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Escrito en el Destino por Akiko_y_Shizuka

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Notas del capitulo:






<center>Escrito en el destino
Por Akiko y Shizuka
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<i>No había nada que garantizara tu amor por mí, aun cuando mi amor no podría pertenecer a otro.
Dios, si puedes comprender el dolor que me ahoga, dame fe y paciencia para que el amor no se desborde por mi mirada.
Quizá no me ame, quizá encuentre a otra persona…
Dame valor para verle ser feliz.</i>

<hr>


<b>Capitulo uno</b>



El moreno le dio otro mordisco a su sándwich de atún y puso los pies sobre la silla de su compañero de clase, mientras sus amigos reían.

- Oye. Tú que te llevas tan bien con el presi - dijo uno de gafas con confianza -, podrías hacer que alargara las vacaciones de verano un mes más.

Jensen lo miró mal.

- Ya lo intenté - terminó por admitir y suspiró hondamente con una risita.

- Pues que mañana lo declare día festivo - intervino otro al que el moreno le miró mal de verdad.

- Claro que no, a este paso me prohibirán la entrada - se defendió el moreno y terminó el bocadillo, chupándose un dedo - Además Adrien, recuerda que no me hablo contigo, aún no te perdono lo de ayer.

- Soy yo quien debería estar molesto - refutó Adrien con un puchero - No logré lo que quería.

- Porque debió ser algo malo - intervino una compañera, quien iba entrando y fulminó al chico en cuestión - No habrás intentado besarlo como a nosotras, ¿verdad?

Adrien se ruborizó siendo descubierto.

- Bingo, pero gracias a las enseñanzas de mi tío, lo que besó fue la pared - Jensen hizo el gesto de la victoria con los dedos - ¡Tendré que darle clases a las chicas contra Adrien!

- Que suerte tener un tío que trabaje tan cerca del presidente - fantaseó la muchacha con un rubor rojo en las mejillas - ¡Decidido! ¡Seré custodio y defenderé al presidente!

- Creo que se necesita saber pelear para eso, Cathy - otra chica entró con varios emparedados y comenzó a repartirlos entre sus amigos - Tu no soportas una uña rota - sonrió - Es mi nueva receta, chicos - les miró con una ceja enarcada - Quiero opiniones.

No es que fueran malos, pero había veces que los emparedados de Cathy eran algo que no gustaría a toda clase de personas.

Jensen tuvo miedo por sufrir de dolor de estómago una vez más, y suspiró aliviado en cuanto sonó la campana de la clase.

- Uy mira qué tarde es - indicó Jensen, quien le devolvió el bocadillo, mientras recogía sus cosas - Mi madre me matará si como algo más antes de llegar a casa... no le gusta que le deje la comida en el plato.

Una gran y enorme mentira, y quizá por eso Jensen le dio un beso en la mejilla a la muchacha.

Saliendo del colegio, tomó su bicicleta y pedaleó a casa.

El colegio donde estaba estudiando quedaba cerca, pero su madre tenía una extraña fascinación por el autobús escolar, especialmente cuando hablaba de haber encontrado su primer amor ahí; cosa que, desde luego, no agradaba mucho a su padre, cuando la escuchaba. Lo cierto es que la bella mujer adoraba dar consejos a su primogénito, ya que estaba segura de que su primer encuentro sería muy especial.

"Eres igual de guapo que tu padre" había dicho ella con absoluto orgullo ", y tienes mis ojos, así que serás irresistible a esa persona"

Eso fue lo que le dijo una de las pocas veces que lograba encontrarla en la casa al regresar de la escuela.

Ese día no fue distinto.

Jensen dejó con un golpe la bicicleta en el suelo y caminó hasta entrar en la casa, dejando caer la mochila en el suelo y caminó hasta la cocina, para abrir la nevera y tomar un trozo de tarta de manzana que había sobrado del día anterior.

Personalmente no le importaba demasiado que sus padres trabajaran en el laboratorio todo el día, eso le dejaba todo el tiempo del mundo para jugar con sus amigos sin ser regañado, y sobre todo de poder ir a visitar a su tío para que le siguiera enseñando esa tan buena defensa que le libró de un beso.

