Todos estábamos la mar de extrañados con la desaparición de nuestros dos compañeros, tanto que le preguntamos a la maestra si les había mandado a algún recado o algo. Hay veces en el que alguno de nosotros nos saltamos la clase, pero es que esa vez era imposible ya que los dos habían estado calentando con nosotros y Jorge jamás se saltaba una clase.
Así la profesora extrañada también por el percance mandó a Jaime a mirar en los vestuarios de los chicos por si un casual hubieran ido a beber agua o a orinar. Así lo hizo él y al cabo de unos veinte segundo apareció colorado como un tomate y jadeando a mas no poder. Todos le rodeamos como si fuera un fugitivo a punto de escapar, hasta que por fin nuestra profesora pudo hacerse paso hasta él. Como pudo debido a la cansera, Jaime narró como el vestuario lo había encontrado vacío, pero que le llamaron la atención unos sonidos extraños que provenían de uno de los urinarios. Así, el pobre Jaime contaba alarmado que había oído claramente sonidos guturales de la voz de Jorge, de sobra conocida por él. Al preguntar que si se encontraba bien y pedir que le dejara pasar fue la voz de Saúl la que contestó diciendo que no pasaba nada y que volvían en unos momentos.
_ Yo de verdad creo que Jorge se encuentra realmente mal_ añadió para finalizar su discurso
Pese a los gritos de nuestra maestra de gimnasia de que permaneciéramos en el pabellón, mientras ella iba a echar un vistazo a ver que es lo que verdaderamente pasaba, nosotros nos amontonamos en la puerta de las vestuarios y yo, como no, ahí estaba en primer plano.
La verdad sea dicha, fue sorprendente lo que ocurriría a continuación. Nada mas entrar Eloísa, que así se llama la profesora, se abrió la única puerta de los urinarios que estaba cerrada. De ella, como no podía ser de otro modo, salieron Jorge y Saúl, llevando este último al mas pequeño medio arrastras.
Jorge estaba todo colorado, con el pelo revuelto y medio sudado, su ropa estaba mal colocada y jadeaba en exceso. Como es natural al ver el estado del de la melenita, Eloísa salió como una bala hacia ellos e hizo sentar a Jorge en uno de los bancos, con las piernas hacia arriba.
_¿Que ha pasado Saúl?_preguntó alarmada Eloísa, mientras le daba aire con la mano a Jorge que mantenía los ojos completamente cerrados
_Pues verás he venido a beber agua y me he encontrado a Jorge vomitando en el baño y cómo no sabía que hacer pues le he ayudado a vomitar y ahora iba a echarle agua en la nuca. No te he avisado porque me ha dado cosa dejarlo sólo.
_ Muy bien hecho Saúl. Has hecho lo correcto.
_Gracias.
_ ¿Te encuentras un poco mejor Jorge?_ preguntó ella al notar que éste intentaba levantarse
_Creo que sí...
_ ¿Quieres que llamemos a tus padres o algo?
_ No, porque de todas manera no pueden venir a por mi. Y a estoy mucho mejor de verdad, es que creo que me ha sentado mal el bocadillo.
_ Bueno, si es así vamos a clase los demás tu quédate aquí y descansa.
_Puedo quedarme con él si quieres Eloísa_ sugirió Saúl
_ De acuerdo. Los demás a correr chicos.
Mucho mas tranquilos y cabreados volvimos a el pabellón dispuestos a "disfrutar" los treinta minutos de clase que quedaban corriendo como bobos alrededor de la pista. Sin embargo, aunque Desi me hablaba yo estaba un poco ida y es que esa expresión en el rostro de Jorge la había visto antes, pero ¿dónde? y ¿cuándo?
Con todas esas cavilaciones y tras casi tres caídas evitadas por Desi, volvía junto con todos los demás a la clase. Jorge ya salió por su propio pie y se fue en silencio junto a Jaime hacia el aula. Al llegar, nos tocaba filosofía, es decir, tocaba charlita con Saúl.
Primera nota y por poco me caigo de la silla de la impresión. Por primera vez en todo lo que iba de curso era Saúl el que empezaba "el correo" y vaya manera de hacerlo:
"Ali, que lo de Jorge era mentira ¿ha colado?"
Tonta. Parecía absolutamente tonta con la boca abierta y los ojos clavados en la hoja de papel recortado de una libreta. Entonces fue cuando lo recordé: esa cara era la misma que Jorge había puesto a lo largo del video que se grabó en la sala Meteora cuando Jorge y Saúl hicieron por primera vez...
_ ¡¿Qué?!_ exclamé en mitad de la clase sin poder resistirlo
_ ¿Pasa algo Ali?_ preguntó la maestra interesada intentando ver lo que ponía la nota que aun llevaba en las manos
_Pues que... ¿Qué que pone ahí que no lo veo?
Me salvé de milagro, no sólo de la riña de la maestra, sino de la Saúl como nos hubiera llegado a pillar. Contesté rápidamente que cómo se les había ocurrido la brillante idea de hacerlo en mitad de una clase en los vestuarios del colegio. Segundo fallo del día. Claro, me olvidaba de que estaba hablando con el pervertido número uno del mundo y que esa pregunta que a otros avergonzaría a él lo hizo sonreír orgulloso.
Ya le había cegado la lujuria por lo que ni siquiera se molestó en contestar en el papel, se giró y con su voz intentando ser sensual preguntó:
_ ¿Hacer qué, Ali?
Sonrojada a mas no poder intenté decirle que Desi no sabía nada y que por lo tanto, aunque quisiera no podía contestarle. Su sonrisa se ensanchó y mis nervios también. Por eso, ahora era mi oportunidad para no quedarme atrás en el jueguecito que acababa de comenzar.
_Oye Saúl una duda...Si Jorge era el que estaba vomitando,¿como es que las zapatillas que se veían por el bajo de las puerta eran las tuyas?
Indirecta número uno y eso me dejaba como clara ganadora de esa estúpida disputa al insinuar como una auténtica maestra que Saúl estaba arrodillado haciéndole a Jorge una...
_Sabes de sobra que un dulce no le hace daño a nadie y yo soy muy goloso.
Vaya, esa contestación si que no me la esperaba. Esa pelea iba a ser mucho mas dura de lo que en un principio había imaginado. Todo eso derivó a constantes llamadas de atención por parte de la maestra y acabar Saúl y yo rojos como farolillos con forme iban subiendo el grao de nuestras insinuaciones.
Al salir ese día del instituto, un aura de felicidad nos invadía a cada uno de nosotros, pero pronto se marchó como borrasca de verano al acordarnos de que esa misma tarde la deberíamos pasar ensayando para el examen de acrogimnasia. Pese a todo ello, la sonrisa del rostro de Jorge no se borró en toda la tarde, al contrario se acentuó aun más al recibir un mensaje en su móvil que supuse que sería de Saúl.
No es que estuviera segura totalmente, pero ayudó mucho a mis suposiciones que en mitad del ensayo Jorge se acercara con cara de niño bueno y me dijera:
_ Ali, necesito que me hagas un favor...