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SOY LO QUE VEIS. por Alinna

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Notas del capitulo: Jon recibirá una llamada, recordara y reflexionará sobre todo lo que le esta ocurriendo, por otra parte, verá que las cosas no le irán nada mal si continua yendo al club deportivo...
En varios días que fui al club deportivo, de los cuales solo uno o dos Michael me acompañaba, mi bombón preferido estaba por allí, si, sé que es un apodo algo extraño, pero es que estaba buenísimo.

Michael me decía que era del montón, pero bueno, a mi me gustaba mucho y no sé cuantos años tendría pero se conservaba muy bien.

Eran las once de la mañana, cogí mi bolsa como siempre para irme hacia el club deportivo, pero algo esa mañana cambió. Oí el ruido insistente del teléfono y no sé porque tuve la impresión de que nada bueno era.

Descolgué hasta con miedo el auricular del teléfono, acercándolo a mi oído y soltando un imperceptible; ¿Si?. Me notaba la voz quebrada.

Sabía perfectamente quien se escondía como un cobarde detrás de tantos cables y líneas de comunicación.

"Jon soy yo tu padre."

"¿Qué quieres ahora? No creo que hayas llamado por gusto sinceramente..." me apoyé en la fría pared blanca.

"Eso te lo aseguro, casi preferiría no saber mas de ti, pero no puedo permitir que te mueras de hambre...¿qué diría la gente? ¿qué no te cuidamos? No nos conviene eso..."

Una sensación amarga recorría mi cuerpo y noté como ese hombre que no se como pudo ser mi padre se reía.

"¿Te llegó bien el dinero? Es para saber si tengo que mandarte un ingreso mas."

"Claro que si, es de lo único que os preocupáis tu y mamá. Pero para mi que me muero y os da igual." Apreté el puño con rabia.

"Cuando ya estés bien de la cabeza y pares de decir gilipolleces como decir que te gustan los hombres entonces quizá te perdonamos, pero de momento no eres parte de nada, ni de este familia, ni nuestra."

"¿¡Cuando mierda entenderéis que no estoy enfermo?! ¿¡Por que narices no entendéis que me gustan los hombres?!" me enfurecí, estaba arto de todo ese cuento.

"¡Cállate Jon! No digas sandeces, tu estas enfermo, esto no es normal, no puedes amar a otro hombre no puedes ser así, es infame, es algo antinatural y no vuelvas a decir tonterías como esas...¿Qué no ves que has destruido esta familia? ¡Has sido tu Jon! ¡Por tu culpa ya no somos una familia!"

"¡Que te jodan viejo! ¿¡Pues sabes que?! ¡Me gusta follar con tíos! ¡Me encanta sentir su miembro en mi culo! ¿Lo entiendes? ¡No cambiaré ni por ti ni por nadie!"

Ya me había colgado.

Caí sentado en el suelo, tiré el teléfono al suelo, ya estaba volviendo a llorar. Creía que lo tenía superado, que este dolor ya no podía volver a mi, que los malditos de mis padres ya no me harían sentir mal.

¿Por qué me había pasado?

¿Por qué no tenía una familia que me aceptaba?

Tantas preguntas que no tenían respuesta...

O si, yo ya sabía la respuesta aunque no quisiera reconocerlo, era fácil...sencillo, tan sencillo que era estúpido no pensarlo; no me querían, no me valoraban, no les importaba una puta mierda y mucho menos querían saber algo de mi, porque para ellos era una molestia y la deshonra de la familia.

El niño anormal.

El hijo imperfecto, enfermo.

El que nunca serviría para nada.

Y me quedé sentado, como un idiota, llorando, temblando como una hoja al viento, sintiendo como mi cuerpo temblaba y como las fuerzas que tenía se desvanecían de golpe.

Una sola palabra de ese desgraciado bastaba para hundirme.

Porque me dolía que mi propio padre, que mi propia madre...

Me odiaran y no quisieran saber nada de mi, ni si estoy bien, ni si los estudios me van bien y ni siquiera cuando es mi cumpleaños.