Jensen se alcanzó un postit y comió otro trozo del dulce mientras escribía.

- Estoy... con tío... Maurice... - repitió con la boca llena y al terminar lo pegó en la puerta del frigo, para salir de nuevo de la casa.

Las elecciones estaban en su punto. Cosa que había provocado que su tío se instalase cerca, en esa mansión, que pertenecía al presidente, heredada de su padre, quien se había mudado. La seguridad era casi una exageración, pero todos los empleados de la casa saludaban con agrado al niño, a quien habían aprendido a conocer desde ese agradable incidente de la fuente.

A Jensen aun le era sorprendente lo que un simple pececito podía causar, especialmente en la buena reputación de un presidente, quien había sido criticado de manera positiva por meterse en una fuente para rescatar un pez de colores.

Algo que sin duda sus contrincantes intentaron boicotear y lo único que consiguieron fue que fuera reelegido en la candidatura anterior.

Aunque eso no le importaba en lo mínimo a Jensen, aunque se colara en aquella gran casa a ver la enorme pecera que adornaba una de las habitaciones.

El moreno abrió la puerta y la cerró con cuidado de no hacer ruido hasta pegar la cara en el cristal, viendo esos preciosos peces de colores.

Lo tenía que hacer a escondidas, a su tío no le gustaba mucho que se comportara de esa forma aun teniendo confianza con el presidente.

La enorme pecera había sido puesta un día después de que Jensen entrara a la casa por primera vez.

Al presidente no parecían gustarle mucho los peces, pero se veía satisfecho al agregar más detalles a esa pecera, especialmente porque era Jensen quien le recomendaba lo que podría ser útil a los animalitos.

- Es porque tu eres un experto con los animales - dijo Daryl una vez, mientras instalaba un termómetro nuevo en la pecera - Yo sólo sé de perros y de política.

Así que siempre que podía, escapaba allí.

Desde pequeño le habían entusiasmado los peces y los pájaros, así que estaba maravillado con aquella habitación.

- Ua... - susurró sorprendido y caminó siguiendo a uno de ellos - Tú eres nuevo, ¿eh? - le habló como si realmente fuera a contestarle.

Un ladrido llamó la atención del chico y miró con curiosidad a Bruno, el perro del presidente, totalmente lleno de jabón mientras movía su cola al verlo.

Supo al instante que el animal había escapado de su baño, así que no tardaría en ver a ese hombre entrar por la puerta y...

- ¡Bruno! - bramó un empapado Daryl, entrando a la habitación - ¡Si veo que trepas a la cama con todo ese jabón te castigaré! - amenazó, aunque Bruno parecía más interesado en saltar encima de Jensen.

Y pese a los intentos de Daryl, el perro lo consiguió.

Jensen gimió cuando Bruno además de saltar sobre él, lo atrapó contra el suelo y decidió que era un buen lugar para agitarse el agua.

No es que le molestara, pero tener un San Bernardo encima todo empapado...

- ¡Bruno, ¡para!! - exclamó el moreno, mientras se arrastraba para salir debajo de él.

- ¡Bruno! - Daryl llegó al rescate del adolescente y arrancó a ese enorme perro, quien se sentó a un lado suyo, sin dejar de mover la cola - Eres siniestro cuando te lo propones - regañó al perro con una mala mirada y puso atención al morenito - ¿Estás bien, Jensen?

Jensen lo miró desde el suelo, en donde aun se encontraba totalmente desparramado.

- ¿Vivo aún? - bromeó y apoyó la mejilla en el suelo - Acaba de caerme un perro enorme encima, deberías de ponerlo a dieta si sigue planeando tirárseme, Daryl.

- Temo que es la constitución normal de un San Bernardo - Daryl sonrió y entregó al perro a su camarera, quien sonrió a Jensen al instante - Ahora los dos estamos mojados. ¿Por qué debo acabar mojado cuando te veo?

- ¡Es el destino! - exclamó y de un salto se puso en pie - Pero esta vez yo no tuve la culpa - el moreno con confianza se acercó al enorme armario de Daryl.

Cuando era más pequeño le encantaba meterse en ese vestidor que tenía a los lados trajes y más trajes y un pasillito en medio, y jugar allí al escondite con el presidente.

