Querida dueña:
Hoy tras mucho tiempo de relativa calma, he vuelto a sentir algo que me ha asustado, te he vuelto a escuchar más cerca que de costumbre, más inquieta de lo normal; he sentido tu incertidumbre al cambiar el ritmo de mis latidos, unas veces funcionaba tan deprisa que creía estallar, y otras tan lento que creía cesar para siempre.
Hoy, como otros tantos días de un amargo pasado, has llorado sin parar encerrada en tus propios miedos, hoy ha dolido latir, algo que creí que nunca volvería a pasar, o al menos no por la misma razón de antaño, los hilos que hasta ahora habían unido frágilmente los numerosos y descompuestos trozos de mí, se han roto volviéndome a separar; me costó latir al ritmo que me pedías mientras que sentía de nuevo ese amor profundo e hiriente, a la vez que intangible y efímero que rememoraba una situación muy parecida de hace ya bastante tiempo.
Pero fue hoy cuando entonces te oí gritar desesperanzada, de la misma forma desgarrada que tantas otras veces me quebró…y comprendí al fin que habías roto tu promesa…
Atte: Corazón
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Re: Carta de un corazón a un dueño.
Querido corazón:
Siento leer tus palabras y comprender que es cierto, que aquello que juré evitar a toda costa ha sucedido y por lo tanto mi promesa queda anulada, pero no he podido evitarlo, ella vino a mí casi por casualidad, como parte de un juego en el que decíamos todo y no decíamos nada, fue así mismo el azar el que nos llevó a encontrarnos por casualidad aquel lunes en el que comenzó mi perdición.
Vino a mí como una bocanada de aire fresco que ventiló mis contaminados pulmones, toda ella caló en mí de forma imprevisible, su voz aterciopelada y alegre a la que se le unía un tono irresistible, liberaba mi alma sin dejar tiempo para la vacilación o el titubeo, las palabras brotaban de mí solas correspondiendo aquella mentira, sin embargo tan hermosa, era todo tan espontáneo y sencillo que resultaba irreal por el hecho de ser tan perfecto.
Inconsciente me dejaba seducir por su belleza de fuego, mientras sentía las conocidas cosquillas lo oculté bajo el pretexto de que todo era una broma, sin darme cuenta de que aquel juego se hacía profundo, pero cómo escapar a sus ojos de ébano y decir que no llegaban hasta ti, mi corazón, como negar que su melena azabache era hipnótica cada vez que movía su cabeza, debería estar ciega para decir que su piel bronceada no resplandecía maravillosamente bajo el sol, y qué comentar de su forma de morderse los labios, tan irresistible y encantadora cautivando mi ser…, sus palabras impregnadas de una dulzura divina llenando mis oídos con su sonido musical, su voz pronunciando mi nombre y haciéndome temblar mientras un escalofrío recorría mi espina dorsal…esa era ella, ella era el cielo en la tierra pero por más que alcanzara a estirar la mano jamás tocaba ni un mísero mechón de pelo.
Pero desgraciadamente no era mía corazón, de haberlo sido la habría colmado de placeres para el resto de su existencia, pero no lo era y la concepción que sobre mí tenía no era más que la de un juguete echo a su medida en época de desastres, y las palabras que de su boca salían y que con tanto ahínco guardaba yo en ti, para no ella no eran más que eso…palabras, carentes de valor, incluidas en una conversación cómica que fantaseaba irónicamente con una inexistente relación entre ambas.
Sin embargo, cuando descubrí la realidad, el mundo se me vino encima porque me había enamorado de ella sin quererlo, y yo que había jurado en el dolor de mi alma no volver a amar a nadie, porque aquella experiencia primera fue tan cruel y dolorosa que el frágil estado en el que había quedado no permitiría un fracaso amoroso más.
Y mírame ahora hundida en mi propia miseria, tratando de arrancar de mi memoria su imagen, su esencia…, evitando decir lo que deseo gritar con todas mis fuerzas “Te quiero”…ese te quiero que aniquilaba mi cordura, hasta el punto de redimirme a un estado deplorable de mi ser.
¿Qué hacer ahora, corazón, que ella no es más que un espejismo? ¿Debería seguirla hasta el fin del mundo? ¿Debería beber hasta la última gota de esperanza por ella? ¿Estarías dispuesto a dar todo lo que queda de ti en este último intento por ser feliz? Y si no… ¿serás capaz de morir para darme la paz eterna que ambos nos merecemos?
Re Re: Carta de un corazón a su dueño.
Esta es nuestra última oportunidad, el último as en la manga de aquel cuya baraja ha sido arrebatada por los desvaríos del destino, juguémonos la vida a un último te quiero.