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SOY LO QUE VEIS. por Alinna

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Notas del fanfic:

Este fanfic quería hacerlo des de hace mucho tiempo, es un fanfic sobre un personaje de otra historia que estoy publicando (Mi pintor favorito), este personaje, Jon, me gustó mucho y quise hacer su punto de vista y sus vivencias. Espero que os guste.

Notas del capitulo: El principio de como su vida iba avanzando...o no.
Me miré en el espejo, mi cabello rubio ya no brillaba con esa intensidad, mis ojos verdes claro carecían de brillo, mi piel que acostumbraba a ser siempre tostada por el sol por lo que me gustaba ir a la playa, estaba pálida de no haber tomado el sol en mucho tiempo.

Y contra mas me miraba mas defectos encontraba, siempre me invadía la misma sensación, siempre. Me levantaba, iba hacia el baño y me miraba en el espejo después de lavarme la cara y me ponía a pensar en mi vida, en lo insignificante que podía ser.

Pero no me deprimiría, no les daría ese gusto a los que querían que me hundiera, no, sería fuerte y aguantaría todo el dolor posible.

Me fui a la cocina a comerme un poco de pan con mermelada y me senté en el sofá mientras iba viendo programas tontos sin sentido.

Apagué el televisor con desgana, la verdad es que me encontraba solo en esa casa, no es que fuera grande, pero cuando uno esta solo...le parece inmensa...

Miré un folleto con información del club deportivo que mi querido padre había fundado, lo arrugué con furia y lo eché en el suelo.

"Capullo...no sé como puedes ser mi padre..." me levanté asqueado del sofá y miré las paredes vacías de la sala.

Habían fotos mías con mis padres, pero des de que ocurrió aquello... ya no les consideré muy padres míos. Miré el trocito de papel arrugado que estaba en el suelo y tuve una idea. Fui corriendo hacia el pequeño teléfono que tenía y marqué el numero de la única persona que me reconfortaba en toda mi vida de mierda.

Era irónico, con tan solo dieciséis años que tenía que cumplir dentro de poco ya estaba así, viviendo solo y ocupándome de los asuntos de la casa. No quería denunciar a mis padres y decir a la policía que con quince años que tenía ya me habían abandonado, porque tampoco era eso, me daban dinero para mantenerme y si lo denunciaba me pondrían en una casa de acogida y no tenia ganas.

Y vivir solo, tampoco estaba tan mal a comparación de vivir con mis padres.

"¿Michael?" al oír que descolgaba y murmuraba algo supuse que le había despertado. "Tío...¿te animas a apuntarte gratis a un club para pijos?"

"¿Eh? ¿Cómo? Perdona estaba aun en mi mundo de los sueños..." me reí al escuchar como Michael, mi mejor amigo se ponía a decir chorradas sin sentido.

"Venga te paso a buscar dentro de una hora y nos vamos al club, estará bien y aquí en casa me siento solo..." me rasqué la cabeza algo avergonzado, no me gustaba decir lo que me ocurría.

"Jon...lo siento tío, pero hoy es sábado y ya sabes que vamos a ver a mi abuela, esta en el hospital por la operación que le hicieron y no puedo ir...lunes si que vengo y me apunto...¿vale?" suspiré al escucharlo.

Sabía que era verdad, porque el día de la operación acompañé a Michael a ver como se encontraba su abuela tras la operación y me quedé a cenar en casa de él.

"Bueno, vale, no pasa nada...ya iré yo. Nos vemos." No le di tiempo a contestar y colgué, sé que me hubiera estado pidiendo perdón quinientas veces y ahora mismo quería despejarme un poco.

Subí hacia arriba y entré en mi cuarto, cogiendo una mochila de deporte y poniendo toallas, bañador, ropa de deporte y las cosas para luego ducharme. Me puse un pantalón de deporte de color negro y una camisa de tirantes blanca, cogí la bolsa y el casco de la moto y al salir cerré la puerta con llave.

Me subí a la moto y arranqué lo mas rápido que pude. Me gustaba sentir la velocidad, me gustaba sentir como el aire arremetía contra mi piel. No tardé mucho en llegar y aparqué la moto en el parking de detrás del centro deportivo.

Era un club privado, pero si les decía que era hijo del jefe no me dirían nada y me dejarían entrar gratis, mi padre muchas veces me lo dijo en correos electrónicos, los pocos que me mandaba para saber si aun seguía vivo o si tenía el dinero para poder ir viviendo por mi cuenta en esa casa.

Entré y el aire condicionado me dio de lleno, se notaba el cambio de temperatura, estábamos en pleno mes de julio y las temperaturas subían mucho.

