Pronto pude ver como la cabeza de Jorge iba cayendo hasta quedar alojada en su pecho de manera incomoda, pero lo que me provoco un vuelco al corazón fue la manera tan dulce en la que Saúl le cogió entre sus brazos, dejando que descansara en su fuerte torso hasta el final del viaje, mientras el no apartaba la vista del rostro del dormido...
Al llegar al punto de partida todos bajaron excepto nosotros tres, Blanca y Jaime. Con un suave meneo Saúl fue sacando a Jorge de su apacible sueño, haciéndolo enrojecer debido a la proximidad de sus rostros y a la situación tan comprometida en la que estaban. Nadie dijo nada, pero todo nos dimos cuenta. Bajamos el autocar y cada cual se fue a su casa...
A la mañana siguiente todos estábamos verdaderamente cansados y no era para menos. Se podían ver bostezos, cabezadas e incluso algunos (por no decir Fernando) tumbados en la mesa durmiendo. Sin embargo, a mis dos amigos se les veía mucho más distante, tirándose miradas furtivas en un intento de aparentar normalidad.
No se me ocurrió mas que mandarle una nota a Saúl preguntándole por su bajo estado anímico y que si tenía que ver con lo que había pasado la noche anterior con Jorge. En el momento de pasarla lo hice a través de Desi, pues estaba segura de que no la leería, pero al devolvérmela Saúl, lo hizo por detrás y se cayó.
Ambos nos pusimos tensos cuando la profesora de física y química gritó prácticamente nuestros nombres. Nos pidió que le diéramos la nota, pero Saúl se había encargado de recogerla y romperla. Con un cabreo increíble y echando fuego por los ojos, nos mandó a la sala de profesores para, tras acabar la clase, hablar seriamente con nosotros.
Allá que nos encaminamos. Estaba abierta y pasamos sin hacer mucho ruido por si había algún otro profesor en su hora libre. Por suerte, estaba desocupada y nos sentamos en dos sillas de una enorme mesa, buscando algo que hacer mientras que venía nuestra maestra.
Había enlazado sus manos y giraba sus dedos pulgares de manera mecánica en un tic nervioso, mirando por la ventana, absorto en sus pensamientos. Le llamé suavemente, pero hizo como que no me oía, sin embargo, al colocar mi mano sobre su hombro no tuvo más opción que mirarme.
_ Saúl, ¿Qué me habías contestado?
_ ¿Qué te había contestado de que?
_ En la nota... ¿Qué te pasa con Jorge?
_ Ah eso..._ sabía perfectamente lo que iba a preguntarle desde un principio_ pues nada ¿que me va a pasar?...
Lo miré por largo rato, con mi mirada de "leer mentes", que sabía como le ponía de nervioso, esperando que por fin pudiera contarme lo que pasaba por su cabecita.
_ Vale ya Ali...me pones negro cuando me miras así
_ Lo sé, y ahora me vas a decir lo que te ocurre con Jorge...
_ No me ocurre nada...
_ No era una pregunta...sé que te pasa algo.
Guardó silencio, reflexionando sobre lo que me iba y no me iba a decir. Suspiró, sabiendo de antemano que no descansaría hasta que me dijera toda la verdad.
_ Pues me pasa que parece que a Jorge le incomodó mucho lo que hice ayer. Yo no lo hice a malas...
_ ¿Qué sientes por él, Saúl?
_ Pues que voy a sentir boba, amistad. Es un buen amigo, aunque...no se le veo como a mi hermano pequeño...
_ A tu hermano pequeño..._ repetí, pensando en como decirle lo que pensaba de forma delicada_ entonces... ¿a ti va el incesto?
_ ¿Como has dicho?_ vale puede que sea demasiado clara...
_ Si, bueno...he visto como le miras y así no se mira a un hermano...
Agachó la cabeza, sin saber como replicarme. Vi como se humedecían sus ojos, pero sabía más que de sobra que nunca derramaría una lágrima delante de mí. Encerró mi pequeña mano en una de las suyas, apretándola con ligereza, indicándome que había dado en el clavo.
Iba a hablar, a abrir su alma, cuando tuvo que aparecer el incordio de mi profesora rompiéndonos el momento. De inmediato, mi mano fue soltada y tras aguantar gritos y prometer que no lo volveríamos a hacer, nos dejó salir al recreo.
Varios de mis amigos intentaron bromear con el hecho de que me hubieran echado semejante bronca, pero mis pensamientos estaban, como los de Saúl, centrados en una única persona: Jorge.
Estaba donde siempre, sentado en su mesa junto a Jaime, jugando a las cartas, pero estaba tan abstraído en sí mismo, que iba perdiendo.
_ Jorge, espabila..._ dijo Jaime, pegándole un empujón sin delicadeza alguna.
Aun así siguió a lo suyo, y me vi con derecho de intervenir. Me fui a su oído, haciendo que saltara, pues he de reconocer que me encantaba jugar con él a ponerle nervioso, haciendo como que me insinuaba.
_ Para._ me miró con su cara de falsa seriedad, previendo lo que iba a ocurrir.
_ No Jorge, escucha. ¿Que te pasa chiquitín?_ apelativo cariñoso que solo me deja decírselo a mi porque sabe que así también llamo a mi novio que es bastante alto.
_ Ay Ali, que no me pasa nada. Que pesada...
_ Venga va que lo sé de sobra... ¿Qué te sucede con Saúl?
Al decir su nombre, se le cambió la cara y se centró de nuevo en la partida. Poniendo cara de póker e ignorándome por completo. Sin embargo, yo no soy de las que tiran la toalla y como a cansina no me gana nadie, volví a insistir más veces, propinándole pequeños golpecitos con mi dedo, en un intento de crispar sus nervios de acero, por lo que se comprenderá que tarde bastante, hasta que explotó
_ Vale...me molestó lo de ayer...
_ ¿Porque? Si se portó muy bien el pobre...
_ Pues por eso. No me gusta que me trate así...
_ ¿Y eso?_ pregunté enarcando un ceja
_ Me hace sentir incómodo...
Nunca había estado más segura de que esos dos, si no se amaban, se atraían un montón. Solo esperaba que Saúl hiciera alarde de su cara dura y tuviera el valor de confesarle lo que fuera a Jorge, aunque claro...yo también podría echar una manita...