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CHOCOLATES Y ROMPECABEZAS por sank

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                                                  FAVOR 

Después de tomar unas fotos por el parque, el fotógrafo, un muchacho rubio de unos veinte años, se dispuso a retirarse de lugar.Ya eran las doce  y él pensó que ya era tiempo de almorzar. Comúnmente almorzaba por un restaurante que quedaba por su casa, pero esa vez quiso comer en un lugar diferente, pues la rutina ya lo había  cansado.

Se dirigió a un restaurante. …l se acomodo en una de las mesas de afuera, para no sentirse aprisionado. Ya le habían servido y cuando se dispuso a comer,  sonó su celular. 

– ¿Si?–Hey, Mello, en dónde estas.

–En el parque, he decidido comer aquí.

– ¿En el parque? entonces ya voy. No me gusta comer solo ¡espérame! 

Luego de colgar, el rubio comenzó a  comer. Ya después de un momento. 

– ¡Ya estoy aquí! ya podemos pedir…

–Yo ya almorcé. Ya había pedido y no quería que se me enfríe mi comida.

–Mello, eres un glotón. Solo me demore un ratito. Bueno, al menos me acompañas.

–Claro, Matt,   mientras tanto tomo algunas fotos. 

El muchacho, Mello,  comenzó a tomar fotos desde su mesa, sentado junto a su amigo Matt. 

–No me gusta que tomes fotos mientras como, además ya terminaste con ese trabajo… 

El amigo de Matt se quedo mirando a un albino que estaba sentado en una de las mesas que estaba de lado del restaurante en donde estaban sentados. 

– ¿Lo conoces, mello? –le pregunto, ya que mello lo miraba con insistencia.

–No, nunca lo había visto. Le voy a tomar algunas fotos.

–Parece que le tienes ganas, ya déjalo.

–Qué comes que adivinas – le respondió con una mirada maliciosa. 

Después de tomarle algunas fotos al albino, se paro de la mesa para acercársele. Su amigo lo detuvo. 

–Mello, si te le acercas con esas intenciones se dará cuenta.

–Le diré que soy fotógrafo y que quiero tomarle fotos.

–Eso lo hace aun más peor. No creo que crea que eres un fotógrafo. Mejor déjalo, solo es un niño de secundaria.

–Si me le acerco, qué puede pasar. – dijo muy seguro de sí mismo.

–Pues yo creo que ya nunca regresa por aquí.

–… 

Después de ese día, Mello regreso al día siguiente, para ver si el albino estaba. Sí, estaba sentado en el mismo lugar y mello aprovecho para tomarle mas fotos. Todos los días Mello regresaba a la misma hora

                                   .………………………

Mello fue, como ya de costumbre, al restaurante para comer y ver al albino. Después de que el albino termino de comer, pidió un helado. El nunca había pedido nada más después de almorzar. Mello aprovecho esa variedad y comenzó a tomarle fotos mientras comía su helado. Luego de que el albino terminara su helado, pidió otro. Mello pudo notar que el fotografiado estaba nervioso.

 – ¿Se habrá dado cuanta que lo estoy  fotografiando? –pensó y rápidamente escondió su cámara. Mello no quería asuntarlo. 

El albino comenzó a buscar en su bolso que al  parecer no lo encontraba. 

–Se le ha perdido algo –pensó Mello – ya lo tengo, se le debe haber perdido su dinero, por eso esta muy nervioso. …l no tiene con qué pagar lo que a pedido.  

–Hola, me  he dado cuenta de tu problema, no te preocupes, yo te lo soluciono.

El albino, muy avergonzado, se quedo por un momento en silencio. 

–Qué problema, yo no tengo ningún problema.¿acaso me ve con cara de problemático. Pues claro que no señor, yo soy una persona muy  pero muy tranquila.

–Ya me di cuenta­. Bueno, en vista que no te preocupa nada, me voy –se paro para retirarse ya que se había  sentado a su lado.

– ¡Espere! …bueno… en verdad sí tengo un problemón –luego de meditarlo un rato, agrego – lo que pasa es que no tengo con que pagar lo que pedí y la verdad  no quiero quedarme a lavar platos en este restaurante.– El estudiante comenzó a hablarle con mucha confianza, como si lo conociera de toda la vida.

– Entonces, sí tienes problemas.

