Las nubes oscuras llenaban el cielo con su deprimente presencia, mínimas gotas de lluvia caían de las mismas simulando tristes y decadentes lágrimas, aquel día el cementerio estaba cubierto completamente por la lúgubre niebla, algunas personas vestidas totalmente de luto se marchaban del sitio, incontables gotas se escurrían lentamente por las lápidas hasta caer en la fría tierra donde finalmente eran absorbidas, cada frase escrita en aquellas piedras eran trazadas por los pequeños dedos de un triste niño, no podía hacerse a la idea de que sus queridos padres, aquellos que tanto amaba y que lo cuidaban estuvieran pudriéndose en el interior de la tierra, en sus manos sostenía una hermosa rosa blanca decaída por el agua que contenía entre sus pétalos, sus ojos negros cual carbón, no evitaban derramar amargas lágrimas, quería morirse, que la tierra se abriera y los cadáveres de sus padres se lo llevaran y lo cubrieran de gusanos, sus sollozos eran profundos, desgarradores del fondo de su corazón, cerró fuertemente los ojos al tiempo que se arrodillaba al suelo y cubría su cabeza con ambas manos.
- Padre, madre… ¿Por qué? – las lágrimas recorrían sus mejillas confundiéndose con el agua de la lluvia - ¿Por qué me han dejado solo? – su cabello azul se adhería a su rostro debido a lo empapado que estaba.
- No estas solo Sasuke.
Aquel tono de voz frío en su oído era muy familiar, rebuscó en su memoria al tiempo que sentía la mano de aquel hombre apoyarse en su traje negro mojado, subió su vista hasta encarar a aquel sujeto para intentar reconocerlo, con sus pupilas totalmente acuosas por las diminutas gotas que caían del cielo miró al alto moreno.
- ¿Itachi? ¿Hermano? – Las lágrimas volvieron a inundar sus ojos - ¿Eres tú hermano?
- Así es Sasuke, soy tu hermano Itachi y e venido a llevarte a vivir conmigo – la expresión en el rostro del Uchiha era totalmente difícil de descifrar.
- Pero… hermano ¿Tu no estabas en… - el pequeño intentó hacer memoria, pero hacía tanto tiempo que su hermano se había marchado de su lado, a un sitio que no recordaba el difícil nombre para alguien de su edad.
- Eso no importa – interrumpió el mayor – Al enterarme de la muerte de tus padres he venido sin pensarlo para que vengas conmigo.
- Her… mano – los ojitos del peliazul se tambaleaban.
Itachi acercó el pequeño cuerpo de su hermano al suyo en un abrazo que pensó que Sasuke necesitaba, lo vio como algo natural, a él no le provocaba dolor en absoluto la muerte de sus padres, pero al sentir aquel cuerpo de su hermanito temblando en su pecho, una sensación lo embargó por dentro, un cosquilleo, una presión en el estomago, la lluvia continuaba mojándolos y aún más debido a las nubes negras que se aproximaban desde el horizonte, un deseo en Itachi se hizo presente, un deseo de profundizar el abrazo, pero no para calmar al chico ni por un cariño o prueba de hermandad, en verdad quería sentir la piel blanca y fría a través de la tela negra de aquel traje de diminuido tamaño.
- Sasuke ¿Tienes frío?
- Si… un poco – el pequeño temblaba al tiempo que sus labios se pintaban de un morado tenue.
La niebla continuaba reinando el sitio, el mayor de los Uchiha levantó el mentón de su querido hermano y posó sus labios con los suyos en un intento por entibiarlos, poco a poco y debido a aquel roce casto, sus mejillas también adquirieron un color rosa delicado, lentamente Itachi se apartó de los pequeños labios de su hermano al notar que estos habían tomado un poco de color carmesí.
- Hermano… ¿Por qué me… has besado? – preguntaba extrañado el pequeño con las mejillas sonrojadas.
- Pensé que sería una buena forma de quitarte algo de frío, dime ¿Aún tienes frío?
- Bueno… - la expresión seria de Itachi se mantenía desde que había llegado – Sólo un poco.
- Ya veo – el mayor se levantó – ven, te buscaré chocolate caliente.
- S… si
Una tímida sonrisa se asomó de los labios de Sasuke, le alegraba en extremo ver a su adorado hermano después de tantos años, pero seguía triste por la repentina muerte de sus padres, aún así, ya no estaría sólo en este miserable y lastimero mundo, su hermano había llegado y quería llevárselo con él, no le importaba a donde fuera… iría hasta el mismo infierno, eso estaría bien para él si su querido hermano estaba a su lado, la rosa blanca yacía en la fría tierra, esperando a ser absorbida como gota de lluvia.