Ahora buscaba una prenda de recambio para ambos, así que sacó una sudadera y una camisa, la ultima tirándola cerca de él.

- Hoy no tienes trabajo, ¿no? - preguntó, mientras se quitaba la camiseta mojada.

- Adelanté mi trabajo ayer - dijo Daryl y se dirigió al cuarto de baño para cambiarse - Tu tío esta con los nuevos custodios - informó desde dentro - ¿Irás a entrenar?

- Sip - contestó con fuerza - ¿Vendrás? Ser derrotado siempre por mi tío es un fastidio.

Bonita manera de decirle que le encantaba tumbar a Daryl.

Daryl hizo una mueca y salió del cuarto de baño, ya vestido con ropa seca.

- No sé si sea buena idea - murmuró con seriedad y se sentó en la cama - Mi personal empieza a reírse a mis espaldas por eso. No fui educado para vencer a dos expertos en combate.

Jensen se ajustó la sudadera, de la cual se rió porque le quedaba enormemente grande y se tiró a la cama cayendo de rodillas.

- ¡Déjame enseñarte! - propuso de pronto.

Daryl miró atentamente al chico y suspiró.

- No creo que sea buena idea - dijo con la mejor de sus sonrisas.

- ¿Por qué? - preguntó algo desanimado.

- No todos los días tengo tiempo - respondió con una sonrisa -, pero siempre puedo estar con ambos, cuando halla adelantado trabajo.

Jensen bajó de la cama, aún más desanimado.

- Está bien - terminó aceptando y se volvió a sonreírle - Iré a ver a mi tío antes de que alguien le diga, ya sabes que no le gusta que me meta aquí, así que no le digas nada - le dijo de forma traviesa, mientras caminaba hacia la puerta.

Daryl aceptó con una sonrisa y lo vio retirarse, antes de suspirar y seguirlo.

Caminaron juntos hasta donde estaba Maurice. El hombre miró a su sobrino con una ceja enarcada y se inclinó para abrazarlo.

- ¿Qué te he dicho? - le regañó.

- No sé - dijo el chico, intentando disimular todo lo posible.

- ¿No sabes? - Maurice atrapó a su sobrino y le revolvió el cabello - ¿Y esa sudadera? ¿Tu madre comienza a comprarte ropa grande sin razón alguna?

Daryl sonrió. Era raro cuando Morrigan no notaba algo así.

- Claro, lo hace con el propósito de que me haga tan grande como tú... y para que deje de comer tarta - rió Jensen, quien estaba siendo atacado por su tío con cosquillas - No, para, te diré la verdad, ¡lo juro!

- Más te vale, enano - Maurice lo soltó y miró a su jefe - ¿Está interesado en ser vencido por este chico, señor?

Daryl levantó ambas manos.

- Solo estaré de observador - dijo con una tímida sonrisa.

- Usted siempre está observando, señor - señaló Maurice son una ceja enarcada, logrando incomodar a Daryl.

- Es que le gusta ver como me pones en ridículo - suspiró Jensen, quien no notaba esa pequeña tensión entre los mayores, pero que tiró de la camisa a su tío con fuerza - ¿Sabes, tío? ¡Ayer usé la llave que me enseñaste la semana pasada!

- ¿En serio? - eso llamó la atención de Maurice - ¿Por qué?

Ese era el problema con tío Maurice. Siempre quería saber el porqué de todo.

El moreno alcanzó a tener un rubor precioso en sus mejillas.

- Porque el pervertido de Adrien intentó besarme - susurró bajito - ¡Pero terminó besando el suelo! - exclamó eufórico después - No dejaré que nadie me bese jamás.

- ¡¿Qué intentó besarte?! - preguntaron ambos y se miraron.

- Jensen - Maurice le tocó ambos brazos - Me siento orgulloso de ti.

- ¿No dejarás que nadie te bese? - musitó Daryl pensativo y sonrió con burla - ¿Planeas hacerte religioso?

- ¡No! ¿Me ves cara de cura? - gruñó hacia Daryl ofendido, mientras seguía recibiendo palmaditas en la espalda de felicitaciones por parte de su tío - Mamá me dijo que tengo que ser yo quien tome la iniciativa, así que seré yo el que dé besos.