–Oiga usted, si piensa ayudarme, pues hágalo y no comience a pasearme con conversaciones que no me interesan. – su carita estaba muy seria, pero cambio de inmediato a una mas inocente  para agregar lo siguiente – se lo agradecería muchísimo,  claro que también le devolveré el favor.

 –Este angelito se convierte en demonio cuando abre la boca – pensó el rubio. 

El mesero se acercó a la mesa al ver que los platos ya estaban limpios.  

–Joven, la cuenta. Le quiero informar de la promoción. Si paga diez  monedas más, le damos el juguete de colección del restaurante – El mesero saco de su espalda, ya que lo tenía escondido, un juguete muy bonito.

– ¡pues yo me apunto! – Dijo el menor, al mismo tiempo que cogía el juguete – y también envuélvame un trozo de pastel para llevar. 

–Bueno joven, sumando lo que vale el juguete y el pastel…  esta es su cuenta. – el mesero le alcanzó la cuenta.

–…Esta vez si que me pase con la cuenta…bueno pues, este rubio paga – dijo mientras que sacaba el juguete de la caja y se distraía con él.

–sí, yo pago – dijo mello mirando de reojo al pequeño. 

El albino recibió la torta del mesero.

–Bueno ya me voy. Asta nunca joven rubio.

 Mello se quedo mirándolo mientras se alejaba, pero al momento el albino dio media vuelta y se dirigió a él. 

–Señor rubio, señor rubio, no vaya a  pensar que soy un confianzudo y todo eso, pero es que no tengo con que irme a casa. ¿Me presta una monedita? no querrá que me vaya caminando .mi casa esta muy lejos y usted sabe, con tanto delincuente suelto por todos lados. 

El rubio le dio lo que el albino le pidió 

–Es usted muy amable. Bueno, hasta nunca. 

–Espera,  Cómo te llamas –le pregunto Mello sujetándolo del brazo.

–Yo me llamo Nate –respondió luego de mirarlo un ratito el albino se fue corriendo y doblo una esquina. 

–Matt se confundió con este niño. Si que es muy tratable

– Mello se alejo del restaurante para irse a su casa. 

Desde la esquina por donde había desaparecido el alvino, se asomaba una cabecita de cabellos blancos.

 –En donde vivirá – pensó el menor mientras comenzó a seguirlo – papá Ryuzaki me dijo que siempre debo cumplir con las deudas y favores. Casi se me olvida. 

El rubio cruzo una calle, mientras Nate, sin que el rubio se diera cuenta, hizo lo mismo. Después de una, no tan larga caminata, Mello entro a  una casa. 

–…l debe vivir ahí. Nate salio disparado hacia la avenida.

 Esperó en el paradero, tomo el ómnibus. Media hora después, Nate se bajó  del ómnibus y se dirigió a una casa.     Cuando Nate iba a tocar la puerta un joven de cabellos negros y grandes ojeras se le acercó. 

–Nate, ¿hoy no te quedas en la biblioteca?

–Tuve un problema, papá Ryuzaki, pero ahora mismo regreso…. Mira, te traje esto.

– ¿Un problema?– preguntó tomando lo que su hijo le alcanzó.

–No es nada grave, para solucionarlo necesito que me des dinero.

–No me digas que te enamoraste de un libro y quieres comprarlo.

–No, lo que pasa es que me encontré con un rubio, que por cierto estaba muy bueno, y…es una historia muy larga, larguísima, pero de que tengo que pagar un favor lo tengo que pagar. 

– ¿Un favor? Hijo mío, no pierdas más tiempo, tienes que saldar ese favor lo mas pronto posible –su padre se veía muy eufórico. 

Nate recibió el dinero de su justiciero y  preocupado padre  y salio disparado a tomar un ómnibus. 

– ¡No te preocupes, papá Ryuzaki, luego te cuento! ¡Nos vemos en la noche!

– ¡Muy bien, hijo, salda el favor y estudia mucho! …Qué es esto… ¡mis cinco sentidos me dicen que es un delicioso pastelito!

                                    ………………………

Ya frente a la puerta de  la casa, donde Mello había entrado, Nate toco el timbre. No espero mucho, pues fue atendido por el amigo de Mello.

 – ¡Tu!– dijo Matt muy sorprendido al ver que era el famoso peliblanco  quien había tocado la puerta.

 Nate pensó que se trataba de un chico muy expresivo y sin hacerle caso decidió seguir con su cometido. 

–Yo qué, yo no le debo nada a usted, así que arranque. 

