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Intruso por Aphrodita

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Notas del capitulo:

 


Ufff! Nunca una actualización me llevó tanto tiempo 0.0 Casi dos meses, pero acá estoy, dispuesta a terminar con esta idea.

 

Luego de explicarle la caótica situación a Seiya, sobrevino un silencio desgarrador, que inevitablemente dio lugar a la reflexión. El Pegasus negó con su cabeza, observó al hombre de pie en su cuarto, ligeramente parecido a Ikki.

- ¿Qué harás?

Jaga tomó aire, pestañeó y con un semblante opaco respondió.

- Me iré.
- Pero...
- Es lo mejor Seiya... –El aludido se puso de pie para increparle tal decisión –Yo solo he venido... –Rió apenas –Ni sé para que he venido.
- Para recuperar a tu hermano... ¿O no?. –Su corazón se hallaba encogido, se avecinaba una tormenta en la Mansión Kido.
- Simplemente quería saber como estaba él... Ahora que veo que aquí tiene lo suficiente para ser feliz, puedo marchar en paz.

Aquellas palabras sonaron muy tristes, el castaño frunció su frente. ¿Qué sería del ex Guerrero de Eris? ¿Seguiría vagando solo por el mundo? No, Seiya no podía permitirlo, él sabía el dolor que representaba la ausencia de un ser querido. Había llorado la separación y la distancia que el destino había impuesto entre él y su hermana.

- No puedes rendirte.
- No me rindo. –Contradijo Jaga –Simplemente me abro... …l está bien sin saber la verdad, ¿por qué voy a importunarlo con...?
- ¡Por ti!... –Exclamó el Pegasus –Por él, por los dos... Se lo deben.
- No sé que hacer, mejor me voy, antes de que me convenzas.
- ¿Y yo?... –Investigó el castaño con algo de vergüenza y pesar.

Orión enmarcó una sonrisa, se acercó más al joven y tomó su mejilla.

- Tú no estabas en mis planes. –Besó los cálidos labios de su compañero, superficialmente –No estaba en mis planes todo esto...

El beso se volvió más intenso, y Seiya lo permitió... Le dejó a aquel hombre, ocupar un lugar que había jurado, lo ocuparía Ikki cuando derribase todas sus defensas. Se colgó de su cuello, cerró sus ojos y se dejó llevar. Mientras fuera de aquel cuarto, en los pasillos, Hyoga se encontraba estupefacto por lo que había oído.

Es que las puertas eran de papel ¿?. Se llevó una mano a su boca, abriendo sus ojos como plato.

¡SEIYA ERA GAY!...

¡Ah!... No... Eso no...

¡Jaga era hermano de Ikki! Ahora las cosas cuadraban por completo, y golpeó a su mente el recuerdo de las palabras dichas por el mismísimo Ave de Fuego:

- “Ese tipo me pone nervioso”
- “Raro que aun siga vivo, entonces...”
- “Es que creo saber para que o por quien vino”.

Esa había sido toda la conversación, demasiado y suficiente para ellos dos. Aunque no dejaba nada por sentado el Cisne tuvo la leve sospecha de que la tranquila y amena vida en la Mansión daría otro rumbo. Solo restaba esperar que los individuos saliesen lo menos lastimados posible.

Desde entonces, el trato del ruso hacia el intruso había variado drásticamente. Ya no se mostraba hosco y reticente, todo lo contrario. Desde ya, no tenia sentido ser inhospitalario con él, al saber las verdaderas y dolorosas razones por las que se encontraba en la Mansión. Además, también era un Kido.

***

Seiya no pudo hacer mucho al respecto, con algo de dolor observó al inquilino nuevo de la Mansión tomar sus cosas personales para meterlas dentro de un bolso. Sintió que algo debía hacer para evitar la partida de aquel hombre.

- Jaga... Piénsalo mejor, no puedes irte.
- Sei, ya no tiene sentido que me quede... Hace tiempo que lo vengo pensando y hoy tomé esta decisión, es lo mejor.
- Eres egoísta. –Acusó el Pegasus con sumo pesar. –Ikki tiene derecho a saberlo.
- Entonces dilo tú cuando yo no esté.
- Peor aun, cobarde. –Enfatizó ahora con enojo.
- Seiya, no te enojes.
- ¿Y yo?... –Nuevamente un punto que le preocupaba –Quería conocerte un poco más.

