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En tus Zapatos por Supa_Mame

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Capitulo Tres: Error

 

Su corazón latía con rapidez, había tenido un sueño terrible... Los ojos del rubio se encontraban dilatados y su boca estaba entreabierta.

‘Te voy a olvidar...'

‘¡No!'

‘Lo siento Edward pero yo ya no quiero tenerte a mi lado...'

‘¡Por favor Roy! ¡No me hagas esto!'

 

Un sueño donde Roy lo metía en una caja para olvidarse de él, una caja que cada vez se hacía más y más pequeña hasta desaparecer. Roy quería olvidarlo, lo quería fuera de su vida... ¡Había sido una pesadilla!

Se limpió las lágrimas que en sueños había llorado con la manga de su gabardina, que la noche anterior no se había quitado para dormir y se dignó a sentarse en la cama. Miró hacia el otro lado de la cama, ninguna señal de Roy... Tristeza.

 

Su sorpresa fue hallarse una notita a un lado de su almohada con la indiscutible letra de Roy. No dudo ni un segundo en tomarla y leer su contenido.

‘Edward:

Perdona, se me presentó un caso urgente en la milicia

Y tuve que salir temprano.

Pero no te preocupes, te tengo una sorpresa...

 

Te llamaré más tarde.

TE AMO.

                                     Roy.'

No pudo evitar sonreír con sinceridad. -¿Una sorpresa?- se preguntó a sí mismo. -Vaya, ¿Qué podrá ser...?

 

Roy estaba en posición de firme, escuchando las indicaciones del Fuhrer sobre una misión en Lior, estaba harto de esa ciudad, ¿cuantas veces más tenía que estar en guerra? Por lo que entendía, solo era una simple riña pueblerina, donde exigían sus derechos y pedían ser escuchados, suspiró con fastidio, y lo peor del caso es que ni Hughes, ni Riza estaban ahí con él.

 

-Bien, es todo, pueden retirarse -genial! Ni una sola orden supo escuchar, ni modo, ya vería con quien hablar para que lo pusiera al corriente. Al salir de la oficina lo primero que hizo fue marcar a cierto lugar especial.

 

-Si... quiero hacer una reservación, a nombre de Roy Mustang -esperó un momento en la línea -Sí, es para dos personas, a las ocho de la noche, claro... gracias -y colgó el teléfono, después marcó a su casa, esperando a que Edward estuviera despierto.

 

El teléfono sonó justamente cuando estaba a mitad de su baño. -¡Aaah! ¡Ay voy!- Gritó Edward saliendo de la regadera con una toalla cubriendo desde sus caderas hasta sus rodillas. Su cabello aún tenía espuma y no hacía más que dejar una trayectoria de charcos de agua por donde pasaba. -¡No cuelgue!

 

Corrió por el pasillo que daba a las escaleras y tomó el teléfono que estaba en la sala de estar. ¿¡Por qué demonios tenía un solo telé fono en casa?!

-¡¿Bue-bueno?!- Contestó Edward jadeando. -Habla Edward...

 

 

Colgó.

-Que raro...-dijo al momento de dejar el teléfono en su lugar -A lo mejor todavía sigue dormido -sonrió con ternura, más se puso triste al instante -Es mejor que duerma... en sus sueños, no puedo dañarlo... -dijo con melancolía.

 

Despejó ese pensamiento de su mente, y se estiró después -Le marcaré en un rato más.

 

Edward se le quedó viendo al teléfono. -Rayos...- murmuró decepcionado colgando el teléfono para después suspirar. -Debió haber sido de esos niños que hacen bromas por teléfono.

 

Algo decepcionado regresó de donde había venido y siguió con su baño con la duda de ¿cuándo lo llamaría Roy?

 

Así paso parte de la mañana y tarde, para cuando le dieron las tres de la tarde, Roy se vio libre del papeleo que Riza, tan amablemente, se encargaba de dejarle, se tronó los dedos y relajó el cuello, viendo el teléfono de nueva cuenta.

 

Ahora su podría llamar a su hermoso niño, descolgó, marcó y espero paciente en la línea, ya debería de estar despierto a esta hora.