–No lo creo, es el mismo niño que come tan tranquilito en el restaurante –Matt puso cara de incógnita mientras pensaba en  aquello. 

–Oiga usted, ¿acaso esta drogado? no se quede ahí parado mirando el espacio  y llame al rubio por favor.

–Debes estar buscando a Mello, bueno él ahora no esta, pero porque no pasas y lo esperas–Matt salió de  la casa –cuando llegue, le dices que tuve que irme.

– ¿Entrar a la casa de un extraño? , bueno, a papá Raito no le gusta que entre a casas ajenas…– Nate lucia muy preocupado e inocente, pero de inmediato su carita cambio a una muy segura-…pero no creo que se entere.

–Bueno, ya me voy niño extraño. – dijo mientras se alejaba.

– ¡Niño extraño su madre! ¡Quiere pelear, venga, regrese!– Nate estaba muy ofendido 

Matt ya estaba un tanto lejos, pero pudo escuchar los gritos del pequeño. 

–Ese niño si que esta desquiciado.  

Nate entro a la casa y se sentó en un sillón de la desordenada sala. 

–Y ahora que hago…Bueno esperaré al rubio.

                              ………………………………

Muy cerca del lugar, Mello, muy tranquilo, se dirigía a su casa. Repentinamente sonó su celular. 

–Quien habla–Soy yo. Mello, en dónde estas.

–Estoy cerca de casa. Que hay, cuenta.

–Te tengo una pequeña sorpresa.

– ¿Una sorpresa? Que es.

–Ya lo vas a descubrir cuando llegues a tu casa – Matt colgó  su celular, dejando a Mello muy desconcertado.

muy curioso, apuro el paso.Cuando Mello llego a su casa, abrió la puerta con su llave .su sorpresa fue muy grande pues vio al peliblanco, Nate, parándose muy rápidamente para recibirlo. 

–Nate, qué haces aquí.

–Este…su amigo me dijo que podía esperarlo, pero el ya se fue hace rato. –Nate lucia muy nervioso.

–Ya veo que conoces mi casa.

–Estoy muy agradecido por haberme ayudado, por eso cuando se fue lo seguí. Por suerte vive cerca del restaurante. Vine a pagarle – Nate extendió su mano para que Mello recibiera lo que le había prestado.

– ¿De verdad sólo viniste por eso?

–…Sí, para que otra cosa cree que he venido – Near trato de disimular lo nervioso que estaba, pues el joven rubio le parecía muy apuesto. 

Después de mirar un pequeño momento a Nate, Mello le dio la espalda y se dirigió a la mesa  para dejar sobre ella su cámara. 

–No me debes nada, Nate, sólo fue un favor que te hice.

–Sí le debo, ¡yo quiero pagarle, papa Ryuzaki dice que siempre tengo que pagar mis deudas y favores! – ante el silencio de Mello, Nate agrego  –ya sé, si le molesta que le pague con dinero, mejor le ordeno sus cosas y favor saldado. Todo por aquí esta muy desordenado. 

Mello se quedo mirándolo un buen rato, mientras Nate se remangaba las mangas, para comenzar a ordenar la sala que estaba totalmente desordenada. 

–Tengo una mejor idea, Nate­– dijo Mello mientras se dirigía al segundo piso. 

Nate, ante la ausencia del joven rubio, comenzó a recoger algunos rollos que estaban por el piso y los puso sobre la mesa, donde  había muchas fotos sin orden alguno y  él comenzó a ordenarlas. Cuando ordenaba  las fotos, un álbum llamo su atención. 

–Pondré las fotos en el álbum – pensó.  

Cuando abrió el álbum se dio con la sorpresa de que estaba lleno con sus fotos. Todas las fotos eran prácticamente iguales, ya que habían sido  tomadas en el mismo lugar y Nate nunca variaba de ropa. 

–Estas fotos…desde cuando…este rubio es un acosador, es un degenerado. Seguro que me quiere hacer algo indecente, mejor me largo de aquí, pero debo tener mucho cuidado. 

Al escuchar que mello bajaba del segundo piso, cubrió el álbum con un periódico que estaba en la mesa y muy rápido se fue a sentar en la misma silla. Se quedo quieto y muy nervioso. 

–Nate, mira ven, acércate.

– Nate a paso lento se acerco. Mello le mostró unas fotos, eran desnudos artísticos. El peliblanco, cuando vio las fotos, tembló.