Jaga dejó su pequeño bolso de viaje sobre la cama y se acercó al menor, tomando su cintura y hundiendo su rostro en su cuello, Orión era bastante más alto que el morocho, le sacaba una cabeza.

- Sé que tal vez... No sé. –Se trabó el joven Guerrero de Eris --¿Quieres venir conmigo?

Seiya abrió sus ojos lo más grande que físicamente pudo, aquello era algo descabellado para él, que jamás se había separado de sus medios hermanos desde que volvieron a juntarse.

- Yo... Es muy precipitado. –Seiya casi no pudo respirar de la impresión –Apenas nos conocemos.
- Esta bien, lo entiendo. –Dijo rápidamente Jaga comprensivo.
- ¡Sí! –Se contradijo sorpresiva y efusivamente el más pequeño de los Kido, dejando al otro perplejo por el repentino cambio.

Es que... No tenia que pensarlo demasiado. Ya contaba con 22 años y aun no había conocido a nadie ¿Y si Jaga era el amor de su vida y lo dejaba ir? No se lo perdonaría nunca. Pero claro, después de ese arranque sobrevino la reflexión.

- Yo tengo labores que cumplir... Miho cuenta conmigo, los chicos...
- Podemos buscar un lugar cerca del Orfanato y si no funciona lo nuestro, te puedes volver aquí.
- ¿De veras harías eso por mí?. –Seiya se colgó de su cuello y le robó un torpe y agradecido beso.
- Mientras tanto podemos ir al hotel donde estaba... Hasta que encontremos un lugar.

El Pegasus asintió feliz y corrió hasta la puerta como niño de preescolar.

- Deberé hacer mi bolso y... Y avisar que me voy... ¡Me voy! –Exclamó y desapareció eufórico a armar su mochila ** Metió su pijama de Winni Pooh, los lápices de colores, el cepillo de dientes de Barney, su libro de cuentitos de “Las buenas noches” o.O

No, mentira, era un adulto con alma de niño, nada más. La parte más difícil era decirles a todos que se iba, pero cuando vieron al castaño ir de un lado al otro por la extensa Mansión metiendo cosas en su bolso, sacaron sus propias conclusiones, y cuando la conclusión llegó a Ikki este explotó, tan previsiblemente como Seiya lo imaginó.

- ¡Definitivamente enloqueciste!.
- ¡Ikki no me jodas!. –El Pegasus lo señaló con un dedo.

Orión bajó las escaleras con su bolso acuesta, suspirando al paso ya que comprendió por los gritos, que no sería nada fácil llevarse al castaño de ese lugar.

- ¡Te jodo todo lo que quiero!. –Contradijo el Phoenix.
- Porque mejor no nos calmamos. –Propuso Hyoga con un temple frío y serio.
- ¡Tu cállate!. –Lo silenciaron a coro Seiya y el peliazul.
- Seiya, me parece muy precipitado que te vayas así.... –Negó Shiryu tranquilo, sentado en el sillón sin intenciones de levantarse.
- ¡¿Por qué no puedo hacer mi vida?!... –Se quejó el Pegasus --¡Ya soy grande!
- ¡Pero estas del orto, pendejo!. –Volvió a interceder Ikki.
- ¿Qué vas a hacer?. –Lo desafió --¿Encerrarme para que no me vaya? No soy Shun. –Soltó a lo último con furia.
- Bueno eh... A mí no me metan en sus discusiones. –Gritó Shun desde la sala de computación.
- Creo que Seiya sabe como cuidarse. –Se metió Saori luego de mantenerse ajena un buen tiempo.
- Gracias Saori. –El castaño realizó una pequeña reverencia a su Diosa.
- Será mejor que te quedes. –Dijo otra voz sumándose a las demás –Yo me iré ahora.
- ¡Tu!. –Exclamó el Phoenix iracundo --¡Eres un maldito hijo de puta que nos vino a joder la jodida paciencia!. –Se le fue al humo para masacrarlo pero entre todos frenaron al imbatible peliazul.

Jaga solo recibió un pequeño golpe que le provocó un sangrado en la mejilla izquierda, se secó aquella herida y dedicándole una mirada de tristeza a su propio hermano, caminó hasta la puerta con el fin de irse y no regresar jamas.

- ¡No te iras!. –Espetó Ikki soltándose del agarre de Hyoga y Shiryu.

Lo único que le faltaba a Orión, que encima ahora no lo dejase partir como tantas veces el Phoenix deseó que ese intruso lo hiciera.

