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Perdoname por Artemisa_Blackmoon

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El horrendo fragor del trueno parecía reventar en los oídos de Ikki, que yacía cabizbajo empapado por sus propias lágrimas. De pie frente a él, inamovible e indiferente ante la lluvia que amenazaba con transformar en lagunas los pequeños charcos del jardín de Saori un joven peliverde lo miraba llorar.

-me das asco-dijo con un visible gesto de repugnancia en su rostro mojado, antes de darse la media vuelta y desparecer tras la densa cortina de agua.

El otrora poderoso fénix cayó de rodillas en el lodo convirtiendo en basura su costoso traje de pirata, los recuerdos empezaban a agolparse en su memoria mientras las afiladas palabras de Shun se enterraban como una daga de marfil en su cabeza.

“Me das asco”

***

Había cesado, al fin, de llover. Desde la ventana Ikki miraba impávido el sauce donde Seiya y Shun dejaron grabados sus nombres como indeleble recuerdo del intenso amor que desde su adolescencia se profesaron. Allí estaba la piedra en la que ambos amantes pasaban horas enteras sentados, juntos, en conversaciones más profundas que vanas y el pequeño jardín consagrado a los dos, de donde el Pegaso todos los días sacaba una rosa para adornar la inocente belleza de Andrómeda.

-diablos-decía Saori caminando de un lado a otro visiblemente nerviosa-el clima no es favorable para la fiesta de hoy ¿crees que sería mejor acomodar todo adentro por si llueve?

No recibió respuesta, el fénix estaba sumido en sus propias cavilaciones, con la mirada perdida en las cristalinas aguas de la fuente en que se veía a una prodigiosa princesa sentada sobre un majestuoso caballo alado.

-Ikki…-llamó Atenea con suavidad al que se había convertido por esas fechas en su mejor amigo y además confidente aparte de pintor de cabecera-Ikki ¿me estás escuchando?

Al darse cuenta del llamado de la diosa el joven sólo atinó a contestar unas palabras,

-no ¿me repites la pregunta?

Muchas cosas habían cambiado durante los cinco años en que los caballeros de Athena abandonaron las batallas para vivir una vida más tranquila, salvaguardando aún la integridad de la muchacha, convertida hoy en toda una mujer, con actitud más de empresaria que de niña rica, cabello corto ondulado y un envidiable pero encantador cuerpo de señorita; Ikki, pintor profesional, artista dedicado a las musas solitarias-algo muy propio de él-su metamorfosis se basó más que nada en la adquisición de unos lentes de armazón fino; Shun, en cambio, desde hace mucho que experimentaba enormes cambios que lo llevaron a una perfecta madurez tanto emocional como física y psíquica; a Seiya por su lado parecía no interesarle seguir los pasos del objeto de sus amores, pues seguía siendo el mismo niño de siempre… Hyoga y Shiryu, en cambio, no vivían en la mansión Kido desde hace un buen tiempo, sino que como adultos decidieron compartir su vida solos en una casita junto al mar, el rubio llevaba años sin cortarse el cabello por lo que competía con Shaka en cuanto a longitud, su compañero mientras tanto tenía siempre su larguisima cabellera azabache amarrada en una coqueta cola alta.

-acaba de llover y temo que en la noche ésta se repita… y arruine la fiesta de disfraces en honor de la Fundación Graude que llevo meses planeando.

-¿todas las entradas se vendieron?

-me temo que todas, sin excepción alguna.

-entonces habrá problemas si no le das a la gente lo que quieren.

-¿crees que puedas ayudarme? Por favor… no te tomará mucho tiempo

Ikki hizo una mueca y miró el reloj de pared. Se encogió de hombros.

-bueno, no tengo nada mejor que hacer.

Saori saltó como una niña en frente de una vitrina llena de dulces. Dos y diecinueve de la tarde. Tras telefonear a un par de personas, las encargadas de poner en marcha el reventón, invitó a Ikki a tomar un café. No habían salido todavía cuando el móvil del fénix sonó anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Una enorme sonrisa le iluminó la cara cuando leyó el nombre del remitente.

“Necesito hablar contigo, nos vemos ésta noche en la silla de ángeles del patio trasero. Estaré vestido de príncipe medieval, no me busques, yo te encontraré”

-¿Quién era?-cuestionó una curiosa Saori oyendo sonar el pitido de la opción “Borrar”-¿tu novio clandestino?

