El sonido crispante del timbre me sacó de mi mundo, haciendo que recogiera mis cosas deprisa y corriendo, para escapar de esa cárcel construida de libros y exámenes. Salía junto a Jaime y Jorge, pese a que este no nos dirigía la palabra a ninguno de los dos, cuando María nos obstaculizó el paso. Bueno, mas bien a Jorge, el cual la miró como si tuviera la cara llena de apestosas marcas verdes o algo por el estilo. La sonrisilla falsa que siempre ponía cuando está a punto de intentar joderte no me gustaba nada, por lo que junto Jaime esperamos que Jorge pudiera volver a ponerse en marcha.
_¿Que quieres María?
_ Nada..._ dijo adoptando una fingida inocencia_ Oye, bonita carta ¿no?
_ A ti que..._ y ahí lo entendió Jorge, yo y hasta el mas tonto del pueblo_... TU
_ ¿Quien creíste que era?_ rió socarronamente
Se colgó la mochila al hombro y se marchó dejándonos allí como pasmarotes. Retomamos el camino ya emprendido y de nuevo en silencio, aunque algo había modificado en el rostro de Jorge: la rabia había dejado paso a la culpabilidad.
La siguiente mañana a primera tocaba astronomía y como ya habíamos acabado la maqueta (la cual había quedado especialmente bien), pues se había vuelto mas bien aburrida. Para no perder la costumbre mas que por otra cosa, Blanca y yo volvíamos a llegar tarde, muy tarde. Sin embargo, esa mañana hubo una sorpresa: el profesor había faltado por lo que la clase era toda nuestra.
Jaime sacó de la cartera las cartas y todos nos sentamos entorno a dos mesas para jugar. Todos, excepto Saúl. Había tomado asiento en una mesa bastante alejada de donde nosotros nos habíamos posicionado. Le gritamos para que se sumara al grupo, pero explicó que tenía deberes que hacer ya que se le había olvidado hacerlos en casa.
Yo barajé y comencé a repartir las carta cuando Jorge me paró de golpe, diciendo que el tampoco jugaba, que también había olvidado hacer su tarea. Agarró su mochila y se sentó justo enfrente de Saúl.
Nosotros jugábamos, por lo que no pude oír la conversación, pero ya que luego Saúl me la transmitió con pelos y señales, creo justo contarla en este momento de la historia.
_¿Que haces?_ preguntó Jorge
_Los deberes
_ ¿Te ayudo?
_ No gracias
_Saúl...
_¿Um?
_ Siento lo de ayer, sé que no fuiste tu.
_Te lo dije
_ Lo se.
Ambos sonreían mas con la mirada que con los labios, mientras escribían uno junto al otro. Era realmente extraño tener tanta paz cuando hace unas horas, bastaba abrir la boca para que se te tiraran al cuello cualquiera de los dos. Volvió a repiquetear el timbre y fuimos hacia matemáticas, genial...
_ ¿Qué ha pasado?_pregunté a Saúl
_Anda que... ¿pues que va a pasar?
_No se, estabais...
_ Escribiendo, solo eso.
Es decir, que nadie se había arreglado, aunque por lo menos se reducía el riesgo de que toda la clase les viera chillándose el uno al otro. La monotonía nos invadió desde que el robot que nos daba esa pesada clase entró en el aula hasta el segundo de irse ye s que ese hombre en vez de sangre parecía tener horchata.
Por lo menos, después estaba el bendito recreo y pudimos recuperar fuerzas para aguantar lo mejor posible las siguientes cuatro horas de tortura. Esa mañana, pese a la lata de Matemáticas Jorge estaba radiante y movía los pies con el IPod en los oídos, sentado en una mesa, que dio la casualidad que era la que Saúl había ocupado la clase anterior, por lo que al recoger sus cosas y coger el bocadillo no le quitó los ojos de encima.
La verdad es que no era para menos, ya que el pequeño estaba realmente gracioso. Sentado en la mesa con los pies colgando, la melenita moviéndose al compás de sus cabeceos, sus ojos cerrados y sus brazos imitando los golpes en una batería, realmente adorable.
Supongo que Saúl no fue capaz de resistirse y se puso enfrente del otro de pie, dispuesto a darle un toquecito para mantener algún tipo de conversación. Sin embargo, esta nunca se levó a cabo, ya que el graciosillo de Manu le empujó haciendo que cayera hacia delante, apoyando sus manos a cada lado del menudo cuerpecito de Jorge y entre sus piernas, haciendo que por el susto éste abriera los ojos, encontrándoselo a menos de un centímetro.
Quizás sólo fuera mi desbordada imaginación, pero creo que incluso el aire se ralentizó mientras se contemplaban en la mirada del otro y como en una película romántica barata, se abrazaron...
Se ve que las miradas raras que les dirigieron todos los presentes tuvo su efecto, ya que se separaron de inmediato, saliendo Saúl de la clase y Jorge haciendo como el que no había hecho nada.
A tercera hora nos tocaba gimnasia y la profesora nos dio una alarmante noticia dentro de tres días deberíamos exponer el baile de acrogimnasia. Alerta, alerta el caos nos ataca... Aun quedaban muchos pasos, ensayos y perfeccionamiento y la clase se convirtió en un absoluto guirigay. La gente le gritaba a sus compañeros de grupo por su ineptitud, otros casi se tiraban de los pelos... un tremendo alboroto.
En esto nuestro grupo nos fuimos a una esquina para quedar las tardes siguientes para ensayar al máximo, pero cual fue mi sorpresa al no encontrar a Jorge y ver que su grupo buscaba a Saúl...