Me miro al espejo y sonrío. Considero que me queda muy bien la sangre adornando mi cuerpo, sobretodo cuando la sangre es de otra persona. Hace juego con mis ojos, con los ojos que tu me diste, con los que me obligaste a tener, porque todo esto es culpa tuya, y lo sabes. Ojala y te estés revolviendo en tu fétida tumba.
El agua tibia va separando ese rastro carmesí de mi piel. Cierro los ojos e imagino que es nuevamente el líquido de vida de uno de los cuerpos agonizantes con los que acabo. Me siento fuerte, poderoso, pleno... supongo que es todo lo que debe sentir un Uchiha, familia de asesinos, de pobres diablos que se enorgullece de su falta de moral...
¿Sabes que?, incluso me excita pensar en ello. En como me mira la gente susurrando "es un Uchiha", me pavoneo de mi propia presencia. Lo que no saben es que, como tu bien me dijiste una vez, cuando les degolle o les atraviese el corazón con mi katana, su cara me demostrará lo bien que se sienten por haber sido yo el que ha acabado con su patética vida, todo un Uchiha.
Tengo que darte las gracias por enseñarme todo esto. Tengo que reconocer que cuando cayó ante mí mi primera víctima lloré, no sabes cuanto. Me encerré en el baño, al igual que ahora y al mirar mi reflejo me sentí sucio, lo peor, sentí morir. Había acabado con la vida de alguien, de alguien con un nombre, una familia, una vida... y eso le pesaba mucho a mi conciencia. Era un peso sobre mi cabeza que creí que nunca podría soportar. Cuando entraste en el lavabo y me abofeteaste, desperté de esa ilusión de que yo, el hijo de una familia de élite como la nuestra, pudiera tener algún tipo de sentimientos, mucho menos de esa clase.
Me enseñaste que todo se resume a dos cosas: poder y fuerza. Con el poder conseguimos la fuerza y con esta, el respeto. Respeto, todos me lo tienen, ya sea por miedo o admiración, pero lo tienen. Que razón tenías padre...
Por esa misma razón no me ha importado matar a todas esas personas. ¿Cuántas habrán caído a mis manos? ¿Cien, doscientas? No importa, al igual que no importa quienes fueran. Me mostrarte la verdadera realidad de la vida, la forma en la que debía crecer para ser todo un hombre. Por ello, sé que te sentiste orgulloso de mi cuando te corté el cuello, cuando maté a cada uno de los ancianos y niños de nuestro clan. Yo tenía el poder, ¿Por qué no iba a demostrar mi fuerza? Lo vi en tus ojos, tan escarlatas como los míos, como los del mismo demonio. Sentí ese respeto en tu mirada, esa impotencia de saberte la presa fácil de un depredador como yo.
Las siguientes noches de mi cacería me sentía vivo por primera vez en mi vida. Tengo que confesar que si no maté a Sasuke no fue por cariño alguno, quería ser como tu padre, quería enseñarle el verdadero camino de la felicidad. Ahora con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que me equivoqué. Ese niño no tiene potencial, no merece el apellido Uchiha, nuestro apellido. Demasiado ligado a los sentimientos, demasiado humano para ser descendiente de un demonio.
Estás orgulloso de mi, ¿verdad padre? Si, lo sé. Lo sé porque yo también lo estoy. Mi cuerpo desnudo me pide sangre, esa que empapa tanto mis ropas como mi alma y me convierte en lo que verdaderamente soy... un asesino.
Me meto en mi cama y empiezo a soñar, a revivir esos momentos en los que la sangre de mi familia manchaba mi cara. Tu sangre, la de mamá... y no puedo evitar llorar. No soy capaz de controlar las ansias de que alguien llegue y acabe con mi vida, porque puede que tu te sintieras orgulloso de mi, pero yo no. Ese muchacho al que asesiné por primera vez nunca se fue de mi mente, hasta el punto de querer conocer todo de él. Mohikaru Yuro, ese era su nombre. Tenía dos hijas y una esposa preciosa, a veces aun voy a visitarlas. Me alegra mucho que te sintieras orgulloso de Uchiha Itachi, padre, que no hicieras caso alguno de Sasuke, porque eso es lo que le ha salvado.
Creo que es el mejor regalo que me pudiste hacer nunca: enseñarme a ser el mejor asesino para darle la libertad a la persona que mas quería. Nunca he querido ser como tu, aunque intente engañarme a mi mismo. Quizás este era mi destino, morir a manos del único Uchiha que no ha sido un asesino, el único que verdaderamente tiene la fuerza, el poder y todo el respeto del que tanto alardeabas.
Siempre he estado muy orgulloso de él y él lo sabe. Ahora que todo está apunto de acabar y que mi alma no puede mas, de nuevo viene Sasuke a salvarme. Al igual que lo hizo la vez en la que me pegaste una paliza por llorar tras mi primer muerto, curando tanto las heridas de mi cuerpo como las de mi corazón.
Este es mi don y mi condena... como un buen Uchiha. Ojala y tu, Sasuke, seas la oveja negra de la familia...