- ¿No es esto lo que querías Ikki? ¡Dime! ¡¿No es esto?!. –Por primera vez todos pudieron apreciar el enojo de aquel Guerrero, por un instante pareció Ikki Kido.
- No hasta que me digas porque mierda viniste aquí... ¡A mi no me van tus mentiras!.

Jaga lo ignoró y abrió la puerta desapareciendo por ella. Seiya se mantuvo apartado cuando notó que el peliazul fue detrás de él, su instinto o mejor dicho sus años de llevar conociéndolo a Ikki le indicaron que este en su interior supo algo.

Hyoga tampoco los siguió, mucho menos Saori, Shun se encontraba observando por la ventana y Shiryu entre la duda de ir hasta donde estaba ellos o quedarse, optó al final por tomar distancia y estar cerca al mismo tiempo en caso de necesitar intervenir.

- ¡¿Puedes dejarme en paz?!
- ¡No! --Negó Ikki terco como mula --¡No hasta que me digas porque has venido aquí!
- No creo que te importe
- Si ¡mierda! Me importa.

Sobrevino un instante de silencio y quietud, acaso ¿la calma que antecede el huracán?. Jaga observó las pupilas grises o más bien azuladas del peliazul, quien notó los ojos de su adversario ligeramente aguados, una mirada que él recordaba perfectamente, como un grato recuerdo de su infancia.

- Será mejor que me vaya Ikki... Solo deseo que seas feliz. –Acotó Orión, tomó aire y dio la vuelta.
- Espera... No te vayas.
- ¿Por qué?. –El ex Guerrero de Eris sintió que una barrera se había quebrado, pues las palabras habían perdido su furia.
- Porque quiero saber quien eres en realidad. –Respondió Ikki con dolor.
- ¿Tu sabes quien soy?

El Phoenix solo asintió para luego pronunciar:

- Creo saberlo, pero no estoy seguro.
- Si Ikki. --Ahora las lagrimas de Jaga eran nítidas, pocas en cantidad pero dolorosas en calidad.
- Yo... –Dijo el peliazul con dificultad conteniendo la angustia en su pecho –Cuando era chico... Me acuerdo de algunas cosas y...

No pudo seguir hablando, sencillamente no pudo. Si pronunciaba una palabra mas, se largaba a llorar y eso no pudo permitírselo el orgulloso peliazul.

- Esta bien Ikki. –Susurró Jaga notando el esfuerzo del otro por hablar.
- ¿Puedes decírmelo?. –Pidió Ikki con la voz algo tomada.
- ¿Qué cosa? –Se desconcertó.
- Lo... Lo que venias a decirme.

Orión enmarcó una sonrisa y acercándose a su hermano profesó.

- Lamento todos estos años de ausencia otouto... Pero yo nunca te olvidé, desde que reviví he estado buscándote.

El inevitable abrazo que llegó, terminó por romper todas las defensas del poderoso Phoenix, aunque le costó aceptar ese fraternal abrazo, cuando lo hizo los recuerdos más bellos y memorables de su infancia, antes de quedar huérfano, se apoderaron de su mente, como si de un puño fantasma se tratase, nada más que en vez de ser una pesadilla, era un cálido sueño.

- Yo no lo sabia... –Se excusó el peliazul cuando se separaron –Cuando peleamos, pensé que eras una simple representación del Guerrero de la Antigüedad, pero no más. Sin embargo después de ese encuentro, tu rostro se ha quedado grabado en mi mente a fuego y nunca me lo expliqué, hasta tu llegada a la Mansión.
- Lo entiendo.
- Fui cruel contigo porque estaba enojado conmigo mismo por no recordar. –Dijo el peliazul con furia al mismo tiempo que una huidiza lagrima rodaba su mejilla.

¿Hacia cuanto que no lloraba? Desde los 15, desde la adolescencia. Había olvidado lo que era eso, y no por insensible, todo lo contrario. Cuando el dolor nos sobrepasa las lagrimas se secan y es el alma la que llora lagrimas de sangre.


***

Desde la amplia entrada de la Mansión, Shiryu visualizó la escena sin poder escuchar. Pero no necesitó oír las palabras para comprender la situación, Seiya llegó a su lado observando a los hermanos como se soltaban del abrazo para seguir dialogando.

- Solo espero... –Pronunció el Dragón –Que las cosas salgan bien.