 

-¡Habla Edward!- Fue lo que escuchó Roy al momento que Edward contestó el teléfono, sonaba agitado, pero lo que Roy no sabía era que, desde que salió de su baño, Edward se la pasó junto el teléfono esperando la susodicha llamada y, cuando este llamó, Edward brincó fácil 3 metros hacia arriba del susto y contesto de inmediato.

 

Roy se intrigó por el casi grito que recibió en el teléfono, más no quiso investigarlo. Solo sonrió a su modo, pensando en que Edward puedo estar esperando su llamada impaciente, cosa que lo hacia sentirse bien por dentro, aunque solo fuera su imaginación.

 

-Hola Edward...-sintió la voz seca, se sentía la peor cosa del mundo hablándole de lo más normal al niño después de la escenita que se planteó ayer, más intentó agarrar valor de algún lado y preguntó -¿Dormiste bien?...-casi un murmullo salió, pero lo suficientemente audible.

 

-Roy...- Fue lo único que atinó a decir el trenzado. ¿Qué si durmió bien? ¡Esa pesadilla había sido horrorosa! Por supuesto que no durmió bien. -No del todo... pero si descansé...- Admitió con algo de pena. Sentía la conversación muy... ¿forzada? Ambos queriendo evitar hablar de algo que al otro incomodara o no queriendo llevar la conversación a un tema difícil.

-¿Y...? ¿Y tú?- Preguntó el rubio.

 

-...Si... también, solo descansé...-¿Por qué tenía que ser así? ¿Tenía que traer el tema de ayer a conversación o mejor dejarlo de lado y hacer como si nada hubiera pasado? Tamborileó los dedos indeciso si hablar o no -Sabes... -habló inseguro -¿Viste la nota? -se golpeó la cabeza, que pregunta tan estúpida, enormemente estúpida, se sentía como un niño de secundaria.

 

-Si... si la vi.-  Contestó jugando nerviosamente con el cordón del teléfono. -Por eso he estado junto al teléfono desde que me bañé.

‘¡Tonto! ¡No tenía por qué decirle eso!', pensó Edward sintiéndose expuesto al revelar con cuantas ansias quería platicar con Roy... o tan sólo escucharlo.

 

-¿E-enserio? -no pudo evitar sonar feliz -Trabajé más rápido para llamarte lo más pronto que pudiera...-dijo un poco sonrojado, que bueno que estaba solo, su corazón latió con rapidez, amaba la sinceridad e impulsividad de Edward...

 

Lo hacia sentirse más vivo -¿Estás muy ocupado en la noche? -¡vivía con él! ¿Cómo preguntaba algo tan tonto? Con eso solo dejaba en claro que no estaba al pendiente de su pareja. Idiota, imbécil y todos sus sinónimos

 

-P-pues no...- Edward tartamudeó nervioso. -Sólo tengo que hacer de cenar...

 

Nervios... malditos nervios que los terminarían volviendo locos a los dos...

 

-Ah bueno... por que sabes...-balbuceó rascándose la cien con algo de pena -Quiero... es decir... me gustaría... me gustaría invitarte a... a cenar... ¿Qué...que dices? -preguntó por fin, el peso en su pecho creció en vez de disminuir, ahora temía la respuesta de Ed... ¿y si le reclamaba lo de ayer, echándole en cara que no tenía derecho, ni vergüenza para invitarlo a cenar?....

 

-Si no quieres, no importa. No te sientas obligado -concluyó con rapidez. Otro golpe a su cabeza ¿pues que le pasaba? Lo estaba echando a perder con sus interrupciones nada delicadas.

 

Edward sintió su corazón acelerarse. -¿M-Me estás invitando a cenar?- se le notaba sorprendido, pero es que Roy había dejado de invitarlo a cenar, como una cita, desde que vivían juntos. Tenía que admitir que se sentía halagado ante tal invitación, y sonrió.

-Si quiero... si quiero salir a cenar contigo...- Dijo con alegría en sus palabras.