"Buenos días..¿en que puedo ayudarle?" una chica con unos hermosos ojos verdes me saludó algo coqueta para mi gusto, ojalá hubiera sido un chico y no una chica quien me sonriera así.

"Soy Jon Schnierder, el hijo del señor Schnierder." Lo primero que aprendí siempre es a ser cordial, le mostré mi carné de identidad y una carta de mi padre que me mandó hace tiempo con las indicaciones de que decirles a las secretarias para poder ir sin pagar. "...verá, mi padre me mandó esta carta para que pudiera asistir al club...y me gustaría ahora ir ya que viene verano y tengo mas tiempo libre."

"Espere un momento, tengo que hablar con mi superior." La chica se levantó con mi carné y la carta y se fue a los despachos de arriba.

"Que tonta..." murmuré por lo bajo. Vi una sombra detrás de mí y me volteé para ver quien estaba detrás.

Era un hombre alto, pálido, el cabello negro corto con un poco de flequillo y los ojos marrones, la mandíbula un poco cuadrada, la mirada felina y era alto, corpulento y tenia la espalda ancha, me hubiera gustado perderme en esa espalda...y para que decir, en todo su cuerpo.

"¿Sabes donde esta la secretaria chico?" oh...su voz aun era mas atractiva. Me sonrojé un poco pero le miré divertido y creo que él lo notó.

"Ha ido para hablar con su superior..." le miré provocadoramente y él tan solo me aguantó la mirada, vi como la chica volvía y me giré para hablar con ella. "¿Todo correcto?"

"Si claro que si señor Schnierder...mi superior dice que le daremos de alta, no hace falta que pague nada." Me devolvió el carné cordialmente y la carta, con una llave para la taquilla.

"Muchas gracias y por favor llámeme Jon, no me gusta que me llamen como a mi padre..." le sonreí y cogí mis cosas, yendo hacia arriba, no sin antes darle una ultima mirada a ese bombón que estaba hablando ahora con la secretaria.

Me fui al vestidor y dejé en mi taquilla las cosas, primero hice algo de máquinas en la sala de arriba y después fui a la pista a hacer básquet. Como me aburría un poco me fui al vestidor y me cambié, iría a la piscina un rato.

Al sumergirme en el agua no pensaba en nada, me daba la sensación de que por primera vez no llevaba ningún peso en la conciencia... y que todo el dolor que llevaba se esfumaba entre el agua.

Comencé a nadar mas rápido, mas agresivo...

Necesitaba no pensar en nada, el solo echo de recordar que mi familia me repudiaba por lo que era me encendía las venas y a la vez me mataba lentamente.

Me sentía insignificante, ridículo y solo.

Aunque tuviera a mis amigos, aunque la familia de Michael, mi mejor amigo, me dijera que les tenia para lo que hiciera falta, no era lo mismo, porque los que siempre me habían tratado con cariño des de pequeño, ahora me ignoraban y me miraban asqueados.

Como si fuera algo repugnante.

Me apoyé en el borde de la piscina, respirando agitadamente, había estado demasiado rato sin respirar al bucear, tiré la cabeza hacia atrás, oí como alguien bajaba las escaleras y desvié mi mirada hacia donde estaba esa persona.

Era el bombón.

Tenía el cuerpo perfecto, la espalda ancha, el abdomen ligeramente musculado, los brazos musculados al igual que las piernas y un trasero perfecto.

Le miré con descaro y él se percató y me devolvió la mirada, aunque algo mas discreto.

Le seguí observando hasta que se tiró de cabeza en el agua, miré el reloj que estaba colgado en la pared ya era la una del mediodía, salí del agua y cogí mi toalla, fui caminando por el borde de la piscina.

Me asusté al notar como algo rozaba mis pies, miraba hacia abajo, eran las manos del bombón, había salido a la superficie y se había agarrado al borde pero al pasar por allí me rozó los pies.

"Lo siento..." su mirada felina me ponía los pelos de punta.

"No pasa nada..." le sonreí cordialmente.

"Ian... me llamo Ian." El bombón me tendió su mano mojado y yo le correspondí, ahora ya sabía su nombre.

"Jon..." aunque tenía la mano fría del agua yo la estaba notando algo caliente, o era yo quien lo estaba. "...nos vemos."

"Adiós..."

Subí hacia los vestidores y me fui a la ducha, al final si que me gustaría ir al club que fundó mi padre, después de ducharme y vestirme cogí mis cosas y salí fuera, le di mi llave a la secretaria y me dispuse a irme.

"Jon..." la voz de la secretaria me hizo voltear. "El carné de socio lo tendrá mañana por la mañana, si se pasa por el club se lo daremos sin falta."

"Ok, seguro que me paso no se preocupe." Me fui de la recepción y fui hacia el parking, miré casi todos los coches, todos parecían caros. "Pandilla de pijos..."

