“Creí que tenías alguna relación con él, te mira todas las clases. Haces que me de envidia”
El castaño tenía esta última frase de Takada en la cabeza. Primero que nada ¿tanto estaría interesado L-sensei en él como para no perderlo de vista?, y lo segundo, Takada estaba baboseando por su profesor.
No podía creer lo mucho que había cambiado desde haber terminado con ella. Aunque según recordaba solo había durado una semana y había sido ella quien había terminado con él. La razón: falta de cariño.
Suspiró. Como cambiaban las personas. Pensó en lo esforzada y organizada que era Takada y en lo despreocupada que es ahora. Siempre que le hablaba era para comentarle sobre algún chico que encontrara “sexy”.Estaba llenándole poco a poco la cabeza de chicos y hablándole una y otra vez de lo geniales y atractivos que eran. Esos eran principalmente los momentos donde no lo le hubiese molestado tener que asesinar a Takada para que se callara. Incluso sus compañeras le advertían que el castaño terminaría volviéndose homo, pero Takada solo sonreía y decía algo como “yaoi”.
Al fin estaba terminando de subir la escalera, eso lo agregaba a otra de las cosas extrañas de esa universidad junto con la oficina de su sensei. Había una escalera directa al tercer piso, según ellos, para que los de segundo no molestaran a los de primero, cosa que era buena para la publicidad, pero subir toda esa escalera era molesto, pero sobre todo eterno.
- ¡Light!- gritó una chica en un tono meloso tirándose sobre él y aferrándose al cuello del castaño.
El castaño se horrorizó. Era la chica de la mañana, ¿como lo había encontrado en menos de dos horas?, pero eso no era lo que realmente tenía preocupado al Yagami, ya que ahora estaban cayendo por la enorme escalera.
/inserte aquí efecto de sonido de impacto/
¡Light!. Soy Amane Misa, la chica que salvaste esta mañana. Fuiste tan amable conmigo que creo que me enamoré de ti. ¿Light? ¿¡Light....?!- La rubia tomaba de los hombros a un inconsciente castaño y lo sacudía, pero el pobre Yagami estaba inconsciente, tirado en suelo luego de una caída desde el piso tres hasta el primero y no iba a reaccionar porque una rubia lo sacudiera y le chillara en el oído.
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El sonido del cierre de una puerta hizo que reaccionara poco a poco. Abrió los ojos y se encontró con un techo blanco. No recordaba nada más allá de la caída por la escalera e impaciente observó atentamente el lugar que lo rodeaba, obteniendo una descripción que encajaba perfectamente con la enfermería.
Intentó pararse pero un agudo dolor en la espalda lo obligó a quedarse acostado.
- Light-san, aún no puedes moverte no te esfuerces mucho- dijo una voz varonil, con un tono de dulzura e impaciencia que Light notó fácilmente.
-¿Qué haces aquí, Mikami?- dijo el castaño molesto.
-Light-san, he venido a cuidarte luego de tu caída- sonrió el pelinegro delineando gentilmente la mejilla del castaño. Provocando que el Yagami se sonrojara levemente.
- ¿No me digas que aún crees que soy un Dios?- Le peguntó el castaño, apartando bruscamente la mano del pelinegro de su rostro.- Ya te dije que no me interesa saber nada de ti-
- Light-san, una persona tan bondadosa y justa como usted no debe decir palabras tan frías- susurró al oído del castaño, haciendo fuerza y logrando que este último quedase totalmente pegado a la cama y con las muñecas sujetadas hábilmente por el mayor.
- Realmente, estoy pensando en arrepentirme de haberte salvado- Light le dedicó una fría mirada e hizo un intento vano por zafarse, provocando solamente que el pelinegro se subiera a la cama y quedara frente a él.
- ¿Enserio te arrepentirás?- preguntó sensualmente el pelinegro- Tengo razones suficientes como para adorarte toda una vida- le sonrió dulcemente para luego mordisquear el oído derecho del castaño.
- ¡Déjame!- gritó desesperadamente. No era la primera vez que Mikami lo acosaba de esa manera. Con un ágil movimiento las muñecas del castaño fueron aprisionadas por solo una mano del pelinegro, mientras que la otra alzaba la blanca polera del menor, dejando ver parte de su torso y una sonrisa de deleite por parte del pelinegro.