 

No pudo evitar que su rostro mostrara una real sonrisa, y sus ojos brillaran de manera extraña, se sintió feliz, de repente los miedos se fueron y la sinceridad y valor regresaron a su corazón -Perfecto -dijo con emoción, tamborileando un lápiz que había agarrado por los nervios.

 

-Hice una reservación en el restaurante que tanto te gusta -dijo Roy, sabiendo que eso pondría muy feliz a su niño -Es a las ocho, te veo ahí, ¿sí? -sugirió Roy, ya que veía difícil poder pasar por Edward, lo mejor era cortar tiempo e irse desde la oficina hasta el restaurante.

 

-¡Si...!- Aceptó Edward contento. -¡Allí nos vemos!

Por un momento sintió como si todos  los problemas, todas las discusiones, toda la tristeza en su relación había desaparecido dándole una nueva oportunidad a ambos.

Edward estaba a punto de colgar cuando decidió agregar algo más. -Gracias...

 

-¿‘Gracias'?....-lo tomó como un favor... no, no iba a suponer nada, mejor preguntar, sonrió con calma y lo más tranquilo que pudo preguntó -¿Por qué?...

 

 

Ed negó con la cabeza varias veces. -No.... No es nada, no te preocupes.- dijo sonriendo.

'Es sólo que te agradezco que no me quieras olvidar como lo querías hacer en mi sueño...', pensó Ed aún con su sonrisa dibujada en el rostro.

 

Roy parpadeó dudoso ante la reacción de Edward, más no comentó nada, si Ed decía que no era nada, entonces no era nada -Bien, te veo a las ocho en el restaurante -justo iba a colgar cuando se le ocurrió algo -¡Ah! y Edward...

 

-¿Dime?- preguntó curioso.

 

-Ponte algo provocador -colgó con rapidez, para no escuchar las rabietas del rubio.

 

Después de romper el teléfono y arreglarlo con alquimia, Edward no pudo dejar de pensar el lo que estaba a punto de pasar. Roy lo había invitado a salir, y a el lugar costoso que a él le fascinaba... ¡Estaba contento! No pudo evitar fantasear en la cita, en como al verse arreglarían las cosas, se darían un beso tímido en los labios, y se la pasarían muy bien.

Feliz, corrió a la habitación que compartía con Roy y buscó entre sus ropas algo adecuado para la ocasión.  Obviamente no se pondría nada atrevido en un lugar público como Roy le pidió, pero estaba seguro que, si las cosas salían bien, le daría a Roy un regalo especial esa noche.

 

Por fin dieron las siete y media y Edward ya estaba listo. Usaba unos pantalones blancos amarrados con un cinto negro, un suéter rojo de cuello de tortuga que le quedaba pintado, sus usuales botas negras y su cabello amarrado en una coleta.

 

Con mariposas en su estómago salió de casa camino a aquel restaurante. No estaba tan lejos, por eso no se quejo de que Roy no se ofreciera en ir por él, aparte la noche era fresca y le gustaba la sensación del viento en su rostro, jugueteando gentilmente con sus flequillos dorados.

 

Llegó al restaurante justo cuando dieron las ocho en punto. Justo a tiempo, como le gustaba llegar. Entró al restaurante y un mesero lo llevó a la mesa que sin duda había reservado Roy para ellos y su velada. Nervioso, jugueteó con el mantel de la mesa mientras empezaba la espera por su coronel.

Cada vez que se abría la puerta, Edward giraba su rostro para decepcionarse al ver que Roy no llegaba...

-No ha de tardar...- Se dijo a sí mismo cuando ya había pasado media hora de la hora acordada.

 

Pero no... Roy no llegaba, y con cada persona que se marchaba del lugar, se marchaba un poco de la esperanza del rubio por su cita perfecta.

-Roy... ¿dónde estás?

 

Roy manejaba como loco por las calles poco transitadas de Central, pitándole a cualquiera que se le cruzara en el camino, el volante daba vueltas asombrosas y el acelerador era más constante que el freno.  Apretó los puños con fuerza, ¿Por qué justo este día se le tenía que ocurrir al Fuhrer hacer una junta de guerra? ¿Qué no veía que la guerra más importante a ganar estaba en su relación?...

