómodo pero en cierta manera estaba acostumbrado. Su sueño había sido ser un detective para poder terminar con aquellos que pudrían poco a poco el mundo con su maldad. La definición de justicia y la separación entre el bien y el mal eran cosas que Light tenía muy presente. La justicia eran aquellos que respetaban las reglas y vivían tranquilamente, siendo el bien lo que cumplía con la justicia y el mal lo que iba contra ella.
- Light-kun, nos haría el favor de traducir el texto que sigue- pidió el profesor, quien había estado observando al castaño. Le preocupaba un poco verlo así. Aunque esa mirada que ponía cuando estaba pensando tan profundamente le encantaba.
“Hazme tuyo. Convierte mi esencia y la tuya en una sola. Hazme sentir que existo para alguien y lléname de ti hasta quedar saciado. Mi cuerpo tiembla ante tu presencia, y mi corazón no deja de latir…”
El castaño tenía un fuerte rubor en su rostro. El texto que leían se trataba de tragedia, pero el párrafo que había leído sin el contexto adecuado lo hacía sonar como otra cosa. Esto mezclado con la excelente entonación de Light parecía una súplica que el pelinegro pudo gozar perfectamente, con una lujuriosa sonrisa poi cada palabra proveniente de los labios del castaño
-Excelente, Light-kun, intrerpretas muy bien el texto- dijo L-sensei con una furtiva sonrisa, con la que mostraba una satisfacción interna, un gesto de victoria y sobretodo sus deseosos pensamientos de ver a Light en una situación como esa. De hecho la idea de una obra de teatro fue la entretención del sensei durante el resto de clase.
La campana sonó indicando el fin de la hora.
Suspiró por millonésima vez en este fic. Recién se estaba terminando la primera clase del día y aún le faltaban cuatro clases más. Vio a Takada a su lado como miraba embobada al profesor. Sinceramente no sabía que le encontraban las chicas a L-sensei. Siempre que llegaba a clases tenía al menos un pastel en la mano y un tenedor en la otra. Su voz era como insinuando algo y su aspecto tampoco era favorable. Su piel pálida adornada por esas enormes ojeras, su polera blanca y sus jeans azules, y su extraña manera de sentarse, hacían de él un personaje bastante peculiar.
- Light- le susurró Takada por lo bajo- ¿No crees que este profesor es genial?
El castaño la miro con extrañeza, estaba acostumbrado a escuchar a Takada hablar de su profesor, pero no entendía la razón por la que le preguntaba a él.
- Es brillante- le susurró viendo como este solo se limitaba a mirarla- creí que tenías alguna relación con él, te mira todas las clases, haces que me de envidia-
Light miró a su compañera sorprendido, con una semisonrisa y un sentimiento de horror.
- Yagami Light, a mi oficina después de clases- dijo L, quien estuvo pendiente de la conversación y se encontraba notablemente molesto por la reacción del castaño, pero… ya arreglaría eso mas tarde....