Una de las pocas veces que teníamos optativas no había venido el profesor, por lo que seguimos con nuestro vicio: las cartas. Saúl estaría ahora aburrido como una marmota, ya que le tocaba francés. Con ese pensamiento empecé a reírme sola como una boba, mientras miraba de manera muy significativa a Jorge y Blanca, la cual entendió de inmediato: ya estaba pensando alguna perversión. No se equivocaba...
Hoy Jorge estaba realmente extraño, demasiado callado, demasiado amable, muy poco natural. La verdad es que algo me decía claramente que era lo que pasaba, pero no sólo a él. También ayudaba el hecho de que en la clase anterior Jaime le hubiera dejado al lado de Saúl, para sentarse junto a Remedios. Esto me dejaba a la vista dos caminos: Jaime lo sabía o simplemente quería estar con Remedios y es que por mucho que intentara negarlo le despertaba algo mas que amistad.
Como estaba ya mas que harta de las dichosas cartas, me puse a escribir un rato. Al lado de la ventana, donde la claridad era suficiente, tanto como para tener una visión panorámica de todo lo que me rodeaba: el patio de afuera, la clase entera y por supuesto, Jorge.
Me lo quedé mirando como una madre mira a su hijo, lo que hizo que me soltara uno de sus comentarios cortantes. Derrotada miré con la mente perdida en todo lo que pudieron tener estos dos y el porque aquello que parecía ideal se había echado a perder.
Y ahí, de nuevo tenía ante mis ojos el mal de mis dos amigos. Sé que no tengo nada que ver en todo esto, pero aun así me dolió dentro del pecho cuando María se agarró a la cintura de Saúl y él le rodeó los hombros. Jorge siguió mi mirada y se encontró con el mismo panorama. Pude notar como su cara cambiaba de color, volviéndose roja por la rabia.
Y nos quedamos en esa situación, él furioso, mirando por la ventana y yo paralizada por los recientes hechos. Todos los demás no miraban embobados debido a las expresiones tan raras que teníamos, hasta que por fin vieron la misma escena.
_ Uy Jorge, estas celosillo..._ insinuó Fernando
_ ¿Qué?_ preguntó este saliendo un poco de su ensimismamiento_ ¡¿Pero que dices?!_ exclamó ahora rojo, pero de la vergüenza.
_ Pues eso que te gusta María... anda que bien guardadito te lo tenías..._ dijo Manu dándole un codazo
_ Eso digo yo, ¡anda que me dices nada!_ se hizo el enfadado Jaime
Vale, al menos la duda sobre que si Jaime lo sabía o no era mas clara, no tenía de las mas mínima idea de lo de los chicos, pero la suerte siempre juega una papel importante. Me tranquilicé un poco pensando en estas cosas, aunque la tensión volvió a recorrerme cuando de golpe y porraza Jorge tiró las cartas que sujetaba en la mesa y salió hecho un basilisco fuera de la clase sin consentimiento alguno. De nuevo la suerte le apoyó, pues nada mas abrir sonó el timbre por lo que el profesor no pudo reprenderle nada.
Me dio el tiempo justo de asomarme al pasillo para ver la nueva sorpresa que deparaba el destino. En mitad de un montón de alumnos en estampida que salían de sus clases agobiantes estaba Jorge en el suelo, al igual que Alonso, un chico de la clase de al lado.
Alonso es un chico que conozco desde que era pequeña, ya que es de mi pueblo. Tenemos amigos en común y aunque nuestra relación es cordial no es nada íntima. Sin embargo, es un chico inteligente, amable y bastante ameno. Se levantó con dificultad por el golpe y tendió una mano a Jorge para que pudiera levantarse también.
Este la aceptó y agachó la cabeza abochornado. Alonso sonrió afablemente y le preguntó que si le pasaba algo al ir con tanta prisa. Jorge negó con la cabeza y le pidió disculpas, para después con paso lento y majestuoso aproximarse a la puerta de salida al patio por la que pasaban en ese momento Saúl con María. Este al ver a "su niño" la soltó de inmediato y le saludo con naturalidad, pese a que Jorge solo pronunció el nombre de María acompañando a su "hola".
No me di cuenta hasta que Saúl no le tocó en el hombro de que Alonso no había apartado la vista de Jorge. Los dos chicos empezaron a hablar cerca de mi sobre un torneo de fútbol o casas así sin importancia relevante, hasta que Alonso me llamó la atención.
_ Oye tío, ¿Quién es ese?
_ Jorge, va a mi clase. Es muy amigo de Jaime. Es un buen tío_ dijo con voz un poco desesperanzada Saúl._ ¿Por qué lo preguntas?
_ No por nada...por nada. Nos vemos luego.
Saúl y yo miramos como ingresaba en los baños con una expresión rara en el rostro. Era un tipo muy atractivo, todo hay que decirlo, no guapo, pero si atrayente. De estatura un poco alta, delgadito y de cabello y ojos marrones.
Había tenido noticias por parte de Desi de que era o parecía un poco gay. Nunca lo tomé en consideración pues a Desi se lo había comentado María que había estado por él mucho tiempo, aunque él nunca le hizo caso. Sin embargo, desde ese momento, no me pareció tan descabellada esa idea...
Le pegué un pequeño puñetazo a Saúl cuando no vi moros en la costa, a lo que él me miró asombrado desde su considerable altura.
_ Y a ti, ¿Qué coño te pasa ahora? Estoy todos mas raros hoy...
_ ¿Tu eres tonto o que te pasa?
_¿Yo?
_ No mi abuela_ le dije al borde del grito_ ¿Qué cojones haces abrazada a esa?
_ ¿Pues que voy a hacer? Nada
_ Pues parecía algo ¿sabes? Jorge se ha molestado.
Se quedó pensativo por unos momentos apoyándose en la pared que estaba al lado de mi, justo a mi izquierda. No miraba a nada, aunque mi vista estaba clavada por completo en él. Le costó bastante decirme lo que quería decirme, quizás porque ni si quiera él estaba seguro de sus palabras. Pude notar perfectamente como la fuerza se iba de su cuerpo y su pecho se achicaba poco a poco debido a la presión que le hacía decir lo que iba a decirme.
_ Ali, estoy pensando en que no me importa lo que le moleste o no a Jorge. Hace unos días, en el baño, me dijo que no éramos nada y bien mirado, no le falta razón. Creo que esto sólo ha sido un juego que ha acabado mal, pero que aun así ha acabado. Te agradezco tu preocupación, pero Jorge ya no es asusto mío.
_ ¿Cómo puedes decir eso Saúl?_ pregunté compungida
_ Porque es la verdad...
Separó la espalda del muró y pasó por delante de mi hasta adentrarse en la clase, ya con su sonrisa, en esta ocasión falsa, pintándole el rostro. Yo no me moví. Había pocas veces en las que Saúl, pero cuando lo hacía, sus palabras eran merecedoras de tener en cuenta.
Mi cabeza empezó a procesar toda la información que acaba de recibir, el enfado de Jorge, la pasividad de Saúl, la reacción de Alonso... y todo ello me llevó a una conclusión: si Jorge ya no era asunto de Saúl, quizás tampoco debería ser mío...