 

Por fin divisó el restaurante, se estación con poco cuidado y bajó con rapidez, llegando justo cuando un mesero colocaba el letrero de ‘CERRADO' dejándolo con la mano extendida y el corazón estático.

 

No llegó... no llegó a tiempo... con miedo y una ligera esperanza buscó con la mirada a Edward... nada... el lugar estaba vacío... así como su corazón... con el dolor en el corazón se fue a su auto, donde se sentó y se quedó quieto un momento.

 

-¡RAYOS! ¡MALDICIÓN! ¡SOY UN IMBÉCIL! -gritó con fuerza, mientras golpeaba el volante con todo lo que el coraje podía darle. Así estuvo por varios minutos hasta que se cansó y lo único que le quedó fue llorar... llorar en silencio por fallarle a Edward de esa manera...

 

Sin nada más que hacer en ese lugar, decidió regresar a casa, mínimo una disculpa le tenía que pedir... otra... condujo sin muchos ánimos, se estacionó frente a su casa y bajó del auto.

 

¿Qué le diría?...

 

Con pasos lentos y nada confiados se adentró a su casa, todo estaba oscuro... dudo en llamar al rubio, pero no le quedaba de otra...

 

-Edward...-susurró quedito.

 

Edward encendió la luz, iluminando cada rincón del lugar. Se encontraba sentado en el sillón azul oscuro y con los brazos cruzados. A un lado de él estaba su maleta, la maleta que desde siempre cargaba consigo cuando estaba en sus misiones o, como era el caso, cuando se marchaba de algún lugar.

 

En  el rostro de Edward lo único que se reflejaba era dolor. Roy lo había humillado... lo había dejado plantado y con medio restaurante de testigo. ¡Se sintió tan mal! ¡Tan insignificante y poca cosa que hasta la persona que él amaba más lo había herido como no tenía idea!

 

-Edward... ¿Qué haces? ¿Por qué... porque tienes tu maleta contigo? -preguntó temeroso el pelinegro, sabía la respuesta, pero rogaba estar equivocado. Pudo ver en los ojos del rubio mucho dolor, se sintió tan poca cosa... nada digno para estar con él -Edward... déjame explicarte que pasó...

 

-Creo que lo haz dejado demasiado claro, coronel.- Dijo con frialdad, parándose del sillón y tomando su maleta. -Yo no te importo y ya no quieres nada conmigo, ¿no es así?

 

 

-¿Qué?...No... Edward, claro que no -soltó asustado Roy, intentando enfocar su mente y encontrar las palabras que necesitaba para poder hacer entrar en razón a su pareja -Escúchame... hubo una junta con el Fuhrer, fue sorpresiva, nadie sabia de esto...yo... intenté llegar a tiempo, en serio....pero -¿Por qué diablos se trababa? Necesitaba sonar calmado, pero esa maleta no lo ayudaba en nada.

 

-¿Una junta? ¡Pudiste haber inventado una mejor excusa!- Gritó molesto pero más que nada herido. -¿¡Por que rayos me quisiste humillar de esta manera?! ¡¿Por qué me ilusionaste tanto...!?

 

-¡Edward, no es así! ¡Escúchame! -levantó la voz para poder aplacar la ira de Edward, no quería despertar la suya -¡No son inventos! ¡Es la verdad, el Fuhrer nos citó, ¿Qué querías que hiciera, que lo dejara plantado y me despidieran?!

 

-¡BASTA!- Gritó tirando su maleta al suelo con furia. -¡BASTA DE INVENTOS!

Sin realizarlo Edward ya estaba llorando y sacando todo el dolor y la furia que llevaba dentro. -¡ESTOY HARTO DE QUE ME LASTIMES DE ESTA MANERA! ¡LOS ÚLTIMOS MESES NO HAZ HECHO MÁS QUE HERIRME!

 

Edward miró a Roy con furia mientras sus lágrimas seguían saliendo sin control. -¡ESTOY...! ¡Estoy harto de llorar por ti!