– ¡Lo sabia! –dijo Nate muy sobresaltado.

–Saber qué

–...Pues que estas fotos  están muy bien tomadas, usted es un gran fotógrafo. – disimulo

–Sí,  pero todas me parecen iguales – después de una pausa agrego –Nate, tú eres diferente, me gustaría tomarte algunas fotos.

– ¿Diferente? ¿Es por mi cabellito blanquito? – Nate se agarro el cabello.

–Bueno, digamos que sí. 

Nate trago saliva, desde el momento que vio sus fotos en el álbum, sabia que algo parecido pasaría.

–Si me niego, lo mas seguro es que me va a forzar. Y ahora que hago. –pensó.

–Nate, ¿estas bien?– le dijo el rubio al verlo distraído.

–Este…yo nunca he hecho desnudos, no creo poder ayudarlo, pero aun así me esforzare. – respondió. …l trató de verse muy animado. – Con esta respuesta el rubio va a pensar que soy fácil – pensó.

–Que fácil –pensó el rubio – Que bien, con esta ayuda seré yo quien te deba a ti –respondió el rubio. Mello subió, de nuevo, al segundo piso–Iré por mi otra cámara, mientras tanto Puedes ir desnudándote.  

Cuando él ya no estaba a la vista, Nate se dirigió a la puerta para irse 

– ¡Ahora o nunca!  Tengo que largarme de este lugar.

 La puerta solo se habría con llave. Nate comenzó a rondar por todo el primer piso para encontrar otra salida.  No encontró ninguna. Cuando se escucharon  unas pisadas que bajaban del segundo piso, Nate se apresuro a sentarse, nuevamente,  en la silla. 

–Ya traje  mi…Nate, todavía no estas… 

–Es que estoy muy nervioso. Yo nuca he hecho algo parecido – Nate lucia verdaderamente nervioso. 

–No te pongas nervioso – dijo Mello mientras se acercaba a él – yo te voy a ayudar.

 Mello se acerco a Nate y cundo se detuvo frente a el, comenzó a desabotonar los botones de su camisa.  

–No lo haga, yo… ya no quiero hacerlo. Tengo que ir a estudiar y ya se  me  hizo muy tarde. lo que pasa es que soy un niño muy estudioso que siempre se queda en la biblioteca Lugo de sus clase y…

Mello lo interrumpió  aprisionando sus labios con las de él.

–No, Nate, no te vas,  me debes un favor y me lo vas a devolver. 

Las verdaderas intenciones de Mello  habían salido a flote. El rubio comenzó a besar el cuello del peliblanco. Nate, al tratar de liberarse, callo a piso. El rubio se sentó sobre  Nate  y sosteniendo sus manos contra el piso, continúo  besándolo.  

–Pare por favor

–Ya deja de fingir, Nate, me he dado cuenta como me miras, Se que también quieres.

 Nate enmudeció  un momento, pero tenía que detenerlo. 

–Yo no quiero…tengo que irme, ya le dije que es muy tarde.

–Que pasa, Nate, pensé que tenias deseos de devolverme el favor.

–de esta manera no. además,  que cree que soy yo, ¿un cualquiera que se entrega al primero que ve?, pues claro que no. 

Mello, haciendo caso omiso a las palabras de Nate,  comenzó a acariciar el cuerpo del peliblanco con sus labios. …l no quería forzarlo, por eso trataba de incentivarlo. No se limitaba en tocar el cuerpo del adolescente en lo más mínimo. Cuando se dio cuenta que su incentivo  comenzó a causar efecto, pues Nate se comenzó a estremecer con las caricias del rubio, Mello tomo  la mano de Nate para ayudarlo a ponerse de pie. 

–Ven –mello lo quiso dirigir al segundo piso. 

El peliblanco se quedo quieto. No respondió al pedido del rubio.

 –Que pasa, Nate, no tengas miedo.

–Es que yo…– Nate  miro la puerta, como si quisiera que alguien viniera a salvarlo de sus  instintos. 

Mello se acerco al peliblanco   y descaradamente lo beso como si se tratara de su propiedad. Comenzó a juguetear dentro de su boca hasta lo más profundo. Nate no   rechazó el beso,  dejó que mello jugara dentro de su boca con total  libertad. 

–Ves que sí quieres – dijo, mientras sonreía. 