¿Y la gente? ¡Que pensaran lo que les saliera de donde quisieran!

Ya habían murmurado, ya habían criticado.

Si el hijo de los Schnierder es homosexual, que si sus propios padres lo han abandonado con tan solo dieciséis años, lo mal que lo estaba pasando, que si no fuera homosexual no hubiera pasado nada de nada.

Pero nadie se preocupaba de llamar a mi maldita puerta y preguntar; ¡Hey Jon! ¿Cómo estas? ¿Cómo lo llevas?

¡Nadie!

¡Nadie se preocupó nunca de mi!

Tan solo la familia de Michael, y no podían estar por mi las veinticuatro horas, ellos tenían su propia familia tan solo faltaría tener que amargarles con tener que cuidar al mejor amigo de su hijo.

Al puto enfermo, como le llaman sus padres.

Y lloré amargamente, como siempre hacia cuando me acordaba de quien era, de la familia que tenía y de la mierda de vida que me esperaba y que en esos momentos transcurría, porque nada me daba sentido y nada me hacia sentirme vivo.










No sé cuantas horas pasaron, hasta creo que por unos momentos dejé de llorar y me dormí en el suelo, destrocé todo lo que había encontrado a mano, tiré contra la pared las sillas, rompí las malditas fotos que había por encima de las mesas de mi infancia con mis padres, grité...

Y cuando ya me sentía los músculos agarrotados.

Cogí mi bolsa y me fui corriendo hacia el club, intentando ahogarme por la falta de aire, llegando a las puertas del club con los ojos enrojecidos de haber llorado, de haber roto cualquier cosa que me recordara a los monstruos de mis padres.

Entré y la secretaria me miró extrañada, yo le di mi carné y ella me dio la llave de la taquilla, me fui a la pista a jugar un poco a fútbol, quería olvidarme de todo.

Me pasé toda la tarde allí, hasta que dieron las once de la noche, después de ir a pista fui a máquinas, después a una clase de boxeo y finalmente a la piscina para olvidarme de todo y relajarme.

Entré en el vestidor casi tambaleándome, no había comido ni cenado, tan solo había desayunado, me miré en el espejo, como siempre hacía observando el cuerpo que estaba allí, pero...¿mi mente? Volaba muy lejos de allí, eso lo aseguro.

Mi estrecha cintura estaba rodeada por la toalla, mi piel algo pálida estaba repleta de gotas de la ducha, algún que otro golpe de la clase de boxeo, mi cabello rubio ceniza me caía por la cara y mis hombros delicados me daban un aire femenino,

Lo sabía.

Pero tampoco me amargaría con eso, mi físico me importaba poco en esos momentos.

Me dio rabia verme a mi mismo con esa cara de afligido.

¡¿Porque no podía ser mas fuerte!?

Le pegué un puñetazo al espejo, mis nudillos me dolían pero me daba igual, una mano fría me agarró del hombro y me volteó, yo le miré con rabia, no sabía que había alguien mas en el vestidor.

"Si lo rompes lo tendrás que pagar Jon..." era mi bombón.

"Pe-perdona..." me relajé y me apoyé en el frío mármol del fregadero, Ian me miró algo interrogativo y se volteó al ver que me tranquilizaba, comenzó a vestirse y yo con la excusa de estar relajándome me quedé viendo como se vestía, admirando cada parte de su cuerpo. "¿Cuántos años tienes?"

…l se volteó con una ceja enarcada, supongo que le sorprendió mi descaro, o el atrevimiento.

"Veintisiete." No estaba nada mal, me sacaba once años, pero bueno, me gustaban maduritos. "¿Tu?"

"Dieciocho." Mentí, lo sé, pero si le decía que tenia tan solo dieciséis años me mandaría a la mierda y no tendría mas oportunidades de ligármelo.

"No lo parece, se te ve muy joven." Mi bombón se puso los pantalones mientras hablaba conmigo, yo me senté en el mármol y me quedé mirándolo.