 

 

Roy apretó los puños con fuerza, ¿‘inventos'? No eran inventos, nada de lo que estaba diciendo lo eran, nada de lo que hacia era con la intención de herirlo.

 

-¡Yo no estoy inventando nada! ¡Me he desvivido por ti, todo este tiempo, todo lo que hacía era por ti! ¡Cada esfuerzo, sacrificio solo los hice por ti! ¡¿Y así me agradeces?!  -gritó son poder evitarlo, sintiendo también el coraje recorrerlo -¡Jamás he querido herirte y lo sabes, jamás! -recriminó Roy, señalándolo de nueva cuenta y haciendo demasiado ademanes con los brazos.

 

-¿Tu crees que yo no estoy harto de esta situación? ¿Dime? -exigió una respuesta. Apretó los puños, intentando controlar su ira.

 

-¡¡Me crees un tonto!! ¿¡No es así?!- Gritó superando lo alto de la voz de Mustang. -¡¡Por supuesto que sé que estás harto!! ¡¡Y es por eso que quieres dedicar a joderme la vida!!

 

 

Una bofetada fue lo que se escuchó en todo el lugar, acallando cualquier grito, queja o demás... dejando la habitación en completo silencio.

 

Roy tenía su mano levantada, su respiración era agitada y sus ojos eran cubiertos por su flequillo negro, se intentó componer y cayó en la cuenta de lo que había echo.

 

Golpeó a Edward... asustado, miró su mano, para después ver el niño que estaba en el suelo, igual de impactado que él. Roy no supo que hacer...

 

Jamás... jamás se había atrevido a hacer algo como eso...

 

Edward levantó la mirada y la colocó sobre Roy, aterrado por lo que acababa de suceder. -¿R-Roy...?

 

Sus ojos temblaron y una lágrima se deslizó por la mejilla enrojecida del rubio. Roy lo había golpeado... ¡La persona de la cual se había enamorado y entregado a ella lo había abofeteado!

 

Más lágrimas siguieron a la otra y Edward Elric lentamente se paró sin decir nada más, tomando su maleta del suelo.

 

Vio en cámara lenta como el rubio se paraba y tomaba sus cosas. ¿Lo dejaría ir? ¿Cómo si nada?.... No, no podía, abrió sus ojos, con las pupilas dilatadas y lo tomó con fuerza del brazo humano, jalándolo hacia sí.

 

-Edward... perdóname... yo... no se -intentaba articular, con miedo a decir algo más -No quise hacerlo, perdóname -susurraba, ‘perdón, perdón, perdón' era lo único que sabía decir, se equivocaba y estaba pidiendo perdón, más sabía de sobra que golpear a Edward... había sido el peor error de su vida.

 

-¡SUÉLTAME MALDITA SEA!- Gritó jalando su brazo hacia sí obligando a Roy a romper el agarre. -¡DÉJAME! ¡YA! ¡BASTA!

 

Corrió hacia la puerta. Tenía que salir de allí... ¡salir de su pesadilla!

¿¡Por qué no había huido antes?! ¿¡Por que había creído que las peleas iban a terminar algún día?! ¡No! ¡Él y Roy no se amaban lo suficiente como para que eso sucediese!

-¡TERMINAMOS...!- Gritó las palabras que nunca creyó decir... nunca.

 

Agarró la manija de la puerta y, justamente cuando la giró y abrió, un rayo calló enfrente de su pórtico.

¿Estaba lloviendo...? Lo más probable era que, por andar tan metidos en sus peleas, ninguno de los dos lo había notado.

No podía irse con el clima tan tosco y tan peligroso.

 

-Adelante...-soltó con voz fría -Vete... es mi casa y si lo quiero, puedo sacarte a patadas -sonrió de forma fría y ruin, sintiendo la victoria en los labios, Roy de dejó caer al suelo, recargando su brazo en su rodilla flexionada -¿No te irás verdad?... claro que no, ¿y sabes por que, Edward? -le preguntó mientras se paraba y con pasos tranquilos se acercaba al rubio, cerró la puerta con calma, acorralando al niño y tomando su mentón con fuerza -Porque quieras o no aceptarlo...-se acercó a susurrarle al oído -Sin mi no eres más que un desvalido.