El Pegasus bajó su vista al suelo, supo que si las cosas iban a salir mal, el perjudicado resultaría ser Shun, quizás la persona más inocente en aquel capricho del destino.
El castaño frunció su frente y levantó su vista, dio la vuelta y sin decir nada ingresó a la Mansión siendo seguido por el pelilargo que ya nada tenia que hacer en ese lugar, espiando a los hermanos.

***

El tic tac del enorme reloj de la sala era lo único que se escuchaba en la enorme casa de los Kido cuando los nuevos hermanos ingresaron de vuelta a la Mansión.

Hyoga y Shiryu guardaron distancia, en aquel lugar sobraban. Seiya y Saori no abandonaron el lugar, pero también se hicieron a un lado.

¿Era prudente decírselo a Shun en ese momento? A decir verdad nunca iba a ser un buen momento para confesar aquello, además ¿por qué sentirse culpables? Si ni Jaga ni Ikki tuvieron algo de “culpa” en todo el embrollo... eran víctimas al igual que Andrómeda.

El peliverde escuchó las palabras de aquel hombre que osaba ocupar un lugar que le pertenecía por entero a él ¡Porque él era el hermano de Ikki! Con él se había ciado.

Shun no quiso escuchar verdades, hasta que Saori se vio obligada a intervenir, muy a su pesar.

- Entonces... Entonces... –Balbuceó Andrómeda –Mi apellido... Por eso el tramite de mi documentación nunca salió... –Ahora le cerraba todo.
- Tu apellido es Heinstein, Shun. –Pronunció la Diosa –Al igual que Pandora.
- Pero un apellido no significa nada, otouto. –Intercedió Ikki con la voz hecha un nudo.
- No soy Kido. –Sollozó Andrómeda ignorando el consuelo de su niisan. --¿Desde cuando lo sabes?. –Encaró a la pelimorado algo ofendido.
- En realidad no hace mucho, el año pasado cuando encontré entre las cosas de mi abuelo las partidas de nacimiento de los 100 huérfanos... Y la tuya. –Saori tomó aire, no era fácil para ella tener que ser la responsable del dolor del peliverde –No sé como fuiste a parar entre nosotros. –Sonó espantoso aquello, pero su intención no fue separarlo del apellido Kido, sino explicarse –Calculo que habrás llegado con Ikki.
- Shun es hijo de la misma madre, pero no del mismo padre. –Acotó Orión rápidamente para dar un atisbo de esperanza. –Compartes el mismo padre con Pandora, pero la misma madre con Ikki y conmigo, por la tanto, eres tan hermano de nosotros como de ella.
- ¡Tu cállate! –Explotó Shun dolido --¡No soy un Kido, por lo tanto me iré!. –Exclamó rumbo a las escaleras --¡No tengo nada que hacer aquí con ustedes!
- ¡otouto!. –Ikki quiso ir detrás de él, pero Athena no lo permitió.
- Déjalo solo, tiene derecho a estar enojado... Tu sabes como es, ya se le pasará.

Pero, ¿se le iba a pasar? No le confesaron una nimiedad, no se trataba de una simple discusión entre hermanos. Era algo mucho más serio ¿Y la congoja de Shun? ¿En que se basaba? Ni el mismo Andrómeda lo supo, pero dolorosamente ya no se sintió parte de una familia, no era un Kido.

Jaga por su parte se sintió la peor basura existente en la Tierra. ¿Cómo explicarle al pequeño peliverde que su intención no era robarle ni el lugar de hermano, ni el lugar de Kido que ocupaba? Seiya se acercó a su lado y lo tomó de un brazo en señal de consuelo.

- Siempre intento que ustedes estén bien... –Comentó el Phoenix casi sin sentido sentándose el segundo escalón –Mi objetivo como hermano mayor, o eso es lo que creo... Es velar por el bienestar general de ustedes... ¿Y justo a Shun?... –Frenó sus palabras, para llevar sus manos abiertas a su rostro. –Soy un fracaso, siempre he sido un prototipo fallada de ser humano, un insensible, un idiota, alguien que lastima a sus seres queridos de una manera que ni su peor enemigo lo haría.
- Ikki, no digas eso. –Contradijo Seiya sintiendo su corazón destrozado–Eres el mejor niisan que Shun, que cualquiera de nosotros desearía tener... Y yo sé de eso. –Argumentó con una sonrisa.
- No es tu culpa. –Acotó Saori –No fue algo que planeaste adrede, ni que deseaste que sucediera.
- Las cosas suceden... –Se sumó Shiryu –Porque tienen que suceder, nada es porque sí... Ya lo veras, cuando pase el tiempo que no es tan malo como parece.
- Yo no lo veo taaan mal. –Intervino Hyoga –Digo... No se perdió un hermano, se ganó otro.
- Creo que nunca tuve que haber venido. –Finalizó Jaga y nadie pudo decir nada más.