Nuevamente, mello siguió su camino hacia el segundo piso junto a su acompañante, quien esta ves no puso resistencia, pero si muy dudoso, pues mello era un extraño que recién acababa de conocer ese mismo día, un extraño que le atraía sin saber por que. …l sabía como iba a concluir todo si no se oponía, pero la curiosidad y los deseos,  que el rubio había despertado con sus caricias  y besos, se comenzaron a apoderar de él. Cuando llegaron a un cuarto del segundo piso, que probablemente era el cuarto del rubio, Mello comenzó a besar al peliblanco, mientras terminaba de desabrochar  la camisa de Nate y lo dirigía a la cama del mismo.

Lo tendió en la cama y se sentó sobre el, examinando con la vista. Nate al sentir la mirada tan insinuante de Mello, se sonrojó y quiso levantarse de la cama, pero el peso y las manos del rubio se lo impidieron. …l  se esforzaba para no caer en la seducción del apuesto rubio. 

–Desde la primera ves que te vi quise poseerte, Nate, ahora no podrás escapar.

–Lo sabia, estaba en lo cierto, usted es un pervertido. 

Mello comenzó a humedecer las mejillas y luego el  cuello  de prisionero con sus besos.Nate poco a poco comenzaba a disminuir la resistencia que había puesto desde que el rubio lo había examinado tan lujuriosamente. 

–Es-este… yo nunca…  El rubio comprendió lo que su acompañante quiso comunicarle. 

–Sshhh…no digas nada. No te preocupes, voy  hacer muy suave contigo – le susurro al oído. 

…l comenzó a dirigir sus besos por el pecho del adolescente muy lentamente, provocando estremecimientos en su acompañante. Bajaba más, hasta topar con los pantalones blancos de Nate. Mello tomo los pantalones  y rozando sus manos con su piel, los bajo para continuar con los besos. Mello  sin mostrar ninguna clase de limites, tomo la parte mas sensible de su acompañante y comenzó a jugar con el con su boca. Al notar la reacción placentera que provocaban esas caricias en el cuerpo de de su acompañante, sonrió muy satisfactoriamente. Ya lo tenía dominado.Mello se acostó encima de Nate y metió sus dedos en la boca de este.

–Que pasa, quieres que te muerda los dedos o qué.

–No digas Nada  y sólo has lo que te digo. – respondió el rubio mientras humedecía sus dedos dentro de la boca de Nate.

Cuando los dedos del rubio estubieron completamente húmedos, disimuladamente los   deslizó dentro del cuerpo de Nate. luego el acompañante de mello comenzó a quejarse, él empezó a besarlo con fuerza.

–Nate, esto es solo el principio.

Nate se quedo en silencio mirando fijamente al rubio sin decir nada.

El rubio limpio el sudor del a frente del peliblanco  Mello se bajo los pantalones, mientras miraba a su pequeño juguete.  Nate sintió el cuerpo de Mello que rozaba su piel. Aun estaba a tiempo para impedir lo que desde un principio pensó que estaba mal, pero la excitación que lo había invadido y sus instintos ya no le permitieron retroceder.

El no asintió ni se opuso al aviso de mello, sólo se quedo callado, esperando lo que nuca se había imaginado hacer. Mello tomo los muslos de Nate para acomodarlos a su antojo y entrar en el cuerpo de su deseado juguete. Nate sintió el cuerpo de Mello entrar en el, arrancándole gemidos de dolor.

–Ah…cuan-do lo bicis-te con tus de-dos no me dolió mu-cho  

– Nate, mis dedos son delgados. Tranquilízate –le dijo mientras acariciaba el cabello del adolescente –pronto te va a dejar de doler, ya verás. 

Mello estaba siendo suave con Nate, sus movimientos no eran violentas sino lentas y suaves como le había prometido, pero aun así no podía evitar que su acompañante produjera quejas.

–Ya no me duele mucho – dijo Nate haciéndose el fuerte. 

Poco a poco el dolor iba desapareciendo y el placer iba en aumento, más que los besos y caricias habían provocado en él. Ahora era un gran placer acompañado con un disminuido dolor, que aun así era sentido.  

–Hazlo mas rápido, rubio – Nate comenzaba a sentirse parte del juego. 

Mello, al escuchar el pedido del peliblanco, comenzó a acelerar sus movimientos para adentrarse mas al cuerpo de Nate, quien no se quejo  del cambio de ritmo, más bien, se sentía complacido. 

