Había pasado mucho tiempo desde ese choque fortuito con Alonso y toda la historia que aquí os desvelo se vio paralizada, reposando como un balde de agua. En esos momentos de fingida tranquilidad era cuando peor yo estaba. Por aquel entonces una sombra se tendió sobre Saúl y sobre mi: su antigua novia de Valencia.
Me había hablado alguna vez de ella, que si era su mejor amiga, que si la había visto en navidades...pero al final siempre salía Jorge a relucir. Sin embargo, en esta ocasión la única "jo" que apareció en nuestra conversación, fue la de mi cabeza pronunciando un gigantesco JODER.
Yo intenté no mediar ni a favor ni en contra de un camino u otro, pero por lo que se ve, Saúl ya había elegido.
Un día aburrido en clase de Filosofía, se giró y me preguntó alguna frase para ponerla en la tarjeta de un ramo de rosas. Me ilusionó la idea, hasta que me dijo que era para la chavala de Valencia, aun así le ayudé lo mejor que pude.
Recuerdo que hubo una oportunidad de poder desenredar la maraña de confusiones y rencores que ellos mismos habían formado. Debido a que los de cursos inferiores iban a realizar un viaje a París, pusieron un buzón donde quien quisiera por una cantidad mínima de dinero le escribía un mensaje a quien le pareciera anónimamente o no.
Con toda la ilusión del mundo se lo comenté a Jorge y le dejé caer que no estaría mal, escribirle algo a Saúl. Su respuesta fue tan dura como hiriente. Me echó en cara que siempre estaba encima de él, que era una pesada y que me metiera en mis asuntos. No me molestaron sus palabras, ni su tono de voz rozando el grito; sino su cara... la cara que solía ver muy a menudo. No sabía sinceramente si le había hecho algo o no, y puede que le picara demasiado, pero esa es mi manera de ser. Consideré que lo mejor era dejar correr el asunto, puesto que ya tenía demasiadas cosas desbordando mi cabeza.
Así llegó el día de los enamorados, el día de repartir los mensajes enviados y en el que recibiría la valenciana el ramo de Saúl.
A mi me llegaron dos y he de decir que nada sorprendentes, ya que una era de Desi y otra de Jaime que había mandado como diez. Lo que si me llamó la atención es que Jorge recibiera una. La abrió y leyó y por su cara contrariada, debía ser anónima.
Las clases transcurrieron hasta que llegó el recreo y allí lo que era la calma precedente a la tempestad finalizó. Saúl fue a preguntarle yo no sé que cosa a Jorge que estaba leyendo en su sitio.
_Jorge...
_¿QUE?_ semi-gritó
_Oye, a mi no me grites que yo no te he hecho nada
_ Yo hablo como me da la gana.
_Pues me parece estupendo, gilipollas..._ dijo Saúl
_ ¡Tu puta madre!
Todos los que estaban allí estaban flipando en colores, pero yo es que estaba al borde del infarto.
_No te pases..._ amenazó Saúl.
_ No, no te pases tu, o ¿que te crees?¿que soy tonto?_ironizó Jorge moviendo el papelito del mensaje.
_Mira niño, me importa una mierda lo que a ti te pase, ¿lo entiendes?
_Ahora me dirás que no has sido tu...
_ Es que no he sido yo...
Y con esta última frase, se marchó por la puerta con los puños apretados, para evitar soltarle un merecido puñetazo a Jorge. Este volvió ofuscado a su lectura, que mas que leer pasaba embravecidamente las débiles páginas. Con un poco de temor, todo hay que decirlo, me aproximé al pequeño y me senté a su lado.
_¿Y tu que cojones quieres ahora?_ me soltó sin darme tiempo apenas a apoyar el trasero en la silla
Me quedé tan descolocada que no me salieron las palabras para contestarle. Simplemente hice lo que momentos antes había hecho Saúl, levantarme y salir de la clase.
Fue en ese instante en el que decidí, que nunca mas hablaría de Jorge a Saúl y de Saúl a Jorge. Por primera vez supe que la equivocación que había cometido era terrible al haber mandado una nota a Jorge como si fuera de Saúl...la culpabilidad me aplastó como un muro de piedra gigante.
Casi se me desbordan los ojos en las lágrimas que tenía mi corazón, pero como siempre mi naturaleza de actriz, o de mentirosa, me ayudaron a salir del paso sin sospechas. El mal ya estaba hecho,¿por qué empeorar las cosas? Así pasaron de nuevo las clases, hasta que me tocó biología. Allí me llamó el profesor y me acerqué a la mesa.
_¿Ocurre algo?_pregunté
_La verdad es que si. Sabes que soy yo el que lleva todo lo de las tarjetas ¿verdad?_asentí con la cabeza._ Bien, pues me diste una y bueno, lo siento mucho pero no ha podido ser enviada
_¿Como?
_Si, es que sólo pusiste el apellido y se te olvidó el curso, entonces no sabíamos a quien iba dirigida, por eso si me dices el curso, a última hora la tiene.
Miré el papelito rosa que me tendía y leí el apellido de mi puño y letra: Soriano. Entonces me vino a la cabeza que no puse el nombre de Jorge, ya que el único con ese apellido en mi clase era él, pero al no poner mi clase, la búsqueda hubiera sido eterna. Una sonrisa se formó en mis labios, agradeciendo de nuevo la suerte que parecía haberme dado el destino.
_No importa, si de todas maneras y ano me apetece mandarla.
_ ¿Entonces?_inquirió el profesor
_Bueno démela, el euro me da igual que se lo quede
Así, una vez mas me libre por los pelos de cargarme la que parecía ahora una ligera relación con Jorge. Sin embargo, ahora estaba la duda de quien le había mandado la dichosa notita al pequeño. Supuse que quizás por la reacción de Jorge, Saúl no le había confesado que era el autor de la tarjeta, por lo que le pregunté por lo bajo.
_ No he sido yo, joder. La verdad es que no se porque se ha puesto así conmigo. Creo que se lo tiene un poco mas que creído...
_¿Tu ya no sientes nada por él?
_ No lo sé, la verdad, pero en estos momentos el Jorge que estoy viendo no me gusta en absoluto...
El resto de la clase, la pasé mirando a las musarañas y perdida en el caos que el par de dos habían montado. Suspiré aliviada. Puede que me carcomiera la inquietud por saber el destinatario de la nota, pero al menos yo, estaba libre de pecado...