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Presagios
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Fuego. A su alrededor sólo había fuego. Lenguas mortales, infernales, carmesíes, devorando todo lo que estuviese al alcance de su vista. Fuego en su rostro y en su hombro, que derretía el cuero de su ropa haciendo que se fundiera con su piel. Fuego hambriento. Entonces reparó en que ya no podía moverse, si es que en algún momento había podido. Ningún músculo respondía. ¿Estaba muerto? Sin embargo, las llamas y el calor abrasante seguían allí, frente a sus ojos, amenazando con consumirlo hasta la última célula. Y él no se podía mover. Y estaba solo. Era el fin.
Despertó tras una violenta sacudida, reprimiendo un grito, y se encontró temblando, agitado, en la más completa oscuridad. Comenzó a tranquilizarse al percibir ese aroma tan familiar. Matt dormía en la otra cama, respirando serena y acompasadamente. Sin saber muy bien lo que hacía, aún sumido en el terror provocado por aquellas imágenes tan reales, tan vívidas, se recostó junto a su compañero de habitación y lo abrazó.
—¿Mello?
Matt despertó apenas sintió un par de brazos cerrándose alrededor de su cintura y una sedosa cabellera cosquilleándole el mentón. No dudó en responder el abrazo, extrañado por el inusual comportamiento de su amigo, y notó el sudor de su cuerpo y lo acelerada que era su respiración.
—No es nada. Vuelve a dormir.
Pero en lugar de ver cumplida su orden, Mello sintió un par de labios cálidos posándose sobre los suyos. Eran suaves y tibios, al igual que todas las veces en las que se besaban. Sin dejar de besarlo, Matt le quitó cada prenda, deslizando la tela del pijama como si fuese pura seda. No era la primera vez que hacían el amor. Sin embargo, Matt nunca se había mostrado tan tierno, tan infinitamente comprensivo. Como si quisiera que fueran uno para poder absorber todas sus preocupaciones. Incluso, al tocar su sexo y acariciarlo, los movimientos fueron lentos y pacientes. No era el estilo favorito de Mello, pero aquello iba más allá de lo carnal y, más que en su cuerpo, lo sintió en su corazón.
—Te amo. Siempre estaré a tu lado—le susurró Matt antes de volver a dormirse.
Y esas palabras fueron suficientes para que Mello olvidase el horror de aquella pesadilla durante mucho, mucho tiempo.