- Eso te librará de cuanto pervertido existe en esta ciudad - Maurice parecía muy orgulloso por su sobrino - Desde luego tu madre sabe dar buenos consejos.

Daryl suspiró.

- Acabo de recordar algo que no he hecho - se disculpó - Con permiso.

Maurice enarcó una ceja ante eso.

Puede que fuera un niño, pero en ciertas ocasiones creía ver atisbos de tristeza en Daryl, cosa que le extrañaba, ya que siempre se le veía muy lleno de vida.

Y esa era una de las veces.

Con algo de rubor lo detuvo, tomándole de la manga de esa camisa, y se puso de puntillas para darle un suave beso en la mejilla.

Después se giró y le dio otro a su tío.

- Vamos J.D - le gritó uno de los novatos - Ven a darle una paliza a Jonson que lo está deseando.

- ¡Que se prepare!

Y luego corrió hacia los novatos con una risa.

Daryl se ruborizó de manera mortal. Con un carraspeo se apresuró a huir.

Las emociones fuertes las tenía junto a Jensen, muy especialmente porque era una fruta prohibida a la que no podía acceder.


* * *


- Hola, buenos días - saludó Tom, con una paleta en la boca y se sentó en su lugar - ¿Vieron las noticias de ayer? Hubo otro intento de asesinato al presidente hace una semana, pero no quisieron decirlo hasta ahora.

- Mi madre se escandalizó esta mañana - intervino Carla - No puede creer que puedan atentar contra un presidente que ha hecho tantas cosas buenas, y que además sea tan guapo.

- En eso tiene suerte Difelds, que lo ve cuando quiere - dijo Kathy, quien miró a su compañero - ¿Ya lo viste desnudo? ¿Qué tal es?

Jensen le tiró la goma de borrar a la cabeza.

- ¡Eso no es asunto tuyo! - exclamó todo rojito.

- ¿Has visto desnudo al presidente? - preguntó Adrien, quien iba entrando y frunció el ceño - ¿Por eso no te gusto?

- Debe tener un cuerpo espectacular - fantaseó Kathy - A sus 31 años se ve perfecto para mí.

- ¡No he visto desnudo a nadie! - exclamó el morenito algo más rojo.

- ¡Jensen es un inocentón! - le picó Tom.

- ¡Tráenos una foto! - rogó Kathy.

- ¿Tiene mejor cuerpo que el mío? - Adrien parecía deprimido.

- ¿Ni siquiera lo has visto en traje de baño? - intervino Carla - Mi madre dice que se ve guapísimo.

- No pienso traer ninguna foto - determinó Jensen, comenzando a molestarse.

Adrien se acercó a Jensen con cautela.

- Si quieres puedes verme desnudo a mí - sugirió ese chico tan atrevido.

- ¿Acaso quieres volver a besar el suelo, Adrien? - amenazó Jensen con un puño - Que te vea tu perro.

- Que frío - se quejó Adrien con un suspiro.

- Difelds - llamó un estudiante de un curso superior desde la puerta y le hizo una señal para que saliera.

- ¿Tienes problemas con el raro? - preguntó Carla en un susurro.

- No es raro - defendió Jensen y se levantó para caminar hacia él.

En realidad era un chico muy interesante.

En el patio le había descubierto con un libro que él también tenía en su habitación, y se sentó a charlar con él sobre lo interesante de éste.

Y es que el fondo del mar era realmente atrayente.

Dan le tendió un sobre a Jensen y sonrió antes de acomodarse los lentes.

- Es un alimento nuevo que están por sacar al mercado - le informó - Mi padre ha visto que los peces están más saludables con él. Seguro te sentirás más cómodo que con el que usas ahora.

Al moreno se le iluminó la carita con esa buena noticia.

- Payasito te lo agradecerá mucho - así era como había bautizado al pez que tenía en casa - ¿Cuánto te debo?

- Nada - Dan sonrió - Apenas esta por salir al mercado, si estás satisfecho con los resultados puedes ir a comprarlos a nuestra tienda. Mi padre se pondrá muy feliz por atrapar a un cliente más.