En un pequeño local, el peliazul se encontraba sentado en una banca, debido a su pequeño tamaño su hermano tuvo que subirlo tomándolo por la cintura, en aquel momento un cosquilleo le invadió la entrepierna, no sabía porque pero como cualquier niño que no comprende algo simplemente lo ignoró, movía sus piernas mientras miraba la lluvia caer desde fuera, la húmeda tela le pesaba bastante, miró las palmas de sus manos, sus dedos estaban algo arrugados debido a la exposición al agua, acomodó unos cuantos mechones del azul cabello, en eso su hermano apareció detrás de él como una sombra escurridiza, provocando en su espalda un leve escalofrío.
- Toma Sasuke.
- Gracias.
El niño recibió el vaso con el chocolate caliente con una pequeña sonrisa, aquel líquido pronto le entibió las palmas, al dar un pequeño sorbo retiró el vaso rápidamente de sus labios al sentir que se quemaba la lengua, hizo un pequeño gesto que Itachi notó al instante.
- ¿Qué pasa?
- Nada, sólo esta caliente.
- Obvio que este caliente, no pensaras calentarte con chocolate frío – la mirada seria por ningún motivo abandonaba el rostro del pelinegro, por lo que se deducía que no lo dijo a modo de broma.
- Si – Sasuke se deprimió, tal vez su hermano pensaba que él era un tonto y eso le dolía, apenas era un niño de ocho años.
En eso el mayor tomó las manos de su hermano que tenían el vaso entre las suyas, acercó su rostro, curveó sus labios y comenzó a soplar el líquido chocolatoso suavemente, el pequeño peliazul miraba a Itachi al tiempo que sentía las frías y grandes manos cubriendo las suyas.
- Creo que ya no debe estar tan caliente.
- Gracias hermano.
La pequeña sonrisa en el rostro de Sasuke volvió a formarse, Itachi no lo comprendía, su cara inexpresiva se mantenía siempre igual, su hermano en cambio en un momento tan triste para su pequeña vida estaba sonriendo, pero no sólo eso, le estaba sonriendo.
El pelinegro se bebió su café bien cargado sentado en una de las mesas apartadas de Sasuke, el pequeño miraba por las ventanas del local la insistente lluvia, continuaba con el chocolate más debajo de la mitad y totalmente frío por la demora en lo que se lo tomaba, Itachi trataba de concentrarse en sus asuntos, en sus temas, en lo que a él le importaba, su mirada caía nuevamente en el cuerpo de su hermano.
Era de noche, la llegada de un auto hizo levantarse al Uchiha mayor de su asiento, se dirigió a la entrada del sitio, las piernecitas del peliazul continuaban columpiándose al tiempo que miraba las acciones de su hermano, Itachi se dirigió al pequeño sin encararlo.
- Es hora de irnos Sasuke.
- Si
Sasuke se bajó de su asiento y se dirigió hasta donde estaba su hermano, éste sin dejar de mirar al frente colocó su mano en su espalda para guiarlo camino al vehículo.
La lluvia no cesaba por lo que sus cabellos comenzaron a mojarse, al llegar la puerta del asiento delantero se abrió dejando ver al conductor, Sasuke lo miró extrañado, era un sujeto muy raro, Itachi abrió la puerta de la parte de atrás.
- Sube
- ¿Eh?... si
Seguidamente de cerrarle la puerta a su hermano, el pelinegro se montó adelante y cerró la suya, se medio acomodó el cabello mojado.
- ¿Ese es tu hermano Itachi? – preguntaba Kisame
- Si, así es, él es Sasuke.
- Se parece mucho a ti – decía el hombre sin recibir respuesta por parte de Itachi - Hola Sasuke ¿Cómo estas?
- Hola – sus mejillas se sonrojaron por la pena.
- Yo soy Kisame, acompaño a tu hermano desde que regresó aquí.
- Oh ¿Ustedes son amigos?
- ¡¡Kisame!! – Interrumpió el mayor Uchiha – Vámonos.
- De acuerdo Itachi.
Kisame encendió el motor y se puso en marcha, el pequeño Sasuke debido a la intromisión tan brusca de su hermano en la conversación bajó la cabeza, de seguro su hermano estaba molestó con él, por eso usó ese tono de voz, aquello le produjo otra punzada en el corazón, no sabía que hizo mal.