Era tan difícil hablar en ese momento. La Mansión se cubrió de dudas y expectativas, de dolor y de esperanzas. Era tan raro, tan ambiguo.

Se quedaron los seis, sentados en la sala, a la espera de que algo pasara, aunque no supieron qué. Las horas transcurrieron con extrema lentitud, en silencio... Hasta que se escuchó una puerta abrirse y las pisadas por la planta alta.

Ikki se puso de pie, al mismo tiempo que Shun bajó las escaleras. No pudieron verse el rostro, el Phoenix no tuvo coraje para mirarlo directamente a los ojos.

- Lo siento. –Pronunció Shun

Con esas palabras todos volvieron a respirar.

- Siento mucho mi actitud de recién yo...
- Lo entendemos. –Interrumpió el peliazul –Ven aquí. –le pidió y cuando terminó de bajar lo tomó entre sus brazos.

Había costado, y mucho, volver a ser las mismas personas que antes... Aunque desde ya que no serian los mismos. Jaga hizo lo imposible para que Shun comprendiese que él era tan hermano como Ikki, hasta lo celaba, con el fin de que entendiese que sí, buscaba ocupar un lugar, pero el que le correspondía.

A Andrómeda no le fue fácil aceptarlo a Orión, no por maldad, pero hermanos se es más por los lazos del corazón, que por la sangre. Con el ex Guerrero de Eris no había vivido lo que había pasado con su niisan, pero le divertía ver como los dos se disputaban su cariño. Ikki por temor a perder su lugar y Jaga con el afán de integrarse a la familia.

El Phoenix tuvo que aceptar que ya no era el mayor allí. Eso fue un golpe duro para el peliazul. Aun así siguió siendo el molesto e insoportable hermano mayor que siempre fue con todos, ahora potenciado y secundado por Jaga. Entre los dos le hacían la vida a cuadritos a los pobres que vivían allí.

Hyoga y Shiryu se adaptaron mucho mejor que el resto, al nuevo intruso en la familia, ya estaban curados de espanto, y bromeaban entre ellos diciendo que en vez de ser 100, como los Dálmatas, eran 101 (102 contándola a Pandora). Quizás algún día se pondrían en campaña para buscar los hermanos desperdigados por el mundo.

Saori hizo el tramite de los documentos de Shun, y pagó una gran suma de dinero para cambiarle el apellido, aunque no pudo, por lo menos era un Kido Heinstein. Y al pequeño peliverde aquello le pareció mucho mejor, estaba contento con eso de tener dos apellidos, y según él, dos familias.

Por su lado, el único que no consideraba hermano a Jaga era Seiya... ¡je!... Lo molestaba diciéndole “niisan” Al mejor estilo Shun ¡Y como se enojaba Orión con eso!

- ¡No me digas así!.
- ¿Porque? Si eres mi niisan ¿O no? –Argumentó el Pegasus colgándose de su cuello.
- Seh... –Reconoció Orión abrazando su estrecha cintura --Pero nosotros dos hacemos cositas...

Seiya aprovechó las palabras de su novio para acotar bromista, abriendo grande sus ojos de avellana.

- ¡Incesto!

Luego rompió a reír al notar, que una vez más, hacia rabiar a ex Guerrero de Eris. Para el castaño aquello no era algo terrible, sin ir más lejos antes de que llegase Jaga a su vida, se le caían los calzones por el Phoenix.

Al final, la visita de un antiguo enemigo había resultado en todo ese huracán de sentimientos. Jaga se sintió a gusto y feliz, por fin había hallado una familia y aun quizás más importante, el amor, junto a Seiya ¿Qué más puede pedir una persona?


FIN
Notas finales:


Ainsss, terminó very happy.

Gracias por leer, a ver si termino el cochino Shiryu & Seiya.

Pido perdón, pero por falta de tiempo no puedo subir todos mis fics aquí ni responder comentarios debidamente, es por eso que les digo que si quieren saber de mi (aun vivo y respiro) pueden ir a mi foro --> www.pegasusfantasy.creatuforo.com

 

Besos!


30 de Agosto de 2007


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