Por qué
Se aferraba con fuerza al brazo de Heero en un patético intento de llamar su atención mientras miraba como Duo recorría la cintura de la menor con suavidad, era perfecto
¿Por qué no la tocaba como lo hacía él?
El ritmo suave, las incesantes sonrisas de ambos, eran simplemente repugnantes.
¿Por qué no eran capaces de sonreír como ellos?
Apretó con más fuerza, tratando de penetrar esa barrera impenetrable.
Como la envidiaba, el trenzado le sonreía de una manera tan endemoniadamente cálida.
¿Qué a caso no tenía ese derecho?
Tanto le entregaba y él… ¿se deleitaba quebrantándole el alma?
“más”-
hn?- masculló a su lado, ese sonido tan característico, sonrió, su atención era exclusivamente de ella, eso le gustaba creer, mas lo sabía, y era ahí cuando dolía.
Se fijó en sus joyas cobalto, como siempre lo hacía y como siempre pudo verlo, porque no era a ella a quien veía, porque no importaba cuanto se aferrara simplemente no era él.
Ahora su atención se desviaba al trenzado, como siempre, se tomaba el estómago en un intento de apaciguar su risa, esos ojos, se limpiaba las lágrimas con una gran sonrisa “repugnante”…
Lo conocía bien, a simple vista era desinteresado, sonriente, alegre e incluso irresponsable, pero no era así; detrás de esa sonrisa se escondía un observador, analizaba y procesaba el mundo a su alrededor, habilidad necesaria en su mundo.
Sonrió
Pero por sobre todas las cosas, era cauteloso, preciso, mortal.
Ese era Duo, porque no importaban las mujeres que lo abrazaban, él no las veía, como heero no la veía a ella, y lo sabía.
-vamos heero… no será que tienes miedo o sí?-
-imbesil- respondió tan falsamente frío.
-ja! Lo sabía- Heero se soltó de su agarre
-¿viste al general?- preguntó al trenzado y ahí empezaba el juego de palabras… secretos escondidos en cada una de las sílabas...
-Dios! Déjalo para después!- alegó el trenzado provocativamente, porque debía conocerlo para ver a través de Heero.
-oh está bien, esta es la información, no está involucrado en ¡nada!- un leve roce de manos y la sonrisa de siempre, pequeña, imperceptible, como el escalofríos que recorría a Duo, como el que en ese momento eran los únicos. Y dolía, dolía mucho, porque ya no podía convencerse de que era el cansancio, amistad o fraternidad, porque el oxígeno escaseaba y el espacio era demasiado pequeño, pero debía serenarse, caminar lo más tranquila posible, porque la reina del mundo no debía desesperarse.
-shh-
Y dolía…
Se asomó por la puerta accidentalmente abierta y con una repugnante atención lo presenció intentando descubrir, como siempre, una falla, falla que no existía, falla que nunca había existido...
La mano de heero recorría con suavidad el cuello del trenzado.
-y ¿qué pasó con la misión?-
-idiota- escuchó y se odiaba, oh si, pero se obligaba a ver…no podía dejar de ver
-duo…- lo besaba suave y delicadamente mientras recorría su cintura con adoración, heero simplemente se dejaba hacer
-heero?-
-shh.. calla- le decía cálidamente con una gran sonrisa, su sonrisa. Y terminaba por romper lo que quedaba de alma.
“¿Por qué puede tocarte?”
La vista se le nublaba, sus mejillas mojadas ¿desde cuándo lloraba?
¿Por qué no le sonreía como a él?
¿Por qué diablos no se aferraba desesperadamente a ella como lo hacía con Duo?
Si era un asesino a sangre fría, un huérfano de carne y alma, en cambio ella… ella había logrado la paz sin armas ni muertes
¿Por qué temblaba cuando Duo lo besaba?
Salió a tomar aire lo necesitaba tanto…
Y cuando Heero volvió, se aferro a su brazo como siempre, fijaba su atención en sus obres, como siempre, y como siempre esperaba que mañana ese juego de miradas y sonrisas imperceptibles, que ese código tal deliciosamente secreto, no fuera de ellos…
Porque tal vez
Solo tal vez…
Sería –nuestro-
-hn?-
Fin…