Mello disfrutaba el cuerpo que había deseado poseer desde la primera ves que lo vio. Su cuerpo junto al de Nate ahora eran uno y mello quería que nunca lo olvidara. …l estaba tan complacido de  haber logrado seducir al menor.

–Qué, ¿no pue-des ha-cerlo mas rá-pido?– exigía Nate mientras se agitaba bajo el cuerpo del rubio.

–… ¿Estas seguro que es la primera vez que haces esto?

–Ah…sí…

–…Pequeño peliblanco, resultaste más fogoso que yo. 

En toda la casa lo único que se escuchaba eran los gemidos de los amantes y el chirrido del lecho que soportaba sus pesos.  

                            ……………………………… 

fuera de la casa, Matt, el amigo de Mello, buscaba en sus bolsillos la llave que le permitiría entrar en la casa. Cuando apenas abrió la puerta, pudo escuchar los gemidos de tal espectáculo. Sin preocupación, entro y dejo sus cosas en la mesa. 

–Creo que Mello consiguió lo que quería con ese chico – Matt se sentó en el sillón de la sala y se puso a leer un periódico. 

A pesar de que Matt había entrado a la caso haciendo un gran ruido al momento de cesar la puerta, los amantes no se habían percatado de su llegada. 

                                  …………………………… 

Luego de la larga sesión de sexo, los amantes terminaron rendidos sobre la cama, muy agitados y sudorosos.

 –Estuvo muy bueno- Nate se subió encima del rubio-hagámoslo otra vez ahora.

–Qué ¿no estas cansado?

–Qué ¿ya no puedes?

Rápidamente el rubio tumbo al peliblanco  sobre la cama para estar encima de él

–Claro que puedo.

–…usted esta loco. Es un degenerado. Cómo pudo forzarme de esa manera tan sucia.

–…Nadie te forzó, Nate– Mello lucía muy confundido. 

Nate estaba muy arrepentido por lo que había hecho. No dejaba de reprocharse, mientras se cambia para irse a su casa. Había caído en el juego del rubio.

 – ¡Maldito rubio, por su culpa ya no soy virgen y no podré casarme de blanco!….ya se me esta pegando la manía de mis padres –dijo lo ultimo para sí mismo. 

–Eres muy extraño. En vez de ponerte histérico, mejor acércate a mi lado. 

–pero que descarado es usted, me acaba de forzar y ahora quiere volver a hacerlo de nuevo. 

El rubio estaba acostado en la cama observando cada movimiento da Nate. 

–No digas eso, Nate , También lo disfrutaste – se acerco para besarlo, pero Nate  no dejo que lo haga. 

–Estuvo mal, ni siquiera te conozco, ni siquiera se tu nombre. 

–El que te halla hecho un favor ¿no cuenta? 

Nate lo miro con una mirada fulminante. El rubio se estaba burlando de el. Pensó que después de que Mello consiguió lo que quería con él, ya no le importaba en lo absoluto. 

–Cuando papá Ryuzaki se entere le va a dar unas buenas patadas y papá Raito unos buenos puñetazos. Soy menor de edad y usted es un delincuente. 

– Eres un niño mimado, ya deja de mencionarlos.

Ya no tenía sentido quejarse con aquel desconocido. En parte, Nate considero que la culpa fue de él por no haberse opuesto. Al menos, si el rubio lo hubiera querido forzar, hubiera puesto resistencia y no dejarse seducir tan fácilmente. Aun así, le había gustado. Le gusto sus caricias, sus besos y que el rubio lo poseyera. Nate estaba muy aterrado por lo que estaba pensando. 

 -...Adiós desconocido, regreso otro día….pero que estoy diciendo – Nate se despidió sin decir más. 

–Me puedes llamar Mello – Nate escuchó mientras bajaba al primer piso. 

Mientras bajaba, se acordó que la puerta solo se habría con llave .que iba hacer, él ya no quería regresar al segundo piso y pedirle al rubio que le habrá la puerta. Cuando estuvo en el primer piso, pudo ver a alguien sentado leyendo un periódico.

Matt se dio cuenta de la presencia de Nate, se paro y se acercó a él. 

–No pierdes el tiempo. Y que tal, ¿regresaras otras ves? 

Nate se sonrojó. Era obvio que sabia lo que había echo con su amigo. Matt te acercaba más a Nate. 

–Me gustaría que regreses. Yo también tengo ganas de jugar contigo – Matt sujeto al peliblanco  muy fuerte.