La chica empezó a reír estrepitosamente dejando a un lado su habitual seriedad pero la broma no le hizo demasiada gracia a su compañero. Era bien sabido de la descarada homosexualidad de los santos atenienses pero a Ikki no le gustaba escuchar comentarios sobre su vida privada.

-eso no es algo que te importe-fue lo único que dijo antes de encender el motor.

La cafetería a la que asistieron era, naturalmente, propiedad de la señorita Kido. Un sitio de gran elegancia y distinción, apropiado para alguien de su categoría. Las mesitas eran pequeñas, al más puro estilo francés y la comida, aunque cara, era abundante y exquisita, aparte de servirse en un ambiente privilegiado, a donde pocas veces asistían personas que no pertenecían al alto círculo social de Japón.

Volviendo a su actitud seria, la encarnación de Atenea miraba al más rebelde de los santos de bronce mover repetidas veces la cuchara en el café, como si ésta vez no quisiera probar el capuchino que tanto le gustaba.

-¿algún problema con el café, Ikki?

Movió negativamente la cabeza.

-algún problema contigo mismo, entonces

No era una pregunta. La variación de la frase hizo estremecer al majestuoso fénix. Sabía que como diosa, Athena veía mucho más allá que las personas comunes y corrientes, quizás el hecho de ser mujer también ayudaba pues ciertamente el encanto dulce, puro y maternal de su mirada desde hace mucho derretía la poderosa coraza que encerraba su corazón, miró hacia otro lado en un vano intento de evadir los ojos de Saori, los mismos que le recordaban mucho a Shun, tal vez por el color, quizás por el mismo gesto inocente de ellos.

-no-mintió-es solo que… me siento un poco enfermo, es todo.

La joven se llevó a la boca la taza de té.

-tú no eres de los que acepten abiertamente una enfermedad.

Un profundo silencio se hizo presente en ese instante. A Ikki le parecía ver a Shun en Saori y no se atrevía a confesar su penosa verdad, sabía que a pesar de toda su dulzura, como hombre Andrómeda se negaría a perdonar tamaña falta a su integridad, aunque él no era el primero ni sería el último en enamorarse perdidamente de alguien que no le pertenecía.

-¿al…alguna vez te has enamorado, Saori?-empezó él carraspeando, como si tuviera un pedazo de pan atravesado en la garganta.

Atenea asintió dejando a un lado la taza de té.

-por supuesto, me enamoré de alguien que terminó con la persona que menos me hubiera imaginado, aunque yo desde el principio me resigné a perderlo.

El joven se tranquilizó un poco al escuchar la inesperada confidencia.

-¿por qué?

-porque soy una diosa virgen, Ikki, no me puedo enamorar.

-pero… ¿Qué hay de Abel?

-Abel no cuenta, es mi hermano, además no es de él de quien te estoy hablando, sino de Seiya.

Los profundos ojos azules del fénix se fijaron en los tristes orbes verdes de su amiga. ¿Cómo no? Si de todos los santos de bronce era el joven castaño de cejas tupidas el que acaparaba toda la atención de la diosa, sonrió al darse cuenta de su estupidez. De pronto le pareció tonto el solo hecho de haber preguntado, y con eso, haber revivido el intenso dolor que la señorita Kido debió sentir, como él, el día en que Seiya y Shun anunciaron públicamente que ya eran pareja.

-lo amas… ¿verdad?

Tristemente a Ikki no le quedó más que asentir y de nuevo su mirada se extravió en un punto muerto del espacio.

-eso no es ningún secreto para decirte la verdad.

-¿Qué?-el fénix se puso de pie como resorte, pero tomó asiento nuevamente gracias a un ademán de Saori que le indicaba que la charla no había llegado a su fin.

-a mí, al menos, se me hacía todo demasiado claro desde un principio, tú no sabes fingir.

-¿crees que Shun ya se haya dado cuenta?

-no lo sé, lo más probable es que Seiya ya se lo haya contado todo, conociéndolos como los conozco no me extrañaría que tu hermano esté al tanto por la boca del mismo Seiya, lo que sí te aseguro es que eres la primera persona a quien le comento esto, sé que es muy difícil amar a alguien que no debe corresponderte por deberle respeto a tu propia sangre pero también sé que es algo inevitable porque el amor, Ikki, el amor no es una opción.