"Eso es porque tengo los rasgos muy finos, pero tengo dieciocho."

Ian se rió y se puso su camisa negra, se peinó un poco con las manos.

"Nos vemos."

"Y tanto." Sonreí de medio lado y abrí un poco una de mis piernas dejando que la toalla se deslizara un poco, mostrando parte de mi cadera y muslo, vi como Ian me miraba de arriba abajo antes de irse y sonrió de medio lado. "Espero poder verte mañana..."

"Quizá..."

Y se fue, sonreí para mis adentros, al menos parecía que le gustaba.

Me vestí lo mas rápido que pude, al salir como no tenía nada que hacer me fui a un salón recreativo y estuve allí un rato, después me fui a comer a un bar y ya cuando eran pasadas las doce de la noche me fui a mi casa, muerto de cansancio.

Así, seguro que dormiría bien.

Y así fue, fue cambiarme de ropa y tumbarme en la cama y caí dormido.

Olvidándome por un momento de todo lo que me rodeaba.









Los días iban pasando, y la verdad las miradas con Ian no paraban, cada vez que nos encontrábamos nos saludábamos y hablábamos un poco, pero cuando estábamos a una distancia siempre nos estábamos echando miradas.

Michael me acompañaba a veces, pero aburrió rápido el club, yo me entretenía yendo a las clases, haciendo cosas por mi cuenta y claro, no siempre estaba en el club, a veces salía con el grupo o iba con Michael por ahí, dando vueltas y comprando cosas.

Paraba poco por casa, solo para dormir y comer, porque casi siempre estaba fuera, quitando el fin de semana que me dedicaba ha holgazanear por toda la casa y a veces limpiaba y hacia recuento de facturas.

Aunque viviese solo, tenía cosas que hacer, la bogada, lavar los platos, limpiar la casa...

Era un poco estresante, pero al menos mantenía la cabeza ocupada. Con Ian hablaba de cosas banales, me caía bien, era un hombre de negocios, trabajaba en una empresa de publicidad y bueno, yo le tuve que decir que estaba a punto de entrar en la universidad, cuando en verdad, había acabado el instituto e iría a bachillerato, pero bueno, son mentiras piadosas.

Si quería algo con él debía arriesgarme.

Estaba casado, lo sé, sé que es una locura, pero me gustaba, había química, atracción y ¿por qué no? Me ponía mucho. Así que si quería al menos una noche con él no pasaba nada si estaba casado, tampoco se enteraría su mujer y era asunto suyo si le era infiel o no.

Era un día mas en el club deportivo, fui un poco mas tarde, por ahí las diez de la noche, porque había salido a cenar con Michael y el grupo y me apetecía ir al club para ver a mi bombón.

Como siempre me fui un rato a máquinas, él estaba allí haciendo pesas, y la cara que ponía de esfuerzo yo se la hubiera puesto en otro tipo de situación la verdad, luego me fui a la piscina y finalmente al vestidor.

Me estaba cambiando de ropa en los vestidores, mi bombón entró y me miró como siempre hacia, yo ya estaba con los pantalones puestos y todo tengo que decirlo, le estaba mirando con mucho descaro y lascivia.

Vi como Ian se acercaba peligrosamente a mi.

Me apoyé en la pared fría del vestidor y sonreí de medio lado, esperando a que llegara a mi, a que me lo hiciera allí mismo.

Lo deseaba.

Mas que a nada.

Y lo quería ya.

"Ven..." le acerqué con mi mano y le agarré de la nuca, con la otra mano sujetando su cintura, apretando su cuerpo contra el mío.

Esta vez, si que no pensaría en nada que no fuera mi bombón y yo.
Notas finales: Holaa! aquí esta otro capitulo...

espero que os haya gustado...muchas gracias por leer^_^

nos vemos en el próximo capitulo!

Dejar comentarios, opiniones, etc, muchas gracias, me animan a continuar.

Besos!

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