¿Qué había sido eso?, ¿una fantasía?, ¿un sueño?, ¿es que acaso alguien asi existía?, si, y tenia nombre, Mello, ¿Qué clase de nombre es Mello?, ¿Quién le grito de esa manera?... miles de cuestionamientos lo acribillaron durante todo el trayecto a su departamento, el clima era frio, pero esa frialdad le hacia bien, necesitaba quitarse esa sensación de la piel, desembarazarse de esos sentimientos que ese perfecto extraño le había provocado.
Esa noche soñó con esa piel blanca esmaltada de sudor, soñó con esas caderas, con esos muslos, con esos ojos que no dejaron de verlo todo el tiempo, soñó con besos dulces, besos llenos de pasión, caricias que no daban tregua a la piel, lenguas entrelazadas. Despertó con el corazón acelerado, y con la reacción natural en el cuerpo, se metió al baño, “¿Quién eres?”, dijo mientras se deshacía de el bóxer que oprimía su erección, pensó en él, en ese rubio, lo imagino en situaciones muy poco ortodoxas, gimiendo, gritando, lamiendo, su cuerpo ansiaba el suyo, abrió la boca y dejo escapar un sonoro gemido cuando su mano apretó con fuerza su miembro mientras imaginaba que penetraba a aquel Dios. Trató de disfrutar cada movimiento de su mano, pero las imágenes de Mello jadeando eran mas fuertes, cada centímetro de su piel deseaba que todo aquello fuera verdad, cada poro comenzó a sudar y a desear que esa lengua lo recorriera, diez minutos el nombre de aquel rubio ahogo el fuerte gemido que habría escapado de los mas profundo de su garganta. Tenia todo el cuerpo bañado por el salado roció del sudor, cada musculo de su cuerpo tenso, parcia la estatua de un atleta a punto de ganar la competencia.
“Tengo que encontrarte”, dijo cuando su respiración dejo de ser agitada, “donde sea y con quien sea…”
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-Mello… Mello… decía una y otra vez aquel hombre de cabello negro y largo mientras con una mano se aferraba al respaldo de su sillón rojo y con la otra apretaba fuertemente los cabellos rubios de ese joven que en ese momento lamia con lentitud su miembro, M…Mello… aaaah…
Mello se relamió con una sonrisa lasciva todo el liquido de su amante, Mikami aun con los ojos cerrados respiraba con dificultad, cuando los abrió de topo con la mirada fija de ese niño que era suyo sin lugar a dudas.
-¿Verdad que Mikami san no esta enojado ya con Mello?, dijo el rubio con la vocecita de un niño inocente.
Mikami lo miro como si de eso dependiera su vida y le sonrió, acaricio ese rostro suave y se acerco a besarlo, no fue un beso gentil, no tenia por que serlo, aun estaba furioso con él, sabia que detestaba que otros lo miraran siquiera y verlo bailar de esa manera con un perfecto extraño lo había vuelto loco de celos. Pero como siempre el enojo no le duraría mucho tiempo, y menos con las artes que poseía ese chico, lo deseaba, lo podía tener en la palma de su mano si él quisiera, era el único que podía mirarle de frente, el único que no debía temerle, desde la primera vez que lo vio supo que seria su perdición y eso le agradaba, “morir por un niño” decía mientras acercaba su rostro al de el rubio, no fue un beso gentil, fue un beso lleno de furia, ese niño era suyo y él debía entenderlo, debía enseñarle quien mandaba.
-¡Aaaah!, gritó Mello cuando Mikami le mordió el labio inferior, la sangre comenzó a fluir de manera lenta, Mikami lo miro embebecido, el labio se le había hinchado y la sangre le daba un toque especialmente existente a su rostro.
-No quiero que nadie mas se acerque a ti ¿escuchaste?, dijo Mikami firmemente.
-Solo estaba jugando, dijo Mello de nuevo con esa voz que lo ponía a mil, además aquí es muy aburrido y todo el tiempo estoy solo, dijo con un dejo de tristeza en sus ojos.
Mello se levanto de el suelo y se limpio la boca aun con sangre, miro a los ojos a Mikami mientras se quitaba lentamente el chaleco y lo miro traviesamente, cuando el chaleco quedo en el suelo se recogió el cabello con ambas manos y suspiro ruidosamente, cerrando los ojos, era claramente una invitación, eso lo sabia Mikami, lo conocía demasiado bien, sabia lo que quería, y eso era contentarlo, tal vez porque vio algo que le gusto, alguna moto, algún carro. Era una relación de intereses, Mikami tenía dinero, y Mello su juventud y su cuerpo. Asi lo veía Mello, pero no Mikami…