- Si funciona tan bien como dice, tendrá personalmente como cliente al presidente - aseguró - Necesita cuidar esos peces... pero para agradecerte, te invito a un postre de la cafetería, ¡hoy hay de plátano!

- El presidente - Dan hizo una mueca - ¿No es poco común que un hombre de 30 años tenga una amistar tan estrecha con alguien de 14? - preguntó sin maldad - No todos los adultos son buenos, ten cuidado, Jensen.

- Daryl no es malo - dijo con confianza - Mi tío es su jefe de seguridad, y siempre que puedo me escapo para que me entrene, así que es normal, ¿no?

- ¿Y sabes que es homosexual? - Dan se ajustó los lentes - ¿Eso no cambiaría tu percepción?

- ¿En serio lo es? - Jensen parpadeó. Eso no lo sabía - Pero no sé por qué eso tiene que ser malo.

- Porque alguien tan atractivo como tu podría gustarle - Dan hizo una mueca.

Jensen lo miró por unos segundos y se rió.

- ¡Soy un niño! Es imposible que eso suceda - añadió con un toque de voz distinto.

Dan sonrió y le dio unas palmaditas.

- Después hay que ir al acuario - invitó - Vi en las noticias que habían traído un delfín nuevo.

- ¡Claro! Me encantará ver eso - aceptó Jensen de buena gana.

La clase inició finalmente. Aunque había algo distinto, al menos para Jensen, quien miraba pensativo por la ventana.

Su tío Maurice siempre hablaba de una persona sencilla al referirse al presidente. Incluso hasta parecía feliz por ser parte de su seguridad, pero no le platicaba de cosas tan personales como la que Dan había revelado hace poco.

Quizá Dan no estuviera bien informado después de todo. Ya que Daril Llod parecía bastante recto, incluso para eso.

A lo mejor podría preguntarle, aunque justo por eso no parecía estar tan confiado a hacerlo.

Desde aquel incidente con el pececito, Daryl se había convertido en su amigo, pero tampoco es que pudiera ahondar en su intimidad así como así.

Además, ¿a él qué le importaba que fuera o no homosexual?

Jensen frunció el ceño ante ese pensamiento y profirió ese largo suspiro que llamó la atención de sus compañeros y un regaño de la profesora.

Tarea extra como castigo.

Genial...

Llegar a casa y encontrar a su madre en la cocina fue todo un acontecimiento.

La verdad es que la mujer no había dado muestras de interés por estar en ese sitio, si no era para comer, por lo que verla armada con una espátula extrañó un poco a Jensen.

- ¿Por qué vienes con esa carita, cielo? - ella lo miró con cariño y volteó algo en la cacerola - ¿Fuiste en el autobús escolar y conociste a una chica guapa, pero no le hablaste? - ella sonrió.

- Las chicas son el enemigo, mamá - respondió el chico, sentándose en una silla - La profesora me regañó por estar en las nubes.

- Las chicas no somos malas, Jensen - regañó ella y puso un plato con comida algo... rara cerca de él - Tu padre no deja de agradecer haberse topado conmigo.

- Pero papá y tú estáis hechos el uno para el otro - Jensen miró la comida y evitó un poco el comerla - ¿Cómo sabré yo eso? Siempre me hablas de amor - musitó el pequeño -, pero no sé que se siente... ¿cómo fue cuando te enamoraste de papá?

- Fue... - ella se sentó frente a él y se ruborizó - como tener el corazón sin freno - rió un poquito - Yo sería la asistente de tu padre y estaba emocionada, pero lo que encontré en el laboratorio me decepcionó un poco... - admitió - Entonces pasó... Él consiguió una base nuclear para mí, pese a que no era su obligación.

- ¿Y ya está? - preguntó Jensen algo decepcionado - ¿Sólo un corazón alborotado? Pues vaya cosa, eso también lo siento cuando juego a tenis.

- Eres tan frío, hijo mío - lamentó ella y lo miró con pena - A este paso me quedaré sin nietos. Deberé pensar en tener un hijo más. - se ruborizó - se lo propondré a tu padre en cuanto llegue.

