In spite of
Su mano buscó la otra para entrelazar sus dedos, el contacto era un tanto pegajoso debido al sudor, pero no dejaba de ser cálido. Dio un profundo suspiro de satisfacción y cerró los ojos con lentitud, dejándose caer en brazos de Morfeo.
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Una sensación cosquilleante en su nariz hizo que instintivamente colocara su mano allí a la vez que entreabría los ojos, entornándolos, acostumbrándose a la claridad de la habitación, una sonrisita burlona se dejó escuchar, atrayendo su atención.
-Ya era hora de que despertaras, dormilón.
-¿Que hora es? –preguntó con voz ronca.
-Las diez.
Como un resorte, se incorporó con rapidez en la pequeña cama.
-Tengo que irme –informó.
-Lo sé –su voz fue un murmullo apagado. Agachó el rostro que fue levantado en seguida por el mentón, no quería que el rostro amado viera la tristeza reflejada en sus ojos.
-Sabíamos que esto iba a pasar –le dijo –pero aún así decidimos jugárnosla, lo que suceda de ahora en adelante es algo que no podemos cambiar. Yo regresaré a Suna porque allí está mi lugar y tú te quedarás en Konoha porque este es tu hogar.
Sus palabras sonaron duras, pero no quería dar esa sensación. Algo se marchitaba dentro de suyo cuando aquellos enormes y expresivos ojos lucían apagados. Se mantuvieron en silencio, incapaces de romper aquella incómoda armonía que les rodeaba. Pero era imposible tratar de evitar lo inevitable…
-Será…será mejor que te marches ya, deben estar esperando por ti.
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La despedida con los compañeros de Konoha fue bastante formal, lo cual incluía un frío apretón de manos y un ‘buen viaje’ por parte de la persona que había logrado remover en él lo que nadie jamás consiguió. Por supuesto que se conformó, ¿Qué esperaba? ¿Un apasionado beso y un prolongado abrazo delante de todos? Eso era mucho más de lo que ambos se podían permitir.
*
El camino se le hizo eterno y los recuerdos de días anteriores se agolpaban en su cabeza, originando una nostalgia impropia de sí mismo, más fuerte que la que sentía en su infancia por tener la amistad de algún otro niño, un amigo.
Se estaba dando cuenta de las miradas lascivas que le lanzaban sus hermanos, pero prefirió ignorarlas, sus ánimos no eran los propios de alguien con ganas de regañar o soltar algún comentario cortante. Toda su concentración estaba puesta en algo…algo que se había quedado atrás…junto a los mejores recuerdos que había vivido…
-Me gustas Gaara-kun –declaró con determinación, aunque sus mejillas arreboladas delataban esa seguridad que pretendía aparentar.
¿Cuándo te dicen algo como eso que debes contestar? El pelirrojo, con su habitual pose de brazos cruzados, le miraba fijamente casi sin pestañear.
-Supongo que tu a mi también –declaró lacónicamente.
-¿Supones…? –preguntó sin entender, aunque un cosquilleo en la boca de su estómago estaba jugando con su último nervio.
-Me siento raro cuando estas alrededor, feliz cuando sonríes, triste cuando lo estas tu, furioso cuando otros se te acercan, creí escuchar que eso se llamaban celos...pienso en ti en cualquier ocasión, la mayor parte del tiempo quiero estar contigo y hacer cosas que no haría con nadie más.
-¿Hacer…cosas? –Lee tragó saliva. No se esperaba esa ‘declaración’ por parte de Gaara, sabía que el chico no era el mejor a la hora de expresarse, pero aquello era algo que su hiperactivo corazón no podía aguantar, le latía tan fuerte que estaba casi seguro de que saldría de su pecho.
-Sí, hacer cosas –Gaara suspiró, ¿había que explicarle todo al detalle? –tomarte de la mano, caminar contigo, hablar contigo, reír contigo…
Lee no pudo más que sonreír divertido al escuchar la aclaración del pelirrojo, sus intenciones eran tan inocentes, le inspiraba tanta ternura.