Las palabras de Saori resonaron todo el día en la cabeza del fénix pero, aunque vio a Seiya y Shun juntos poniendo algunos de los últimos adornos para la gran fiesta de Halloween no se le cruzó por la mente que su hermano ya se haya enterado de la vergonzosa situación hasta el mismo momento en que la peligrosa última cita debía concertarse.

Miró por enésima vez el reloj, llevaba más de media hora esperando desde el inicio de la fiesta la llegada de su fugaz amante pero éste no aparecía e Ikki ya estaba empezando a perder la paciencia.

-hola-lo saludaron desde la oscuridad, el fénix no daba crédito a lo que sus ojos veían…con los ojos inyectados de furia, apoyado en uno de los pilares de una estructura semejante a los templos de los santos dorados estaba Shun, vestido de príncipe medieval, con el cabello recogido en una preciosa cola de caballo. Se dirigió a paso lento pero firme hacia su hermano-¿cómo estás, niisan?-preguntó con su característica dulzura.

No dio tiempo a que él contestara, le tapó la boca con una soberbia cachetada que enrojeció las morenas mejillas del peliazul.

-esto es por mentirme-repitió el gesto aún con más fuerza-y esto es por meterte con algo que no es tuyo.

Un torrencial aguacero se desató en ese preciso momento empezando a empapar los cuerpos de los dos hermanos.

-¿crees que soy tonto? Te equivocaste conmigo, puedo parecer débil, frágil e inocente pero no conoces quién soy en realidad.

Ikki permanecía callado, con las lágrimas rodando por sus mejillas, lloraba más de tristeza que de dolor y no se atrevía a mirar a Shun a los ojos.

-yo me esperaba cualquier cosa de ti-empezó a decir Andrómeda con la voz quebrada por el llanto-¡¡¡CUALQUIER COSA MENOS QUE TE METIERAS CON LO ÚNICO QUE DE VERDAD ME IMPORTA EN ESTA MALDITA VIDA!!!

El sonido intermitente de la lluvia acallaba la voz de Shun para que no se escuchara en el interior de la casa donde brujas, hadas, príncipes, piratas, princesas y otros más se divertían al compás de los ritmos de moda. Nadie sospechaba siquiera lo que se daba en el exterior de la casa, nadie excepto uno, que mirando la escena de pie en la puerta solo podía llorar, aunque en su interior reventara por remediar el error que casi le cuesta perder a quien más amaba en el mundo, por una calentura suya que nunca debió plasmarse en el horrendo delito de la infidelidad.

-que bueno que mamá no está viva para verte arrastrándote como una ramera por alguien que ni siquiera te ama, que apenas si ha compartido una cama de vez en cuando contigo, que diría ella si supiera lo sinvergüenza que te has vuelto Ikki ¡¡¡Qué diría mamá al ver como su hijo mayor, el fuerte, el favorito, el poderoso, ha intentado robarme lo que es mío!!! Tantos hombres en el mundo… y tuviste que meterte con él…-hizo una pausa obligado por el llanto contenido en su pecho-me das asco-dijo con un visible gesto de repugnancia en su rostro mojado, antes de darse la media vuelta y desparecer tras la densa cortina de agua.

El otrora poderoso fénix cayó de rodillas en el lodo convirtiendo en basura su costoso traje de pirata, los recuerdos empezaban a agolparse en su memoria mientras las afiladas palabras de Shun se enterraban como una daga de marfil en su cabeza.

“Me das asco”

Se levantó como pudo y del brazo asió a su hermano menor.

-perdóname…

-¡¡¡nunca debiste hacerlo Ikki!!! ¿¿¿Por qué??? Yo confiaba en ti, yo te quería mucho más de lo que quiero a Seiya y te hubiera perdonado como a él si me hubieras dicho la verdad…si hubieras tenido el valor de afrontar las cosas como un hombre, como el hombre que yo siempre admiré

-perdóname

-no, suéltame

-perdóname Shun, te lo ruego… te lo suplico…

-no, no vales la pena, te odio

-perdóname

-¡¡¡déjame, me duele!!! ¡¡¡No me toques!!!

-perdóname…

FIN

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