–No soy un maldito objeto sexual para que me haga propuestas indecentes, así que señor pelirrojo, ábrame la puerta. Tengo una casa decente a donde ir.  

Luego de un largo rato, Matt lo soltó y se dirigió a la puerta para abrirlo. 

–…Hubiera sido divertido. Sí tienes ganas de jugar, puedes venir. 

Nate Salio apresurado dando un fuerte portazo.  

Matt se sentó nuevamente en el sillón y tomo el periódico. Luego de un rato bajo Mello. 

–Matt, no le hubieras abierto la puerta, hubiera sido divertido que me rogara por la llaves  – se sentó al lado de su amigo.

–Y que tal estuvo, mello.

–Muy bueno, aunque un poco rayadito.

–Supongo que después de conseguir lo que querías, estarás mas tranquilo – dijo Matt mientras ojeaba su periódico.

–No lo se…quiero volver a tenerlo. Hay algo en el que…no se.

–Ten cuidado. Tu situación  se esta volviendo grave. Nunca has estado con alguien más de una vez  

                               ……………………………… 

Nate durante el viaje a su casa no podía dejar de pensar en lo que le había pasado con el rubio. Esos recuerdos estaban envolviendo su cabeza. Cuando llego a casa tenia mucha pena de mirar sus padres. Ellos pensaban que estuvo estudiando y en cambio acostado con un desconocido.

Nate llego una hora mas tarde de lo acostumbrado, pero su padre Raito no le dijo nada pues  él estudiaba mucho y pensó que tal ves se había quedado con sus amigos. 

–Ya llego nuestro pequeño príncipe –dijo  papá Ryuzaki a papá raito mientras abrazaba a su hijo.

–Que tal te fue hijo – papá  Raito también se acercó para abrazar a su hijo.

–Me fue súper. Estudie el cuerpo humano…pero bien estudiado. T

oda esa situación era muy difícil para él, pues sentía que traicionaba la confianza de sus padres.

–Papa Ryuzaki ¿te gusto el pastel que te traje?

–Estuvo buenísimo. Mira yo también tengo algo para ti –acercó una bolsa hacia Nate.

–Pero si es… más ropa blanca

–Claro hijo – agrego papá Raito

-Blanco y puro como tú– dijeron papá Ryuzaki y papá Raito al mismo tiempo.

–Porqué tuvieron que decir eso. Estos si que son unos fanáticos –pensó Nate. 

Papa Ryuzaki saco la ropa de la bolsa  para dárselo a su adorado hijo 

– ¡Papá ryuzaki, papá  Raito, ya no puedo contener esta mentira! ¡La verdad es que hoy tuve sexo con un rubio que esta bien bueno!

–…

–…

–Se quedaron estupefactos, y ahora ¿que pasara?

– pensó Nate.

–Hijo, estas muy cansadito, mejor ve a dormir…

–Si pequeño, ve a dormir… 

 los padres de Nate no quisieron aceptar lo que su engreído les había dicho. 

–Bueno, al menos ya lo dije –Nate respiro profundamente. 

Cuando estuvo solo en su cuarto, quiso recuperar el tiempo que no había empleado para  estudiar. Se sentó en su   escritorio, cogió un libro y no pudo leer absolutamente nada, Nate estaba muy desconcentrado. Su mente estaba invadida  por aquel desconocido. 

Al día siguiente se alisto para ir a su escuela. Los padres de Nate se mostraron tan dulces con él como siempre. Nate se despidió de ellos  y Tomo el primer ómnibus que paso para llegar temprano como estaba acostumbrado. 

Durante el viaje, también pensaba en él, asta casi se pasa del paradero. Cuando se estaba dirigiendo del paradero a su escuela, un auto se detuvo junto a él y de el bajo Mello, el desconocido.

Nate se detuvo, pues el rubio se interpuso en su Camino con un fuerte abrazo. 

–Hola, que tal. 

Nate se quedo muy confundido al verlo frente a él. En realidad pensó que nunca más lo iba volver  a ver. 

–No me mires así, como si hubieras visto  un fantasma – Mello le entrego un álbum

–toma, esto te pertenece. 

Era el álbum que tenían las fotos de Nate. Al verlo, Nate lo recibió y sintió un gran vació dentro de él. ¿En realidad ya no le importaba él al  rubio, por eso le entregaba sus fotos? sintió tristeza. Luego se puso serio tratando de disimular. Cuando se dio la media vuelta para seguir su camino hacia la escuela, Mello lo detuvo tomándolo del brazo. 