-Entonces hagámoslas –le tendió la mano.
Por unos momentos Gaara dudó. Miraba la mano del otro chico y luego su rostro, aquella expresión radiante fue más que suficiente para aceptar la invitación.
-¡Gaara! ¡Kankurô! –ese grito proveniente de Temari le sacó de sus pensamientos. –Alguien nos está siguiendo, percibo su chackra.
-Sí, yo también me he dado cuenta –confirmó su hermano mayor.
Gaara prefirió guardar silencio, es que no había sentido nada, aquel despiste que llevaba no era habitual en él y era mejor que sus hermanos no lo notaran.
-Quedémonos para ver de quien se trata – propuso Temari –y si es algún enemigo, estaremos preparados.
Se quedaron esperando por la figura desconocida que cada vez se sentía y escuchaba más cerca. Estaban alertas, para que fuese quien fuese no les sorprendiera. Pero eso fue algo que no consiguieron, ya que cuando dicho individuo estuvo frente a ellos, con su pecho subiendo y bajando por la carrera y el pelo alborotado por el viento, todas sus expectativas cambiaron…
Impresión en Temari. Asombro en Kankurô, algarabía en Gaara.
-¡¿Qué estas haciendo aquí?! ¡Estamos lejísimos de Konoha! –gritó Kankurô.
-Yo…estaba…quería… –un titubeo nervioso se apoderó de él. Las palabras se agolparon en su boca sin saber por donde empezar a explicar y para colmo tener a los tres Sabaku escrutándole no ayudaba para sentirse más seguro.
-¿Y bien? –insistió el marionetista.
-Basta.
Todas las miradas se vieron dirigidas hacia el pálido chico de cabello rojo. Una escueta orden, pero lo suficientemente imponente como para que sus hermanos se abstuvieran de hacer más preguntas.
-Dejadnos a solas. –fue lo siguiente que ordenó.
Sin más objeciones, los otros dos saltaron y desaparecieron de la vista.
-¿Qué es lo que quieres?
Lee se quedó observando el punto en donde se dejaro de ver los hermanos de Gaara hasta que escuchó la voz de éste, atrayendo su atención nuevamente. La verdad es que no tenía ni idea de qué decir, no tenía ningún pretexto o excusa que justificara su presencia en aquel lugar.
Pese a lo brusca que sonó la pregunta, supo que ese no era el objetivo, había aprendido a interpretarle como si se tratara de él mismo.
Pensó que con palabras no conseguiría transmitir lo que en verdad sentía, así que adelantó un par de pasos y cuando estuvo frente al otro, enroscó los brazos alrededor de su cuello.
Por su parte, Gaara se quedó sin saber que hacer. ¿Devolverle el gesto? ¿Dónde pondrías las manos, por encima de sus hombros o debajo de su cintura? Sintió como el agarre de Lee se iba debilitando, a lo mejor por no recibir ninguna reacción. Pero antes de que pudiera alejarse de él, rodeó la cintura del moreno con ambos brazos y apoyó la barbilla en su hombro. Acción que agradó bastante a su acompañante, quien dejó salir un suspiro de felicidad alborotándole el pelo.
Se mantuvieron así por varios minutos, sin decirse nada, solo se escuchaban los graznidos de los pájaros por encima de las copas de los árboles. Era un contacto del cual ambos disfrutaban.
Gaara incluso se permitió cerrar los ojos.
-No quiero que te marches Gaara-kun. –fue aquel leve susurro cerca de su oído que le hizo volver a abrirlos.
-Tengo que hacerlo.
Se separaron lentamente para mirarse a la cara.
-Lo sé. Sólo te expresaba mi deseo de no querer que te fueras, de que te alejaras de mí…
-¿Y has venido hasta aquí para hacérmelo saber?
Habían llegado nuevamente al punto en el que tenía que explicar su presencia allí.