 

-Te odio Mustang...- Gruñó entre dientes mientras lo miraba con real odio. -Te odio por que por más que me duela admitirlo sé que tienes razón...

Estaba solo... si, completamente solo en Central. Por haberse apartado de Al y de su ‘Familia' en Resembool por irse con Roy... estaba completamente solo. Sin casa, sin amigos, sin dinero... nada.

 

Roy sonrió con autosuficiencia, ganando la partida de la noche -Lo sé, amor... lo sé -dijo palpando la mejilla del rubio, besó los labios de Edward, tomándolo por sorpresa, sin ser nada amigable con ello. Se separó de él y de nueva cuenta le susurró -Siempre será así, Acero... dependiente de mi... como buen perro -soltó con cizaña.

 

Edward volteó su rostro desviando su vista de Roy, recargando su mejilla en la pared fría. Le dolía como en un instante aquel hombre ya no era su cariñoso amante, ya no era la persona de la cual se enamoro. Era... alguien más... Alguien debajo de la mascara. -Estarás solo, coronel.- Murmuró cerrando sus ojos. -Sin mi... sentirás lo que es estar solo.

 

Roy golpeó con puño cerrado la puerta a un lado del rostro de Edward, sintiendo nuevamente la ira dentro de él -No te creas tan indispensable en mi vida, porque no lo eres, Acero -gruñó entre dientes, levantando ligeramente su mirada, dejando ver sus ojos neutros -Lo que está pasando es solo tu culpa... no quieras hacerte la victima, que no te queda

 

-Ya veremos, bastardo.- Murmuró el rubio aplaudiendo y activando su alquimia. Trasmutó una especie de cuerda que salía de la puerta y esa misma se amarró de ambas manos del coronel. Edward salió de su pequeña ‘prisión' y caminó sin mucho cuidado por el pasillo que daba a la habitación de Roy. -No forcejees mucho. Entre más lo hagas, más imposible será soltarte. Buenas noches.- dijo para después cerrar la puerta de la recamara con cuidado.

 

Roy se quedó sorprendido, viendo sus manos atadas, frunció el cejo hasta que le doliera gruñendo con odio en verdad -¡Edward eres un perro, desgraciado! -gritó fúrico, Roy, viendo como el rubio se alejaba y dejándolo solo en el recibido atado a la puerta. Por la mente de Roy solo pasaba las posibles venganzas que podía aplicar en Ed.

 

Y Edward, por su parte, sólo pensaba en lo triste y opaco que se veía su destino sin Roy. Se recostó en la cama y no tardó en romper en llanto, no tan alto, temiendo que Roy lo escuchase... pero si lo necesario sintiéndose solo y desprotegido.

-¡Si tan sólo supieras como me siento...!- Murmuró entre sollozos sintiendo tristeza por como una tan bonita relación había muerto en cuestión de minutos.

 

Se levantó ligeramente escuchando tenuemente los sollozos de Edward, miró sus manos amarradas y sintió la culpa embriagarlo ¿Qué había pasado? ¿De donde había sacado tantas palabras crueles?... frunció el cejo, Edward se lo buscó, y todo por no poder entenderlo, era lo único que pedía, que Ed lo escuchara por primera vez en su corta vida y se pusiera en su lugar.

 

-Pero no... para ti es imposible saber como me siento Edward...-soltó con dolor en su voz, sintiendo aquella relación tan rota como un saco viejo. Y no había hilo para coserla.

 

Continuará...

Notas finales:

MInnA Arigato!

Para las que lo esperan! falta muy poco para el comienzo de "Destinatario en el Olvido" esperenlo!

Un abrazo a todas las que nos leen y dejan su review y a las que no... no sean malas!! no se van a morir XP!!

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A:

DARK SCHNEIDER,

MUTSUMIELRIC,

LUNA MUSTANG,

SAKURITA_85,

CLAWI!!,

NANINANONIMO,

SAIME ROSSETTE,

KAORU_SHOMA

 


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