Sus diminutos ojos negros se posaban en la ventana del auto, miraba el paisaje moverse y desvanecerse en el camino, las débiles gotas golpeando el parabrisas, la manera en la que aquel hombre extraño le miraba por el espejo y a su hermano completamente serio arreglándose el cabello, sus respiraciones resonaban en el interior, Sasuke llevó sus manos a sus mejillas, estaban heladas.
Pasado un rato llegaron a una posada, al sentir que el automóvil se detenía los ojitos del peliazul comenzaron a abrirse de nuevo, pestañeó varias veces, entrecerró los ojos para dar la apariencia de que dormía.
- Sasuke, despierta, ya llegamos – decía Kisame
- Déjalo, lo cargaré hasta la habitación – reclamaba Itachi.
El moreno pasó sus manos por las piernas de su hermano y lo cargó entre sus brazos, Sasuke fingió que dormía, quería sentir aquel detalle de su hermano, Itachi lo sacó y se dispuso a entrar al sitio.
Ya dentro, los Uchiha y aquel hombre se encontraban por los pasillos, el pequeño peliazul continuaba en brazos de Itachi imaginando que era cargado por su padre, se sentía bien y en su corazoncito de niño eso era lo que importaba, el pelinegro abrió la puerta de la que era su habitación, se dirigió a Kisame.
- Esta noche no puedes quedarte, como ves Sasuke estará conmigo.
- Pero Itachi, no puedo pasar la noche sin ti, además prometo que no pasará nada.
- Ya te dije que no, si quieres puedes quedarte en esta misma posada pero en otra habitación, esta la ocuparemos mi hermano y yo.
Kisame bajó la cabeza, siempre obedecía las órdenes del Uchiha mayor, el pequeño Sasuke entreabría los ojos, escuchaba atentamente.
- ¿Acaso te molesta que tú hermano sepa de lo nuestro?
Itachi giró su cuerpo con su hermano en los brazos, se dispuso a entrar en la habitación, antes de cerrar la puerta vociferó algo al hombre fuera.
- Ahora mi hermano es lo único que me importa.
Terminado de decir esto y el pelinegro cerró la puerta tras de si dejando a un Kisame deprimido, luego de un leve suspiro el hombre finalmente abandonó el sitio, lo peor para un corazón lastimado es estar al lado del causante de su desgracia.
Después de dejar al pequeño Sasuke acostado en un mueble, el mayor se quitó la enorme chaqueta negra totalmente mojada, la colocó a un lado, Itachi se arrodilló y miró el angelical rostro de su hermano, levantó la mano y comenzó a delinear las mejillas, acarició el cabello con su misma expresión, el peliazul continuaba despierto, pero de saberlo su hermano dejaría de tocarlo y aquella sensación era tan agradable, tan grata, siempre la quiso y ahora la tenía, continuó fingiendo un profundo sueño.
- “Itachi”
Lentamente el moreno comenzó a desvestir a su hermano, si continuaba con esa ropa húmeda de seguro se resfriaría, le quitó la pequeña chaqueta y la camisa blanca, Sasuke sólo se dejaba desvestir, Itachi se detuvo al tener en frente el pecho de su hermano, aquellos pezoncitos rosados ahora morados por el frío, decidió entibiarlos al igual que lo hizo con los labios, acercó su boca al pequeño abdomen y comenzó a chupar las pequeñas tetillas.
Sasuke hizo un ligero movimiento, pero se detuvo al sentir la tibia saliva de su hermano en esa zona tan delicada, el mayor chupeteaba suavemente para no despertar al niño y sólo lo suficiente para devolverles su color, el peliazul empezó a sentir que sus mejillas y su sangre hervían, no sabía porque su hermano le hacía aquello pero le gustaba y para seguir sintiéndolo mantuvo cerrado los ojos.
- Sasuke
Itachi deseaba sentir la piel de su hermano entre sus manos, pero estas estaban frías y provocaron en Sasuke un estremecimiento que no pudo esconder, poco a poco el pelinegro se apartó del pequeño cuerpo, fue hasta el armario y sacó unas frazadas, acto seguido cubrió a su hermano con las mismas, se dirigió a la mini cocina.
En el interior de aquellas cobijas, el peliazul mantenía abiertos los ojos, su mente de niño trataba de asimilar aquellas sensaciones percibidas, pero la que más llamó su atención fue la proveniente de su entrepierna ¿Por qué sentía eso?, pensó en sus padres… se entristeció, en su hermano… evitó llorar, el beso… sonrió, los contactos… se cubrió aún más, en el calor proporcionado por su hermano… se quedó dormido.
Continuara...