-Quería despedirme decentemente de ti… -dijo con timidez, algo que a Gaara le extrañó, después de lo que había pasado la noche anterior entre ellos…
Sorpresivamente, se encontró con el rostro de Lee peligrosamente cerca del suyo, con los ojos cerrados y los labios en posición.
El pelirrojo evitó sonreír para que su boca y la del moreno impactaran en un beso húmedo yapasionado que tuvieron que romper por falta de aire.
-Lee… -dijo agitado –recuerda respirar por la nariz…
El chico de Konoha se sonrojó furiosamente, no era un experto besando, y era algo que le avergonzaba admitir frente al otro, a quien no hizo falta que se lo dijera, ya que quedó demostrado en el primer beso que se dieron, el primero que dio a alguien…
Gaara le observaba con un brillo de ternura en la mirada. La imagen de un Lee azorado hasta las orejas era un deleite. Tomó su barbilla y volvió a acercar sus rostros, permitiendo que sus narices se rozaran levemente.
-Sólo tienes que relajarte y dejarte llevar –fue lo último que dijo el kazekage de Suna antes de volver a unir sus labios con los del moreno, en un beso lento, que esta vez desbordaba ternura.
El pelirrojo se había introducido completamente en la dimensión a la que se transportaba cuando estaba con Lee, olvidándose de Temari y Kankurô, dejando atrás al Gaara frío e inexpresivo, demostrando a uno que distaba totalmente de su usual apariencia, pero eso era un privilegio del cual sólo aquel chico que estaba frente a él podía gozar.
-¿Y ahora qué? –preguntó Lee una vez se hubieron separado.
Gaara le miró confuso.
-¿A que te refieres?
-Quiero decir, ¿esto es todo? ¿Dejaremos lo que paso como un recuerdo?
-Un bonito recuerdo…
-Que se esfumará tan pronto como apareció.
-Te equivocas.
-Yo solo quiero hacerte entender que lo que más deseo es que estemos juntos.
Su rostro estaba empezando a congestionarse, parecía que en cualquier momento se echaría a llorar y eso era algo que Gaara odiaba, ¿tenía que ser siempre tan emotivo? ¿o es que se había dado cuenta de que era vulnerable ante su tristeza? no estaba preparado para manejar lágrimas, menos si eran las de Lee.
Acarició su mejilla izquierda con los nudillos y unió sus frentes.
-Ese también es mi deseo desde que te conocí mejor. -susurró encima de sus labios.
-¿Entonces porque no lo estamos? –reprochó.
-Tú vives en Konoha y yo en Suna, en donde soy el kazekage.
Un resoplido molesto fue toda la respuesta que obtuvo.
-¿No abandonarías Suna por mi?
-Sabes que no puedo hacer eso, aunque quisiera, después de años conseguí que la gente allí me reconociera, que ya no teman a mi presencia, que me acepten…además, es mi hogar y el de mis hermanos, no me sería nada fácil abandonar todo lo que allí tengo, aunque tú eres una razón de mucho peso como para hacerlo…
-Es una pena…porque yo sí dejaría Konoha por ti –dijo posando una mano en su pecho. –Ahora mismo si hace falta…, lo que sea para que no nos separemos. Claro si tu…si tu así lo quieres…
El pelirrojo sintió como su boca se secaba. Tener a Lee tan dispuesto a dejarlo todo atrás por él era algo que le costaba asimilar. Nunca creyó poder causar ese efecto en alguien.
Besó con ternura la tersa piel de las mejillas morenas.
-Pues ven conmigo, ahora mismo. –terció.
-Si me lo pides todo con esa mirada, será difícil que no acepte. ¿Quién dijo que el futuro no lo podíamos cambiar? –siseó con burla.
Gaara sonrió de lado.
Ni una sola palabra más hizo falta para que juntos emprendieran la marcha hacia Suna, el que sería el nuevo hogar de Lee, de los dos. No cayendo en la cuenta de que estaban siendo vigilados. De que alguien más les seguía…
‘¡No…no lo voy permitir!’
The end