- Mamá, por favor, no quiero saber esas cosas - pidió Jensen con algo de asco y alcanzó el mando de la televisión para encenderla.

Justo allí apareció Daryl Llod en las noticias, en lo que parecía ser, visitando un colegio público de la ciudad.

- Oh, el jefe de tu padre - la mujer se acomodó - Si no estuviera tan enamorada de tu padre pensaría en visitar a mi hermano a su trabajo - se rió con travesura.

- Pues yo voy cuando quiero - Jensen le sacó la lengua a su madre traviesamente.

- Eres tan mezquino con tu madre - lamentó ella - ¿Dónde esta mi adorable J.D. huyendo desnudo por la casa porque no quería bañarse?

- Puedo hacer lo mismo con esta comida, si te sirve de consuelo - y el moreno la retiró un poco lejos - ¿Podemos ordenar pizza? Porfi....

- ¿Que clase de comida te da tu tío Maurice? - ella lo miró un poco ceñuda antes de tomar el teléfono y marcar - Le diré que deje de consentirte tanto - miró la televisión - Oh, mira, tu tío ha salido en TV - se interrumpió - Una pizza con carnes extras y doble queso.

- ¡Bien! - exclamó Jensen, por la pizza.

Y mientras tanto miró la televisión viendo en cómo todos esos niños disfrutaban de la presencia del presidente, y como su tío lidiaba por mantener a los más adultos alejados por si acaso.

- Tu tío se toma muy en serio su trabajo - observó la mujer y subió el volumen - Dice que está orgulloso de proteger a ese hombre. ¿No estarán enamorados?

Jensen le volvió la mirada rápidamente.

- ¿Tú crees? - preguntó interesado - Pero... ¿el tío es de "esos"?

- ¿"Esos"? - la mujer soltó una carcajada - Jensen, vives en una familia abierta, deja de hacer reír así a tu madre - le palmeó la cabeza con cariño - Tu tío Mike es de "esos" - susurró bajito - ¿Aun te parece normal que un hombre tan guapo como mi hermano menor siga sin esposa?

Jensen se ruborizó mortalmente.

- ¿Y de veras puede estar interesado en él?

- ¿No sería grandioso? - el sonido de la puerta hizo que ella corriera a verificar que fuera la pizza, pero solo recibió un paquete del cartero - Tener al presidente en mi familia no me vendría nada mal - dijo entonces y colocó el paquete en la mesa para abrir y sonreír - El regulador que ordenó tu padre. Ahora sí que podré extorsionarlo.

- Sí, claro, sería estupendo - musitó Jensen y apagó la tele - Tengo tarea que hacer...

- ¿Uh? - ella se extrañó - ¿Y la pizza?

- Se me quitó el hambre - le dijo saliendo por la puerta, aunque luego retrocedió y le apuntó con un dedito - ¡Pero no la comas entera! - y fue hacia su habitación.

Fue allí donde intentó hacer esos deberes extras mientras se quedaba atontado mirando por la ventana sin pensar en nada, hasta que salía de su ensimismamiento y regresaba a hacer esas divisiones.

Media hora más tarde lanzó el cuaderno por encima de su cabeza y tomó el teléfono inalámbrico, dando vueltas por la habitación.

Tenía ganas de llamar a Daryl y decirle lo de la comida de los peces, ¿pero estaría libre?

Finalmente marcó y esperó paciente, mientras escuchaba a su madre regatear por el minuto que había tardado la pizza.

- Llod... - se escuchó al otro lado de la línea - ¿En qué te puedo ayudar, Jensen?

- Ah… ¡hola! - en verdad se estaba sintiendo incómodo por llamarlo. Algo que nunca le había ocurrido - ¿Sabes? Un chico del colegio me ha dado una comida realmente buena para los peces, mañana les llevaré un poco a los de tu acuario, ¿o tienes otra salida?

-Me estoy rozando con "el futuro del mañana" - dijo Daryl con alegría, refiriéndose a los niños - Si no nos vemos mañana, puedes dejar la comida a Morrigan. Me encargaré de que los peces estén bien cuidados.

- Ya... - susurró Jensen y caminó por la habitación, jugando con un mechón de su cabello - Te vi en la tele, podrías hacer lo mismo en mi escuela...