- Si pudiese moverme, ten por seguro que te golpearía- El castaño solo tenía una mirada hostil en su rostro. Desafortunadamente no podía moverse, estaba tumbado en una cama y estaba cubierto por un reciente rubor provocado por un fuerte dolor de cabeza, cosa que no favorecía su posición actual, más bien la empeoraba.
- Light-san, no solo eres bondadoso y justo como un Dios, si no que también tienes el cuerpo de uno.
El castaño quedó inmóvil al sentir una mano bajar el cierre de su pantalón. La situación se estaba poniendo peligrosa para el castaño y por primera vez empezó a tener miedo.
- ¡Deja el virgen cuerpo de Light-kun!-
Una voz resonó por toda la sala mostrando a un joven pelinegro, cuyos ojos mostraban un profundo odio y una cólera desenfrenada.
- L-sensei- musitó el aludido con un tono de supremacía- No me digas que Light-san es solo tuyo- dijo soltando una risita de burla.
-Dije que dejaras a Light-kun- El pelinegro ni se inmutó. Las palabras fueron soltadas fríamente. Lo cierto es que bien parado se mostraba como una figura impotente. Sus oscuros ojos negros y sus marcadas ojeras, junto con una mirada asesina provocaron un temblor en las intenciones de Mikami, pero este estaba decidido a no soltar a su “Dios”.
- Tu también estas detrás de Light-san ¿cierto?- El pelinegro se había parado para hacer frente a un molesto profesor, que aún con la ligera diferencia en estatura se veía mucho más impotente- No tienes la autoridad para alejarme-
- Se te olvida el hecho de que soy un profesor- sonrió triunfante el mayor. Mikami vio enrabiado a su profesor y en un acto de cólera alzo unos de sus puños directo a la cara del ojinegro, quien tan solo miro expectante como este se detenía a escasos centímetro de su rostro al haber recibido una fuerte patada en el estómago, cortesía del ojinegro, para luego retirarse del lugar.
-¿Te encuentras bien, Light-kun?- preguntó el pelinegro, sentándose en la orilla de la cama.
El castaño no respondió. Sus ojos se mantenían ausentes y sin brillo. Desvió levemente la mirada hacia el ojinegro, quien le devolvió una mucho más dulce. Se acercó hacia el cuerpo del castaño y le dio un cálido y posesivo abrazo.
-Perdón no haber llegado antes, Light-kun- Los brazos del pelinegro rodeaban fuertemente el cuerpo del castaño, dejando que la cabeza del menor se apoyara en su hombro.
- Siempre que me necesites… estaré contigo- susurró calidamente al oído del castaño, quien cerró los ojos y correspondió el abrazo del pelinegro, dejándose llevar por el embriagante aroma de su sensei.
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Se había quedado dormido. Se levantó lentamente de la cama y se fue a lavar la cara en el típico baño de las enfermerías. Se mojó el rostro y vio su reflejo en el espejo. Estaba totalmente pálido.
Suspiró. A pesar de la enorme caída que había tenido solo tenía una venda alrededor de la cabeza y unos cuantos moretones en la espalda y otras extremidades.
Salió de la enfermería y subió denuevo la escalera. Debía volver a la sala para traer su mochila. Una vez que la encontró la tomó en su hombro y salió del salón. Se sentía muy mal, tenía una visión muy borrosa y al parecer se desmayaría denuevo, cosa que no le alegró ya que una vez más estaba frente a la escalera. Caminó lentamente intentando estar un poco más estable, y cuando lo consiguió bajo el primer peldaño.
Se sintió caer pero unos fuertes brazos tomaron su cintura.
-L-sensei- musitó el castaño levemente
.El pelinegro hizo más fuerza a causa de lo endeble que se encontraba el castaño y ambos cayeron hacia a tras, quedando Light sobre L.
La cálida respiración del sensei que sentía en su rostro le provocó al castaño una extraña sensación, sin embargo fueron los dulces labios del pelinegro lo que más lo exaltaron. No le fue difícil comprender que había pasando. Inconscientemente abrió un poco la boca dejando paso a su lengua, que fue aceptada sin más por el pelinegro. Exploró la boca de su sensei sintiendo el sabor a azúcar que tenía, era algo extremadamente dulce.
La batalla de lenguas que se desarrollaba para conquistar la boca de otro duró algunos minutos, hasta que la falta de aire los separó. El pelinegro mirada extrañado al castaño, mientras que este último tenía un mirada confundida.
“Acabo de besar a L-sensei…”