–Ya no quiero las fotos, porque prefiero tenerte a ti-Nate enmudeció–Ven conmigo -lo tomo de la mano y lo dirigió hacia el auto. 

Nate dudo mientras Mello lo  llevaba hacia el auto. 

–No puedo ahora, tengo clases – Nate pensó que no tenia porque darle explicasones, así que después de decirle aquello, se comenzó a alejar. 

Mello volvió a tomarlo  del brazo  

–Si faltas, no creo que se den cuente.

–Claro que se darán cuenta, yo nunca falto.

–Entonces voy a venir cuando tus clases terminen. 

Antes de soltarlo para irse, se aproximo a él para darle un largo he intenso beso que por cierto no fue rechazado. Luego de que Mello se fuera, Nate se quedo muy confundido. 

–Todo está muy mal – se dijo mientras observaba a lo lejos  el auto del rubio – si cree que va a volver a jugar conmigo, pues esta muy confundido. ¡No lo voy a permitir!   

                                 ……………………… 

Después de sonar el timbre que anunciaba la salida, Nate Salio de su salón muy pensativo. Cruzó el portón del colegio y después de mirar la dirección que lo dirigía al restaurante. Se quedo ahí parado mientras todos salían. 

–Porqué tengo que esperar a ese rubio, yo no soy el interesado…mejor me voy – Nate comenzó a alejarse con pasos de plomo. 

Unos segundos después, el auto de Mello se estaciono junto a la puerta. …l  se  dirigió hacia el adolescente, luego de bajarse de su auto, para besarlo. Nate, muy avergonzado lo alejo  pues se dio cuenta que mucho de los alumnos que salían los estaban mirando disimuladamente. Afortunadamente no vio a ningún conocido. 

–Rubio, ¡quien se cree que es usted para dejarme aquí parado esperándolo! ¡Usted dijo que iba a estar aquí cuando saliera y ya ha pasado más de un minuto! – ahora él  era quien llamaba la atención de todos con sus gritos – ¡ya no lo quiero volver a ver! ¡Ya no…! 

El rubio lo silencio con un apretado beso. 

Un adulto,  que pasaba por el lugar y que había visto exaltado al menor y luego atacado por los labios  del rubio, se acercó. 

-Hey… ¿este rubio te esta molestado?

–Necesito pintarme el cabello de negro –pensó el rubio.

–Que le hace pensar eso… este rubio es mi amante, ya déjenos tranquilos, no se porque se mete donde no lo llaman.

–Verdaderamente, necesito pintarme el cabello de negro. – volvió a pensar.

–Eso me pasa por involucrarme en discusiones que no me incumben –el adulto se fue renegando. 

Ya solo los dos, sin ninguna interrupción. 

-Entonces, ¿bienes conmigo?  

Nate sabia que si subía al auto del rubio iba  a ser más difícil alejarse  de él. Le dio un último vistazo a la calle de la biblioteca y luego se subió al auto. 

–Esta bien, igual, si no subo por mi voluntad, seguro que usted me va a obligar – Nate subió muy relajado al auto – no me queda de otra. 

–Nate, adónde quieres ir, dime. – le pregunto con una sonrisa satisfactoria.

 – ¿Yo? ... bueno… 

–Vamos, Nate, dime. 

–… ¿Podemos ir a un hotel? tengo ganas de volver a tener sexo contigo. 

A Mello se  le desorbitaron los ojos. La verdad, a pesar que el peliblanco estaba muy rayadito, no esperó esa clase de propuesta. Naturalmente, esa clase de propuestas solo se lo esperaba de él mismo. 

–…Mejor vamos al cine, pero antes tienes que comer.

– ¿Al cine? ¿Ahí también se puede tener sexo?

– Eres un pequeño adicto al sexo. Si tanto quieres, hagámoslo en mi auto ahora.

–Que buena idea –dijo Nate extendiendo los brazos y abalanzándose al rubio – eso suena divertido.

–No estoy tan loco como para hacerlo en publico –le dijo el rubio jugueteando con su cabello. 

Mello aceleró y se fueron en dirección contraria de la biblioteca. 

–El que falte dos o tres días a la biblioteca no creo que afecte mi nivel académico –pensó  Nate – además, también quiero divertirme…con él rubio.

 


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