- ¿Te gustaría? - Daryl soltó una risita con su voz grave - ¿No tienes suficiente fama en la escuela?

- Yo no tengo fama en la escuela - se defendió inmediatamente Jensen - Pero sí...

- Pediré que abran espacio en la agenda, pero no esperes nada pronto, ¿está bien? - se escuchó que hojeaba algunos papeles - Tu secundaria no se apuntó a las visitas, veré qué puedo hacer.

- Está bien - y el morenito se despidió.

Al colgar, dejó caer el teléfono en la cama y él le siguió.

Jensen rodó por el colchón y suspiró... Las veces que Daryl le había dicho "pediré que abran un espacio", habían terminado por no suceder.

No es que no creyera en su palabra, pero era un hombre demasiado ocupado, así que no se haría ilusiones con respecto a eso.


* * *


La mañana siguiente lo despertó con un aroma delicioso.

Al bajar por la escalera descubrió a su madre cocinando y no usando el microondas, como era su costumbre.

Ella le sonrió y colocó un plato en la mesa con algo.... irreconocible en él.

Su padre estaba sentado también, y justo había apartado el periódico para mirar su almuerzo, antes de sonreír a su hijo.

- Oye, Mary - dijo el hombre - ¿Por qué no contratamos a alguien que te ayude en eso?

Algo francamente inusual.

Jensen revisó el calendario para verificar que no se trataba de un fin de semana, así que no entendía nada.

- ¿Qué hacen en casa? - les preguntó - Ya está, ¡os despidieron! Seguro han provocado alguna explosión en el laboratorio.

- Muestra más fe en tu padre - regañó el adulto - Claro que no me despidieron, sólo - se ruborizó - estoy preocupado.

- En vez de estar preocupado deberías terminar el almuerzo, cariño. Se te hará tarde.

El hombre suspiró y comenzó a comer.

- Jensen no come el suyo - señaló.

- Jensen ya comerá - aseguró ella y miró a su vástago.

Jensen cerró los ojos y comió.

Algunas veces eso era lo bueno de que no estuvieran.

- ¿Y por qué preocupado? Mis notas están bien - bueno, menos ese negativo en lenguaje, pero no tendría por qué mencionarlo hasta las notas finales.

- ¿No le has dicho? - preguntó el hombre.

- Tienes un hijo que escapa cuando menos lo espero - dijo Mary con un suspiro y se sentó a comer del desayuno que había preparado - Dile tu.

-¿Eso está bien? - preguntó el profesor.

- ¡Pero quieren hablar! - exigió Jensen, poniéndose nervioso - ¿Es que vamos a mudarnos?

- Claro que no - el hombre metió otro trozo de tortilla a su boca.

- Vas a tener un hermanito - dijo la mujer con una sonrisa - Come.

Jensen parpadeó

- Pues sí que te has dado prisa mamá, si apenas lo dijiste ayer - susurró sintiendo la mirada de su madre clavándose en él - ¿Tan rápido se hacen?

El hombre se ruborizó. Contar los pormenores a su hijo no estaban en sus planes; mucho menos cuando un laboratorio tenía directa relación con ello.

- Claro que no, tontito - regañó la mujer con su bella sonrisa - Sólo te daba pistas para que no te cayera de sorpresa.

- Ah - musitó Jensen y se levantó a darle un gran beso a su madre - Un hermanito, un hermanito - canturreó contento - ¡Felicidades, papis!

- ¡Ese es el espíritu! - exclamó ella con orgullo.

- J.D. - llamó el padre con una sonrisa - Tu bici estará en mantenimiento, así que toma el autobús escolar por esta vez.

- Y si vez alguna chica linda que te haga temblar, siéntate con ella - recomendó la mujer.

- ¿Otra vez con eso? - suspiró el hombre.

- Mamá no deja de repetirlo cada que tiene oportunidad, a ver si puedes hacer algo con eso - y se levantó, tomando una tostada.

No era ni muchas ni pocas las que tomaba el autobús, sólo cuando se había pasado la noche jugando a videojuegos y por la mañana estaba demasiado dormido como para tomar su bicicleta, así que no era tan extraño que Jensen lo tomara esa mañana.

