My Life Is Lonely
Yo estaba sentado estudiando arduamente, al lado estaba un recipiente con algunas frituras y un vaso con bebida, ¿lo ideal para mantenerte despierto no?, se venía algo muy importante y yo me dedicaba a estudiar con esfuerzo para sentirme orgulloso de mis notas, ya que si nadie le importaba ¿que tenia de malo ponerme feliz por mi mismo? Mientras revisaba el libro y en el cuaderno hacia las soluciones, algo había que no me entraba en la cabeza, un párrafo, para mí era como otro idioma y por más que lo leyera no podía entenderlo así que lo deje para más tarde, tome el control del televisor y prendí el aparato.
No daban cosas de mucha importancia, solo chismes de famosos aunque hubo algo que me llamó la atención luego de todo ese glamur, era un reportaje sobre un ‘‘país’’. Cada vez que escuchaba el nombre de ese caballero me repugnaba, me daba asco su dictadura que hacía en Corea del norte, por si no lo sabían ahí se vive una dictadura en la que no pueden hacer casi nada, ni siquiera pueden tararear canciones de otros países, porque si no los llevaban enseguida a la cárcel y sé que suena estúpido pero es la verdad.
Dejando de ponerle atención a la televisión mire nuevamente ese párrafo y cerré el libro, si no lo entendía ahora como lo iba a entender después, ordene las cosas y antes de empezar a comer mi pequeña merienda escuche la puerta abrirse violentamente...
-otra vez como era de esperarse – me levante algo desanimado, siempre me tocaba hacer la parte que menos me gustaba, atender a mi padre cada vez que se iba a un bar, él se había tirado al sillón a murmurar cosas y decir el nombre de la mujer con la que seguramente hizo cosas nada inocentes para luego empezar a moverse algo violento, espere a que por fin se quedara tranquilo y se durmiera, por lo que lo tome como pude y lo senté en una silla para luego mover algunos muebles y convertir ese sillón-cama para que mi padre descansara ahí y entonces fui a buscar una manta para taparlo y acomodar su cabeza en la almohada mientras conversaba solo en sus sueños.
Después de todo ese ajetreo fui a guardar mi merienda, se había acabo mi apetito, tome mis cuadernos y libros y apagué las luces dejando todo a oscuras, no tenía miedo pues me sabía la casa de memoria como si de un ciego se tratase, subí las escaleras y entre a mi habitación que era un cuarto de 4 paredes, un colchón con sabanas y un escritorio. Preparé mi mochila para mañana y deje mi uniforme listo, en eso salí de la habitación y entre al baño a darme una ducha para quitarme el olor a alcohol que me había impregnado mi padre. Salí del baño con mi pelo goteando y una toalla amarrada a mi cintura, me dirigí a mi habitación para ponerme solamente la ropa interior y secarme como es debido mi pelo, luego me acosté dejando la puerta un poco abierta para dejar entrar aire ya que no tenía ventanas.
Del como desperté fue por un ruido muy fuerte, escuche a muchas personas entrar a la casa y me había asustado, salí de la habitación aun con poca ropa y baje corriendo las escaleras pero en mitad del camino vi a mi padre siendo arrestado por unos tipos y los demás revisando la casa, tirando todo, desparramando todo al suelo, mi padre gritaba con fuerza y tuvieron que nockearlo, nunca lo había querido...yo jamás le tuve afecto y por eso me preguntaba que hacían esas lagrimas saliendo de mis ojos, asustado corrí a mi habitación y tome una cadena que yacía en mi escritorio, tenía forma de cruz y no es que fuera religioso pero ese era un amuleto que me protegía de alguna forma. Me senté en un rincón apretando la cadena mientras las lágrimas seguían saliendo, ya entendía lo que estaba pasando, yo sabía que un día a mi padre lo arrestarían, lo sabía y no hize nada al respecto, el era una persona extraña y sabía que se estaba metiendo en negocios ilícitos. En mitad de mis leves sollozos, escuche una persona entrar y cerré con fuerza mis ojos.
-ya está todo bien... – sentía como una mano cálida me acariciaba el pelo, con algo de miedo abrí los ojos y me encontré con un joven con unos 24 años podría decirse – ya cumpliste tu venganza, deberías volver a casa...- añadió mientras me daba un abrazo a lo que solo atiné a decir ‘‘gracias por estar aquí’’. La persona que me estaba ayudando a incorporarme se llamaba Isako Jun, su nacionalidad es japonesa, su apariencia era de un hombre inmaduro, de tez bastante blanca y unos labios finos, su pelo era de color café claro algo desordenado y liso, la estatura no era tan alta pues me pasaba solo por unos centímetros y eso que yo tengo 15 años.
-Andrés, nos están esperando abajo...- me dijo Jun con un tono preocupante al verme que aun no salía de mi estado de shock, pues las imágenes de todo aparecían en mi como si una diapositiva se tratase, mi nombre es proveniente de Chile, pues yo había nacido allí aunque mis padres biológicos era de nacionalidad japonesa, pero por unos eventos no deseados tuve que volver a este país. Jun sonrió al ver que apretaba la cruz como si alguien me la quisiese quitar, tomo mi mano y deshizo mi puño para colocar la cadena en mi cuello.
-te dije que jamás te iba a dejar solo – lo mencionó mientras seguía acariciando mi pelo negro a lo que yo respondí con unas cuantas lagrimas más. En eso se escucho el sonido de un bus afuera de la casa, era el bus que me llevaría a mi nueva escuela, era el primer día en una escuela nueva bastante avanzada por eso ayer estudiaba, para no quedarme atrás y ser la burla de mis compañeros. – hoy no iras – dijiste con tono autoritario.
-¡no puedes prohibírmelo! – grite saliendo de mi estado lamentable, tome mi mochila y el uniforme corriendo hacia el baño y me encerré ahí, Jun golpeaba la puerta fuertemente llamándome y diciéndome que no estaba en condiciones de ir y que no me hiciera el fuerte mientras yo me ponía el uniforme rápidamente, ni siquiera tuve tiempo de bañarme, salí por la ventana del baño y me apoye en algunas grietas que tenía la casa y así baje hasta llegar al suelo. Corriendo me dirigí al bus, subí y me senté exhausto
Las miradas que me daban no era para menos, pues mi casa estaba llena de policías y el tipo que se hacía llamar mi padre en un auto policiaco, preferí ignorar todo y colocarme los audífonos dispuesto a escuchar música mientras pensaba en ella.
-(discúlpame...fui un inmaduro...) – meditaba todo lo que había pasado y en cierta forma yo lo había provocado, cuando la viera, cuando sintiera sus brazos cálidos nuevamente le rogaría que me perdonara.