Me acerqué a un jaguar de color negro, ese si que me gustaba, era precioso y parecía confortable, me asomé mirando a través de la ventana, un coche lujoso, pero que no me importaría tener.

"¿Te gusta?"

Oh, la voz de mi bombón.

"Si... es bonito." Le miré, iba tan guapo vestido, si la ropa deportiva y el bañador ya le quedaban bien con ropa normal ya estaba buenísimo. Llevaba unos pantalones negros y una camisa gris de manga corta. "Y otras cosas también..." le miré de arriba a bajo y él tan solo estrechó la mirada, observándome. "Bueno, nos vemos Ian."

Me puse mi casco y me subí a la moto, dándole una ultima mirada a mi bombón, que me miraba divertido, o eso veía yo, arranqué y me fui como alma que lleva el diablo.

Después de salir del club me fui a comer a casa de una amiga Ami, ella también conocía mi problema porque sus padres habían sido amigos de los míos y bueno, me trataba muy bien.

"Que raro que no hayas ido con Michael..." Ami se sentó en la silla mientras yo engullía el plato de espaguetis.

"Es que tenía que ir a ver a su abuela, la han operado y esta todo el día allí con ella, además porque yo me aburra no puedo arrastrarle por todos lados, es mi amigo no puedo privarle de su tiempo..."

"Ya..."

Poco después de comer Ami había quedado con su novio así que yo me fui al callejón donde acostumbraban a estar todos los de mi grupo. Y en efecto, estaban allí todos, me quedé toda la tarde con ellos, dando vueltas por la ciudad y cenando fuera.

Y al llegar a casa me invadía la misma sensación.

Me quedé parado en medio del pasillo, a oscuras... intentando asimilarlo. Me resigné y subí hacia mi cuarto, deshice la mochila y puse la ropa sucia a lavar a la lavadora y tendí el bañador para que se secara.

Estuve en el ordenador hablando con Michael, me dijo que su abuela estaba bastante recuperada y que le darían el alta, solo tendría que ir a recuperación y ya esta. Después hablemos un poco de lo que me ocurrió durante el día;

Michael** porque el arte es único:
¿Y en el club como te fue?

Ridiculez que a veces debe sentirse:
Bien, estuvo entretenido, de verdad, me va bien. Y conocí a un bombón que esta...**

Michael** porque el arte es único:
Jaja, tu siempre igual tío.

Michael** porque el arte es único:
¿Pero te lo has ligado? ¿O es heterosexual?

Ridiculez que a veces debe sentirse:
No lo sé, pero yo ya le e echado el ojo... y de momento las miradas salidas me las aguanta.

Michael** porque el arte es único:
Tu siempre tan descarado... parece que no tengas vergüenza...

Ridiculez que a veces debe sentirse:
Es que no tengo vergüenza... además solo me gusta porque esta bueno, quizá es un estúpido pijo de mierda.

Michael** porque el arte es único:
Puede... yo mañana vengo contigo, los demás días no se si iré, soy un poco vago y estas cosas no son lo mío...no te importa ¿no? Digo, es que muy seguido no iré.

Ridiculez que a veces debe sentirse:
A no, tranquilo, ya sabes que también me gusta ir solo.

Ridiculez que a veces debe sentirse:
Te paso a buscar mañana con la moto a las once de la mañana.

Michael** porque el arte es único:
Ok...hasta mañana, yo ya me voy.

Ridiculez que a veces debe sentirse:
Hasta mañana.


Apagué el ordenador y me puse el pijama, tapándome hasta arriba con las sábanas, ahora no quería pensar en nada. Mañana iría al club, vería al bombón y dejaría de darle vueltas al coco.

Quería olvidarme de todo.

Por que si no la soledad volvería a inundarme esa noche.

Y los recuerdos también.

Comencé a dar vueltas en la cama, no podía dormir, bajé a oscuras abajo y me encaminé hacia la cocina, cogí un baso y me lo llené de vodka, necesitaba olvidarme de todo un poco.

Me senté en el suelo y una sensación amarga recorrió mi cuerpo.

Comencé a llorar.

Siempre me pasaba lo mismo, intenté parar, pero es que me daba tanta rabia todo, me daba tanta rabia vivir esa vida, vivir todo lo que me estaba pasando.

Yo no era fuerte, yo era débil, sentía... y por encima de todo, las cosas me dolían y todo lo que me estaba sucediendo a lo largo de los años también.
Notas finales: Hola!

Sé que quizá quedó algo corto.

Pero el primer capitulo hasta aquí llegó, espero que os haya gustado y que os parezca interesante.

Muchas gracias por leer.

Dejar comentarios, opiniones, etc, muchas gracias.

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