Al subir, avanzó por el pequeño pasillo y chocó una mano con Tom, hasta sentarse en el sillón libre que había tras él y estirar las piernas.

Tom se volvió, poniéndose sobre sus rodillas.

- Tienes que venir a jugar a mi casa, mi hermano trajo un videojuego que es súper sangriento - le dijo, emocionado.

- ¿Ese nuevo? Es genial - asintió el moreno con fuerza.

El autobús se detuvo en una parada inusual, por la puerta subieron varios camarógrafos que se instalaron hasta el final y, detrás de ellos, un Daryl que fue recibido con exclamaciones de sorpresa.

- ¡Eh! ¡Es tu amigo, el presidente! - exclamó Tom por lo bajito, totalmente emocionado.

¿Lo había cumplido!

Jensen iba a responderle, pero no pudo.

Su mirada se había quedado clavada en cada movimiento de Daryl, en cómo saludaba a sus compañeros de escuela, hasta que tuvo que tomar una gran bocanada de aire.

Era muy extraño, pero estaba sintiendo eso que su madre no dejaba de repetirle.

La boca se le había secado, el corazón le palpitaba con fuerza y temblaba de pies a cabeza.

Y cuando Daryl lo miró, no pudo evitar sonrojarse por completo.

El presidente se sentó al lado de una adolescente. Quizá se hubiese sentado con Jensen de haber sitio. En el trayecto escuchaba las animadas preguntas de los alumnos que se acercaban, hasta que llegaron y los vio bajar poco a poco, mientras el camarógrafo se preparaba para hacer unas tomas en algunas clases.

- Señor presidente - llamó una ruborizada chica de primer grado - pase a nuestra aula primero, por favor.

- Haré lo posible - dijo él sin dejar de sonreír.

Aquella sensación tan extraña acompañó a Jensen hasta que pudo llegar a su aula, a través de todo el alboroto que se había organizado en su colegio.

Por desgracia Daryl no empezaría por su clase, o eso observó al ver que las cámaras se adentraban justo en su clase de enfrente y él seguía rodeado de chicos.

- ¡Cielos, es el presidente! - saltó Cathy varias veces, junto a Carla.

- Bah, no merece tanto la pena - dijo Adrien, quien con confianza rodeó los hombros de Jensen.

- Se ve bastante guapo en persona - Carla suspiró - , que envidia me das, Jensen.

- Dejen de hacer tanto escándalo - pidió el líder del grupo, cuando el profesor entró al aula a dar la clase.

En otra ocasión, Jensen les habría dicho algo, pero tan sólo se libró de aquel brazo y se fue a su asiento, en el que no dejó de moverse un segundo.

Se sentía demasiado inquieto y nervioso.

¿Qué demonios le ocurría?

- Luego, aprovecharé para chupar cámara junto a él - sentenció una de las chicas, antes de atender al profesor.

Daryl llegó a la cuarta clase, que resultó ser el laboratorio.

Hizo equipo con Jensen y tres compañeros más e intentaron estudiar las reacciones químicas de los gases. Lo que tuvo a Daryl bastante atento al trabajo que los alumnos realizaban hasta que la cámara cortó y pudo relajarse un poco.

- Señor presidente - llamó Carla - ahora puede venir a nuestro equipo.

- Temo que eso no es posible - rechazó él con delicadeza - no quiero ser reprendido por el profesor a mis 31 años.

Jensen se sintió un poquito más feliz con eso (y sus compañeros también), pero no por ello menos nervioso.

El moreno escribió algo en su cuaderno y se lo pasó a Daryl con disimulo.
En él estaba escrito un escueto "gracias".


Daryl sonrió al leerlo y le regresó el cuaderno: "Lo hice con gusto".

¿Qué más cosas haría con gusto?

Jensen parecía en ese momento sufrir de un ataque de fiebre, por lo coloradito que estaba, y se regañó así mismo.

¿Pero en qué estaba pensando?

Sin embargo si pudiera lo abrazaría muy fuerte en ese momento.

Así que se regañó de nuevo e intentó concentrarse en aquella fórmula.

 

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